Hoy, por primera vez en mi
vida bloguera he improvisado mi entrada y la publico al poco de haber
terminado de escribirla. Si no, reviento.
El motivo es que es mi cerebro
está que arde, a punto de explotar, como una olla a presión. Supongo que, en parte,
se debe al maldito “virus chino”, como lo ha bautizado el impresentable de
Trump. A ese, el coronavirus ni se le acerca por miedo a morir por culpa de su
estupidez (la de Trump, me refiero).
El pasado viernes por la
tarde, paseando a mi perro por la zona ajardinada que hay en los aledaños de
casa —que estaba, lógicamente, mucho más solitaria que de costumbre, solo frecuentada
por perros y sus amos, o viceversa—, sentí el golpe de la dura realidad que estamos
viviendo. Porque una cosa es ver una guerra por televisión y desde el sillón de
tu casa y otra en el campo de batalla. Y es que, en un momento dado, quedé
completamente a solas. Silencio total. El cielo estaba encapotado con nubes que
parecían amenazar lluvia. Una leve brisa mecía las incipientes hojas de los
altos chopos circundantes. No se oía ni un solo pájaro. Parecía esa escena
cinematográfica en la que el protagonista presiente que algo malo va a suceder
de un momento a otro. Y de pronto, a lo lejos, oí una voz, seguramente grabada
y procedente de un coche patrulla, advirtiendo a los ciudadanos que se
mantuvieran a buen recaudo en sus casas y que no salieran. Eso sí que tenía
pinta de película de terror o de ciencia-ficción. Parecía que nos conminaban a
acudir a los refugios ante un inminente ataque nuclear o extraterrestre. Como Pelut,
mi perro, ya había hecho, por fortuna, sus necesidades, no perdí más tiempo y
al pobre casi lo arrastré camino de casa, ante su mirada de incomprensión.
Sabiendo, como sé, lo que está
ocurriendo y el riesgo que corremos, sentí, por unos momentos, un miedo
irracional que me empujaba a ponerme a buen recaudo. Pero cuando me recluí en
mi refugio hogareño, huyendo de ese enemigo maligno y silente buscando el
sosiego, volvió a aparecer otro tanto o más pertinaz: la información a través
de las cadenas de televisión y las redes sociales, que están afectando mi
estado de humor y mis tranquilas rutinas de siempre.
En este aspecto, a todos nos
ha cambiado la vida esta maldita pandemia. Pero la pandemia mediática también
hace de las suyas, física y anímicamente, no dejándome en paz ni un solo
momento y ante la cual me veo incapaz de protegerme. Las noticias por
televisión, lejos de tranquilizarme, me alarman, al ver las divergencias entre
lo que nuestros mandatarios dicen y las imágenes que las propias cadenas nos
ofrecen de las calles, carreteras y hospitales; los dimes y diretes que corren
como galgos por las redes sociales y que uno no puede eludir por si acaso;
informaciones catastróficas y apocalípticas de alguien que dice ser un pariente
de un amigo que dice haber visto u oído…; las noticias e imágenes más que
preocupantes que comparten nuestros “amigos” de Facebook; las opiniones de
visionarios que nos previenen de un horrible final o nos informan, porque lo
saben de buena tinta, que todo ha sido y es un complot perfectamente orquestado
por unos pocos, etcétera, etcétera, etcétera. Vamos, que somos unos pardillos y
hemos caído de pies y de cabeza en la trampa.
Incluso una de mis mayores
aficiones se ha visto afectada: la escritura. Pero no es que me hayan
desaparecido las ganas de escribir, de lo contrario no lo estaría haciendo
ahora mismo ni mantendría al día mis blogs. El problema, si así puede llamarse,
es que, si la atención mediática a la que me he referido ya me está ocupando
más del doble del tiempo que venía ocupándome, hay que sumarle ahora el que
debo dedicar a la lectura de mis blogs amigos y conocidos. Al parecer, quienes
habitualmente publicaban de uvas a peras o, como máximo, una vez al mes o cada
quince días, ahora son mucho más prolíficos; y uno, que es cumplidor, los lee
todos hasta que la vista o el cansancio dice basta, porque a veces ya no doy
más de mí después de tres horas sin descanso. Y eso me estresa, pues no me
permite dedicar el tiempo que quisiera a escribir mis propios relatos para el
concurso tal y cual, para el taller de escritura quincenal, para... Y cuando
por fin estoy sumergido de lleno en la escritura mi nueva entrada, sin pensar
en nada más que en lo que tengo en pantalla, salta la voz de mi mujer desde la
lejanía reclamándome: «Pero ¿vienes o no vienes a comer?»
