Si la pregunta fuera “¿quién
quiere ser millonario?”, como aquel concurso presentado por Carlos Sobera,
todos levantaríamos la mano, pero, a la hora de ser generosos y hacer
sacrificios, la cosa pinta bastos.
Vaya por delante que el tema
que hoy traigo me resulta complicado de tratar, por cuanto sé que puedo pecar
de ignorante y, a tenor de lo cual, injusto para una parte de la sociedad
empresarial. Del mismo modo que, azuzados por la crisis provocada por la
Covid-19, se ha debatido mucho sobre el difícil equilibrio entre preservar la
salud y mantener el país a flote, también hay otro equilibrio difícil de
mantener y que invita a un duro debate: el de la salud económica del
empresariado frente a la del proletariado. Sé que este último término suena a
comunismo, pero no deja de ser proletario quien vive a duras penas de su
trabajo. Y, además, empresario y proletario riman a la perfección, aunque, por
definición o por naturaleza, estén condenados a no entenderse.
En tiempos de crisis
económica, como la que estamos vislumbrando, los empresarios —y, en su nombre,
la patronal— se apresuran a dejar claro, muy claro, que la crisis será dura,
muy dura, probablemente la más dura jamás vista desde la guerra civil. Con ello
quieren mentalizar a la clase trabajadora que lo va a pasar mal, muy mal, como
jamás lo había pasado hasta ahora. Debe de ser una buena táctica para que luego
no les pille por sorpresa y se les ocurra quejarse.
En momentos realmente
difíciles, hay que tomar decisiones y medidas difíciles. Es momento de
sacrificios. Pero ¿quién va a sacrificarse? La clase media, media-baja y baja
ya está acostumbrada a “apretarse el cinturón” cuando las cosas van mal. Pero
¿y los empresarios? ¿También están dispuestos al sacrificio? Y no me refiero al
pequeño empresario, al dueño de un taller de barrio, de un bar o de un
restaurante modesto. Me refiero a las cadenas se supermercados, a las grandes
superficies, a las grandes empresas nacionales y multinacionales. En el primer
caso, los trabajadores entienden que la supervivencia del negocio está tocada y
el barco se hunde, y, ante la pérdida de sus puestos de trabajo, poco o nada
pueden hacer. En la crisis económica del 2008, hubo trabajadores que aceptaron,
por el bien de la empresa y el suyo propio, ver reducido su salario o las horas
de trabajo. Si un trabajador sabe que los pedidos o las ventas escasean y que
los números no salen, apechuga con la situación. Lo malo es cuando algún
empresario “listo” se aprovecha de la crisis y, una vez esta ha pasado, no
readmite al personal que dejó en la calle, pudiéndolo hacer, y el que queda
tiene que hacerse cargo de la nueva situación. Cuántos restaurantes no habré
visto que, al menguar notablemente la clientela, redujeron, por ejemplo, de
seis a tres el número de camareros, pero cuando la situación se recuperó, solo incorporaron
a uno, con lo cual la nueva plantilla de cuatro empleados tuvo que hacerse
cargo del trabajo que antes realizaban los seis. Y cobrando lo mismo o menos.
Pero dejando a un lado a estos
pequeños empresarios sin demasiados escrúpulos, mi intención es la de criticar,
o comentar, la actitud de los grandes ante la crisis del sector, sea cual sea
este, esos que no saben lo que es apretarse el cinturón, el propio, me refiero.
Pero, claro, como hay que
salvaguardar el buen funcionamiento de la trama empresarial, protegiendo su
supervivencia, por ser el motor económico del país —cosa que no niego—, la
única forma de hacerlo es despidiendo a los trabajadores, ya sea mediante un
ERE o un ERTE, que, por lo menos, es menos grave. Solo es cuestión de comprobar
si la T de Temporal será o no será. De momento, los empresarios exigen su
prolongación hasta final de año, luego ya se verá.
