viernes, 13 de noviembre de 2020

Titulitis

 


Hace unas semanas, en dos programas de La Sexta —creo recordar que uno era Al Rojo Vivo y el otro La Sexta Noche— en los que se debatió el tema de la Covid-19 y de cómo el Gobierno estaba llevando las riendas de su control, el periodista Paco Marhuenga expresó un manifiesto y reiterado desprecio por Fernando Simón, basándose exclusivamente en el hecho de no ostentar el título de Doctor. Recuerdo también que, tiempo atrás, fue Ada Colau la víctima de una crítica similar por parte del escritor y académico catalán Félix de Azúa, uno de los fundadores de Ciudadanos, que la calificó de ignorante con estas palabras: “¿Qué entenderá por misoginia una mujer que apenas tiene estudios?”. Lo poco que sé de la señora Colau a este respecto es que no terminó la licenciatura de Filosofía.

Si nos remitimos más atrás en el tiempo, recordaremos los casos de los Másteres falsos de Cristina Cifuentes y de Pablo Casado, con el único objetivo de alardear de títulos, como si ellos les capacitara mejor para desempeñar sus funciones como servidores públicos. O bien las dudas que suscitó entre la bancada popular el doctorado de Pedro Sánchez. Todo ello demuestra la importancia que algunos le dan a los títulos, que llegan a utilizarlos, en un sentido u otro, como armas arrojadizas.

Conozco casos de compras de tesis doctorales —supuestamente realizadas en Universidades del Este— para no ser menos que sus colegas doctores. Y es que una cosa es ser listo y otra inteligente y está visto que en nuestro país tienen más éxito los listillos, esos que inflan su Currículum vitae (CV) con títulos inexistentes, que los que se lo curran de verdad. En lugar de “por sus hechos los conoceréis”, hay quien prefiere “por sus títulos los respetaréis”. De ahí que muchos falsifiquen su CV con total impunidad. Unos se llevan la fama y otros cardan la lana.

Mi madre siempre me decía que una carrera (universitaria) abría muchas puertas. Se refería, claro está, a oportunidades laborales, no a las puertas giratorias que usan algunos de nuestros políticos cuando dejan de ocupar su poltrona y de desempeñar su cargo con mayor o menor fortuna.

Es evidente que una buena preparación, gracias a los conocimientos adquiridos en los estudios, acaban reflejándose en la capacidad para ejercer eficazmente una profesión, sea la que sea. Quien esté mejor preparado, mejor le irá en la vida laboral, de manera que, aunque haya excepciones, un pésimo estudiante difícilmente llegará a ocupar un puesto de responsabilidad —a no ser que sea un político o un “enchufado”.

Los títulos académicos son, en principio, una garantía de que cualquier profesional podrá llevar a cabo su trabajo con la calidad suficiente y exigible, pero no hace de quien los posee una persona mejor que el resto. He conocido a individuos con un grado de formación muy elevado que han resultado ser unos impresentables, bien por su mala educación, bien por su insufrible arrogancia. Aunque parezca mentira, no siempre la formación va de la mano de la educación.

A lo que me refiero es a la inmerecida importancia que se da muchas veces a las titulaciones académicas, sobre todo cuando solo pretenden “adornar” el perfil de un aspirante a un puesto de trabajo o a lo que sea.

En mi dilatada vida laboral he visto cómo, durante una selección de personal, el seleccionador se ha centrado única y exclusivamente en la formación académica que aparece en el CV del candidato. Está claro que cuantos más estudios se tenga, más posibilidades hay de acceder a un puesto de trabajo, sobre todo si hay una gran precariedad laboral o mucha competencia. De ahí que nuestros jóvenes se vean obligados a cursar másteres y otras diplomaturas por tal motivo. Pero suele quedar en el olvido dos aspectos que para mí son fundamentales: la aptitud y la actitud. Es la práctica la que forma de verdad. La capacidad de análisis, la iniciativa, el trabajo en equipo y las ganas de aprender están, para mí, por encima de las calificaciones académicas.

