En dos entradas anteriores,
traté sobre la violencia de género y sobre las guerras, problemas graves ambos,
que, por desgracia no cesan. La de hoy no se refiere a los enfrentamientos
bélicos ni a los maltratos machistas, sino a los dialécticos, que ensombrecen
la vida política de nuestro país, aunque no sea algo de nuestra exclusividad.
El ambiente político se ha
caldeado y enrarecido hasta extremos antes nunca vistos, alcanzando un nivel
intolerable, y los políticos inmersos en esas trifulcas están dando una imagen
vergonzosa que nos crea temor y repudio.
Mentiras, calumnias y broncas
dominan actualmente la escena parlamentaria, atrincherándose la oposición en un
bunker desde el cual lanza diatribas cada vez más enérgicas contra los
representantes del Gobierno, ataques que no llevan a ninguna parte, salvo al
caos.
Manifestaciones de patriotismo
extremista a la antigua usanza, negacionismo absurdo e intolerable, y
acusaciones mutuas de traición a los valores patrios marcados por una
Constitución que, como si de un libro sagrado se tratara, parece inmutable e
intocable, ha acabado siendo nuestro pan de cada día.
Por si eso fuera poco, esta
lucha enconada ha traspasado la frontera de la política, haciéndose extensiva a
otros ámbitos, aunque de una forma más encubierta, como la judicatura, dándose
el caso —por mucho que algunos pretendan negarlo— de jueces que toman partido
por una causa exclusivamente política, al igual que hay políticos que, sin
ningún pudor, actúan como jueces o tratan de influir sobre ellos. Es la llamada
judicialización de la política y politización de la justicia. A pesar de las
voces que lo niegan, no existe actualmente, a mi juicio, una clara y total separación
entre el poder judicial y el político, de modo que el poder legislativo y el
judicial están separados por una fina y débil línea fronteriza.
Me atrevo a decir, además, que
los estándares de calidad democrática se han visto seriamente dañados. A quien
ejerce la oposición solo le mueve el interés por derrotar y derrocar al
Gobierno, sin ningún miramiento, en lugar de dedicarse a “hacer política”,
velando por el interés general de la ciudadanía. El acoso y derribo sin
paliativos, utilizando cualquier medio a su alcance, es la dinámica actual.
Oposición significa controlar al Gobierno oponiéndose a medidas que no coincidan
con su programa electoral, vigilando que aquel ejerza sus funciones de acuerdo
con las leyes democráticas y criticando cualquier incumplimiento de los
acuerdos previamente tomados, aportando alternativas, y siempre buscando el
consenso, cuando ello sea posible. Parece utópico, ¿verdad? Muchas veces pienso
que lo es. Porque en lugar de eso, Gobierno y oposición se enzarzan en una
lucha crispada sin cuartel en la que abundan los reproches sobre actuaciones y
decisiones que quien las critica también las tomaron tiempo atrás. Es ver la paja
en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Y lo más exasperante es ver cómo lo
hacen sin ruborizarse lo más mínimo. Deben confiar en la mala memoria de los
ciudadanos, incluso en la de sus votantes.
Aquellos que critican, por
ejemplo, una alianza del Gobierno con la extrema izquierda, no tienen ningún
reparo en hacer lo propio con la extrema derecha. Y a estas críticas se apuntan
expresidentes de Gobierno que gozan de muy mala memoria o de un cinismo sin
precedentes, ignorando que ellos también cometieron algunas de las “tropelías”
que ahora imputan a sus adversarios políticos e incluso a sus correligionarios,
de los que se han distanciado de forma inexplicable, alineándose, de este modo,
con sus antiguos enemigos Y así podríamos enumerar una larga lista de
incongruencias y contradicciones por ambas partes. Y es que siempre sucede lo
mismo: quien debería callar es quien suelta las peores mentiras, insolencias y barbaridades.
¿Hasta dónde vamos a llegar
con este enfrentamiento sin límite entre partidos? ¿Es así cómo se trabaja a
favor del pueblo, mejorando sus condiciones de vida? Todo vale para ocupar el
poder, pasando incluso por tergiversar o redefinir conceptos y términos tan
sensibles como “golpe de estado” y “terrorismo”. Si los que así actúan llegaran
al tan ansiado poder, cualquier acto considerado una agresión a su imagen e
intereses sería considerada como un acto terrorista y quienes así obraran
serían calificados de golpistas. Vayamos, pues, con cuidado, que el avance
internacional —que tampoco cesa— de la extrema derecha nos puede llevar a un
terreno muy peligroso, en el que los disidentes podrían acabar entre rejas,
como en épocas pretéritas.
