lunes, 12 de noviembre de 2018

Por el interés te quiero Andrés



No sabría decir si lo mío es cobardía, inseguridad o prudencia. El caso es que nunca antes había dudado tanto sobre si publicar o no una entrada por temor a una reacción negativa por parte de algún lector que pueda sentirse molesto por alusiones. Yo soy así, siempre temiendo ofender. Pero he acabado pensando: qué caramba, este espacio lo creé para dedicarlo básicamente a la reflexión y a la exposición de hechos que se me antojan criticables o, cuanto menos, controvertidos y, por lo tanto, sujetos a todo tipo de opiniones. Y al final de mucho pensar, he decidido hacerlo. Eso sí, echando mano de las tijeras de la autocensura.

Siempre he sospechado que la primera “fuga” de seguidores de mis blogs se produjo a raíz de una crítica que hice sobre la conducta, para mí anómala, de algunos usuarios de las redes sociales y de algunos blogueros. ¿Se sintieron aludidos y ofendidos? Podría decir aquello de “quien se pica, ajos come”. Aun así, siempre me quedará un cierto pesar por ello.

No me gusta quejarme, y mucho menos de mis amigos. Tampoco me gusta enfadarme, y mucho menos con mis amigos. Pero como quien me ha inspirado esta entrada no puede considerarse una amistad real, no he podido reprimir el deseo y la necesidad de explayarme con algo que me ocurrió hace unas dos semanas. Aunque pueda sonar a pura anécdota, pues tiene, en el fondo, tanta importancia como una gran cagada de ave en el parabrisas del coche, me molestó tanto como me molesta encontrarme con una gran cagada de ave en el parabrisas del coche, es decir bastante.

En una ocasión escribí sobre las apariciones y desapariciones que suelen producirse en esta comunidad bloguera. Llegan nuevos visitantes, se quedan por un tiempo y luego emigran a otros lares donde encuentran mejor cobijo. Hay quien te visita una sola vez y ya no vuelve, a pesar de haber manifestado su satisfacción por lo leído, seguramente porque no le has devuelto la visita dejándole un comentario. Habrá quien, simplemente, es un culo inquieto, y se cansa de estar mucho tiempo en el mismo lugar y le gusta cambiar de aires con cierta frecuencia. Hay conductas de todo tipo, unas más extrañas que otras. Cada uno es libre de obrar como quiera. Hasta aquí nada que objetar. El “te leo si me lees” es una actitud relativamente frecuente en este mundillo. Es la reciprocidad interesada. Digamos que es, hasta cierto punto, algo normal. Pero ya no lo es tanto cuando alguien no acepta de buen grado no ser correspondido.

La protagonista de la historia que voy a relatar apareció un buen día del pasado año en mi blog “Retales de una vida” y algo más tarde en este. El comentario que dejó, muy poco o nada tenía que ver con el texto que se suponía había leído. Para mí solo era una nota de atención. Y es en este punto donde he reprimido el deseo de ser más explícito. En la primera versión de esta entrada, reproducía fielmente sus palabras y sus incongruencias, pero ello podía descubrir su identidad, por la peculiaridad de su estilo y porque, además, he observado que deja su huella en los blogs de algunos de los que me leéis, con frases muy parecidas. Además, aunque su forma de escribir deja mucho que desear, reproduciendo sus comentarios también podría parecer que pretendo hacer burla de ello, nada más alejado de la realidad. Lo único que quiero criticar es la conducta, por lo que he decidido denunciar el pecado, pero no al pecador.

En más de una ocasión, tras alguno de sus “mensajes”, me acerqué a su blog para ver qué publicaba. Nunca quise ser tan hipócrita como para dejar un comentario sobre un texto que no era de mi agrado, como si tuviera que pagarle su visita.

Hace poco me pidió amistad en Facebook, a lo que yo accedí con cierto reparo, esta vez sí, para quedar bien. Y se hizo la luz. Y la tormenta.

