miércoles, 2 de septiembre de 2020

Lecturas de verano

 


Durante estas vacaciones de agosto, las más extrañas que jamás haya vivido, dadas las circunstancias que nos han rodeado y siguen rodeando, he dedicado más tiempo a la lectura que en anteriores ocasiones, pues las actividades al aire libre se han visto notablemente restringidas.

Nunca he dedicado este espacio a hablar de libros. Esta es, pues, una primicia, pero no le voy a dedicar ni unas pocas líneas a hacer una reseña de mis lecturas, pues es algo que sé que no se me daría bien.

El motivo de esta entrada es más bien lanzar al aire una reflexión, o seria más oportuno llamarla disquisición, sobre la fragilidad de la calidad literaria de algunos autores de fama reconocida.

No es la primera vez que un autor a quien admiro y del que he disfrutado de varias de sus novelas, de pronto me defrauda estrepitosamente. ¿Ha dejado de escribir tan bien como antes o acaso soy yo quien ha perdido el gusto por lo bueno y ya no sé reconocer su talento?

Entiendo que la calidad no es algo inmutable. No todas las obras de un mismo artista son igualmente buenas. Las hay mejores y peores. Lo mismo puede salir mejor unas veces que otras, aun usando los mismos ingredientes y la misma técnica. Si encima se trata de obras distintas, es normal que una pueda ser de gran calidad y otra no tanto. Pero la calidad narrativa de un autor consagrado creo que debería ser inalterable. El fondo —el argumento de la obra— será más o menos interesante u original, pero la forma —el estilo narrativo— debería ser constante. O al menso eso creía.

Desde finales de julio hasta finales de agosto de este año, he leído cuatro novelas, a saber: “La Madre de Frankenstein”, la última publicación de Almudena Grandes, “Seguiré tus pasos”, de Care Santos, “Mujeres que no perdonan”, de Camilla Läckberg, y “El enigma de la habitación 622”, de Jöel Dicker.

De Almudena Grandes solo había leído “Besos en el pan”, que no me gustó, y unos pocos capítulos de “Los pacientes del doctor García”, que acabé aparcando porque se me hacía una bola difícil de digerir, como los niños que no acaban de tragarse el pedazo de carne porque les resulta dura de masticar. Pero una vez leída su última novela, que me ha entusiasmado, le estoy dando una segunda oportunidad —o me la estoy dando yo— al doctor García y a sus pacientes, a ver si ahora descubro su mérito. Hay que decir, también, que en ello influye mucho el estado de ánimo en que se encuentra el lector en un momento determinado. A veces ocurre que películas que en su primer visionado nos han dejado imperturbables, en la segunda ocasión nos han entusiasmado.

De Care Santos he leído prácticamente todas sus novelas. Es una autora que me gusta mucho y, excepto su penúltima obra, “Todo el bien y todo el mal”, que me resultó insulsa, el resto de sus novelas me han encantado. “Seguiré tus pasos”, su último libro publicado, cuyo argumento está conectado con la anterior, me ha gustado más, pero aun así no ha cubierto mis expectativas. Me ha entretenido y punto.

De la autora sueca Camila Läkberg había leído seis novelas, todas ellas del género policíaco que, sin llegar a la altura de mi admirado Henning Mankell, siempre me parecieron de un notable interés y de calidad. En esta ocasión, sin embargo, mi extrañeza ante una obra tan pobre y sosa ha sido monumental. “Mujeres que no perdonan” —el titulo ya no prometía mucho, pero siendo una traducción (vete tú a saber qué significa exactamente Kvinnor utan nad), nada hacía sospechar el bodrio que había detrás de ese título más propio de una novela de Corín Tellado— es la historia de tres mujeres que quieren acabar con la vida de sus respectivos maridos por distintos motivos. Un poco más y acaban con la mía. Parecía que estaba leyendo una novela por entregas de los años cincuenta.

Y finalmente, el joven, guapo y exitoso escritor suizo, Jöel Dicker, nos sorprende con su nuevo best seller, “El enigma de la habitación 622”. A mí lo que me ha sorprendido es que un escritor que me mantuvo enganchado en sus tres obras anteriores —sobre todo la primera, “La verdad sobre el caso Harry Quebert”— me haya hastiado tanto con un relato que, queriendo seguir el estilo críptico de “La desaparición de Stephanie Mailer”, ha hecho de esta un serial de lo más engorroso, con —para mi gusto— excesivos saltos cronológicos —diez días antes de, quince años antes de, un año antes de, unas horas antes de, tres años después de, y así para delante y para atrás mareando la perdiz— que lo único que ha logrado ha sido irritarme porque da la impresión de que juega con el lector posponiendo una y otra vez el meollo de la cuestión a lo largo de más de 600 páginas. Y por si eso fuera poco, las escenas “románticas” —que son muchas, pues hay toda una tremenda historia de amor como telón de fondo— me han resultado tan almibaradas que parecía que estaba leyendo una novela de amor de los años de la posguerra.