Ayer decidí confesárselo a mi
terapeuta.
— Esto se ha convertido en un
sinvivir, doctor. ¿Qué puedo hacer?
—Pues relájese y salga a
pasear. ¿Tiene perro?
—¡Será cabrito! Uy, perdón, se
me ha escapado, disculpe —y le colgué el teléfono, porque había tenido que
anular la visita por culpa de la cuarentena.
jajja, pues estoy de acuerdo. Eso del bombardeo de noticiarios a mí me ha sobrepasado. Casi no hablo ya del día de este confinamiento, el mío sin perro que me ladre :-), pero tu terapeuta tienen razón, un perro sirve para salir de paseito, corto, es verda. Ese silencio de la naturaleza es tal que las palomas con sus arrumacos sonoros me dajan así como alelada hasta que identifico la inocencia del sonido.
ResponderEliminarLo de estar leyendo y comentando blogs a mí me lleva actualmente casi dos horas por día, que sí es verdad que me sobran, pero no tanto :-). Por mí ni me comentes, o ni leas, la verdad, proque tengo temporadas en las que he escrito poco y ahora y no por obligación, ni prestada, lo hago cada día. Un abrazo y serénate, la vida son dos días
Si cuando "el procés" estaba al orden del día ya evitaba ver las telenoticias por puro agotamiento, ahora más de lo más. Entiendo, como no podría ser de otro modo, que es un tema de altísimo interés para todos y todas, pero, como siempre ocurre con las desgracias, parece como si los periodistas y los programas de muchas audiencia se pusieran las botas y solo concentraran sus esfueros en este monotema. Desde primera hora de la mañana a última de la noche, el coronavirus no nos deja vivir; bueno sí, nos deja vivir pero en un sinvivir, como menciono al final de la entrada.
EliminarEn mi caso, esa sobreinformación me produce una reacción alérgica, de rechazo.
En cuanto a la lectura, soy tan disciplinado que me paso por todos los blogs que frecuento día sí y día también. No es una imposición por parte de nadie, es mi dosis de ocio diario. Pero ya traté este tema hace tiempo, el estrés que me suponía "cumplir" con este hábito cuando mi mista de blogs crecía sin parar y ya casi no daba abasto. Si a esto le sumamos la intranquilidad, el tiempo que nos roban las noticias y los bulos, y la irritabilidad que comporta el enclaustramiento, el resultado es de un gran malestar. Leer vuestros blogs me distrae y seguiré haciéndolo, pero, como ya me dijeron en aquella ocasion, y aconseja mi terapeuta (ja,ja,ja,), me lo tendré que tomar con calma.
Un abrazo.
Pues aquí, encerrando, se agradece cuando llegan las ocho y mi vecino nos deleita con hora y media de música a todo trapo. La noticias, una vez al día y sin acabar de verlas, lo justo para saber que el tema sigue mal.
ResponderEliminarYo ni tengo perro...
Abrazo virtual!
Ahora nos vemos obligados a dosificar el tiempo libre (es decir todo) de una forma muy distinta a la de antes. Dicen que tenemos que seguir un plan de activivades para no caer en el aburrimiento.
EliminarEl sentido del humor del español arrasa con todo y hasta en esta situacion hay quien aprovecha para hacer chistes o grabarse haciendo el tonto. Al principio me hacía gracia y lo consideraba una forma de evadirnos del grave problema que nos acucia, pero a medida que pasa el tiempo se me hace cada vez más insoportable.
Si estás confinado porque no acudes al trabajo prsencialmente y no tienes muchas excusas para salir, excepto para comprar el pan y otros alimentos, y se te hace insoportable no poder salir a la cvalle a pasear, habla con un vecino de confianza que tenga perro y que te lo preste por un ratito, je,je.
