La Comisión
Europea presentó hace
unas semanas su estrategia de preparación ante grandes crisis y amenazas,
que pueden ir desde un accidente o guerra nuclear, ataques a
infraestructuras críticas, pandemias, catástrofes naturales y actos de
terrorismo a gran escala.
Se
trata de anticiparse y reaccionar con rapidez ante tales agresiones, así como
de tener en cuenta la experiencia que los Estados Miembros han adquirido en
determinados sectores (sic). De acuerdo con lo publicado, Bruselas propone que
todos los hogares de la Unión Europea tengan reservas de agua,
medicamentos, baterías y alimentos para subsistir 72 horas sin ayuda
externa en caso de crisis.
Concretando
más, el llamado kit de emergencia debería incluir los siguientes
elementos:
- Agua
embotellada (mínimo 5 litros por persona)
- Alimentos
fáciles de preparar y preferiblemente no perecederos
- Una
radio a pilas
- Una
linterna
- Una
batería de repuesto para el móvil
- Un
hornillo o cocina portátil (y gas envasado)
- Combustible
- Cerillas
- Dinero
en efectivo
- Medicamentos
- Pastillas
de yodo
- Material
de primeros auxilios
- Cinta
adhesiva
- Un
extintor
- Artículos
de higiene
Todo
esto, en teoría, está muy bien, pero me pregunto por qué todos estos artículos
solo están pensados para cubrir tres días. ¿Qué ocurrirá una vez agotado este
tiempo? ¿Acaso después de 72 horas ya habrán desaparecido los efectos de la
desolación que habrá provocado una guerra nuclear o cualquiera de las otras
grandes amenazas mencionadas? ¿A quién se le ha ocurrido tamaña tontería? Si
por lo menos hubieran aconsejado fabricar búnkeres... ¿Acaso no han tenido en
cuenta que la duración real de los efectos de la tremenda radioactividad que se
concentraría en la atmósfera perdurarían más de tres días, de modo que nuestro
humilde hogar no sería un reducto protector ni a corto ni a largo plazo? Porque
una cosa es la energía que se libera en el momento del impacto y otra muy distinta
es la radioactividad remanente que afectaría a todo ser viviente durante
décadas e incluso siglos, haciendo la vida en la tierra insoportable. Y, aun inclinándonos
por construir búnkeres, ya hemos llegado tarde. Un bunker no se fabrica en dos
días y habida cuenta de la gran población que debería protegerse, como no
reutilizáramos, una vez vaciados y debidamente adaptados y blindados, los
panteones familiares —aquellos que los tengan— esparcidos por todos los
cementerios españoles, no habría espacio suficiente para todos. Y no me imagino
los nichos albergando a una familia entera. Los que no tengan ni una cosa ni la
otra, los sin techo, pues ya se sabe, que se busquen la vida o, mejor dicho, la
muerte.
¿Así
pues, para que servirá ese kit de 72 horas en caso de un cataclismo mundial? Me
imagino a una multitud de familias agazapadas en su casa, comiendo de las latas
de conserva, escuchando la radio, iluminándose con una linterna, mientras
contemplan por la ventana —eso si su edificio no ha caído hecho escombros— la
brutal devastación producida por lo misiles nucleares de largo alcance que van
dejando la ciudad arrasada hasta los cimientos y escuchando por la radio
transistor las noticias del día. ¿Y quién será el valiente de salir a echar un
vistazo por los alrededores una vez se les haya acabado las existencias? ¿Les
servirá para algo el dinero en metálico que han reunido? Por cierto, ¿no faltaría añadir a esa lista
de adminículos una máscara y ropa anti radiación? ¿Y papel higiénico? No lo sé,
digo yo.
Ideas
ridículas, propias de ignorantes, abundan últimamente. El mejor de los ejemplos
lo encontramos en la amenaza rusa de lanzar misiles con cabezas nucleares a
todas las capitales de la Europa occidental, como si ellos quedaran inmunes a
la radioactividad que asolaría todo el continente. ¿O es que tienen, y no lo
han revelado, una cúpula de más de 17.100.000 km2, que proteja a
Rusia de la radioactividad que ellos mismos han liberado y ante una respuesta
nuclear? Porque no creo que los países atacados y con armas nucleares se
quedaran con los brazos cruzados.
Todo
esto se me antoja un juego de niños perversos. Bravuconadas de matones que
pretenden asustar a sus enemigos y aterrorizar a los ciudadanos de a pie. Y
todo por culpa de disponer de armas nucleares. ¿Qué sentido tiene la escalada
nuclear que se ha ido produciendo? ¿Por qué a unos países (los buenos) se les
permite tener y desarrollar armas nucleares y a otros (los malos) no? ¿Quién lo
decide? Supongo que los más chulos. Pero esta es otra historia repleta también
de ridículas contradicciones.
Yo
no pienso lanzarme a comprar esos artículos de “primera necesidad” para poder sobrevivir
las 72 horas más alucinantes y menos realistas de nuestra vida. Y ahora que lo
pienso, creo que dispongo de todos ellos.