Esa inflamación curricular que algunos sienten, y que he bautizado como titulitis, no siempre va aparejada a una labor meritoria en su puesto de trabajo. Volviendo al principio, no sé si Fernando Simón era el mejor candidato para ocupar el puesto que ocupa, pero lo que no es de recibo es que se le desprecie por no haberse doctorado. Podría haber hecho un doctorado sobre el impacto de la Drosophila melanogaster en la propagación del dengue en Centroamérica y no tener la menor idea de cómo gestionar el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad. Tampoco sé cuán bien o mal lo hace Ada Colau al frente de la alcaldía de Barcelona, pero cualquier crítica que se le haga deber estar relacionada con su labor en el cargo que ocupa y no con su formación académica. De igual modo que las apariencias engañan, un título también puede llevar a engaño y tenerlo o no, no debería ser motivo de puyas ni descalificaciones personales. Una cosa es sentirse orgulloso por el título merecidamnete obtenido con el esfuerzo personal y otra muy distinta es denostar a quienes no lo poseen y considerarlos por ello inútiles para el cargo que ocupan.

No haber cursado estudios superiores no significa ser un don nadie. Jose Mújica, expresidente de Uruguay, no llegó a terminar el bachillerato. ¿Alguien puede considerarlo un ignorante o un inútil para la política? Es una persona brillante y humilde como pocas. Es todo un ejemplo de sencillez y humanidad, que es lo que más falta hace en nuestra sociedad.


30 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo contigo. No acabé la carrera de derecho y no me considero un ignorante por ello.
    Un abrazo.

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    1. Cuántas personas no han terminado una carrera universitaria, o lo han hecho pero han acabado trabajando de cualquier otra cosa y lo han disfrutado. Quizá haber abandonado tus estudios de Derecho fue una buena decisión. Pero eso solo tú puedes decirlo.
      Un abrazo.

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  2. Cuando comencé a leer tu artículo pensé de inmediato en Jose Mújica y me he alegrado mucho de que lo incluyeras en el párrafo de cierre. Es sin duda el ejemplo perfecto para lo quieres expresar. Por cierto, parece ser que mucha gente desconoce que Fernando Simón fue nombrado por un gobierno popular y que muchos ministros de sanidad -de distinto signo político- le mantuvieron en su cargo. En cualquier caso la formación es importante pero no creo que las titulaciones sean lo único o lo más importante para la selección de un buen empleado. Y eso suponiendo que las titulaciones no sean inventadas ja, ja, ja.
    Un abrazo Josep y buen fin de semana.

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    1. Seguro que hay más ejemplos en el mundo como el de José Mújica, pero, desgraciadamente deben ser pocos y, por otro lado, no llaman la atención de la gente. Los que más llaman la atención son los llamados "triunfadores", tanto en al ámbito social como político. Los valores morales no cotizan en bolsa.
      A mí, si nadie me demuestra lo contrario, Fernando Simón me parece una persona honesta que hace su trabajo con profesionalidad, aunque ya se sabe que siempre hay a quienes les gusta descalificar a quien no ha estado nombrado por ellos. Y, además, como dice lo que no gusta oir, hay que matar al mensajero.
      Un abrazo.

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  3. Yo soy licenciado en Hispánicas y mi vida laboral se ha desarrollado siempre entre el tema financiero y los seguros. No hace falta más comentarios al respecto.
    Un abrazo.

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    1. Y qué decir de los que tiene que acabar trabajando de camareros (con todso is respetos a los camareros) después de haber dedicado cinco o seis años al estudio de una carrera universitaria.
      Tu caso es realmente descorazonador, pero si, por lo menos, has podido vivir dignamente, no hay mal que por bien no venga. Otra cosa es trabajar de lo que sea por vocación o por obligación.
      Un abrazo.

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    2. El hecho de haber estudiado bachiller de ciencias para después licenciarme en Filosofía y Letras indica que no tenía la vocación muy definida, por lo que cuando ví que la cosa de la enseñanza no estaba muy clara no me supuso ningún trauma trabajar en otra cosa. Vistas las cosas en perspectiva, no me arrepiento. No sé mucho de nada, pero sí un poco de todo. Hice una carrera preciosa y al mismo tiempo aproveché de alguna manera para mi trabajo lo que había estudiado de ciencias.
      Un abrazo.

