jueves, 8 de febrero de 2018

El arte de escribir y otras disquisiciones



Hay muchas clases de crisis. Las hay que afectan a toda una sociedad, como la económica, la laboral, la política; y las hay personales, como la religiosa, la existencial, la de identidad. Yo experimenté la famosa crisis de los cuarenta unos años más tarde. Una reacción tardía. Afortunadamente duró poco. Ahora, tras más de cuatro años de practicar la afición que llevaba agazapada tanto tiempo, me temo que le ha llegado el turno a otra crisis: la crisis del escritor. Pero si fuera eso, podría darme por satisfecho, pues llevaría implícito algo muy importante. Ello significaría que soy escritor.

En un principio iba a dedicar esta entrada exclusivamente a mi ingrata experiencia en los concursos literarios, pero finalmente he optado por algo mucho más amplio como es mi autoevaluación como escritor de relatos. Y es que la reflexión sobre el éxito o fracaso en los concursos, un parámetro que demuestra el nivel de calidad del participante ─o por lo menos así debería ser─, me ha arrastrado a valorar también mi desempeño o pericia a la hora de escribir y publicar.

Aunque hace bastante tiempo ya escribí sobre los concursos que acaban sacando un provecho económico de los participantes, en esta ocasión la revisión retrospectiva de mi participación en ellos, que ha sido más bien escasa comparada con la de muchos colegas de letras, me ha llevado a tomar una decisión: no volver a presentarme a ninguno más. ¿Por qué? Porque, simplemente, los concursos literarios y yo no nos llevamos bien.

En los últimos tres años me he presentado a treinta certámenes nacionales. Solo en uno obtuve un accésit menor y paralelo al certamen principal y he llegado a pensar que se debió a la escasez de textos participantes en esa modalidad. En otros seis concursos fui uno de los múltiples finalistas que vieron su relato publicado en una Antología que la entidad convocante vendía a los interesados a un precio no demasiado módico, un anzuelo en el que seguramente mordimos muchos solo por ver nuestro relato publicado. Pero este tema, como he dicho, ya lo traté en su día.

No voy aquí a vilipendiar a las entidades convocantes de certámenes literarios y quejarme de la injusticia de sus dictámenes, de la arbitrariedad de los jurados, de eso y de aquello. Parecería la queja del fracasado o del resentido. No, aquí quiero tratar de algo personal y mucho más subjetivo que la opinión de un lector-evaluador o la cualificación crítica de un jurado. Aquí quiero tratar del valor que yo mismo le doy a mis relatos, incluyendo a los presentados a concurso y que quizá sea el quid de la cuestión, la verdadera razón de los fracasos que he ido acumulando.

En la novela de Carlos Ruiz Zafón, “El príncipe de Parnaso”, aparece un personaje, Anselmo Giordano, un supuesto discípulo de Leonardo Da Vinci, que aspira a ser tan buen artista como su maestro. En un momento dado, este le dice: “Joven Anselmo, no le entristezcan mis palabras, sino vea en ellas una bendición (…). Será usted un hombre afortunado, será usted un hombre querido y respetado por sus conciudadanos, pero lo que nunca será, aunque tuviese todo el oro del mundo, es un genio. Hay pocos destinos más crueles y amargos que el de un artista mediocre que pasa la vida envidiando y maldiciendo a sus competidores. No malgaste su vida en un destino aciago. Deje que el arte y la belleza los creen otros que no tienen más remedio. Y con el tiempo aprenda a perdonar mi sinceridad, que hoy duele, pero mañana, si la acepta de buena voluntad, le salvará de su propio infierno”. Esas palabras me quedaron tan grabadas que, de pronto, me vi reflejado en el pobre Anselmo Giordano.

Mi papel de Anselmo en la vida real podría muy bien estar haciéndome creer que soy mejor escritor de lo que realmente soy y de ahí mi fracaso como candidato a un premio literario, por modesto que este sea. Y, sinceramente, no creo estar muy equivocado y os diré por qué: porque cuando leo mis relatos antes y después de presentarlos a un concurso, los valoro de forma muy distinta. Y este efecto es todavía más patente cuando, transcurridos unos meses, cuando se aproxima el momento del veredicto, releo el relato con el que he participado y empiezo a ver detalles negativos que, aun habiendo corregido el texto una y otra vez, no los identifiqué. Y cuando por fin se ha hecho público el veredicto, tengo la certeza de que su calidad no estaba a la altura de lo que se espera de un relato ganador. Es entonces cuando me percato que una cosa es escribir bien y otra escribir muy bien.

Cada vez tengo más claro que un premio no lo gana una historia simplemente amena, entretenida, interesante, correctamente escrita, sin más. Para ser merecedor de un premio hay que escribir algo distinto a lo habitual, algo que llame poderosamente la atención del jurado, tanto por la idea (el fondo), como por el estilo narrativo y recursos literarios (la forma). Y esto último solo lo logran los escritores con mucha práctica o con mucho talento. Es cierto que hay premios inmerecidos, por las causas que sean, pero, muy a mi pesar, quiero creer que un jurado de un certamen literario con pies y cabeza, está lo suficientemente cualificado para discernir una obra de gran calidad de otra de buena calidad.

Viendo, pues, que no soy carne de concurso, ¿para qué participar si solo voy a padecer el tormento de la espera de la “sentencia”? Porque esta es otra cuestión, que definiría como paradójica. Cuando, en un derroche de optimismo e imaginación, me veo recibiendo el galardón en público, ante una concurrida audiencia y de manos de las distinguidas autoridades (en el caso de concursos organizados por ayuntamientos) o de reconocidos escritores y personajes locales (en el caso de entidades y sociedades culturales), empiezo a desear que no sea yo el afortunado. Contradictorio, ¿no? Es más, cuando tengo conocimiento de la parafernalia que rodeará al acto de entrega de premios, me entra una especie de canguelo, y luego, cuando compruebo que no he sido afortunado, siento un gran alivio y pienso que mejor estoy en casa que sobre un estrado. Quizá sea esta una forma de consolarme, como la fábula de la zorra y las uvas, o un claro exponente de mi inseguridad, timidez e introversión.

Pero al margen de los concursos, algo parecido me ocurre con lo que publico en mi blog de relatos “Retales de una vida”. Una vez publicados ya no me parecen tan buenos y originales. Siempre me propongo que el próximo será mucho mejor, el mejor de todos los escritos hasta el momento. Y luego, vuelvo a las andadas. Quizá debería dejar reposar el texto unas semanas y volverlo a leer desde otra perspectiva, como lector y no como autor, con esos otros ojos que muchos escritores recomiendan usar cuando tienen que revisar sus obras.

