Llevaba días cavilando sobre
qué tema podía tratar en este espacio generalmente destinado a la crítica que,
por una vez, no tuviera tintes mordaces o mínimamente duros contra los desmanes
que nos rodean: conflictos bélicos, genocidios, torturas, represiones de índole
político-social o religiosa, desahucios a personas tremendamente vulnerables,
el avance de la extrema derecha en el mundo, el negacionismo sobre el cambio
climático, las violaciones y abusos sexuales, el maltrato en general, los
salarios de miseria, los recortes en educación y sanidad, las peleas entre
partidos políticos cuyo objetivo es alcanzar el poder en lugar de velar por el
bien social, la inseguridad ciudadana, la indisciplina y conductas incívicas,
los campos de refugiados en condiciones inhumanas, el trato vejatorio a la
inmigración, la persecución política de los disidentes, el aumento
injustificado del precio de los alimentos y de otros artículos básicos, y un
sinfín de injusticias y anomalías perversas para la gente de bien.
Y como algunos, si no todos,
de estos problemas ya los he ido tratando, a lo largo de la vida de este blog,
hoy he decidido romper, aunque sea temporalmente, con esta “línea editorial” y
pasarme del lado duro al intrascendente y he elegido el tema que da título a
esta entrada a raíz de mi última visita al cine para ver la versión
cinematográfica de la famosa novela de Torcuato Luca de Tema, Los reglones
torcidos de Dios.
Pero no voy a reseñar la
película ni el libro, pues no se me daría bien esta labor, sino comentar lo que
generalmente observamos cuando vemos una película basada en una novela que
hemos leído con antelación. Y lo que me ha movido a hacer esta comparación ha
sido el final de la película, que me sorprendió porque no era tal y como la
recordaba en el texto original de Luca de Tena, obligándome a revisar y
comparar ambos finales.
Advierto a los lectores de
esta entrada que, si no han visto la película ni leído el libro, pero piensan hacerlo, se abstengan de
seguir adelante, pues no quisiera hacer lo que ahora han dado en llamar spoiler,
es decir destripar o cargarme la sorpresa final.
Lógicamente, una película no
puede ser totalmente fiel al original novelado, pues su duración sería excesiva
e inviable. Que se modifiquen algunos personajes de poca relevancia también me
parece bien si con ello se simplifica la trama, pero que se salten datos o
detalles que sí pueden tener interés para el espectador —pues su omisión deja
en el aire la explicación a algún enigma—, que no aparezcan personajes que
juegan un papel importante en el desenlace de la historia y, sobre todo, que se
cambie el final, ya no me parece tan bien. En mi caso, como digo, al haber
leído la novela me desconcertó —aunque no me disgustó— hasta el punto de
hacerme dudar de mi memoria.
Así pues, yo calificaría la
película como una adaptación de la novela en la que está basada. Al parecer hay
muchas películas así. Tengo entendido que Stephen King estuvo muy en desacuerdo
con Stanley Kubrick por haber introducido cambios importantes respecto a la
novela en la afamada película El resplandor.
Volviendo a Los renglones
torcidos de Dios, debo aclarar que me gustó mucho y que mantiene la tensión
que se deriva de lo que ocurre dentro del centro psiquiátrico en el que se
interna la protagonista, Alice Gould —cuyo nombre real es Alicia de Almenara—
en calidad de investigadora privada, para descubrir el verdadero motivo de la
muerte de un interno, planteándose desde un principio la duda de si es realmente
una detective o una enferma mental.
Los cambios y omisiones que me
han parecido más significativos han sido que una enfermera, de nombre Montse
Castell, pase a ser en la película la subdirectora del centro —¿quizá para
darle más peso en la historia?—, que no se explique —algo que resultaría muy
simple y aclararía el enigma— por qué uno de los internos con los que
confraterniza la protagonista, Ignacio Urquieta, sufre de una brutal hidrofobia
—en la novela los internos lo arrojan intencionadamente a la piscina y ello le
hace recordar que el origen de ese trauma es que de pequeño arrojó a un niño
con patines al agua y se ahogó—. De este modo, mientras que en la novela se
recupera y sale libre, en la película no sabe explicar lo que le ocurre y queda
internado para siempre. También se elimina la existencia de una amiga de Alice,
detective privada, que arroja luz sobre el papel que juega realmente su marido
en toda esa trama. Y finalmente, el cambio más significativo está en el final,
en el que el director —debo reconocer que con acierto— da un gran golpe de
efecto, dejando al espectador con la duda de si Alice está realmente enferma
(todo apunta a que sí).
