lunes, 27 de junio de 2022

Esto es un atraco

 


Siempre hemos sido engañados con falsas promesas, con productos de dudosa calidad y con un largo etcétera de mentiras con ánimo de lucro. El más conocido y común de los ejemplos son las rebajas. Pero últimamente hemos llegado a una situación extrema que clama al cielo y ante lo que, muy a nuestro pesar, nos sentimos, además de estafados, impotentes.

La noticia más reciente y de gran calado entre los consumidores es la gran y para mí injustificada subida de los precios de prácticamente todos los artículos de consumo. El precio de las frutas y verduras se ha incrementado hasta unos niveles nunca vistos, mientras que al campesino le pagan por ellas una miseria.

Siempre he creído que, durante una crisis, por muy grave que sea, hay quien saca provecho de ella camuflando su perversidad bajo la excusa de la necesidad perentoria —léase caso mascarillas— o para hacer frente a las pérdidas que, supuestamente, está sufriendo. De este modo, los abnegados empresarios —finales e intermediarios— se ven obligados —aseguran— a aumentar los precios de los artículos que venden, pues, de lo contrario, deberían cerrar el negocio y dejar en la calle a sus empleados.

Estamos viendo, incrédulos y cabreados, como las eléctricas se están forrando mientras que los usuarios sufrimos y soportamos unos incrementos brutales en la factura de la luz. Al parecer estas empresas también gozan de inmunidad, como el Rey emérito, pues al Gobierno le tiembla la mano ante la posibilidad de imponerles unos impuestos más elevados y una reducción en sus beneficios multimillonarios.

No niego que hay empresas, pequeños comerciantes y autónomos de diversos ámbitos, que lo han pasado y lo están pasando realmente mal, primero por culpa de la pandemia y ahora, entre otras causas, por la guerra entre Rusia y Ucrania al ver su actividad económica perjudicada. No obstante, la falta de previsión y la cortedad de miras de los países de la UE, confiando casi en exclusiva el suministro de algunos productos esenciales a dos únicos o mayoritarios proveedores (Rusia y China), ha hecho que, ante la situación política que estamos viviendo, nos hayamos quedado con el culo al aire. Hemos comprobado que el más vale prevenir, en forma de diversificación, ni tan solo se aplica en los países desarrollados de nuestro entorno.

Pero volviendo a lo que podríamos calificar de picaresca inmoral, estoy convencido de que hay quien se aprovecha del temor ante la falta de suministro de alimentos y de otros artículos de necesidad para aumentar vertiginosa e injustificadamente el precio de ciertas materias primas —como el aceite de oliva y la harina, siendo España el primer país aceitunero de la UE y el quinto en la producción de trigo—, de la electricidad, de los carburantes y de otros tantos productos para inflar más de lo justo y necesario el precio de lo que vende al consumidor, quien es el que siempre paga el pato. «Si me aumentas los impuestos, si me obligas a hacer un descuento a mis clientes, lo repercuto en el precio final y Santas Pascuas». Esa es la dinámica mayoritaria. Y todos contentos. Y engañados.

¿Qué tendrá que ver, digo yo, la escasez de algunos artículos con la subida abusiva de los alquileres? ¿Y en el precio de una habitación de hotel? Hay quien se está aprovechando de este caos inflacionista para, en el mejor de los caos, resarcirse de las pérdidas ocasionadas en su negocio por la pandemia. «Ahora es la ocasión para hacer caja a lo grande», deben pensar. Y todos a pasar por el tubo.

Pero hay algo que todavía me preocupa más y es que los medios de comunicación, consciente o inconscientemente, ayudan a normalizar la situación, presentándola como algo muy negativo pero inevitable. Es lo que hay. Y de este modo, el ciudadano acaba resignándose. Mal de muchos...

Creo que vivimos en una burbuja económica manejada arbitrariamente por los que ostentan el poder, los que tienen la sartén por el mango, en una economía que calificaría de virtual. Nunca he entendido por qué una sospecha o temor ante una posible, aunque remota, crisis, del tipo que sea, hace caer de inmediato las bolsas o aumentar la famosa prima de riesgo. Yo no entiendo de economía, pero se me antoja como algo insólito que las bolsas se anticipen a los sucesos que luego no llegarán muy probablemente a producirse. Pero el daño ya está hecho. Y lo peor es que mientras la caída de los valores bursátiles se traslada inmediatamente a los ciudadanos, no es así cuando estos se recuperan. Si sube el precio del barril de petróleo, enseguida se repercute en el precio del litro de gasolina o gasóleo, pero cuando baja, hay que esperar semanas o meses para notar ese alivio económico. Las gasolineras argumentan que, aunque baje el precio del crudo, ellas ya compraron el carburante al precio anterior, más elevado. ¿Por qué no hacen exactamente lo mismo cuando lo compraron a un precio más bajo y luego sube en origen? El caso es forrarse como sea. Lo dicho: esto es un atraco.


