viernes, 12 de diciembre de 2025

¿El tamaño importa?

 


No penséis mal, que no va de eso que os imagináis, pues esta pregunta vale para casi todo lo que tiene una dimensión. No es lo mismo, por ejemplo, medir 150 cm y pesar 40 Kg que tener una estatura de 220 cm y un peso de 120 Kg. Esos dos extremos tienen sus ventajas y sus inconvenientes. Así, para un jinete de carreras, el peso y la corpulencia es importante que sea baja, mientras que un jugador de baloncesto o un luchador de lucha libre, cuanto más alto y corpulento sea mucho mejor. Y así encontraríamos más ejemplos en los que el tamaño, ya sea grande o pequeño, es importante.

Pero pasemos al tema que aquí he traído y que todavía no he revelado: el tamaño de un relato, aunque también podríamos hablar del de una novela. Pero como yo me dedico a lo primero, he centrado mi atención en el género de los relatos.

Años ha, en mis inicios como escritor de relatos, cuando mi imaginación fluía sin cesar y los borradores se me acumulaban en mi escritorio, a la espera de ser publicados para dar tiempo a mis lectores a pasar por mi blog y ponerse al día, algunas de las historias que publicaba tenían una longitud muy superior a la habitual, de modo que decidí “trocearlas” en varios capítulos ─en algún caso hasta en cinco─. Observé que ello tenía un inconveniente para algunos lectores y es que estaban obligados a seguir de cerca el progreso de la historia para no perder detalle de la misma, y para evitarlo tenían que buscar el capítulo precedente si es que lo habían pasado por alto o bien lo querían recordar. Algunos de estos lectores me indicaron que preferían leer un relato de una tirada por largo que fuera que verse obligados a leer capítulo a capítulo y no perderse ninguno. A aquellos que me seguían con regularidad esto no les causaba ningún problema, pero los que pasaban por mi blog con menos frecuencia les resultaba más engorroso porque tenían que hacer el esfuerzo de volverse a “enganchar”. A raíz de ello, decidí poner en cada capítulo un enlace que remitía al anterior para facilitarles la tarea. Aun así, pensé que no debía ser una solución cómoda.

Pero, por otra parte, ello tenía la ventaja de dejar al lector con ganas de más, acabando cada capítulo con un cierto suspense, un recurso conocido como clifhanger. Aun así, a partir de entonces intenté publicar mis relatos enteros, sin interrupciones, con muy pocas excepciones a esta regla.

Debo admitir que precisamente yo soy uno de los que le disgusta leer un texto muy largo, a menos que su contenido me resulte llamativo. No lo he cronometrado nunca, pero más de cinco minutos de lectura me cansa. Ante un texto muy largo, me planteo si leerlo o pasar de él, lo cual es una contradicción: escribo largo, pero no me gusta leer textos largos.  No quieras para los demás lo que no quieres para ti, me dije.

Creo que son muchos los lectores que prefieren un relato breve a uno muy largo o dividido en varios episodios. Así que me planteo qué es lo más idóneo. En caso de que un relato, por su complejidad y trama merezca una extensión superior a las dos mil palabras, me surge la duda de si publicarlo entero o, como he dicho al principio, “trocearlo” sin miramientos para que su lectura sea más llevadera, aun exigiéndole al lector que sea perseverante y no se pierda las continuaciones si quiere enterarse de la totalidad de la historia y, sobre todo, de su final.

¿Qué opináis al respecto?

-       ¿Sois partidarios de un relato publicado de un tirón, aun siendo largo?

-       ¿Preferís que un relato largo se divida en varios capítulos? o

-       ¿Solo os gustan los relatos breves?

En definitiva: ¿os importa el tamaño?


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