No hace mucho llegué a plantearme aparcar por un tiempo la escritura de relatos para darle un empujoncito a un embrión de novela que tengo en el congelador desde hace muchos meses. Pero si un buen relato ya se me antoja una tarea difícil, ¿qué no será una novela? La idea está ahí, pero ¿cómo darle la debida forma para que resulte de una calidad indiscutible? ¿Y luego qué? ¿Volver al penoso e infructuoso intento de hallar una editorial que desee publicarla? Si tuviera que atenerme a lo que ha significado publicar mi recopilación de relatos “Irreal como la vida misma”, ni siquiera debería planteármelo. Claro que, aunque la experiencia haya resultado un fracaso en el aspecto “comercial”, también me ha dado algunas satisfacciones.  

Pero no todo acaba ahí, recurriendo a la auto-publicación como una solución o desquite a la negativa o a la indiferencia de las editoriales. Hoy día publicar, o simplemente darse a conocer como escritor, requiere un esfuerzo añadido al ya de por sí complicado ejercicio de buscar un editor o un público. Más de un escritor novel ha acabado tirando la toalla al descubrir que para tener éxito no solo es preciso escribir, y hacerlo bien, sino que hay que emprender toda una batería de actividades para, como dicen los entendidos en la materia, lograr “visibilidad”, y que son actualmente imprescindibles: participar activamente en las redes sociales utilizando todas sus aplicaciones (Facebook, Twitter, Instagram, You Tube, etc.) a la busca y captura de lectores; asistir a eventos, encuentros, presentaciones; intentar conocer a tu público potencial; hacer NetWorking con otros escritores y grupos de escritores; practicar el Guest-posting, actuando de invitado en blogs de tu área; hacer email marketing; dominar el posicionamiento SEO, para saber quiénes te siguen, de dónde son y a qué se dedican; y generar una marca personal, para que todos sepan quién eres y cuál es tu obra. Y supongo que todavía hay más.

De entrada, diré que, exceptuando la difusión por las redes sociales (y solo en un par de ellas) no sigo ninguno de esos consejos, por falta de conocimiento y por indolencia. He ahí dónde debe estribar el origen de mi fracaso como escritor auto-publicado. Y por una vez en la vida, aun conociendo mi “defecto”, no pienso rectificar. Mea culpa, mea máxima culpa. A fin de cuentas, tengo la suerte de no escribir para vivir. Tampoco vivo para escribir, por mucho que me guste. Así que para qué tanto alboroto. Toda esta vorágine de actividad que implica darse a conocer no va conmigo. Como el título de un antiguo relato que escribí, me defino como un rebelde con causa. ¡Qué le vamos a hacer!

Si ya no doy abasto con lo que se publica en Facebook y otras redes sociales, con lo que se publica en las comunidades de escritores ─y sin ser muy participativo que digamos─ y en los “blogs amigos”, cada vez más numerosos, solo con imaginar lo que requeriría darme a conocer en el mundo de la ciber-cultura siguiendo las pautas anteriormente mencionadas, se me ponen los pelos de punta.

Es curioso ver cómo ha cambiado el panorama desde que decidí empezar a escribir. Al principio escribía solo como diversión. Luego vino el gusanillo de abrir un blog para dar a conocer lo que escribía, y con ello aparecieron lectores y lectoras que dejaban sus comentarios. Y luego la zozobra por ver quién dejaba ese comentario y qué decía, aunque debo añadir que, salvo en una ocasión muy desagradable, todos han sido elogiosos o, cuando menos, amables. No obstante, si mis cálculos son correctos y solo un cinco por ciento de las visitas que contabiliza mi blog de relatos deja un comentario, debería deducir que al noventa y cinco por ciento restante no les gusta lo que leen o les deja indiferentes. Y si la mayoría es la que manda, aun siendo silenciosa, esa debería ser una prueba fehaciente de cuál es, a ojos ajenos, la calidad de lo que escribo.

Entonces, si considero que la calidad de mis relatos no está a la altura de lo deseable, como para competir en un concurso, y solo a una minoría de los seguidores de mi blog le gusta los relatos que publico, debería también reconsiderar si vale la pena continuar con esta labor escritora, sobre todo teniendo en cuenta un hecho que merece de toda mi atención: que, aun habiendo mejorado en estilo narrativo, recientemente ando más bien escaso de ideas originales. Por mucho esfuerzo que pongo en la labor, el resultado final no me acaba de satisfacer. Releo escritos antiguos y me agradan más que los más recientes, y no porque hoy escriba peor, sino porque ahora las ideas no fluyen con la misma naturalidad. Si en mis inicios los relatos se agolpaban en el ordenador esperando a ser publicados, ahora debo forzar la máquina para provocar nuevas ideas. Ello, a mi juicio, va en contra de la naturalidad y la falta de naturalidad entorpece el buen gusto. Por mucho que se diga que la inspiración tiene que encontrarnos trabajando, si quiero que mi vida (literariamente hablando) sea fructífera, no debería machacar mi cerebro, sino dejarlo a su libre albedrío, a sus anchas, para que fluya de él lo que él desee.

Que conste que esta reflexión es sincera y no busca el elogio, esa actitud hipócrita de los que fingen menospreciarse para que les regalen los oídos con alabanzas, esas falsas autocríticas para provocar la respuesta que se quiere oír. De hecho, si tuviera que atenerme a los comentarios que han recibido hasta el momento mis relatos, debería sentirme muy satisfecho, pero mi percepción, en general, me crea serias dudas. Sobre todo, cuando leo a otras “plumas” mucho más bien dotadas que la mía. Hay muchos y muy buenos escritores. Y algunos incluso publican con éxito. Entonces, ¿qué hago yo metido en este berenjenal? ¿Debería prescindir de estas impresiones subjetivas y dedicarme a lo que me gusta prescindiendo de lo que puedan opinar algunos? Cierto. Pero una cosa que he descubierto desde que practico la escritura es que sí me importa la opinión ajena. ¿Qué opinaríais si, por ejemplo, obsequiaseis a diez personas, que leen habitualmente, un ejemplar del libro que acabáis de publicar y solo una os dice que le ha gustado mucho, mientras que el resto se abstiene de hacer comentario alguno? Podríais pensar que solo lo ha leído quien ha hecho ese comentario. Pero tratándose de amigos ─de lo contrario no se lo hubierais regalado─ es lógico pensar que, aunque sea por obligación, todos lo habrán, cuando menos, ojeado. Entonces ¿a qué se debe ese mutismo? La única explicación plausible para mí es que no les ha gustado y no saben qué decir. A nueve de diez no les ha gustado vuestro libro. A un 90% de vuestros lectores no les ha agradado en absoluto lo que habéis escrito. ¿Quién lleva razón? ¿Cuál es la opinión que vale, la del 10% que se ha mostrado a favor o la del 90% que, con su silencio, han mostrado su disconformidad?

