martes, 1 de noviembre de 2022

Vigilados

 


Con este mismo nombre existe una serie norteamericana de ciencia-ficción, cuyo título original en inglés es Person of Interest, creada por Jonathan Nolan, guionista de la famosa película Interstellar.

Para quienes no hayan visto la serie, solo destacar de forma muy sucinta que trata de un misterioso científico millonario que ha diseñado un sistema informático de vigilancia masiva cuyo objetivo es detectar con la suficiente anticipación a posibles víctimas de un grave delito y/o a quien lo va a cometer. Dicho sistema, llamado la Máquina, es muy codiciado por la cúpula de los servicios secretos estadounidenses para utilizarla con fines muy distintos a los previstos por su creador, lo que le obliga a vivir en la clandestinidad y a proteger su invento aun a costa de su vida.

Pues bien, al margen de lo trepidante de la trama, esta serie suscita la duda ética de si resulta procedente “espiar” a los ciudadanos aunque sea con fines beneficiosos para él.

Cuando en 2013 visité Cuba, me percaté —porque así me lo hizo notar un acompañante local— de que en muchas calles y plazas las autoridades habían instalado cámaras para “vigilar” a sus ciudadanos. Probablemente, fuera cierto que el objeto de esa vigilancia sea político, para identificar, localizar y detener a cualquier disidente que pretenda alterar el orden público manifestándose o actuando en contra del poder establecido.

Pero al margen de ese posible uso represivo, el debate sobre la necesidad de instalar cámaras de vigilancia en las calles se ha trasladado a muchas otras latitudes democráticas. Que haya cámaras en los bancos y centros oficiales es aceptado por todos, sobre todo en el primer caso, pues el cliente acepta ser grabado por motivos de seguridad. Saber quién entra y sale de un establecimiento bancario es primordial para identificar a posibles asaltantes, y lo mismo podemos aplicar en otros tipos de establecimientos donde podría producirse un atentado y con una gran concurrencia de clientes.

Pero ¿y en las calles? ¿en espacios abiertos? Esa posibilidad ya origina un debate sobre la privacidad de cada uno. Ante las opiniones en contra de su existencia, yo siempre he dicho lo mismo: como no tengo nada que ocultar, no me importa ser grabado. Lógicamente, queda excluida de tal presunción la vigilancia en espacios privados en los que se requiere de absoluta intimidad, como en los baños, las saunas, los vestuarios, etc.

El beneficio de tal medida la hemos visto en muchas ocasiones, la más reciente en el caso de la falsa enfermera que se llevó un bebé recién nacido del hospital de Basurto. Las imágenes registradas a la entrada y salida del centro hospitalario y durante una parte del trayecto de la secuestradora, fueron claves para identificarla y solicitar la cooperación ciudadana. Finalmente, la mujer, conocedora de su búsqueda a través de dichas imágenes, cejó en su empeño y decidió abandonar a la criatura en el rellano de una vivienda. Pero este solo ha sido uno de los muchos ejemplos en que las cámaras de seguridad han arrojado luz sobre hechos delictivos y han contribuido a dar con el paradero del delincuente. Atropellos con el conductor dado a la fuga, trifulcas callejeras y a la salida de discotecas, con resultado de muerte, actos vandálicos, etc.

Así pues, yo me muestro a favor de la implantación generalizada de esta vigilancia en las calles y lugares públicos. Más vale prevenir que curar, dice el refrán. Aunque pueda parecer extraño, me sentiría más seguro sintiéndome vigilado, sobre todo viviendo en una sociedad democrática que protege los derechos humanos.

¿Y vosotros? ¿Os parece bien esta medida o preferís no estar sujetos de esa vigilancia, aunque ello signifique que un asaltante, secuestrador, violador, homicida y cualquier otro tipo de delincuente peligroso pueda quedar impune?


15 comentarios:

  1. Hola, Josep.
    Aunque no veo series de manera habitual me ha llamado la atención la que comentas de Jonathan Nolan. Abres un debate muy interesante y en el que tengo sentimientos encontrados. Si bien la utilidad pública es clara veo brechas de seguridad en las que el individuo pueda perder algunas libertades. Me refiero a videovigilancia privada en hoteles o incluso a las alarmas antirrobo que dan opción a tomar imágenes en las que un posible inquilino pueda ser espiado. Pero claro estas son conductas delictivas y no generalizables. Si con las cámaras en lugares públicos se salva una sola vida o se detiene al autor de un crimen quizás merezcan la pena.
    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Miguel.
      La gran mayoría de los avances tecnológicos tiene sus pros y sus contras. Internet, sin ir más lejos, nos ha brindado una gran ayuda en muchos aspectos de nuestra vida, pero a la vez se ha mostrado como un arma muy peligrosa según la mano que lo ultiza. Y lo mismo ocurre con las redes sociales.
      Como en muchas otras cosas, a la hora de elegir entre dos opciones (en este caso vigilar o no vigilar), hay que tener en cuenta la relación beneficio-riesgo.
      Un abrazo.

