Las matemáticas nunca han sido
mi fuerte, todo lo contrario, pero siempre me he esforzado en estar a la altura
de la media nacional que, al parecer, es muy baja.
Aún recuerdo cómo, de niño,
aprendí la tabla de multiplicar cantando y cómo en párvulos me enseñaron a
sumar, restar e incluso a multiplicar. Cuando pasé, con seis años, del
parvulario al colegio de curas para empezar la educación primaria, el Padre Director
me sometió a una prueba para comprobar mis conocimientos. De los tres cálculos
matemáticos que tuve que hacer, solo fallé en la multiplicación. A la división
todavía no le tocaba el turno. Ahora se me hace muy extraño que a esa edad tan
temprana ya supiera sumar y restar con facilidad, cuando en la actualidad, con
cinco años, empiezan a sumar dos y dos. Pero esta es otra historia que no viene
a cuento.
Ya en primaria, me acuerdo de cómo,
para ejercitar el cálculo mental, el profesor nos ponía en círculo e iba
preguntando el resultado de una multiplicación: 4x9, 6x7, 9x3… Solo nos daba un
par de segundos para responder y tras un golpe seco con la regla sobre la mesa ¡plas!,
pasaba al turno al siguiente. Quien acertaba, pasaba delante del que había
fallado. De este modo, al terminar el ejercicio, los que ocupaban los primeros puestos
eran los más diestros en cálculo y se llevaban la mejor nota.
Desde hace ya muchos años las
calculadoras hacen el trabajo de cálculo mucho más rápida y eficientemente. Y
si se trata de ejercicios matemáticos complejos, para esto están las
calculadoras científicas y, por supuesto, las computadoras.
Todo ha evolucionado de tal
modo que, en menos de una hora, con la ayuda de una hoja de cálculo (Excel) y
un programa de presentación (PowerPoint) un usuario mínimamente entrenado puede elaborar un informe numérico o un gráfico
sobre cualquier tema (beneficio empresarial, balance económico, evolución del
paro, incremento poblacional, número de industrias contaminantes a lo largo del
tiempo y niveles de CO2, y un larguísimo etcétera).
Los cálculos a dedo (o a
lápiz) han quedado para la historia, aunque sigue habiendo excepciones, como
cuando se cuenta los votos a mano alzada en una asamblea o el número de
papeletas que se extraen de una urna y se cuentan tras unas elecciones. En este
último caso, se prevé que en un futuro las votaciones sean por un sistema
electrónico, no presencial, al igual que su contaje. Eso de realizar el
escrutinio de los votos contando el número de papeletas colocadas en
montoncitos sobre una mesa y separadas entre sí por partidos políticos resulta
arcaico.
Y llegado a este punto,
después de más de cuatrocientas palabras, os preguntaréis a qué viene tanto
rollo. Los que me seguís en este blog ya sabéis cómo me gustan los rodeos antes
de entrar de lleno en materia.
Esta especie de introducción pretende
dar a entender lo absurdo que resulta que, a estas alturas, no solo se sigan
contando los votos al estilo de la cuenta de la vieja (a mano) y los ingresos
hospitalarios al de las cuentas del gran capitán (a ojo).
Cuando visité por primera vez
los EEUU, me llevé una desagradable sorpresa. La imagen de perfección que me
había hecho de ese gran país se vino abajo. Pude comprobar que el ciudadano
medio norteamericano es tan simple e inculto como en nuestro país, que los
errores que cometen sus trabajadores son tanto o més garrafales que los de
aquí, que la puntualidad de los medios de transporte no es la regla, que la
calidad de los servicios tiene mucho que desear y un largo etcétera de
deficiencias. Pero nunca me hubiera imaginado que para contar los votos de unas
elecciones presidenciales hiciera falta tantas semanas. Estuve a punto de
ofrecerme voluntario para ayudarles a contar. Debo admitir que no he visto cómo
funciona este sistema, pero, por complicado que sea, nada puede justificar tal
demora, más propia de una república bananera.