Así pues, me hallo en una encrucijada. Me corroe la duda. ¿Debo forzarme a seguir escribiendo contra viento y marea o relajarme y tomarme mi tiempo hasta que recobre la inspiración perdida? ¿Debo repetir la experiencia de publicar una nueva recopilación de relatos o dejarlo correr? Quizá debería aplicarme el eslogan británico Keep calm and carry on y, siguiendo su consejo, tomármelo con calma, seguir escribiendo sin atosigarme y, de paso, probar fortuna dándole un empujoncito a esa novela en ciernes. Por lo tanto, si de ahora en adelante no publico relatos con tanta frecuencia en “Retales de una vida”, no es que esté moribundo (también literariamente hablando), sino simplemente en la “nube” (que no en las nubes), reposando, meditando y buscando la inspiración.

Quizá sea este un bajón temporal, una gripe literaria pasajera, o quizá sea fruto de un perfeccionismo mal entendido, mal practicado o mal digerido, o quizá sea un arrebato de inseguridad. Espero que, al igual que la crisis de los cuarenta, esta, si lo es, también sea breve. Sea lo que sea, el tiempo, ese que todo lo cura, tendrá la palabra. Pero, entretanto, no he podido dejar de plantearme estas interrogaciones retóricas.



20 comentarios:

  1. ¡Madre mía! ¡Cuántas ideas juntas! A ver te voy a hablar desde mi experiencia, que, como tú, tengo un blog y he publicado un libro.
    En primer lugar, los concursos, no siempre tienen el mismo jurado, no siempre buscan lo mismo, y creo que depende mucho de cuando te lean. Hace un tiempo leí una entrada ende un blog de alguien que decía que era recopilador de noes. Era una persona con un gran blog, de esosla con mil seguidores y millones de visitas. Decía que para obtener un si, había tenido muchísimos noes. Así que respiré tranquila.
    Por otro lado, todos los escritores tenemos esos bajones en los que nos preguntamos si escribimos bien o mal y si las personas que visitan y dejan comentarios simplemente lo hacen porque ya son amigos o quieren visitas de vuelta. Todo es relativo.
    En la cuestión de rechazos de editoriales, tenemos que pensar en ellas como empresas, ellas,igual que todos, intentan ganar dinero, editar es caro, y las grandes no se arriesgan con los escritores desconocidos, y las pequeñas tienen que elegir entre millones de manuscritos. Yo también he sido rechazada por bastantes editoriales. Y te digo una cosa, creo que la autopublicación acabará imponiéndose ante la editorial tradicional.
    En cuanto a la visibilidad los entendidos en marketing te enseñan multitud de cosas que tienes que hacer para que se te vea. Una de ellas es que los blogs de relatos no funcionan. Que compartaa mucho contenido de otros y mil cosas más que yo no hago. Así me va.
    Con lo que he decidido que utilizaré el blog como diversión. Escribiré día a día y leeré todo lo que pueda. Eso es lo mejor para aprender.
    Hice un curso de literatura infantil y me gustó mucho, y a pesar de todas las correciones que tuve por parte del profesor, me sentí mucho mejor como escritora. A lo mejor te vendría bien hacer uno que te guste. Tendrías opiniones sinceras y a la vez te divertirías.
    Pero que sepas que no estás solo en tu crisis. Creo que todos los escritores pasamos por ellas.
    Un besillo y ánimo.
    P.D. Escribo desde el móvil, es posible que haya alguna errata o falta de ortografía. Te pido perdón de antemano.

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  2. ¡Madre mía! Hay mucho que decir.
    Lo primero, yo creo que escribes muy bien, lo digo totalmente en serio, otra cosa es el gusto personal, a mí me encantan tus relatos pero seguramente a otra gente le gusta más otro género o tal vez otro estilo, en tu caso, si a alguien no le gusta desde luego no es por calidad. A mí misma me gusta mucho leer y tengo que confesar que odio El Principito y se supone que es una obra de arte. Vamos, que escribes genial y a quien le gusten los relatos cortos bien hechos los tuyos le gustarán.

    Respecto a concursos...aunque te parezca mucho participar en 30 no es tanto, yo he participado mucho y aunque admito que he tenido suerte y he ganado bastantes he enviado muchos, y es lo que dice María ni todos los jurados buscan lo mismo, ni tienen los mismos gustos...siempre le digo a mi madre que si ella y yo fuésemos jurado y nos pusieran 2 relatos de idéntica calidad, uno de Ken Follet, por ejemplo, y otro de Noah Gordon(con pseudónimo, claro) mi madre elegiría el de Ken y yo el de Noah porque eso va en gustos y seguramente se lo merecerían ambos. Tus relatos son buenos, impecables y sorprenden y si en ese momento no ganaron puede ser por varias cosas; si hay mucha participación a veces el jurado no los lee todos, o pasan por un comité de lectura, que no es lo mismo. Puede ser que el tuyo les parezca una maravilla pero tengan otro igual de bueno y un tema que encaja más con sus gustos, como el ejemplo que te puse de Noa Gordon y Ken Follet o simplemente que es un jurado con poco criterio.

    Hace años gané un premio en mi ciudad y me lo entregó una autora que ganó el Nadal en los ochenta, y cuando nos fuimos por ahí a tomar algo me dijo lo que te estoy diciendo. Ella es una gran autora y participa mucho, y con un Nadal,un Tigre Juan y un Dolores Medio entre otros en su haber me confesó que no ganaba demasiados concursos, es más, hablando supe que yo he ganado premios en los que ella había participado en mi misma edición, vamos que competíamos una contra otra y gané yo. ¿Escribo yo mejor que ella? Ni en sueños, simplemente mi historia, por alguna razón gustó al jurado, quizás porque les recordó a algo que habían vivido, o quizás el de ella ni lo leyeron.

    Respecto a estar preocupado del fallo, te diré mi sistema de participación. A primeros de mes enviaba algunos relatos a diversos premios que había ido preparando a lo largo del mes anterior, esos por correo normal. Y apuntaba en una agenda los títulos, para que concurso eran y fecha del fallo. Y de vez en cuando mandaba alguno por email.
    Luego me olvidaba de ellos, te prometo que no pensaba en ellos. A veces me llamaban para decir que había ganado y me ponía muy contenta y otras, muchas, no me llamaban y yo ni recordaba el premio. A final de año cogía la libreta y buscaba el fallo de los que no había sido premiada para saber quien había ganado o si lo habían declarado desierto. Un año buscando esos fallos descubrí que en marzo había ganado un premio de ¡¡¡900E!!! y estábamos en enero del año siguiente y nadie me había avisado, no sé si se me olvidaría incluir teléfono en la plica o algo pero vamos, ni idea, tuve que reclamarlo.

    Respecto a publicar, ufffff, yo solo envié a una editorial, seguro que si empiezo me rechazan en un montón, estoy segura porque les interesan autores conocidos o bloggers, actores, presentadores y personajes del corazón.
    Yo me lo tomo de la siguiente manera; he publicado, he dejado mi obra y algunas personas la tienen en sus casas y perdurará, con eso para mí es un triunfo. Además no he gastado dinero, tú con Amazon tampoco, todo son cosas buenas y en el futuro, cuando no estemos, nuestra obra estará. ¿Qué vendemos poquito? Bueno, otros ni escriben ni venden.