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  4. Mi madre siempre me decía que la única herencia que podía dejarme era una carrera. Me temo que hoy es una magra herencia, al menos en lo que se refiere a lo material. Cualquier buen profesional con una buena FP (o sin ella) puede trabajar y ganar más dinero que un graduado con varios másteres y un par de idiomas.
    Pero aparte de eso, estoy totalmente de acuerdo contigo. La calidad de las personas, su valía, su cultura y educación nada (poco) tienen que ver con su formación reglada. Fernando Simón es un hombre que debe de ser muy valioso pues mantiene su cargo desde que se lo asignó un gobierno popular y ha sido mantenido por gobiernos socialistas que de haber sido un inútil hubieran aprovechado para sustituirlo.
    Yo es que no soy imparcial y el señor Simón, me cae de maravilla.
    Un beso.

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    1. Tu madre tenía más razón que una Santa, je,je. De hecho, mi herencia, el único patrimonio de valor que me dejaron mis padres fue también ese: darme unos estudios y enseñarme que todo en este mundo hay que ganárselo a pulso, pues nadie te regala nada (Bueno, a algunos sí). Hubo un tiempo en el que vestía mucho ir a la Universidad en lugar de cursar FP. Luego se vio que habían més oportunidades de trabajo para mecánicos, electricistas y carpinteros que para titulados universitarios. Y aquellos podían, además, montar su propio negocio y vivir más desahogadamente.
      En cualquier ámbito laboral, sin embargo, parece que la calidad humana está infravalorada. Cuando necesito los servicios de un técnico, valoro más el interés que se toma en realizar su tarea, la fiabilidad de que hace un buen trabajo y que lo hace puntualmente, que el autobombo y publicidad que muchos se dan y que luego resultan ser unos inútiles y encima más caros.
      Y a mi el señor Simón también me cae muy bien, aunque difundieran un vídeo en el que decía algo políticamente incorrecto en respuesta a una broma que le hicieron unos "amiguetes" periodistas sobre las "enfermeras infecciosas" (en lugar de enfermedades infecciosas), que causó un estrago entre las feministas más recalcitrantes, je,je.
      Un beso.

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  5. Totalmente de acuerdo con tus palabras, que expresan perfectamente lo mismo que yo pienso, y un buen ejemplo el de tu cierre.

    Un abrazo

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    1. Pues me alegro que coincidamos en este planteamiento.
      Un abrazo.

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  6. Yo también pienso como tú. Los títulos universitarios no valen nada si no se acompañan de otras muchas cosas, como la actitud, la capacidad de resolución, el esfuerzo, la dedicación al trabajo, la buena aptitud...Sin eso, por muchos títulos que se tengan, no servirán de nada, aunque es cierto que, para ocupar determinados puestos es imprescindible tener una formación.
    Un abrazo, Josep

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    1. Como decía, un título unversitario da la garantía de que quien lo ostenta ha recibido una buena preparación, sobre todo si su currículo académico está plagado de buenas notas, pero ello, efectivamente, no significa que luego demuestre ser un gran profesional. En la historia hay personajes célebres que obtuvieron malas calificaciones y luego resultaron ser unos genios. Se dice que Antono Gaudí suspendia las matemáticas y, si no es una leyenda urbana, que Albert Einstein también tuvo dificultades en la escuela. Claro que los niños superdotados suelen sufrir estas aparentes anomalías de aprendizaje.
      Un título es como una carta de presentación, pero depués hay que demostrar la verdadera valía profesional.
      Un abrazo.

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  7. Coincido. Eso de la titulitis es absurdo. Al final hay doctores muy idiotas y parsonas que no acabaron la secundaria que son enormes sabios.

    Las mentiras sin embargo, me escuecen, me ponen enferma. Un abrazo

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    1. Hay quien sin apenas estudios se hay abierto camino en la vida de forma muy próspera, y los hay que con títulos inmerecidos o inventados pretenden lograr lo mismo. Solo con el ejemplo, de un correcto comportamiento y ejecución de sus responsabilidaes podremos saber el valor que realmente tienen.
      Un abrazo.

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  8. Hola Josep. Te doy la razón en lo de la titulitis, en general. Y a los políticos el único título que le daría yo, sería el de farsante, enmarcado y todo, la verdad es que no les hace falta otro, :))).
    Un abrazo, y que tenga buen fin de semana.

