jueves, 1 de marzo de 2018

¿Experimentación o maltrato animal?




Vuelvo a traer a este blog un tema controvertido, especialmente para los defensores a ultranza de los animales, y que pone en evidencia que quizá somos muchos los que vivimos en constante contradicción con nuestros sentimientos. Y como antesala a lo que voy a exponer, preguntaría si por ser amantes y defensores de los animales debemos ser forzosamente veganos. Si la respuesta es afirmativa, yo soy el primero en declararme culpable de esa incoherencia. Pero no voy a tratar aquí las tendencias u opciones alimenticias, sino algo mucho más polémico, si cabe, y que se ha reivindicado como un acto de crueldad: la experimentación animal con fines científicos. Hace ya tiempo que el empleo de animales con esa pretendida finalidad se ha convertido en un tema polémico, tanto en el ámbito animalista como en el de la opinión pública.

Mi formación científica y el haber conocido de cerca lo que representa la investigación pre-clínica (previa al empleo de seres humanos) para el desarrollo de nuevos medicamentos entran en contradicción frontal con mi amor y respeto a los animales. Pero casi todo en esta vida tiene sus pros y sus contras.

Quiero dejar claro que esta entrada no va a favor de la industria farmacéutica en sí misma sino de la experimentación con animales como un mal menor para la obtención de fármacos útiles para combatir las enfermedades en el ser humano y en los propios animales (uso veterinario).

Son muchas y crecientes las opiniones en contra del empleo de animales para tal fin, aduciendo que existen alternativas tanto o más válidas para la investigación farmacológica. En mi humilde opinión, quienes aducen tal cosa no tienen unos conocimientos científicos mínimamente sólidos y se dejan llevar exclusivamente por un sentimiento ético (que comparto plenamente) en defensa de los animales, haciendo uso de argumentos engañosos o inexactos. Hoy por hoy solo unos pocos ensayos pueden llevarse a cabo in vitro con células o tejidos celulares, por ser impracticables en la gran mayoría de estudios de laboratorio.

Los científicos no desean lastimar a los animales de forma gratuita, pero aún no es posible prescindir de estos. Y para asegurar un empleo justo y necesario de cualquier especie animal existen protocolos muy estrictos y de obligado cumplimiento. Como ejemplo de ese interés, la Asociación Internacional para la Evaluación y Acreditación del Cuidado de Animales de Laboratorio (AAALAC en sus siglas en inglés), una organización no gubernamental, se encarga de promover el trato humanitario de los animales en las actividades científicas. Y para preservar el cumplimiento de un, llamémoslo, código ético en la investigación biomédica, se recomienda aplicar el principio de las tres R: Reemplazar los animales de experimentación siempre que sea posible, Reducir el número de animales al estrictamente necesario, y Refinar, o perfeccionar, los métodos empleados para mejorar el bienestar de estos animales. Precisamente, uno de los miembros de la referida Asociación, el veterinario Javier Guillén, participó en el desarrollo de la vacuna contra la leishmaniosis, algo que no habría sido posible sin el concurso de los animales, pues el comportamiento de una vacuna no se puede simular con un programa informático, al igual que nuestro sistema inmunitario. Las vacunas del ébola o del zika, por ejemplo, se desarrollaron en poco más de un año (todo un récord) gracias al uso de animales de experimentación.

Y hablando de vacunas, yo compararía la actitud “animalista” en este tema con el insensato movimiento anti-vacuna. Una vez más nos encontramos frente a la relación beneficio-riesgo, o bien ante el dilema de si el fin justifica los medios. En este caso, excepcionalmente, estoy a favor del sí.

En contra del empleo de animales para el estudio de nuevos medicamentos he llegado a leer verdaderas insensateces, cuando no barbaridades, que incluso me atrevería a calificar de populistas, simplemente por falta de formación o de información. Quizá la peor de todas, con la intención de desacreditar la experimentación animal demostrando que un medicamento que ha superado con éxito los ensayos en animales puede ser tóxico en humanos, ha sido poner como ejemplo de ello a la talidomida. Este fármaco, utilizado en los años sesenta como sedante y antiemético (contra los vómitos) en las embarazadas durante los tres primeros meses de gestación, se hizo tristemente famoso por producir graves malformaciones en recién nacidos. Lo que ignoran quienes han utilizado dicho ejemplo (porque solo puede ser ignorancia lo que les ha llevado a realizar tal afirmación) es que ello fue debido a que en aquella época no se llevaban a cabo estudios de teratogénesis (defectos congénitos durante el desarrollo fetal) con los medicamentos. Precisamente fue la investigación del origen de tales malformaciones y la implantación obligatoria de este tipo de estudios en animales (conejas gestantes) lo que eliminó la aparición de estos efectos nocivos con cualquier otro medicamento desarrollado con posterioridad. Supongo que nadie en su sano juicio abogaría por haber empleado mujeres embarazadas para comprobar si sus fetos presentaban alguna deformación congénita.