Un abrazo.
Sííí,... por favor, me uno a tu proclama,... que la gente contenga ese furor por publicar,... puede llegar a estresar,… jajaja
ResponderEliminarNota.- Que sepas que yo sigo con mis dos publicaciones al mes,... es todo lo que mi pobre creatividad da de si.
Cuídate!
El nerviosismo y la alarma social debe tener algo que ver, pero esa "verborrea" mediática debería atajarse como sea.
EliminarYo procuro publicar cada semana, aproximadamente, pero no es una obligación auto-impuesta, sino una costumbre que, de paso, me mantiene activo en cuanto a escritura. La mención al aumento puntual de publicaciones ajenas no era, obviamente, una crítica, sino un apunte sobre lo que representa leer y comentar cada una de ellas, je,je.
Un abrazo.
Pues a mí sacar al perro cada mañana, aunque sea poco rato, me viene bien para tomar el aire fresco, pero me deja abatida ver la calle tan solitaria, como si yo fuese la única habitante en toda la ciudad.Una ciudad fantasma. Me ocurre al contrario que a tí, y es que esta situación me ha dejado cao, y no me dan ganas de escribir. Ya me he impuesto a mí misma dejar de ver las noticias (una vez al día es más que suficiente para estar informada), no prestar atención a los mensajes que nos bombardean por todos sitios. Hay que mantener la calma y llevar una vida lo más normal posible, si es que eso es posible.
ResponderEliminarCuídate mucho, Josep. Besos
Pasear, con perro o sin, es muy saludable, pero es cierto que en estos días casi resulta tétrico, por esa soledad que mencionas.
EliminarPara mí, la escritura y la lectura está siendo (y siempre ha sido) un refugio anímico, pues me olvido de todo lo demás. En cuanto a las noticias, las he dosificado al máximo: solo al mediodía y por la tarde-noche, coincidiendo con los telediarios.
Un abrazo y cuídate también, Rita.
Ja, ja, ja, perdona que me ría, pero esto va de pandemia a alarma, de pandemia a bulo, de pan a la mesa. Hoy lo he decidido, me niego a leer más whasap, estoy hasta el pirulí. No almuerzo por no escuchar las noticias, Jose lo hace con los cascos y yo pamplineo en otras cosas. Antes las noticias eran un momento de escuchar lo que pasaba por el mundo ahora nos separa en el almuerzo. Qué bombardeo, por dios y tú al menos... tienes perro. Un abrazo compañero
ResponderEliminarEntiendo el nerviosismo de la gente, como el mío, y la necesidad que sienten muchos por comunicarse y compartir informaciones y opiniones varias, pero ha llegado un momento de saturación tal que es un sinvivir. De los días laborables ya ni hablo, pero no puedo entender cómo un sábado y domingo por noche (cuando mi mujer y yo nos relajamos viendo alguna película o serie) haya quien no tenga nada mejor que hacer que estar constantemente enviando WhatsApp. Ese constante cling cling, cling cling, a razón de diez por 20 segundos, me está volviendo loco. Además nos obliga a poner en pausa lo que estamos viendo por si ha entrado algo importante. Yo lo dejaría para más tarde, pero ¿y si es una de nuestras hijas que nos tiene que decir algo importante? Y así, los 45 minutos de una serie se convierten en una hora y media o más. Pero eso no es lo peor de todo. Estar pendiente de esos mensajes entrantes (muchos de ellos absurdos, ridículos y hasta cabreantes) contribuye a agravar esa desazón en la que estamos sumergidos.
EliminarUn abrazo.
Pues ahora los políticos han cambiado la estrategia. Se han dado cuenta de que nos habíamos dado cuenta de que le habían dado a la cosa menos importancia de la que requería, y están diciendo que nos armemos de paciencia porque queda coronavirus para más rato del que habían dicho. Así no podremos decir que no nos habían advertido.
ResponderEliminarCreo que no hemos escarmentado lo suficiente en cabeza ajena retrasando medidas que deberían haberse tomado antes, pero a lo hecho pecho. Saldremos adelante, pero con mucha paciencia.