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    1. En la clase política, la titulitis es una enfermedad crónica y generalmnete contagiosa. Cuando alguien ve que un colega triunfa gracias al engaño o a las apariencias, se apresura a seguir sus pasos.
      Un abrazo, Elda.

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  9. ... otra interpretación pueda ser que nuestro querido Fernando Simón sepa navegar en todo tipo de aguas,... jajaja
    Bueno, bromas aparte, el tema es verdaderamente complejo y creo firmemente, como indicaste (y creo que es bueno citar las fuentes jajaa), en la aptitud y en la actitud, creo que esa es la combinación perfecta,... una sin la otra creo que no funciona y quizás ese sea uno de los grandes retos del sistema educativo español.
    Por otra parte te diré que este país debería ser más crítico con los listos que inflan sus currículos, esos que se inventan títulos, esos que se atribuyen titulaciones, esos que plagian sus tesis,... (mi tesis que era experimental me llevó 5 años de muestreos y realmente me jode ver como algunos con "corta y pega" obtienen el título de doctor). No creo que se cuestión de titulitis o no,... creo es que es cuestión de dignidad,... y eso es algo que le falta a muchos/as.
    Un abrazo!

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    1. Ya se sabe que la supervivencia se basa en la adaptación al medio, je,je.
      Desde mi punto de vista, creo que la educación, al menos en nuestro país, se centra exclusivamente en la formación "técnica", obviando y valorando esas dos virtudes (aptitud y actitud) que luego serán determinantes para ejercer un trabajo con verdadera profesionalidad. Uno puede ser un sabio pero un vago, je,je.
      Precisamente esa apatía o desinterés por sancionar a quienes falsifican un título es lo que crea el peor agravio comparativo frente a quienes han dedicado, tiempo, esfuerzo y dinero, para lograr uno de verdad. Algunos consiguen lo que desean solo con dinero, bien comprando un título, o comprando a los miembros del tribunal que lo conceden. Me temo que si no ha habido una respuesta contundente contra esos farsantes en el Congreso de Diputados será porque muy pocos pueden tirar la primera piedra. Y lo de la dignidad, eso ya es mucho pedir.
      Un abrazo.

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  10. Yo tengo varios títulos y ninguno de ellos, es universitario. Nunca he pensando en hacer una carrera, porque no me llama nada la atención. Además, de que no te garantiza trabajar para lo que has estado 5 años hincando los codos. Pero luego ves a los políticos que se llenan sus bocachanclas con sus "títulos".... Así nos va.
    Un abrazo y buen día, Josep

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    1. Quien decide hacer una carrera universitaria no debería hacerlo pensando en el dinero. Otra cosa es que luego, si uno se encuentra sin una salida profesional mínimamente aceptable, opte por dedicarse a otra cosa, como les ha ocurrido a muchos licenciados en este país. Los políticos no tienen ese problema, pues se colocan, o los colocan, en un buen puesto sin necesidad de demostrar su valía ni si sus títulos son auténticos.
      Un abrazo.

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  11. Siempre he pensando que un titulo universitario no te hace mejor persona, de modo que si yo también he conocido completos ineptos con carreras universitarias, de modo que no es que un titulo universitario tenga mas valía personal.
    Pero con relación a tu reflexión me estaba preguntando algo ¿que va a ser de los jóvenes universitarios que salen ahora mismo de la universidad? porque si antes no era fácil, ahora lo va a ser todavía mucho mas complicado, entre ellos Jorge, mi hijo.
    Y para terminar una anécdota: La presidenta de la Comunidad antaño, donde vive mi madre, exigía en el Mercado Central que la atendieran antes porque era eso la Presidenta de la Comunidad de Propietarios y no es broma.
    Un abrazo