Y aquí no nos quedamos a la
zaga. Si bien somos muy diligentes a la hora de calcular y comunicar los
resultados electorales, no sabemos calcular el número de ingresos hospitalarios
y de muertes por la Covid-19. Ahora resulta que es el Instituto Nacional de
Estadística (INE) quien da los datos más fiables que la propia Sanidad Pública,
revelando que el número de fallecimientos se quedó corto en, ni más ni menos,
18.500 afectados. Ahí es nada. Total, solo son unas decenas de
miles, cuando somos casi cuarenta y siete millones de habitantes. Y por no
hablar del baile de números entre Comunidades Autónomas y dentro de una misma
Comunidad, llegándose a la barbaridad de dar a entender —según afirmaciones a
bote pronto y sin reflexionar lo más mínimo— que 500 es una cifra inferior a
400. Vamos, como para volver a primero de primaria.
¿Hasta cuándo no podremos
disfrutar de una coherencia, transparencia y eficiencia a la hora de contar, ya
sean parados, votos o enfermos hospitalizados?
Creo que tenemos para rato. Mientras
tanto, suma y sigue.
El cálculo mental, aunque sea a grosso modo, es imprescindible para vivir, la verdad, por mucho que nos creyéramos negados para las mates, al final nos apañamos, y al ver depende qué cifras...nso sentimos casi normales :-)
ResponderEliminarUn abrazo
El cálculo mental mentiene las neuronas activas y dicen que retrasa el envejecimiento. Mi padre fue contable durante casi toda su vida y llegó a los 99 años bastante lúcido. Quzá fuera por eso.
EliminarUn abrazo.
Hola Josep, yo creo que el calculo del Covid no es que hayan contado mal, sino que han engañado en las cifras para que la cosa no pareciera tan grave, (o vete tu a saber) por lo menos en un principio; y en cuanto a lo de las matemáticas los que nos movemos por una edad... aprendimos muy bien las cuatro reglas y a muy temprana edad. Lo que es incomprensible es ver a los jóvenes contar con los dedos para una simple suma, así que si van a la compra no harán ningún repaso en el momento, :))). En fin, como se suele decir, ni tanto ni tan calvo.
ResponderEliminarUn abrazo y buena semana.
Sí, la ocultación y la manipulacion también es un factor a tener en cuenta. Aunque se diga que las matemáticas son una ciencia exacta, los números son muy fácilmente manipulables.
EliminarLos jóvenes de hoy, sin una calculadora o un móvil en la mano no son nada, je,je.
Uu abrazo y buena semana también para ti.
Un país que ha votado a Trump ya lo ha dicho todo de sí mismo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sí, ese es el nivel de una gran parte de la ciudadanía del "país de las oportunidades".
EliminarUn abrazo.
Para mí, los ciudadanos de USA, desde que votaron a Trump, me han decepcionado.
ResponderEliminarFeliz semana.
Votarle no fue, para mí, lo peor de todo, sino creerse, una vez coconidos loes resultados de estas últimas elecciones, sus embustes y sus difamaciones sin ningún tipo de prueba, y las reacciones violentas que ello dio lugar.
EliminarFeliz semana.
Qué gracia, yo llevaba tantos prejuicios de lo tontos e incultos que (pensaba) eran los estadounidenses y de lo caótico que era el país que me llevé la gran sorpresa de mi vida y quedé enamorada. Me gustó mucho más que Canadá y los canadienses.
ResponderEliminarEl sistema de conteo no es manual, lo que pasa es que el sistema de votación es muy complejo y debe de ser complejo también el recuento aunque se haga con tecnología. Lo que yo he entendido es que se estaba haciendo a mano en algunos sitios por la rabieta de Trump del fraude y demás.
No creo que el porcentaje de gente inculta sea allí mucho mayor que aquí, pero estaría por apostar (aunque igual me equivoco) que el porcentaje de gente que lee habitualmente sí que es mayor.
Soy una gran defensora de lo estadounidense porque conozco los prejuicios hacia ellos por mí misma. Allí hay cosas muy malas, pero también muy buenas. He estado tres veces, en el norte, en el sur, en el este y en el oeste y se ha convertido en mi país preferido de los que conozco.