Todos queremos ganar dinero y
cuando vemos que nuestros ahorros menguan, nos cabreamos. Yo no juego a la
bolsa, porque es como jugar a la ruleta, pero tengo algunos ahorrillos en
fondos de inversión. Y hay que ver cómo cuando sopla una simple brisa de
incertidumbre —porque Trump ha dicho esto o aquello, o porque los chinos se han
cabreado con los japoneses, o porque Rusia apoya a Turquía en la lucha contra
los Kurdos, o porque Siria e Irán andan a la greña, o porque está lloviendo de
canto y eso no es normal— las bolsas se desploman y de rebote toda la economía
se resiente, especialmente la de los ahorradores, los que no tienen culpa de
nada. No soy muy dado a las suspicacias y mucho menos a las conspiraciones,
pero a veces he llegado a pensar que todo está hecho a propósito. Y no me
refiero a las refriegas políticas sino al aprovechamiento de cualquier inestabilidad,
por pequeña que sea, para darle a la trituradora y que alguien acaba sacando
tajada del empobrecimiento de los demás. Es claro y notorio que es en épocas de
crisis cuando los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres.
¿Por qué los empresarios
españoles están totalmente en contra de la contrarreforma laboral? Porque,
dicen, ello pondría en peligro la creación de empleo. ¿Por qué no dicen la
verdad, que no quieren perder privilegios en forma de despidos libres y a un
coste irrisorio? Cuando las grandes empresas ganan dinero a raudales —miles de
millones de euros al año—, ¿quién se queda con los beneficios? Cuando esas
mismas empresas dejan de ganar tanto dinero —para ellas ganar menos es perder,
calificándolo con el eufemismo de crecimiento negativo—, ¿quién acude en su
ayuda? Solo con mencionar dos casos de flagrante inmoralidad, como el caso
Castor y el recate de la banca, tenemos suficiente para entender cómo funciona
el sistema. Si yo invierto en un proyecto prometedor y este se va al garete y lo
pierdo todo, ¿quién me va a resarcir? Nadie. Es mi problema. Pero cuando un
grupo empresarial arriesga dinero en un proyecto millonario para construir un
depósito artificial de gas natural y ello fracasa por culpa de errores técnicos
y de una grave negligencia en el estudio del impacto medioambiental, no pierde
ni un solo euro porque el Gobierno de turno se lo compensa a fondo perdido. En
otras palabras, todos los ciudadanos nos vemos obligados a resolverles el
problema. ¡Manda huevos! Si el proyecto hubiera sido todo un éxito, ¿acaso
habríamos salido beneficiados económicamente de algún modo? Y no toquemos el
tema del rescate de la banca, porque ya huele a podrido.
Insisto en mi ignorancia en
temas macroeconómicos, mis apreciaciones son solo el resultado de lo que veo y
me pregunto. Sé, por supuesto, que una empresa privada tiene la “obligación” de
ganar dinero, de lo contrario no tendría razón de ser. Si alguno de nosotros
tuviera, aunque fuera una pequeñísima participación en acciones, querríamos que
devengaran beneficios, no pérdidas. Pero la gran mayoría de esas empresas
quieren seguir ganando el mismo dinero de siempre, aunque sea a costa de sus
trabajadores y de sus salarios de mierda. Me cuesta creer que una gran
multinacional que factura un billón de dólares al año no pueda resistir una
caída, por fuerte que sea, en las ventas durante tres meses. ¿Acaso no tiene un
“caja de resistencia” con los pingües beneficios que ha ido acumulando año tras
año? El Corte Inglés o Zara, por poner dos ejemplos, ¿no pueden resistir una
crisis temporal? Entiendo que no sea oportuno, a nivel empresarial, seguir
pagando los salarios íntegros a los trabajadores mientras estos están ausentes
de su puesto de trabajo, aunque sea por una causa ajena a su voluntad, pero que
no se aprovechen de que el Pisuerga pasa por Valladolid, para obtener
beneficios, fiscales o del tipo que sea, más allá de lo justo y necesario.
Además, muchas de estas
empresas seguro que recuperarán las ventas perdidas en cuanto se abran las
puertas al comprador. Quien quería comprarse un artículo de consumo y no lo ha
hecho durante el confinamiento, lo hará tan pronto tenga ocasión. Los únicos
que no podrán recuperar lo perdido son quienes viven de acontecimientos
turísticos de temporada, especialmente los que regentan negocios de pequeño y
mediano tamaño. Los hoteles de cuatro y cinco estrellas y los restaurantes de
alto copete y con estrellas Michelin, con solo incrementar un poco sus precios
podrán recuperar parte de lo perdido. El dinero es como los anticuerpos, quien
más tiene, mejor resiste el embate de un virus malicioso.
Todos queremos ganar dinero,
sobre todo los que menos tienen. Pero quienes tienen las arcas llenas, bien
podrían dar ejemplo de austeridad y asumir que estamos en la época de las vacas
flacas y empezar a mentalizarse de que, por un tiempo, también tendrán que
apretarse el cinturón. Todos debemos contribuir a mantener el Estado del
bienestar, o lo más parecido a ello, sin excepciones.