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    1. En la Facultad, tuve algún profesor que, aun siendo catedrático, no tenía ni idea de cómo enseñar la materia (sabría mucho, pero no cómo demostrarlo) y salíamos de la clase con los apuntes prácticamente en blanco, pues no habíamos entendido nada. Y es que, al margen de los títulos, un enseñante debe tener cualidades pedagógicas, y eso, al parecer, no siempre se tiene en cuenta.
      Tiempo atrás, una familia de clase media-alta consideraba que si sus hijos no iban a la universidad no serían nada en la vida. Craso error. Después se vio que quienes encontraban un trabajo más seguro y mejor remunerado eran los que habían cursado Formacion Profesional. Hay técnicos informáticos mejor pagados que los ingenierios en informática. Yo tengo un sobrino informático a quien se lo rifan las empresas y no tiene título universitario
      Y en cuanto a nuestros jóvenes, me temo que todavía tendrán que pasar unos años para que la situación se normalice y no tengan que seguir emigrando para encontrar lo que aquí no se les da.
      Y, finalmnete, lo de esa presidenta de la comunidad de vecinos, es pura ignorancia y orgullo inmerecido. Al pirncipio creía que te referías a la Comunidad Autónoma, al estilo de Esperanza Aguirre, y aun así me parecía increíble, ja,ja,ja.
      Un abrazo.

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  12. Muchas de las principales cualidades para desempeñar correctamente un puesto de trabajo no se tratan en los estudios reglados, creo que todos conocemos a gente técnicamente muy buena, con buena formación pero a la que le faltan otras cualidades no menos necesarias. A esto yo añadiría la dudosa calidad de algunos másters, cuyos participantes tienen como principal objetivo inflar el CV y establecer contactos y de los que no conozco a nadie que no resulte apto, todos con grandes notas en sus trabajos finales, sospechoso.

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    1. Efectivamente, hay aspectos, habilidades y conductas que representan un valor añadido a los conocimientos académicos, sin los cuales estos quedan mermados y en un segundo plano.
      También es cierto que hay instituciones que otorgan másteres de dudosa calidad a cambio de abonar una suculenta cantidad en concepto de matrícula.
      Un saludo.

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  13. Una vez más, coincido al cien por cien contigo.
    Yo siempre he opinado que estudiar una carrera, además de abrir puertas "normales" a la gente "normal", sirve para tener una "actitud" ante la vida diferente, creo que en la mayoría de los casos, quien pasa por la Universidad se embebe del espíritu por saber, abre los ojos. No quiero decir que quien no haya estudiado una carrera no tenga ese espíritu, pero creo que en la universidad se fomenta mucho (o se debería fomentar) el espíritu crítico, una desenvoltura que es característica. En eso me parece fundamental esa institución, más que en el título que te dan al final y por el que suspiran tantos.
    En casos como el de Simón, que no tenga un doctorado está más que de sobra compensado con el pedazo currículo que tiene en cuanto a experiencia. Hacer una tesis doctoral es muy duro, doy fe (me refiero a los que nos sacamos los títulos con el sudor de nuestra frente y no con el enchufe de un padrino), pero no es lo más en investigación o en cualquier campo profesional, una buena trayectoria y una experiencia como la que tiene Simón pesa mucho más que una tesis, por muy buena que fuera. Quienes se fijan en esos "títulos" solo saben ver la letra pequeña o buscar titulares.
    Yo también he conocido a gente súper cualificada con mogollón de títulos y luego son unos ineptos a la hora de trabajar, mira tú por dónde.
    Un besote.

