miércoles, 19 de enero de 2022

La buena oposición

 


La RAE define “opositor” como la persona que concurre a unas oposiciones y, en política, quien ejerce la oposición, es decir aquél que se opone al partido en el poder.

Si nos centramos en la acepción política, oponerse a algo es muy fácil. Muchas veces, ejercer la oposición es como estar situado tras una barricada disparando a todo lo que se mueve al otro lado.

Una cosa es querer ocupar un cargo por méritos propios —como sería en el caso de unas oposiciones— y otra muy distinta es dedicarse a criticar por criticar, lanzando improperios y muchas veces calumnias —ya se sabe: calumnia, que algo queda— sin ninguna base contrastable. El acoso y derribo del contrincante se ha convertido, por desgracia, en la actividad más lucrativa políticamente hablando.

La buena oposición, como yo la llamaría, es la que controla la labor del Gobierno para asegurar que hace las cosas bien —algo siempre subjetivo, dependiendo del criterio y la ideología del opositor— y, en caso contrario, ofrecer alternativas, en lugar de críticas estériles para sacar rédito electoral.

Un buen político —ese bien tan preciado y tan escaso— debería ser lo más objetivo posible, reconociendo sus propios errores y no practicar la actitud del que ve la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. ¿Tan difícil es saber distinguir entre lo que está bien y lo que está mal, sea cual sea el bando en el que uno milita? Pues, al parecer, no solo es difícil, sino imposible.

Ahora mismo estamos viendo como en el Reino Unido tienen a Boris Johnson entre las cuerdas por su comportamiento irresponsable ante la Covid, asistiendo a pseudo reuniones de trabajo y fiestas donde corría el alcohol. Como todo político de marras, se resiste a dimitir, pero por lo menos ha pedido reiteradamente disculpas en el Parlamento y ha reconocido abiertamente sus errores, si bien ha esgrimido —algo también típico de los políticos— excusas ridículas y ha echado balones fuera. Eso de no dimitir también lo vemos en nuestro país —al igual que pedir la dimisión a la primera de cambio, por jorobar—, pero lo que nunca hemos visto, ni veremos, es que miembros del partido del Gobierno pidan la dimisión de su primer ministro. Hay conductas vergonzosas que no admiten excusas y deben ser criticadas por cualquier bando, ya sea en la Cámara Alta como en la Cámara Baja.

En España, ya estamos acostumbrados a ver cómo los miembros de un partido se protegen entre sí, formando piña, cuando alguno de ellos ha sido pillado in fraganti cometiendo alguna irregularidad. Hoy por ti, mañana por mí.

Criticar por criticar no es la labor de la oposición, sea del partido que sea. Una crítica tiene que estar acompañada de una propuesta alternativa, clara y concisa, en lugar de practicar el negacionismo —palabra de moda—, el no porque si.

¿Cuándo aprenderemos de los Parlamentos de los países democráticos de verdad de nuestro entorno? ¿Cuándo tendremos un buen Gobierno y una buena oposición? Como decía mi padre, en catalán, cuando quería decir nunca: “la setmana dels tres dijous” (la semana de los tres jueves), que equivaldría a decir “cuando las ranas críen pelo”. Pues eso.

 

*Imagen de la cabecera: pelea en el parlamento ucraniano, donde, al parecer, tampoco saben ejercer una buena oposición.

16 comentarios:

  1. No aprenderemos, porque nos falta cultura democrática, y lo peor es que ante algunos exabruptos nos callamos por prudencia y educación, dando pie a que sigan.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Efectivamente, nos callamos cuando deberíamos alzar la voz contra ese comportamiento intolerable de nuestros políticos, que luego pagamos todos porque en el gallinero en el que se convierte muchas veces el Congreso de Diputados, no se llega a un acuerdo por falta de voluntad. Y así nos va.
      Un abrazo.

      Eliminar
  2. La cultura democrática entre nosotros es muy débil.
    La oposición tiene que dar alternativas a lo que critica, cosa que aquí no hace, solo protesta y además con malas artes y formas.
    En Inglaterra tienen un bufon como primer ministro y hasta su propio grupo está hasta el gorrop de él.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿Cuántos años deberán pasar para que adquiramos esa cultura? Me temo que muchísimos.
      Nuestros políticos tendrían que esforzarse muchísimo para que llegáramos a ser una de las democracias más avanzadas de Europa. Y eso me temo que nunca sucederá.
      Un abrazo.

      Eliminar
  3. Analizando los años de democracia en España parce claro que la derecha cuando es oposición opta por la crispación para recuperar el poder y la izquierda se muestra más propositiva al menos en las formas. Lo que no parecen no entender nuestros políticos es que las elecciones son determinadas por la economía y no por los vergonzantes espectáculos que dan semanalmente en el Congreso. Al menos estamos mejor que en Ucrania que lo resuelven a mandobles para el regocijo de los espectadores je, je.

    Un fuerte abrazo, Josep.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Todos los que quieren dedicarse a la política deberían superar un curso sobre negociación y diálogo, y no estaría de más añadir otro de educación y buena conducta.
      Pero también haría falta que los votantes valoraran a los políticos por sus propuestas económicas y sociales en vez de dejarse influir por los improperios y ataques que lanza a sus oponentes y representantes del Gobierno. Es lastimoso que haya gente que siga apoyando a quienes más han robado y utilizan la mentira para seducir a sus votantes. Lo peor de todo es que parece que una parte de la ciudadanía tampoco tiene una cultura realmente democrática.
      Un fuerte abrazo.

