jueves, 13 de marzo de 2025

Los miserables


Esta entrada no va de literatura ni de cine, va de una realidad espantosa que afecta a niños indefensos.

Estamos viendo casi a diario actitudes de un calado tan infrahumano que da escalofríos. Los asesinatos machistas continúan, ya casi parece que forman parte del paisaje social, por no hablar de la violencia vicaria. ¿Quién en su sano juicio puede asesinar a sus hijos con la única intención de dañar a la madre? Ataques a escuelas y hospitales, asesinando a niños y a enfermos indefensos para minar la moral del enemigo; trata de mujeres, engañadas y esclavizadas para satisfacer los deseos sexuales de unos degenerados; pederastas que, bajo el “uniforme” de tutor, entrenador o sacerdote, abusa de aquellos niños y niñas a quienes se supone que deben formar y proteger; asesinos en serie y monstruos que bajo la bata blanca de médico abusa de cientos de niños y niñas cuando están sedados.

Este es un panorama que nos pone los pelos de punta y que no podemos naturalizar por mucho que acaben siendo habituales.

Pero quiero creer que toda esa gente tiene un desequilibro psíquico y que obran de tal modo porque no pueden evitar los impulsos enfermizos. Son psicópatas o sociópatas que saben que han actuado mal, pero que no muestran arrepentimiento alguno.

Pero hoy quiero tratar aquí un hecho del que me quedaría corto si lo adjetivara de inmoral. En este caso los agresores no ejercen una violencia física sobre los niños, son desaprensivos que se aprovechan de su corta edad para robarlos a sus legítimos padres.

Si nos remontamos a nuestra guerra civil, según la información consultada, más de 30.000 niños fueron evacuados de España, de los cuales unos 3.000 fueron a parar a la Unión Soviética (“niños de Rusia”, los llamaron). Eran niños del bando republicano cuyos padres quisieron protegerlos de la guerra que asolaba el país y de las posibles represalias una vez terminada esta. Esos niños, una vez establecidos en la URSS, tuvieron que esperar la muerte de Stalin para poder regresar. Aun así, la mayor parte de ellos no regresaron jamás, y los que lo hicieron ya eran adultos.

Este triste episodio —muchos de esos niños fueron internados en los campos del Gulag, murieron en la guerra o de hambre, y otros se dieron por desaparecidos— parece algo del pasado, pero no es así. Actualmente, en tres años de guerra en Ucrania, los soldados rusos han secuestrado a multitud de niños ucranianos —se calcula unos 20.000—, que han sido llevados a Rusia para ser adoptados por familias rusas y convertidos en seguidores de Putin, quien los presenta públicamente como “salvados de los nazis”.

Pues bien, hace unos pocos días, vi por televisión a una mujer rusa, de nombre Olga Dorójina, que, ante Putin, se mostraba tremendamente emocionada y agradecida por haberle permitido quedarse con una niña de cuatro años secuestrada por los soldados rusos ante la cara de complacencia y satisfacción del dictador ruso. Esa mujer justificaba esta tremenda injusticia e inmoralidad por el hecho de haber perdido a su único hijo en el campo de batalla (gracias a Putin). Obvio reproducir las palabras de esa mujer porque me resultan indignantes, pero concluía que la pequeña le ha traído algo de felicidad a su hogar.

Este caso es, para mí, la peor forma de egoísmo, pues busca la felicidad propia a cambio del sufrimiento ajeno. La Dorójina será feliz sosteniendo en brazos a una niña que no es suya y que se la han arrebatado a su verdadera familia. ¿No piensa en el dolor ajeno que ha producido su acto “de amor”? No estamos hablando de un objeto expoliado durante una invasión, estamos hablando de seres humanos y, más concretamente, de niños indefensos.

Pero este no es un acto aislado, pues lo mismo ha sucedido con los restantes niños arrancados de su país y de sus hogares. Estas personas que obran así, solo merecen el calificativo de miserables.


2 comentarios:

  1. Son simples mercancías, con ellos se pagan favores o se obtienen fidelidades. Encima hace propaganda, diciendo que son reeducados, para salvarles del mal.

    Abrazo.

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  2. No sabía de este suceso y la verdad es que pone los pelos de punta. Aquel ejercito que es capaz de cometer el robo de niños por supuesto estará dispuesto a torturar, violar a las mujeres, matar por diversión etc. Las guerras convierten a los hombres en miserables como bien titulas en tu entrada.
    Un abrazo, Josep.

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