Yo diría que somos uno de los
países europeos más indisciplinados. Son muchos los que se saltan las normas
sociales establecidas sin que, generalmente, nadie haga nada al respecto. A lo
sumo, alguna multa, que el multado no suele pagar o bien le resulta más
económico hacerlo que evitar el motivo del daño causado, como sería el caso de las
industrias contaminantes.
Son tantos los ejemplos de
indisciplina, que haría falta un voluminoso tomo sobre las infracciones más
habituales. Y como muestra, un botón no basta, mejor unos cuantos:
Las modelos de pasarela siguen
luciendo un índice de masa corporal muy por debajo de lo saludable, ofreciendo
una imagen más propia de la anorexia.
El tiempo destinado a la
publicidad en televisión supera con creces el límite fijado oficialmente. La
nueva ley del audiovisual fija tramos horarios, estableciendo un máximo de 144
minutos de publicidad entre las 06:00 y 18:00 horas, y de 72 minutos entre las
18:00 y las 24:00 horas. En ambas franjas, ello equivale a 12 minutos a la
hora. ¿Alguien ha observado que ese tope de cumpla? Si tenéis la paciencia
necesaria, tomad un cronómetro y comprobaréis cómo esos tiempos se exceden
notablemente.
Desde el pasado mes de junio,
las llamadas telefónicas comerciales —también llamadas spam— están prohibidas,
con unas pocas excepciones. Sin embargo, estas se siguen produciendo, como ya
anticipaban muchos analistas, y ello gracias, al parecer, a algunas lagunas de
esta nueva norma.
Los límites de velocidad,
tanto en ciudad como en carretera, se superan con creces. No es que yo sea un
perfecto ciudadano al volante en este aspecto —en carretera suelo, siempre que el
estado de la vía y el tránsito lo permitan, exceder en 10 Km/hora el límite
establecido, pero sigo observando a peligrosos fitipaldis que parecen
que estén en un circuito de carreras automovilísticas y realizando
adelantamientos muy arriesgados, algo que puede poner en peligro la vida de
otros conductores. Y ello también puede aplicarse a los motoristas.
Hay ciudadanos que siguen
aparcando sistemáticamente en doble fila, en un vado señalizado o en una plaza
reservada, abandonando el coche todo el tiempo que sea necesario.
Muchos son los ciclistas —y
últimamente usuarios de patinetes eléctricos— que circulan por donde les viene
en gana, ya sea por la calzada, que es lo correcto, como por las aceras, con el
consiguiente peligro para el peatón. Deben creer que tienen una bula de
circulación no sujeta a límites.
Y cuántos son los dueños de
perros que no se dignan recoger sus excrementos, sembrando la calle de caquitas
como si de una letrina al aire libre se tratara. Yo tengo perro y siempre salgo
con él con las bolsas de recogida de heces que se venden y se pueden obtener
gratuitamente en dispensadores públicos para tal fin. Incluso en las zonas
acotadas para perros —conocidas como pipican— observo una cantidad
desmesurada e incomprensible de excrementos, que los dueños de los perros que
las han producido no se dignan a recoger, aun cuando haya un letrero de grandes
dimensiones que indica esa obligación, junto al cual hay un dispensador de
bolsas y un pequeño contenedor para depositarlas una vez utilizadas.
Y sigo viendo las calles, las
playas y los campos sucios de desperdicios de origen humano de todo tipo, contribuyendo
con ello a incrementar la contaminación del ya de por sí deteriorado medioambiente.
Y así un sinfín de
despropósitos, que no solo van contra las normas más elementales de
convivencia, sino que además afectan el bienestar de muchos de los que sí las
respetamos.
Y para finalizar, el mayor
despropósito que atenta contra la vida de quien osa saltarse la norma, consiste
en no respetar los pasos a nivel en una vía férrea debidamente señalizados, con
semáforo y barrera, para ahorrarse unos pocos minutos de espera. Últimamente se
han registrado varios atropellamientos mortales de personas que cruzan
impunemente la vía del tren cuando este está a escasos metros o bien en un
tramo de escasa o nula visibilidad. Y cuando esto ocurre, siempre se buscan
culpables fuera de la irresponsabilidad de las víctimas, exigiendo el
soterramiento de las vías o un vallado a lo largo de todo el recorrido de la línea férrea.
Evidentemente, estas actuaciones evitarían tales accidentes, como también se
evitarían atropellamientos a peatones si los coches circularan bajo tierra. En
casos como este hay que repartir de forma ecuánime las responsabilidades de
cada parte.
