Estamos rodeados de timadores
y expuestos a toda clase de engaños. Cada semana conocemos nuevas tentativas de
fraudes. Siempre he pensado que si la astucia de esos timadores se empleara
para un bien social viviríamos en un mundo algo mejor.
No
creo exagerar si afirmo que absolutamente todos hemos sido alguna vez presa de
un timador, aunque solo fuera en forma de tentativa, sobre todo mediante una
llamada telefónica.
Yo he
sufrido unas cuantas, pero desde “el gran timo en París”, como yo le llamo, me
he vuelto muy suspicaz y ya no he caído en las garras de un estafador.
Pero antes
de referir lo ocurrido en la ciudad de la luz, o mejor debería decir en el
aeropuerto Charles de Gaulle, permitidme que os ofrezca un pequeño aperitivo
como entrante.
En dos
veranos consecutivos, en pleno mes de agosto, recibí idénticas llamadas de la
supuestamente Cruz Roja Española ─entidad con la que colaboro en calidad de
socio─ diciéndome que se habían percatado de que no había abonado la cuota
mensual durante los últimos meses. Yo no podía comprobarlo, pues no tenía
conmigo ni el ordenador ni nada que pudiera servirme de prueba de que ello no
era cierto. Pero como soy sumamente meticuloso con estas cosas (me refiero a la
economía doméstica), de ser así me habría percatado. Ante mi extrañeza, se
ofrecieron a comprobar mis datos, incluyendo el número de cuenta bancaria en la
que tenía domiciliada mi cuota. Argumentando que prefería hacer yo la
comprobación una vez en mi domicilio y que les llamaría si, efectivamente, se
había producido esa omisión, dieron por terminada nuestra conversación. Qué
curioso que el mismo tema se suscitara en agosto y durante dos años
consecutivos. Ni que decir tiene que, una vez en casa, comprobé que hacía tan
solo unos días me habían descontado la cuota. Pero ¿cómo sabían mi nombre, mi
número de teléfono y que colaboraba con esa entidad? Porque es impensable que
una Organización como esa no tenga al día la información de sus socios.
Algo
parecido sucedió un tiempo después con una llamada presumiblemente hecha por alguien
de Microsoft que, hablando en inglés, preguntó por mí. En esa ocasión, como la
llamada se hizo al teléfono fijo y yo estaba de vacaciones, la atendió mi hija
menor. Al argumentar que yo no estaba disponible, colgó sin más. Al cabo de un
año volvió a repetirse esa llamada. En esta ocasión la atendió mi mujer y el
supuesto empleado de Microsoft, esta vez hablando en español, pero con un
fuerte acento inglés, le comentó que habían detectado un virus en nuestro
equipo y debíamos actuar urgentemente, para lo cual tenía que entrar en el
ordenador por control remoto para poder solucionarlo. Cuando mi mujer empezó a
hacerle preguntas, la conexión se interrumpió.
En
alguna ocasión he recibido ofertas por teléfono imposibles de rechazar, como un
obsequio totalmente gratuito a cambio de contestar unas pocas preguntas sobre
mi estilo de vida saludable. Luego resultó que ese “premio” era una
demostración, efectivamente gratuita, de un kit para medir la tensión arterial
y no sé cuántas cosas más. Y eso habiéndoles advertido que no pensaba comprar
nada. Por supuesto, el representante se marchó tal como había llegado. En un
caso se trataba de un masaje en casa ─sin final feliz porque el masajista
resultó ser un hombre con voz de cazalla que tiraba patrás y al que no franqueé
la entrada aduciendo (y era cierto) que había previamente anulado por teléfono
el servicio─. Y en otro, también por contestar unas cuantas preguntitas de nada,
me regalaban un chisme que limpiaba la ropa sin necesidad de detergente, pero
tenía que abonar cinco euros por los gastos de envío (seguramente una cantidad
superior a su precio).
Hace
tan solo un mes, un amigo me contó otro engaño bastante bien currado. Recibió
(presuntamente) de un centro comercial muy conocido (el distintivo parecía auténtico) una notificación a su móvil de que había sido
agraciado con un premio a elegir entre un iPhone, un Smartphone o una tableta,
todo ello de gama superior. Para ello solo debía abonar un eurillo de nada.
