sábado, 1 de marzo de 2025

La justicia injusta

 


Dicen que la Justicia es ciega, pero yo creo que algunas veces es, además, sorda y muda.

El térmico Justicia es una entelequia, pues no tiene sentido por sí misma si no se sustenta en quienes la imparten —los jueces— y quienes la dictan —los legisladores— dos de los tres poderes del Estado.

Evidentemente, es muy difícil hacer justicia a nivel general, como lo es a nivel particular. No somos el Rey Salomón, paradigma de la justicia bíblica. Pero, aun con sus limitaciones y desaciertos, no podemos permitir que ciertas leyes, o sus interpretaciones, resulten un insulto para quienes creemos en la verdad y la correcta aplicación de las mismas.

Los jueces son seres humanos y, por tanto, no son perfectos. Lo realmente malo es cuando no son objetivos y aplican las normas según sus creencias personales, guiándose más por su ideología, política o religiosa, que por la correcta interpretación del código penal.

Pero no toda culpa de ello la tienen los jueces, pues en muchos casos la ley es, por sí misma, injusta. Por desgracia, no siempre lo justo es legal, ni lo legal es justo. Y eso debería corregirse.

¿Por qué existe la prescripción de un delito grave? Una violación, un acto de pederastia, un asesinato, un fraude multimillonario que ha afectado a miles de ciudadanos, por poner unos pocos ejemplos, no deberían quedar impunes porque hayan transcurrido veinte años, tiempo tras el que, según la ley, esos delitos ya no pueden ser juzgados.

¿Por qué se permite la reincidencia delictiva, existiendo malhechores que llevan a sus espaldas decenas de detenciones y, sin embargo, siguen en la calle?

¿Por qué resulta tan complicado recuperar una vivienda que ha sido okupada sin más motivo que el de apoderarse de lo ajeno, dejando en la calle a su legítimo propietario?

¿Por qué se producen reducciones de pena en casos de agresiones crueles, como el caso de “la manada”?

¿Por qué en casos de violencia probada, como el anteriormente mencionado, se aplica muchas veces la libertad provisional con cargos en lugar de ingresar directamente en prisión a la espera de juicio, permitiendo, de este modo, que el delincuente pueda seguir delinquiendo?

¿Por qué la justicia es tan lenta, de tal modo que desde presentación de una denuncia hasta la realización del juicio transcurren varios años?

¿Por qué se dan casos de trato preferente y distinto según quien sea el presunto delincuente?

¿Por qué existe la inviolabilidad de la figura del Rey?

¿Por qué hay tantos aforados en España? En nuestro país hay actualmente unos 250.000 aforados, 232.000 son miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad estatales o autonómicos, cinco de la Familia Real y el resto, unos 18.000 en total, pertenecen a instituciones del Estado y de las Comunidades Autónomas (políticos, miembros de las Carreras Judicial y Fiscal, integrantes de órganos como el Tribunal de Cuentas y el Consejo de Estado, Defensores del Pueblo estatal y autonómicos, etc.).

Y entre un largo etcétera de irregularidades e injusticias, se encuentran las resoluciones judiciales machistas y claramente arbitrarias, como el vergonzoso caso de Juana Rivas, la madre que ha luchado durante años por la custodia de sus hijos (hoy ya solo del menor, pues los otros dos decidieron vivir con ella tras alcanzar la mayoría de edad) para protegerlos de un padre maltratador, lo que le valió una pena de cárcel. Tanto la justicia española como la italiana han jugado en este caso un papel indignante.

Porque este no es un problema meramente local, algo marginal, que afecta solo a nuestro país, no. En el ámbito internacional se producen estas y otras injusticias mucho mayores y con un impacto mucho más extenso. Parece que la globalización también afecta a la injusticia.

Estamos siendo espectadores de flagrantes ataques a los más elementales derechos humanos, con claras manifestaciones de abuso de poder, de guerras injustas instigadas por mandatarios crueles que se creen dueños de la vida ajena y que no dudan un ápice en ostentar un poder absolutista sin importarles el método utilizado, ante la pasividad o permisividad de la Comunidad Internacional.

Así pues, con este panorama tan negro, ¿podemos confiar plenamente en la justicia? Yo tengo serias dudas. Porque, ¿qué podemos hacer para evitar estos atropellos y no ser cómplices de ellos, aparte de ver, oír y callar? Por desgracia, muy poco, o nada.