Por lo demás, interesante tu post. En España la habilidad para las matemáticas y el cálculo es bastante limitada. Yo he dado clase de mates en 1º y 2º de la ESO durante varios cursos y los chavales están convencidos de que son muy difíciles y, curiosamente, de que no hace falta estudiarlas. Con esas dos ideas, nunca salen del hoyo.
Un beso.
Veo que estamos en polos opuestos en cuanto a nuestra visión de esa "tierra prometida". En mi caso, seguramente había puesto el listón demasiado alto y de ahí la decepción. Aquí se podría decir aquello de que "cada uno cuenta la feria según le va", je,je.
EliminarYo he estado en los EEUU unas siete veces y, excepto en una ocasión, siempre por trabajo y en estancias entre una a dos semanas. Quiero decir con ello que no es lo mismo la visión de un turista que la de quien tiene que tratar a los ciudadanos de un país en nivel de "igualdad". No voy a enumerar la cantidad de ejemplos que me llevaron a la conclusión que menciono en esta entrada porque no viene a cuento y sería muy prolijo. Me tocó bregar contra la vehemente defensa al derecho a portar armas, el patriotismo de pandereta, el no comprender que a uno no le guste ni el beisbol ni el futbol americano, los aires de superioridad que se gastan en el ámbito científico, con un exagerado proteccionismo hacia todo lo norteamericano (tuve que hacer unas presentaciones ante un selecto grupo de miembros del INH -el Instituto Nacional de Salud- y de la FDA (la sanidad americana), y no veas su actitud condescendiente por representar a un laboratorio alemán para el que yo trabajaba por aquel entonces). Y podría poner tantos ejemplos de ineptitud y de prejuicios, que daría para una entrada de las largas. Por supuesto, también hice amigos y tuve compañeros entrañables, la mayoría afroamerianos, mexicanos y alemanes, ja,ja,ja. Y una norteamericana de Texas de la que guardo un muy buen recuerdo, dicho sea de paso, je,je.
En fin, todos tenemos nuestras filias y nuestras fobias. De adolescente fui un anglófilo de narices, y ahora, en cambio, los británicos me caen fatal. Por supuesto estoy generalizando. Hay gente maja en todas partes, faltaría más. Quizá sí que los norteamericanos leen más, pero también te digo que más de uno situaba a España en Sudamérica. Toma ya. Para esos, todos somos hispanos y punto.
En definitiva, si me pierdo, no me busquéis en USA.
Un beso.
Teniendo en cuenta que siempre que hablamos de países foráneos, tendemos a ceñirnos a los tópicos ya conocidos, hay que decir que lo de los USA, es curioso pero hay que tener en cuenta en en sus votaciones cada estado aprovecha para plantear varias cosas a la población, no se vota únicamente para la presidencia de la nación, voto que encima es delegado.
ResponderEliminarEn cuanto aquí, hay muchas ganas de eludir el muerto, nunca mejor dicho, por parte de cada autoridad responsable.
Y así nos va.
Un abrazo.
Cierto que siguen exitiendo tópicos y prejuicios acerca de otros países, como existen dentro del nuestro. Para los franceses, los belgas son tontos, mientras que para los británicos los tontos son los irlandeses, haciendo chistes sobre ello. Yo estuve trabajando en Bruselas durante un mes y medio y los belgas que conocí me parecieron muy buena gente, mira por dónde. Evidentemente no podemos generalizar, pero hay cosas que saltan tanto a la vista sobre el comportamiento de alguna gente que no se puede evitar sacar una conclusión, aunque no sea del todo fiel. Al igual que para aprender bien un idioma hay que vivir en el país de origen, para conocer bien a sus gentes también hay que convivir con ellos cuanto más tiempo mejor. Yo trabajé también para una multinacional sueca durante ocho años y viajé con frecuencia a ese país y podría hablar de los suecos, pero no dejaría de ser una opinón posiblemente sesgada. Del único país que puedo hablar con conocimiento de causa es de España y mi opinión no es que sea muy buena, ja,ja,ja.
EliminarUn abrazo.