Picado por la curiosidad para ver adónde le llevaba esa patraña, fue eligiendo
y aceptando cada paso hasta llegar al pago del euro, pero antes de efectuar el ingreso
debía dar su número de cuenta bancaria dónde cargarlo. Malditos bastardos, como
diría Tarantino.
Según
he leído, la última técnica en timos es el llamado “deepfake”, que consiste en
llamadas telefónicas en las que quien llama mimetiza (seguramente mediante
alguna aplicación) la voz de una persona muy conocida, o incluso famosa, para
engañar al incauto que descuelga el teléfono. Ignoro lo que el estafador
pretende conseguir de su víctima, pero desde luego nada bueno ni de lejos.
Y
ahora ha llegado el turno al gran timo del que fui objeto hace bastantes años
mientras esperaba mi vuelo de París a Barcelona.
La
reunión a la que acudí, terminó mucho antes de lo esperado, de modo que tenía
cuatro horas de espera por delante. Intenté cambiar de vuelo, pero el simpático
empleado de Air France se limitó a decir n’est pas possible monsieur, tras lo cual
me dio la espalda de forma un tanto despectiva. Después supe que, volando en
clase business como volaba, muy probablemente hubiera podido hacer el
cambio, pues no suele ir llena. Yo no lo sabía ni el azafato de tierra me lo
hizo saber. Así que, en cierto modo, él fue el culpable de todo.
El
caso es que me resigné y anduve por la terminal hasta que me senté, con los
pies doloridos y la paciencia agotada, en un banco. Al cabo de un rato se me
acercó un joven, que dijo ser canadiense, con aspecto de estar muy apurado.
Estaba muy nervioso y sudaba copiosamente. Me preguntó si hablaba inglés, y al
decirle que sí me explicó su problema. Su historia era hasta cierto punto
creíble, pero lo que me hizo empatizar con él fue imaginarme en esa misma
situación y sentí pena por él. Luego pensé que, de ser una farsa, ese joven
merecería un óscar a la mejor interpretación. Había estado hospedado con su
mujer y sus dos hijos pequeños en un hotel de París y justo antes de
abandonarlo, un carterista le arrebató el bolso a su mujer, quedándose sin
dinero ni tarjetas de crédito. Por lo tanto, no podían mercharse sin antes
haber abonado la cuenta, que ascendía a más de doscientos euros. La mujer y los
niños se habían quedado como “rehenes” y él había decidido acercarse hasta la
terminal en busca de ayuda. Lo curioso ─luego supuse que era para dar más
credibilidad a su historia─ es que no me pedía una cantidad redonda sino algo
así como doscientos veintisiete euros. Me dijo que no podía esperar a recibir
una transferencia de su padre porque esa misma tarde tenían que tomar el vuelo
de regreso y que me devolvería el dinero tan pronto llegara a su casa. Me llegó
a ofrecer su reloj como prenda, que dijo valía mucho más. También afirmó que su
padre era millonario ─me pareció ridículo y fuera de lugar que mencionara ese
pormenor, pero pensé que los nervios hablaban por él─. Yo justamente tenía
doscientos euros y calderilla, pero como solo tenía que abonar el parking donde
había dejado mi coche y lo podía hacer con la tarjeta de crédito, le di los
doscientos euros y que se espabilara para conseguir el resto de dinero que le
faltaba, que era muy poco. El joven se deshizo en agradecimientos y alabanzas hacia
mi persona, pareciendo tremendamente aliviado, como el que recibe la absolución
cuando podía haberle caído una pena de varios años de cárcel. Nos despedimos
dándole mi tarjeta de la empresa en la que anoté mi dirección particular y mi
correo electrónico, para que pudiera enviarme el dinero y ponerse en contacto
conmigo. Durante semanas estuve pendiente del correo sin recibir noticia alguna
del canadiense o lo que fuera. Increíblemente, aun quiero pensar que algo le
debió ocurrir para que no cumpliera con su palabra. ¿Quizá, con los nervios
perdió mi tarjeta? ¿Quizá todavía está riéndose de mí?