Un abrazo.
Como digo en mi entrada, lo que más me intriga, por no decir exaspera, es estar escuhando al portavor oficial de rturno decir que todo está cntrolado, que se están tomando las medidas más restrictivas jamás imaginadas, que tenenos a los mejores profesionales (cosa que no dudo) y seguimos todas las recomendaciones de la OMS, y al cabo de unos minutos, por la misma cadena de TV, se entrevita a médicosy profesionales sanitarios de tal hospital o tal otro y comentan que están colapsados, que no disponen del mínimo equipo necesario para no contagiarse, que no tienen los suficienets respiradores para salvar la vida de los enfermos más graves, que las enfermeras tiene que hacerse las batas con bolsas de la basura, que tienen que hacer una criba entre los enfermos según su edad, que hay algún país que ya ha decretado el cierre de sus fronteras, mientras aquí no hace falta etc, etc, etc. Y bueno, nuestro presidente del gobierno agradece la colaboración y comprensión ciudadana mientras que son decenas de miles las multas que se imponen a quienes se saltan la cuarentena.
EliminarNo sé dónde ni a quién comenté que, al igual de lo que ocurrió con el 11M en Madrid, y por cómo llevó el tema el PP, insistiendo en la autoría de ETA, a Aznar le costó perder las elecciones, que vaya con cautela el Sr. Sánchez, porque si esto le estalla a la cara por su lentitud en reaccionar ante el avance de la epidemia en España, también le puede pasar factura en las próximas elecciones. Y lo tendría bien merecido, por cazurro.
Un abrazo.
Bueno, mi blog no te da más trabajo del que siempre te ha dado. Sigo fiel a mis rutinas y costumbres: publicación un día sí y dos no.
ResponderEliminarTampoco oigo más noticias de las de toda la vida: los dos telediarios de siempre. Sí que oigo un poco más la radio porque si no la bicicleta estática se hace mortal de aburrimiento.
En cuanto a las redes sociales, sigo fiel a las publicaciones literarias y paso del resto, como he hecho siempre.
De lo que es más difícil librarse es de lo que nos llega por wastsapp, que proviene de amigos y familiares, aunque ya procuro pasar de los reenviado a no ser que sean cosas de utilidad práctica.
Vamos, que procuro huir de los bulos y del me han dicho que han oído que decían que alguien dijo...
Un beso.
El agobio que menciono sobre el trabajo que me representa leer todos los blogs amigos, no sería tal, o por lo menos de tal envergadura, si el ambiente a mi alrededor fuera "normal". Del mismo modo que no puedo concentrarme ni inspirarme con una música de fondo a todo volumen o con un ruido endordecedor circundante, tampoco puedo leerlos ni hacer otras actividades relajantes con este tsunami que se nos ha echado encima y con el contínuo machaqueo al que estamos sometidos por todas partes. Incluso estoy hasta los mismísimos de tanto programa informativo full-time que nos bombardea con noticias cada vez más alarmantes o contradictorias. Periodistas y tertulianos se están volviendo a poner las botas, ahora que "el procés" parece que ha pasado a segundo plano. Me dan ganas de meterme en una cápsula y enterrarme bajo tierra. Lo malo de esta medida es que, cuando todo hubiera pasado, los supervivientes estarían vivitos y coleando y yo convertido en una momia como la de Tutankamón.
EliminarUn beso.
El aluvión de noticias sobre la pandemia que nos azota creo que se podría catalogar de acoso informativo, porque es agobiante, la verdad.
ResponderEliminarYo he decidido por salud mental reducir las horas de informarme porque de esta acabo mal. Lo de las redes sociales es de psiquiatra, no sé qué buscan algunos imbéciles con mentir y falsear datos para agitar el avispero, como si no tuviéramos ya suficiente con lo que tenemos encima.
Yo sí estoy aprovechando el tiempo libre (sigo trabajando desde casa) en escribir, como no tengo perro... pues me tengo que quedar en casa, sí o sí. El único tiempo en que respiro aire libre es cuando bajo la basura y cuando me asomo al balcón a aplaudir a las ocho al personal sanitario. A eso se reduce mi vida "social" fuera de mi familia.