Estoy totalmente a favor del creciente movimiento de solidaridad con los animales, la prohibición y el castigo del maltrato animal, considerando este como una forma gratuita de hacerles sufrir por placer, diversión o por insana crueldad. Pero dicho movimiento, en su afán protector, se ha radicalizado hacia un activismo desmesurado y, a mi juicio, injustificado. Deberían preguntarse cuál sería el costo para la humanidad de no realizar la investigación médica en animales.

Contrariamente a lo que afirman sus detractores, el conocimiento obtenido en animales es generalmente extrapolable a los humanos. Todos los mamíferos, incluidos los seres humanos, tienen los mismos órganos, que funcionan básicamente de la misma forma. Las investigaciones con el corazón del cerdo han sido y siguen siendo de mucha utilidad para conocer el funcionamiento del corazón humano. Incluso las diferencias que puedan existir entre una especie animal y el hombre darán importantes pistas sobre cómo evoluciona una enfermedad. El por qué un determinado tipo de cáncer que afecta al hombre no se desarrolla en un animal o lo hace de forma distinta puede ser la clave para abordar su tratamiento. Sería excesivamente prolijo citar ejemplos que justifican el uso de animales de laboratorio para prevenir y curar enfermedades en el hombre. El estudio y tratamiento de la diabetes, de las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, el SIDA, los trasplantes de órganos, la quimioterapia, la cirugía ortopédica, el estudio del virus del papiloma, el descubrimiento del neurotransmisor dopamina y su papel en el desarrollo de la enfermedad de Parkinson, el conocimiento de la estructura y función de la cóclea y el posterior desarrollo de implantes en algunos tipos de sordera, la manipulación genética como prevención de determinadas enfermedades, y un largo etcétera, no hubieran sido posibles sin la intervención de distintas especies animales.

De momento, y muy a mi pesar como amante de los animales, estamos lejos de poder prescindir de la experimentación animal para el descubrimiento y desarrollo de nuevos tratamientos para enfermedades crónicas o incurables. Solo en algunos ensayos es factible recurrir a estudios in vitro, con el empleo de células y tejidos celulares, como es el caso del estudio de la toxicidad aguda (establecimiento de la dosis letal) de una sustancia medicamentosa, que provoca una elevada mortalidad de los animales de laboratorio (roedores), algo que hasta hace poco requería el empleo de cientos de especímenes, así como en el ámbito de la cosmética y de los productos de higiene, donde se ha prohibido su empleo aplicando el concepto beneficio-riesgo. No es lo mismo utilizar animales para evaluar si un medicamento, administrado de forma crónica, puede producir cáncer a largo plazo, que utilizarlos para desarrollar un producto para el cuidado personal. Aun así, sigue existiendo una incertidumbre sobre la idoneidad de esta medida, pues hay estudios que conviene llevar a cabo antes de comercializar, por ejemplo, un champú o una crema hidratante, como son la irritación ocular o el posible efecto alérgico en la piel, respectivamente. Sin embargo, debido a la presión de grupos animalistas, en la actualidad solo se permite el empleo de animales si el cosmético contiene un ingrediente incluido en una lista de sustancias químicas para las que se exige un severo control debido a su efecto potencial sobre la salud humana o el medio ambiente (Reglamento REACH).

Desde la antigüedad el hombre se ha servido de los animales, como sustento y como medio de trabajo (carga, transporte, labranza). Actualmente seguimos haciendo uso de ellos como fuente de alimento, como medio de diversión y deporte (equitación, parques acuáticos, zoos, circos, caza, actividades taurinas y populares) y como medio de experimentación. En estas tres facetas, en tanto no se erradiquen, hay que evitar infligir un sufrimiento excesivo y gratuito de los animales. Hay que evitar la explotación inhumana en condiciones deplorables, el hacinamiento en granjas y parques zoológicos insalubres, hay que aplicar métodos indoloros en mataderos, prohibir el maltrato físico y psicológico en su adiestramiento ─de ahí la prohibición de utilizarlos en el circo y en algunos parques temáticos─ y en fiestas populares, uno de los mayores y más crueles exponentes es la mal llamada Fiesta Nacional.