Esperaba
confesárselo a mi mujer una vez recibidos los doscientos euros, pero acabé
contándoselo al cabo de un tiempo más que prudencial. No fue capaz de reñirme
porque, tiempo atrás, ella también había sido objeto de una estafa muy parecida cuando
un individuo, llamando por el telefonillo, se hizo pasar por un compañero mío
del trabajo ─debió leer mi nombre en el buzón─ y le dijo que había recibido una
llamada urgente de su mujer desde un hospital y que al salir precipitadamente
de su domicilio cerró la puerta dejándose las llaves y la cartera dentro.
Necesitaba dinero para tomar un taxi, dinero que me devolvería al día siguiente
en la oficina. Mi mujer no solo le invitó a subir a nuestro apartamento, sino
que en lugar de dinero le ofreció las llaves de su coche pidiéndole, eso sí,
que se lo devolviera esa misma noche, pues lo necesitaba a la mañana siguiente para
ir al trabajo. El hombre debió pensar que lo del coche ya eran palabras mayores
y se conformó con dinero en metálico, que la generosidad de mi mujer hizo que
fueran dos mil pesetas. También en esa ocasión estuve pendiente de que algún
empleado ─el nombre que le dio no me sonaba de nada─ se identificara como el
benefactor de la buena fe de mi mujer para devolverme los dos mil pavos, cosa
que jamás se produjo. Vaya par de ingenuos.
Desde
entonces, nos hemos vuelto muy desconfiados. Seguramente ahora pagan justos por
pecadores.
Los timos están a la orden del día desgraciadamente. Ya no te puedes fiar de nadie.Todos en mayor o menor medida los hemos sufrido. En mi casa hace años se presentaron dos individuos diciendo que venían a hacer la revisión del gas, y yo ¡tonta de mí!, les dejé pasar, hicieron un paripé como que miraban algo y comprobaban lo que fuera, y después me pidieron dinero ( ya no recuerdo cuánto fue, pero no era mucha cantidad),y así fueron por todo el vecindario, sacando una buena pasta entre unos y otros. Ahora ya no dejo pasar a nadie que no sepa con seguridad quien es y que no me haya avisado previamente ( aunque aún así te la pueden jugar). Tampoco suelo coger el teléfono de números que no tengo en mis contactos, salvo que sepa de quien es. Y lo de dejar dinero a la gente de la calle, ni se me ocurre ¡En fin, que te hacen ser desconfiado! Los tiempos en los que se podía ayudar a los demás sin miedo a los timos han quedado atrás. Un abrazo.
ResponderEliminarDesgraciadamente, muchos timadores que se hacen pasar por empleados de la Compañía del gas o de electricidad se ceban con la gente mayor, que son mucho más vulnerables. Es una vergüenza.
EliminarYo también evitaba descolgar el teléfono fijo si aparecía en la pantalla un número desconocido o, evidemntemente, si aparecía "Número oculto", pero ahora Telefónica ha anulado el servicio gratuito de registro de llamadas (ahora aparece un 000000) y no me da la gana de pagar por algo que no debería ser de pago. En el móvil, cuando me aparece un número que me resulta desconocido temo contestar por si es uno de esos vendedores impertinentes, pero casi siempre acabo por hacerlo y si no me interesa lo que me ofrecen pues les digo que no y Santas Pascuas.
Un abrazo.
La mayoría de las veces, los estafadores se aprovechan de la buena voluntad de la gente de bien, y ahí es donde radica su mayor delito. El problema es que la gente buena, como tú y tu mujer, se vuelve desconfiada y obligan a ser malos porque yendo de buena gente por la vida, uno no recibe más que palos. Una pena.
ResponderEliminarA mí, en una ocasión, me llamaron por teléfono, y sin ningún tipo de rodeo me preguntaron cuáles eran mis ingresos anuales, cuando les dije que yo no les iba a dar esa información (era para una encuesta de no sé qué), entonces me dijeron con qué banco trabajada, a lo que yo le contesté que si no querían también saber mi número de cuenta bancaria, y el operador, todo ufano (y supongo que, falsamente, encantado) me contestó que vale, que sí. Ni me digné contestar, colgué el teléfono directamente harta de tanto estafador descarado.
A mí me suelen llamar de vez en cuando y me hablan en inglés, no suelo entenderlos muy bien porque el acento es horroroso, y mi nivel anglo muy malo, pero siempre creí que eran equivocaciones. Mira que si es Billy Gates, y yo sin hacerle caso!!!