¿Quién dijo “de cada cual
según sus capacidades y a cada cual según sus necesidades? ¿A ver si resultará
que soy comunista y no me había percatado? No lo sé, pero que soy un iluso utópico, eso
seguro. ¿Cómo voy a creer que las grandes fortunas van a sacrificarse si son
las que pagan menos impuestos?
Recuerdo como tras la crisis del 2008, en la empresa en que trabajaba propuso y obtuvó un areducción salarial, para hacer frente a la precaria situación económica de la empresa. Lo altos mandos para dar ejemplo se lo reducían en un porcentaje mayor. Ni que decir tiene que la situación se alargo en el tiempo y que los gastos de representación aumentaron. He sido empresario y trabajador por cuenta ajena, pero lo de las medias y grandes empresas es otro mundo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tiene mucho mérito que los directivos dieran ejemplo. Es todo lo contrario a lo que suele suceder en los bancos, por ejemplo, que mientras cierran sucursales u oficinas, los directivos se aumentan el sueldazo y se blindan.
EliminarUn abrazo.
Que clarito y que bien escribes, Josep. Ahora, si tú te calificas de ignorante en temas macroeconómicos, imagínate yo que de la única economía que entiendo un poco, es la de la casa...
ResponderEliminarLo que si es cierto es que el que pierde siempre es el trabajador de a pie, o le reducen el sueldo o se va a la calle cuando la situación de las empresas se resienten.
Buena reflexión que todos en algún momento tenemos en mente.
Un abrazo, y que tengas un buen fin de semana (sin pensar en cosas feas, jajaja), de este tipo quiero decir.
Como digo en el texto, solo critico lo que veo a simple vista y me parece una injusticia. Los de muy arriba tendrán sus razones, pero ello no quiere decir que las medidas que toman no sean injustas y que, seguramente, podrían tomar otras menos dañinas para el trabajador. La única prioridad de las grandes empresas es salvaguardar sus finanzas a costa de lo que sea y esperar que el Gobierno les apoye.
EliminarUn abrazo.
Lo expresas muy clara. A mí me da miedo el comportamiento de los empresarios españoles porque no invierten en mejorar las maquinarias, sino que se meten en el bolsillo los beneficios. Y eso acaba siendo un problema de competitividad. Luego dicen que los obreros son poco competitivos, claro :-)
ResponderEliminarUn abrazo
Lo de la reinversión de una parte de los beneficios es otro capítulo digno de estudio. Hay empresas que treinvierten en investigación y desarrollo, pero otras solo esperan poder llenar las arcas.
EliminarUn abrazo.
Yo también debo de ser comunista porque opino igual que tú, pero ya sabes, amigo Josep Mª, que quien tiene la sartén por el mango es el que pega los sartenazos. Y los empresarios a la hora de atizar con la sartén tienen mucha práctica.
ResponderEliminarA cuenta de la precariedad laboral y salarial se están haciendo tantos desmanes que no sé cómo no se monta la de San Quintín, la verdad. Supongo que para evitarlo ya están los políticos que, de vez en cuando y cada vez más a menudo, sacan algún "temita" donde las banderas de diferentes signos y colores ondean para entretener al personal y así no se ponga a pensar en lo que realmente importa.
A río revuelto, ganancia de pescadores o sea, de empresarios.
Un besote.
En muchos casos se ve clarísimamente que los empresarios no quieren correr riesgos y exigen al Gobierno medidas que les permita actuar impunemente. Les encantaría, por ejemplo, poder despedir a todo el personal a coste cero. De la indemnización de los cuarenta y cinco días por año trabajado ya pasaron a los treinta y tres (hay una línea de corte en 2012, pero no entro en detalles para simplificar) y querían veintidós. También se pasó de un tope de 42 a 24 mensualidades. Y lo que les encantaría sería el despido libre sin compensaciones económicas. ¿Cuántos ERE no habrán sido innnecesarios? Y todo, argumentan, para crear empleo. Un mayor cinismo, imposible.
EliminarY, efectivamnete, ya están los políticos para echar una mano, esa que promete una cosa y acaba haciendo todo lo contrario, esos que luego se aprovecharán de las puertas giratorias y acabarán en el consejo de administración de alguna de esas macro-empresas.
Un beso.
