El título de esta entrada está
inspirado en el de un programa de reportajes de La Sexta que da a conocer casas
singulares a través de sus propios dueños. Suelen ser casas “especiales”, bien
por sus dimensiones, situación geográfica, originalidad o lujo. Sus precios
son, lógicamente, elevados, así que no es extraño que la mayoría ronden el
millón de euros.
He visto algunos episodios de
este programa y debo reconocer que en algunos casos me ha atraído ver dónde
viven esas personas con un potencial económico tan envidiable, pero, sobre
todo, lo que más me ha interesado es la decoración y el valor histórico de esas
viviendas, pues en algunas ocasiones son pequeños castillos o mansiones que
merecerían ser declaradas patrimonio cultural. En otros casos, es la belleza u
originalidad arquitectónica la que me ha llamado poderosamente la atención. Ya
me gustaría a mí disponer de dinero suficiente como para adquirir y vivir en
una de esas viviendas.
Una vez hecha esta
introducción —algo que no podía faltar en mi habitual forma de entrar en
materia—, ahora me voy a referir a lo que calificaría de excesos de ostentación
innecesaria e, incluso, vergonzosa.
Y, como me suele suceder
cuando elijo un tema a tratar y sobre el que reflexionar, en esta ocasión
también ha sido un caso del que he tenido conocimiento y que, aun no siendo el
paradigma del lujo más desenfrenado, me ha llevado a extender mi crítica reflexiva
a los casos de mayor relevancia de los que todos tenemos conocimiento, aunque
solo sea de oídas.
La noticia en concreto que me ha
llamado la atención es que Tori Spelling, una de las jóvenes protagonistas de
la afamada serie de los años noventa, Sensación de vivir, pone a la
venta su casa de los Ángeles, de 624 m2, seis habitaciones y seis
cuartos de baños, por un importe de más de dos millones de euros. Y yo pensé
cómo una actriz de segunda —o tercera— fila pudo hacerse con una casa así.
Pero, como es hija de Aaron Spelling, un famoso productor de cine que, se dice,
la “enchufó” en la anteriormente mencionada serie, y del que heredó, tras su
muerte, casi un millón de dólares, no es de extrañar que pudiera darse ese
capricho. Pero no todo quedó ahí —al fin y al cabo, esta no sería más que una
menudencia entre tanto famoso rico—, porque a continuación se mencionaba a su
madre, Candy Spelling, quien también ha puesto en venta la casa familiar, en la
que nació y vivió Tori, por la friolera de ciento cincuenta millones de
dólares, una mansión de 5.000 m2 construidos y con un terreno de más
de 19.000 m2, con 123 habitaciones y vete tú a saber cuántos cuartos
de baño. Y como se supone que es demasiado grande para ella sola, se mudará a
una que solo cuesta cuarenta y siete millones de dólares.
Y con esto me pregunto ¿para qué
necesitan los millonarios tanto espacio y tanto lujo? Por no hablar de la
colección de automóviles de alta gamma que suelen tener, que no les debe dar
tiempo a utilizar.
A todos nos gusta el dinero
porque nos gusta vivir bien, aunque cada uno tiene su propio concepto de lo que
es vivir bien y sus propias necesidades. Y no me vale eso de que «si tú
tuvieras tanta pasta como ellos, harías lo mismo».
Pues no. Veo a esos futbolistas que, siendo tan jóvenes, cobran una millonada
y, aunque me parezca algo desproporcionado, no es la fortuna que amasan en
sus pocos años de vida profesional lo que me asombra, sino lo que hacen con
ella, gastándola a espuertas en lujos innecesarios como si no hubiera un
mañana. Los hay, todo hay que decirlo, que sí piensan en el día de mañana e
invierten en negocios de los que vivir cuando se retiren.
Pero no son los futbolistas,
tenistas u otros afamados deportistas los que se llevan la palma en cuanto a
propiedades lujosas. Dejando de lado a esos oligarcas rusos que han salido a la
palestra con motivo de su amistad, sincera o interesada, con el perverso Putin,
hay una pléyade de multimillonarios que viven en palacios inmensos, que tienen
muchas propiedades a lo largo del planeta, en lugares paradisíacos, como si
fueran auténticos reyes rodeados de oro, plata, piedras preciosas y toneladas
de dinero contante y sonante. Cómo y de dónde han sacado tanto dinero ya es otra
historia.
