Aunque lo fui hace muchos
años, ahora me declaro no creyente —suena mejor que ateo—. De niño, en mi época
de catequesis, cuando me enseñaron los Diez Mandamientos de la Ley de Dios, ya
me di cuenta que el más difícil de cumplir, aparte del sexto —para los que no
lo recuerden se refiere a los actos impuros, aunque solo sean de pensamiento—,
era el que se citaba por aquel entonces como conclusión y venía a decir algo
así: «Estos mandamientos se resumen en dos: Amarás a Dios sobre todas las cosas
y al prójimo como a ti mismo». Y ahí
estaba, y sigue estando, el gran escollo para el ser humano: amar al prójimo.
Vale, lo podemos cambiar por respetar a los demás como nos respetamos a
nosotros mismos, de lo cual también se deriva aquello de no querer para los
demás lo que no quieras para ti. Pues bien, siempre he pensado, tanto a los
nueve como a los sesenta y nueve años, cuán difícil es cumplir con ese
precepto, que no solo es religioso sino también laico, civil o social, como se prefiera.
Quizá será por mi educación judeo-cristiana,
que ha quedado un poso en mi mente y carácter que me hace incapaz de burlarme
de las creencias religiosas ajenas, por absurdas que me puedan parecer. Una
cosa distinta es la superstición y las prácticas y tradiciones pseudo
religiosas que para mí son más propias de pueblos primitivos. Aunque no hagan
daño a nadie, me desagrada ver esas manifestaciones folclóricas de gente que
solo pisa una iglesia en bautizos, comuniones, bodas y entierros y que se
lanzan a la histeria colectiva durante una romería o una procesión. Pero este
tema ya lo traté en mi entrada del uno de diciembre de 2017 titulada “Fe,
fanatismo o superstición” VER AQUÍ
Lo que hoy vengo a comentar es
la actitud burlesca u ofensiva en contra de las creencias no compartidas, del
tipo que sean, en una sociedad que se dice abierta, plural y democrática. Soy
muy crítico con las conductas inadecuadas e inmorales de los representantes de determinadas
comunidades religiosas. Siempre he creído que hay que practicar con el ejemplo,
y quienes no siguen ni respetan sus propias normas no deben formar parte de
ninguna congregación, orden o comunidad del signo que sea. Pero también lo soy
ante expresiones que asimismo considero inadecuadas por parte de los
sempiternos enemigos de la Iglesia y de los creyentes de buena fe.
Defiendo sin lugar a dudas la
libertad de expresión y creo que todos tenemos derecho a expresar nuestra
opinión siempre que se haga respetuosamente y no a costa de herir las
susceptibilidades de personas que no comparten la misma creencia o ideología.
Pongo por ejemplo el caso reciente de Willy Toledo, que fue acusado y juzgado
por un delito de blasfemia al cagarse en Dios, en la Virgen y en todo lo que se
menea (no es textual pero casi). Esas palabras me producen rechazo y las
considero muy desafortunadas e impropias de una persona inteligente, del mismo
modo que me duele cuando alguien hace mofa de una imagen de Jesucristo o se
burla de la Santísima Trinidad. A uno le pueden parecer cosas dignas de chanza,
pero no me parece correcto que ese escarnio se haga públicamente. De todos
modos, aunque esos comportamientos me parezcan de muy mal gusto, también creo que no
merecen ser llevados ante un tribunal, ni eclesiástico —faltaría más— ni civil.
Pero sí creo que deberían ser públicamente censurados para evitar que nuestros
hijos y nietos lo vean como algo natural y gracioso.
Pienso exactamente igual
cuando la burla se dirige a otras religiones, como la musulmana. Y abomino de
las reacciones brutales de los integristas islámicos cuando se sienten
ofendidos. Tenemos los ejemplos de Salman Rushdie, a cuya cabeza pusieron
precio por la publicación de sus Versos Satánicos, y el del atentado perpetrado
contra el semanario francés Charlie Ebdo, que se llevó por delante la vida de doce
personas. En ambos casos su pecado fue haberse burlado del profeta Mahoma.