Que algunos animales de laboratorio sufren estrés, es evidente. Otros son sacrificados mientras están en fase de gestación para comprobar si los fetos sufren malformaciones producidas por un nuevo fármaco. Los hay que son expuestos a una prueba de dolor para comprobar el efecto terapéutico de un analgésico. Y así existe una larga batería de ensayos y de especies animales para evidenciar el efecto y eficacia de distintos tipos de fármacos. Me consta que en todos estos casos se intenta evitar un daño excesivo e injustificado al animal. No obstante, es duro ver cómo en los animales con una mayor percepción intuitiva, como sería el caso de los perros y de los simios, se les acostumbra a hacer el trayecto desde sus jaulas a la sala de experimentación como si de un paseo se tratara, evitando así el estrés que les produciría verse por primera vez en la mesa de intervención, donde, en el peor de los casos, serán sometidos a una disección para el estudio de sus órganos. Los perros sometidos a pruebas quirúrgicas y de otro tipo que no acaban sacrificados son posteriormente dados en adopción, aunque su adaptación al nuevo medio suele resultar difícil por el estrés postraumático que padecen.

Si ya siento pena cuando veo a mi perro lloriquear cuando le llevamos al veterinario y sufrí lo indecible cuando padeció unas dolorosas complicaciones post-castración, qué no sentiría si supiera que iban a experimentar con él. Mi actitud ante este tema podría calificarse de hipócrita. Con tal que no lo hagan con mi perro… En parte puede ser cierto. Ojos que no ven… Es como cuando uno paladea ese foie tan rico y no piensa (o no quiere pensar) en lo que les hacen a las pobres ocas. Pero, planteándolo fríamente y volviendo al tema que aquí me ocupa, sigo pensando que, por duro que resulte, es preferible sacrificar la vida de un animal que poner en riesgo la de un ser humano. Si con miles de animales sacrificados salvamos la vida o curamos una enfermedad a millones de personas, creo que está claro hacia dónde se decanta el fiel de la balanza. Y no querer aceptarlo es, en el mejor de los casos, una ingenuidad.

Los animales todavía siguen dándonos alimento y dan su vida a cambio de preservar la nuestra. Lo único a objetar sería que ambas cosas las hacen sin tener conocimiento de ello. Pero, si excluimos los hábitos alimenticios del hombre ─hay muchos países que incluyen en su dieta animales que en otras latitudes son consideradas macotas, como el conejo en los Estados Unidos, y en otros comen carne de perro, como en Suiza y algunos países asiáticos─, su empleo como animales de experimentación se hace con el único fin de proteger a la humanidad frente a enfermedades y no como una forma de ocio. Me parece mucho más justificable acabar con la vida de un ratón, de un gato, de un perro, de un simio o de un cerdo para el bien de la sociedad que con la de un toro, por muy bravo que sea, para divertimento del público y lucimiento de un “espada”.



30 comentarios:

  1. Hola Josep, sin ninguna duda tu relato esplendido en información no tenía porque ser polémico pero nunca se sabe con estas personas que defienden con tanto ímpetu a los animales, olvidándose en algunos casos, que los seres humanos están por delante en esto de la investigación, y otros casos como el que se pueda producir por el ataque repentino de un animal. En fin, en cualquier caso siempre habrá personas que sienta su sensibilidad atacada. Me encantan los animales, pero a cada uno le corresponde su sitio... sin maltrato.
    Un abrazo.

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    1. Muchas gracias, Elda, por dejar tu opinión. Yo solo he intentado exponer una disyuntiva que parece dividir a mucha gente. Creo que en la vida hay que establecer ciertas prioridades que muchas veces no gustan a todo el mundo.
      Un abrazo.

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  2. Estoy de acuerdo contigo, con el maltrato animal deberíamos poner más leyes a favor de ellos.
    Pero claro, la ciencia está por encima de todo. Con algún ser vivo hay que experimentar, y si no se hace con un animal se hará con un ser humano. Y puestos a elegir...