Puede parecer un planteamiento
populista, pero ¿por qué no destinan una parte de su dinero a obras sociales, a
luchar contra la pobreza y las enfermedades endémicas que se llevan por delante
miles y miles de vidas humanas en países subdesarrollados? ¿No tienen corazón o
es que su obsesión por acumular más y más riquezas no les deja pensar en los
desfavorecidos y ver la triste realidad que les rodea? ¿Tan alejados están de
esa realidad que no se plantean convertirse en filántropos como, por ejemplo,
Bill Gates y algunos otros personajes millonarios? ¿Realmente necesitan poseer
tantas mansiones, tantos coches, aviones privados e incluso yates que más bien
parecen hoteles de lujo flotantes? ¿Qué harán con tanto dinero cuando mueran,
al margen de dejarlo a sus herederos, que seguirán sus pasos? Serán, sin duda,
los más ricos del cementerio.
Hay que ver cuánta necesidad
de ostentación poseen esos millonarios, que deben competir con otros de su misma
especie para ver quién tiene más.
Cuando veo esos ejemplos, sale
más que nunca a relucir mi soterrada ideología socialista y pienso en el
aforismo que resume los principios de una sociedad socialista y comunista en el
sentido original del término y que dice «De cada cual según sus capacidades, a
cada cual según sus necesidades». Dicho
de un modo mucho más actual: Que quien más tiene, más debe aportar, mientras
que quien más necesita, más debe recibir. Supongo que esto se ha convertido en
una utopía como otras muchas, algo muy bonito sobre el papel, pero inviable o
muy difícil de cumplir en la práctica. Pero, si por lo menos los que tienen los
bolsillos más llenos sintieran una mínima empatía hacia los más necesitados,
esta sociedad materialista sería un poco menos mala.
Y, para terminar, por si
alguien piensa que por qué no predico con el ejemplo, les diré que, en primer
lugar, no soy millonario, ni siquiera rico, pero que, aun así, y aunque sé que
está feo decirlo, colaboro, dentro de mis posibilidades, con varias ONG. No voy
a decir con qué cantidad, porque eso sería todavía más inadecuado. Sé de
personas que están en contra de estas colaboraciones, esgrimiendo que tienen
que ser los Gobiernos quienes satisfagan las necesidades de la gente necesitada,
dentro y fuera de sus fronteras. Pero esto ya es otra historia.
Se me ocurren tantas cosas que comentar a raíz de esta entrada tan fantástica que no sé muy bien qué decir. empiezo por esa criminalización que se está produciendo del comunismo. cuando esos partidos de derechas acusan a Sánchez de pactar con comunistas y terroristas y, por supuesto, de socialista. Y digo yo: primero, el comunismo no es una secta demoníaca, sino una corriente ideológica basada en las teorías de Marx que, como bien indica preconizaba que cada uno aportara lo que pudiera y recibiera lo que necesitara. Que su puesta en práctica no haya sido muy afortunada, no le resta a la teoría ni un ápice de valor; segundo, Sánchez solo ha podido pactar con partidos legales y, por lo tanto, nunca con terroristas.
ResponderEliminarLa perversión de las soflamas de la derecha en este país es un insulto a la inteligencia y lo malo es que calan entre el personal y ya hay mucha gente que las hace suyas y no solo ricos a los que les pueden favorecer, sino gente humilde que les vota y a la que van a hundir aún más.
Yo siempre quise tener mucho dinero para no tener que trabajar y poder disponer de mi tiempo, pero los grandes millonarios no sé yo si disfrutan mucho de tiempo, casas, coches y yates. más bien parece que siguen preocupados por aumentar unas riquezas que no les va a dar tiempo a disfrutar. Y es que ¿se puede realmente disfrutar de 123 habitaciones?
Un beso.