Un beso y a aguantar el tirón.
Tanto la falta de informacion como la sobreinformación tienen efectos muy nocivos, pues ambas cosas crean incertidumbre y temor. La información hay que dosificarla y contrastarla. No hablar por hablar, empezando por los políticos. Cuando hay demasiada información/desinformación que no se corresponde con la realidad y cada uno va por su lado, el caos está servido. Uno dice blanco y el otro negro. Uno dice que todo esta bajo control y al momento se muestrasn cifras que ya empiezan a ser escalofriantes, mientras se muestra una renuencia a atajar por lo sano e impotencia por dotar a los profesionales sanitarios (que empiezan a caer como moscas) de las herramientes indispensables para luchar contra un virus que no frena su expansión. Cuando ves que se actúa por impulsos y se rectidica tan solo unos días después de haber rechazado las propuestas de quienes no ostentan el poder y se hace oidos sordos a los verdaderos expertos, uno se iría a vivir a Marte. Ay no, que allí tampoco hay respiradores.
EliminarMira que a mí Torra y los de su clan me cae fatal, pero ¿te imaginas que al final tuvieran que darle la razón en lo de cerrar fronteras y establecer un círculo de aislamiento alrededor de las CCAA más afectadas, como son Madrid, Cataluña y el País Vasco? Sería el despitote. De hecho, ya hay más de un Presidente de Comunidad Autónoma que se está alineando con su propuesta. Aquí no hay banderas que valgan, solo ciudadanos que seguirán aumentando la cifra de muertes sino se les confina, por el bien de todos.
Un beso y sí, a aguantar. No nos queda otra.
Jajaja, qué bueno, hay que tomárselo con humor y desde luego cerrar el wsp que casi todo son bulos. Yo tengo el sonido diferente para mis hijas, así sé cuando son ellas las que me mandan mensajes y a los demás ya no les hago caso. Y las noticias solo las veo a la hora de siempre y con bastante calma, lo que me indigna es pensar que esto no es casual sino premeditado para cargarse a gran parte de los mayores 🤦♀️
ResponderEliminarTú por lo menos tienes perro para poder salir, pero yo no tengo ni perrito que me ladre, jajaja.
Un abrazo Josep, me ha encantado esta entrada.
¡Caramba, esto me interesa! No sabía que se podía seleccionar el sonido en función de quien pueda llamar. Lo averiguaré, porque es desesperante estar tomando el móbil a cada señal de entrada de algo para ver que solo son tonterías o, peor aun, malos presagios.
EliminarSon tantas las teorías conspiratorias que han surgido detrás de esta pandemia, que prefiero no pensar en ello,
Un fuerte abrazo, Elda.
Hola, Josep.
ResponderEliminarLa verdad es que desde que comenzó la cosa he vivido dos semanas de máximo ajetreo y me siento muy identificado con lo que has escrito. Por fin, ahora parece que comienzo a controlar la situación y a seguir unas férreas rutinas diarias que incluyen, entre tras cosas, dosificar al máximo la información televisiva. Lo de sentir miedo o al menos inquietud al salir a la calle, incluso a las actividades permitidas, me tiene bastante molesto. El pensamiento único se ha impuesto y no hay espacio para la reflexión. Realmente no sé qué peligro tiene para el prójimo que una persona pueda salir a correr de manera individual y manteniendo las distancias. Acabarán saliendo los chivatos como en los regímenes totalitarios y tirarán piedras incluso al que saque a pasear a su pobre mascota. Y va para largo.
Me quedo también con tu nota final. Nunca perdamos el buen humor.
Abrazos.
Aquí también encontramos extremismos, como no podía ser de otro modo. O quizá, debería decir absurdidades. Entiendo y apoyo la mano dura contra los irresponsables que se saltan las normas racionales de prevención, poniendo en riesgo a los demás, pero tampoco entiendo qué mal puede hacer alguien que, EN SOLITARIO, haga ejercicio al aire libre. Mi mujer, que es muy perspicaz, dice que si lo admitieran, se echarían a la calle cientos de runners, con lo que sería peor el remedio que la enfermedad. Y me lo creo, pues somos así: o nada o todo. Pero que, compartiendo piso con mi mujer y conviviendo con ella casi todo el día (trabaja en una farmacia) en un espacio cerrado y lógicamente esté permitido y, en cambio, no me dejen acompañarla en coche hasta su lugar de trabajo porque o pueden ir dos, me parece ridículo. Pero, por otra parte, si no fuera así, la típica picaresca española se inventaría cualquier excusa para saltarse la norma y decir que vas con la mujer cuando en realidad has quedado con la amante, ja,ja,ja.