Vuelvo, pues, a mi pregunta y planteamiento: ¿Cómo alguien que nos ha complacido tanto con sus novelas, de pronto nos decepciona de tal modo? A veces me siento tentado de volver a leer obras que en su día me fascinaron para ver si siguen pareciéndome igual de buenas.

¿Qué les ocurre a los escritores célebres —incluyo en la lista a Isabel Allende, quien también me decepcionó mucho con El juego de Riper— que de escribir una maravillosa historia saltan de repente a algo intrascendente e insustancial? ¿Acaso, faltos de ideas y presionados por su editorial se atreven a escribir lo primero que se les pasa por la cabeza?

El Marketing nos engaña ensalzando la última obra de tal o cual autor y luego resulta un bluf. Como no podemos fiarnos de la sinopsis, no hay forma de saber si una novela nos gustará a menos que la probemos, como quien prueba un cocido en invierno o un gazpacho en verano. Por otra parte, la opinión ajena tampoco es una garantía total, a menos que quien nos la da sea un lector o lectora con quien tenemos gustos muy afines. Aun así, uno se puede estrellar contra un muro de hormigón que al otro, u otra, le ha parecido un colchón de plumas.

Así pues, me pregunto quién es más voluble literariamente hablando, ¿los lectores o los autores?


20 comentarios:

  1. Supongo que hay un poco de todo. Autores que a la que se sienten algo importantes no hacen caso de los consejeros editoriales. Prisas por cumplir plazos de entrega. Escasez de ideas, falta de inspiración, tuvieron suerte con un tema y siguen insistiendo en lo mismo...etc.
    No todas las obras de un mismo autor son igual de buenas, eso es un hecho y algunos incluso son incapaces de repetir su primer éxito y se quedan siendo autores de un solo libro.
    Personalmente no me guio por modas ni por listas de autores más publicados, ni todos esos rollos.
    Un saludo y bienvenido.

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    1. Hace tiempo, cuando no sabía qué libro leer, cosultaba la lista de los más vendidos y me llevaba cada chasco...
      Ahora prefiero seguir el consejo de algún lector de confianza, je,je. Aun así, no siempre se acierta.
      Un abrazo y bien hallado de nuevo.

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  2. Los lectores cambiamos con el tiempo y nuestros gustos también, a mí me ha ocurrido que libros que me encantaron de joven, muchos años después, al volver a leerlos, no me entusiasmaron tanto. Pero creo que detrás de las decepciones a las que te refieres hay más responsabilidad por parte de los escritores.
    Yo también he visto cómo autores que me gustaron mucho por su forma de escribir, con el pasar de los años me han decepcionado, al igual que tú, opino que un argumento en concreto puede no gustar, pero la narrativa debería ser igual de buena, y ahí yo he visto cómo no es así.
    Isabel Allende, sin ir más lejos, y que tú también citas, no solo no engancha con sus historias, es que últimamente me cuesta reconocer su forma de escribir si la comparo con aquella excelsa "La casa de los espíritus".
    No sé a qué puede deberse esta bajada de nivel en algunos autores, pero yo creo que (quizás) los contratos con sus editoriales les obligan a cumplir con unos plazos que hacen que escriban cualquier cosa con tal de tener un libro listo, no sé.
    De Almudena Grandes he leído todo, y precisamente Los besos en el pan es lo único que no me gustó. Si vuelves a darle una oportunidad, y si quieres seguir con la serie de Episodios de una guerra interminable, te recomiendo "Las tres bodas de Manolita" o "El lector de Julio Verne", son estupendas.
    A la sueca que mencionas la tengo atravesada, o sea que no me pongo con su última novela ni de coña, después de saber lo que opinas. y del suizo... pues solo leí el de Harry Quebet y, aunque me gustó bastante, se me hizo algo pesado porque repetía mucho. En fin, para gustos, los colores.
    Ah, otros autores que van de más a menos: Arturo Pérez-Reverte y Eduardo Mendoza. Una pena.
    Un besote y bienvenido de nuevo ya de vuelta de este verano tan atípico (yo también he leído bastante más de lo esperado para estas fechas y por los mismos motivos que tú, snif).