    ¡SALUDOS!

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    1. Por el hecho de que el hombre esté en lo más alto de la cadena alimenticia y evolutiva no quiere ello decir que podamos hacer con los animales lo que se nos antoje, como si de objetos de usar y tirar se tratara. Hay que amar la naturaleza en todas sus formas y expresiones. Pero del mismo modo que la utilizamos para nuestros legítimos propósitos sin que por ello debamos maltratarla, igual sucede con el reino animal. Aunque parezca una contradicción, el amor a los animales no tiene porqué estar reñido con su utilización con fines médicos.
      Muchas gracias, Antoni, por expresar tu punto de vista.
      Un saludo.

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  3. Le debemos tanto a cientos de animales sacrificados para nuestro beneficio. El asunto tiene una muy elaborada escala de grises amigo, como bien señalas.
    Abrazos.

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    1. Reconozco que no resulta agradable utilizar a un animal con fines científicos, sobre todo cuando su vida va en ello. Efectivamente, les debemos mucho a todas las especies animales que han sido sacrificadas pensando en nuestro bien. Como todos los sacrificios que uno hace en esta vida, y no solo físicos, debemos asumir su coste pensando en su beneficio. Como apuntaba, lo malo de la experimentación animal es que quienes se sacrifican por nosotros no han dado su consentimiento y decidimos por ellos. La historia de la supervivencia humana está llena de situaciones que nos pueden parecer injustas y algunas, incluso, crueles.
      Un abrazo.

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  4. Hola Josep, después de leer un texto tan bien fundamentado, coherente y perfectamente razonado, solo puedo estar de acuerdo que es necesario este sacrificio animal por la obtención de un bien mayor como es la salud humana e incluso la propia animal en uso veterinario. Respecto a los animalistas radicales, les pondría en la tesitura de si valdría la pena sacrificar cien animales por salvar la vida de su hijo recién nacido....
    Cabe recordar que también se experimenta con personas en los ensayos clínicos (evidentemente sin sacrificar a nadie), como por tu formación conocerás bastante en profundidad, y es algo totalmente necesario para el bien general de la salud en la población.
    Abrazos Josep y encantado de leer tu exposición.

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    1. Como digo en esta entrada, creo que la actitud de los animalistas es "romántica", si se me permite la expresión, aunque la experimentación con animales tenga muchas veces un final trágico. El radicalismo está siempre exento de ecuanimidad y no atiende a razonamientos, por muy justificados que estén y avalados por los resultados obtenidos históricamente. Ponía como ejemplo al movimiento anti-vacuna, cuyos miembros, padres y madres, no dudan en poner en peligro la vida de sus hijos porque se niegan a que estos sean inoculados con "sustancias tóxicas", y sin atender a razones. Con esta actitud irracional, han habido muertes por enfermedades infecciosas que ya habían sido erradicadas gracias a la vacunación universal, con el peligro añadido de que vuelvan a aparecer enfermedades que ya había pasado a la historia, como la polio y el sarrampión.
      Como bien dices, después de la experimentación con animales, se pasa a la fase de ensayos en humanos, aunque en este caso estos aceptan su participación en los ensayos clínicos una vez se presume que el medicamento a testar es seguro y probablemente eficaz para la dolencia que les aqueja. Y a esa presunción solo se puede llegar tras haberlo probado en animales.
      Muchas gracias, Miguel, por tu aportación.
      Un abrazo.

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  5. Uy Josep Ma otro tema polémico y en el que me siento dividida, por una parte entiendo que es necesario hacer experimentos con animales y por otro me gustan mucho los animales y me duele pensar en lo que se les hace a los animales con todo tipo de pruebas y medicamentos.
    Recuerdo que tenía un amigo que para sus investigación tenía que utilizar perros y lo pasaba realmente mal pero no había otra manera de mejorar que experimentando con estos animales.
    Me produce sensaciones encontradas pero a veces es necesario hacerlo para salvar vidas humanas y todo aquello que se haga para encontrar remedios a esas enfermedades terribles me parece bien, lo que ya no me parece adecuado es hacer sufrir a los animales y menos si se trata de un tema estético o de ocio.
    Besos

