domingo, 31 de diciembre de 2023

Echando cuentas

 


Sé que repasar lo hecho a lo largo del año tiene un valor relativo, a menos que resulte provechoso. Cuando ejercía mi profesión, la Empresa para la que trabajaba siempre me pedía a finales de año una Memoria anual de las actividades del departamento que dirigía, para juzgar la eficiencia del mismo y cuantificar las tareas llevadas a cabo.

En mi actividad bloguera, solo hice un recuento de lo publicado en una ocasión, y de ello hace algunos años ya, y alguno/as de mis lectore/as me comentaron que no le diera demasiada importancia a las cifras, pues lo importante es disfrutar haciendo lo que a uno le gusta, independientemente de los resultados obtenidos de esa cuantificación. Tenían, y tienen, toda la razón del mundo.

Pero, acostumbrado a los cálculos y seguramente afectado por la secuela de una deformación profesional, no he podido evitar volver a echar cuentas y ver cuán productivo ha sido el año 2023 en publicaciones, pero con el centro de atención puesto en su eficiencia, es decir en cómo han sido aquellas valoradas por mis seguidore/as. Mi percepción me decía de antemano que se había producido un declive en ambos apartados: menos publicaciones y menos comentarios. Y esta corroboración ha sido mi pasatiempo durante los últimos días del año que nos deja, pero sin ninguna intención de hacer un propósito de enmienda para el que vamos de estrenar. A fin de cuentas, no sabría cómo mejorar estos resultados. Este ejercicio no ha sido, pues, como quien se pone el termómetro porque cree tener fiebre y si es así se toma un antipirético y va al médico para que le diga cuál es el problema y qué tratamiento debe seguir.

Dicho esto, pasemos al resultado de mi escrutinio:

En primer lugar, muestro los datos obtenidos de mi escrutinio en una tabla, para que así resulte más vistoso, aunque lo más interesante es la conclusión a la que se llega observando estas cifras, algo que resumo más adelante.

 

RETALES DE UNA VIDA

Año publicación

Publicaciones

Comentarios

Comentarios/entrada

Entrada más comentada

2019

30

654

21,8

Un negocio peligroso (48)

2020

37

796

21,5

La nueva vecina (45)

2021

19

492

25,9

Un cuento de Navidad (54)

2022

20

474

23,7

Mi amigo el robot (47)

2023

18

386

21,4

Piedra volcánica/Obra póstuma (43)

CUADERNO DE BITÁCORA

Año publicación

Publicaciones

Comentarios

Comentarios/entrada

Entrada más comentada

2019

30

449

15,0

La caza: deporte, necesidad o salvajada (22)

2020

33

530

16,1

¿Qué hay para comer? (24)

2021

21

317

15,1

Diario de un paciente atribulado (24)

2022

20

240

12,0

Dios los cría... (17)

2023

25

240

9,6

Eutanasia (13)

 

En primer lugar, resulta destacable el descenso en el número de publicaciones desde 2020 hasta 2023, lo cual podría, en el mejor de los casos, imputarse a la pandemia, por un lado, y a la enfermedad que padecí durante 2021 y 2022, por otro, que ha dejado un poso de apatía por mi parte y, en consecuencia, de falta de inspiración.

En segundo lugar, e independientemente de mi lógica desidia, también se observa un claro descenso en el número de comentarios recibidos en ambos blogs en el mismo periodo de tiempo. Ignoro si en ello también influyó la pandemia o se debió, como sospecho, a una pérdida de interés por parte de mis lectore/as.

Sea como sea, en ambos casos, la solución —si es que tiene que haber forzosamente una solución— se me escapa. Mi actividad es algo que, por el momento, me resulta muy difícil, si no imposible, de restablecer para que vuelva a los niveles anteriores. El menor interés por lo que publico seguramente sea debido a que ha disminuido la calidad de lo que escribo, tanto en el ámbito de los relatos en Retales de una vida, como en el de mis posts en Cuaderno de bitácora. En este último caso, puedo entender que el interés de los temas tratados puede haber decaído, pero en cuanto a los relatos de ficción, el menor interés puede ser debido a una caída en su calidad. Y eso ya es más relevante.

