En los próximos días se
cumplirá un año de la invasión rusa de Ucrania, aunque el conflicto bélico se
inició en realidad en 2014, tras la anexión de Crimea a Rusia. El objetivo del
ejército invasor es anexionarse la región del Donbás, de la que reclama su propiedad
y en la que la población rusa y rusófila es muy elevada.
Hasta el momento, el número de
víctimas en ambos bandos es muy alta, contándose en decenas de miles, de las
cuales unas siete mil son civiles, y ha ocasionado la mayor crisis de
refugiados en el continente desde la Segunda Guerra Mundial.
Me atrevo a decir que todos
hemos alabado la resistencia ucraniana, con su presidente, Volodimir Zelenski,
a la cabeza. Pero, si dejamos de lado las filias y las fobias, los sentimientos
y el sentido de la justicia, podríamos preguntarnos si una resistencia titánica
como la de los ucranianos y su deseo de liberarse del yugo ruso, justifica
sacrificar tantas vidas humanas. ¿Qué hay que hacer —me pregunto— cuando
compruebas o intuyes que la suerte no estará de tu parte, porque estás en
inferioridad de condiciones y prevés una derrota a medio o largo plazo? ¿Rendirte
o resistir hasta el final, sean cuales sean las consecuencias?
En la historia universal hay
muchos ejemplos de actos de resistencia de este tipo, convertidos en mitos o
ejemplos de heroicidad. Y España ha sido escenario de algunos de ellos.
Por ejemplo, en el contexto de
la Guerra de sucesión española, el 11 de septiembre de 1714 se puso punto y
final al sitio de Barcelona por las tropas de Felipe V, tras catorce meses de
asedio, durante los cuales se hizo evidente la enorme diferencia de fuerzas
entre ambos bandos. En el asalto final, las tropas borbónicas estaban
compuestas por 39.000 soldados, mientras que los resistentes eran 5.400. Desde
el mes de abril de ese año hasta la capitulación de Barcelona, cayeron sobre
ella cerca de 40.000 proyectiles, que destruyeron la tercera parte de los
edificios. Se calcula que durante los catorce meses de sitio, se produjeron
unas 7.000 bajas en el bando catalán y más de 10.000 en el asaltante.
Llegado a este punto, que solo
utilizo con fines reflexivos, siempre me he preguntado por qué el bando
minoritario, en personal y recursos, decide resistir los embates del
mayoritario y más poderoso, cuando la diferencia de medios humanos y materiales
es tan grande que la derrota está asegurada. ¿Heroicidad, tenacidad, orgullo
patrio, honor, idealismo, ingenuidad, inconsciencia...?
Si Catalunya hubiera
claudicado en junio de 1713, momento en que el resto de las fuerzas
austracistas, encabezadas por Inglaterra, abandonaron la contienda en toda
Europa, se habrían salvado muchas vidas, aunque habría representado una
humillación para los perdedores, partidarios de Carlos de Austria. Y, además, Barcelona,
y Cataluña en su conjunto, se habría ahorrado la tremenda venganza que Felipe V
llevó a cabo por ese intolerable desafío.
Esta resistencia, que no
deploro, pero sí cuestiono, por mucho que me duela, se ha dado y se sigue dando
en otras guerras mucho más cercanas en el tiempo. Ya no estamos hablando del
siglo XVIII, sino del XXI: Siria y Ucrania son dos ejemplos palmarios. En el
primer caso, son los rebeldes quienes están en franca minoría, pero aun así
perseveran en su lucha contra el régimen de Baixar al-Àssad, y en el segundo
caso es Volodimir Zelenski quien no quiere arrojar la toalla frente al monstruo
ruso, encabezado por el tirano Vladimir Putin.
Todo indica que este conflicto
bélico entre Rusia y Ucrania va para largo, así que el número de muertos
seguirá creciendo día a día. Aquí también podemos plantearnos el dilema de si
no habría sido mejor claudicar, aceptando, por ejemplo, un referéndum controlado
por las Naciones Unidas, para constatar cuántos ciudadanos del Donbás prefieren
pertenecer a Rusia. ¿No habría sido mejor ceder esa zona de forma pacífica que
sacrificar tantas vidas en una defensa que puede acarrear consecuencias
impredecibles?
