A medida que he ido haciéndome
mayor me he vuelto más insociable, o menos sociable, para ser más exacto. Así
como la mayoría de la gente tiende a formar un rebaño, es decir a ser gregaria, yo prefiero el aislamiento bien llevado, ese que
implica que cada uno se ocupe de sus cosas y deje al prójimo en paz. Una cosa
es querer gozar de independencia y otra no ser solidario. Lo uno no quita lo
otro, que quede claro.
En cuanto a ese sentido gregario
al que me refiero, solo hay que ver la masificación en la que vivimos y nos
movemos y que parece agradar a la mayoría. Yo, en cambio, odio las masas, huyo
—si puedo— de ellas. Pero no creo que sufra de ninguna fobia patológica, es
simplemente fruto de la experiencia de vivir en comunidad.
Eso de que todo el mundo es
bueno, queda muy bien, y no pretendo contradecir a quienes así lo creen. Hay
gente buena y mala en todas partes, eso es evidente. La cuestión es pensar en
si el vaso está medio lleno o medio vacío. En cuanto a bondad y solidaridad, yo
más bien soy de los que piensan lo segundo. Quizá debería citar, para justificarme, ese refrán que
dice que cada uno cuenta la feria según le va.
Pero aquí no voy a tratar de
la bondad o maldad de los seres humanos, sino de su capacidad para convivir en
armonía.
Siempre he soñado —y en sueño
se va a quedar— en vivir en una casa, en una vivienda unifamiliar, sin vecinos
pegados a la mía. ¿Por qué? Pues para hacer lo que me de la gana sin requerir
de la aprobación de una mayoría que no siempre tiene la razón.
Por desgracia, desde que mi
mujer y yo nos fuimos a vivir juntos a una comunidad de propietarios —nuestra
primera vivienda—, he tenido que ver truncados varios planes y propuestas que no
solo me favorecerían a mí, sino también a toda la comunidad, por culpa de la falta
de unanimidad o de la mayoría necesaria que requería la reforma para llevarla a
cabo. Y es que siempre me he topado con esos individuos e individuas que se
oponen a todo, y generalmente en base a vaguedades injustificadas.
Hasta ahora he “sufrido” la
experiencia de cuatro comunidades y en todas ellas ha habido este denominador
común. Pero este no es el único problema. Existen otros tanto o más molestos:
la morosidad, la intolerancia, la indisciplina, la incapacidad por mantener una
convivencia apacible. Podría poner muchos ejemplos, pero todos ellos llevarían
a la misma conclusión: mejor solo que mal acompañado.
Y es que una comunidad de
vecinos es, a muy pequeña escala, como un país en el que nadie está contento,
todos quieren mandar y quienes más critican son quienes más deberían callar.
Estamos de acuerdo, somos sociables por los genes, pero a veces (muchas) nos revienta.
ResponderEliminarUn abrazo.
Quizá el problema esté en que queremos vivir juntos pero no nos soportamos.
EliminarUn abrazo.
Mira tengo la experiencia de la Comunidad de Propietarios de casa de mis padres, y uf, menuda Comunidad de locos, "LA QUE SE AVECINA" se les queda corta, uf, siempre con problemas, follones y líos, es insoportable la verdad, pero bueno ahora parece que están un poco en calma, veremos porque hay dos folloneras sobre todo que siempre andan diciendo que no a todo y poniendo pegas, cuando no a una cosa es a otra, uf.
ResponderEliminarA mi también me gustaría vivir en una casa donde no haya que tener follones con la comunidad de propietarios, pero como tú en sueño se va a quedar jeje.
Un abrazo.
En mi primera residencia éramos 32 vecinos y las reuniones acababan siempre a grito pelado. Acabé dejando de asistir, a menos que ostentara un cargo en la junta directiva. Las reuniones se hacían en el vestíbulo de la finca y desde nuestro piso, que estaba bastante alejado, se oían los gritos. Y siempre eran los mismos energúmenos.
EliminarVivir en una casa se quedará en un sueño, a menos que me toque la lotería, ja,ja,ja.
Un abrazo.
Muy interesante tu escrito que me permite conocer situaciones por las que por suerte no me ha tocado vivir.
ResponderEliminarSaludosbuhos
Pues, efectivamnete, tienes mucha suerte de no vivir estas situaciones que expongo. Te doy la enhorabuena, je,je.
EliminarUn saludo.
