Se le atribuye a Winston
Churchill la afirmación de que la democracia es el menos malo de los sistemas
políticos. Hay quien niega que fuera eso lo que realmente dijo y le atribuyen
otras frases igualmente interesantes sobre la democracia. En todo caso, yo
diría que si non e vero, e ben trovato, y suscribo esa afirmación.
A muchos se les llena la boca
hablando de democracia, especialmente quienes no la respetan ni la practican, y
acusan de extremistas a aquellos que dicen que en muchas ocasiones brilla por
su ausencia. Sea como sea, opino que si no está ausente en la mayoría de países
desarrollados, si está en retroceso.
En diciembre de 2023, el
Centro de Estudios y Documentación Internacionales con sede en Barcelona,
conocido por su acrónimo CIDOB, publicó un estudio titulado “El mundo en 2024:
diez temas que marcarán la agenda internacional”. Entre esos diez temas a los
que hace referencia, el segundo en importancia es “La democracia a examen”,
precedido por el no menos importante “Más conflictividad, más impunidad”.
En el capítulo sobre la
democracia en el mundo, se cifra en 4.000 millones las personas que están
llamadas a las urnas en 76 países, casi el 51% de la población mundial. Y añade
que mientras la mayoría de la ciudadanía de estos países viven en una
democracia plena o con imperfecciones, uno de cada cuatro votantes participará
en comicios en regímenes híbridos y/o autoritarios (sic).
El repaso que se hace de la
situación de la democracia en esos países es realmente alarmante y no hace
falta que reproduzca aquí los resultados de ese escrutinio, en el que han
intervenido varias universidades y equipos de investigación política y sociológica,
por su extensión y porque no es este el lugar más apropiado para una exposición
tan detallada.
Y es que no hace falta
recurrir a fuentes tan cualificadas para darnos cuenta de lo que sucede a
nuestro alrededor. Tanto en los países de nuestro entorno como en el continente
americano, vemos cómo, poco a poco, se van afianzando los regímenes
autocráticos y la ideología de extrema derecha. En algunos casos solo son, de
momento, brotes o movimientos minoritarios, pero que van alcanzando notoriedad.
Partidos con reminiscencias fascistas, que pretenden abolir muchas de las
libertades conseguidas a lo largo de muchos años de lucha y progreso y hacernos
retroceder a un pasado gris y dictatorial, están cada vez más presentes en la
política europea e internacional. Todos empiezan asomando la cabeza ante la
pasividad, indiferencia o tibieza de la mayoría de partidos demócratas, para
ocupar, con el tiempo, un espacio relevante e incluso participar en la vida
política con el objetivo de acabar ostentando un poder mayoritario.
Hasta ahora estábamos
acostumbrados a algunos regímenes totalitarios “clásicos”, encabezados por
Rusia y China, que representan en conjunto a casi 1.600 millones de
ciudadanos, seguidos de Corea del Norte, Cuba, Bielorrusia, Qatar, Taykistán,
Chad y Vietnam, entre otros. Pero de un tiempo a esta parte estamos viendo
surgir políticos, que cada vez tienen más seguidores, que pretenden imponer su
ideología extremista, vistiéndola, con un más que dudoso éxito, de moderna y liberal.
Recientemente hemos visto cómo
políticos como Giorgia Meloni en Italia, Jair Bolsonaro en Brasil, Viktor Orban
en Hungría y Javier Milei en Argentina, llegaron a la presidencia de su país
blandiendo una política retrógrada, populista, negacionista y en contra de las
libertades y derechos humanos. Y también tenemos la sombra cada vez más larga
de Donald Trump, al que, si no se produce un milagro, vemos cada vez más cerca
de la presidencia de los Estados Unidos de América, quien acaba de afirmar ante
un público enfervorizado que animará a Rusia a atacar a los miembros de la OTAN
si estos no pagan lo que les corresponde en defensa. ¿Cómo un país como los EEU
puede estar en manos de un loco de atar? ¿Y cómo puede ser que tenga tantos
seguidores como para ganar las próximas elecciones?