Los peces gordos siempre acaban comiéndose a los peces chicos, ya que el poder con el que cuentan les da tantos privilegios para hacer y deshacer a su antojo, es decir, sin sufrir la peor parte.
ResponderEliminarDices que no crees en las conspiraciones, pero yo sí, pues no sé si estarás o no informado de que este sistema está creado para que una elite global sea la dueña de bancos y multinacionales que gobiernan el mundo.
Comparto un enlace para quien guste de informarse al respecto:
https://elciervoherido.wordpress.com/2016/09/13/el-club-bilderberg-y-los-4-grandes-de-la-elite-global/
Nuestros políticos solo son meras marionetas en manos de la élite global y aquí en nuestro país es vergonzoso hasta qué punto se ha ido dilapidando el capital empresarial español y ahora solo somos rehenes de del capital extranjero con una deuda gigantesca, que acabará hundiendo nuestra economía.
Grandes empresarios de nuestro país, como Amancio Ortega, en lugar de crear empleo en nuestro país lo hace fuera, con lo que no favorece en nada a mejorar nuestras arcas públicas, al contrario, él se llena los bolsillos y como quien dice él, también otros empresarios en lugar de crear empleo aquí lo hacen en otros países donde pueden explotar descaradamente a sus trabajadores carentes de sindicatos o derechos.
La codicia y el afán de poder pervierten cualquier iniciativa comercial que pueda paliar estos efectos devastadores de las "crisis" económicas, de las que pienso están planeadas de antemano por la élite global y el resto de multimillonarios que solo piensan en hacerse más ricos.
Un beso, Josep y buen fin de semana.
Muchas gracias, Estrella, por el enlace. Lo he guardado para leerlo más tarde con calma.
EliminarConozco la existencia del Club Bilderberg que, según se dice, se reúne anualmente para "decidir el futuro del mundo". También sé que lo conforman más de 100 personalidades relevantes de todo el mundo y se invita a jefes de Estado (se dice que hace años, en una de sus reuniones, asistió la entonces reina Sofía), pero no sabría decir hasta dónde llega su poder decisorio real. Como hay mucho secretismo en torno a ese club selecto, ello inspira muchas teorías conspiratorias. Algo habrá de cierto. O, como dice el refrán, piensa mal y acertarás.
Se ve a las claras que los políticos (los de aquí y los de allá) son simples marionetas que siguen los dictados (en realidad exigencias) del poder económico. ¿Por qué, si no, muchas ideas propuestas desde la izquierda no llegan a materializarse? Porque existen los encargados de impedìrselo, y si el Gobierno quiere mentenerse en el poder no tiene más remedio que acatar las directrices que vienen de fuera del parlamento. Continuamente vemos los chantajes, por ejemplo, de Donald Trump, como máximo representante del poder económico yanqui, en caso de que la UE se atreva a imponer que las grandes empresas como Amazon, Apple, Facebook o Google paguen sus impuestos en los países donde operan y que ahora solo pagan una cantidad simbólica y miserable. Amenaza con "castigarnos" aumentando los aranceles de los productos norteamericanos. Y ¿por qué las grandes empresas se oponen a la tasa Tobin? No quieren pagar más. Los partidos neo-liberales argumentan que ello afectaría gravísimamente a los ciudadanos, a la pobre clase media, como si estos (nosostros) hiciéramos grandes transacciones financieras todos los días. ¿Nos toman por tontos? Seguramete sí, pero ¿son tontos los parlamentarios? No, pero saben lo que hay (o quienes están) detrás de esa negativa. Y les temen.
Bien cierto es que el dinero atrae más dinero, y quien ya es rico ansía serlo mucho más, aun a costa del ciudadano de a pie. Al final siempre acabamos pagando los mismos. Es un panorama desolador.
Un beso.
Hola.
ResponderEliminarUffff, de la crisis de 2008 sé un poco, nosotros nos recuperamos usando el ingenio y reinventándonos, pero lo que es ayuda...por parte de instituciones o empresas no tuvimos ninguna.
Ahora pinta todo crudo. En mi entorno mucha gente se ha quedado sin trabajo, y la perspectiva es dura. Ojalá todo mejore, yo ahora estoy en un punto de relativizar porque es cuestión de supervivencia, o relativizo o voy al manicomio. Y valoro por encima de todo la salud, y espero que poco a poco todo mejore.
Muy feliz día.
