¿Os imagináis leer en el
periódico cada día la misma noticia, acompañada de las mismas imágenes? ¿No
sería lo suficientemente cansino como para dejar de comprar ese periódico? Pues
algo parecido sucede con las noticias emitidas por las distintas cadenas de
televisión de este país. Y uso el plural porque ello no es cosa de una única
cadena ni de un único programa informativo. Todos practican ese mismo juego,
especialmente cuando la noticia es muy jugosa, es decir, que da para mucho,
tanto por su interés mediático como social.
Este hecho, que vengo
observando desde hace años, últimamente ha llegado a cotas, a mi juicio,
exageradas e innecesarias.
Desgraciadamente, estamos
viviendo malos momentos en nuestro país. A las desgracias naturales hay que
añadir las tormentas políticas. Entiendo, pues, que haya que dar cobertura
periodística a todas ellas, pero en su justa medida.
Da igual si el protagonismo se
lo lleva la terrible DANA, el caso Koldo/Ábalos, la pareja sentimental de Díaz
Ayuso, el caso de Begoña Gómez, de Víctor Aldama, de Álvaro García Ortiz y de
tantos otros personajes supuestamente implicados, directa o indirectamente, en
posibles casos de corrupción.
Pero una cosa es informar y
otra muy distinta es repetir hasta la saciedad las mismas noticias y las mismas
imágenes durante semanas. Hay programas de tertulia social y política que, a lo
largo de sus tres horas de emisión, tratan de los mismos temas en bucle. De
pronto pasan a otro nuevo para luego volver al anterior, cuando parecía que ya
había quedado finiquitado, pues han invitado a nuevos tertulianos para conocer
su punto de vista. Y esas mismas noticias e imágenes también acapararán los
informativos de la mañana, mediodía, tarde y noche.
Entiendo que a lo largo de 24
horas se repitan las mismas noticias para que quienes se incorporan al programa
a una hora determinada tengan la oportunidad de enterarse, pues no han podido conectarse
durante el resto del día. Pero si, por estar de baja, jubilado o en el paro, se
tiene la posibilidad de ver la televisión en distintas franjas horarias, no es
de extrañar que tenga que volver a oír y ver exactamente lo mismo. Pero lo que
no es de recibo es que esa reiteración se produzca con una excesiva continuidad.
La información sobre hechos
relevantes tiene que actualizarse aportando nuevos datos a medida que estos se
producen. A fin de cuentas, es como una serie televisada, que con cada nuevo
capítulo continúa la historia allí donde la has dejado. Recordatorio sí, para
hacer memoria de cómo empezó todo, pero que con el paso del tiempo tengamos que
volver a ver, por ejemplo, la visita de los reyes a Paiporta y todos los
incidentes que tuvieron lugar durante la misma, cómo la riada de agua
arrastraba coches y contenedores, la misma manifestación popular contra los
dirigentes políticos y las mismas declaraciones, y así un largo etcétera, es
totalmente inaceptable. ¿Acaso no hay novedades sobre la reconstrucción de las
zonas afectadas por la DANA o bien sobre los casos de corrupción que se están
investigando, que tenemos que ver y oír una y otra vez los mismos comentarios
de unos y de otros? Sí que se va aportando nueva información, faltaría más, pero
siempre precedida o seguida de la que ya conocemos de antemano y de memoria. Y
todo ello para llenar horas y horas de programación y pensando siempre en el
índice de audiencia. Que el resultado de un partido de fútbol muy interesante
se emita uno o dos días después de haberse jugado es natural, pero imaginaos ver
el mismo resumen durante toda la semana. Sería ilógico y pesado. ¿Por qué,
pues, nos machacan con la misma información durante semanas enteras? Después de
tal hartazgo, dure lo que dure, los periodistas y los periódicos o emisoras de
radio y televisión para los que trabajan se olvidarán del asunto y a otra cosa
mariposa. Porque, ¿qué ha sido de los afectados por la erupción volcánica en la
isla de La Palma? ¿Han recibido todos ellos las ayudas prometidas? Pero este tema
ya ha perdido su interés mediático, ya no sirve para calentar los ánimos ni
para que los políticos se peleen. Hay, pues, que pasar página y buscar algo
nuevo en el que cebarse.
Y también podría citar las
noticias poco relevantes con las que rellenan las que sí lo son. Vaya por
delante que siento muchísimo la pérdidas humanas y materiales que han sufrido
los habitantes de las zonas afectadas por la DANA, pero me parece innecesario
ir entrevistando a cada uno de los afectados para que nos cuenten y muestren
cómo quedó su casa, cuántos enseres han perdido y lo desesperados que están por
la escasa ayuda que están recibiendo. Hay momentos que siento como algo morboso
los detalles de cómo fallecieron sus amigos, vecinos o familiares, cuando ya
tenemos información suficiente sobre la catástrofe y ya hemos visto cientos de
veces las mismas imágenes. Podría alegarse que se quiere sensibilizar a los
espectadores y que comprendan —si todavía no lo han comprendido— lo desesperante
de cada situación personal y promover las donaciones de particulares.
Pero más bien pienso que los
periodistas que se acercan a los damnificados, como moscas a la rica miel, solo
buscan notoriedad y publicidad para la cadena de televisión para la que
trabajan, en cuya redacción ya se encargarán del montaje de la noticia y de debatir
lo mismo hasta la extenuación (del espectador, claro).
Además, creo que tanta
información ha propiciado que muchos desaprensivos y malnacidos se dediquen a
fabricar bulos que luego se extienden como la pólvora por las redes y se hacen
cada vez más grandes y peligrosos.
Así pues, información sí, toda
la necesaria, fiable, por supuesto, pero con la debida mesura. Más vale una
información breve, pero de calidad, en lugar de estirarla como un chicle sin
aportar nada nuevo, dando vueltas y más vueltas sobre el mismo tema y así tener
ocupada la audiencia el tiempo que haga falta.
La reiteración periodística
hace, a mi entender, un flaco favor al periodismo serio y de calidad. La solución
definitiva para no sufrirla es la desconexión total, pero no es fácil, por no
decir imposible, vivir aislado de lo que ocurre a nuestro alrededor.
En todo caso, se puede
recurrir a una solución intermedia: apagar el televisor cuando se pongan
pesados mostrando por enésima vez los mismos vídeos y los mismos comentarios,
porque cambiar de canal no siempre es útil, ya que en todas partes cuecen
habas.
Con decir suscribo estaría hecho el comentario jajajaj.
ResponderEliminarEl periodismo ha cambiado para mal en estos últimos años y muy pocos medios se salvan no solo de la reiteración, sino del partidismo. Yo la verdad es que la tele la tengo e adorno y solo la uso para ver películas, un poco del programa La revuelta y algún informativo. A partir de ahora me interesa más el tiempo por el tema del despéndole climático que causará tragedias cada vez más exageradas. Después está el ser humano que se siente mejor con un cabeza de turco sin profundizar, a veces, en lo que le hacemos al planeta. Perdón si me fui del tema un poco :)
Abrazos, Josep!