EliminarUn abrazo.
Hola Josep Ma,
ResponderEliminarYo no tengo perro por mucho que le pese a mi hijo menor y hace 10 dias que no piso la calle, eso sí salgo a la terraza, cuando toca y en otros ratos.
Veo muy poco la tv e intento mantener horarios, estoy teletrabajando y tengo poco tiempo libre porque todo parece que va más lento o quizás soy yo, no lo sé, no puedo evitar preocuparme y los mensajes catastrofistas no me ayudan, afortunadamente las risas de los niños jugando en las terrazas me ayudan a relajarme. He descubierto que las terrazas son una fuente de diversión y de historias jajaja, lástima que no estoy demasiado motivada para escribir pero las anoto para cuando vuelvan las musas y musos.
Estoy leyendo novelas ligeritas y disfrutando de las ventajas de la tecnología también en videoconferencias múltiples que se convierten en una olla de grillos hablando todos al mismo tiempo, he tenido un curso acelerado de nuevos aplicativos, jajaja e intento que no se me contagie el desánimo, porque no podemos perder el humor.
Un beso y muchos ánimos
Estupendo, Conxita, eso es precisamente lo que aconsejan los que saben, je,je. Disciplina y seguir un horario de actividades, como si no ocurriera nada especial. Pero, claro, es imposible evadirse del todo. Solo con poner la tele unos minutos, te bombardean con noticias, algunas esperanzadoras y otras catastrofistas. Yo intento evadirme al maximo (sobre todo con la escritura) pero resulta muy difícil. Si no veo la tele ni me conecto a facebook, ya se encarga mi mujer de ponerme a día, je,je. Además, cuando vuelve de trabajar, trae algunas malas noticias que los clientes a los que dispensa se encargan de hacerle saber: que si un hermano ha ingresado grave, que si una cuñada ha empezado a tener fiebre y eso que no salía de casa, que una enfermera muy conocida ha dicho que..., etc.
EliminarMi querido perro es, en realidad, "nuestro" perro, y no quiero decir con ello que sea mío y de mi mujer, que también, sino que, en realidad su propietaria oficial es mi hija menor. Desde que se emancipó y ya no vive con nosotros, tenemos la custodia compartida, je, je. Hasta ahora lo teníamso una semana nosostros y otra ella, pero ahora ha preferido cedernos la custodia completa mientras dure esta tempestad, para que, por lo menos, yo tenga un motivo y justificación para salir a pasear. Pero salir estos días a la calle (vivimos en una zona residencial alejada del centro del pueblo) es como pasearte por un cementerio y solo ves, de vez en cuando, y guardando las distancias, como si fuéramos apestados, a otras pesonas con otros perros y todos con cara de zombies.
El humor y la esperanza es lo último que hay que perder, Conxita.
Un beso.
Coincido en que leer y escribir serán siempre formas de catarsis fundamental de las personas , ahora las noticias nos desbordan y aumentan la gran calamidad , sin embargo la vida sigue y hace presencia ese silencio de la naturaleza , sin coches , sin maquinas , sin gritos , y también pienso que debemos saber leer ese silencio que nos transmite paz pero a la vez incertidumbre por que algo no se hizo bien a nivel planetario, finalmente no obstante de esto, mirarlo con optimismo y con una gota de buen humor es lo que nos hace lo que somos. Un abrazo.
ResponderEliminarNos encontramos ante un dilema: querer saber o no querer saber, esa es la cuestión, je,je.
EliminarPor un lado necesitamos saber qué ocurre y cómo discurre la epidemia, pero por otro no deseamos oir malas noticias y mucho menos discusiones y recriminaciones entre representantes de un partido y del otro. Solo nos falta esto.