A veces me da la impresión de
que hay quien disfruta saltándose las normas como si con ello quisiera demostrar
que son más listos que los demás, que no somos más que unos tontos
disciplinados.
Habría cosas que se podrían regular de manera eficaz como el soterramiento de los pasos a nivel de tren o el desmadre con la publicidad. Supongo que esto es desdén o dejadez de las Administraciones, pero el incivismo tiene poco arreglo. No estaría de más menos matemáticas en las escuelas y más educación cívica desde bien pequeños.
ResponderEliminarUn abrazo, Josep.
Hay normativas que pueden obligar a ser cumplidas, aunque sea bajo imperativo legal y con medidas coercitivas, a base de multas, pero el incivismo urbano es más difícil de reprimir. Existen también multas para quien se salta las normas, pero la falta de educación y de buena voluntad seguirá imperando a menos que la sociedad (administraciones, centros educativos y padres) no se esmeren en reconducir esa falta de civismo.
EliminarUn abrazo, Miguel.
Pues imagino que algo de eso habrá, eso de querer ser más listo que nadie y considerar motivo de burla al que cumple las normas. Es también un problema que hay en España con lo público (para algunas de las normas que se salta el personal, no para otras), y es la idea de que lo público no es de nadie y por tanto puedo usarlo como me parezca en lugar de pensar que es de todos y tengo que respetar lo que corresponde a los demás. Todo eso más una falta evidente de educación en algunas personas. Interesante post.
ResponderEliminarUn beso.
No quiero parece el abuelo de las batallitas ni de esos que dicen que todo lo pasado fue mejor, pero recuerdo que en la escuela teníamos una asignatura llamada Aseo y Urbanidad, en la que se nos enseñaba, entre otras cosas, a comportarnos educadamente, sobre todo en la calle y con personas mayores, cediéndoles el paso o el asiento. Parece que hoy esos valores se han perdido o ya no se cultivan como antes. Los chavales de hoy, como todos los niños y jóvenes, practican lo que ven a su alrededor. Si el respeto a lo público no está entre sus modelos de conducta, consideran innecesario e incluso ridículo hacerlo. Una frase muy manida es: "¡Pero si todo el mundo lo hace!" ¿Por qué entonces van a ser menos?
EliminarUn beso.
Yo en los demás países no tengo ni idea pero es cierto que en este necesitamos cada uno de nosotros un guardia. No respetamos nada, nada, nada. Peor aún: a nadie. Y ya ves, me meto yo para que no me digan. Ah, y encima no les digas nada porque son capaces de agredirte. Una sociedad muy bonita esta que nos está quedando.
ResponderEliminarSAludos.
Pues sí, a veces parece que vivimos en una sociedad sin principios ni escrúpulos. Que se salve el que pueda, generalmente el más listo. ¿Para qué tengo, por ejemplo, que hacer una larga cola si me la puedo saltar con la picaresca? ¿Para que perder el tiempo cuando puedo saltarme la norma para ahorrarmelo? Para este tipo de ciudadanos, las normas son un engorro que solo están para ser cumplidas por los demás. Esta viene a ser la base de muchas conductas incívicas. Yo primero y luego los demás. Y muy pocos se atreven a planterles cara, por si acaso.
EliminarUn saludo.
Bueno, no estoy para decir nada al respecto.
ResponderEliminarPero si es cierto que se ponen muchas normativas, a las cuales no se les hace ni caso, pues ya se sabe que no van a ser controladas.
Un abrazo.
Supongo que todos hemos cometido alguna vez una infracción, pero lo importante es que esta no sea grave ni perjudique a los demás ni cree un precedente peligroso.
EliminarUn abrazo.
Somos un país que carece de educación cívica, llevamos muchos años de atraso y eso se nota.
ResponderEliminarPues sí, en muchos casos de incivismo que nos invaden a diario, siempre se recurre a exigir más educación desde la más tierna infancia. Pero algo debe fallar cuando, después de tantas décadas seguimos igual o incluso peor.
EliminarUn saludo.
La verdad es que somos un desastre. Hay quienes a los ciudadanos de los países civilizados que cumplen las normas los consideran unos cuadriculados. Y ya no entro en el tema de la honradez. Envidio cuando me cuentan que en algunos sitios dejan objetos en venta sin vigilancia alguna y las personas interesadas los cogen después de haber dejado el importe correspondiente.
ResponderEliminarUn abrazo.