14 comentarios:

  1. Una de las cosas curiosas de la inflación -desbordada también en Estados Unidos- es el vergonzante mantra que se instala en ciertos sectores y que viene a decir que los sueldos y pensiones no deben igualarse al IPC ya que ello contribuiría a ocasionar más inflación. O sea que lo suyo -para algunos- sería que los precios siguieran subiendo y las pensiones ni siquiera igualaran o no perdieran poder adquisitivo. O sea, un atraco je, je. Como anécdota personal hace muy poco fui a comprar una sandía y la cajera me pidió 10 euros por ella. Por el jamón ya no pregunté je, je.
    Un abrazo, Josep.

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  2. Pues te ha salido barata la sandía; por aquí te cobrarían hasta 13 euros. Claro que depende del peso, je,je.
    Cuanto más bajo sea el salario, más beneficios para el empresario (¡Me ha salido un pareado!). Esta es su forma de "optimizar recursos". Cuando se anunció la subida del smi, la patronal se empeñó en hacernos creer que eso llevaría a un mayor desempleo. Hasta el Gobernador del Banco de España (siempre agorero y antimedidas a favor de los trabajadores y pensionista) vaticinó una debacle económica a gran escala. Pero el resultado ha sido contrario a lo pronosticado. Cualquier reforma que pueda favorecer a los más necesitados y "perjudicar" a los más ricos encuentra la oposición de las grandes empresas que solo buscan aumentar sus beneficios sin reparar en la pobreza que nos rodea. El Gobierno ha pedido en más de una ocasión "un sacrificio" a las eléctricas y que empaticen con el ciudadano que tiene apuros para llegar a fin de mes. ¿Resultado? La pobreza energética les trae sin cuidado.
    Esta es la triste realidad.
    Un abrazo.

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  3. Vergonzoso todo. Los grandes empresarios son los que tienen el poder y como los políticos, sobre todo los de cierta tendencia, pasan del ministerio a las Juntas de Accionistas de las grandes energéticas pues eso es lo que hay. Nadie les puede poner freno. Tenemos la energía más cara de Europa. Por algo será: corrupción, puertas giratorias y por mucho que el Gobierno quiera (si es que quiere) tampoco tiene mucho margen para pararles los pies. Unos se llenan los bolsillos obscenamente y otros no tienen para calefacción, agua caliente y gasolina. No sigo que me indigno.
    Un beso.

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    1. A mí tambiém me indigna ver cómo nos utilizan descaradamente sin poder hacer nada para evitarlo, pues es como una lucha entre David y Goliat. Siempre salen ganando los poderosos, mientras la "plebe" solo le queda el derecho al pataleo, y a veces ni eso. Que unos expresidentes de Gobierno (Felipe González y Aznar) que favorecieron la privatización de unas compañías energética (Gas Natural Fenosa y Endesa, respectivamente), sean posteriormente fichados por estas con un sueldazo de padre y señor mío, es algo obsceno que demuetra la catadura moral de esos individuos.
      Un beso.

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  4. Durante toda la lectura he estado recordando una noticia que daban el otro día en relación con las próximas Fiestas de San Fermín. Los dueños de los bares y restaurantes se lamentaban de que, habiendo tanta gente en paro, no pudieran cubrirse las plazas de los camareros que necesitaban. Los parados argumentaban que querían aprovecharse ellos para resarcirse de dos años sin haberlas podido celebrar, pagándoles unos jornales ridículos para el trabajo que hay en esos días.
    Un abrazo.

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    1. Los restaurantes son un buen ejemplo de cómo han actuado sus propietarios durante y después de la pandemia, algo que he podido comprobar en primera persona. Cuando la situación se volvió muy complicada para sobrevivir, redujeron, drástica y comprensiblemente, el número de empleados (camareros), pero cuando ha pasado lo peor y se ha reactivado el negocio, si despidieron a cuatro, solo han empleado a dos, de modo que los camareros actuales tienene que trabajar por dos y encima con un sueldo inferior.
      Un abrazo.

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  5. Esto es un negocio. Todo lo que digan o hagan ha perdido la credibilidad. Crisis, sí claro, pero hagamos negocio de ella. Y como dices, con la impotencia de no poder hacer nada, solo pagar y esperar que la tormenta acabe y que la cosa siga en pie. Hacen leyes para todo, pero cuando hay que hacer una ley para regular el impuesto del carburante ahí no pueden. Que habrá aumentado el valor del petróleo, pero el impuesto ha subido el doble, ¿no puedes hacer una ley que mantenga el mismo valor absoluto de impuesto hasta que termine la guerra? Serían más del 30 % de rebaja, más de 60 céntimos. Pero ahí no se puede. Y así con todo. Y seguro que en su fuero interno pensarán que están haciendo cosas por el pueblo, que han emitido unos bonos para bajar el carburante (aunque cada día no deje de subir), que lo que pasa es que el pueblo es un quejica. Pero claro, vivimos en mundos distintos. Un rico millonario no puede entender lo que necesita la gente pobre, para él, cualquier migaja es más que necesario, total, si no fuera por él, ¿dónde estaríamos? Así que nos toca aguantar el atraco con la esperanza se que no se les vaya de las manos, porque en ese caso, el atraco se multiplicará.
    Un abrazo, Josep!