Un besote.
Por lo menos a los estafadores descarados se les ve el plumero. Lo malo es cuando tienen una "gracia" especial, muy estudiada, para colarte una farsa aparentando que es cierta. Si se trata de pedirte un euro para poder tomar el autobús y te lo crees, es muy poco lo que pierdes. Cuando la cosa ya va a más, hay que negarse en redondo. Ahora ya no doy nada a nadie, y quizá en alguna ocasión el apuro era cierto. Lo dicho: pagan justos por pecadores.
EliminarUn beso.
A mí me sucedió algo parecido, al lado de una estación de autobuses, con un individuo al que —según decía— le había robado y no tenía para pagar el billete de vuelta a su pueblo. No le di el dinero pero volviendo a casa fui acumulando un cierto remordimiento, pensando que pudiera ser cierto lo que me había comentado. Al cabo de unos días me encontré a la misma persona con el mismo rollo y le llamé de todo, menos guapo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Eso me recuerda a un caso que viví siendo un adolescente. Un individuo, bastante andrajoso, se me acercó diciendo que acababa de salir de la cárcel y necesitaba algo de dinero para un bocadillo. Le dia algo así como 100 pesetas. A la vuelta me lo encontré sentado en el suelo pimpándose, medio borracho, una botella de vino. Así que mi contribución se fue en alcohol.
EliminarLos timos son más viejos que el Arca de Noé.
Un abrazo.
¡Ay! Si esas cabezas discurrieran algo bueno... El timador sabe perfectamente como sacar provecho de: 1. La bondad de la gente y 2. La avaricia de la gente. Por un lado, dar lástima y por el otro aprovecharse de ese punto aprovechado que nos embarga cuando vemos una buen y fácil beneficio, como el timo de la estampita. Con las redes e internet también ha nacido otra fórmula, la de apelar al sentimiento de culpa. Como esos chantajes que parece ser te dicen que te han grabado viendo porno y que o les pagas o publican el vídeo. De cien, alguno pensará que es posible.
ResponderEliminarAyer precisamente, mi mujer recibió un mensaje, supuesto, de correos diciendo que no habían podido enviarnos un paquete porque no se había pagado un euro en Aduanas, adjuntando un enlace para solventarlo. ¿Pero cuándo alguien que compra en internet paga Aduanas de manera separada a la compra?
En fin, debemos ser desconfiados por naturaleza. Así evitaremos muchos timos, no solo materiales, sino ideológicos (esto último por la enésima campaña electoral que se nos avecina)
Un fuerte abrazo, Josep!!
A medida que nos vamos volviendo más desconfiados, aparecen timos cada vez más sofisticados. Al igual que la ciencia, los timos adelantan que es una barbaridad, je,je,
EliminarAl final desconfiaremos hasta del vecino. Es triste, pero acabaremos desinteresándonos por los problemas ajenos. A toda acción hay una reacción.
Un abrazo, David.
Ayyy!, sois unas buenísimas personas. Yo, no cojo ni el teléfono si no viene con nombre, y no abro la puerta a nadie, pero desde luego eso le puede pasar a cualquiera ya que los estafadores se las saben todas, pero la verdad es que soy muy recelosa y me da miedo hasta que se acerque alguien por la calle aunque sea para preguntarme la hora. De momento no he sufrido ninguna estafa ni creo que me engañen después de todo lo que se oye, a no ser que soplen burundanga y me quiten hasta el DNI, jajaja, porque ya me han contado algún caso.
ResponderEliminarEl otro día me pidió una jovencita 50 céntimos y me quedé tan sorprendida por la cantidad tan mínima que le dije que no, y quizás lo necesitaba para completar lo que vale el metro o el autobús, y me quedé con una pena que fui todo el camino arrepintiéndome, y es que como en todo, pagan justos por pecadores.
Un buen texto que conlleva por lo contado, un recordatorio para poner toda nuestra atención a una posible estafa.
Un abrazo Josep.