Una vez declarado mi rechazo
absoluto contra esas reacciones fanáticas y criminales, quisiera ahondar en el
hecho, para mí cuanto menos irresponsable, de haber puesto el dedo en una llaga
que se sabe muy dolorosa para quien profesa esa religión. Es como poner la
cabeza en la boca de un león para demostrar que no le tenemos miedo. Si luego ese
despiadado carnívoro se zampa al aspirante a héroe, nadie podrá quejarse.
Y es que una cosa es la
libertad de expresión y otra muy distinta es la burla hecha a propósito. No
estoy diciendo con ello que no podamos abrir la boca para no ofender, pero si sospechamos
que nuestras palabras le van a doler, y mucho, a quien tenemos delante y que
este va a reaccionar de una forma extraordinariamente agresiva, creo que prima
la prudencia. Si sé que para los musulmanes la figura de Mahoma es intocable,
debemos respetarlo. Y conociendo cómo las gastan los integristas, ¿a quién se
le ocurre caricaturizar a su venerado profeta? Y si aun así lo hacen, deberán
asumir las consecuencias, por brutales e injustas que sean. Que quede claro que
lamenté, y sigo lamentando profundamente, la tragedia a la que eso dio lugar.
Faltaría más. Y seguramente pagaron los que menos responsabilidad tuvieron en
el asunto.
Si en la cristiandad no se
andaban con chiquitas a la hora de cargarse, de la forma más brutal, a los
infieles, las Iglesias cristianas actuales han aprendido a tragarse las burlas
de los anticlericales con bastante resignación. Por lo menos la ofensa no los
lleva a actuar de esa forma tan desmedida. Algo es algo.
Yo soy el primero en criticar
a la Iglesia Católica por su todavía anclaje en el pasado (el celibato, el
papel de la mujer, etc.) y por otras muchas actitudes que no casan con la base
del cristianismo puro, pero me guardaría mucho de hacer burla del Papa
publicando dibujos grotescos mostrándolo en actitudes bochornosas, como creo
recordar que se ha hecho en alguna ocasión. Y cuando veo esas formas de
expresión, me duele, porque considero que nadie debe ser denigrado públicamente
por ser quien es o por pensar cómo piensa.
Me considero una persona con mucho
sentido del humor y me divierten las sátiras y las parodias de personajes
famosos. Una caricatura no deja de ser más que eso y muchos son los que se
someten a ella en la calle voluntariamente a manos de un dibujante. Quien no
acepta verse parodiado (por su forma de hablar, de gesticular, por sus tics,
etc.) entiendo no lo vea con agrado, pero no debería sentirse ofendido por ello
si no hay voluntad de ofender. En cambio, si se burlan de su calvicie, de su
estatura o de un defecto físico, eso sí es humillante. Y es que muchas veces
hay una línea muy fina que separa la crítica cruel y la libertad de expresión. En
caso de duda, yo recomendaría algo que está en desuso y se desconoce en la
práctica: la empatía, saber ponerse en el lugar del otro, pensar qué sentirías
tú si alguien te hiciera lo mismo.
Y en el mundo de la política
eso debería ser un principio irrenunciable. Porque una cosa es la discusión
acalorada, una sesión “bronca” en el Congreso, y otra muy distinta, y muy
desagradable, el insulto, la calumnia, faltar al respeto y al honor del
contrincante. Se puede criticar y denotar la mayor de las discrepancias sin
necesidad de recurrir al agravio feroz. Lo único, para mí, digno de ataque sin
tapujos —y aun así manteniendo la compostura dentro de lo posible— es la expresión
de una ideología que atenta duramente contra la libertad de pensamiento y los
derechos humanos en general.
Los tiempos han cambiado.
Antes utilizábamos habitualmente expresiones malsonantes con toda naturalidad y
no necesariamente con malicia (mira cómo vas, si pareces un gitano; qué dices,
no seas subnormal; ¿serás maricón?, y un largo etcétera) que hoy son
reprobables, aunque a veces, en mi opinión, con excesiva dureza, por lo que
tenemos que ir con mucho tiento para no ofender. Yo mismo recuerdo haber
contado un chiste entre amigos que le sentó muy mal a una compañera. Desde
entonces, voy con pies de plomo y me lo pienso dos veces antes de abrir la
boca. Pero, por otra parte, la libertad de la que gozamos con la democracia nos
lleva a menudo a pasarnos tres pueblos. Hay, por ejemplo, portadas de una
revista satírica muy conocida que, aunque los personajes a los que caricaturiza
no sean de mi agrado, considero que son muy desafortunadas e incluso
desagradables a la vista.
