jueves, 16 de mayo de 2024

El concierto del desconcierto

 


Nunca me han entusiasmado los festivales musicales. Sólo recuerdo haber seguido con interés —o más por curiosidad y por la novedad— el Festival del Mediterráneo (o de la música mediterránea) que se estrenó en España en 1959 y se prolongó hasta 1967. Recuerdo que, como en los años cincuenta todavía no teníamos televisor, íbamos a verlo a casa de los padres del entonces prometido de mi hermana mayor, hasta que en enero de 1961 por fin entró en casa uno de esos aparatos y ya no tuvimos que desplazarnos.

Pero otro festival musical vino a acaparar la atención de toda Europa: el de Eurovisión, que tampoco nos perdíamos, siempre expectantes del papel del, o de la, representante de España.

Desde 1967, pues, una vez desaparecido el festival de la canción mediterránea, era el festival de Eurovisión el que copó nuestro interés durante algunos años, hasta que hartos de ver cómo se intercambiaban puntos los países amigos, entre ellos España y Portugal, los grandes damnificados en las votaciones —exceptuando dos honrosos primeros puestos: Massiel en 1968 con la canción La, la, la, y Salomé, en 1969 con Vivo cantando—, nuestro interés —el mío y el de mi familia— decayó notablemente y solo por curiosidad procurábamos conocer el ganador o ganadora, observando que España casi siempre quedaba a la cola.

Desde hace unos años, el estilo o estilismo en este festival ha dado un giro importante, valorándose y llamando la atención más la puesta en escena de los concursantes que la canción en sí. Para mi gusto, abunda cada vez más lo estrafalario y, a veces, el mal gusto que la calidad de la interpretación.

Que el festival de Eurovisión está politizado, creo que es bastante obvio, pues priman los intereses de determinados países que lo utilizan para su propaganda particular o, en el mejor de los casos, para reivindicar cualquier demanda colectiva, ya sea el pacifismo o el feminismo, algo que no censuro, pues cualquier oportunidad es buena para ciertas reivindicaciones sociales, y más si van acompañadas de una buena música e interpretación. No obstante, insisto en que últimamente domina más el espectáculo visual que la música en sí. Pero esto es una opinión personal. Cada uno tiene sus gustos.

Pero yo me pregunto si deben tolerarse ciertas manifestaciones al margen de la música, cuando estas pueden crear malestar y enfrentamientos. Y esta última edición ha sido, a mi entender, la gota que ha colmado el vaso. Y es que la presencia de Israel ha soliviantado a más de uno, y de dos, y de tres...

En primer lugar, siempre me he preguntado por qué participa Israel, si no es un país perteneciente a Europa. En el festival del mediterráneo era lógica su intervención, pero en Eurovisión... Pues la respuesta que he hallado es que este país es miembro de la Unión Europea de Radiodifusión, lo cual no me acaba de cuadrar, pero aceptemos pulpo como animal de compañía.

Quizá —y sin quizá— influido por la grave situación de los palestinos ante el genocidio al que son sometidos por parte del ejército, y del Gobierno, de Israel, sentí un gran rechazo a la presencia de una representante de ese país —y que conste que ir en contra de las acciones bélicas israelíes no significa que exonere de culpa al terrorismo de Hamas— en un festival de música. Si a los atletas representantes de Rusia se les vetó su participación en varios encuentros deportivos a modo de sanción por la invasión de Ucrania, ¿por qué no se ha obrado del mismo modo con Israel, máxime cuando ya se anticipaba la existencia de manifestaciones en contra?

A mi entender, el tercer puesto logrado por Ucrania y el quinto por Israel tienen ambos tintes más políticos que musicales. Pero debo reconocer que tan solo es una sospecha, pues no seguí el festival y por lo tanto no escuché a quienes defendieron a estos dos países. Lo que sí parece evidente es que tanto desde España como desde otros países europeos democráticos hubieron rifirrafes verbales antes del concierto, tanto en contra como a favor de Israel, con la guerra en Gaza como telón de fondo.