Hoy día, en nuestro país y con nuestra clase política de derechas, se ha vuelto a la antigua práctica de llamar comunista al peor enemigo de la patria y terrorista a todo aquel que va en contra del sentimiento patrio o se atreve a criticar el poder establecido. Solo falta que recuperemos el término "rojo" para quien defiende una política social de izquierdas y rechaza el franquismo que todavía colea entre las filas de la derecha española.
EliminarVemos cómo tienen más poder los bancos, las empresas multinacionales, las armamentísticas y las energéticas que los propios Gobiernos, cuyos representantes acaban siendo unos títeres en sus manos.
El dinero es, por descontado, un bien necesario que nos permite vivir bien o, cuando menos, dignamente. Bien lo saben quienes carecen de él. Pero cuando se llega a un nivel económico en el que uno ya no valora lo que tiene y derrocha cantidades vergonzosas de dinero, que alimentaría a miles de ciudadanos hambrientos, ya se ha caído en la inmoralidad y la indecencia. Incluso si ese dinero se ha ganado honestamente (cosa que pongo en duda), el derroche con el que solo se pretende exhibir de forma ostentosa el poder económico personal es, para mí, el peor de los pecados del capitalismo.
Un beso.
Siento las faltas de puntuación y la falta de mayúsculas en muchos casos. Este ordenador no sé porqué pone mayúsculas cuando le da la gana, porque alguna se me puede escapar, pero tantas...
EliminarRespecto a la puntuación, creo que me emocioné y escribí demasiado deprisa.
Quienes más tienen son quienes más tendrían que aportar por un hecho de pura lógica pero son quienes menos aportan y quienes se saltan la ley para no pagar impuestos. Me he preguntado alguna vez si en caso de poseer una fortuna despilfarraría el dinero como hacen tantos o si recordaría que eso me parecía estúpido. Quién sabe.
ResponderEliminarAbrazos amigo.
Es inmoral que grandes empresas paguen menos impuestos que un ciudadano de a pie, e incluso que fije su sede en paraísos fiscales para eludir a Hacienda. Existe un desequilibrio vergonzoso entre la clase trabajadora y la empresarial, entre los económicamente humildes (ya no digamos los pobres) y los ricos (ya no digamos los millonarios). Los primeros son los que siempre acaban pagando las crisis, mientras que los segundos a veces se enriquecen con ellas.
EliminarDicen que los "nuevos ricos" se olvidan muy pronto se sus comienzos humildes y acaban siendo los que más despilfarran. No sabría decirlo, pues creo que quienes siempre han nadado en la abundancia no aprecian lo que tienen porque siempre han visto como normales los excesos en el seno de su millonaria familia.
Un abrazo.
Hola, Josep.
ResponderEliminarHe visto en varias ocasiones el programa de televisión que citas y la verdad es que he aprendido también de arquitectura o de decoración. También he observado que muchos de los que enseñan las casas era para venderlas y otros muchos por pura ostentación personal. En cualquier caso es completamente loco tener una casa con más de 100 habitaciones e incluso con el diez por ciento de estas je, je. Respecto a los impuestos me llama la atención como el nuevo lider de la derecha acusa al gobierno de forrarse con los impuestos. Sea o no un lapsus, me parece que se ha interiorizado en parte de la sociedad que los impuestos no son necesarios. Y si lo son claro: hospitales, militares, carreteras o escuelas públicas no salen de la nada. Por tanto, creo que cada uno debe aportar en función de su capacidad fiscal, pero sobre todo seguimos con gran problema en cuanto al fraude fiscal de las grandes fortunas que siguen eludiendo su contribución para hacer una gran país y una Europa más solidaria.
Un abrazo y buen fin de semana.
Hola, Miguel.