Hay quien dice que, al igual
que el clima, con sus periodos glaciares e interglaciares, existe una
alternancia en la ideología política, con ciclos que hacen que después de una dominancia
de un color político determinado, este da paso al opuesto, de modo que tras una
época democrática sobreviene una antidemocrática. La gente se cansa de un
sistema que no le soluciona sus problemas más acuciantes y opta por un cambio,
abrazando a quienes les prometen satisfacer sus necesidades. Y aquí el
populismo tiene una baza importante para ganar adeptos a su causa. Si después, esos
votantes comprueban que no se han cumplido sus expectativas, vuelven a confiar
en aquellos en los que desconfiaban y que prometen cambios y mejoras sociales. Hay,
sin embargo, excepciones notables, pues hay votantes muy fieles a “su partido”
y le siguen votando haga lo que haga. Es lo que alguien, cuya identidad no
recuerdo, definió como feligreses, en lugar de seguidores, refiriéndose a los
votantes de la derecha. Pero, como dice el refrán, en todas partes cuecen habas.
Al margen de esa apreciación,
a mí me da la impresión que en el mundo la democracia está en retroceso, dando
paso a quienes quieren imponer sus ideas como sea, atacando y vilipendiando a
sus oponentes, creyendo que quien más grita es quien tiene la razón. Como
ejemplo, tenemos a Milei, a quien esta táctica le ha salido bien, de momento,
porque cuando los argentinos que le votaron vean cómo es en realidad, al margen
de sus fantochadas, se sentirán estafados y volverán a ubicarse en el otro
platillo de la balanza. Lo realmente malo es que no haya un espacio político en
el que creer y situarse. Con todo, como supuestamente dijo Churchill, creo
firmemente que la democracia es el menos malo de los sistemas políticos.
Esperemos que ese avance del totalitarismo moderno, que de momento parece imparable, no llegue a dominar
el planeta, que ya tiene más que suficiente con resistir los embates del ser
humano en materia medioambiental.
Y termino parafraseando las
bonitas Sevillanas del adiós: No te vayas democracia, no te vayas por favor.
No sé si es o no la cita de Churchill, pero me parece que decir eso de que «la democracia es el menos malo de los sistemas políticos» hace mucho daño a la política en general y, particularmente, a la verdadera democracia. Se diría que, como cualquier cosa que pase tiene que ser a peor, porque oficialmente estamos en una democracia, tenemos que tragar con cualquier cosa. Nos estamos acostumbrando a renunciar gratuitamente y sin rechistar a derechos que, no hace demasiado tiempo, eran innegociables porque se habían logrado con la lucha, incluso con las vidas, de muchos de nuestros antepasados. Recuerdo con nostalgia a esos políticos de nuestra transición que, aparcando colores y rencores, fueron capaces de sentarse en una mesa para pasar la página de una dictadura y crear una añorada Constitución de la que ahora nos cachondeamos.
ResponderEliminarUn abrazo.
No está mal tu punto de vista, aunque yo me inclino por la consideración de que no existe ningún sistema de gobierno perfecto, pues todos tienen algún defecto y que, por lo tanto, el sistema democrático es el que tiene menos imperfecciones.
EliminarAdemás de lo que comento en esta entrada, podría añadir la aparición de otra tendencia negativa, dentro de la democracia, que la está afectando, y es la cada vez menos tolerancia. Me da la impresión de que hoy día los políticos se tiran los trastos a la cabeza con más frecuencia y violencia que antes.
Muchas gracias, Chema, por tu aportación.
Un abrazo.
Cuando la democracia no resuelve los problemas de los ciudadanos surgen los populismos que cada vez son más emergentes y peligrosos para los propios ciudadanos a los que dicen defender. Viendo como está el patio mundial no estaría de más un certificado medico sobre la salud mental para poder presentarse a unas elecciones. Abrazos, Josep.
ResponderEliminarCuando alguien está desesperado, se agarra a un clavo ardiendo. Y si alguien le promete el oro y el moro, se lo cree a pies juntillas, sin reparar quién está detrás de esa promesa.