Creo, y aquí termina mi exposición, que cuando un festival o evento cultural rebosa de politización y animadversión hacia uno o varios de los participantes, deberían tomarse las medidas oportunas para que el conflicto no llegara a ser violento, preservando siempre la libertad de expresión, pero también el respeto a quien no piensa igual. Solo haría una excepción: prohibir la participación a quienes representen una ideología claramente antidemocrática. ¿Os imagináis a un grupo de rock neonazi cantando canciones a favor de Hitler?

¿Habría que acabar con el Festival de Eurovisión o vetar la participación de según quien por tal motivo? Mi opinión es que si este festival acaba siendo un campo de batalla entre países por razones políticas, debería ponerse coto de alguna manera a este comportamiento y no tener reparo en prohibir la participación de quienes utilizarán su bandera con fines políticos. Ya tenemos suficiente con nuestros conflictos internos como para tener que soportar oportunismos ridículos y peligrosos.

 

 

Ilustración: Eden Golan, la representante de Israel en Eurovisión 2024


24 comentarios:

  1. Hola, Josep Maria.
    Todo es política da igual de lo que se trate, que termina convirtiéndose en eso. Es muy triste.
    La verdad es que en mi infancia nunca vivimos Eurovisión. Supongo que esa es la razón por la que en el futuro no me ha interesado.
    Pero si veo claro una cosa, y es que cada vez tenemos menos libertad de expresión que no esté vinculada a la del momento. Llegará un punto que tendremos que tener miedo de decir qué o cómo para no ofender, cuando la voz debe ser libre. Eso hace que se complemente con las otras, que aprendamos. Nos enriquece. Pero bueno, en estos tiempos tenemos una tolerancia bastante entrecomillada.
    Un beso.

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    1. Hola, Irene.
      Yo ya no soporto los certámenes, concursos y demás festivales que sospecho que están amañados. Ni del certamen literario del Premio Planeta ya me fio.
      Si encima hay intereses políticos detrás, apaga y vámonos.
      Hace años que ya no sigo ni me interesa el Festival de Eurovisión, pero este año ha sido sonado por la participación de Israel y la disyuntiva de si debían o no dejar participar a este país debido al conflicto bélico y doloroso en Gaza. Que cada uno saque sus conclusiones, pues hay opiniones de todo tipo.
      Los artistas, intelectuales, políticos y todo ciudadano tiene que ser libre para manifestar sus ideas mientras estas sean respetuosas y no atenten contra la dignidad de un colectivo ni contra los derechos humanos. Hay que ser tolerantes, pero hasta un cierto límite. Hay una línea roja que no debería cruzarse jamás.
      Un beso.

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  2. Yo soy eurofan de siempre, de las que veía Eurovisión en familia con un picoteo, grabando las canciones (grabé a Celine Dion en cassete cuando ganó) y disfrutando a tope, y aunque defiendo la libertad y no me gusta prohibir creo que este año deberían haber vetado a Israel.
    Muy feliz día.

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    1. A mi también me gustaba seguir este festival en familia y pasábamos un buen rato juntos, pero a lo largo de los años este iterés fue decayendo al comprobar que en las votaciones existía un interés a favor de determinados países independientemente de la calidad de su actuación. Lo de este año ya ha superado todo lo previsible.
      Un abrazo.

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  3. Me ocurría como a ti cuando participaron Massiel, Salomé y algunos festivales después. Estaba muy interesado. De aquellos años a esta parte mi interés ha ido decayendo hasta el punto de que esta año no sé como se llama quien ha participado por España, ni como se titula la canción.
    Un abrazo.

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    1. Veo que hemos ido perdiendo el interés a lo largo de los años, aunque siempre he estado al corriente de quién representaba a España, cómo quedaba y quien ganaba, y todo debido a la insistencia de los medios y especialmente de la TV. Y debido a la controversia en esta última edición, no me he perdido detalle.
      Un abrazo.