    Madre mía casi hago otro post.
    Un abrazo.

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  3. Josep yo se que una crisis pasa, y tu desde que te conozco escribes muy bien. No es fácil que las ideas a nuevos relatos fluyan en cerebro sin más. Quizás tengas que escuchar mucho a la gente. Hay muchas historias en el aire si se escucha a la gente. Y en estos momentos los que nos dedicamos a
    escribir historias hay muchos factores que tienen que ver. Tu escribes muy buen, tus relatos a mi me encantan y tu libro gusta. Date cuenta que primero hay muchos géneros, estilos y muchos libros que salen editados. Sólo unos pocos pueden vivir de la escritura. Tu y yo por nuestra edad no nos hace falta vivir de escribir. Escribir es un instrumento para mi como una necesidad y un entretenimiento. Yo nunca me haré famosa, ni lo pretendo. Eso si lo que hago me gusta enseñarlo y nada más. Sé perfectamente que no soy escritora y no lo seré nunca buena. Pero me entretengo y en mi blog lo voy poco a poco, dia a dia poniendo algo y creando de vez en cuando algo escrito y me conformo. Tu has llegado más lejos , has escrito dos libros de relatos. Yo sólo he leído " Irreal como la vida misma" y me ha gustado y tu libro lo tengo en mi librería con orgullo de tener un libro de un amigo escritor. Y esperando que algún día me lo dedique.Sobre los concursos, pues lo mismo. Depende del jurado, de lo que busquen los que leen. Es difícil que sea elegido. Pero Amigo si te gusta escribir escribe y no dejes de hacerlo si eso te gusta. Y no morir en el intento por que eso es imposible. Un abrazo.

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    1. Además se me olvidaba, según va la vida con tanta tecnología, juegos, informática, entretenimientos ¿tú crees que hay mucha gente que lee? Tengo dudas de que haya mucho lector . La juventud tiene otras prioridades. Estudios, buscar trabajo y el tiempo que tienen se dedican a leer para formarse y no tienen tiempo para dedicarse a otros menesteres. Creo que quien tiene tiempo para lecturas es la gente mayor y ya la vista no dá para mucho. Un abrazo

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  4. Sobre estas reflexiones que nos muestras, yo te diría simplemente: disfruta, es lo único bueno que te vas a llevar por delante, lo demás no vale para nada, nada más, que para engordar el ego.
    A mi me gusta mucho como escribes porque tienes una forma muy clara para expresar y todo se entiende perfectamente.
    Lo mejor, escribir como diversión. En cuanto a los comentarios favorables, que normalmente son todos, a mi sinceramente me cuesta bastante creerlos por una razón muy sencilla, si te da por leer algo de lo que esas mismas personas comentan en otro blog que quizás a ti te parece bastante mediocre, el comentario se ve excesivo. En definitiva, creo que en muchos casos leen por corresponder, o por tener más lectores, y francamente lo veo deprimente, jajaja.
    Josep, haz lo que más te guste, es lo bueno que tiene cuando se llega a una edad... vivir la vida como a uno más le plazca.
    Sin ánimo de elogiarte .))), un relato estupendo de tus disquisiciones.
    Un abrazo y buen fin de semana.

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  5. Saludos, Josep,

    Aunque ya te lo han dicho en alguno de los comentarios anteriores, no me resisto a corroborarlo: tienes la gran suerte en tu haber de no necesitar escribir para vivir. Eso, amigo mío, te quita de un plumazo una tonelada de presión añadida al hecho de estrujarte las meninges en busca de la mejor historia que contar. No digo con esto que debas escribir y publicar lo primero que se te pase por la cabeza. Lo que sí digo es que puedes permitirte ser algo más indulgente contigo mismo en lo relativo a tu escritura. Créeme, dominas la ortografía y la gramática, y, por lo que extraigo de lo que escribes y he leído tuyo, demuestras respeto por el lector, preocupándote por ofrecer unos textos lo más trabajados posibles. Sin embargo, ¿cuántas personas conoces que escriban bien y, sin embargo, no consiguen alcanzar su sueño de vivir de lo que escriben? Y al contrario, ¿cuántos escritores conoces que escriben mal, tirando a muy mal, y sin embargo se jactan de vender cientos o miles de ejemplares de sus bodrios? Yo conozco muchos nombres en ambos casos. Y extraigo varias conclusiones al respecto:

    1) Escribir bien y vender no son sinónimos.
    2) Para vender mucho no hace falta escribir bien, sólo hace falta echarle morro y moverte como pez en el agua en los círculos adecuados.
    3) La suerte (la buena y la mala) también cuenta.
    4) Hay mucho "fantasma" suelto, que dice vender "más" de lo que realmente venden.
    5) Hay mucho postureo en las redes, y ese es un juego en el que, de momento, no tengo intención de participar (detesto eso de "yo te sigo si tú me sigues").
    6) Hay "escritores" que no son escritores ni son ná. Pero ellos se lo creen, y les funciona.
    7) Conozco escritores de prestigio, con más de cuarenta títulos en su haber, y siguen escribiendo tan mal como el primer día.
    8) Los editores no son infalibles: la lista de grandes escritores rechazados daría para un libro, empezando por nuestro admirado John Kennedy Toole.

    En cuanto al tema de los concursos, ya sabes lo que pienso. Yo tampoco tengo intención de volver a presentarme a ninguno. El 99,9% son una "ful de Estambul", como dirían en las pelis de Eloy de la Iglesia.

    Un abrazo, y buen finde, Josep.

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  6. Primero, tus relatos son muy buenos y a mi me gustan mucho, d emodo que bueno simplemente quiero pensar que estas pasando una pequeña crisis, tranquilo, ya vendrá la inspiración, ya veras como cuando menos te lo esperes vuelves a escribir, todo es cuestión de tiempo, si te dijera yo el tiempo que llevo sin escribir, uf, en fin tú tomate tú tiempo y además miralo por el lado positivo, disfrutas escribiendo? a que si? pues ya est ano te plantees nada mas.
    Segundo, yo me gustaría presentarme alguno y si no lo hago es por que no me acabo de convencer de primero si soy lo suficientemente buena para ello y segundo estoy convencida de que hay mucho mas nivle que el mio y además los jurados vaya usted a saber que determinan para premiarte de modo qeu ante la duda, no lo hago, aunque a veces me han entrado ganas sinceramente, en fin, seguiré escribiendo en mi blog que creo que esta bien.
    Tomate las cosas con calma, valora los pros y los contras, y cuando vuelvas a encontrarte con ganas, escribes y si no pues no pasa nada, tranquilo.
    Un abrazo.