Lo de cómo cuentan los votos en EEUU a mí también me descoloca bastante, es raro, por no decir ridículo, que se tarde tanto en tener resultados fiables. Hace años un programa de humor en la tele y a cuenta del lío de votos con Bush hicieron una parodia donde al trabajo de contar las papeletas una a una, se añadía que la mayoría de los que contaban se atrancaban con los números a partir del diez o el once, haciendo del recuento una agonía interminable.
ResponderEliminarNo sé exactamente a qué se debe ese lío de contar fallecimientos según comunidades autónomas. En mi juventud trabajé en una clínica privada y entre mis funciones se encontraba el registrar en un libro que nos entregaba la Consejería de Sanidad de mi comunidad autónoma, los fallecimientos. Se hacía a mano, en el ordenador nosotros teníamos los datos pero no se podían volcar de otra forma que no fuera escribiendo a mano. El caso es que esa tarea se dejaba "para cuando hubiera un hueco libre", lo que en la práctica se traducía en que se rellenaba el pu.. libro cuando los de la consejería nos amenazaban con multarnos. No veas qué coñazo el poner todos los datos a mano. A lo que voy es que a veces nosotros no teníamos el motivo del fallecimiento (eso estaba en el historial médico pero los que rellenábamos el librito de marras estábamos en oficinas, concretamente yo), total que el motivo de la muerte más de una vez se rellenaba era un simple "parada cardiorrespiratoria" y a otra cosa.
Supongo que las cosas habrán cambiado mucho desde aquellos felices años noventa, aunque viendo lo que está pasando con el baile de cifras, lo mismo es que se sigue haciendo a mano el registro, algo que a estas alturas no me sorprendería nada de nada.
Un besote.
Pues igual les sucedió lo mismo. Si ya me llamó poderosamente la atención la exagerada tardanza en el contaje de votos, más me extrañó que eso sucediera en un país tecnológicamente tan avanzado y que se las da de pionero de muchas cosas.
EliminarY lo que cuentas del trabajo de registrar a mano el número de fallecimientos también tiene tela. Yo lo más pedestre que he hecho fue llevar la contabilidad de una autoescuela (mientras estudiaba), que se llevaba en un libro (muy parecido al de la ilustración) en el que había dos columnas, la de las entradas o ingresos, y la de las salidas o pagos. Y eso se hacía día por día. Al final se registraba la diferencia, el debe y el haber, cerrando la página con las palabras "suma y sigue", para pasar a las cuentas del día siguiete. Y también recuerdo cómo, en mi primer trabajo (en 1974), en lugar de fichar a la entrada y a la salida en un reloj marcador, anotábamos la hora a mano en un libro de registro horario y firmábamos. Cuando veo hoy día cosas parecidas, me da la impresión de haber vuelto a esos tiempos pretéritos.
Un beso.
Hola, Josep.
ResponderEliminarDesde luego que lo de las elecciones -el recuento- en Estados Unidos es casi inexplicable. Porque además se hace por estados que son similares a España. Si aquí, en un par de horas o tres, ya sabemos los datos electorales, no entiendo la tardanza de allí y porque no nos copian en algo muy bueno que tenemos.
Respecto a otro tipo de datos pienso que vivimos una nueva era en la que la propaganda a la hora de presentar los datos y números es más explícita que nunca. O sea las mates como arma política :)
Un abrazo.
Hola, Miguel,
EliminarEso es lo que me extrañó, que nosotros, que no somos precisamnete el paradigma de la eficiencia y la diligencia, en unas horas tengamos ya unos resultados, aunque sean preliminares, y ellos, tan modernos y adelantados, tuvieran que necesitar varias semanas.
Las matemáticas solo son una ciencia exacta cuando quien las usa no pretende manipular las cifras.
Un abrazo.