Paradójicamente, ha tenido que ser una pandemia lo que pusiera un poco de orden en la naturaleza, limpiando ríos, mares y el aire que respiramos. Lástima que cuando esto haya pasado y nos hayamos recuperado física y psicológicamente, la tierra volverá a enfermar.
Un abrazo, Pablo.
Sin estar informados, viviríamos en un limbo, flotando sin saber qué ocurre en este mundo que nos tiene absorbidos. Pero el exceso de información, y más si es contradictoria, nos aturde y emborracha hasta el punto de no saber dónde estamos y qué ocurre en realidad.
ResponderEliminarAsí pues, información la justa, pero ¿cómo podemos saber quién dice la verdad si no buscamos en otra fuentes? Y así nos pasamos el día pegamos al televisor y a las redes sociales, que parecen disfrutar de ese festín.
Un abrazo.
¡Hola!
ResponderEliminarQue puedo decir de lo que ya has mencionado, así es la realidad, algunas personas te tranquilizan y otros te trauma la verdad que empece a dejar de ver noticias del coronavirus y empece a centrarme en mis cosas de nuevo y ver películas y series, a leer etc. Poco a poco mis días se han ido en eso y me siento bien :)
cuídate ;)
Hola y bienvenida.
EliminarNo solo es el bombardeo de noticias lo preocupante, pues, al fin y al cabo, puedes, si quieres, evitar. Lo peor es la avalancha de comentarios, WhatsApp, tuits, y demás, que parecen disfrutar alarmando a la población. Yo también, poco a poco me he ido aislando, pero resulta tan difícil...
En estos días, tenemos que cuidarnos, no solo físicamete sino también psicológicamente.
Un abrazo.
En estos días hay que seguir la noticia pero solo una vez, después hay que aislar el bombardeo porque no nos hace bien. Por lo menos a mi.Sigo el wassap de mis compañeras y son unas jabatas. SE están enfrentando al virus sin medios. Con una mascarilla de papel que tienen que guardar para toda la semana. Y da miedo oír las muertes que están llevando a tanta gente mayor. Yo no tengo perro para sacarlo, pero cuando me asomo al balcón siempre pasan una media docena a pasearlos. Un abrazo.
ResponderEliminarPues sí, hay que ir dosificando las noticias cetrándonos en las "oficiales", aunque reconozco que algunas veces estas son demasiado optimistas y no se corresponden con la realidad al 100 por 100. Pero, por otra parte, nos llegan noticias por otras vías que pretenden ser realistas y quizá no lo son tanto. Hay que intentar ser cauto aunque es difícil. Lo importante es protegernos tanto del virus (que afecta el cuerpo) como de las malas noticias (que afectan la mente).
EliminarUn abrazo.
Así están las cosas Josep. Acá estamos igual. Pero vamos desfasados como con casi un mes creo. Como veo a la gente de irresponsable imagino que se pondrá feo el asunto.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el final de la entrada.
Abrazos.
En situacioes extremas es cuando se comprueba la responsabilidad y solidaridad de la gente. No sabría decir si hay más gente responsable y solidaria o irresponsable y egoísta, pero algunas de las imágenes que vemos no son muy optimistasn este aspecto. Solo cuando el riesgo ya es muy alto, la gente empieza a concienciarse, pero, aun así, creo que lo hacen para protegerse a sí mismos y no para proteger al vecino. Y encima hay gobernantes que, en lugar de inspirar confianza y animar a la gente a ser precavida, predicando con su ejemplo, son unos perfectos inútiles.
EliminarUn abrazo.
Jaja. Me reí con lo del "¿Tiene perro?". Oh, por favor.
ResponderEliminarMuy propia y educada tu manera de expresarte, he notado. Primera vez que veo a Trump descrito como "impresentable". Otros solemos usar adjetivos menos neutrales, jeje. Un saludo, que todo esté bien allá.
Es que me acostumbro a ser muy educado, incluso cuando insulto a alguien, je,je.
EliminarMuy amable por haber dejado tu comentario, Alexander.
Yo también espero que estén ustedes bien.
Un saludo.