Al poco de compartir en esa red social uno de mis últimos relatos, dejó un comentario un tanto extraño, afirmando que andaba perdido y que hacía mucho que no me veía. Como no entendí lo que quería decir, no le respondí, creo que solo le puse un “Me gusta”, por poner algo.

Al cabo de unos días, recibí por Messenger un mensaje que venía a decir que era un desconsiderado por no haberle contestado y solo poner un Like. Que no sabía si en España eso era habitual, pero que donde residía, cuando uno te invita, se le corresponde. Debo decir que su pésimo estilo ortográfico y la peculiar sintaxis hacían difícil la comprensión del texto a la primera.

Corrí (idiota de mí) a buscar su comentario en Facebook y vi que había añadido otro que decía que, si no había respuesta, quizá era porque lo había escrito mal y no me había enterado. Así que le respondí que me disculpara por no haberle contestado, pues no había entendido a qué se refería al decir que andaba perdido Su respuesta no se hizo esperar (ahora sí la reproduzco literalmente):

“Cuando salgas de ti lo podrás ver, muchas gracias”

Con ello di por terminado ese disparatado malentendido. Pero no. Por Messenger me envió una especie de diatriba reprochándome estar encerrado en mi “grupito”, sin querer salir y conocer sus palabras, y bla, bla, bla. Y al no recibir respuesta alguna por mi parte, insistió en que debía volar y conocer otros blogs, Que ella me leía y tal y cual. Acabó invitándome a visitar su blog, para lo cual me facilitada el enlace.

Ante la disyuntiva de si callar o responderle, me decidí por esta última opción, diciéndole la verdad, solo la verdad y nada más que la verdad: que había visitado su blog en varias ocasiones, que solo dejo un comentario si lo que he leído me ha satisfecho, cosa que, lamentándolo mucho, no había sucedido. Que cada uno tiene sus gustos. Que existen miles de blogs y, ante la imposibilidad de seguirlos a todos, prefería quedarme con los que más me satisfacen, que son los que conforman ese “grupito” al que ella hacía referencia. Y que esperaba no haberla ofendido ni haber malinterpretado sus palabras.

Su última “misiva-torpedo” decía que “escribir largo no es escribir bien” (he observado que en muchos de los comentarios que suele dejar en otros blogs alaba la brevedad con afirmaciones del tipo “escribes corto y bonito”), que ella trabaja en un periódico y que me fuera bien con mi blog (que supongo podría traducirse como que me fuera al carajo).

Al día siguiente, adivinando que me habría borrado de su lista de “amistades”, consulté, movido por una curiosidad malsana, el apartado de “amigos” en mi perfil de Facebook y, efectivamente, el pájaro había volado. Creo que más que una amistad, me he quitado un peso de encima. Nunca me han gustado, y he evitado, las amistades interesadas.



26 comentarios:

  1. Jajajaja, permíteme que me ría porque la verdad es que me ha hecho mucha gracia, ya que esto no me extraña nada que suceda. Creo que te dije desde el principio que según mis observaciones en una página de poesía y en las que he conocido después, normalmente pasa esto de que si no lees a una persona ella no te lee, ósea que esto de: por el interés te quiero Andrés, se encuentra por todos los lados, en estos avatares y en otros. Pero considero que te has quitado un peso de encima porque no hay mayor sacrificio que decir a alguien que te gusta lo que ha escrito cuando no es así. Prefiero que no me lean si me van a mentir, que seguro hay...
    Este caso me ha parecido muy peculiar por la insistencia de esta persona, jajaja. Yo normalmente no acepto contactos en las redes sociales si no los conozco, nunca sabes que te vas a encontrar, de todas las formas no la uso mucho porque realmente hay personas que se desnudan completamente contando cosas que a nadie importa.
    Prepárate si viene a leerte, entonces no vas a poder quitártela de encima, jajaja. Me ha resultado de lo más entretenida esta entrada.
    Un abrazo Josep.