Desde luego, este es un planteamiento
únicamente materialista, no moral, y, por supuesto no exento de polémica. Todos
recordamos la famosa frase, atribuida a distintos líderes revolucionarios, que
dice: «Más vale morir de pie que vivir de rodillas». Pero ¿estaríamos todos dispuestos a
ello?
Ante un conflicto bélico de
grandes proporciones, donde una de las fuerzas combatientes está en franca
minoría, ¿qué pensáis que sería mejor: la resistencia o la rendición?
Es un conflicto alimentado por los espectadores que van suministrando medios para la resistencia.
ResponderEliminarPor lógica el estado invasor tenía todas las de ganar, pero la política y economía mundial va por otros derroteros.
Un abrazo.
Los conflictos, cuando intervienen terceros países para apoyar logística o armamentísticamente a una de las partes, prometen eternizarse.
EliminarUn abrazo.
Buena y valiente reflexión, Josep.
ResponderEliminarEn lo personal y cuando vi entrar los tanques en Kiev hubiera optado por la rendición incondicional. Pero una vez comprobado que el ejército ruso era un gigante con los pies de barro, incapaz de controlar ni la capital de Ucranía, veo bien la resistencia incluso en el Dombas. En cualquier caso, estoy atónito viendo como se desarrolla una guerra del siglo XX en pleno siglo XXI. Mejor eso, que la guerra nuclear, claro.
Un fuerte abrazo.
El tema es muy delicado, pero cuando abrí este blog ya tenía en mente que serviría para crear una cierta polémica. Aunque en la vida privada no me gusta polemizar porque sí, tras el muro de las letras me siento más capaz de hacerlo. Si alguien no está de acuerdo con lo que digo, solo tiene que comentarlo, pero si el foro fuera una sala de actos llena de asistentes, quizá me arriesgaría a que me arrojaran algún huevo, ja, ja, ja.
EliminarYo siempre he sido partidario de parar los pies a los que abusan de su poder y casi siempre me he posicionado a favor del más débil y así ha sido en este caso. No obstante, cuando veo que esta guerra puede eternizarse, al igual que el sufrimento de inocentes, ya no tengo tan claro cuál es la mejor solución para que todo este horror termine lo antes posible.
Un fuerte abrazo.
Reconozco mi sorpresa inicial ante la resistencia ucraniana frente al supuestamente gigante ruso, pero en realidad la inferioridad ucraniana se aminora por la ayuda de Estados Unidos y los países de la Unión Europea.
ResponderEliminarDejar que ganara Rusia con facilidad hubiera creado un peligroso precedente internacional, pero también es cierto que pretender la resistencia de Ucrania apoyándole con armamento resulta tan cómodo como ver los toros desde la barrera.
No es fácil la respuesta a tu pregunta final, pero yo me decanto por la resistencia, sobre todo porque creo que no son solo los dirigentes quienes la quieren, sino también los ciudadanos de a pie en general.
Un abrazo.
Para empezar, alabo la valentía de los ucranianos al plantar cara al invasor, pero la ayuda de los EEUU y de la UE, creo que solo sirve para alargar y agravar el conflicto. Estoy contigo en que de haber cedido a las pretensiones anexonistas de Rusia a la primera de cambio, habría dado alas a esa potencia militar para expander sus deseos de recuperar aquellos paises o zonas que habían pertenecido a la disuelta URSS. Como en todas las guerras (pensemos en la de Vietnam), llega un momento en que resistir solo empeora las cosas y siempre pagan los incocentes. Por ello no es fácil tomar una decisión y por eso mismo he querido plantear esta disyuntiva en el plano teórico, pues en el emocional las cosas son muy distintas.
EliminarY, como bien dices, si la cudadanía está a favor de la resistecia, cueste lo que cueste, ellos son los que tienen la última palabra, aunque, sin querer, arrastren a otros países que se solidarizan (vuluntaria o interesadamente) son su lucha.