Yo soy antisociable con algunos vecinos, y con otros no. Para colmo pertenezco a la junta de la comunidad. 😝 Muchas veces he pensado en vivir a las afueras. Pero de momento no es posible 😔
ResponderEliminarUn abrazo!
Yo trato a mis vecinos del mismo modo que ellos me tratan a mí. Los hay muy educados, pero otros ni se dignan a saludar cuanso nos cruzamos. Yo les correspondo de la misma forma. No hay mayor desprecio que no hacer aprecio.
EliminarY yo muchas veces me he imaginado viviendo en una casa junto a un lago, ja,ja,ja.
Un abrazo.
Qué buena comparación, una comunidad de vecinos y España,... jajaja
ResponderEliminar;-)
Suelen gustarme las comparaciones un tanto caricaturescas. A España la comparo siempre con una familia mal avenida, je,je.
EliminarUn abrazo.
Tienes toda la razón. Yo también he vivido en comunidad de vecinos en un piso y es tal como lo cuentas. También he vivido en una vivienda unifamiliar pero con vecinos a un lado y otro. La diferencia es grande, muy grande, aunque también tienes que tener en cuenta que hay vecinos a los lados y también generan ruidos y demás. Pero en tu casa eres dueño que hacer lo que quieras. Pero lo mejor, de lo mejor es estar solo, sin nadie alrededor. Así ni molestas ni te molestan, pero no siempre se puede tener, y no hay más remedio que aguantar
ResponderEliminarUn abrazo, Josep
Yo tuve una segunda residencia (esta no la he tenido en cuenta porque solo duró tres temporadas) en un conjunto de casas adosadas con jardín y piscina comunitarios. La imagen inicialmente idílica se convirtió en un infierno. Juergas por la noche en el jardín, gente bañándose a medianoche, perros campando a sus anchas por el jardín dejando sus cacas esparcidas, y un largo etcétera de comportamientos insolidarios que nos obligó a largarnos a la primera ocasión que tuvimos. Antes de ir a vivir a un piso o a una casa tendríamos que averiguar la categoría moral y social de los vecinos y aun así... Lo mejor: una casa en la montaña y en las afueras del pueblo, je,je.
EliminarUn abrazo.
Creo que lo más similar al infierno es una reunión de una Comunidad de Propietarios. De hecho, creo que en una batalla bélica hay menos discusiones ja, ja, ja. Ojalá algún día tu deseo que hago mio se cumpla y puedas vivir en una casa con jardines, piscina y sin vecinos ;)
ResponderEliminarUn abrazo, Josep.
No sé por qué, pero los humanos somos beligerantes por definición. Con lo poco que me gusta discutir, no soporto a los que siempre buscar bulla por naderías y solo para demostrar su autoridad.
EliminarLa única forma de vivir totalmente ajeno a los vecinos conflictivos es irse a vivir a una isla desierta, ja,ja,ja.
Un abrazo.
Ja ja, yo me considero individualista y la gente lo confunde con insolidaria y, desde luego, no tiene nada que ver porque yo de insolidaria no tengo nada.
ResponderEliminarYo creo que padezco de enoclofobia y donde hay mucha gente, lo paso fatal. He dejado incluso de ir a las manifestaciones.
Pero dejándonos de fobias y demás patologías, te diré que, curiosamente, mi marido lleva en este momento tres cuartos de hora hablando con un vecino de la comunidad de León acerca de problemas de dicha comunidad.
Y el problema tampoco se soluciona en una urbanización pues aunque las casas son unifamiliares, la comunidad no lo es y existir, existe. Habrá que hacerse una casa en el monte.
Un beso.
Yo me niego a ir de rebajas por esa razón.
EliminarCuando me ha tocado ser el presidente de mi comunidad, siempre he tenido que soportar al típico vecino que, incluso a horas intempestivas, se presenta en casa para quejarse de eso y de aquello y te pega la paliza hasta que se le seca la garganta. Y, como decía al final de mi entrada, suelen ser los que cuando les toca a ellos el turno de ejercer de presidentes no se les ve el pelo ni mueven un dedo para arreglar los problemas de verdad.
Viviendo en una urbanización también perteneces a una comunidad, pero, por lo menos, no tienes que soportar las fugas de agua del vecino de arriba, los martillazos del manitas de turno, ni necesitas la aprobación de los demás para instalar un descalcificador (comunitario) o montar unas placas solares en el techo de la vivienda, je,je.
Sí, mucho mejor una casa en el monte y lo más alejada posible del vecino más próximo. Como dice el refrán: cada uno en su casa y Dios en la de todos, ja,ja,ja.