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    1. Es bien sabido que las guerras han hecho millonarios a unos cuantos y no solo a los fabricantes de armas. Aprovecharse de la escasez de alimentos y de otros bienes básicos de consumo para llenarse los bolsillos es algo deleznable. En momentos de crisis enonómicas muchas empresas tienen que reinventarse para buscar una salida que les impida cerrar, pero no es de recibo que la nueva dirección que tomen esas empresas pase por abusar de las necesidades de los más perjudicados. ¿Por qué las mascarillas se vendían al inicio de la pandemia a precio de oro?
      Y también resulta muy llamativo que, aun implantándose medidas para reducir el precio de un bien de primera necesidad, este siga aumentando a pasos agigantados. ¿Quién "diseñó" la factura de la luz para que el precio del gas (el más caro, con diferencia) sea el determinante para calcular el precio final? ¿Y qué ocurrió cuando los ciudadanos se plantearon utilizar la energía solar? Pues que el Gobierno impuso impunemente un impuesto al sol, hasta que alguien, con un mínimo de sentido común, retiró esta medida. Esto demostró que el Gobierno, en connivencia con las eléctricas, no quería perjudicarlas. Del mismo modo que el poder político y judicial tienen que estar claramente separados, también lo deben estar los intereses del pueblo y de las grandes empresas. Pero, lamentablemente, ninguna de las dos cosas se cumple cuando hay intereses económicos y/o políticos de por medio.
      Un abrazo, Pepe.

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  6. Hola Josep. En este relato que haces no hay nada que decir en contra, creo que todas las personas de a pie, estamos totalmente de acuerdo con lo que argumentas porque a la vista está (y a saber lo que no se ve ni se sabe, totalmente un atraco como tu dices). El perjudicado en cualquier situación de este tipo, es siempre el productor, y el consumidor. Lo triste y es que no se ve la luz al final de este túnel tan largo, porque en este caso, lo que sube no bajará, y si lo hace, quedará por encima siempre de lo que teníamos. Una vergüenza, la situación que se vive.
    Un abrazo Josep.

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    1. Hola, Elda. Está claro que lo que más encarece un producto es la existencia de intermediarios. Si, por ejemplo, los productos de la huerta llegaran directamente al consumidor nos saldrían muchísimo más baratos. Por supuesto, hay casos en que ello no es posible y se necesita el concurso de un intermediario (transportista, mayorista), pero sus ganancias deberían ser las justas, Y añadiría más: deberían estar reguladas y no dejarlas a la discreción de cada empresario.
      Y a la hora de subir los precios, todos los que intevienen en la cadena de suminitro se apresuran a hacerlo, pero luego no bajan con la misma presteza. Quien abusa aumentando los precios injustificadamente es, ni más ni menos, que un ladrón, pero al que se le tolera actuar impunemente.
      Un abrazo.

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  7. El poder está en los ricos y los políticos. Los de abajo siempre pobres, esto nunca cambiará. Porque nunca cambió. Los ricos más ricos y los pobres más pobres. Un abrazo.

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    1. Es triste, pero así es, y así será hasta el fin de los días, Mamen.
      Un abrazo.

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  8. Yo tampoco me explico lo que está pasando. Se supone que el subidón de precios es por lo caro que está el combustible, pero resulta que los transportistas están pasándolas canutas, así que yo me pregunto quién se lleva ese plus que estamos pagando por la fruta y muchos otros alimentos.
    Lo de los precios de la habitación de hotel tampoco es explicable, como tampoco se entiende que mucho nos quejamos pero están todos llenos, así que... Porque sin pan y fruta no podemos estar pero sin irnos de vacaciones sí (por mucho que nos fastidie).
    Yo no soy economista, pero subir impuestos a las eléctricas no es la solución porque, como bien comentas, ellos suben el precio al consumidor y arreglado. Creo que se tendría que limitar el margen de beneficios, pero claro ¿quién le pone el cascabel al gato?
    Estupenda reflexión y muy buenas preguntas que yo también me hago.
    Un beso.

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    1. Hay cosas tan incomprensibles que uno llega a cuestionarse su propio sentido común. Los que no somos expertos en economía muchas veces nos dejamos llevar por quienes sí entienden, o eso parece. Pero aun así no veo una correlación entre el aumento del precio de la luz o del carburante y que, por ejemplo, al campesino le paguen unos pocos céntimos por una unidad de lo que sea y esta misma unidad la paguemos en el súper a diez euros. ¿Quién hay en el camino desde la huerta y la mesa que se queda con esa gran diferencia? Nos toman el pelo sin ningún tipo de escrúpulos y ahí nadie pone remedio. Y que nos machaquen día sí y día también con que vamos a sufrir una recesión sin parangón no hace que me resigne sino todo lo contrario. Las grandes Empresas te imponen el planteamiento de que no tienes que quejarte de los problemas sino aportar soluciones. Pues esa gente que tanto sabe y tanto poder tiene (¿?) debería seguir esta misma regla, en lugar de amedrentarnos con que viene el coco.
      Un beso.

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