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    1. Hola, Elda. Recuerdo que me habías comentado esa situación y que me había sorprendido. No sé por qué, pero parece algo mucho más extraño que eso suceda entre poetas, jajaja.
      Si alguien nos miente alabando uno de nuestros textos, eso nunca lo sabremos. No está bien ser hipócrita, aunque se trate de una mentira piadosa, jeje. Lo malo, y que nunca antes me había ocurrido (de ahí que quisiera contarlo), es que haya quien crea que estás obligado a dejarles un comentario en su blog por el simple hecho de que ellos lo hayan hecho en el tuyo. Una cosa muy distinta es responder a los comentarios recibidos, algo que me parece de una cortesía casi obligada, como un modo de agradecer el tiempo que nos ha dedicado esa persona, y otra muy distinta eso. Nadie está obligado a nada. Todo debe fluir por voluntad propia y con sinceridad.
      Si mi protagonista lee esta entrada, seguro que se reconocerá y no tendrá más remedio que aguantarse, porque lo que he contado es la pura verdad. Y si vuelve a las andadas, tendré que poner a afilar los cuchillos, jajaja.
      Un abrazo.

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  2. Los blogs es como todo, cada uno lo utiliza como medio para lo que quiere, a veces como red social. Por otro lado es cierto, hay quien no lee con atención, otros que no lo pillan, otros que quieren reciprocidad... en cualquier caso yo concretamente siempre agradezco la visita y cómo no el comentario. Mira, hoy he llegado al tuyo y si me permites, volveré a cotillear lo que escribes. :)

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    1. Los blogs, y las redes sociales, no son más que el reflejo de nuestra sociedad y de la gente que la compone. Cuando abrí mis dos blogs lo hice únicamente para pasármelo bien y hacérselo pasar a quien viviera a leerme. Es de agradecer, por supuesto, tener visitas y recibir comentarios amables, pero nadie está obligado a hacerlo- Quien así lo hace, debe ser porque lo que ha leído le satisface y nunca esperando ser correspondido. Esto es como el amor, debe ser sincero sin esperar nada a cambio, jeje.
      Gracias, Manuela, por tu visita y por haber dejado este comnetario. Estás invitada (no obligada) a repetir, jajaja.
      Un saludo.

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  3. Hay de todo en el mundo bloguero. Afortunadamente, yo no he tenido peripecias como la que cuentas o las que han contado otros amigos. Lo más que me he encontrado, han sido comentarios que en vez de opinar sobre mi entrada, me dejaban el enlace a su blog o que, por el contenido de las palabras, me daba cuenta de que o no habían leído la entrada o no la habían entendido. Yo siempre he sido amable respondiendo porque la verdad es que nunca me he sentido faltada al respeto, falta de respeto que sí se puede considerar parte de lo que esa persona te escribe.
    En las redes ya hace tiempo que solo admito a gente con amigos en común y cuyo perfil tiene algo que ver conmigo. Es curioso que me pida amistad gente en cuyo perfil solo encuentro fotos de gente guapísima y de fiestas locas ¿qué esperan encontrar en mí?
    Es lógico, por otra parte, que tengamos nuestros grupos. no dejamos de ser grupos de amigos con intereses comunes y gusto de unos por otros. No se excluye a nadie, pero no todo le gusta a todo el mundo.
    Un beso.

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    1. El mundo bloguero es como la Viña del Señor, jeje. En la relativamente corta existencia de mis blogs (ambos han cumplido 5 añitos), me he encontrado con actitudes extrañas, por llamarlas de algún modo, de las que creo haber hablado con anterioridad. Desapariciones, para las que no he hallado explicación, de seguidores que han estado ahí desde el principio, que te han dejado comentarios halagadores a todas tus publicaciones, siendo esa relación recíproca, y que, de la noche a la mañana, dejan de hacerlo aun cuando tú sigues leyéndoles y comentándoles. Con ello no quiero decir que deba existir una reciprocidad obligada, pero me pregunto qué ha cambiado. O sus comentarios eran fingidos e interesados o sus gustos han cambiado radicalmente. Como decía en esta entrada, todo el mundo es libre de seguir o abandonar un blog cuando se le antoje, pero lo que no puedo aceptar es que alguien se tome tan a mal que no le sigas como para arremeter contra uno (aunque sea con sarcasmo) del modo en que esa persona lo ha hecho.
      En Facebook recibo a veces solicitudes de amistad de personas a las que no conozco, pero con las que tengo contactos en común, generamente blogueros, y que, por lo tanto, me inspiran confianza. Pero nunca se puede descartar aceptar, sin saberlo, a un lunático, jajaja.
      Un beso.

