El aspirador más silencioso no es ese que anuncian en televisión junto a un tigre dormido y que aspira todo tipo de materiales esparcidos a su vera sin molestar su sueño. No, el aspirador más silencioso no es ese y todos, o casi todos, lo hemos tenido alguna vez en casa, en nuestra vida, y todos, o casi todos, lo hemos adquirido sin que nos costara dinero alguno.
El aspirador más silencioso de la historia es, ni más ni menos, que el trabajo, sobre todo ese trabajo que no dignifica al ser humano sino que le esclaviza.
Todos aspiramos a un trabajo digno, como derecho fundamental de las personas, pero cuando lo tenemos nos aspira la libertad. ¿No es paradójico?
Salvo los muy afortunados, que tienen el privilegio de dedicarse a algo que para ellos no es un trabajo sino una pasión, una devoción, especialmente abundante en el mundo de las artes, la mayoría de mortales deben sufrir las consecuencias del trabajo por obligación, una obligación que se intenta sobrellevar de la mejor manera posible.
Pero lo peor de todo es comprobar lo que ha hecho con nosotros ese invitado silencioso, porque cuando te das cuenta de todo lo que se ha llevado ese aspirador, suele ser demasiado tarde. Se llevó gran parte de tu vida, de tu tiempo libre, de tus relaciones con los amigos, con la familia, con el mundo exterior. Le has dejado que se llevara lo más preciado y ya no hay retorno.
Así pues, como, desgraciadamente, no hay forma de recuperar el tiempo perdido, no nos queda más remedio que resarcir nuestra negligencia y abandono al traspasar el umbral de la tercera edad, momento en que se dispone de plena libertad para hacer todo aquello que nos viene en gana.
¿Cuántas veces no habremos aplazado para esa etapa dorada y plácida que es la jubilación, la realización de todo lo que hemos ido eludiendo, mientras éramos jóvenes, por falta de tiempo y de voluntad?
Pues a aquellos a los que les ha llegado este momento, les dejo el siguiente mensaje: que no desaprovechen esta oportunidad única para que este propósito de enmienda no caiga en saco roto, porque la vida es demasiado corta y en esto no hay segundas oportunidades, al menos eso creo. Hagamos todo lo que no hemos hecho hasta ahora, locuras incluidas, y no volvamos a instalar en casa otro aspirador silencioso que se lleve por delante el tiempo libre que nos hemos ganado y la libertad de disfrutarlo como queramos.
Una vez más nos ha encantado Josep Mª y te damos la razón ... como sabes por nuestra vida un '' poco '' agitada lo pusimos bastante en práctica ... intentaremos que en esta etapa de la vida nada nos impida disfrutar de un tiempo maravilloso . Un abrazo
ResponderEliminarNunca es tarde para intentar sacar provecho del tiempo libre.
EliminarGracias por leerme y comentar.
Un abrazo.
Josep Mª, comparto plenamente lo que dices y también el placer de disfrutar ahora de mi tiempo.
ResponderEliminarTu escrito es muy bueno; socialmente se ha idealizado el trabajo porque conviene que se tome así para hacer marchar la maquinaria del sistema económico. ¡Cuántos trabajadores han realizado horas extras,renunciando al poco tiempo libre que les quedaba!...Hay trabajos que alienan la vida de las personas. Y es curioso que, propagando las virtudes del trabajo, se arroje al paro a millones de trabajadores cuando el sistema lo necesita.
Bueno, qué voy a decirte que tú no sepas, si con tu escrito ya veo lo que sientes.
Mi felicitación.
Un cordial saludo desde Barcelona.
Somos muchos los que hemos vivido esta experiencia y no sé si todos son plenamente conscientes de esa tiranía a la que hemos estado sometidos en aras de una profesionalidad y responsabilidad mal entendidas. Me alegro haber compartido esta reflexión con quienes saben de qué hablo.
EliminarMuchas gracias por venir a leerme y por tus comentarios.
Un saludo.