Lo que cuentas de la calle, me recuerda una ocasión en que, al salir del metro en Londres, no sabía qué dirección tomar para ir a Picadilly Circus, si calle arriba o calle abajo. Me acerqué a una señora mayor, la típica señora inglesa, para preguntárselo. Cuando vio que me acercaba a ella se desvió rápidamente hacia la pared tratando de evitarme como si fuera a robarle el bolso. Cuando le dije en voz alta lo que quería saber, me lo indicó haciendo señales con el brazo pero sin detenerse. Y eso que yo iba vestido con traje y corbata. La mujer debía estar ya harta de sufrir algún tirón a algo así. Nos volvemos desconfiados sin querer y todo por culpa de ciertos desaprensivos.
EliminarUn abrazo, Elda.
¡Hola!
ResponderEliminarUfffff, qué rabia que se aprovechen así de la gente buena.
Nosotros hace tres semanas recibimos una llamada de una compañía telefónica haciendo una oferta estupenda, aunque nosotros no teníamos intención de cambiar. Un día o dos después recibimos una llamada de nuestra compañía telefónica diciendo que a partir del mes que viene nos subirían la cuota 13 euros más IVA cada mes porque ellos usaban una línea de otra compañía que les iba a cobrar alquiler.
Dos días después nos vuelve a llamar la primera compañía y dijimos que nos lo íbamos a pensar(queríamos hablar antes con nuestra compañía). En ningún momento dijimos que si pero ya nos han enviado las claves o algo así para la portabilidad de los móviles(que hemos devuelto)y nos mandaron un técnico para instalar el router. Llevamos días intentando hablar con ellos para decirles que no queremos sus servicios, que no hemos dicho que si,no hemos firmado nada...y ellos venga a intentar enjaretarnos su producto y no hay forma de hablar con alguien para frenanr esto.
Lo peor es que llamamos a nuestra compañía y lo de la subida de precio es totalmente falso. No puedo saber quien nos ha llamado ni de donde han sacado los datos pero vamos...todo es muy raro.
Muy feliz miércoles.
Yo creo que los engaños telefónicos son los peores, porque no solo los practican falsos comerciales sino las propias compañías. Hace muchos años, cuando vivíamos en Madrid, operabamos con Telefónica. Un día nos llamaron de otra compañía, ya no recuerdo cual, diciéndonos que nos ofrecían un precio mucho más reducido que Telefónica para las llamadas interurbanas (las de Madrid a Barcelona), que eran las más frecuentes. El sistema consistia en marcar un prefijo y entonces operaríamos a traves de ellos. Al final descubrimos que tanto marcando como sin marcar el prefijo siempre facturaban ellos todas las llamadas. Un auténtico fraude que hubiéramos podido denunciar. Al final, Telefónica se encargó de restaurar la conexión.
EliminarCuanto más dura es la competencia, más intentos de engaño existen.
Un abrazo.
Tanto talento se ha desperdiciado fuera de los escenarios teatrales... Aquí, en la estación de autobuses hay un tipo con el mismo cuento de robo de cartera, no sé, será que saquen para los gastos del día, pero deberían cambiar de lugar. O lo hacen yo no me entero. Había ayudado a tanta gente que un día dije basta, ni un euro más para regresar al pueblo. Tus timadores son geniales, por cierto.
ResponderEliminarUn abrazo
En la puerta de uno de los supermercados que más frecuentamos está apostada una mujer que pide algo de comida. Casi siempre solemos comprar algo (arroz, pasta, etc) para entregárselo a la salida. Hasta que una vez, cuando estábamos cargando la compra en el coche, la vimos salir del supermercado mucho más cargada que nosostros, que habíamso hecho la compra para toda la semana. No me extrañaría que revendiera todo lo acumulado. Una cosa es pedir para poder comer y otra muy distinta es hacer negocio con lo que les das. Por no hablar de las redes que van distribuyendo mendigos por las esquinas y luego los recogen para vivir de sus ingresos. No sabes hasta qué punto son pobres de verdad o estás contribuyendo a mantener una mafia.
EliminarUn abrazo.
Malditos Bastardos desde luego que si Josep. Por circunstancias personales suelo ir a la estación de Atocha de Madrid y allí siempre hay algún hombre o que le faltan 17 € para ir a Valladolid, 13 € para ir a Salamanca, o 22 € para ir a Córdoba. Han perdido la cartera y te prometen que te van a devolver el dinero una recompensa y no sé qué historias más. Tu texto viene a demostrar una vez más la nula condición humana, la poca afición por el trabajo y el ingenio mal utilizado.