Un beso.
Somos sociables, pero luego nos cuesta ponernos de acuerdo. Buena reflexión.
ResponderEliminarUn abrazo
Sí, somos sociales solamnete cuando nos ponemos de acuerdo, je,je.
EliminarUn abrazo.
Estoy de acuerdo contigo Josep, aunque yo no he sufrido nunca el inconveniente de las reuniones de vecinos, porque no he ido. Ya sé que si todos hicieran lo mismo no se conseguiría hacer nada de lo que va surgiendo en la comunidad, pero es un guirigay tan grande como las tertulias de tv, que todos hablan a la misma vez para no decir nada. Creo que uno de los peores inconvenientes que hay, es tener alrededor unos vecinos ruidosos.
ResponderEliminarAhora, lo de vivir independiente del todo, tampoco me gusta, :))), las viviendas de ese modo, dan mucho más que hacer por fuera que por dentro, lo sé por experiencia en el verano. Uy no no, prefiero un piso. ¡Cuantas veces lo habré dicho en el pueblo! jeje.
Un abrazo Josep. Buena reflexión.
Y además del escenario que expones, hay el típico vecino que llega tarde a la reunión, casi cuando todo, o casi todo, ya se ha tratado y entonces pide explicaciones y empieza a poner pegas a lo que ya se ha discutido y acordado. Vamos, el típico tocapelotas (con perdón).
EliminarYo vivo en un conjunto de tres comunidades: la de nuestro módulo o escalera, con solo ocho vecinos, dos por planta; la general, relativa a los espacios comunes, jardín y piscina; y la del parking. Últimamnete solo asisto a la reunión de mi escalera, y de los ocho vecinos solo suelen aparecer cinco o seis, con lo cual, aunque hayan desavenencias, la reunión discurre más rápido y con menos contratiempos. En la de la comunidad general y la del parking, con un total de 40 vecinos (aunque solo acudan la mitad) ya he dejado de ir porque se eternizaban y siempre acababan como el rosario de la aurora, je,je.
Mi mujer también prefiere un piso que una casa, por el tema de la seguridad y por el menor trabajo que da. Y aun así tenemos alarma, por si los robos, je,je.
Un abrazo.
Yo he tenido bastante suerte, en general, lo que no quita que me sienta totalmente identificado con lo que dices. Mi insociabilidad de persona mayor no me ha pillado de sorpresa, porque la he ido entrenando durante toda mi vida.
ResponderEliminarUn abrazo.
A medida que uno se hace mayor, el carácter suele agriarse y la mala leche aumenta, je,je.
EliminarMe alegro que te haya ido bien con tu comunidad.
Un abrazo.
¡Bueno, bueno, Josep, las Comunidades de vecinos! Menudo tema que acabas de tocar. Un horror, eso es lo que son. Yo ahora mismo participo en dos y en ambas hay de todo y algunos vecinos que lo mejor sería que abandonasen el edificio. ¿Por qué? Pues por su egoísmo, su insolidaridad, sus abusos del bien común que la Comunidad es, por su morosidad (en una de ellas un vecino lleva sin pagar la comunidad 7 ú 8 años. Y allí está el muy cara), las envidias y el jorobar por jorobar... En fin me detengo. Sin embargo, te diré, lo de vivir en un chalet o casa aislada es algo que nunca me ha atraído, quizás porque unos amigos sí que vivieron unos años en uno y los gastos e incomodidades me parecieron superiores a los de vivir en Comunidad. En fin, cada uno cuenta la Feria según le va en ella, ¿no te parece? Pero esto no quita para las incomodidades e impresentables de las comunidades de vecinos.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, Juan Carlos.
EliminarSiento y me alegro a la vez que coincidamos en esta mala experiencia vecinal. Lo siento porque puede llegar a ser un suplicio, y me alegro porque demuestra que no estoy solo ante la desgracia ni soy un tipo raro, je,je.
Mi mujer es reacia a vivir en una casa, pero sobre todo por el trabajo que dice que implica su cuidado y por la peligrosidad e inseguridad que entraña vivir apartado del núcleo urbano. Sé que no llegaré a lograrlo, pero mi intención no es ir a vivir al monte, en medio de un bosque, y en una zona aislada, sino vivir en una zona residencial donde abunden los chalés. De este modo, no estás solo pero no tienes que soportar las típicas incomodidades y problemas de convivencia vecinal, aunque también los puede haber, pero en menor grado.
Un abrazo.
