Tenía preparada, desde hace
días, una entrada al uso, es decir de mi estilo, de esas que critican ciertos
hábitos, comportamientos, usos y costumbres con los que no estoy de acuerdo o
que intento diseccionar para ver qué tienen de bueno (si es que tienen algo) y
de malo (que seguramente es mucho). Pero he decidido aparcar, de momento, u
obviar para siempre, la que había titulado Sobreinformación, sensacionalismo y
morbo y que arremetía, una vez más, contra los periodistas y medios de
comunicación —especialmente televisivos— que con su avidez, muchas veces
morbosa, nos bombardean con noticias en forma de carrusel, dando vueltas y más
vueltas al mismo asunto, por muy grave que sea, sin aportar muchas veces nada
nuevo, reiterando una y otra vez lo ya dicho con anterioridad, con el propósito
de aumentar la audiencia y ocupar el máximo de tiempo posible en pantalla,
valiéndose también del morbo de muchos espectadores.
Pero luego me he dicho, qué
caramba, estamos en Navidad, tiempo de paz, amor y alegría, pese a quien pese,
y no es de buen gusto acabar el año con más críticas negativas, metiéndome con
la gente. Pero entonces ¿de qué hablar, o mejor dicho escribir? Pues para
cerrar este año se me ha ocurrido algo seguramente muy aburrido para mi
clientela: echar un vistazo a lo que ha sido el 2021 para este blog y ver si la
dichosa pandemia también ha repercutido en su estado de salud.
Del escrutinio que he hecho, resulta
que el pasado año publiqué 33 entradas y este solo 21 (contando la presente),
es decir un 37% menos. No sabría decir si ello es debido a que me he vuelto
menos crítico, que la sociedad, tal como yo la veo, ha mejorado y no hay tantas
cosas por censurar, o que mi estado de ánimo para escribir no ha estado a la misma altura que
el año anterior.
Y puestos a revisar, también he
comprobado que en 2020 mis entradas dieron lugar a 530 comentarios, con una
media de 16 comentarios por entrada, mientras que en el presente año el número
de comentarios ha sido (sin contar los que puede recibir esta última
publicación) de 302 (un 43% menos) y con una media de 15 comentarios por
entrada, lo cual indica que, a pesar de ese decremento, se mantiene la misma ratio.
Y profundizando un poco más,
ya de paso he querido saber cuál ha sido la entrada, o tema más comentado, y ha
resultado que el año pasado fue ¿Qué hay para comer?, en el que trataba
el tema de la alimentación, y en el actual ha sido Diario de un paciente
atribulado, en el que exponía, a modo de diario personal, mi estado físico y anímico ante la noticia de padecer un cáncer de mama, del que, dicho
sea de paso, me he restablecido por completo, a pesar de que el tratamiento
preventivo sigue según el protocolo para este tipo de cánceres. Así que
aprovecho para agradecer desde aquí el interés, el apoyo y las muestras de cariño por parte de mis
seguidoras y seguidores.
Y llegado a este punto diréis
a qué viene tanto rollo estadístico. Pues a que, como ya he dicho en más de una
ocasión, soy un controlador nato y meticuloso hasta extremos que muchos pueden
considerar antinaturales. Pero que conste que no tomo nota de quién comenta y
quién no. No llevo la cuenta en una libreta negra ni planifico venganza alguna
ni echo mal de ojo a los ausentes, simplemente me mueve la curiosidad por saber
qué tema y qué historia ha resultado más interesante en este blog y en mi blog
de relatos, respectivamente. Es como el que ha publicado un libro y quiere
saber cuántos ejemplares se han vendido y qué dice la crítica.
Por último, pero no menos
importante, aprovecho para desearos unas muy felices fiestas y que los Reyes
Magos nos traigan salud, dinero y amor (el orden que lo ponga cada uno) y, para
los que nos gusta escribir, una gran caja de inspiración.