ResponderEliminarUn abrazo y ojalá nadie se vuelva a encontrar con los bastardos reales.
Me imagino que este truco les debe funcionar cuando peristen en utilizarlo a diario. Siempre hay un transeúnte nuevo y de buena fe que acaba picando.
EliminarUna vez, un individuo llamó a la puerta de la casa donde vive mi suegra (es una planta baja que da a la calle) pidiéndole dinero para comer. Ella cerró la puerta por precaución y le dijo que esperara. Al cabo de unos minutos, salió y le ofreció al hombre algo de comida en una bolsa. El tío la rechazó de malos modos y se largó con mala cara maldiciendo por lo bajini. Quería pasta, pero no la de comer, je,je.
Un abrazo, Miguel.
Parece que en todos lados están estos hijosdeputa (así los llamo yo, jajaja). En la terminal de la Ciudad de México por la que se viaja a Toluca estaba todos los días una señora con las características que menciona Miguel, a la señora siempre le falta dinero para su pasaje.
ResponderEliminarAcá algo muy común en los últimos años es la llamada supuestamente desde Estados Unidos de un familiar que solicita dinero. Como casi todos en este país tienen algún familiar allá muchos caen en la treta al proporcionar el nombre del familiar. Conozco bastantes personas que han caído en la trampa. También llaman con la voz de un niño que te dice asustadísimo: Papá, ayúdame por favor.
La cosa es que sí, termina uno volviéndose un desconfiado y no ayudas a nadie, aunque algunos en verdad lo necesiten.
Abrazos amigo.
Hay tantos trucos para timar a la gente... Es preferible pedir abiertamente dinero para un billete o para comer, aunque solo sea una treta, que mentir en cosas muy sensibles, haciéndose pasar por un amigo, familiar o alguien que se encuentra en un serio apuro. Recientemente he oído de casos de llamadas telefónicas a una familia diciéndoles que han secuestrado a su hijo y pidiendo un rescate. Si da la casualidad de que esa familia tiene un hijo puede que el engaño funcione. Una de esas víctimas contó por televisión que lo primero que hizo fue llamar a su hijo al celular y este dijo estar bien, que no había sufrido ningún secuestro. Hay que ver lo que llegan a idear esos indeseables.
EliminarUn abrazo.
A medida que se ha instalado la «crisis» económica, bancaria, laboral, social, etc. se nos está acostumbrando mentalmente a que la aceptemos como un fenómeno normal, es decir, que no tenemos motivos para alarmarnos demasiado, «ya que no ha pasado nada trascendental» como para que tiemblen los pilares de la sociedad civilizada, además los países menos favorecidos, la padecen con resignación desde hace mucho tiempo... En fin, toda una hipocresía institucionalizada por los gobiernos de turno y los grandes capitales que mueven los hilos de sus marionetas políticas. Bueno pues implantada esa idea, lo siguiente ha sido dar visto bueno a toda clase de pedigüeños o de timadores, digamos una melange completa que pulula por todas partes, Internet, correo postal, vías públicas, aeropuertos, etc. dispuestos a robar o timar sin que las autoridades públicas lo eviten, porque si cierran una empresa luego al día siguiente abren otra con otro nombre, etc. Vamos, que no hay límite para esta «gentuza», porque si te has fijado, antes funcionaban ciertas asociaciones, grupos reivindicativos, etc. pero de un tiempo a esta parte, todo eso se ha venido abajo, solamente queda pagar cuotas y no recibir casi nada a cambio.
ResponderEliminarEsta es mi reflexión , en voz alta y que comparto contigo, compañero y amigo Josep, sobre las causas que han ido generando esta situación de falta de ética social y abuso de los sinvergüenzas. Otra cosa, es la gente que sí necesita ayuda económica, pero este sistema no se la proporciona, al contrario los exprime como limones y destroza sus vidas.
Un abrazo.