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  4. JAJAJAJAJA!!!! En facebook no acepto gente que no conozco a parte de algún blogero con el que he tenido contacto y me parece coerente (tú por ejemplo). En cuanto a tu admiradora, sí que los hay que descolocan con sus comentarios. Con qué objetivo? Ni idea, pero siempre se puede encontrar un motivo para volver a comenzar ;)

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    1. En principio yo también sigo esa regla, pero a veces se me cuela algún elemento extraño, jeje.
      Hay comentarios muy inspirados, tanto que uno apenas les encuentra sentido. Y sí, David, siempre hay a quien le gusta volver a comenzar, jajaja.
      Un abrazo.

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  5. Yo tengo cuenta en facebook y en twitter, pero apenas las utilizo para poner el enlace de las entradas del blog. Por aquí he tenido tan solo dos experiencias negativas, una porque al parecer no correspondía en su blog lo que ella en el mío y la otra por considerar irrespetuosa para sus creencias una opinión mía. Suelen ser personas que no opinan, sino que sentencian y no toleran la discrepancia.
    Observo que otras muchas personas no es que vayan y vengan, sino que desaparecen. Yo tenía un grupito que se creó poco despues de crear mi blog y no quedan ni la cuarta parte de sus miembros.
    Un abrazo.

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    1. Yo sí suelo compartir mis relatos en Facebook, como medida para darle una mayor difusión y compartirlos con los amigos que tengo agregados y que no tienen un blog ni suelen entrar en la blogosfera para leer los de los demás por falta de costumbre.
      Si tenemos un blog en el que cualquiera puede entrar y dejar su comentario sin tener ningún filtro instalado (o revisión previa) nos exponemos a que aparezcan comnetarios indeseados o indeseables. Aun así, he preferido dejar la puerta abierta, sin censura previa, porque siempre he pensado que no tengo que temer salidas de tono. Pero siempre existe esa posibilidad.
      Yo también recibí, hace tiempo, una comentario bastante agresivo porque al lector no le gustó el fondo de mi relato de ficción y con un argumento toalmente fantástico. Al parecer le recordó una experiencia muy desagradable de su infancia y arremetió contra el sentido de mi historia. Luego se disculpó, pero ya no volvió más. Hay gente muy rara por ahí, jeje.
      Un abrazo.

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  6. Es un mundo como otro cualquiera. Hay personas que se limitan a exigir no se sabe qué precio por estar ahí. No he tenido esa clase de experiencias en el blog. Sí que por mail he recibido mensajes totalmente fuera de contexto.

    Una experiencia, la tuya que hace pensar qué tanto se gana cuando se pierde de vista a alguna gente. Un abrazo

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    1. Como en el mundo "real", hay personas y comportamientos extraños. El egocentrismo, el egoísmo, la envidia y cualquier otro tipo de conducta anómala también tiene su expresión en el mundo de las letras. Debemos asumirlo como algo normal, pero a mí me resulta muy violento.
      Un abrazo.

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  7. Hola.
    Ufffff hay gente que no sabe donde está el límite y lo pasan y sobrepasan con creces. Y en el tema de redes sociales creo que cuanto mayores, en algunos casos, estamos peor que los chicos jóvenes, y nos parece un sacrilegio que no pongas un me gusta o no respondas, es un drama total.
    En tema facebook me da rabia pero soy un poco dejada, y luego veo que gente como Rosa siempre me comparte y me da rabia porque yo correspondo muy poco y ella es muy buena compañera y generosa.