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  7. Creo entender, al menos parcialmente, tu desánimo, pero no estoy de acuerdo contigo en algunas cosas. Vaya por delante que todo lo que voy a expresar a continuación no es por dorarte la píldora para animarte.
    No participar en concursos me parece una buena idea si eres presa fácil de la frustración. Aunque no ganar esos concursos no quiere decir que tu obra sea mala, solo que hubo otras que fueron mejores. O ni siquiera eso, hubo otro relato, otro texto que gustó más al jurado y ahí tú no puedes hacer nada; piensa que una cosa puede gustar a unas personas y a otras no, así que quizás solo sea mala suerte el no haber dado con gente en el jurado que tenga querencia por lo que cuentas.
    Que seas tan crítico con tu obra puede ser bueno, siempre y cuando no te obsesione. Tienes que quererte un poco más. Desde mi posición de lectora empedernida creo que sé valorar un texto bien escrito, y los tuyos son más que correctos. Esto, que puede parecer lo mínimo exigible en alguien que es escritor, no es tan habitual. Como reseñista de novelas han contactado varios escritores noveles conmigo para que lea sus obras (algunas de ellas publicadas por editoriales) y les dé su opinión. Si supieras los bodrios que me he tenido que tragar... y están en las estanterías de algunas librerías.
    Estoy de acuerdo contigo en que ahora ser escritor lleva implícito publicitarse. Bueno, ahora y siempre. Pero ahora hay muchísima oferta y los lectores andamos bastante aturullados con tanta novela y tanta cosa nueva. Participar en todos los foros para darte a conocer es cansadísimo y comprendo que tú no quieras entrar en esa vorágine.
    Dentro de mi humilde experiencia como escritora, te puedo decir que para mí escribir es una diversión, mis ingresos vienen de otro sitio y las facturas las pago con otro tipo de actividad que nada tiene que ver con la literatura. Escribir supone para mí una actividad relajante. Hace unos meses mis amigos, incluso mi marido (mi crítico más feroz), me animaron a participar en concursos de internet (no me atrevía, ni me atrevo ahora, a hacerlo en foros más serios y amplios), así lo hice; pero aunque me llevé algún galardón por ahí (diplomas virtuales) dejé de participar al poco tiempo porque me creaba mucha ansiedad, y esa diversión que suponía el escribir desaparecía tras todos los requisitos y consecuencias que conllevaba concursar. Lo dejé, y así sigo.
    Todo lo que cuentas de porcentajes sobre libros entregados y libros comentados no sé yo si estarás en lo cierto con tus conclusiones. En mi blog no suele haber muchos comentarios (sobre todo si se compara con otros) pero cuando escribí "Doctoranda al borde de un ataque de nervios" sé que me leían muchos compañeros de la facultad porque cuando los veía me comentaban cosas de aquella serie, y lo hacían con detalle; sin embargo nadie (salvo uno de mis directores y unaa compañera) me puso nunca un comentario en el blog. Con las reseñas me pasa algo parecido, varios compañeros míos, e incluso de mi marido, leen y siguen mis recomendaciones (me lo dicen cuando me ven y hasta me piden que les preste alguno de los libros reseñados) pero nunca comentan en el blog. A lo que voy, que no comenten no quiere decir necesariamente que no te lean o que no les haya gustado lo que leyeron.
    No soy quien para darte consejos, eres una persona con criterio propio y muy sensata, pero yo te diría que sigas escribiendo, si eso te reporta cosas positivas (relajación, diversión, etc.) y que lo hagas para ti, o para tus blogs. En cualquier caso, hazlo para sentirte mejor, no para sufrir.
    Tómate un buen antigripal, Josep Mª, y sigue escribiendo, por favor.
    Un besote grande.

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  8. Con tu entrada me ha pasado como con algunos mensajes de wasap: sé que me van a faltar dedos para contestar y directamente dejo un audio en el que puedo hablar a toda pastilla para no olvidar nada de lo que quiero decir. Como no va a poder ser, me conformaré con teclear procurando no dejar nada atrás:

    - Estadísticamente hablando una muestra de diez individuos no es representativa. Si nueve no han dicho nada de tu libro, seguramente hay razones que somos incapaces de imaginar para ello (y no necesariamente que no les haya gustado).
    - Crisis tenemos todos, y dudas, y nos planteamos si las horas que pasamos escribiendo valen la pena, y pensamos en dejarlo, y pensamos que no vamos a merecer nunca el calificativo de escritor/a, etc. Con esto solo quiero decir que lo que te pasa es más común de lo que piensas y que mal de muchos... ¡más compañía nos hacemos!
    - El tema de los concursos es como el de las oposiciones: muy pocas plazas para muuuuuchos aspirantes. No obtener plaza (premio) no significa que no estés preparado, solo que no todos pueden ganar las oposiciones y que la suerte, quizás lo único que ha hecho la diferencia, esta vez no te ha sonreido. Hace ilusión ganar, y queda genial, pero no significa absolutamente nada (en mi opinión)
    - Si crees que las ideas no fluyen como es lo normal en tí, tómate un descanso. Seguramente necesitas, debido a que eres muy perfeccionista, quitarte presión a ti mismo. Cuando vuelvas que sea de paseo, sin más.
    - Dices bien, no escribes para vivir, así que puedes darte el inmenso lujo de hacer exactamente lo que te dé la real gana al respecto. Incluso hacerlo exclusivamente por placer exclusivamente.
    - Que escribes bien y que tu libro merece la pena, ya te digo yo que sí, y considero que algo de criterio tengo.
    - Absolutamente de acuerdo contigo en que "hacerse visible" como escritor es un latazo, una pesadez y un desgaste enorme. Yo misma no pienso ni intentarlo siquiera porque no quiero amargarme la vida. Por eso no publicaré nada nunca (o eso creo).
    - La gente que lee pero no comenta en los blogs es porque no tiene tiempo/costumbre, no necesariamente porque no disfrute de lo que lee. Además serían masocas si siempre vuelven a por más, no?. Yo conozco a gente muy cercana, de mi propia familia, que me lee y jamás dice una sola palabra. Dicen que "no se les da bien"... y no me queda otra que respetarlo, por más ilusión que me hiciera ver un comentario suyo en mi blog.
    - Yo creo que a todos nos pasa que al releer nuestros propios textos encontramos montones de cosas que cambiaríamos. Yo sí dejo los textos "reposar" unas semanas por lo general antes de publicarlos, y me sigue pasando igual. Otras veces me que un relato que en su momento me gustaba mucho, con el tiempo, lo encuentro malo de solemnidad. No importa, va con el oficio de escribir y bloguear.

    Bueno, no sé si me dejo algo. Solo añadiré que si decides irte, aunque sea temporalmente, te voy a echar de menos un montón y que creo que no te valoras lo suficiente. ¡He dicho!