Y todavía hay algo peor: que
estas actitudes belicosas que estamos viendo y viviendo a diario en la esfera
política, se han trasladado a la calle, fomentadas por quienes no quieren
aceptar una situación que les desagrada y perjudica, aprovechándose para ello
del malestar general de la población y, en muchos casos, de su ignorancia y
estrechez de miras. Pero no lo hacen de forma pacífica, que sería lo deseable,
sino con manifestaciones y actos violentos que lo único que logran es fomentar
todavía mas el odio y la división.
Y todos sabemos que el odio y
la violencia engendran más odio y más violencia.
Qué quieres que te diga, amigo. Estos temas son siempre vidriosos y difíciles porque cada persona los ve y enfoca de una manera. Es tremendo ver a los políticos decirse lo que se dicen, desdecirse sin despeinarse, atribuir los fallos personales al de enfrente, etc., etc. Yo ya, quizás por edad, he decidido abandonarles y no preocuparme lo más mínimo de ellos. ¡Que os den!, digo para mis adentros cuando veo que se ponen en ese plan de estupendos. Y creo que acierto porque leo más, escribo más y me cabreo menos.
ResponderEliminarUn fortísimo abrazo, amigo Josep
Entiendo que muchas veces resulta muy difícil ser objetivo, pero yo aplico el proverbio evangélico que dice "por sus obras les conoceréis". Y a eso me remito, y lo que veo no me gusta nada y me da una información muy peyorartiva sobre sus protagonistas, sean del color que sean.
EliminarY yo también me he propuesto en más de una ocasión aislarme del mundo exterior, pero como dije en una ocasión, debo ser masoquista porque no puedo evadirme de lo que ocurre a nuestro alrededor, sea en España, Ucraina, Palestina o en Cochabamba.
Pero volviendo al escenario español, yo también suelo decir eso de "que os den", pero bien pensado son ellos los que nos dan a nosotros por c..., je, je.
Un abrazo.
Estoy bastante de acuerdo con lo que dice Juan Carlos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues a buen entendedor, pocas palabras bastan, je, je.
EliminarUn abrazo.
Es un tiempo extraño. La oratoria ahora es la capcidad de descalificar al otro. Y la violencia machista in crescendo, y las guerras campando a sus anchas. Un mundo de locos.
ResponderEliminarUn abrazo, y feliz día
Estamos viviendo, efectivamente, un tiempo muy extraño, en el que abundan las descalificaciones arbitrarias y los insultos, algo que, si nadie ni nada lo remedia, parece destinado a empeorar. Es una especie de pandemia que, en lugar de afectar a la salud física, lo hace sobre la mental, así que no sé cómo acabaremos, pero seguro que mal.
EliminarUn abrazo y feliz día también para tí.
Parece que lo que está ocurriendo en España es nada más ni nada menos que la no aceptación de un resultado electoral. Esto abre una vía muy peligrosa, y se acerca mucho al "O gobierno yo o el caos". Pero si esto nos puede parecer llamativo, lo que está ocurriendo ahora en Gaza y antes en el Líbano se parece bastante a un genocidio en directo y en el que no parece que nadie vaya a mover un dedo para evitarlo.
ResponderEliminarUn abrazo, Josep.
Parece que el "trumpismo" se está arraigando en algunos países. El negacionismo no solo abarca el cambio climático sino también cualquier otro aspecto con el que los perdedores electorales no están de acuerdo. Y parece que no nos queda más remedio que actuar de meros espectadores sin poder hacer nada al respecto, como en los casos tan dramáticos que mencionas.
EliminarUn abrazo, Miguel.
En este país la derecha piensa que tiene que gobernar, que lo natural es que gobierne ella. Imagino que la Historia les tiene mal acostumbrados. Cuando se da la anomalía (según ellos) de que no pueden gobernar se pillan unos rebotes tremendos y todo lo que permita gobernar al otro se tacha de golpe de estado, traición y demás triquiñuelas que se les ocurra. Empiezan a exigir cosas que ellos jamás han concedido en la situación contraria.