El final es, a mi juicio,
donde se ha simplificado más la historia. Y para no ser menos, yo también la
simplificaré: Una vez Alice ha logrado convencer a la junta directiva de su
cordura, en contra de la opinión del director de centro —que presenta su
dimisión al no verse respaldado por el resto de sus miembros—, aparece el
médico amigo de su marido, el mismo que elaboró el informe para que fuera
internada, pero que según ella es el cliente que la contrató para develar el
supuesto asesinato de su hijo ingresado, y enfrentándose a ella le espeta: Alicia,
¿en qué lío te has metido ahora?”, dando a entender con ello que no es la
primera vez que se inventa una historia y que está realmente paranoica. La
película termina mostrando la cara entre la sorpresa y la incertidumbre de
esta.
En la novela, la detective
amiga de Alice descubre —y así lo comunica a la dirección del centro— que esta
sufre una paranoia provocada por su marido (no recuerdo de qué modo) y que ello
la ha llevado a imaginarse toda esa historia sobre su ingreso voluntario
auspiciado por un cliente, que le facilita todo tipo de pruebas médicas falsas
para justificar su ingreso. La junta directiva, considerando que su paranoia no
es peligrosa y, por lo tanto, no justificativa de continuar con su
internamiento, ni probablemente reiterativa mientras no vuelva a coincidir con
su marido (que ha desaparecido tras haberla expoliado de todo su dinero), le da
el alta definitiva.
Al final, camino de casa,
Alice se da cuenta de que poco a poco su salud mental se va deteriorando,
decidiendo regresar al psiquiátrico, donde acaba sustituyendo a la enfermera
Montse.
Y aquí acaba la comparación
entre ambas versiones, debiendo añadir que, al margen de esos cambios y
omisiones más o menos importantes, el relato de Guillem Clua y Oriol Paulo,
guionista y director, respectivamente, resulta más atractivo y responde más a
un relato de suspense con un sorpresivo final que pretende crear dudas en el
espectador.
Leí la novela hace tantos años que no recuerdo para nada el final. Lo único que recuerdo es que me gustó mucho. Ciertamente debía de tener unos veinte años por lo que tampoco sé si de leerla hoy seguiría opinando lo mismo. La película la tengo apuntada, pero en espera de verla en alguna plataforma. No te he leído en profundidad para evitarme ese destripe. Cuando la vea, volveré por aquí.
ResponderEliminarUn beso.
Yo hace también muchos años que la leí y que la disfruté, y aunque había cosas que no recordaba (las iba recordando a medida que veía la película) sí me llamó mucho la ateción ese final que distaba mucho del que había leído.
EliminarSi ves la película y quieres volver para añadir algo, estás invitada, je, je.
Un beso.
Hace muchos años que leí la novela y lo único que recuerdo es que me gustó. La película no la conozco.
ResponderEliminarSupongo que para hacer cambios drásticos en una novela, al llevarla al cine, tendrán que contar con la autorización del autor. ¿O el hecho de comprar los derechos te permite hacer lo que te dé la gana? Nunca se me había ocurrido profundizar en eso.
Un abrazo.
Como la novela me había dejado muy buen sabor de boca, tan pronto como supe del estreno de su adaptación cinematográfica, me apresuré a ver la película, percatándome de varias diferencias. Yo también supongo que los cambios que un gionista y/o director introduce en el texto original tienen que estar consensuados con el autor, pero en este caso concreto tengo mis dudas pues Torcuato Luca de Tena falleció hace más de 20 años. Quizá sean los herederos de sus derechos de autor quienes lo han autorizado. Así que me quedará la duda de qué habría opinado el autor, de seguir vivo. El caso que he mencionado de Stephen King sobre la adaptación al cine de su novela El resplandor es un ejemplo de las desavenencias entre el autor de la novela y el director responsable de llevarla a la gran pantalla. Yo supongo, como apuntas, que se empieza firmando la cesión de derechos y una vez firmados, el autor se tiene que aguantar con el resultado final. De otra de las novelas de King, La cúpula, se hizo una serie de televisión en la que se cambiaron multitud de detalles importantes que me irritaron, pues había leído la novela y casi no la reconocía en la serie. No se si ello debió causar tanta crítica que no se emitió las segunda temporada prevista, dejando la historia a medias. Siempre me he preguntado que opinaría Stephen King de la tranformación que sufrió su historia. Supongo que tuvo que tragar.