Ciertamente, una cosa es la picaresca que existía antaño, pues siempre han habido aprovechados de la buena voluntad ajena o, como decia David, de la codicia de algunos (ese famoso timo de la estampita que ninguno de los afectados se atrevía a denunciar por no desvelar su propia malicia). Con el tiempo todo ha cambiado, algunas cosas para bien, pero en este tema de los fraudes, para mucho peor. Como bien dices, parece como si los corruptos quisieran "normalizar" la existencia de esos abusos, que entran en la categoría de timo y que tiene muchas facetas. ¿Acaso no es un fraude vender pisos de titularidad pública a un fondo buitre que luego echará a la calle a sus inquilinos porque no podrán hacer frente a una subida brutal del alquiler? Y no pasa nada. Eso es lo peor.
EliminarLos timos son cada vez más sofisticados y emplean todo tipo de plataformas. El advenimiento de internet representó un gran adelanto, pero también abrió las puertas a la pornografía infantil, a los hackers y a, cómo no, los estafadores. La policía tiene un equipo especializado en delitos cibernéticos, pero siempre quedará el timo individualizado, el que pasa más desapercibido y en algunos casos provocado por el mal uso de internet por los usuarios.
Un abrazo.
Siempre hay la picaresca para colarte un timo. A mi me tocó a la vuelta del crucero de Dubai en enero, era las doce de la noche y esperaba que llegara la hora del bus que me regresaba a Bilbao a las dos de la madrugada . Estaba yo pasando el tiempo entretenida en la lectura de un libro, cuando me abordó un chico joven que me pedía ayuda. Como estaba sola en ese lugar le invité a tomar un café en la cafetería abierta. Además de pagarle un café, me pedía dinero para poder ir a su casa a Barcelona. El argumento fue que le robaron la cartera con todos sus documentos y billetes de tren. Le dí cinco Euros , aunque me pedía mucho más. Cuando le di el dinero, se marchó dándome las gracias. El dueño de la cafetería me advirtió pero yo no me dí cuenta, es uno de tantos que rondan por el día por el aeropuerto para conseguir dinero. Y así caí en el timo. Ahora cuando se me acerca alguien no doy nada. Un abrazo.
ResponderEliminarEse es el timo más extendido y, tal como le decía a Miguel, funciona valiéndose de la buena voluntad de la gente. Lo malo es que un día será cierto y no le haremos caso. Si la sociedad en general ya da la espalda a problemas acuciantes como es la pobreza y la injusticia social, a nivel individual también nos volvemos cada vez más insolidarios por culpa de esos timadores.
EliminarUn abrazo.
Hay más timos de los que parece. Desde esos tuyos, que lo son claramente, hasta los anuncios de que te ha tocado in iphone o una trablet. En uno de esos caí yo una vez y al dar en algún "acepto" de esos que te van saliendo y que tú aceptas con el deseo de hacerte con tu iphone, me conecté a un servicio de sms. Me mandaban varios sms al día... y los pagaba yo. Cuando me di cuenta de que la factura ascendía muchísimo, llamé a Vodafone y me comunicaron lo que había hecho. Todo el mundo se queja de Vodafone, mi hijo el primero, pero yo no tengo queja de ellos. Me desconectaron del servicio sms y me devolvieron el dinero pagado de más. Hay que andar con mucho cuidado.
ResponderEliminarUn beso.
Hay un abanico tan amplio de timos que podríamso escribir un libro de texto. Una vez mi mujer contestó a no sé qué anuncio publicitario y resultó que desde entonces recibía información que luego se la facturaban como llamada telefónica y a un precio de oro. Tuvo que llamar a Telefónica y se lo bloquearon, pero lo pagado pagado quedó.
EliminarÚltimamente no paro de recibir por WhatsApp advertencias sobre ciertos mensajes peligrosos o llamadas fraudulentas que lo que pretenden es que contestes para hacerse con no sé qué información y cargarte una factura de teléfono de aúpa. Cada vez estamos más expuestos a los fraudes. Acabaremos sospechando de todo.
Un beso.
No es desconfianza es prudencia. Hace bien el hombre que amarra su bote con dos anclas.
ResponderEliminarSaludos.
Cierto. Ya lo dice el refrán: hombre prevenido vale por dos.
EliminarGracias por pasarte y dejar tu comentario, Pitt.
Saludos.
La verdad es que el ingenio de la gente es increíble y, como dices, si lo utilizaran bien, esto sería Houston,... jajaja aunque pienso que los fraudes verdaderamente sutiles y peligrosos son los informáticos,... como ilustras en la entrada de este post.