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    1. Yo también tengo el corasón partío, jeje. Es esta una de las contradicciones con las que tengo que vivir. Amo a los animales pero justifico su empleo con fines experimentales. Entiendo a tu amigo, pues yo también conocí a un cuidador del estabulario donde tenían enjaulados a los perros, y que era el encargado de darles esos paseos que menciono en este post, y me confesó que lo pasaba realmente mal cuando sabía que iban a sacrificar alguno, pues les tomaba cariño.
      Quizá algún día, en el futuro, sea factible usar otros modelos experimentales, pero mientras no llegue ese momento tendremos que hacer de tripas corazón y seguir utilizando a los animales con fines científicos. Cuando uno se toma un analgésico para tratar una crisis dolorosa y se siente reconfortado no piensa que ello ha sido posible gracias a la experimentación animal. Deberíamos hacer un monumento dedicado a ellos como agradecimiento y reconocimiento de su papel para mejorar las condiciones de vida de los humanos.
      Besos.

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  6. A la gente le encanta tomar posturas drásticas sobre todas las cosas, en la mayoría de ellas sin tener un conocimiento suficiente para valorar pros y contras. A quien no es partidario de que se utilicen animales para estos experimentos habría que preguntarle si renunciaría a la vida de su hijo por una enfermedad que tiene curación gracias a estas prácticas. La demagogia va que vuela.
    Un abrazo.

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    1. Es un vicio muy generalizado el expresar una opinión en contra de algo sin conocer a fondo las motivaciones que hay detrás. Entiendo que no podríamos hablar de nada sin ser un experto en el tema, pero en cuestiones in tanto "delicadas" (en al ámbito que sea), deberíamos ser prudentes e informarnos un poco antes de hablar. Y estoy seguro que si a un detractor del empleo de animales de experimentación le dijeran que podría salvar la vida de su hijo si aceptara la realización de un ensayo en animales, que luego deberán ser sacrificados, firmaría donde fuera. Aunque siempre hay posturas intolerantes, como el movimiento antivacunación y los que, por motivos religiosos, no permiten una transfusión de sangre a su hijos aunque ello pueda salvarle la vida.
      Un abrazo.

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  7. El ser humano se ha servido de los animales desde que apareció sobre la Tierrra. Como animal y omnívoro se tiene que alimentar de animales, los usa como ayuda en el trabajo y como mascotas. ¿Por qué no va a utilizarlos para desarrollar fármacos con los que mejorar la salud y el bienestar? Entiendo que ha de hacerse con respeto y evitando sufrimientos innnecesarios, pero esos movimientos animalistas que abogan por evitar totalmente su uso, me resultan hipócritas. ¿Qué come esa gente? ¿Merece una lechuga menos respeto que un cobaya? Para mí como bióloga, son seres vivos ambos. Y conste que no tengo nada en contra del vegetarianismo, pero si la causa es el respeto a los animales, me parece una idea bastante peregrina.
    En fin, para hablar horas daría el tema.
    Un beso.

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    1. Yo me defino ecologista en cuanto que abogo por defender y proteger nuestro planeta ante cualquier agresión humana desmesurada por intereses puramente económicos, sin valorar el daño (a veces irreversible) que estamos haciendo al ecosistema. Como tal estoy a favor de la protección de la fauna y de la flora hasta donde ello sea posible. Pero soy omnívoro y, como tal, como carne, pescado, vegetales, derivados lácteos, etc. No obstante, cuando veo a esas pobres vacas encerradas en un cubículo, día y noche, sometidas a una constante extracción de leche con ordeñadoras automáticas, me da la sensación de tenerlas esclavizadas como un reo perpetuo. Deberíamos volver a verlas pastar al aire libre. Igual ocurre con los animales de corral que, para aumentar la productividad, los tienen hacinados hasta extremos inauditos, provocándoles un estrés y una agresividad brutal (algunos acaban atacándose entre sí hasta la muerte). No hay nada como la reducción del espacio vital para generar una agresividad incontrolada.
      Debemos usar a los animales para nuestro beneficio pero empleando para ello métodos "humanizados". No seamos peor que un animal. Y ya no hablemos del maltrato cruel, como la imagen impactante que vi no hace mucho por televisión de un campesino que acorraló a un jabato en una hondonada de una riera seca y lo mató a golpes contra las rocas mientras reía y vociferaba insultándole. Los chillidos del pobre animal eran escalofriantes. Hemos de prohibir todo tipo de maltrato animal, sádico y gratuito, pero ello no quiere decor que no podamos utilizarlos como sustento y como medio de experimentación, siempre que ambas cosas se hagan con el mayor de los respetos.
      Como me he enrollado, jeje. Efectivamente, habría para hablar y escribir sobre este tema horas y horas.
      Un beso.