Todos tuvimos que apretarnos el cinturón, pero unos mucho más que otros, evidentemente. Y ante una situación de precariedad económica, hay que echarle mucha paciencia, imaginación y esfuerzo. Y el Gobierno solo se limitó a poner paños calientes a los que, probablemente, menos lo necesitaban.
EliminarAun no conociento a fondo la problemática, me atrevo a poner en duda la necesidad de apoyar con ayudas millonarias a la industria del automóvil. Han dejado de vender muchos vehículos, pero seguro que salen mucho mejor parados de esta crisis (en cuanto la gente empiece a comprar de nuevo) que los 3.000 trabajadores que se irán a la calle porque Nissan cierra su fábrica de Barcelona o los más de 500 trabajadores de la fábrica de aluminio de Alcoa en Galicia. Por qué el Gobierno no busca alternativas a esos empleos que se perderán. En el caso de Alcoa, parece que las pérdidas económicas se deben al coste muy elevado de la energía eléctrica que consume la empresa. Pero ¿quién se atreve a obligar a las eléctricas a rebajar el precio de la electricidad? Y ¿por qué no se atrae a otra gran empresa para que ocupe la planta de Nissan ofreciéndole a cambio cualquier tipo de contraprestación durante un tiempo? ¿Faltan ideas o falta voluntad?
Un abrazo.
¡Qué razón tienes , amigo mío! Siempre pagan el pato los mismo, siempre se ajusta el cinturón el que menos tiene, y los grandes...¡a aprovecharse de la situación!¡Cuántas fortunas no se habrán hecho ya con esto del Covid! ¡Y cuántas fortunas se harán ahora con la crisis que viene! ¿Crisis para quién? para los pobres trabajadores o pensionistas que viven de un sueldo o pensión, para esos si es la crisis. Los que están arriba ni lo notarán y algunos hasta saldrán con los bolsillos más llenos.
ResponderEliminarNo entiendo nada de economía, soy una completa ignorante,pero no hace falta saber mucho para ver lo que ocurre alrededor.
Que pases un feliz día, Josep
Ya se vio que con la crisis de 2008 el número de ricos se elevó, a la par que también aumentó la pobreza. ¡Hasta con las guerras hay quien se hace millonario! Incluso se provocan para luego repartirse el botín entre unos cuantos. Tras la guerra de Irak, las empresas constructoras de peleaban disputándose el privilegio de reconstruir el país, pero no sacándolo de la miseria sino volviendo a construir lo destruido por las bombas.
EliminarQuien tiene el dinero, tiene el poder, y quien tiene el poder hace con nosostros lo que le viene en gana. Sé que puede resultar una afirmación muy simplista, pero creo que, a la larga, es muy real.
Un abrazo.
Muy buen artículo Josep. Debería ser publicado cuánto menos en la sección de cartas al director de cualquier diario de tirada nacional. Ahora mismo la situación en España parece que depende de una letra. La T. El estado podrá sufragar los ERTES por un tiempo; pero cuando estos pasen a ser ERES y de ahí a los despidos el impacto apunta a una crisis sin precedentes que solo Europa puede salvar. Las grandes corporaciones deben hacer un esfuerxo impositivo desde ya. Es absurdo, por ejemplo, que Netflix o El corte inglés paguen unos impuestos ridículos.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Je,je. Mi mujer, cuando leyó tu comentario, no paró de insistir en que enviara este "artículo" a La Vanguardia. Solo pude disuadirla diciéndole que La Vanguardia es un periódico de derechas y monárquico, ja,ja,ja.
EliminarAhora los empresarios ponen ante la cámara su perfil bueno, el que les resulta más favorable ante los espectadores. Se lamentan de los graves daños que esta crisis les está causando y están dispuestos a poner de su parte aceptando un ERTE en lugar de un ERE. Y el Gobierno no tiene más remedio que creérselo. Ya readmitirán a los temporalmente despedidos. De momento, sin embargo, son muchos los trabajadores afectados que no han visto ni un euro. Y veremos lo que pasa cuando el ERTE finalice. Entonces se verá la verdadera cara de la patronal.
No tengo palabras suficientes para calificar el caso de Netflix. Han pagado menos impuestos en España que lo que me ha salido a pagar a Hacienda. Manda huevos!!!
Un fuerte abrazo.
"La presidenta del Banco Santander, Ana Botín, ganó 9,77 millones de euros en 2018 y tuvo una aportación a su plan de pensiones de 1,23 millones de euros, con lo que en total recibió 11,01 millones de euros, un 4% más que en 2017."