      Eliminar
  4. Desgraciadamente en este país ,como ya se ve en el Reino Unido eso dimitir como que va a ser que no, no va con ellos, y es que cometer un error grave que mas da, en fin, así es por desgracia la clase política en este país y en otros como se ve y lo malo de todo esto es el mensaje que mandan, es el de que todo vale y no todo vale, no, y mas cuando se gobierna, pero lo de gobernar me da mas la impresión que es ostentar el poder para vivir bien y por encima de sus posibilidades y lo demás no importa, aunque los ciudadanos se sonrojan y se avergüenzan de todo lo que ocurre a su alrededor pero que mas da, yo para irme a donde sea útilizo un avión privado que pagamos todos, en fin conclusión que los políticos eso de dimitir por un error vamos ni por casualidad, vaya concepto de la democracia no?
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El ansia de poder hace que quienes lo ocupan se agarren al sillón y no se muevan ni que los maten. Ahí tenemos el ejemplo de Boris Johnson, que no se le cae la cara de vergüenza después de lo que ha hecho ni le importa lo que digan contra él sus propios seguidores y correligionarios. Pero aquí pasa exactamente igual. Hay quien exige la dimisión de un ministro a la mínima de cambio, pero ellos no han sido capaces de dimitir cuando han hecho lo mismo o peor. Pura hipocresía y cinismo. Y lo peor es que generalmente están mucho más interesados en conservar el poder o en derrotar al Gobierno que en las necesidades reales de los ciudadanos. Menos disputas y más eficacia.
      Un abrazo.

      Eliminar
  5. Por lo menos en otros países se ve dimitir a álguien de vez en cuando, incluso en ocasiones por motivos que aquí consideraríamos leves. Y, lo que tú dices, nadie pide la dimisión de uno de su partido por aquello del "hoy por ti mañana por mí".
    No me extrañaría que el inglés terminara dimitiendo.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues sí, parece que en los países nórdicos saben lo que es la vergüenza. Creo recordar que hubo un ministro (no recuerdo de qué ni de qué país) que dimitió por un tema de multas de tráfico. También hemos visto como en Japón, un alto cargo del Gobiermo o de una gran Corporación ha pedido perdón públicamente y llorando. No me imagino a un político español pidiendo perdón (cosa que el inglés por lo menos sí ha hecho) y mucho menos llorar, a no ser de la risa que le produce ver cómo se salta la ley y no le pasa nada.
      Un abrazo.

      Eliminar
  6. España, ahora mismo es un Sálvame, una política de odio y de conflicto vacío. El primero, para justificar el no hacer nada, solo criticar al contrario. Ya no hay programas, solo odio, la gente vota por ser de alguien, como si fueras del Barça o del Madrid, y todo lo que haga el contrario es lo peor del mundo y lo malo que pueda hacer tu equipo será un mal menor. Vemos políticas de subida de impuestos antiguamente criticadas por los actuales gobernantes que son abucheadas por los que antaño las practicaban, y eso solo es una pequeña parte. Por otro lado, está la política del conflicto, esa que entretiene y se vale de la del odio para que no se hable de nada mientras las posturas conflictivas van posicionándose tanto en el senado o, incluso, desde casa (ya no te digo en el bar, la nueva iglesia de esta era).
    En fin, que mientras venga la semana de tres jueves (qué buena expresión, ja, ja) nos tocará aguantarnos con lo que nos ha tocado, que yo ya estoy empezando a creer que tampoco nos lo merecemos... XD
    Un abrazo, Josep!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El criticar por criticar, porque aunque una medida del Gobierno sea acertada hay que criticarla, es una mala praxis de la oposición, y lo peor de todo es que ese enfrentamiento les hace ganar puntos en las encuestas de intención de voto. Parece como si los ciudadanos de a pie se hayan contagiado de esta política negacionista. El espíritu democrático se está evaporando. Si el contrario gana es porque hace trampas (método Trump) y nunca, nunca hay que reconocer sus méritos.
      Un abrazo, Pepe.

      Eliminar
  7. Pues sí, cuando las ranas críen pelos, ya que los políticos cada vez son menos merecedores de ocupar los cargos que tienen, y que además crecen como champiñones, pues cada vez hay más cargos innecesarios ocupando sillas y preparados para abrir el bolsillo a final de mes.
    Un abrazo Josep, y buen fin de semana.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Parece que en política se cumple aquello de que una manzana podrida pudre a las demás, pues la conducta pendenciera, egoista y delictiva está cada vez más extendida entre la clase política. Y como hacer política sale muy rentable, cada vez hay más interesados y más cargos en las administraciones públicas, tanto central como autonómicas, viviendo a costa del contribuyente. Que reduzcan el número de cargos políticos y que trabajen más por el bien del país. Pero esto parece una utopía.
      Un abrazo,

      Eliminar
  8. Creo que aquí el último que pidió disculpas fue el rey cuando el tema del elefante (aunque parece ser que mientras las pedía estaba robando sin pudor). Aquí los votantes jalean conductas que en otros países suponen dimisiones. La democracia no es perfecta, pero la de este país es de pantomima. Y fíjate, creo que la mayor culpa no es de los políticos, sino de la tolerancia del pueblo ante ciertas cosas.
    Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cuando el rey emérito pidió perdón debía tener los dedos cruzados a la espalda. Este no se arrepiente de nada. La democracia en este país se ha convertido en una palabra que suena muy bien y de la que se valen los que, en realidad, menos la practican. Y, en efecto, cuanto más toleramos el mal comportamiento de nuestros políticos, más autorizados se sienten para seguir por ese camino.
      Un beso.

      Eliminar