Llegado a este punto, me viene a la memoria la famosa frase atribuida al pastor luterano alemán Martin Niemöller, que más o menos reza así:

Cuando vinieron a por los comunistas, guardé silencio porque no era comunista.

Cuando vinieron a por los socialistas, guardé silencio porque no era socialista.

Cuando vinieron a por los sindicalistas, no protesté porque no era sindicalista.

Cuando vinieron a por los judíos, no dije nada porque no era judío.

Cuando vinieron a buscarme, para entonces ya no quedaba nadie que protestara en mi nombre.

 

14 comentarios:

  1. Esta reflexión que haces sobre la Justicia y su aplicación es muy pertinente. Pero es un tema la mar de complicado. Los legisladores dictan leyes en base a sus ideas que muchas veces, sí, coinciden con el sentir general, pero en otras ocasiones la intención es sesgada de pleno. Cuando tal ocurre qué puede hacer un juez que aplica la norma que se le ofrece. Se dice que es que los jueces las interpretan; si no hubiese lugar a la interpretación los jueces no existirían, sería tan fácil como decir «la mató, ¿sí? Pues 25 años de prisión. El siguiente». Pero es que se juzga a seres humanos, no a objetos y los seres humanos son variados y no todo por muy terrible que sea ese todo es igual para todos. Y no digamos ya cuando algún poder ejecutivo promulga una norma pensando exclusivamente en un beneficiario o perjudicado por la misma. Entonces ya, creo que el poder judicial se ve atado de manos y usurpado su lugar por el ejecutivo y el legislativo. Dejo sin tocar el caso de leyes mal hechas, mal confeccionadas, que luego los jueces al aplicarlas se ven obligados a elevar o a bajar las penas provocando alarma social.
    En fin, un asunto peliagudo este de la justicia.
    Un saludo

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    1. Ciertamente es un tema complicado y solo he hecho un breve resumen de lo que ocuparía todo un tratado sobre las leyes y su aplicación, cosa para lo que no estoy preparado. También es muy cierto que una disposición legal debe tener una cierta flexibilidad en su interpretación y que, como apuntas, no puede ser algo tan rígido como un programa informático, blanco o negro, bueno o malo. Existen atenuantes y agravantes según las pruebas aportadas y el juicio del juez o del jurado particular deben tenerlas en cuenta. Lo que critico es que una ley ya nazca defectuosa y no sea plenamente justa. ¿Acaso es justo que desahucien a una persona vulnerable (pienso en el caso de una anciana octogenaria que había vivido de alquiler durante más de 50 años y que, al no poder hacer frente a una subida injustificada de ese alquiler pretendieran echarla a la calle impunemente, con lo puesto. Es perfectamente legal pero tremendamente injusto y nadie hace nada por evitarlo, excepto el vecindario que es quien toma muchas veces cartas en el asunto y trata de impedir (a veces con el uso de la violencia) que la policía cumpla con la orden (injusta) recibida.
      Si en un caso tan humano como este, la ley no está de parte del más debil, qué podemos esperar. Y así hay muchos otros casos de actuaciones judiciales que dan la espalda al ciudadano de a pie, mientras que en otros casos mucho más mediáticos en los que el acusado es un personaje públco importante, la actuación es mucho más lenta y benévola a tenor de quién tiene que instruir el caso.
      Sé que es utópico pensar en la existencia de un mundo justo y feliz, pero hay injusticias que claman al cielo, y el cielo, por desgracia, no responde.
      Muchas gracias, Juan Carlos, por tus comentarios.
      Un fuerte abrazo.

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  2. Esto de leyes injustas lo vemos a cada rato. Dios tenga misericordia de nosotros

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    1. Que así sea, porque mientras tanto estamos a expensas de grandes injusticias.
      Un saludo.

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  3. Precisamente quienes tienen tendrían que servir de ejemplo a la sociedad por su comportamiento en los cargos que desempeñan, deberían ser tratados con un mayor rigor por la justicia. Y resulta que no, que han sido protegidos por el aforamiento. No parece el mejor comienzo, desde luego.
    A tus preguntas se podrían añadir otras muchas, pero no voy a enrollarme.
    Un abrazo.