Creo que seguimos teniendo un
dilema a la hora de interpretar qué es y hasta dónde llega la libertad de
expresión.
Estoy convencido de que, si
todos nos comportáramos con respeto para con los demás, no solo seríamos
mejores personas, sino que viviríamos en mayor armonía. Posiblemente sea una
utopía. Aun así, respeto, por favor.
Suscribo lo que dices al cien por cien. Yo me considero agnóstica y pienso que las religiones si no existieran habría que inventarlas. De hecho, cuando no existían, el hombre las inventó. Ser consciente de la propia muerte requiere de mucha religión y mucha esperanza para el más allá. Yo, por desgracia, no creo en ello y me tengo que enfrentar a la muerte con terror y totalmente vulnerable.
ResponderEliminarJamás me burlaré de una religión. Jamás emitiré expresiones como las de Willi Toledo en público (otra cosa es cuando me golpeo el meñique del pie con un ladrillo), pero jamás se me ocurriría denunciar ante los tribunales a nadie por hacerlo. Una cosa es el delito y otra la falta de respeto o mala educación.
Hay una frase se una película (no recuerdo cual) en la que el personaje que interpreta Gary Cooper dice "No estoy de acuerdo con nada de lo que usted doce, pero defendería con mi vida el derecho a decirlo". La frase no es de la película, pero es como yo la conocí. Se le ha atribuido a Voltaire, pero parece que erróneamente.
En fin eso: vive y deja vivir.
Un beso.
Efectivamente, Rosa, convertir una falta de respeto en un delito es sumamente peligroso, entre otras cosas porque, de hacerlo, más de media España estaría sentada en el banquillo, je,je.
EliminarY la frase que citas es genial. Todos tenemos el derecho de decir lo que pensamos, con la única excepción de que sea una falsedad que agrede o humilla a otra persona, especialmnete si se hace sin razón.
Muchas veces parece que la mejor forma de criticar al oponente ideológico sea la de calumniarlo.
Un beso.
Desde luego que hablamos de un tema bastante complejo y con muchas aristas que efectivamente pueden dañar a algunas personas. La linea entre la sátira, el humor negro y la broma pesada es a veces muy delgada. Yo pondría dos ejemplos. Jojo Rabbit que guste más o guste menos creo que es una sátira adecuada y proporcional y los exabruptos de Wily Toledo que son de muy mal gusto y de muy poco nivel. Aunque lo mencionas de pasada creo que estamos ante un serio problema en la utilización del lenguaje. Sea este escrito o pronunciado de manera verbal. Siempre hay alguien que se ofende y así cada vez es más complejo mantener una conversación y no digamos ya redactar un texto.
ResponderEliminarUn abrazo Josep y buen fin de semana.
Mientras hay quienes tienen la piel muy fina y se ofendern por cualquier cosa, los hay que son excesivamente insensibles y no se muerden la lengua a sabiendas de que van a ofender. En el caso de Willy Toledo, pienso que es de esas personas provocadoras a quienes les encanta escandalizar.
EliminarY no lo he citado en mi entrada, pero la "hermandad del coño insumiso" también se las trae a base de mal gusto.
Un abrazo, Miguel y gracias por comentar.
Estoy tan de acuerdo con lo que dices, que no me queda otra que firmar debajo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lástima, pues, que esta entrada no esté preparada para recaudar firmas, je,je.
EliminarUn abrazo.
Esa fina línea que separa la parodia de la burla e incluso de la vejación no la justifica la libertad de expresión,... quizás porque nuestra libertad acaba donde empieza la de los otros. Es un tema con muchas aristas que necesita de una profunda reflexión por parte de la sociedad en la que vivimos,... por momentos un poco descontrolada.
ResponderEliminarUn abrazo Josep Mª!
La frase que mencionas siempre me ha gustado mucho. Pero desgraciadamente hay quien no sabe medir hasta dónde puede llegar su libertad y se come el terreno que pertenece a otra persona. Esa falta de sensibilidad y de tacto es el origen de algunos conflictos personales y sociales.