En lugar de tomar ejemplo de esas conductas, que para quienes las practican son de lo más normal. aquí muchos se mofan de esa "candidez" y prefieren adoptar la del pillo y listillo que va por libre sin avergonzarse ni un pelo de lo que hace, pues para ellos es lo normal.
EliminarUn abrazo.
Como educador que he sido confieso la culpa que en este desastre tenemos los que nos dedicamos o nos hemos dedicado a ello. Pero educadores somos todos, comenzando por la familia. Difícil es educar cuando en casa se actúa de modo contrario a lo predicado en la escuela. En España las cosas sólo se dicen una vez, debemos creer que con eso basta. En otros lugares, aburren al ciudadano de tanto como repiten las cosas. Claro, tanto lo dicen que a quien no lo respeta, ¡zas!, lo multan; aquí no, aquí lo decimos poquitas veces y luego, claro, no vigilamos su cumplimiento con lo que castigar la infracción es difícl de hacer; sólo acudimos a la ley cuando el mal realizado ha sido grande, entonces sí que sacamos el mazo para arrear. Pero las cositas "pequeñas" (caquitas, circular en patinete o bici, gritar por la noche a la puerta de un bar, no respetar los pasos de peatones...) ¡bah!, eso no lo respeta nadie, ¿para qué?
ResponderEliminarUn abrazo, Josep
Cierto, la educación es fundamentalmente cosa de dos: de la escuela y de la familia. Maestros y padres son educadores por igual. Por mucho que a un niño o adolescente se le diga en clase lo que debe y no debe hacer, luego prevalece el ejemplo familiar. El niño suele imitar a sus padres y si estos no los educan a su vez, en consonancia a la educación que reciben fuera de casa, la cosa mal puede funcionar.
EliminarY también es cierto que existen distintas varas de medir. La rigidez o dureza con la que se "reprimen" las malas conductas suele depender de su gravedad, haciendo la vista gorda en el caso de infracciones habituales y multitudinarias.
Un abrazo, Juan Carlos.
Somos muy laxos con las normas, incluso las de convivencia, y es penoso. Esos atropellos por tren es que son tan evitables, que claman al cielo.
ResponderEliminarPor la convivencia. No vivimos solos, ni hay otro planeta. Un abrazo
Ya se dice que "hecha la ley, hecha la trampa". Siempre hay "listillos" que se creen superiores a los demás y se salen con la suya porque nadie les para los pies.
EliminarPero hay comportamientos que no ponen en peligro la integridad del prójimo sino de quienes se saltan las normas, como es el no respetar las señales de tráfico o las de un paso a nivel. Es algo incomprensible, pero es así.
Un abrazo.
La verdad es que somos lo peor. Ayer mismo fui a un evento y la mayoría de la gente se comportaba, pero siempre hay listillos. Respecto a perros, yo llevo las bolsas y una botella de agua para echar después del pis, por aquí la mayoría lo hace, la verdad, aunque siempre hay excepciones.. Cómo estoy en modo positivo me quedo con la gente respetuosa.
ResponderEliminarMuy feliz día.
Por supuesto, y por fortuna, siempre hay excepciones a la regla. No todos son unos incívicos descerebrados, aunque me da la impresión de que vamos cada vez a peor. Debo ser de los que ven el vaso medio vacío, je, je.
EliminarUn abrazo.
En este país somos muy listos todos y sabemos mucho más que los demás, de manera que si alguien dicta una norma, como somos tan listos, sabemos que esa norma no va con nosotros porque estamos por encima de cualquier disciplina porque "eso a mí no me pasa". Luego sí que pasa y... con echar la culpa a otro, listo.
ResponderEliminarEstoy completamente de acuerdo contigo y también me pone de los nervios el pasotismo de las autoridades pertinentes que no ponen cartas en el asunto: multas estratosféricas y/o castigos ejemplarizantes. Encima, si a algún ciudadano de pro se le ocurre recriminar el fallo, corre serio peligro de ser agredido por el infractor, porque aquí, además de listos, no soportamos que nadie nos corrija. Faltaría más.
Un beso grande.
Es muy cierto el dicho que reza "hecha la ley, hecha la trampa". La picaresca es algo muy propio de nuestro país y viene de muy lejos, como si de un aspecto cultural se tratara.
EliminarHay quien defiende la idea del "prohibido prohibir", pero es que sin medidas cautelares o coercitivas no hay forma de que muchos ciudadanos maleducados cumplan con las normas más elementales de convivencia. Pero incluso poniendo multas hay quien no las paga porque eso no va con ello. Y así nos va.
Un beso.