    Esta vez no te dejo un abrazo, querido Joep, sino una "colleja" cariñosa para espantar a esa crisis en ciernes :))

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  9. Bueno, menuda reflexión. Sinceridad no te falta. Tiene que ser horrible querer manejar todas esas facetas del marketing. Cada vez que leo lo de la SEO se me ponen los pelos de punta porque a día de hoy, aún no he tenido ganas de enterarme de lo que va eso, y me pasa con muchas más cosas. Afortunadamente yo no aspiro a publicar nada, pero si quisiera hacerlo lo tenía crudo.
    Otra cosa en la que estoy de acuerdo contigo es en el pavor escénico que me entraría si tuviera que recibir un premio en público, o hacer promoción de un libro y hablar con la prensa... Decididamente, yo no valgo para famosa, adoro el anonimato.
    Es cierto que si a un amigo le regalas tu libro y no te dice nada, es porque tu libro no le ha gustado, pero que no te comenten en el blog no significa que no guste. Mis más fervientes seguidores, los que más flores me echan y sin que yo les pregunte (casi prefiero que no me digan nada de lo mal que lo paso ante sus halagos), jamás han dejado un comentario. Lo hablaba por la red hace poco con otras blogueras. Que no te comenten no quiere decir nada ni acerca del número de visitas ni acerca de la mayor o menor satisfacción.
    Bueno, vaya rollo te he metido.
    Un beso.

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  10. Hola Josep Mª esto de llegar tarde hace difícil poder decir algo nuevo y seguramente me repetiré pero me apetece dejarte mi opninión.

    Esas "crisis" creo que muchos las hemos pasado, ese cuestionarse sobre el propio hecho de escribir, si es bueno, si es un bodrio, si solo te comentan porque son amigos, si no avanzas...
    No acostumbro a participar en muchos concursos, no llegará a una decena de veces que lo he intentando y sé que es muy difícil porque influyen muchas cosas y no siempre si escribes bien o mal. Lo he hecho a veces para demostrarme que puedo escribir por ejemplo una novela que escribí y presenté a un concurso y evidentemente fue directa al archivador vertical, pero yo lo pasé bien escribiéndola, después la dejé a leer y aprendí (cuesta) a exponerme a la crítica, a saber que aquello que a ti te gusta para otros es una porquería, y a tolerar la frustración y las negativas, claro que me hubiera gustado que me la publicaran pero es evidente que había otras muchísimo mejor que la mía pero soy optimista quién sabe, igual de aquí un tiempo la reescribo y está mucho mejor e igual la vuelvo a enviar a otro concurso, pero lo importante para mi fue demostrarme que podía hacerlo, que podía tener la disciplina de escribir algo largo y cumplir el plazo de entrega y atreverme a enviarlo. No he vuelto a repetir, pero igual de aquí un tiempo me apetece y me animo.

    Es verdad que desde que estoy en blogger he conocido a un montón de personas que escriben como los ángeles y entonces me he dado cuenta que queda mucho camino por hacer (hablo por mi) y que a escribir se aprende escribiendo.
    No te presiones tanto. Tienes algo muy importante y es que escribir no te da de comer, es algo que haces porque te apetece, entonces disfruta. Si tienes ganas de escribir, escribe y si no te apetece no lo hagas, sin obligaciones.

    Hay mucha gente que lee y no le apetece dejar su opinión en un blog y lo sabes porque te dicen que te han leído pero que les da apuro comentar. Está bien, aunque si supieran la ilusión que hacen los comentarios igual se animarían más pero si no les apetece pues lo importante es que te lean.

    Como te han dicho otros compañeros escribes muy bien y a mi que te visito, me gusta leerte. También soy de las que aún tengo pendiente leer tu libro pero tengo acumulados varios y la falta de tiempo es mi gran problema y en eso tampoco quiero estresarme.
    Justo ayer lo comentaba a un compañero en el blog, no quiero que escribir sea ni una obligación ni algo que me estrese, escribo cuando puedo, no me pongo fechas, no me pongo temas, publico si puedo y me apetece y sino lo dejo para otro día, escribir tiene que ser algo divertido y no una obligación.
    Diviértete y si no es un relato, escribe sobre cualquier tema de esos que tú sabes, disfruta y si ganas un concurso, fantástico y si no lo ganas, también. Has publicado un libro y no todos lo hemos hecho, has ganado algún concurso y no todos lo hemos hecho, valora también tus logros en la escritura que son muchos y sobre todo disfruta de ella.

    Un beso enorme y un achuchón de aficionada a la escritura porque lo de escritora a mi aún me apura escribirlo de mi misma.

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  11. Mi estimado Josep, esta reflexión tiene demasiados puntos para destacar, no sé si se me escapará alguno de los que me llegaron mientras te leía. Creo que todos los que escribimos hemos tenido algún tipo de crisis, a mí la que me ha llegado más de una vez es pensar si acaso tiene sentido seguir escribiendo, supongo que son pensamientos negativos alojados con eterna renta en mis inseguridades.

    Te diría que no forces tu escritura, es como en Ratatouille: las palabras siempre nos llegarán a los que amamos escribir. Ya lo has dicho, no vives de escribir, ni tienes necesidad de hacerlo. Si te llega algo lo escribes, y si no, no pasa nada.

    Yo entré a facebook para que mi blog tuviera más difusión, entre gente que me conoce. La verdad es que creí que al ser personas que saben quien soy y que algunas me tienen estima, creí que las visitas al blog se incrementarían. Eso no pasó. Y muchos de mis posteos ahí no tienen un solo me gusta. Eso es un poco frustrante. Pero también he tenido la satisfacción de que alguien me busque por privado para decirme que le gusta leer lo que escribo y que es un lector relativamente habitual. Esa es una pequeña alegría mi amigo. Pero la envidia también es poderosa Josep. Creo que muchos no dejan ese me gusta o ese comentario por simple y llana envidia. Pienso que hay envidiosos como hay apáticos que sí te han leído y sí les ha gustado pero prefieren ver alguna otra estupidez en la red que perder tiempo dejando un comentario o halagándote.

    Ya ves que los escritores sólo necesitamos lápiz, papel y vanidad, y por eso último muchas veces nos pega en el ego y el amor propio. O será que nos creemos de más los elogios y luego ya nos duele más la indiferencia. La presencia en concursos es más vanidad que otra cosa, pero eso es algo natural. Recuerda, escribimos para nosotros, no para los demás. Si a los demás les gusta qué bien, pero si no, no era ese nuestro propósito.

    Ya por último, cuando yo abrí mi blog, hace casi cinco años, mi único propósito fue forzarme a escribir, cualquier cosa, y publicar cada semana sin falta. No tenía yo planeado publicar nada pero ya ves, de ponerme a escribir apareció un libro, y si lo vemos en esos términos comerciales es un rotundo fracaso, para mí no lo es de ninguna manera porque mi objetivo se cumplió: publiqué un libro. Eso aunado al placer que me sigue provocando teclear lo que me pasa por la cabeza, los amigos que ahora tengo y, también hay que decirlo, las satisfacciones que llenan el ego, es más de lo que hubiera imaginado.