EliminarUn abrazo.
Josep, ni lei la novela ni he visto la peli, y tampoco me llamaba, pero has soltado un dato que ha propiciado que sí quiera hacerlo, ja, ja, y es ahí donde dejé de leer. A ver si la veo pronto y comparto. En relación al cine de novela, pues tengo sentimientos dispares. Aunque casi siempre en favor de la novela. Incluso a veces me he cabreado. Recuerdo una peli basada en un relato de Murakami que cuando la vi decidí no volver a ver una peli basada en un libro, tal fue el cabreo por el estropicio hecho. Aunque también hay veces que no, que la peli es ya no fiel, pero respetuosa con lo que se quiere contar. Bueno, es un tema complicado, y de miles de opiniones, pero yo creo, casi todas válidas.
ResponderEliminarUn abrazo!
Pues mira, me alegro que la lectura de esta entrada te haya animado a ver la película, aunque si no has leído el libro no podrás comparar ambas versiones. Pero en este caso diría que disfrutarás más de la película al no tener una referencia con la que comparar.
EliminarYo también suelo preferir la version novelada a la cinematográfica, aunque reconozco que existen honrosas excepciones, en las que la película sale muy bien parada, pues aunque no sea idéntica punto por punto, a la novela (lógicamente) sí es muy fiel a su esencia. Ahora me vienen a la memoria dos ejemplos, aunque hay más: El nombre de la rosa, de Umberto Eco, protagonizada por Sean Connery, y La ladrona de libros, de Markus Zusak.
Un abrazo.
Saludos, Josep.
ResponderEliminarNo he leído el libro ni he visto la peli. Sin embargo, por la repercusión que está teniendo voy a intentar hacerme con un ejemplar del libro para leerlo antes de ver la peli. No he leído tu entrada al completo para no estropearme la experiencia. Por cierto, gracias por el aviso de spoiler. Un abrazo.
Hola, Pedro.
EliminarMe parece una muy buena idea, tanto la lectura del libro como la interrupción de la lectura de esta entrada, así podrás juzgar por ti mismo.
Espero que lo disfrutes.
Un abrazo.
El prólogo es de traca jajajaja. Está el mundo jodido así que muy bien por pasarte a ese debate que tanto gusta de la literatura llevada al cine. Pienso que el trabajo de los guiones adaptados es muy complejo y de ahí que se comenzaran a premiar en las distintas Academis de Cine. El último que recuerdo con lectura y visionado es "Pan de limón con semillas de amapola" y quedé satisfecho de la adaptación al cine. Respecto a "Los renglones torcidos de Dios" me he quedado en "Advierto a los lectores de esta entrada que, si no han visto la película ni leído el libro, pero piensan hacerlo, se abstengan de seguir adelante, pues no quisiera hacer lo que ahora han dado en llamar spoiler, es decir destripar o cargarme la sorpresa final". No pude asistir al pase de prensa del filme español así que la tengo pendiente de ver en el cine. Lo que si puedo decir es que está siendo número en taquilla derrotando a las mamarrachadas estadounidenses en cartelera por lo que estamos de enhorabuena en un gran año para cine español.
ResponderEliminarUn abrazo, Josep.
La verdad es que ya estaba harto de incidir en los dramas que nos acucian un día sí y el otro también y, por una vez, he querido escribir sobre algo mucho más amable aunque quizá sea también mucho menos trascendente. Pero, aun así, es algo que siempre me ha llamado la atención: las diferencias entre la novela y el guion cinematográfico, reconociendo, eso sí, la dificultad de trasladar una historia (generalmente larga) a una película de unas dos horas de duración. Pero, de todos modos, me gusta que se respete lo esencial y que el guionista no se invente mundos nuevos, je, je.