ResponderEliminarUn abrazo!
Ante los fraudes informéticos estamos mucho más desprotegidos y, además, no los ves venir.
EliminarUn abrazo, compañero.
Es sorprendente la capacidad de inventiva a la hora de estafar a la gente y como bien dices ahora con la informática aún es más fácil porque consiguen lis datos y hacen que su timo parezca más real y sea más fácil caer. Desde luego tu timo de Paris es de lo más elaborado y justo porque van a dar con personas empáticas por eso les funciona. Siempre que escucho estos timos me pregunto cómo pueden vivir tranquilos estafando a buenas personas.
ResponderEliminarEn el caso de tu mujer no se llevó el coche porque entonces me suena que se puede considerar un robo (por el valor de lo que se llevaba}y no un hurto y las penas (si los pillan) no son para nada las mismas.
A mí me enfada mucho cuando veo cómo se aprovechan de la ingenuidad y de la buena fe.
Un abrazo
Es una verdadera lástima que esos "cerebritos" no dediquen sus conocimientos a cosas mucho más productivas y beneficiosas para la sociedad. Hay timos para todos los gustos, pero últimamente abundan los más complicados de combatir, que son los informáticos.
EliminarTanto a mi mujer como a mí, esas experiencias nos enseñaron a ser mucho más precavidos. Uno puede caer en la trampa de un desaprensivo una vez, pero dos ya sería demasiado. Lo malo es, como digo más arriba, que en más de una ocasión habrán pagado justos por pecadores.
Muchas gracias, Conxita, por dedicar tu poco tiempo libre a leerme y dejar tu comentario.
Un beso.
El lado bueno es que lo que cuentas demuestra que tanto tú como tu mujer sois personas de bien, personas que empatizais con el necesitado, y aunque digas que ya te has vuelto desconfiado, perdóname que te diga, que eres "rancho" para cierto tipo de delincuentes, porque cada uno es como es y no se cambia. Gracias a personas como vosotros el mundo sigue girando.
ResponderEliminarSAludos.
Pues me quedo con ese lado positivo. Prefiero ser considerado bueno que tonto, je,je.
EliminarY es cierto que no hay dos sin tres; quien ha picado una vez puede reincidir sin querer.
Muchas gracias, Manuela, por tu amable comentario.
Un abrazo.
Madre mía, Josep Maria. Lo de tu historia no me sorprende porque siempre te encuentras algún sujeto que le falta justo un euro para algo (en tu caso muchísimo más dinero), pero el caso de tu mujer me ha dejado perpleja, al descubrir la mentira supongo que os debió coger bastante miedo al saber que un individuo desconocido había estado en vuestra casa.
ResponderEliminarSi todo el ingenio que ponen para estafar lo invirtieran en otras cosas más productivas, en fin, no digo más.
Un beso.
Pues sí, el caso de mi mujer fue peor, pues, como bien dices, le abrió la puertsa a un desconocido que luego, en nuestra ausenccia, `podría volver acompañado y con peores intenciones. No hace falta decir que al día siguiente hicimeos cambiar la cerradura, por si acaso, y blindar la puerta.
EliminarRealmente, todo ese ingenio lo podrían dedicar a cosas más beneficiosas para el prójimo.
Un beso, Irene.
Hay mucho espabilado que se monta historias creíbles y claro uno cae y le da lo que pide.En tu caso es totalmente fácil caer y darle lo que pide aunque yo en tu caso le diría que fuera a la policía y le solucionara el asunto, lo original del caso es que tu tenías el dinero y te quedaste sin nada. Hay un refrán muy antiguo que dice·" piensa mal y acertarás"
ResponderEliminarSi esta gente timadora en lugar de discurrir como fastidiar al vecino discurrieran como conseguir dinero de forma honrada les iría mejor.
Un abrazo Josep
Puri
Mi abuela siempre repetía ese refrán, pero, con los años, se me olvidó ponerlo en práctica, je,je.
EliminarHay que reconocer, aunque nos duela, que esos timadores son verdaderos expertos en ese campo. Si lo fueran en el de la salud, la enseñanza, la ingeniería, la ciencia en general, otro gallo nos cantaría.
Un abrazo, Puri.