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  4. Nunca entendí la participación de Israel en Eurovisión, como no entendería la de Birmania. Pero lo de este año es una muestra más de la cobardía europea ante el genocidio llevado a cabo en Gaza. A mi juicio mientras haya una sola guerra en Europa como la de Ucrania este tipo de festivales no tienen sentido.
    Un fuerte abrazo, Josep.

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    1. Es cusioso, pero nunca he oído a nadie cuestionarse el por qué de la presencia de Israel en un festival eminentemente europeo. Solo en esta última edición se ha hablado de ello y solo a causa del conflicto palestino-israelí. Y he comprobado la vertiente política que ha contaminado la decisión de los organizadores, haciendo caso omiso a las reivindicaciones de muchísimos ciudadanos europeos y mostrando una insensibilidad sin precedentes.
      Un abrazo, Miguel.

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  5. Lo de Israel en el mundo hay que entenderlo por la importancia que tiene el lobby judío en todo él. En Europa, en USA y en tantos otros lugares el capital judío es fundamental. Ya haber fundado en tierras palestinas un estado como si allí antes de 1948 no existiera nada es prueba de la enorme fuerza e influencia de este grupo ¿étnico, social, religioso? Fueron los colonizadores ingleses y los franceses quienes al caer el imperio turco (otros que tal bailan: exterminadores de los armenios) con el final de la Primera Guerra Mundial decidieron ir mandando hacia esa zona a judíos desplazados de otras partes. Cuando acabó la IIª GM con los 7 millones de muertos en los hornos crematorios y los campos de exterminio la doctrina iniciada en los años 20 se consagró como definitiva. Es por esto -su origen netamente europeo- que Israel se considera país propiamente europeo. Además habría que añadir que es una isla rodeada por todas partes de estados musulmanes opuestos en principio (Guerra del Yonkipur, de los seis días, guerra del Sinaí...) a su presencia allí.
    En cuanto a la politización del Festival de Eurovisión. Es total. Pero no sólo en las votaciones, sino ya en la propia selección de los temas; baste recordar la elección de la canción presentada por España jaleada y denostada por unos y por otros desde el primer momento no por su mayor o menor calidad sino exclusivamente por la supuesta carga reivindicativa mayor o menor que aportaba. Ridículo todo dado que en los ya lejanos años 80 se hicieron temas al respecto mucho más rompedores y reivindicativos que el de 'Zorra'.
    Siempre me asombra que existan eurofans. Mi reino no es de este mundo, me da que me está ocurriendo esto (ja, ja...)
    Un abrazo, Josep

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    1. Muchas historias conflictivas empiezan con unas actitudes más o menos justificadas (en este caso la reunificación del pueblo judío y el empeño por evitar cualquier nueva agresión contra los judíos) pero su desarrollo se va torciendo por culpa de actitudes soberanistas e injustas para con otras etnias o pueblos. Es incomprensible, por una parte, que si Israel adquirió el estatus de Estado, por qué se le niega al pueblo palestino, que estaba ocupando unas tierras antes de la llegada masiva de judíos, y por otra el hecho de que quienes sufrieron los horrores de un holocausto se hayan convertido en genocidas. Esa es la triste realidad. Y aquellos que favorecieron la creación de un Estado judío no mueven un dedo para apoyar la causa palestina, a excepción de críticas verbales y un tímido apoyo que no llega a cuajar, pues, como bien dices, el poder económico del lobby judío ejerce una gran infuencia sobre el posible poder de EEUU para mediar en dicha causa, justa y necesaria.
      En cuanto al festival, me dio la sensación de que todo lo antedicho quedó reflejado en la actitud de Israel, de los organizadores e incluso de la comunidad internacional que no se atrevió a plantar cara a la intervención en él de un país agresor. Es realmente penoso que un conflicto político y social se traslade a un festival musical, convirtiéndolo en un campo de batalla.
      Un abrazo.