    Un gran abrazo estimado Josep.

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  12. Josep Mª, te veo desanimadillo, bueno como dices pasará. Te comento, cuando leo algo que me gusta, normalmente se queda en una sensación íntima, que no suelo compartir, ni con el autor ni con nadie; cuando no me gusta suelo hacer lo mismo, pero aprendo a evitar a ese autor.
    Leo poco, porque no sé leer de corrido, tengo que ir másticando cada palabra, cada frase, como para digerirla bien, y encima me exijo llegar al final del los libros, no sea que allí esté la enjundia. Y para colmo mi memoria es de pez, me olvido. Menos mal que el momento si lo disfruto.
    A mi primera fantasía de escribir/publicar me dije... y dónde vas con todo lo que hay publicado, a quien le van a interesar tus tonterías... Después me justifiqué con aquella parábola de los talentos, no fuera que me fueran a pedir cuentas por no haber usado lo poco o mucho que me hayan dado.
    Vale..., voy a escribir, pero no me empujéis, y además lo haré por mi, sabiendo que es imposible satisfacer a todos, y lo de vivir de ello.. jaja, conque no me cueste me conformo.
    Yo voy a continuar a mi aire, sabedor de que hay pigmaliones mestureros deseosos de destruir lo que su envidia no soporta, que suele ser el disfrute de los demás.
    Que MEV te acompañe

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  13. Hola, Josep.
    Veo que estás pasando por una etapa de crisis con respecto a la escritura, te diré, si te sirve de algo, que yo también las paso a menudo, siento como que hago el tonto a publicar lo que escribo, porque son tan pocos los que me leen y tanto lo que tengo que dar el "coñazo" para llegar a alguien que se me quitan las ganas. Y es verdad que a veces deseas tirar la toalla porque piensas que si no se interesan por lo que escribes qué haces publicando. Pero luego viene tu musa y te dice, "Venga, escribe esto", te parece bueno y te gusta que lo lean. Yo solo te digo que cuando te venga la inspiración escribas, luego ya ves si lo das a conocer o no, porque, entre otras cosas, mejoramos como escritores cuanto más ejercemos la afición. Un abrazo y ánimo.

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  14. Hola Josep.

    Leí este texto hace un par de días y no quise dejar ningún comentario porque me imaginaba -como así ha sido- que habría compañeros que además de conocerte más en profundidad, podrían dar una opinión más ilustrada y con más conocimientos de la llamada crisis del escritor o del arte de escribir que tan bonito suena para el título.

    Respecto a los concursos literarios más que decirte, he aprendido de lo que razonadamente expones. Si puedo comentar por una experiencia de un familiar, que un ayuntamiento (supongo que no será el único), cometió un presunto fraude al nombrar ganador de los concursos a gentes cercanas al consistorio por así decirlo. En cualquier caso, este tipo de premios en mí opinión parten con un carácter muy subjetivo de un jurado que muchas veces no representa al lector real.

    Respecto a tu manera de escribir y expresarte, solo puedo decirte como lector que me parece muy rica, elaborada y de indudable talento. Espero que sea una crisis pasajera y que pronto vuelvas a encontrar la inspiración para llenar de historias y relatos tu ordenador o tus cuadernos. Supongo que a veces la desconexión en ciertos momentos del año de todo lo que tenga que ver con la escritura, puede ayudar a volver luego con más fuerza a lo que parece sin duda una vocación en tu vida.

    Sin duda un escrito sincero, sentido y expresando dudas que como humanos todos hemos sentido en este o en otros ámbitos de la vida. Te envío un fuerte abrazo.

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  15. Hola Josep, a ver cuántas cosas a comentar.
    Crisis literarias hemos tenido todos. Yo he tenido muchas veces el impulso de querer dejar de escribir, me lo he planteado. Pero incluso el mismo Philip Roth se lo ha planteado (lo leí en una entrevista). Pero creo que nadie debería abandonar su pasión. Y menos tú, que escribes muy bien! No lo digo por decir, y ya sabes que no hace mucho que te sigo.
    No me he leído tu libro pero quería hacerlo, y Gemma habló muy bien en su reseña.
    No te fies de las opiniones de los conocidos o amigos. Mira yo cuando escribí el mío ya sabía de antemano quien me diría que le había gustdo, quien ni lo abriría y quien me criticaría hasta mi propio nombre!! Tú haz caso de los comentarios del blog, y si la gente te sigue y te comenta es porque de verdad le gusta lo que escribes, nadie de los que estamos aquí tenemos la obligación de seguirte y si lo hacemos es porque nos gusta lo que encontramos.
    Respecto a los concursos no sé qué decirte, yo no me presento así que no sé cómo funciona el tema.
    Yo creo que el talento no tiene nada que ver con que te publiquen más o menos. Me he leído novelas muy mal escritas, de esas que hasta dan rabia. Por ejemplo, 50 sombras de grey. Por favor!! Las descripciones de ese libro son del tipo: guauuuu, madre mía, maravilloso...Es horrible! Y mira lo que ha vendido. ¿No escribes tú mejor que eso?
    Creo que en el arte lo principal es la insistencia y un poco de suerte. Al final se trata de entretener a la gente, y la gente es variable. Novelas como Los pilares de la tierra y El cuento de las criada se publicaron y hasta pasados como veinte años no triunfaron.
    ¡¡Así que no te sientas mediocre!!! Estas crisis son muy normales!! Si te sirve de consuelo, mis relatos son mucho peor en papel que cuando se idearon en mi cabeza!! ;)) Y si te sigue sirviendo de consuelo, nadie de mi entorno me lee en el blog! Solo de vez en cuando alguna amiga, pero por lo general nadie, ni mi madre mi mi novio!! Jajaja así que fíjate! Pero casi prefiero que no me lean, así puedo ser todo lo friki que quiera y quejarme de cosillas de una forma indirecta, es como una especie de diario.
    Un besote y espero que se pase pronto esta crisis!!! :*

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  16. Hola Josep, creo que todo autor, o artista (pintor, fotógrafo, músico) pasa por tiempos de sequía. Y yo te diría que mejor dejar que pase, que vuelva la inspiración.
    El escribir debe ser, en mi modo de ver algo que te complazca o te divierta. Si no es así, tomarse unos días de reflexión.
    En cuanto a presentarte a certámenes literarios o concursos, la mayoría ya están "vendidos". Lo más difícil es someterse al criterio y opinión de todos los que navegamos en internet, en blogs, porque existen sujetos de todo tipo.

    ¡Ánimo, compañero!