Pero, por lo visto, no soy el único que “sufre” esta escasez de comentarios en su blog —ya se sabe, mal de muchos...—, pues mientras hay blogs que reciben 50, 60, 80 y más comentarios, los hay que solo reciben una decena, como mucho y en cambio son, en mi opinión, de gran calidad, y no creo que sus propietario/as se preocupen por ello.

Por último, quise ver cuáles fueron las publicaciones mejor valoradas en base al número de comentarios recibidos, aunque debo hacer una aclaración, y es que aquellos relatos que han participado en un concurso promovido por El Tintero de Oro, reciben muchos más comentarios de lo habitual debido a que todos los participantes están obligados a leer y posteriormente puntual todos y cada uno de los relatos del resto de participantes si quieren ser, a su vez, valorados.

En mi caso, he marcado en negritas las entradas más comentadas en mis dos blogs.

En el blog Retales de una vida, el relato más leído fue Un cuento de Navidad, con 54 comentarios, cuando raramente supero la docena; y es que este cuento, publicado el 3 de diciembre de 2021, participó en la XIX edición del concurso de relatos de El Tintero de Oro. No hace falta explicar de qué trataba, pues con el título ya se deduce. El resto de relatos más leídos, con 43-48 comentarios, también participaron en distintas ediciones de este concurso, motivo por el cual obtuvieron esas cifras tan elevadas para mí.

En el blog Cuaderno de bitácora, fueron dos las entradas más comentadas: ¿Qué hay para comer?, y Diario de un paciente atribulado, ambas con 24 comentarios. Como estos posts no participan en ninguna competición, los comentarios están exentos de cualquier tipo de influencia externa.

En la primera entrada mencionada, publicada el 6 de mayo de 2020, exponía la dificultad que entraña conocer realmente las propiedades nutritivas de ciertos alimentos y la información tendenciosa que se nos ofrece para vender más, ocultando u omitiendo su contenido en aditivos sintéticos y, peor aún, los problemas derivados de una manipulación higiénica deficiente o de condiciones insalubres de conservación.

En la segunda entrada, publicada el 11 de febrero de 2021, exponía, en forma de un diario personal, mi calvario tras diagnosticarme un tumor maligno y el vía crucis que representó el tratamiento al que tuve que ser sometido. Dicho diario tuvo un final abierto, dejando en el aire el desenlace de todo ese proceso, que solo duró, afortunadamente, catorce meses, y que finalmente publiqué poco antes de recibir el alta médica, con el título “El diario se cierra”, que obtuvo 14 comentarios, un número superior a la media de todo ese año (11,4).

Y aquí finaliza el recuento y evaluación de mi labor bloguera desde enero de 2019 hasta el 31 de diciembre de 2023. No me atrevería a decir que los resultados han sido malos, pero sí peores de lo esperado y deseado. Aun así, me quedo con el refrán popular que dice que a falta de pan buenas son tortas.

Y con esta entrada, despido el año 2023, esperando que 2024 sea realmente venturoso en todos los aspectos, tanto a nivel personal como comunitario.

¡Feliz año nuevo!


sábado, 9 de diciembre de 2023

Los enfrentamientos que no cesan

 


En dos entradas anteriores, traté sobre la violencia de género y sobre las guerras, problemas graves ambos, que, por desgracia no cesan. La de hoy no se refiere a los enfrentamientos bélicos ni a los maltratos machistas, sino a los dialécticos, que ensombrecen la vida política de nuestro país, aunque no sea algo de nuestra exclusividad.

El ambiente político se ha caldeado y enrarecido hasta extremos antes nunca vistos, alcanzando un nivel intolerable, y los políticos inmersos en esas trifulcas están dando una imagen vergonzosa que nos crea temor y repudio.

Mentiras, calumnias y broncas dominan actualmente la escena parlamentaria, atrincherándose la oposición en un bunker desde el cual lanza diatribas cada vez más enérgicas contra los representantes del Gobierno, ataques que no llevan a ninguna parte, salvo al caos.