      Eliminar
  2. Creo que es una respuesta más complicada de lo que parece. Yo tampoco tengo nada que ocultar, pero tampoco estoy seguro de que quienes hagan uso de esas cámaras siempre se vayan a limitar a vigilar delitos, no pretendiendo en algún momento sacar provecho propio de lo que están grabando.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Efectivamnete, no es una cuestión baladí, pues tiene sus ventajas y desventajas y hay que saber calibrar cada una de ellas. Que hay desaprensivos que pueden utilzar las imágenes fuera de la legalidad es una posibilidad. La cuestión está en establecer medidas de control para que ello no ocurra, aunque, claro está, no debe ser tarea fácil.
      Un abrazo.

      Eliminar
  3. Es innegable que estamos super controlados. Nuestra tarjeta de crédito, nuestras búsquedas por internet, nuestras compras online, nuestros contactos en las redes sociales van dejando rastro y nos hemos resignado a ello como un mal menor. Hay empresas que, ilegalmnete, compran los datos de muchos usuarios para sus intereses comerciales y fraudulentos. Así que en este mar de control incontrolado, ya poco me importa que una cámara me grabe entrando o saliendo de un local comercial, ya que esa imagen no vale nada a menos que en ese momento se cometa un delito y pueda resultar esclerecedora para detener al culpable y eximirme a mí de toda culpa.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Yo estoy totalmente de acuerdo contigo; como no tengo nada que ocultar no me importan esas cámaras. Esas vigilancias a no ser que ocurra algo fuera de la ley, supongo que nadie va a perder el tiempo en mirarlas, con lo cual que siga la vigilancia para bien de los ciudadanos de buena voluntad, :))).
    Un abrazo Josep.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Aquí también podríamos aplicar el concepto del más vale prevenir que curar.
      Un abrazo, Elda.

      Eliminar
  5. Yo tiendo a pensar como tú que como no tengo nada que ocultar no me importa que se me grabe. Tal vez se nos escapen matices más profundos, pero en principio, coincido contigo en que los beneficios superan a los perjuicios, al menos para la gente honrada y con comportamientos aceptables. Eso dando por supuesto que estamos en un estado de derecho y que la vigilancia no se hace por motivos represivos o que atenten contra la libertad sino para evitar delitos. La mucha novela policíaca que leo me ha dado idea de lo útiles que son las grabaciones para detener a culpables de todo tipo de delitos.
    Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Los avances tecnológicos tienen que estar al servicio de la gente con fines beneficiosos.
      No solo las cámaras han resultado útiles a la hora de perseguir a un delincuente, el rastreo del móvil ha dado muchas veces su fruto al ubicar al presunto asesino en el lugar de los hechos. Y esto también lo vemos con frecuencia en las series policíacas, je, je.
      Un beso.

      Eliminar
  6. Hola.
    Adoro esa serie, la vi (hablo de ella en el blog) y estuve muy enanchada, al igual que el resto de mi familia.
    No sé qué decir de las cámaras, yo tampoco tengo nada que ocultar, pero por otro lado, no me gusta que me vigilen. ¿Quién controla esas imágenes? ¿Me pueden asegurar que no es un psicópata que controla mis rutinas? Y por otra parte, creo que estamos ya muy vigilados, por ejemplo, Google me pregunta a diario mi opinión sobre el sitio en el que he estado (tengo puesta ubicación, sí) y si digo alguna palabra con cierta frecuencia todos los anuncios que aparecen tienen relación. Hace un año mi hermana y yo decidimos decir durante un día la palabra baño muchas veces, siempre de manera natural. Pues los anuncios eran de productos de limpieza para el baño, seguros del hogar incidiendo en las humedades, mamparas de ducha, vinilos adhesivos para el baño...
    Vamos, que Finch, Fusco y Reese tenían razón.
    Muy feliz día.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A mi esta serie también me enganchó, je, je.
      Yo parto del principio de que si las cámaras de vigilancia las pone, por ejempo, el Ayuntamiento con fines de seguridad ciudadana, no tengo nada de lo que sospechar. Igual las de los grandes establecimientos o incluso las que algunas farmacias tienen instaladas. Así que, en general, me siento seguro sabiendo, o creyendo, que no hay ningún psicópata que utilizará las imágenes para un fin distinto al previsto y deseado. Otra cosa muy distinta son los pervertidos que instalan microcámaras en los vestuarios o en el baño de las chicas.
      Y lo de que estamos controlados con lo que hacemos en internet y en otras aplicaciones, es algo obvio y que, de hecho, sabemos y aceptamos, pues, de lo contrario no seguiríamos utilizándolas.
      Yo también puedo contar casos curiosos, pero no tanto como el de repetir una palabra y que luego "alguien" la utilice para presentarte anuncios relacionados. En uno de mis últimos relatos (El autostopista) tuve que informarme en Google sobre california y más concretamente el desierto de Mojave, que el protagonisra cruza en dirección a Las Vegas. Pues durante unos días, recibí de la empresa de viajes Travel ofertas para viajar allí. Eso es, desde luego, un coñazo pero por lo menos no es maligno, je, je.
      Un abrazo, Gemma.