    A mí me pasa igual con los textos que no están bien. A ver, que seguro que yo tengo mil fallos, y agradezco mucho las críticas constructivas, de hecho las pocas veces que comparto un relato las pido y solo me dicen lo mucho que les gusta, con lo que creo que así no voy a mejorar, pero volviendo al tema que me voy, si veo un texto plagado de faltas y mal redactado me cuesta dejar un comentario.
    He pensado que si esta persona con la qu ehas tenido este asunto es así por Redes Sociales en la vida rela tiene que ser terrible.
    Muy feliz martes y me has dejado un tanto perpleja.

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    1. Hola, Gemma,
      Yo también debo entonar mi mea culpa respecto a no compartir las publicaciones ajenas. Ya lo comenté en una de mis antiguas entradas sobre las redes sociales. En mi defensa, si es que la tengo, dije, y sigo diciendo, que es también por dejadez, simplemente no pienso en ello y solo me doy cuenta cuando veo que otros han compartido, bien en facebook, bien en Google+ alguna de mis entradas. Por suerte, que yo sepa, nadie se lo ha tomado a mal, son buena gente, jeje.
      En cuanto a las críticas, hay que reconocer que es un asunto muy delicado. Decir a alguien que ha cometido tal o cual fallo me resulta muy violento. Solo me he atrevido (y aun así con cierto reparo) a hacer notar alguna incorrección que bien puede ser debida a un lapsus o error tipográfico, y solo si lo considero importante. Y recibir críticas tampoco debe ser un plato de buen gusto. Una cosa es que te corrija un profesor de escritura y otra un colega, a no ser que exista entre ambos muy buen rollo, jeje. Yo, por ejemplo, me reúno, de vez en cuando, con unos antiguos compañeros de un taller de escritura, compartimos nuestros textos y los criticamos, tratando de corregir fallos (reiteraciones, incongruencias, etc) y resulta un ejercicio muy útil y sano. Pero en una ocasión, muy al principio de haber abierto mis blogs, recuerdo que una compañera bloguera de aquel entonces pedía que le corrigiéramos si encontrábamos algún fallo, pues quería aprender. Yo, que me lo tomo todo al pie de la letra y con mi mejor intención, le hice unas cuantas advertencias y correcciones a uno de sus relatos (de hecho tuve que reprimirme porque había un montón de fallos) y creo que no le sentó muy bien pues ni me dio las gracias, jeje. Ahora prefiero dejar un comentario solo si lo que he leído me ha gustado y/o interesado lo suficiente, y si no es así, pues lo dejo correr.
      Lamento haberte dejado perpleja, pero es que es martes y 13, jajaja.
      Un abrazo.

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    2. Jajaja, perpleja del todo.
      Pues si en mis textos ves fallos(no solo en relatos, en una receta, reflexión o lo que sea) dímelo que no me lo tomo a mal, al contrario, quiero mejorar. A ver, que si me dicen que es un horror y en espanto seguro que me dolerá pero si me dicen que abuso de tal signo de puntuación, que los diálogos no son naturales(eso me preocupa muchísimo) o que la resolución es muy rápida, por ejemplo, lo agradezco. Alguna vez me ha pasado que he puesto un relato dejando claro que lo había escrito para un concurso con un tope de páginas o palabras y que sabía que era corto y el final un tanto precipitado, pues el único fallo que me sacaban en comentarios era lo que ya había señalado, y claro, esí es difícil mejorar. En cambio hace poco en usé la palabra epistolar varias veces y una de ellas, por las prisas, puse episcopal, y una lectora me mandó un email para decírmelo y no te imaginas lo que se lo agradecí, la rabia fue que el post llevaba días publicado porque ella lee los fines de semana y yo lo había puesto el lunes, pero que nos señalen los defectos es de agradecer, no veo lógico que a esa bloguera le pareciera mal, si además lo había pedido.
      Muy feliz tarde.