Manifestaciones de patriotismo extremista a la antigua usanza, negacionismo absurdo e intolerable, y acusaciones mutuas de traición a los valores patrios marcados por una Constitución que, como si de un libro sagrado se tratara, parece inmutable e intocable, ha acabado siendo nuestro pan de cada día.

Por si eso fuera poco, esta lucha enconada ha traspasado la frontera de la política, haciéndose extensiva a otros ámbitos, aunque de una forma más encubierta, como la judicatura, dándose el caso —por mucho que algunos pretendan negarlo— de jueces que toman partido por una causa exclusivamente política, al igual que hay políticos que, sin ningún pudor, actúan como jueces o tratan de influir sobre ellos. Es la llamada judicialización de la política y politización de la justicia. A pesar de las voces que lo niegan, no existe actualmente, a mi juicio, una clara y total separación entre el poder judicial y el político, de modo que el poder legislativo y el judicial están separados por una fina y débil línea fronteriza.

Me atrevo a decir, además, que los estándares de calidad democrática se han visto seriamente dañados. A quien ejerce la oposición solo le mueve el interés por derrotar y derrocar al Gobierno, sin ningún miramiento, en lugar de dedicarse a “hacer política”, velando por el interés general de la ciudadanía. El acoso y derribo sin paliativos, utilizando cualquier medio a su alcance, es la dinámica actual. Oposición significa controlar al Gobierno oponiéndose a medidas que no coincidan con su programa electoral, vigilando que aquel ejerza sus funciones de acuerdo con las leyes democráticas y criticando cualquier incumplimiento de los acuerdos previamente tomados, aportando alternativas, y siempre buscando el consenso, cuando ello sea posible. Parece utópico, ¿verdad? Muchas veces pienso que lo es. Porque en lugar de eso, Gobierno y oposición se enzarzan en una lucha crispada sin cuartel en la que abundan los reproches sobre actuaciones y decisiones que quien las critica también las tomaron tiempo atrás. Es ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Y lo más exasperante es ver cómo lo hacen sin ruborizarse lo más mínimo. Deben confiar en la mala memoria de los ciudadanos, incluso en la de sus votantes.

Aquellos que critican, por ejemplo, una alianza del Gobierno con la extrema izquierda, no tienen ningún reparo en hacer lo propio con la extrema derecha. Y a estas críticas se apuntan expresidentes de Gobierno que gozan de muy mala memoria o de un cinismo sin precedentes, ignorando que ellos también cometieron algunas de las “tropelías” que ahora imputan a sus adversarios políticos e incluso a sus correligionarios, de los que se han distanciado de forma inexplicable, alineándose, de este modo, con sus antiguos enemigos Y así podríamos enumerar una larga lista de incongruencias y contradicciones por ambas partes. Y es que siempre sucede lo mismo: quien debería callar es quien suelta las peores mentiras, insolencias y barbaridades.

¿Hasta dónde vamos a llegar con este enfrentamiento sin límite entre partidos? ¿Es así cómo se trabaja a favor del pueblo, mejorando sus condiciones de vida? Todo vale para ocupar el poder, pasando incluso por tergiversar o redefinir conceptos y términos tan sensibles como “golpe de estado” y “terrorismo”. Si los que así actúan llegaran al tan ansiado poder, cualquier acto considerado una agresión a su imagen e intereses sería considerada como un acto terrorista y quienes así obraran serían calificados de golpistas. Vayamos, pues, con cuidado, que el avance internacional —que tampoco cesa— de la extrema derecha nos puede llevar a un terreno muy peligroso, en el que los disidentes podrían acabar entre rejas, como en épocas pretéritas.

Y todavía hay algo peor: que estas actitudes belicosas que estamos viendo y viviendo a diario en la esfera política, se han trasladado a la calle, fomentadas por quienes no quieren aceptar una situación que les desagrada y perjudica, aprovechándose para ello del malestar general de la población y, en muchos casos, de su ignorancia y estrechez de miras. Pero no lo hacen de forma pacífica, que sería lo deseable, sino con manifestaciones y actos violentos que lo único que logran es fomentar todavía mas el odio y la división.

Y todos sabemos que el odio y la violencia engendran más odio y más violencia.