EliminarHace unos días me enteré por televisión que había un castillo en venta, al que se le tenían que hacer, lógicamente, un gran número de reformas para hacerlo habitable. Creo que su precio rondaba el millón de euros. Su posible comprador decía que siempre había querido vivir en un castillo. Allá él, pensé, si quiere gastarse tanta pasta para satisfacer ese capricho y me planteé si yo, en caso de tener ese dinero, seria capaz de adquirir, por ejemplo, una masía catalana del siglo XIX en pleno macizo del Montseny, algo que idílicamente siempre me ha atraído. Y la verdad es que no supe qué contestarme. Lo que no haría nunca, y de esto estoy muy seguro, sería comprar una mansión con muchas más habitaciones de las que necesitaría para albergar a mi familia y a algún amigo invitado, je, je.
Y sí, Miguel, siempre hay quien juega a utilizar los impuestos para atacar a su contrincante político. Si los sube, porque los sube, y si los baja, porque los baja. En el caso que mencionas, me parece imperdonable que ese señor no sepa dónde van a parar los impuestos con los que dice que se forra el Gobierno. A mí no me importaría pagar un poco más en impuestos si todo el mundo, sin excepción, lo hiciera en función de sus posibilidades, empezando por las grandes fortunas, que son precisamente las que se escabullen y acaban pagando (si pagan) menos que tú y yo. Todo cuesta dinero, y mucho, y si queremos vivir en un país adelantado tanto en infraestructuras como en sanidad o enseñanza, hay que pagarlo. No podemos aspirar a disfrutar de un estado del bienestar sin pagar por ello. Lo bueo, bonito y barato ni existe.
Un abrazo y feliz fin de semana.
Estoy cada vez más convencido de que el dinero no da la felicidad, una vez se tienen cubiertas con cierta holgura las primeras necesidades. Quizá sea mi consuelo de pobre, pero además es que lo observo en la gente rica. No la veo más feliz. En muchas ocasiones pierden su tiempo en ser todavía más ricas, lo que me parece una manera de perder la vida. Y ya no te digo cuando la riqueza te ha venido por un golpe de fortuna y no estás acosumbrado a ella. Cuánta gente de esas que han recibido un buen pellizco de la lotería o quinielas ha terminado mal.
ResponderEliminarUn abrazo.
Incluso es posible que el dinero sea motivo de peleas domésticas. Algunas herencias han roto relaciones familiares. Evidentemente, el dinero no da la felicidad, pero ayuda a conseguirla si, para ser feliz, es suficiente con tener las necesidades básicas cubiertas y un poco más; es decir vivir con cierta holgura. De las tres cosas que hay en la vida: salud, dinero y amor, el dinero juega un papel muy importante para conservar las otras dos cosas, je,je.
EliminarEl dinero hay que saber administrarlo, pues es muy cierto que gente que ha ganado una pequeña fortuna en un juego de azar, lo ha despilfarrado en pocos días y se ha quedado como estaba o peor. Pero esos magnates a los que me refiero en esta entrada, saben muuy bien cómo hacerlo crecer hasta límites insospechados. Si se les declarara una enfermedad grave posiblemente podrían superarla a base de pagar a los mejores especialistas del mundo, pero no podrán comprar ni el amor ni la amistad sinceros. Quizá por ello se dedican a derrocharlo y vivir a tope mientran pueden.
Un abrazo.
Yo también veía un programa parecido en Cuatro o en Telemadrid, no recuerdo bien, que se llamaba ¿Quién vive ahí? (supongo que la productora será la misma y que ha modificado el título al cambiar de cadena de TV) y también me hacía las mismas preguntas que tú.
ResponderEliminarLa ostentación y, en muchos casos, el mal gusto me daban dentera, me chirriaban mucho, pero sobre gustos no hay nada escrito. Recuerdo que en muchas ocasiones me decía que si yo tuviera una casa tan grande no la tendría llena de cachivaches (en mi piso de Madrid, echo en falta más sitio para moverme, ja, ja, ja).
Lo de la filantropía está muy bien, pero algunos viven en una burbuja por no decir que están en otro planeta y lo de que la gente necesita ayuda les trae al fresco. Hay mucha solidaridad, pero también mucho egoísmo y me atrevería a decir que es directamente proporcional a la cantidad de dinero que acumulan.