EliminarNo estaría mal tu propuesta, pero seguro que se las apañarían para sobornar a quien debe hacerles el test de idoneidad mental, je, je.
Un abrazo.
Es que el menos malo. Otra cosa es que los países de más arraigado uso, sean intolerantes con la corrupción etc, hablo de Europa, y hasta de países con monarquía. Lo que puede decir Trump no importaría si no fuese apoyando por muchísimos yanquis. Con Milei, Meloni etc es también que hay quienes les votan. Aquí, ese partido llamado Vox, cuyo dirigente no ha cotizado ni un día como trabajador por cuenta ajena se permite decir barbaridades, y le votan. Lo que está enferma no es la democracia, es la ciudadanía. Nos han vuelto loocos.
ResponderEliminarUn abrazo, y feliz día.
Tras un sistema politico están los políticos que lo sustentan y lo corrompen. Por desgracia, saben muy bien cómo engañar a los votantes con palabras huecas y falsas promesas. Estoy contigo en que si los votantes tuvieran más formación o fueran menos influenciables, esos desaprensivos lo tendrían mucho más difícil. Me cuesta creer que individuos como Trump, por ejemplo, tengan tantos adeptos (la mitad o más de la población de los EEUU) escuchándole decir tantas barbaridades. ¿Dónde ha ido a parar el sentido común y la tolerancia?
EliminarUn abrazo.
El problema de la democracia, es que simplemente es aupar al poder al elegido por el pueblo.
ResponderEliminarLo cual no implica que sea el mejor posible. Ejemplos tenemos muchos. Por ello todo se trata de un problema en la cultura de los pueblos. En los grupos que quieren al pueblo embrutecido y simplón.
No olvidemos que Hitler llegó al poder por vía democrática. Aupado o con, el beneplácito de los poderosos de turno.
Un abrazo.
Pues sí, Alfred, la democracia implica aceptar la decisión de la mayoría, aunque nos parezca errónea.
ResponderEliminarHay resultados electorales que cuesta comprender, pero la culpabilidad de lo que salga tras unas elecciones es del electorado, no del sistema.
Aun le tendremos que dar la razón a Vargas Llosa cuando dijo que lo importante de unas elecciones no es que haya libertad sino votar bien, je, je.
Y sí, muchos madatarios totalitarios se han perpetuado gracias a la democracia, que les permitió hacerse con el poder.
Un abrazo.
Es increíble ver cómo, en lugar de avanzar, se retrocede en muchos aspectos. Y voy a hablar solo de los derechos civiles. Ayer veía la película Te estoy amando locamente, sobre las luchas del colectivo LGTBI en los años setenta para terminar con la ley de peligrosidad social y pensaba que una lucha, que ya tenía que ser algo obsoleto, vuelve a ser necesaria ante la ola de falta de respeto que empieza a levantarse.
ResponderEliminarMagnífica entrada la que has hecho y muy bien documentada.
Un beso.
Muy cierto, Rosa. Sin ir más lejos, estamos viendo cómo en Comunidades Autónomas donde la extrema derecha se ha "ganado" un puesto de influencia, se están aboliendo derechos sociales, eliminando Consejerías cuyo objetivo era la defensa de la igualdad, luchar contra el maltrato machista e incluso (como el caso de la Comunidad valenciana y Baleares) la defensa de la lengua autóctona, cooficial con el castellano, a la que algunos acaban de calificar como dialecto, como en tiempos del franquismo. Por no hablar de la censura a obras de teatro y publicaciones, consideradas por ellos como subversivas del orden y la moral y adoctrinadoras. Lamentable.
EliminarUn beso.
Bueno, imponer sus ideas creo que lo hacen lo mismo los de derechas que los de izquierdas, y si no, aquí tenemos el ejemplo, con mentiras de las que luego se retractan y el pueblo a tragar con lo que venga.
ResponderEliminarLos pueblos siempre pierden, sea el color que esté en ese momento, porque la política cada vez se parece más, a los clubs de futbol, y los seguidores, y los votantes cada vez más parecidos.
La democracia en decadencia total, porque dictadores son todos los extremistas.
No me gustan estos temas, pero bueno doy mi opinión.