Un abrazo.
Como dijo Julio Anguita: "Malditas sean las guerras y los canallas que las hacen".
ResponderEliminarEl tema es complicado. Conozco a bastantes ucranianos y claro, ellos tienen familia allí, muchos me han dicho que habrían preferido rendirse.
Es un tema muy muy complicado y al final siempre paga el pato la población civil.
Muy feliz miércoles.
En las guerras, ambos bandos acaban, de un modo u otro, perdiendo. Es algo irracional que todavía pervive en pleno siglo XXI, porque el deseo de poder del hombre es ilimitado.
EliminarY, en efecto, siempre acaban pagando el pato los más inocentes.
Un abrazo.
Yo también creo que hay que ser más práctico. Acumular muertos no es lo más recomendable. Que les pregunten a sus familiares, por no decir a ellos mismos. Se forran los de siempre. Ahora, con la venta de armas; luego, con la reconstrucción del país.
ResponderEliminarUn beso.
Además de los muertos que se acumulan en el campo de batalla, resulta vergonzoso que alguien salga ganando y se forre a costa de ellos. La fabricación y venta de armas es un negocio multimillonario y todos quieren participar de un modo u otro en el negocio, aunque ello se vista de solidaridad y apoyo desinteresado. Luego, cuando llegue el momento de reconstruir lo destruido, muchas empresas sacarán partido de ello.
EliminarUn beso.
El orgullo patrio o el idealismo solo produce conflictos, no se adelanta nada con que mueran miles de personas por ganar una causa que desde el principio siendo las fuerzas tan desiguales, está a favor de quien es más poderoso.
ResponderEliminarEsta guerra particularmente me parece absurda, y aunque se está a favor de Ucrania en la mayoria de los casos, es penoso que tenga que morir tanta gente por capricho de los de siempre, y encima implicando a los de fuera.
Sobre tu pregunta del final, no me atrevo a decir, porque al no ser una cosa más personal lo cual sería distinto, no sé que opinar, pero desde luego desde lejos, pero tan cerca (porque nunca se sabe como terminará esto): rendición, por lo que pueda pasar... pues ya sabemos todo a donde nos puede llevar.
Un abrazo Josep.
La reacción primera ante un acoso o violación de la libertad es la de resistirse con uñas y dientes, y todos nos posicionamos a favor del acosado y le damos todo nuestro apoyo, aunque solo sea moral. Pero cuando la situación deriva hacia un mal fin inevitable, la cosa cambia y uno se plantea si no habría sido mejor claudicar desde un principio. Pero quien lo sufre en carne propia no lo ve del mismo modo. Así que es muy cierto que no se puede juzgar la actitud del "rebelde" si no se está en su piel y se vive en primera persona.
EliminarUn abrazo.
Saludos, Josep.
ResponderEliminarComplicado responder a tu pregunta. Personalmente optaría por la resistencia. Odiaría vivir sometido. Pero, por otro lado, está el hecho de evitar la muerte de miles de personas inocentes. En cualquier caso, las guerras, todas ellas, ocultan siempre sus verdaderos motivos bajo capas y capas de demagogia. En el fondo, todo son intereses comerciales y ambiciones personales de unas élites que sólo buscan más dinero y más poder, y para ello no dudan en sacrificar a los de siempre, los de abajo.
Un abrazo.
Hola, Pedro.
EliminarEntiendo que resulta difícil responder a mi pregunta. Casi es como cuando a un niño le preguntan a quién quiere más: a papá o mamá.
Y más difícil resulta si tenemos en cuenta los intereses de terceros en discordia, los que no participan directamente pero colaboran manteniendo la invasión o la resistencia, según el bando.
Por desgracia, en todas las guerras hay quien saca provecho político y económico, sin pensar en las muertes que producen.
Un abrazo.
Excelente post, aprendo y disfruto a partes iguales.
ResponderEliminarGracias, saludos! !
Me alegro mucho haber sido de ayuda.
EliminarSaludos.