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  6. A mi casa la tele llegó mucho más tarde. Debía de ser 1967 o 1968. Hasta entonces Eurovisión lo veíamos en casa de una tía abuela. No sé hasta qué año lo seguimos viendo, pero no mucho. En esta segunda ola de popularidad, no lo he visto nunca. Me llama la atención que mi hijo se reúne con amigos y lo ven siempre. Este año me he enterado de la movida con Israel. Hay muchas cosas que se podrían decir. Por una parte que intervenga Israel en algo que se supone que es de Europa, pero por otra, que se mezcle la política con la música, aunque teniendo en cuenta que todo es política ya está mezclado de antemano.
    La canción española me pareció horrible y un intento lamentable y fracasado de imitar a Rafaella Carra. Del resto ni me enteré.
    Un beso.

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    1. Es reamente curioso lo que dices, pues yo creía que los jóvenes se desentendían de este tipo de festivales. En casa, desde hace ya unos años, hemos dejado de ver el festival de Eurovisión y solo, por curiosidad, intentamos saber quién ha sido el ganador o ganadora, y vemos, porque nos machacan por la tele, la interpretación del/a representante español/a. Pero nunca nos había interesado tanto como este año por la trifulca habida con la participación de Israel. Yo creía que la solidaridad internacioal para con Palestina desembocaría en la no admisión de la cantante israelí, pero al parecer, primó más la política que la aludida solidaridad a favor de los que sufren un genocidio en toda regla.
      Un beso.

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  7. Estoy de acuerdo contigo Josep, Eurovisión a perdido tanto que muy poca gente lo ve. Desde que entraron los países del este, cambió prácticamente todo ya que se votaban entre sí, pero como tú bien dices, la calidad de la música a bajado tanto que ya el interés es mínimo. La puesta en escena, el vestuario extravagante de los cantantes, y desde luego la política por medio.
    Yo no lo vi, solo lo puse un momento y no me intereso nada, con lo cual lo quite y no he sabido ni quien ganó ni como quedó España. Lo que si he oído hablar muy mal del festival en esta ocasión.
    Un abrazo Josep y buen fin de semana.

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    1. Desde hace ya unos cuantos años, resultaba bochornoso comprobar cómo en el reparto de votos exitía solo un interés político, favoreciendo a los países "amigos", que se votaban entre sí. Desde entonces decidí no ver más ese festival. Y ahora se ha convertido en un escaparate de la vulgaridad, intentando tan solo llamar la atención con el vestuario y la puesta en escena. Y como colofón, este año se ha visto inmerso en un conflicto todavía más político, que queda a años luz de lo musical.
      Un abrazo, Elda.

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  8. Totalemente de acuerdo, Israel en guerra, qué pintaba, ¿no?. No he seguido el concurso ese de Eurovisión, pero claro, escuché el tema. Hay que ser idiota, vaya imagen de país.

    Un abrazo fuerte.

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    1. No sé cómo se elige al representante de España ni quien lo elige, pero desde luego casi nunca aciertan y para muestra la posición en la que casi siempre quedamos. Ha habido casos que un país, aun jabiendo ganado, ha desestimado organizar la siguiente edición, por ser algo muy costoso económicamente. Ahora, los conflctos belcos también han influido en esta decisión. Ucrania, ganadora de la pasada edición, declinó ser la sede de la siguente edición por culpa de la guerra con Rusia. Por lo tanto, el ambiente político internacional tiene un peso importante en el desarrollo dee ste festival. Por lo tanto, siguiendo el mismo planteamiento, era incomprensoble que se le permitiera a Israel paricipar este año. La negativa por parte de los organizadores habría significado un castigo moral para con ese país y su conducta bélica, pero otros intereses deben haber primado. En mi opinión, un festival contaminado por la política deberia dejar de celebrarse.
      Un abrazo.

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  9. Tampoco soy afecto a ellos. Y acá se han puesto de moda y hay bastantes muy variados.
    Abrazo Josep

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    1. Y supongo que debe haber división de opiniones: mientras a unos les encantan, o otros les aburren o les resultan indiferrentes.
      Yo soy de estos últimos, excepto cuando hay tongo, pues entonces los encuentro indeseables.
      Un abrazo.