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    1. Con El juego de Riper, de Isabel Allende, llegué a pensar que se lo había escrito un "negro", pues no reconocí para nada ese estilo tan personal que me había seducido desde La casa de los espíritus. Fue mi primer gran desengaño. Luego han habido muchos más.
      Lo que llevo leído (o más bien releído) de Los pacientes del doctor García me está gustando. Veremos qué ocurre cuando avance más, pero probablemente lo que me ocurrió tiempo atrás fue que no lo leí con demasiado interés y no me llegó a cuajar.
      Eduardo Mendona es, en efecto, otro de los muchos ejemplos de calidad menguante. Con lo que disfruté con todas sus novelas hasta llegar a Riña de gatos, que, mira por dónde, ganó ni más ni menos que un premio Planeta.
      Un beso.

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  3. Pues yo creo que, como opina alfred 2, hay un poco de todo,... pero además de lo que él indica y con lo que estoy plenamente de acuerdo, creo que influye el estado de ánimo (tú lo has dicho) y, posiblemente nuestra evolución como lectores. Yo también me he inflado a leer estas vacaciones y, entre otras cosas, me he metido entre pecho y espalda los dos tomos en los que Santiago Posteguillo nos cuenta la historia de Julia Donna y una parte de la historia de Roma. Novela histórica que me encanta,... pero de la que ya he consumido las raciones suficientes para una temporada,... jajaja
    Un abrazo!

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    1. Pues sí, amigo, el estado de ánimo del lector en el momento de empezar a leer un libro es muy importante. También influye si te gusta más o menos el genero literario. Hay novelas del género negro o policíaco que para mí son buenísimas y que otros lectores detestan. Ahí sí que juega un papel fundamental y exclusivo el lector y no el autor.
      A mí la novela histórica me gusta, pero a veces se me hace un poco pesada si el autor se dedica a rellenarla con mucha "paja". Leí hace tiempo El asesinato de Pitágoras y acto seguido El asesinato de Sócrates, ambas novelas de Marcos Chicot, la última finalista del premio Planeta de 2016. Si bien me gustaron por lo ilustrativas que son, se me hicieron eternas debido a la cantidad, para mí excesiva, de datos colaterales de relleno. Pero en cuestión de gustos no hay nada que objetar.
      Un abrazo.

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  4. Bienvenido Josep tras este extraño y preocupante mes de agosto.
    Yo suelo leer bastante en verano pues suelo tener mejor ánimo, más tiempo y estoy más receptivo. Dicho lo cual y entrando al fondo del asunto tratado, coincido en algunos aspectos con lo que comentas. Es decir, como puede ser que Isabel Allende o el mismísimo Camilo José Cela fueran empeorando -según mi opinión, claro- con el transcurrir de sus obras. ¿Falta de ideas, presión, agotamiento? La hoja en blanco es jodida, ja, ja, ja. Y creo que eso vale para autores noveles, para escritores premiados o incluso para escribir algo interesante en Facebook :)
    Un abrazo.

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    1. Bienvenido también el nuevo curso bloguero, je,je.
      Lo de la pérdida de calidad de algunos autores consagrados quizá tenga algo que ver con aquello de dormirse en los laureles. Una vez conseguido el éxito deben creer que sus lectores seguirán siéndoles fieles escriban lo que escriban. De muy joven era (y de hecho lo sigo siendo) un fan incondicional de los Beatles y compraba todos sus discos tan pronto se ponían a la venta sin haberlos oído, pues confiaba plenamente en su calidad. Y nunca me defraudaron. Algo parecido he hecho con ciertos autores, pero en esta ocasión más de uno/a me ha decepcionado y mucho. Así que ahora procuro ir con tiento e informarme antes de fuentes de confianza. Y no siempre se acierta, pero ya es cuestión de gustos.
      Un abrazo.

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  5. Que alegría que poco a poco vayamos reencontrándonos, bienvenido.
    La verdad es que da tristeza que un escritor que te ha gustado y con el cual has disfrutado, te decepcione, y no creo que sea cuestión de que haya cambiado su forma de escribir si no que pienso que las prisas de las editoriales puede ser un motivo para que la calidad al escribir se note, en fin, a mi también me ha pasado con varios autores que después de leerlos, en alguna novela me ha llegado a decepcionar, sobre todo con Eduardo Mendoza que la última no me gusto nada, que desengaño, en fin.
    Ahora precisamente estoy leyendo, una de Joél Dicker y la verdad me esta gustando, "La desaparición de Stephanie Muller", aunque te confieso que busco humor para reírme lo necesito pero no encuentro nada que logre convencerme, y a Chari que era quien me proporcionaba los ebooks hace casi ya 6 meses que no la veo porque se auto confino y no quiere ver a nadie, de modo que leí no me acuerdo donde que esta estaba bien y en ella estoy.
    Un abrazo.