      Eliminar
  7. Hola, Josep, para no ser aficionado a la ciencia ficción, te has metido en un berenjenal que ni en las distopías más crudas, je, je.
    La verdad es que, hoy día, somos nosotros mismos la cámara de vigilancia. Cerca de donde yo vivo hubo un altercado violento a altas horas de la madrugada y a primera hora de la mañana ese altercado ya estaba en decenas de miles de móviles. Así que puede que la cosa ya esté en marcha.
    Por otro lado, no sabría decirte; si es en pos de la seguridad, adelante, pero si es en función de un control exhaustivo... Creo que no estaría agusto. Al fin y al cabo es nuestra libertad la que de vería perjudicada, y todo eso de las cámaras me suena a lo de los anticuerpos y sus vacunas. Sí, pongamos cámaras para detectar a los malos, pero estas no podrán hacer nada si estos se adaptan a ellas y encuentran el modo de burlarlas, harán falta, entonces, otro tipo de cámaras, o que cada uno lleve un identificador incrustado, como un lector de iris (como ocurría en Minority report) o el famoso chip que dicen que nos van a implantar. Y ¿Si eso no es suficiente? ¿Hasta dónde estamos dispuestos a ceder nuestra libertad? ¿Y si en realidad los malos son seres contratados por los fabricantes de cámaras que quieren meternos el miedo en el cuerpo para que vendamos nuestra libertad hasta que aceptemos cualquier cosa? Eso da para otra película, jajaja.
    En fin y en definitiva, yo no estaría muy agusto con una cámara siempre gravándome, pero es que también soy muy tímido.
    Un abrazo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muy cierto, Pepe, ahora incluso algunos ciudadanos actúan como vigilantes-denunciantes al grabar actos vandálicos o xenófobos en la calle o en el metro, y esas imágenes han ayudado a aprehender al delincuente. Otra cosa distinta es grabar por puro morbo y para compartirlo en las redes sociales como diversión en lugar de intentar mediar o evitar el acto en sí.
      También es cierto que los delincuentes cada vez son más listos y del mismo modo que hay hackers que pueden burlar los cortafuegos y otros sistemas de seguridad informática, también los hay que puede desactivar, e incluso hackear, las cámaras de seguridad. Esto es como el espionaje y el contraespionaje. En todo caso, siempre hay que ir un paso por delante de los delincuentes e idear sistemas más inviolables. De eso viven las empresas de seguridad, je, je.
      Si uno no se siente seguro en un chalet a las afueras, instala cámaras de vigilancia y una alarma conectada con la central de alarmas y con la policía. Igual no sirve de mucho, pero ofrece tranquilidad. En la calle es igual. Gracias a las cámaras instaladas en lugares públicos, se ha podido saber cómo se produjo una avalancha mortal (Cores del Sur), cómo se derrumbó un puente peatonal (La India) y qué sucedió en el desgraciado incidente del Madrid Arena. En las manisfestaciones violentas, con ataques al mobiliario público y saqueos en comercios, las imágenes grabadas han permitido identificar a más de un violento. Sé que esto suena a un control propio de regímenes totalitarios, pero creo que en estos casos el fin justifica los medios.
      Quizá yo haya tocado un tema que puede rozar la ciencia ficción, pero tú no te has quedado corto, amigo, je, je. Yo también, en más de una ocasión, he sido un poco conspiranoico cuando, tras un robo en un domicilio, aparece al día siguiente una empresa de seguridad ofreciendo sus servicios. ¿Y si son ellos quienes han propiciado el asalto para crear la necesidad de instalar sus equipos de seguridad? Pero no lo creo, más bien pienso que se enteran de dónde se producen robos y aprovechan la ocasión para hacer negocio.
      Serás muy tímido, pero a lo mejor eres muy fotogénico y quedas muy guapo en la foto, ja, ja, ja.
      Un abrazo.

      Eliminar
  8. Es muy interesante Josep, pero creo que también estoy por el uso de cámaras en lugares públicos, precisamente por todo lo que señalas. Creo que sólo así algunos individuos pueden comportarse como deben, sabiendo que se les vigila.
    Abrazos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Todo depende del grado de conflictividad que se da en un determinado lugar o población y de los riesgos que nos acechan. Las cámaras instaladas en las carreteras o autopistas tienen por objeto controlar el exceso de velocidad, pero también cazar al loco del volante que conduce a más de 200 Km/h y a kamikazes que circulan en sentido contrario, poniendo en grave riesgo la vida del resto de conductores. En estos casos me parece magnífico que potenciales homicidas sean detenidos y puestos a disposición judicial, y si han producido la muerte de inocentes, que lo paguen con la cárcel. Yo soy de los que, ante la delincuencia grave hay que tener tolerancia cero. Y que conste que no soy un totalitarista, pero basta ya de que ladrones, agresores sexuales y asesinos se salgan con la suya por falta de pruebas.
      Un abrazo.
      P.D.- Que conste que no tengo intereses económicos en ninguna empresa de seguridad, je, je.

      Eliminar