Curioso lo de las mates. Encuentro un cierto paralelismo entre lo que cuentas de tu época escolar y la que viví yo, sobre todo en lo de poner a los alumnos en fila colocándolos en determinado orden según iban respondiendo bien o mal a las preguntas del profe de turno. Hoy sería impensable semejante ejercicio (¡discriminación, discriminación!), pero entonces era lo habitual. Y, parafraseando a nuestro admirado Woody Allen, "a pesar de todo ello salí más o menos normal". ; )
ResponderEliminarA mí las mates no se me daban especialmente bien en la escuela. Me atascaba con lo que entonces se llamaban "problemas", con sus fórmulas, quebrados, corchetes, paréntesis. ¿Y las integrales? Ni te cuento. Un rollo. Irónicamente, acabé trabajando de contable. La de vueltas que da la vida, ¿eh? Y bueno, después de eso, aún sigo siendo "medianamente normal", aunque un poco menos que antes. ; )
El problema de los números no son los números en sí, que son siempre exactos y de una frialdad espantosa, sino en la interpretación y la manipulación interesada de que son objeto por parte de quien trabaja con ellos.
Un abrazo.
Yo también creo que tuvimos suerte de salir bastante "normales" después de cómo vivimos nuestra infancia. Aunque no todo fue malo, pues, por lo menos, no estuvimos idiotizados con los video-juegos y demás. Nuestros juegos serían primitivos, pero mental y físicamente más sanos.
ResponderEliminarLa enseñanza de las matemáticás en aquel entonces se basaba en un pura memorística, sin explicar el sentido y la aplicación de esas integrales, derivadas y logaritmos neperianos. Claro que hoy no debemos haber avanzado mucho, dado el nivel de nuestros jóvenes, y no solo en esta materia.
La peor y más fría utilización de los números es para despedir al personal. "Es que no salen los números", se suele decir. Pues si no salen, que los busquen. En alguna parte deben estar, digo yo.
Un abrazo.
Es difícil generalizar sobre un país tan diverso y de tantos contrastes, con grandes científicos pero también gente muy ignorante. Tienen muchos de los mejores hospitales y universidades del mundo pero la sanidad pública es muy pobre. Por otra parte, en las grandes ciudades Trump no obtiene mucho porcentaje de votos, algo parecido pasa en Gran Bretaña, donde Londres no quería Brexit pero sabemos lo que pasó. Prefiero no hablar de España pero en todos los sitios tenemos lo nuestro. Saludos.
ResponderEliminarEvidentemente, con más de 300 millones de habitantes, es muy difícil generalizar, pero solo con atenernos a datos concretos y objetivos podemos sacar algunas conclusiones y la que creo más evidente es que (tal como comento en esta entrada) con los adelantos técnicos que tienen a su disposición, una tardanza tan exagerada en el contaje de unos votos resulta cuanto menos ridícula, por complejo que sea el sistema. Que un país puntero en informática y tecnología diversa, todavía siga contando los votos a mano, no es de recibo, cuando tiene a todo el planeta pendiente de los resultados. Siempre he creído que esa imagen de perfección que nos quieren dar es pura fachada.
EliminarMientras que el país más adelantado del planeta tarda semanas en tener los resultados definitivos, España lo logra en 24 horas. Eso me llama muchísimo la atención. Ahí hay gato encerrado.
Saludos.
¡Hola, Josep!
ResponderEliminarA mi las mates de la E.G.B, confieso que se me daban muy mal. 😔 En cuanto a lo que cuentas de los EE.UU, telita. No sé si algún día lo llegare a visitar.
Un abrazo.
Hola, Mamen.
EliminarLos únicos suspensos que me llevaba en el colegio eran de mates, je,je. Quizá les sucedió lo mismo a los contadores de votos norteamericanos, ja,ja,ja.
Un abrazo.
La comodidad de las calculadoras nos hacen esforzarnos menos mentalmente, lo que no sé es en que momento eso pasó a ser algo malo. Lo de los recuentos no es algo que se haga bien o mal, es simplemente otra prueba de que nos cuentan lo que les da la gana.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues yo creo que pasó a ser algo negativo cuando muchos jóvenes dejaron de tener una mínima destreza para hacer cálculos mentales simples.
EliminarQuizá sí que, cuanto más se demore un contaje, más tiempo hay para inventarse resultados falsos.
Un abrazo.