EliminarUn abrazo,
Después de leer tu como siempre acertada reflexión he llegado a la conclusión que llevo sosteniendo desde hace mucho pero mucho tiempo y es que en este país se han perdido muchos valores, entre ellos el respeto, y como tu bien dices el ponerse en el lugar del otro.
ResponderEliminarEn cuanto a la religión no se me ocurriría jamás burlarme de otra, por eso mismo por lo que me han enseñado siempre, respetar.
Con respecto a Willy Toledo, creo que puede expresar lo que quiera pero no hace falta usar palabras mal sonantes, porque esta de más, se puede decir lo mismo con educación, o por lo menos yo lo veo así, porque la educación junto el respeto y otros valores son fundamentales, al menos yo pienso así.
Un abrazo.
Yo creo que en nuestro país no se ha sabido digerir bien la libertad conseguida después de tantos años de dictadura. Del mismo modo que hubo una explosión de películas X y de escenas eróticas en el cine español "por exigencias del guión" (una excusa como cualquier otra), como si se quisiera recuperar un tiempo perdido, en el terremo de la educación nos pasamos de la represión y del pecado mortal a una libertad muchas veces descotrolada, abandonando las buenas formas y el respeto al prójimo.
EliminarUn abrazo.
Pues sí Sr . Respeto de ida y vuelta y así todo va mejor . Un abrazo
ResponderEliminarLos buenos modales es la mejor forma de entederse y respetarse.
EliminarMuchas gracias, Pablo, por acercarte a leerme y dejar tu comentario.
Un abrazo.
Chapeauuuuuu!!!! totalmente de acuerdo, a mis años, que son muchos aún no deja de sorprenderme la falta total de respeto. Un placer leer sus comentarios!!! Abrazossss desde el fin del mundo.
ResponderEliminarEn gran parte, esa falta de respeto, que no es otra cosa que falta de educación, es por culpa de los padres que no han sabido educar a sus hijos en esos valores. De padres maleducados salen hijos maleducados, salvo honrosas excepciones.
EliminarUn abrazo.
Es que la libertad de expresión, ya no es libertad, es un acoso a las prácticas de cualquier tipo, que no hacen daño a nadie, y ya solo con eso tenían que ser respetados. Pero que vamos a esperar de los tiempos en que vivimos, si ya nadie cree en nada, y el amor y el respeto al prójimo ya no existe. La religión enseña sobre todo el amor y si así se sintiera, el mundo sería otra cosa.
ResponderEliminarUn buen texto Josep. Un abrazo y buen domingo.
Yo dentro de un rato iré a misa a rezar por mi que no soy ningún angelito, y mis hijas sobre todo lo demás, y con eso no le hago mal a nadie, :))).
Insultar, humillar y agredir verbalmente a una persona, una comunidad o a unas creencias no es libertad de expresión, es una falta de respeto y de educación. Lo que ocurre es que los agresores de este tipo se escudan en ese concepto para atacar las costumbres e ideas que no les gustan. Eso es ser intransigente, no demócrata.
EliminarUn abrazo y buen domingo.
Te comprendo perfectamente y estoy de acuerdo con todo lo que dices. A mí también me molesta que se burlen de las opiniones de los demás o de sus creencias religiosas aunque yo no las comparta. No se debe hacer. Ante todo está el respeto, porque a nosotros tampoco nos gustaría que se burlaran de lo que creemos o pensamos. Yo siempre tengo muy en cuenta ala hora de hacer comentarios o dar mi opinión quienes son las personas que me están escuchando, y si sospecho que puedo herirlas, me mantengo muy prudente. Está muy bien la libertad de expresión, pero por encima de todo debe ponerse el respeto.
ResponderEliminarFeliz día, Josep
Un comportamiento muy sensato el tuyo, Rita. Las discrepancias no hay que resolverlas mediante la burla y mucho menos el insulto. Incluso en la arena política, que se ha convertido en un circo o en una plaza de toros, las dicrepancias se resuelven en las urnas, que para esto están.
EliminarUn abrazo.