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    1. Si tengo que serte sincero, mi paso por la Universidad (las dos veces), en los años 70 y 80, respectivamente, no creo que me aportara más que conocimientos "teóricos", basados mayormente en la memorización, el mismo sistema educativo que recibí en la escuela. Posiblemente, sin darme cuenta, sí me inculcó la necesidad de saber, pero de forma autodidacta, por mí mismo, es decir no impulsada por el profesorado. Este se limitaba a subir a la tarima y llenar la pizarra de fórmulas, esquemas y dibujos sin que detrás de todo ello hubiera una clara intención de hacer interiorizar, reflexionar y provocar la curiosidad del alumno.
      Cuando veo las películas norteamericanas en las que el profesor, ya desde el instituto, provoca en el alumnado un espíritu crítico y deductivo, quedo alucinado al compararlo con el sistema que yo viví. Lo que sí queda del paso por la universidad (al menos en mi caso) es una capacidad de análisis y de intepretación, una base que permite saber dónde encontrar la información y las respuestas a nuestras dudas. Si cualquier universitario tuviera que volverse a examinar de una asignatura al cabo de los años, suspendería estrepitosamente, pero, al igual que se dice de la calumnia, estudia que algo queda, je,je.
      Como decia, hay casos, como seguramente el tuyo, en que un doctorado puede ser una necesidad-trampolín para ir subiendo en la pirámide de los escalafones que existen en una entidad pública, como en el funcionariado, o bien una exigencia legal para acabar ocupando una cátedra o una jefatura de servicio hospitalario. En mi caso, al termnar Biológicas, me planteé hacer el doctorado, pero la cátedra de microbiología (la que debía ser mi especialidad) estaba saturada de doctorandos; luego en el Instituto de Ciencias del Mar, donde trabajé dos años como becario en el departamento de bacteriología marina, ocurrió lo mismo, pues mi jefa dirigía tres doctorados y no podía con más. Como no me vi capaz de esperar a una oportunidad ni de ascender sin ese título, me marché a la industria farmacéutica y, una vez en ella, confortablemente asentado, no vi la necesidad de tener el título de doctor, que no me habría reportado ninguna ventaja y mucho esfuerzo. Ya tuve suficiente estudiando farmacia mientras trabajaba.
      Por lo tanto, mi entrada no intenta minimizar el valor de ese título, sino criticar a quienes serían capaces de vender su alma al diablo por conseguirlo solo con el objetivo de aparentar tener una preparación para ocupar un cargo que no tienen ni tendrán por muchos títulos que ostenten o que compren.
      Un beso.

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  14. Hola.
    Yo creo en la formación, por supuesto. De hecho mis hijos han estudiado sus carreras, sus máster y más cosas, y siguen estudiando.
    Pero eso no es todo ni por asomo. De hecho el trabajo que ambos tienen, lo han logrado porque además de los estudios reglados han hecho otro tipo de actividades(cursos, voluntariados y experiencias) que les hacen ser más versátiles.
    Misabuelos fueron a la escuela poco, porque la Guerra interrumpio sus vidas. Y eran unas personas cultísimas. Siempre revisaban mis deberes. Recuerdo qu emi abuela insitía mucho en las faltas ortográficas, se ponía de los nervios si escribía haya en vez de halla, o valla en vez de vaya(o al revés), y daba ejemplos y trucos para evitaresas faltas.
    Mi madre hizo lo que eran estudios primarios, mecanografía y taquigrafía.Nada más. Pero era increíble escucharla, todo el mundo la tenía por cultísima. Sabía mucho de geografía, muchísimo en general de Asturias, mucha historia, participaba(y ganaba) en certámenes literarios, sabía de cene, y hemos heredadounabiblioteca impresionante. Y mi padre era igual,él estudió un poco más. Ir de viaje con ellos era una pasada por todo lo que podían enseñarnos.
    En mi casa siempre ha habido inquietud por saber, interés por aprender y se ha valorado la cultura, y eso es lo que me queda.
    Muy feliz noche.

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    1. Hola, Gemma,
      Desde luego la voluntad y el deseo de aprender supera con creces cualquier tipo de estudio reglado y obligado. Sé de personas con una título universitario (concretamnete estoy pensando en un ingeniero que conocí) que no había leído jamás un libro que no fuera técnico. Es más, decía que no le atraía la lectura, que no le aportaba nada, cuando leer y viajar es, para mí, una fuente valiosísima de conocimiento y, por lo tanto, de cultura. Y, por el contrario, hay personas que sin haber estudiado más que lo justo, poseen mucha cultura, porque sienten una gran necesidad de conocer, de saber, de aprender. Esa inquietud es lo que vale y luego están, por supuesto, los títulos que facilitan a quien los tiene encontrar una oportunidad en el mercado laboral. Otra cosa es que, dada la situación actual del país, la encuentren. Y es por eso precisamente, por la escasez de oportunidades, que los jóvenes tienen que lanzarse a acumular títulos y más títulos.
      Un abrazo.

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    2. Totalmente de acuerdo, y perdona semejante texto, no sé que ha pasado pero hay palabaras sin separar, otras separadas sin sentido...
      Feliz finde.

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