miércoles, 27 de noviembre de 2024

Reiteración sin fin

 


¿Os imagináis leer en el periódico cada día la misma noticia, acompañada de las mismas imágenes? ¿No sería lo suficientemente cansino como para dejar de comprar ese periódico? Pues algo parecido sucede con las noticias emitidas por las distintas cadenas de televisión de este país. Y uso el plural porque ello no es cosa de una única cadena ni de un único programa informativo. Todos practican ese mismo juego, especialmente cuando la noticia es muy jugosa, es decir, que da para mucho, tanto por su interés mediático como social.

Este hecho, que vengo observando desde hace años, últimamente ha llegado a cotas, a mi juicio, exageradas e innecesarias.

Desgraciadamente, estamos viviendo malos momentos en nuestro país. A las desgracias naturales hay que añadir las tormentas políticas. Entiendo, pues, que haya que dar cobertura periodística a todas ellas, pero en su justa medida.

Da igual si el protagonismo se lo lleva la terrible DANA, el caso Koldo/Ábalos, la pareja sentimental de Díaz Ayuso, el caso de Begoña Gómez, de Víctor Aldama, de Álvaro García Ortiz y de tantos otros personajes supuestamente implicados, directa o indirectamente, en posibles casos de corrupción.

Pero una cosa es informar y otra muy distinta es repetir hasta la saciedad las mismas noticias y las mismas imágenes durante semanas. Hay programas de tertulia social y política que, a lo largo de sus tres horas de emisión, tratan de los mismos temas en bucle. De pronto pasan a otro nuevo para luego volver al anterior, cuando parecía que ya había quedado finiquitado, pues han invitado a nuevos tertulianos para conocer su punto de vista. Y esas mismas noticias e imágenes también acapararán los informativos de la mañana, mediodía, tarde y noche.

Entiendo que a lo largo de 24 horas se repitan las mismas noticias para que quienes se incorporan al programa a una hora determinada tengan la oportunidad de enterarse, pues no han podido conectarse durante el resto del día. Pero si, por estar de baja, jubilado o en el paro, se tiene la posibilidad de ver la televisión en distintas franjas horarias, no es de extrañar que tenga que volver a oír y ver exactamente lo mismo. Pero lo que no es de recibo es que esa reiteración se produzca con una excesiva continuidad.

La información sobre hechos relevantes tiene que actualizarse aportando nuevos datos a medida que estos se producen. A fin de cuentas, es como una serie televisada, que con cada nuevo capítulo continúa la historia allí donde la has dejado. Recordatorio sí, para hacer memoria de cómo empezó todo, pero que con el paso del tiempo tengamos que volver a ver, por ejemplo, la visita de los reyes a Paiporta y todos los incidentes que tuvieron lugar durante la misma, cómo la riada de agua arrastraba coches y contenedores, la misma manifestación popular contra los dirigentes políticos y las mismas declaraciones, y así un largo etcétera, es totalmente inaceptable. ¿Acaso no hay novedades sobre la reconstrucción de las zonas afectadas por la DANA o bien sobre los casos de corrupción que se están investigando, que tenemos que ver y oír una y otra vez los mismos comentarios de unos y de otros? Sí que se va aportando nueva información, faltaría más, pero siempre precedida o seguida de la que ya conocemos de antemano y de memoria. Y todo ello para llenar horas y horas de programación y pensando siempre en el índice de audiencia. Que el resultado de un partido de fútbol muy interesante se emita uno o dos días después de haberse jugado es natural, pero imaginaos ver el mismo resumen durante toda la semana. Sería ilógico y pesado. ¿Por qué, pues, nos machacan con la misma información durante semanas enteras? Después de tal hartazgo, dure lo que dure, los periodistas y los periódicos o emisoras de radio y televisión para los que trabajan se olvidarán del asunto y a otra cosa mariposa. Porque, ¿qué ha sido de los afectados por la erupción volcánica en la isla de La Palma? ¿Han recibido todos ellos las ayudas prometidas? Pero este tema ya ha perdido su interés mediático, ya no sirve para calentar los ánimos ni para que los políticos se peleen. Hay, pues, que pasar página y buscar algo nuevo en el que cebarse.

Y también podría citar las noticias poco relevantes con las que rellenan las que sí lo son. Vaya por delante que siento muchísimo la pérdidas humanas y materiales que han sufrido los habitantes de las zonas afectadas por la DANA, pero me parece innecesario ir entrevistando a cada uno de los afectados para que nos cuenten y muestren cómo quedó su casa, cuántos enseres han perdido y lo desesperados que están por la escasa ayuda que están recibiendo. Hay momentos que siento como algo morboso los detalles de cómo fallecieron sus amigos, vecinos o familiares, cuando ya tenemos información suficiente sobre la catástrofe y ya hemos visto cientos de veces las mismas imágenes. Podría alegarse que se quiere sensibilizar a los espectadores y que comprendan —si todavía no lo han comprendido— lo desesperante de cada situación personal y promover las donaciones de particulares.

Pero más bien pienso que los periodistas que se acercan a los damnificados, como moscas a la rica miel, solo buscan notoriedad y publicidad para la cadena de televisión para la que trabajan, en cuya redacción ya se encargarán del montaje de la noticia y de debatir lo mismo hasta la extenuación (del espectador, claro).

Además, creo que tanta información ha propiciado que muchos desaprensivos y malnacidos se dediquen a fabricar bulos que luego se extienden como la pólvora por las redes y se hacen cada vez más grandes y peligrosos.

Así pues, información sí, toda la necesaria, fiable, por supuesto, pero con la debida mesura. Más vale una información breve, pero de calidad, en lugar de estirarla como un chicle sin aportar nada nuevo, dando vueltas y más vueltas sobre el mismo tema y así tener ocupada la audiencia el tiempo que haga falta.

La reiteración periodística hace, a mi entender, un flaco favor al periodismo serio y de calidad. La solución definitiva para no sufrirla es la desconexión total, pero no es fácil, por no decir imposible, vivir aislado de lo que ocurre a nuestro alrededor.

En todo caso, se puede recurrir a una solución intermedia: apagar el televisor cuando se pongan pesados mostrando por enésima vez los mismos vídeos y los mismos comentarios, porque cambiar de canal no siempre es útil, ya que en todas partes cuecen habas.

 

1 comentario:

  1. Con decir suscribo estaría hecho el comentario jajajaj.
    El periodismo ha cambiado para mal en estos últimos años y muy pocos medios se salvan no solo de la reiteración, sino del partidismo. Yo la verdad es que la tele la tengo e adorno y solo la uso para ver películas, un poco del programa La revuelta y algún informativo. A partir de ahora me interesa más el tiempo por el tema del despéndole climático que causará tragedias cada vez más exageradas. Después está el ser humano que se siente mejor con un cabeza de turco sin profundizar, a veces, en lo que le hacemos al planeta. Perdón si me fui del tema un poco :)
    Abrazos, Josep!

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