EliminarEstoy totalmente de acuerdo contigo acerca de la versión cinematográfica de "Pan de limón con semillas de amapola". En este caso hacía relativamente poco tiempo que había leído la novela (no como el caso de la de Luca de Tena) y me satisfizo mucho cómo ha sido llevada al cine. ¿Más breve? Sí, por supuesto y por imperativos del metraje, pero igualmente bien desarrollada.
Desde luego, el cine español está viviendo un momento inmejorable. Que siga así y no se contamine de esas mamarrachadas estadounidenses que cada vez abundan más.
Un abrazo, Miguel.
Pues he tenido que dejar esto a medias amigo, espero ver pronto la película.
ResponderEliminarTe abrazo.
Me alegro que lo que has podido leer de esta entrada te haya provocado las ganas de ver la película. Espero que te guste.
EliminarUn abrazo.
Ayer mismo, día lluvioso aquí, en Madrid, estuve a puntito de ir a verla, pero por unas cosas u otras mi mujer me dijo no sé qué y ahí quedó mi propuesta, en mera ocurrencia. A ver si esta semana la veo pues me da que cuando me decida la van a haber quitado. Al tiempo, por la tarde, tuve el ejemplar de la novela en mis manos en una librería en la que entré. Y ahora leo tu reseña. Debe ser que Dios me persigue con sus torcidos renglones (je, je...).
ResponderEliminarRecuerdo haber visto en casa de mis padres -yo ya la había abandonado cuando el libro entró- un ejemplar de la novela. Seguramente mi padre la compró por ser el autor Torcuato Luca de Tena y él lector asiduo del diario ABC. El caso es que aunque siempre quise leerla, el hecho de tenerla tan a mano hizo que pasasen los años sin hacerlo y que llegado el día de hoy, con mi padre, su casa y por supuesto el ejemplar de la novela desaparecidos, siga sin hacerlo. Vamos, que no sé nada de la historia que se relata en ella. Es por ello que, advertido por ti del peligro de spoiler que corro si lo tu entrada, la leo en diagonal, o sea, saltándome casi todo. Quiero saborear la historia en letra o en imágenes, o como tú en ambos formatos. Volveré por aquí cuando lo haga.
Un fuerte abrazo, Josep
No creo que la quiten pronto, siendo, como es, todo un éxito de taquilla. Pero no te demores demasiado, por si acaso, je, je.
EliminarPues sí que es casualidad que en tan breve espacio de tiempo hayas pensado en la película y tenido en tus manos la novela. Esto es un aviso, amigo, ja, ja, ja.
Así pues, estás "condenado" a ver la película y leer la novela, auque no sé en qué orden acabarás haciéndolo. Como creo que eres un lector rápido, posiblemente puedas optar por la lectura primero y la visión del film después.
Un abrazo.
Pues sí, es un tema que me gusta mucho. El suspense y la tensión están en mi ADN; ja, ja, ja.
ResponderEliminarUn abrazo.
P.D.- Por cierto, cuando alguien deja un comentario en alguno de mis blogs, recibo en paralelo un correo electrónico notificándomelo y puedo leer en él el comentario antes de entrar en el blog para dejar mi respuesta. Pues bien, hace unos dos días, no lo recuerdo bien, recibí un email con un comentario tuyo a mi relato Tres cosas hay en la vida, publicado en mi blog Retales de una vida. Pero cuando fui a contestarte había desaparecido. Acabaré creyendo que hay una mano negra que me quiere fastidiar, pues pocos días atrás sucedió algo parecido en mi Cuaderno de bitácora. ¿Existirán los fantasmas?
Otro abrazo.
Hola Josep. Yo leí el libro hace muchos años, pero no recuerdo nada, con lo cual espero verla porque quién la ha visto como tú, dicen que les gustó mucho.
ResponderEliminarUna buena colección de los desmanes que nos rodean como tú dices. Leyéndolos juntos, son una barbaridad....menudas políticas. Mejor escribir sobre lo que presentas hoy, :))).
Estupenda crónica. Un abrazo y buena semana.
Hola, Elda. A mí me ocurrió lo mismo, pero una vez vista la película, al recordar algunos aspectos que no coincidían con lo que había leído, tuve que echar mano de la novela y repasar las últimas secuencias. Otras diferencias las recordaba sin necesidad de consultarlas.
EliminarEn cuato a los demanes que menciono al principio, creo que todavía me he quedado corto, je, je.
Un abrazo.