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  8. Mira, Josep Mª, en este caso se me viene a la cabeza un refrán: más vale solo que mal acompañado. Y la compañía de la que te has deshecho no es buena, así que no hay nada que lamentar.
    Este mundo de los blogs puede ser muy enriquecedor pero hay de todo, como en botica. Ese tipo de seguidores que acuden a tu blog con la esperanza de que tú vayas al suyo abunda mucho; me atrevería a decir que en porcentajes superiores al 80%. Pero luego está una minoría que hace lo que le da la gana, que van donde quieren y con la frecuencia que quieren. A mí, esos, son los que más me gustan; puede que porque me incluyo en esa categoría.
    Tras las vacaciones de verano, y a consecuencia de una experiencia algo frustrante pero muy esclarecedora con 'Crónicas astures', recapacité sobre esto de llevar un blog. Entre las medidas a seguir estaba el reducir el número de blogs de mi lista. Me borré de muchos a los que me había apuntado al principio pero que luego los tenía ahí pero nunca visitaba (supongo que me apuntaría porque previamente, y sin saber muy bien por qué, sus administradores se habían apuntado al mío). Otras de las medidas de mi reflexión pos-veraniega fue ponerme una especie de horario para visitar blogs, porque caí en la cuenta que me llevaba mucho tiempo comentar y leer y que se me iban las horas delante de la pantalla dejando de lado otras tareas que también me gustan pero que postergaba para 'no quedar mal' en el blog.
    Total, que comento de manera fija a un selecto grupo (no más de diez) de blogs, ya no me paso por blogger todos los días así que mis visitas muchas veces son de las últimas. Luego comento en otros de vez en cuando y siempre (en los asiduos y en los ocasionales) si la publicación es merecedora de leerse y así no hay que ser diplomático o mentiroso porque estoy contigo en que hay mucho texto y relato malísimo.
    Desde que hago esto el número de comentarios en mi blog ha descendido pero no me importa. Ahora llevo el blog mucho más relajadamente.
    Como anécdota te contaré que en un relato que publiqué hace unas semanas, una "atenta" seguidora me puso como comentario "Tiene buena pinta. Me apunto el libro." Se ve que se creyó que era una reseña y sin leer nada de lo que había escrito puso lo que (supongo) ya había puesto en cincuenta blogs antes que el mío (espero que esa fuera la explicación, de lo contrario es que el relato estaba mal redactado y no se entendía que era una historia de ficción).
    En fin, el camino siempre está lleno de caminantes de todo pelaje y condición.
    Un beso.
    P.D. Me has dejado intrigada sobre quién será esa bloguera, ¡mecachis!

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    1. Veo que hemos pasado por el mismo trance. Yo también recurrí a una reducción del número de blogs que seguía y que me obligaba a pasar por ellos cada día. Mi meticulosidad no tiene límites. Parecía (creo que ya traté de ello en una entrada antigua) una obligación autoimpuesta y totalmente irracional. Me agobiaba si no daba abasto a leer todo lo nuevo publicado y no dejaba un comentario. Así que tuve que tomar una medida drastica y empezar a "depurar" a algunos blogs, jeje. Y en ese momento me percaté que seguramente estaba haciendo lo que otros habían hecho con mi blog y que tanto me había sorprendido al verles desaparecer. En más de una ocasión también me vi dejando un comentario por pura cortesía. Así que decidí acabar con esa contradicción. Aun así, sigo pensando que hay comportamientos muy extraños para los que no encuentro una explicación.
      Es lógico que estés intrigada respecto a la identidad de esa bloguera. No tienes elementos para adivinar de quien se trata. He tenido la paciencia de mirar los comentarios que te han dejado en tus cinco o seis últimas entradas y no aparece en ninguna de ellas, así que no la tienes como seguidora. Por su parte, creo que ha leído la mía. Por lo menos le ha puesto un "Me gusta" a la compartición que ha hecho Rosa Berros en Facebook. Lo raro es que no me haya dejado otro de sus "comentarios especiales". Quizá es que solo le ha dado al "Me gusta" por quedar bien, sin haber leído el contenido, o bien no se ha dado por aludida, cosa mucho más extraña.
      Un beso.
      Un beso.