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    1. Pues sí, esto es como cuando en la escuela uno se iba encontrando con los amigos del curso anterior, ja,ja,ja.
      Yo creo que los libros de humor escasean, mientras que los dramas abundan. Debe ser que resulta más fácil hacer llorar que reír, je,je.
      La última novela de Jöel Dicker no es que sea mala, pero se nota que persigue atrapar al lector con las misma fórmula que en sus dos novelas anteriores, manteniendo la intriga a lo largo de toda la obra de forma que, para mí, es artificiosa y pesada. Parece que quiere explotar el filón que le dio tanto éxito. Hay autore/as que cuando comprueban que su primera novela ha tenido mucho áxito, las siguientes se le parecen como si quisieran asegurarse la fama a lo largo de toda su producción. Y lo que consiguen, en mi opinión, es cansar.
      Un abrazo.

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  6. Me han gustado ambos. La novela policíaca, no me atrevo a llamrala negra, antes no me atraía nada, pero desde hace unos años me he aficionado. Me entretiene.

    Un abrazo, y por una noche con lectura y bellos sueños

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    1. A mí, la novela policíaca, si está bien escrita y diseñada, me gusta mucho, pero hay que tener muchas tablas para que sea coherente y no resulte una apuesta fallida. No hay que dejar ningún resquicio sin apuntalar y que todo cuadre hasta el final. Hay autores que parece que no saben cómo terminar una historia que han ido complicando y al final lo resuelven todo en un pis pas.
      Un abrazo.

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  7. Admiro a los escritores consagrados que siguen anteponiendo la calidad a la cantidad. Supongo que escribir con un calendario que te persigue debe convertir el placer de hacerlo en una tortura, independientemente de la lógica pérdida de calidad.
    Bienvenido.
    Un abrazo.

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    1. Más vale tomarse el tiempo necesario, aunque trancurran varios años entre novela y novelas, que apresurarse pensando en las ventas o siguiendo las presiones comerciales y que el fruto sea insipido.
      Un abrazo.

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  8. Hola, Josep, me alegra verte de nuevo.
    Yo creo que influyen muchas cosas en la pérdida de calidad que comentas, pero sobre todo en calendario de entrega de la siguiente obra (por parte del autor) y nuestro estado de ánimo (por parte del lector). También creo que el estado de ánimo del escritor es fundamental.
    Un abrazo!

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    1. Hola, Carmela,
      Las prisas nunca han sido buenas consejeras y el estado de ánimo, tanto del escritor como del lector, influye mucho en la calidad de una obra y en la percepción de ella.
      Un abrazo.

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  9. Yo he devorado todos los libros de Almudena Grandes y los Episodios de una guerra interminable más aún. "Los pacientes del doctor García" me gustó mucho y me cuesta entender que a alguien le resulte pesado, pero claro, los gustos son muy personales.
    De Camilla Läckberg y su serie de nombre impronunciable Fjällbacka, solo leí dos y me llegaron a cansar. De hecho no he sefuido con la serie.
    De Dicker leí el de Harry Quebert y me entretuvo sin más. Le vi muchos fallos y aun así me animé a leer "El libro de los Baltimore" que me gustó bastante... y me llevó a leer el de Staphanie Mailer y ya decidí que nunca más. Era lo mismo que Harry Quebert, pero cambiando lo justo para que nada cambiara y fuera el mismo bombazo editorial que había sido su predecesor.
    De Care Santos solo he leído dos y aunque no están mal, me dan siempre la sensación de que ya he leído algo similar. No obstante, tengo pendiente "Seguiré tus pasos" pues también leí si predecesor "Todo el bien y todo el mal" y me dejó con curiosidad.
    Como ves, hay gustos para todo.
    Un beso. Me ha encantado leer tus opiniones sobre libros. Es la primera vez. No lo dejes.
    Un beso.