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  17. Queridos amigos y amigas, quiero empezar mi alegato agradeciéndoos el modo en que os habéis volcado para darme ánimos. ¡Vaya trabajo que os he dado con mis elucubraciones! Nunca, hasta ahora, había recibido comentarios tan extensos y con tanta empatía. Y como sería muy largo responderos individualmente (hasta en esto estoy en plan poco vago), permitidme que lo haga de forma global.
    Parafraseando al blog de Gemma, alias Marigem Saldelapuro, diré que, con vuestras aportaciones, me habéis dado una serie de trucos para sobrevivir a la crisis, jeje. Esto es como ir al psicólogo: dice aquello que ya sabes pero que, viniendo de una persona imparcial, te convence más que si te lo dice tu mujer que, por cierto, ha sido la que más me ha regañado por mi estado de ánimo.
    Lo que me motivó a escribir este post lo calificaría de arrebato, el resultado de una indigestión producida por algo que no he sabido asimilar. Y cuando algo se queda sin digerir, antes de que te sienta peor, lo mejor es sacarlo fuera, vomitarlo, si me permitís la comparación. También resultó hasta cierto punto catártico. Era algo que llevaba dentro desde hacía tiempo y he visto que mi patología no solo no es rara sino, además, curable. De hecho, ya me siento mejor.
    Reconozco que muchas de las cosas que he expresado no son más que una muestra de mi autoexigencia. Siempre me he puesto el listón quizá demasiado alto, en todas las facetas de mi vida, y eso es difícil de corregir.
    Vuestros comentarios me han devuelto a la realidad, esa que, aun conociéndola de antemano, se volvió, de pronto, en mi contra. Digamos que ha sido un desánimo pasajero. Es este un mundo (el literario) complicado y, a veces, muy injusto. Igual ocurre en el de la música, como también habéis apuntado. Hay gente muy buena con una maqueta bajo el brazo buscando un promotor, una discográfica, y tiene que conformarse con tocar, por cuatro ochavos y sin pena ni gloria, en las fiestas mayores de algunos pueblos. Y por otro lado ves a grupos infames y cantantes atroces que llevan acumulados varios discos de oro.
    Comparto todas vuestras observaciones: la problemática de los concursos literarios, la opinión arbitraria de algunos jurados, la dificultad, sino imposibilidad, de hallar quién te publique, la dificultad añadida de darte a conocer, la conducta de muchos lectores, la diversidad de gustos y comportamientos, e incluso, aunque es este el tema más curioso, entiendo que haya lectores que no deseen o no se atrevan a dejar un comentario en el blog. Debo acostumbrarme a ello.
    Como dije, no pretendía con esta entrada, lloriquear y hacerme la víctima. Ya no tengo edad para eso. Tampoco era un truco para ver quiénes respondían alabando mi forma de escribir. Simplemente constataba una realidad que no me esperaba que fuera tan real, valga la redundancia, y dónde mejor que en este blog, dedicado a reflexiones inconexas, para expresarla.
    Tenéis razón y debo aplicarme de nuevo la máxima que con tanto orgullo escribí en su día: que escribo por placer y no para complacer (aunque a veces no lo tenga tan claro).
    Al acabar de publicar esta entrada no solo me arrepentí de haberlo hecho (algo que me sucede con mucha frecuencia) sino que ya empecé a plantearme y a tomar conciencia de todo lo que luego me habéis dicho.
    Intentaré que todo vuelva a la “normalidad” y que ese niño que llevo dentro no vuelva a dar una pataleta si las cosas no le salen como querría. No me presionaré para escribir, me sentaré al teclado cuando sienta la tentación de hacerlo, si una idea no fluye lo dejaré para otra ocasión, y no me preocuparé por si hace más o menos tiempo que no he publicado un relato nuevo. Lo que ahora puede ocurrir es que los próximos que escriba los juzgue con más severidad, si cabe, pudiendo con ello coartar la espontaneidad. ¿Veis cómo me como el coco? Es que soy incorregible.
    Muchísimas gracias a todo/as.
    ¡Un fuerte abrazo!

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  18. Hola, Josep.
    Hace días que leí esta entrada, pero desgraciadamente no tuve tiempo para comentar sino hasta ahora.
    Es poco lo que pueda añadir, porque los compañeros han aportado opiniones con las que estoy totalmente de acuerdo, pero aún así, no quisiera dejar pasar la oportunidad de dejar constancia de lo que opino sobre un tema que nos concierne a todos los que nos gusta escribir.
    En primer lugar, yo solo puedo juzgarte por las reflexiones que redactas en este blog, las cuales, además de acertadas, me parecen muy bien escritas. Prometo que en intentaré hacer un hueco para pasarme por el otro blog para leer alguna de tus historias.
    No obstante, puedo afirmar que en el mundillo literario todo es tremendamente relativo. La calidad de los relatos puede importar, o puede que no, pues anda que no he leído auténticas porquerías que se llevan los aplausos de los lectores de forma inmerecida.
    Además, los concursos tampoco indican que uno lo esté haciendo bien o mal, porque puede tratarse de que nuestra propuesta no se adapte al gusto o interés del jurado o incluso de las editoriales.
    Por no hablar ya de que hoy en día la publicidad ocupa un espacio indispensable para darse a conocer en el mundo de las letras. Creo que, al final, se gasta más tiempo en promocionarse que en escribir.
    En suma, yo creo que es importante luchar por lo que uno desea realmente. Pero, también, es necesario ser realista y sincero con uno mismo, pues puede que no estemos dispuestos a sacrificarnos tanto por obtener el reconocimiento ajeno.
    Leyendo a Murakami, entendí que primero uno tiene que disfrutar con lo que hace. Que los demás lo disfruten es algo que viene después... o no.
    Un fuerte abrazo.

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    1. Hola, Sofia,
      Por haber llegado la última (al menos por ahora), te corresponde una respuesta individualizada, jeje.
      Como habrás deducido, el origen de ese conflicto "vital" no está en este blog que, a fin de cuentas, es un lugar que dedico a mis reflexiones que, acertadas o no, compartidas o no por los lectores, son solo el reflejo de mi forma de pensar. Evidentemente, el modo de hacerlo, el estilo, las formas de expresión, incluso la sintaxis, tienen su importancia. Un artículo, crónica, reseña, etc, mal escrita pierde toda la gracia y difícilmente atraerá a posibles seguidores.
      En cambio, escribir relatos tiene el mérito o la dificultad añadida de tener que cuidar mucho más el léxico, el estilo y los recursos literarios para que una historia atrape al lector y este desee volver a leerte. Por no hablar de la originalidad de lo que se cuenta. Y es cuando uno observa un comportamiento, por parte de sus lectores, distinto al esperado, que se cuestiona la calidad de lo que escribe. Y de ahí la retahíla de auto-reproches con que he adornado esta entrada. Pero esto ha sido como un pico de fiebre; una vez tomado un antipirético, la temperatura vuelve a la normalidad. Aunque nunca puede descartarse una recaída, jeje.
      Le doy toda la razón a Murakami que, aunque no es santo de mi devoción literaria, sabe muy bien de lo que habla.
      Un fuerte abrazo.

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