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  9. Ese tipo de gente me saca de mis casillas. Entiendo que a todos nos gusta que nos lean y que si no hay reciprocidad es normal perder el interés, pero que aún por encima la tía se sienta ofendida sabiendo que solo busca llamar la atención y que la lean porque sí (hay blogueros taaaaan egocéntricos) tiene tela.
    En fin, Josep. Yo creo que más que perder, has ganado un tiempo valioso que la señorita en cuestión te iba a hacer perder.
    Un abrazo.

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    1. Supongo que se fue calentando poco a poco, a fuego lento, viendo pasar el tiempo y que no la correspondía como ella creía merecer. Y la olla a presión acabó explotando, jeje.
      Mientras tanto, observo que va dejando su semillita aquí y allá. Quizá los demás sí le prestan la atención que necesita su ego.
      Ahora me siento un poco más ligero, jajaja.
      Un abrazo.

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  10. Nadíe tiene obligación de nada, es decir nadie tiene obligación de leer un blog si no quiere, y como esto se trata de un hobby, leeemos los blogs que mas nos gustan, de modo que no es cuestión de hacer un grupo si no de buscar afinidades parecidas, y a quien no le guste pues que se aguante.
    Esta vida esta llena de obligaciones y responsabilidades que no podemos dejar de atender, como para encima algo que nos gusta llegar a ser una responsabilidad e obligación, no aquí estamos para disfrutar no para imponernos nada.
    Y en cuanto a los fallos, siempre antes de públicar un relato, pido la ayuda de una buena amiga a la cuál conoceís todos, Chari, y ella me guia en los fallos que haya podido cometer y como podría quedar mejor y no flajelo por ello, si no todo lo contrarío lo agradezco ya que aprendo y puedo hacerlo cada vez mejor, si no lo hiciera así, estaría yo no queriendo aprender yengañandome a mmi misma y no es plan, uno debe aprender también de los fallso y errores con la misión de aprender y hacerlo lo mejor posible ¿estas de acuerdo conmigo?
    El relato me ha gustado mucho.
    Un abrazo

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    1. Cuando algo que empezamos a hacer por gusto se convierte en una obligación, hay que replantearse si seguir con ello o no. Cuando me jubilé me dije que ya no haría nada obligado por nadie. Me apunté a un taller de escritura creativa y a clases de catalán. Lo hice voluntariamente, por supuesto. Pues aun así, tener la obligación de asistir regularmente y llevarme trabajo a casa, acabó agobiándome. Pero como soy una persona que termina todo (o casi todo) lo que empieza, resistí hasta considerar que había logrado mi objetivo. Pero tener que soportar una obligación de la que puedo prescindir y que, además, me agobia y me causa un incordio, jamás de los jamases, jeje.
      Parafraseando a Machado, con lo de que "se hace camino al andar", también se aprende a escribir escribiendo y fijándose en cómo lo hacen los que saben más que nosostros.
      Un abrazo, Tere.

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  11. Hola, Josep Maria.
    Como en la vida, a veces nos topamos con personas extrañas o que buscan algún fin muy diferente al nuestro. Creo que lo mejor es no tenerlo en cuenta, no podemos agradar a todos y por lo tanto tampoco se puede pretender que los demás nos agraden a nosotros, faltaría más. Y la libertad de elección, ¿dónde quedaría? Al final queramos o no, formamos círculos en los que nos sentimos más cómodos y estimados, para así en vez de menguar (como por lo que describes) crecer. Por mi parte soy muy afortunada, solo en un momento puntual tuve un pequeño problema, por llamarlo de alguna manera, creo que fue hace dos años, un señor (si se puede llamar así) que no conocía de nada, buscó y comentó una de mis primeras entradas con unas palabras muy feas. Sinceramente creo que buscó una entrada muy antigua por probar y quién sabe dejar ese ofensivo comentario allí eternamente, como si nunca fuera a enterarme. Estoy segura de que lo debió hacer con más gente, porque miré su perfil y no tenía información, ni nada. Muy desagradable. La verdad. Por lo demás, aun teniendo en cuenta todas mis paradas técnicas de las que vosotros siempre me disculpáis, (¡gracias!) sigo rodeada de mucho cariño, ¿qué más puedo pedir? Ya sé. Tiempo, je, je, je
    No lo tomes en cuenta, no merece la pena. El blog y leer a los compañeros supone mucho tiempo del que a veces ni disponemos, así que lo único que debe merecernos la pena es que sea para disfrutarlo. Por mi parte espero que el que lea mis entradas lo haga porque le gusta lo que allí se expone y entiendo que para todos es igual.
    Un beso.