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    1. Los seres humanos somos raros y yo el primero. Cuando en casa mi madre hacía paellla, toda la familia lo celebraba menos yo, a quien la paella nunca le gustó hasta bien entrada la edad adulta, je,je. Y es cierto que resulta cuanto menos sorpendente que algo (una comida, una película o un libro) que a tí te ha gustado mucho, a otro le resulte insípido o aburrido. Debo insistir en la influencia del momento, del estado anímico y, muchas veces, del tema en cuestión. Yo, por ejemplo, nunca he soportado los western, por muy bueno que sea el argumento y los actores, y a muchos les encanta. Creo que todos, o casi todos, tenemos nuestras filias y fobias. Yo siento una fobia tremenda por Ulisses, de James Joyce, y es considerada "oficialmente" una obra maestra. También he intentado leer por dos veces "Rayuela", de Cortázar, y no he podido con ella. Lo dicho: soy raro.
      En cuanto a "Los pacientes del doctor García", de momento solo llevo (re)leídas 100 páginas y voy recordando lo que leí hará más de un año. Sé que llegó un momento en que se me hizo pesada, aunque ahora mismo no me está ocurriendo, al contrario. Me gustan especialmnete las escenas digamos históricas, aunque con muchos personajes ficticios. Lo único que me rechina (y es algo muy personal e intransferible) es la especial relación entre Guillermo (el doctor García) y Amparo (su amiga de la infancia), una joven de derechas, falangista y católica, con una fogosidad impropia, a mi enteder, de las jóvenes de su clase e ideología en la España de los años 30. Pero vamos, esto es peccata minuta.
      Un beso.

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  10. Hola Josep Ma, bienvenido de nuevo.
    Muy bueno el tema que nos propones y como antes han comentado otros compañeros hay de todo. Personalmente creo que por un lado hay presiones comerciales, influye en la calidad y también en esos tochos que se inflan en exceso y que no aportan y que conforme los vas leyendo te enfadas, también que nuestros gustos cambian y que mantener la calidad siempre al 100% es una exigencia enorme y que ha de costar porque los escritores también cambian y evolucionan a veces a distintas velocidades de sus lectores.
    Almudena Grandes es mi escritora favorita y siempre me gustan sus libros, aunque los haya que me gustan más y otros que menos. A mi su Atlas de la anatomia humana o sus Aires difíciles me parecieron una maravilla y la serie de la guerra civil me gusta menos pero El lector de Julio Verne me pareció delicioso y muy tierno y me encantó.
    De Allende bueno últimamente no acabo de acertar.
    De Camilla Lackber leí cuatro de su serie y me acabé cansando y de hecho no la he terminado, aún tengo los libros en el ebook.
    Con Care Santos he leído tres de sus novelas y no me acaba de convencer, no sé qué hay que me acaba dejando con sensaciones extrañas, sus argumentos me parecen a priori interesantes y al final digo sí pero no y eso que a casi todo el mundo le encanta.
    Con Joel Dicker, leí este verano el misterio de la habitación 622 y me ha costado. De hecho de este autor el libro que más me gusta es el que no es policíaco y ese sí me encantó, el del Libro de los Baltimore, los otros más famosos me parecieron entretenidos pero no me entusiasmaron.
    Afortunadamente somos muchos con gustos distintos.
    Un beso enorme

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    1. Podríamos hacer un ranking de los libros y autores que más nos han gustado y veríamos la gran disparidad de gustos. Y no solo de novelas y escritores sino de géneros literarios. A mí, por ejemplo, la poesía no me acaba de seducir, y hay quien es un gran amante de los poemas. Y en música ya ni te cuento. Yo no tolero el hip hop, el regeton, el trap y otros estilos musicales modernos y hay quien se muere por ellos. ¿Cuestión de gustos o de cultura? Y también, como decía, del momento. Hay días que me apetece escuchar blues, otros rock progresivo, y otros baladas, je,je.
      Del msmo modo, de un mismo autor o grupo hay novelas o temas musicales que nos gustan mucho más que otros y no coincidimos con los gustos del vecino. A mí, en más de una ocasión, me han devuelto una novela que he prestado a un amigo de la que le he hablado maravillas diciéndome que la ha dejado a medias porque no le ha convencido, o he recomendar efusivamente a alguien una película y luego me ha dicho que se durmió a la mitad. Y alucino, ja,ja,ja..
      Tomo nota de esas novelas que mencionas de Almudena Grandes, pues tengo ganas de maravillarme.
      Es muy curioso ver cómo cambia la percepción de algo de una persona a otra. Hasta hace poco, mi mujer y yo coincidíamos en gustos y nos íbamos pasando las novelas que leíamos y que nos había gustado mucho. Ahora, en cambio, novelas que a ella le resultan aburridas, a mí me encatan y viceversa. ¿Quién de los dos ha cambiado?, je,je.
      Desde luego, para gustos los colores.
      Un beso.

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