Y ya que estamos con el tema, a ver si a ti te pasa lo mismo: cuando veo en las series americanas esas casas tan grandes, sin ser mansiones, pero grandes también, donde hay dos plantas, un salón grandísimo, una cocina amplísima, etc. y cuando viene alguien o la pareja se enfada y uno de los dos sale del dormitorio... se pone a dormir en el sofá. ¿Es que en esas casas solo hay una habitación para dormir? No lo entiendo.
Un beso.
En un programa de TV en el que entrevistaron al ventrílocuo José Luis Moreno, a raíz del asalto que sufrió en su mansión madrileña, quedé perplejo al ver su interior. Parecía más bien un hotel de cinco estrellas y con unas dimensiones increíbles e innecesarias para una sola persona. Por no hablar de la ostentosa decoración, muy recargada y al estilo de los magnates rusos.
EliminarA mí también me parece mentira que quien tiene tanto dinero no piense en los demás. No digo que tengan que seguir al pie de la letra las enseñanzas cristianas de la época de Jesucristo, pero con que solo tuvieran una mínima empatía pordrían hacer el bien a muchas personas necesitadas.
Y sí, claro que me he dado cuenta de esa ridícula contradicción. Grandes casas y no tienen una sola habitación para un huésped, que tiene que dormir en el sofá. Una de las muchas ridiculeces del cine que tanto me irritan.
Un beso.
Hola Josep.
ResponderEliminarPues supongo que entre tanto millonario habrá bastantes que colaboren con asuntos sociales, pero eso no lo van a estar publicando porque en realidad no sería muy bonito. Creo que muchos seguirán esa frase tan estupenda que dice: No dejes que tu mano izquierda sepa lo que hace la derecha, aunque en los deportistas, cantantes de mucho éxito, etc. algo se filtra al ser famosos. Los demás millonarios como son anónimos pues nadie sabe lo que hacen... quiero pensar que colaborarán cada cual en alguna fundación, ONG etc. pues como bien dices, para que quieren tanto dinero.
A mi más que ese programa que dices, me gustan otros que hacen obras en casas muy grandes y las dejan tan preciosas con decoración más bien minimalista, :))).
Buena reflexión Josep.
Un abrazo.
Hola, Elda,
EliminarSupongo que habrá algún millonario que haga donaciones, pero, como soy muy mal pensado, creo que son una gran minoría. Los que disfrutan de un yate enorme, con grifería de oro, que vale cientos de millones de euros, no creo que piensen mucho en los pobres. Además, y siguiendo con mi forma de pensar mal, los que sí dan donaciones, les gusta que se sepa, para demostrar lo buenos que son. De lo contrario, nadie se habría enterado de que Amancio Ortega había donado unas máquinas para uso hopitalario, una donación que, además de publicidad, le ha reportado una gran desgravación fiscal.
A mí también me gusta la decoración y ver algunas de esas casas tan especiales que, no lo niego, ya me gustaría tener, je,je.
Un abrazo.
El dinero no da la felicidad, pero sí da tranquilidad. Y con tranquilidad es más fácil disfrutar del camino.
ResponderEliminarDesde luego, quien tiene las arcas llenas no tiene que preocuparse por su bienestar, pero supongo que tendrá otras preocupaciones.
EliminarSaludos.
Yo creo que nadie necesite tanto espacio. Es una ostentación, nos pongamos como nos pongamos.
ResponderEliminarUn abrazo
Ni tanto espacio ni tanto dinero. Es una pena que no sepan qué hacer con lo que les sobra.
EliminarUn abrazo.
Puede que el dinero no dé la felicidad -cosa que dudo-, pero lo que sí es seguro es que el no tener dinero sí que da la infelicidad. Vivir el día a día con miedo e incertidumbre por lo que va a pasar mañana es vivir con la angustia pegada al culo.
ResponderEliminarSi los ricos pagasen la cuota de impuestos que les correspondería en un sistema justo y en función de su riqueza, pues no serían tan ricos. Y los asesores fiscales no ganarían lo que ganan buscando fórmulas para escamotearles impuestos acogiéndose a tal o cual triquiñuela legal.