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    1. Desde luego hay que saber -y si no se sabe, aprender- lidiar con las adversidades o contrariedades que uno se encuentra en la vida, y este mundo bloguero no es una excepción. De hecho, lo constituyen personas -y espero que siga siendo así, jajaja- y, por lo tanto, las hay de todo tipo y gustos.
      Creo haber comentado que al principo de mi andadura bloguera, cada vez que la aplicación me advertía que tenía un nuevo comentario, corría a ver qué decía y casi siempre con el temor a que no me gustara. Ahora sigue ocurriéndome, aunque con menos intensidad y solo cuando creo que la entrada que he publicado puede resultar molesta para algún lector. Ante ello, me llegué a plantear instalar, como hay en algunos blogs, un sistema de revisión previa del comentario antes de que este quede publicado, pero siempre me ha parecido una especie de censura y nunca me he visto en la necesidad de hacerlo. Así que hay barra libre para cualquier comentarista, jajaja.
      El caso que trato en esta entrada me resultó especialmente molesto, más por las formas que por el fondo. No lo fue tanto por lo que dijo sino por cómo y por qué lo dijo. Si yo veo que un bloguero al que sigo y comento asiduamente no hace lo propio con mis entradas, me podrá extrañar pero jamás se lo reprocharé. Como bien dices, somos libres de elegir qué y a quién leer.
      Un beso.

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  12. Hola Josep Ma,
    Creo que en los blogs como en la vida real hay de todo y por lo escrito nos definimos. Yo no doy más importancia que esa, que en la viña del señor hay de todo y "força" jajaja. A mi me parece que se trata de pasarlo bien y eliminar todo aquello que no nos aporta, claro que se sabe quienes te leen y los que pasan a, perdón por la grosería, a "dejar la meadita"como decía un compañero de un blog pero allá cada cual con lo que quiere hacer con su tiempo y sobre todo con su vida.
    Ejemplos de esos "i tant que n'hi han".
    En mi caso utilizo muy poco o casi nada fb ya que puedo estar días sin pasarme y apenas ni siquiera comparto los relatos.
    Besos


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    1. Hola, Conxita,
      Siguiendo con el símil religioso-campesino, también podría decirse que hay que separar el trigo de las malas hierbas, jajaja.
      Sí, sí, hay quienes quieren marcar territorio, como los perros cuando orinan en una esquina o en un árbol, jeje. Es como decir "aquí estoy". Personas así las hay, pero por lo menos que no nos toquen las narices.
      Como decía en una respuesta a uno de los comentarios recibidos, si comparto mis relatos en facebook es porque tengo amigos (de los de verdad) que entran con frecuencia en esta red social y, en cambio, no tienen costumbre o no recuerdan entrar en mis blogs y que me consta que les gusta leerme. Evidentemente, esto abre la puerta a que todas las "amistades" (contactos) que tengo agregadas puedan hacerlo, pero a fin de cuentas, al menos en teoría, son contactos de fiar, de lo contrario no los habría aceptado. Pero siempre hay excepciones a la regla y hay quien luego te sale rana o no hiciste bien en agregarlo por el simple hecho de que tuvierais amistades en común.
      Un beso.

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  13. No me asustes, Julio David. A ver si este dolor que siento en la zona lumbar no es debido a las horas que paso sentado ante la computadora sino por culpa de un mal de ojo o de ese maldito vudú.
    Difícil lo tengo para ir a verla, pues tendría que cruzar el charco, aunque si esto va a más, quizá decida gastarme lo que cueste un billete hasta Miami, jajaja.
    Un abrazo.

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