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  8. Colega, lo has bordado. Has tratado este tema tan polémico, sobre todo para algunos que quieren polemizar con todo, de una manera muy cuidadosa pero con todo el rigor. Enhorabuena.
    Yo trabajo en investigación y me dedico a experimentar con humanos, pero otros compañeros de mi grupo lo hacen con ratas y los controles que han de pasar para realizar esa experimentación son casi más exhaustivos que los de los humanos. Tienen que justificar el número de animales que se han de sacrificar, hacerlo, por supuesto, en un lugar apropiado y por personal experto acreditado. En cierta ocasión hubo un error en un experimento y había que repetirlo, pues bien, la comisión de ética se lo rechazó, no permitió sacrificar más animales y además impuso una multa.
    Al hilo de lo que comenta Conxita y su amigo que experimentaba con perros, una compañera mía tuvo que extraer los fetos de una rata para analizar los tejidos, cuando salió del laboratorio estaba llorando. Te puedo asegurar que no eran lágrimas de cocodrilo. Su trabajo está publicado en prestigiosas revistas científicas y es muy útil.
    Por otra parte, no te sientas hipócrita por pensar en tu propio perro. Todos los animalistas a ultranza seguro que dejan su ideología aparcada cuando sus hijos se curan una infección gracias a los antibióticos que previamente se experimentaron en animales, o cuando sus padres curan un cáncer con los antitumorales que se probaron de la misma forma.
    El maltrato animal hay que combatirlo pero la normativa vigente (aunque todo es mejorable) es sumamente protectora con la experimentación. Hay otros campos mucho peor vigilados.
    De los vegetarianos hablo otro día, pero ahí también hay mucho fariseo. Estoy con Rosa, qué pasa, ¿las lechugas no son seres vivos?.
    Un beso grande, Josep Mª, gracias por ser tan valiente y tan claro.

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    1. Muchas gracias, Paloma, por tu apreciación en torno a este tema y a mi granito de arena para intentar clarificar algunos equívocos y opiniones sesgadas o simplemente distorsionadas.
      No es un tema fácil de tratar por cuanto a los amantes de los animales, entre los que me incluyo, les resulta irreconciliable este amor y deseo de protección hacia ellos y la crueldad que puede parecer que subyace en su uso como especímenes para la experimentación.
      Para aceptar que ese empleo no es una crueldad, aunque lo parezca, hay que entender su necesidad como un mal menor si queremos progresar científica y médicamente. Como muy bien dices, nadie piensa en ello cuando necesita un tratamiento. Siempre resulta mucho más cómodo criticar que argumentar, sobre todo desde una postura de ignorancia o de intolerancia.
      Ese ejemplo que pones de la compañera que sufría al tener que sacrificar una rata, yo también lo he vivido cuando, en mis comienzos en la industria farmacéutica, colaboraba en el departamento de farmacología animal y tenía que hacer de tripas corazón cuando debía sacrificar alguna e incluso cuando las tenía que sondar y manipular pues las pobres se estresaban muchísimo.
      El maltrato animal ya es otro capítulo, pues quien daña a propósito y por placer a un animal indefenso no merece ser calificado de ser humano.
      Y del veganismo podríamos también hablar largo y tendido, pues parece más una religión que un hábito saludable, y sus seguidores tampoco atienden a razones.
      Un beso bestial, jajaja.

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  9. Hola Josep, como en tu caso, amo la vida en todas sus facetas (además como sabes soy biólogo) ... y estoy totalmente de acuerdo contigo. No se trata de hacer sufrir innecesariamente a un ser vivo,... y es que, desde mi punto de vista, no solo los animales son los seres "sintientes" (sí, sintientes) del planeta,... muchos estudios están poniendo de relevancia que las plantas reaccionan ante lesiones y roturas, activando defensas. Imagino que si estos estudios acaban demostrando estas conductas,... muchos veganos deberían reconsiderar algunnos aspectos de su vida. Saludos!