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  10. Hola, Josep.
    Menudo tema nos traes. Yo suelo ser uno de esos tipos raros que no me interesa lo que le suele interesar a la gente. Cuando alguien me pregunta, ¿has visto lo que le ha pasado a menganito? Mi respuesta suele ser, ¿Quién es menganito? Sin embargo, y sin ser fan, desde el año del Chiquilicuatre, que me aficioné al festival, no a verlo, que lo he hecho en contadas ocasiones, pero sí a interesarme por el resultado. Aun así, y después de lo que le pasó a Chanel, que he ido perdiendo el interés, y es justo por lo que cuentas: el politiqueo. Es más que evidente que para votaciones populares el pueblo se decante por el que esté sufriendo algún tipo de opresión, como Ucrania, pero también hay que tener en cuenta que no es un festival de compensación contra la animaversión del poderoso, sino de música. Detrás quedan horas y horas de puestas en escenas, nervios, trabajo, centenares de secundarios que piensan, tejen, observan, corrigen... Y que todo quede en segundo plano por el politiqueo pues ya hace que pierda el interés. Que conste que yo no estoy a favor de ningún tipo de "intervención militar", pero estas puestas en escena, esta compra de empatía, es más una lavada de cara, una cortina de humo, mientras, en el conflicto en cuestión, se continúa con el genocidio.
    En fin. Creo que la española (de un pueblo muy cercano al mío) no quedó muy bien, pero me contaron que el público se lo pasó en grande con su actuación, y, para un artista, ese es el mayor premio.
    Un fuerte abrazo!

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    1. Hola, Pepe. Música y política no deberían formar parte de un festival musical. En mi opinión estas dos expresiones solo pueden ir de la mano para reivindicar derechos humanos y sociales. Muchos cantautores han hecho y hacen uso de la música en tales situaciones, por lo que sería muy largo enumerarlos (desde Bob Dylan a Paco Ibáñez, por poner solo dos ejemplos clásicos). Y siempre de una forma, aunque contundente, de lo más respetuosa posible. En caso de que no resulte factible eliminar actitudes políticas en un concierto normal y corriente, deberían tomarse medidas para prevenir cualquier efrentamiento y acto violento, tanto verbal como, sobre todo, físico.
      El festival de Eurovisión, del que me alejé hace ya varios años por su politiqueo infame, este año llegó a tal cota la previsibilidad de enfrentamientos, que yo habría excluido a Israel como particiante, máxime cuando su presencia ponía en primera línea un genocidio como el de Gaza.
      Un fuerte abrazo.

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  11. La politización del festival viene de lejos. Mi padre siempre decía que a España no le daban buena puntuación por culpa de Franco, el caso es que ahora tampoco vamos muy bien en el listado de puntuaciones y el dictador se murió hace ya mucho, ja, ja, ja.
    Yo tampoco entiendo qué hace Israel en un concurso europeo, como no entiendo que en la competición europea de baloncesto juegue el Maccabi de Tel Aviv.
    En los últimos años este festival ha degenerado de mala manera, los estilismos de algunos participantes rozan el esperpento y el mal gusto, pero el caso es que entre la juventud tiene tirón y yo no lo entiendo, estaba en la idea de que eso se acabaría extinguiendo por falta de público.
    Un beso.

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    1. No sé si sería por culpa de Franco, pero sí que existía la impresión (y creo que fundada) de que España no caía muy bien a los europeos, pues solo nos votaba Portugal, un país amigo y cercano social y políticamente.
      Ya hace algunos años que me desentendí totalmente de este festival y solo me enteraba de quien nos representaba de tanto hablar de ello por televisión, y luego lo mismo sobre el resultado final.
      A mí también me extraña (de hecho no lo sabía) que tenga adeptos entre la juventud y seguramente será por las extravagancias estéticas y musicales de los participantes.
      Un beso.

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