ResponderEliminarLas palabras anteriores son un copia y pega de Publico.es. está claro que cuando hablamos de apretarse el cinturón hablamos de cosas distintas. Esta gente no puede apretarse el cinturón porque no tien. No hay cinturón que ciña tan bien nutridas cinturas.
Cuando la crisis de 2008 muchos negocios se arruinaron y tuvieron que cerrar. La cosntrucción cayó en picado dejando miles de parados, pero no cerraron las joyerías de lujo ni se redujo la venta de mansiones suntuosas. Los ricos se estaban haciendo más ricos a costa de los que se empobrecían.
Esa crisis se cargó en gran parte el estado del bienestar y le vino de lujo al capitalismo para hacerse más bestial. No olvidemos de que para que el dinero sea capital tiene que estar concentrado, las migajas de la tarta que caen de las mesas y se reparten entre los de abajo, no son tarta, son migajas. Esas migajas es lo que recibimos el común de los mortales cayendo de las arcas de los grandes capitalistas. Los únicos que pretenden compensar un poco y "redistribuir" mínimamente esa riqueza son los partidos de izquierda mediante la renta vital, los servicios públicos, los impuestos progresivos, la ependencia, etc, y como tú preguntabas en otra entrada de este blog, ¿cómo puede haber alguien que no sea un magnate y no les vote? Pues yo solo tengo una respuesta: o por interés o por ignorancia.
Como ves, me pillas concienciada. Estoy leyendo un libro de Paul Preston que da ganas de coger un arma.
Un beso.
Estos últimos días veo de vez en cuando la cara de la Botín por televisión en una especie de anuncio o mensaje televisivo hablando de la crisis y las soluciones. La verdad es que no he querido prestar mucha atención a su discurso, pues lo poco que he podido oír me ha parecido de un cinismo mayúsculo. Con una condescendencia paternalista anima a arrimar el hombro y da cosejos de cómo afrontar esta terrible crisis que se avecina. Qué fácil es hablar desde el púlpito y adoctrinar a los feligreses con consejos que no piensas seguir. Si incluso los propietarios de grandes fortunas se ven generosamente resarcidos de sus obras altruistas al donar dinero a entidades y que luego Hacienda les desgravará generosamente. Así dan la imagen de filántropos, a quienes la masa adora y se indiga cuando alguien les hace notar que su generosidad no es tanta como parece. Más se haría si pagaran los impuestos que deberían y crearan más empleo en nuestro país en lugar de exportar la producción a países del tercer mundo con salarios misérrimos.
EliminarLa idiotez e ignorancia que abunda en nuestro país es un acicate para que nuestros políticos, banqueros y grandes empresarios nos tomen el pelo, y el dinero.
Aunque no he leído nada de él, me encanta oir a Paul Preston cuando le han entrevistado. Una mente clara y un tipo muy didáctico. Tendré que leerlo, pero me da miedo de que me den ganas de coger un arma y empezar a pegar tiros, ja,ja,ja.
Un beso.
¡Hola, Josep!
ResponderEliminarUn tema delicado el que nos has presentado. Esta crisis nos está dejando en una especie de limbo y no es justo. Ojalá pronto se vea la luz al final del tunel.
Un fuerte abrazo.
Un tema no solo delicado sino también muy complicado. A mí me da la impresión de que la luz al final del túnel, cada vez que nos acercamos a ella se muestra esquiva y se va alejando poco a poco, je,je.
EliminarUn fuerte abrazo.
Esta crisis solamente le estamos viendo las orejas. Caen los de siempre las medianos y pequeños negocios. Los grandes se harán en poco tiempo mas grandes y ellos no pagarán grandes impuestos. El gobierno no se si podrán digerir bien todo, les ha venido grande. Me imagino que ellos están muy manejados por los de más arriba. Entre los sindicatos a ver lo que pueden solucionar, pero me temo que los ertes pasen a ser eres si vuelve otra pandemia por culpa de los irresponsables. Has escrito muy buen artículo. Un abrazo.
ResponderEliminarLas crisis económicas siempre se ceban en los mismos: en la clase trabajadora. Aunque los sindicatos traten de proteger los derechos de los trabajadores, en el tira y afloja con los empresarios por encontrar una solución medianamente aceptable, siempre salen ganando estos éltimos, que son los que tienen la sartén por el mango y que, a la vez, son los que menos sufren la crisis.
EliminarUn abrazo.