Un abrazo Josep y buen fin de semana próximo.
Algunos políticos son mentirosos compulsivos en cuanto llegan a tener una relevancia social. Parecen estar adiestrados para mentir. Ante ello, es necesario saber distinguir entre la verdad y la mentira, con solo observar lo que ocurre a nuestro alrededor y no dejaros arrastrar por sus diatribas.
EliminarLo realmente preocupante es que cada vez vemos con más frecuencia este comportamiento y los rifirrafes que se montan en el Congreso de Diputados y en el Senado, que ya se ha hecho habitual. Y mientras tanto, algunos intentan llevarnos de nuevo a un pasado que ya creíamos superado. Y esto no solo ocurre en nuestro país, sino que, como vengo a "denunciar" en esta entrada, se está haciendo cada vez más habitual en todo el mundo.
Un abrazo.
Siempre defenderé la democracia, es el mejor sistema, pero claro, hay que saber aplicarla y ahí ya fallamos.
ResponderEliminarHemos retrocedido, y creo que vamos a retroceder más.
Estupenda reflexión.
Hay quien piensa que el defecto de la democracia es que es demasiado tolerante, permitiendo que extremistas antidemocráticos lleguen a ocupar puestos de relevancia, los mismos que intentan anular muchos derechos sociales y propugnan la ilegalización de partidos a los que tienen declarada la guerra.
EliminarUn abrazo.
Como todo lo que hace el ser humano, la democracia es imperfecta, pero no por ello hay que castigarla, o negarla. Más bien a aquellos que la usan para bien personal en deprimento de la gran mayoría. Creo que en buenas manos puede ser un instrumento genial, pero en malas manos... En fin, yo también entono la misma sevillana, Josep, no te vayas democracia, no te vayas por favor!
ResponderEliminarUn abrazo!
Al igual que se impulsa la educación sexual en los niños y jóvenes, con objeto de eliminar de raíz el machismo, deberíamos educar a las nuevas generaciones en el respeto a la democracia, fomentando la tolerancia, la aceptación de las distintas opiniones y acatando la decisión de la mayoría, algo que parece que en los EEUU no han sabido hacer.
Eliminar¡Larga vida a la democracia!
Un abrazo, Pepe.
Ese absentismo en las urnas creo que está propiciado por el hartazgo de gran parte de la población ante la mala calidad de los políticos (mienten, no cumplen sus promesas, se alían con cualquiera con tal de trincar sillón, roban, etc.). Eso da pie a los que quieren sacar tajada y aprovecharse para utilizar un sistema que los lleve a un lugar de poder donde acabar, precisamente, con ese sistema.
ResponderEliminarNo obstante, creo que el absentismo se corregiría mucho si se implantara la idea de "un voto en blanco, un escaño vacío", porque quienes no se identifiquen con ningún partido político porque sus dirigentes no les gustan pueden votar en blanco y decidir que por su parte no se ocupe un lugar, al menos se reduciría considerablemente el gasto de esos representantes, algo es algo, y creo que, además, los políticos se pondrían las pilas cuando vieran mermar sus ingresos por esos escaños sin ocupar.
Pero esta idea es rechazada por todos los partidos, así que habrá que dar la razón a los que no van a votar alegando que todos los políticos son iguales.
Un besote.
En Preuniversitario (conocido como Preu, allá por los años 60, sustituido más tarde por el COU), cuando tuve que decidir qué carrera quería cursar, empecé eliminando las que no me gustaban, así que, por descarte, fui reduciendo las opciones hasta decantarme por Biológicas (luego hice farmacia, que había sido mi segunda opción). A la hora de votar, en más de una ocasión he querido proceder de igual modo, eliminando aquellos partidos a los que no votaría ni loco para luego ir reduciendo las opciones decartando aquellos otros que, por un motivo u otro, me han defraudado. Este método ha dado muchas veces como resultado que no debería votar a ninguno, je, je. Pero, como no hay otra opción que la de quedarse en casa y eso no me agrada, acabo votando al que me resulta el menos malo de los partidos. Algo es algo.
EliminarUn beso.