Por otro lado, si quienes más ejemplo tienen que dar de justicia social, es decir, la Iglesia, no paga impuestos, y encima se adjudica propiedades sin ton ni son de manera bastante miserable y mezquina, ¿qué podemos esperar de los que no tenemos el "alma tan limpia"?
El socialismo y el comunismo quedan bien en el papel. El problema es cuando llega la hora de ponerlo en práctica. Y cuando la cosa no entra por las buenas, acaba pasando lo que ha pasado de siempre: se impone por las malas. Ahí tenemos las dictaduras de Cuba, Rusia, China, Corea del Norte, etc.
Lo que dice Paloma de dormir en el sofá en las pelis situadas en grandes casoplones sí que lo he visto, y, al igual que vosotros, lo veo ridículo. Eso sí, ¿habéis visto qué pedazos de sofás gasta esa gente? Tienen pinta de ser más cómodos que una cama de gama media. Y encima con la nevera de tres puertas a tiro de piedra. ¡Eso sí es lujo, carajo! ; )
Un abrazo.
Hola, Pedro. Disculpa, pero se me había pasado por alto tu comentario.
EliminarLo que está claro es que la falta de dinero para cubrir las necesidades básicas de un ciudadano, es algo más vergonzoso que el esceso de dinero y bienes por parte de esos millonarios que lo van derrochando. Como en muchas cosas, el término medio es el ideal, que uno pueda vivir cómoda y holgadamente sin tener que preocuparse por llegar a fin de mes. El exceso de dinero vemos como da lugar a fraudes de todo tipo para eludir a Hacienda, creando un entramado de sociedades fantasmas que hacen todavía más rico a quien las ha creado.
Estamos viendo cómo quienes deben pagar más, son los que pagan menos, y quienes tendrían que dar ejemplo, son los que incumplen las reglas. Y eso, aunque sea cambiar de tema, incluiría a los sacerdotes y monitores abusadores sexuales. Quienes tendrían que velar por su formación y bienestar, son los que se la cargan de la forma más asquerosa.
El fracaso del socialismo y del comunismo reside, como siempre, en las personas que tienen que poner en práctica sus principios. Siendo el hombre un ser imperfecto y codicioso por naturaleza, no es de extrañar que, una vez alcanzado el poder, se corrompa y se olvide de lo que había prometido. Y eso es extensivo a todos los políticos, tanto de derechas como de izquierdas.
Y, finalmnete, centrándome en quién vive en esos casoplones que he mencionado, yo les aplicaría la máxima que dice: dime de qué presumes y te diré de qué careces.
Un abrazo.
Hola, Josep Maria.
ResponderEliminarAl dinero se le tiene que dar el valor que tiene, ni más ni menos. Claro que es necesario, por eso trabajamos, por eso pensamos en el futuro, pero una vez cubiertas todas las necesidades no se requiere de nada más. Qué haces con una casa monstruosa, debes pasarte todo el fin de semana limpiando solo los baños, qué horror, y ¿el resto de habitaciones? Que agobio, solo pensar en la limpieza ya me pongo mala, ja, ja, ja.
Es como la hipocresía de la apariencia, vales lo que tienes, pues para quien piense así, espero que no valgamos nada.
Muy buena entrada.
Un beso.
Hola, Irene. Al igual que le digo a Pedro, te pido disculpas por no haberte contestado antes, pero se me pasó por completo tu comentario.
EliminarDesde luego, si trabajamos es para ganar dinero y ver cubiertas nuestras necesidades. Lo malo es que no siempre ocurre así y es cuando uno se da cuenta de la injusticia que ello representa, al ver cómo otros no solo tienen más que suficiente para vivir cómodamente, sino que despilfarran y hacen una ostentación de su riqueza de forma escandalosa y vergonzosa.
Nosotros no podríamos aceptar, ni regalada, una mansión enorme porque no podríamos mantenerla, pues los gastos de conservacion y mantenimiento deben ser astronómicos. Pero, aun siendo muy rico, te aseguro que no compraría una casa que excediera con creces mis necesidades, aunque el menor de los problemas sería la limpieza, pues ya se encarga de eso el servicio contratado para ello, je,je.
Un beso.