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    1. Pues sí, Chema, parece que algunas veces los que hacen las leyes piensan en su propio interés. Una vez alguien me dijo que cuando un político defiende una norma lo hace pensando en: 1) satisfacer a su partido, 2) asegurarse el escaño, y 3) contentar a sus colegas en la vida civil, de modo que cuando abandone el cargo no le echen en cara haberlos perjudicado. Y si non e vero e ben trovato, je, je.
      He dejado fuera del tintero otras muchas preguntas porque habría sido una entrada demasiado larga y algunos me habrían calificado de aguafiestas, ja, ja, ja.
      Un abrazo.

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  4. No funciona para nada la autocorrección en el mundo judicial. Los jueces se supervisan así mismos y es muy difícil ver que sancionen a un juez. Se cubren entre ellos y la permisividad a sus desmanes es total. Son una auténtica vergüenza de corporativismo.
    Abrazo.

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    1. En el ámbito judicial hay mucho corporativismo. Si ya es difícil que un médico acuse de mala praxis a otro médico, ya es inimaginable que eso lo haga un juez contra otro. Existe una asociación llamada "jueces para la democracia", que ya da a entender que hay jueces que no son democráticos o que las leyes no se imparten democráticamente, pero, por desgracia, su opinión, pública y certera, no tiene ningún efecto sobre otros jueces, los tribunales de justicia, el CGPG y en el TC.
      Un abrazo.

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  5. Muchas sabias preguntas para las que a veces no hay una respuesta clara. Lo que tengo claro es que el ámbito de la justicia española -por poner un ejemplo- es un trueque de intereses que en nada beneficia a los ciudadanos que además han perdido la fe en jueces o en altas instituciones. Por otro lado, la frase o frases de Martin Niemöller deberían estar clavados a fuego en la conciencia colectiva.
    Un abrazo, Josep.

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    1. El deterioro de la política a nivel mundial también nos ha afectado, es como un virus que se expande a la velocidad del rayo, y como no tenemos pararrayos... Y sí, lo más dramático es la pérdida de cofianza y la incapacidad general para frenar esas manifestaciones antidemocráticas.
      Un abrazo.

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  6. Es terrible todo lo que te preguntas en esta entrada. Son cosas que se entienden malamente. Una cosa es que la Justicia de un país sea garantista para evitar abusos y perjuicios a gente inocente y otra que se salgan por la tangente auténticos criminales. Que haya jueces que debido a su ideología sean capaces de procesar a alguien por un rumor o una noticia aparecida en un medio de dudosa reputación; que el que vende unos kilos de costo se pudra en la cárcel y los que roban millones al erario público detrayendo recursos que deberían ir a los que más lo necesitan, se vayan de rositas; todo ello es una vergüenza mayúscula. Y encima esos que más lo necesitan (muchos de ellos, tampoco todos) votan a los que defraudan al estado y a los que piden la bajada de impuestos y nunca han hecho nada que no vaya en su propio provecho de privilegiados. Mira, es que me enciendo.
    Y tal y como va el mundo todo tiene pinta de ir a empeorar muchísimo.
    Un beso.

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    1. Si la arbitrariedad de la justicia aplicada por jueces arbitrarios ya es un mal que, al menos a mí, me subleva, todavía me subleva más ver, como dices, que hay quienes, a pesar del comportamiento ignominioso de algunos políticos, van y les diguen votando. Hay quien dice saber el motivo, pero para mí es algo inexplicable y hasta morboso.
      Cuando leo o veo por televisión esas injusticias, yo también me encicendo, y esto es muy malo para la salud, así que deberemos vacunarnos contra la ira, je, je.
      Un beso.

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  7. Es terriblemente injusta. Otro día por privado te cuento algo que me ocurrió que nos hace perder la fe en el ser humano.
    A veces creo que me equivoqué en educar a mis hijos para que sean buenas personas y honrados. Al final parece que eso no sirve de nada.
    Y vamos a peor.
    Muy acertada reflexión.
    Feliz tarde.

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    1. Por desgracia, hay demasiados ejemplos que nos hacen perder la fe en la humanidad. Estamos viviendo una deshumanización sin precedentes. En esta sociedad no triunfa el más preparado, justo e inteligente, sino el más osado, listillo y caradura.
      Ya me contarás tu experiencia.
      Un abrazo.

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