ResponderEliminarYa casi he decidido hacer como Juan Carlos y pasar de ellos porque me pillo muchos cabreos y no merece la pena.
Lo has dejado meridianamente claro en tu entrada. hay muy poco que añadir. Estoy de acuerdo contigo al cien por cien.
Un beso.
Quienes están acostumbrados a que se haga su voluntad, les resulta imposible aceptar una derrota. Esas rabietas contra el Gobierno no son más que la expresión de su impotencia y ante ello no dudan en utilizar cualquier medio y método a su alcance. Y si, aun así, no logran su objetivo, recurren a las agresiones verbales, a las mentiras y tergiversaciones sin pudor alguno. Lo que más me sorprende es que solo una parte de la opinión pública lo censure, pues el resto de sus votantes son incapaces de ver la mala imagen que proyectan y les apoye sin paliativos.
EliminarUn beso.
Estoy un poco como Juan Carlos (solo he leído su comentario, jejejeje, no sé qué piensan los otros) y, aunque estoy más o menos al día, no dedico ni un minuto de mi tiempo y pensamientos.
ResponderEliminarMuy feliz semana.
Reconozco que a veces es mejor cerrar los ojos. ¿Acaso no dicen que ojos que no ven, corazón que no siente? Pues eso, je, je.
EliminarUn abrazo.
Yo soy mas pragmático.
ResponderEliminarMe limito a ver la evolución de la deuda publica.
A mi, personalmente, me beneficia, porque obtengo unos buenos intereses a través de las Letras del Tesoro, pero como país, no creo que nos lo podamos permitir.
Lo demás,... todavia recuerdo los deseos de violación grupal a Inés Arrimadas, la batalla de Urquinaona, el asalto al Aeropuerto de Barcelona,...
Reconozco que ser pragmático hace que relativicemos la importancia de algunas cosas que nos resultan, según nuestro punto de vista, menos trascendentes. De este modo, vivimos más tranquilos.
EliminarPero también es cierto que cada uno aprecia lo que ve según su criterio, cosa, por otra parte, normal.
Defensores y detractores de una ideología o postura política radical cometen y han cometido desmanes difíciles de justificar, sean del color que sean. Yo nunca defenderé las batallas campales, pues no creo que el fin justifique los medios.
Un saludo.
Y lo peor es lo último que dices, Josep, que la cosa se ha ido a la calle, incluso puede que la manipulación vaya a más en los próximos meses, que cualquier negligencia sea por culpa de las ideologías en vez de por no haber adoptado las decisiones correspondientes porque hay que tener la llama ideológica bien candente en la mente del votante escandalizado. Y mientras, la gente no sabe cómo funciona un gobierno, ni mucho menos su voto. En fin, Josep, que no quiero escadalizarme de buena mañana, jajajaj.un abrazo!
ResponderEliminarLo malo de las manifestaciones es que se salgan de madre y las incite intereses antidemocráticos.
EliminarUna vez llegado a este punto de irresponsabilidad política es muy difícl retroceder, porque siempre hay a quien le interesa la trifulca y el enfrentamiento, vamos, que cuanto peor, mejor.
Un abrazo, Pepe.
El mal rollo está siendo ya una plaga, es preocupante. La calidad de nuestros políticos es cada vez peor y eso se nota en todo, ¿cómo nos van a gobernar quienes no saben nada de la realidad que hay en la calle y que solo les preocupa sacar escaño y cobrar por ello? Las alianzas se rompen, unos se separan porque no consiguen un ministerio, los de enfrente insultan porque no tienen otro discurso que el odio... Esto es una mier..
ResponderEliminarCada vez veo menos las noticias y cuando se trata de las relacionadas con la política cambio de canal directamente, no puedo con la gastritis que se me desata.
Un beso.
Aunque la política nacional me interesa mucho, últimamente, cuando aparece en pantalla algunos de esos cretinos que solo saben mentir, calumniar e insultar, yo también cambio de canal. En cuanto a la política internacional también me entran ganas de hacer lo mismo cuando veo el careto de Putin, Netanyahu, Meloni, Milei y otros de la misma ralea. Y bueno, las noticias sobre Ucrania, Gaza y demás me revuelven el estómago, pero eso sí que lo miro, solo para corroborar hasta donde puede llegar la maldad e hipocresía humana, que parece no tener fin.
EliminarUn beso.