Un artículo muy necesario, Josep. Internet ha supuesto la democratización de los medios de comunicación, y ello conlleva que cualquiera pueda decir cualquier cosa y que además tenga cierta difusión. Algunos se escudan en la libertad de expresión cuando lo único que buscan es la notoriedad de los insultos o las provocaciones de taberna (como es el caso del absolutamente acabado como actor, Willy Toledo, ¿cómo podría aparecer de otro modo en los medios?) El guion funciona así: yo digo una burrada, recibo la denuncia correspondiente de quien se siente ofendido, clamo al cielo porque atentan contra mi libertad de expresión y si soy absuelto me pavoneo; si soy condenado, denuncio a la inquisitorial justicia española al servicio de la extrema derecha... La verdad es que de tan repetido empieza a aburrirme.
ResponderEliminarA esto habría que añadir que tal y como están montadas las redes sociales, es solo cuestión de tiempo que la sociedad tienda a radicalizarse cada vez más. Todas las redes usan algoritmos que analizan nuestras opiniones, nuestros likes, nuestras consultas, nuestras inclinaciones. Con esa información, cuando accedemos a ella, nos recomiendan foros, perfiles y publicidad a la carta que están línea con ello. Esto provoca el sesgo cognitivo por el que tendemos a pensar que lo que pensamos cada uno es lo que piensa la mayoría y, por tanto, lo correcto. La realidad se encoge, porque en este mundo actual, la realidad la marca lo que nos aparece en el móvil cuando lo encendemos. Yo no tengo, pero hubo una ocasión en la que estando en el metro observé a mis acompañantes de asiento. A mi derecha, una mujer de sesenta años que al encenderlo todo eran imágenes relacionadas con el movimiento independentista. A mi izquierda, un hombre poco más joven que ella, al encenderlo le aparecían imágenes de una de las marchas convocadas por la unidad de España en Catalunya. Cada uno de ellos tenía su propia realidad en el aparatejo de las narices.
Ello en lugar de llevar a la convivencia lo único que genera es la confirmación de sus convicciones y, por ende la radicalización. Esa radicalización que nos hace medir con un doble rasero la Libertad de Expresión, esa que reconocemos de manera absoluta cuando coincide con nuestras opiniones; pero que solemos relativizar cuando son opiniones contrarias.
En fin, sinceramente creo que todo esto irá siempre a peor. Ojalá me equivoque. Un abrazo!!
Tu planeamiento podría parecer muy pesimista, pero yo me inclino hacia el realismo, por triste que sea. Acabo de empezar una novela, titulafa Tierra, de un joven escritor que me encanta, Eloy Moreno, en la que expone, como telón de fondo, la manipulación a la que estamos sometidos a través de las cadenas de televisión, periódicos y redes sociales. Solo es cuestión de picar en el anzuelo y creer que somos enteramente libres a la hora de elegir y acertados a la hora de opinar.
EliminarUna muy buena reflexión la tuya, David, que agradezco.
Un abrazo.
De unos años para acá los valores humanos han entrado en crisis dentro de la sociedad y lógicamente se ha producido la "normalización" de la falta de respeto ajeno que se da con frecuencia hoy en día a nivel mundial.
ResponderEliminarEl error del argumento de la pretendida libertad de expresión no puede ser la justificación para todas aquellas expresiones malsonantes, ofensivas y despreciables hacia los sentimientos ajenos, que hoy campan por sus respetos. Puesto que como bien argumentas hay que tener un mínimo de respeto cuando se "sueltan" palabras hirientes que vulneran las creencias o ideologías de otras personas, así como esas malas costumbres de caricaturizar malformaciones físicas o psíquicas. También esa falta de educación es muy significativa a la hora de mantener actitudes discriminatorias (hostiles) por razón del color de piel, orientación sexual, machismo, etc.
Finalmente abogo por un esfuerzo colectivo de la sociedad para cambiar dichas actitudes donde queda evidente esa falta de respeto a los demás. Debemos comprender que la libertad acaba donde empieza la de los demás.
Un fuerte abrazo, amigo Josep Mª.