Como bien dices una comunidad es como un país a pequeña escala, y me hace gracia porque hace unos días tuve una conversación con un amigo con muchas similitudes. En conversaciones o las pocas veces que veo algún telediario, todo el mundo es muy prudente para evitar la propagación del coronavirus y sigue todas las normas/consejos y la culpa es de los irresponsables, que siempre son los demás, incluso los que se quejan de que los centros comerciales están llenos de gente ... desde los propios centros comerciales.
ResponderEliminarEn este país (aunque no somos los únicos) somos expertos en tirar balones fuera. La culpa siempre es de los demás, y del Gobierno, claro, je,je.
EliminarSaludos.
Hola.
ResponderEliminarSi yo te contara...hasta un asesino hemos tenido y mi marido, obligado por la poli, tuvo que ser testigo de la detención. Lo confirmo, se cumple eso de "Siempre saludaba".
Pero dejando aparte ese hecho puntual, somos peor que Aquí no hay quien viva y La que se avecina juntos.
Mi vecina de puerta es genial. Vive sola y la ayudamos en lo que podemos,y su hija siempre está muy agradecida. Lo hacemos de corazón, como yo querría que hicieran con mis padres si se hubiera dado elcaso.
Pero los otros...denuncias cruzadas constantemente, no hay acuerdos para arreglos y cuando ya no queda otra sale carísimo,nos han echado de varias aseguradoras por falta de mantenimiento. Horrible.
Hace cinco años me tocó la presidencia de la comunidad y me causó un estrés bestial. En el juzgado me concocían, cada mes iba allí, con el libro de actas, porque alguien había denunciado a alguien por cualquier bobada. Y en la aseguradora me regalaron un libro sobre la ley de la propiedad horizontal, yo creo que para que dejase de ir. Pero claro, no era cosa mía,es que cada día era una historia.
Tuvimos un vecino con covid, que teniendo síntomas entraba y salía, y un día tuvo que venir la ambulancia y falleció. Pues a los pocos días toda mi familia enferma...no quiero acusar, pero no salíamos, solo a tirar la basura.
Si me toca algo voy a agrandar la casa de la finca familiar y allí me voy. De hecho paso mucho más tiempo allí que en casa.
Muy feliz día.
Siempre ha habido vecinos mejores que otros, pero yo recuerdo que en la finca en la que nací y viví con mis padres hasta que me casé, existía bastante compañerismo. Claro que era otra época, desde los años 50 a los 70, en la qeu era habitual pedirle a un vecino un poco de arroz, una cebolla o azúcar, porque te habías quedado sin. Todos nos conocíamos y nos ayudábamos en caso necesario. Hoy día nos limitamos a saludarnos y poco más. Últimamente me cruzo con gente que no sé quienes son. Y en las reuniones de vecinos solo acuden unos cuantos y a veces prefieres que se hubieran quedado en casa.
EliminarEn el campo, ni los pájaros ni las gallinas, si tienes, te molestan como lo hace un vecino toca-pelotas, je,je.
Un abrazo.
Buenísimo, para los que tienen que vivir en esas circunstancias y para los que lo desconocen. Y por todo lo que estoy leyendo, una pesadilla.
ResponderEliminarYo soy de los segundos. Siempre he vivido en casas aisladas. Al nacer, en la juventud otra y la tercera donde estoy ahora.
Y es verdad, libertad no falta, desde hacer ruidos o fiestas o deporte, estudiar y con pocas personas.
Pero sabes, no sé si será personal, siempre es un placer ir a la ciudad; las luces, la gente, el teatro, los centros o sea, todo lo que representa una ciudad.
Eso sí, regresar a la tranquilidad de tu mundo, del verde, del silencio, de las estrellas.
Lo ideal sería tener las dos opciones., claro.
No te rindas, todo es posible.
¡Qué suerte! DE ete modo, si quieres tranquilidad te quedas en casa y si quieres un poco de alboroto pues te vas a la ciudad, je,je.
EliminarLo ideal es tener un piso en la gran ciudad y una casa en la montaña. Suena muy idílico pero nada fácil de conseguir. El impedimento es el dinero. A ver si en otra reencarnación..., ja,ja,ja.
Un abrazo.
Es complicado cuando la mayoría sólo piensan en ellos. Pero imagina, si a veces es complicado soportar a la familia, jajaja.
ResponderEliminarAbrazos.
En efecto, si incluso con la pareja hay discusiones, qué no habrá con extraños, je,je.
EliminarUn abrazo.