Lo que puede parecer una tarea fácil y podría ser perfectamente asumible por todos, resulta que no, que hay fuerzas resistentes que les interesa mantener la batalla entre los que defienden el blanco y los defensores del negro. Ciertamente estamos viviendo una recesión muy importante en los valores que tanto costaron alcanzar y mantener. Solo por citar un ejemplo, ahí está el llamado PIN parental, censura parental o como ahora se le llame. Estamos volviendo a la censura "oficial". Lo que hace unos años se podía hacer y decir, ahora es motivo de castigo. Hace poco visioné una actuación del famoso humorista y monologista ya fallecido, Pepe Rubianes, que para mi era el paradigma de la provocación, que en un momento dado habla de España y dice algo así como: "¿España?, qué coño me importa España, que le den por culo a España". Hoy estaría sentado en un banquillo acusado de incitación al odio. Creo que tanto de un lado como del otro nos estamos pasando. ¿Dónde está la libertad de expresión y su límite? No debemos confundir lo malsonante con un delito, pero tampoco podemos jugar con los sentimentos legítimos del prójio escudándonos en esa libertad de pensamiento, palabra y obra.
EliminarMuchas gracias, Estrella, por tu comentario.
Un beso.
Yo creo que la madurez o "maduración" nos va convirtiendo en personas mucho más tolerantes, o sabias, vete tú a saber. En las tribus y algunas comunidades, los viejos son los que ostentan la sabiduría y a los que sus miembros consultan y respetan, je,je. Quién más quién menos ha evolucionado a lo largo de su vida, aunque algunos, hay que reconocerlo, más que evolucionar han involucionado, volviéndose más retrógradas e intransigentes.
ResponderEliminarAunque creo que es una frase sacada de las escrituras, es muy cierto lo de "por sus actos los conoceréis". Quienes solo saben mentir, atacar la discrepancia y humillar a los que no piensan igual, son los culpables que nos tiremoslos trastos a la cabeza.
Un abrazo.
Hola.
ResponderEliminarPues suscribo lo que dices. Yo no soy creyente, ahora mismo menos qu enunca, pero jamás me burlo de creencias ajenas, ni hago daño gratuitamente con cosas que para mí no son importantes pero seguramente para otros sí.
Feliz semana.
Hola, Gemma. Hay creyentes y practicantes que muestran mucho menos respeto hacia las creencias ajenas que los ateos o agnósticos. Hay buena gente en todas partes, ya sean religiosas o no. Ser respetuoso con el prójimo es una vistud que no todo el mundo tiene.
EliminarUn abrazo.
Hola Josep Mª, he leído con detenimiento tu reflexión y ese confirmación final de tu pensamiento. En total acuerdo. Ahora que tengo a Gemma arriba y leo, comparto ese mismo comentario con ella. Siento no aportar mucho y rebatir algún punto, pero es lo que hay. Un abrazo compañero.
ResponderEliminarHola, Eme. ¿Cómo iba aquello? Ah, sí: No están todos los que son ni son todos los que están, je,je. Y no es una perogrullada. No todos los que profesan una religión la ponen en práctica, ni todos los que hacen el bien son gente religiosa. Hay buenas personas y respetuosas hacia los que no piensan como ellos tanto en el grupo de creyentes como en el que no lo son. No ser creyente no es sinónimo de mala gente. Eso era una enseñanza que se nos daba en los colegios religiosos cuando yo era niño.
EliminarUn abrazo.
Reflexionaba el otro día sobre el respeto versus los chistes que se hacían, sin malicia, seguro, con lo de tener como protagonistas a tartamudos, cojos etc .
ResponderEliminarLos tiempos han cambiado, pero no del todo, no creamos que está todo hecho. Un abrazo
No, todavía quedan resíduos de esas malas costumbres. Y es que algo que estuvo muy arraigado durante años y años no se borra con facilidad.
EliminarUn abrazo.
Me gusta tu reflexión, yo comparto todo lo que escribes. Me gusta que se respete las religiones aunque no comparta con todo lo que encierran leyes y sus creyentes. Pero el respeto ante todo. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Mamen. Una sociedad en la que sus miembros no se guarden mutuo respeto es una sociedad conflictiva, como la nuestra. Y en la relación de pareja pasa exactamente igual, je,je.
EliminarMuchas gracias por dejar tu comentario.
Un abrazo.