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    1. Ser biólogo lleva implícito el amor y la defensa de la naturaleza, pero, por nuestra formación, debemos saber distinguir entre lo necesario y lo superfluo en la ciencia. Toda investigación tiene que ser rigurosa para que los resultados obtenidos sean fidedignos e irrefutables. Si el empleo de animales de experimentación nos puede ofrecer esa seguridad y el beneficio obtenido con ello es muy superior al que obtendríamos sin su participación o con una simulación por ordenador u otro programa artificial, no hay discusión posible.
      En cuanto a las plantas, me pregunto qué deben pensar quienes abogan por hablarles y ponerles música para que así crezcan y luzcan más bellas y luego se comen un generoso plato de legumbres, jeje.
      Bromas aparte, tenemos que ser muy cuidadosos con el trato a todos los seres vivos, pensando en que, a fin de cuentas el hombre es el último peldaño en la escala evolutiva, pero no deja de ser un animal más que, a veces, resulta ser racional.
      Muchas gracias, colega, por tu aportación a esta causa.
      Un abrazo.

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  10. Se puede decir más alto, pero no más claro ni más cargado de razones, Josep. No sé si recuerdas que hace poco publiqué un relato de ficción con un simio de laboratorio como protagonista. Pues bien, al leer los comentarios me dí cuenta de lo muy radicalizada que está la opinión de la gente en ese sentido y del poco valor que se da a los resultados de los experimentos de los que, por cierto, todos nos beneficiamos.

    El sufrimiento animal es terrible, yo lo aborrezco, pero sería aún peor no tener tratamientos contra el cáncer, por ejemplo, o no hacer ningún nuevo descubrimiento farmacólogico de ahora en adelante. Como tú dices hay quien se deja llevar del corazón y no atiende quizás a las razones. Creo que es una forma de romanticismo, y quizás también de generosidad extrema, pero que no se basa en el conocimiento real del tema.

    Un post estupendo, como siempre.

    ¡Un abrazo!

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    1. Recuerdo muy bien tu relato que, además, has incluido en esta última edición del concurso de El Tintero de Oro. La verdad es que no leí más que unos pocos comentarios que recibió, pero no me extraña que hubiera quien se dejara llevar por la "misericordia" (por otra parte comprensible) hacia los animales que, enjaulados, esperan el momento de ser "torturados". La propia imagen que he elegido para encabezar esta entrada, la del mono, da un poco de escalofríos y eso es lo único que queda en la mente de quien desconoce lo que hay detrás. Siempre hay que preguntarse el porqué e las cosas y no quedarse en el qué y el cómo.
      Admiro la defensa del reino animal en su conjunto, y la comparto totalmente, pero no así la radicalización, muchas veces agresiva, en contra de quienes usan la investigación animal para obtener una cura o un alivio a una enfermedad que afecta a los humanos e incluso a los propios animales. Otra cosa muy distinta es abogar por la prohibición de prácticas crueles e innecesarias para el deleite popular.
      Muchas gracias, Julia, por participar en esta pequeña pero interesante tertulia.
      Un abrazo.

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  11. Hola.
    Es que yo creo que en el tema de los animales hay muchas matizaciones. Obviamente habría que reforzar las leyes del maltrato y eliminar esas fiestas cuya diversión consiste en martirizar a un animal, eso es lógico.
    Yo entiendo que por ahora los fármacos han de investigarse en animales, sufro y me duele pero por ahora lo entiendo, lo ideal sería ir buscando alternativas pero mientras tanto pues es lo que hay y yo misma ahora estoy con un tratamiento nuevo para los dedos y seguramente ha sido probado en algún animal.
    En cambio me niego a usar productos de cosmética o limpieza testados en animales, creo que eso es innecesario, no sé si has leído como prueban estas cosas en animales pero es de lo más cruel y aquí si hay alternativas.

    Además no uso nada de piel y en alimentación busco un buen trato dentro de lo posible, como huevos de gallinas sueltas cuando no tengo los de las gallinas de mi familia. Pero eso lo hago extensible a más cosas, porque tengo una hija vegana que dice que hay mucho vegano incoherente que no come animales y en cambio tira bolsas de plástico en cualquier parte(este finde ha muerto un cisne negro en mi ciudad al tragar una bolsa de plástico), o usan productos de higiene llenos de sulfatos y ese agua de la ducha acaba en los ríos, o compran ropa que han fabricado niños en unas condiciones deplorables, o comida que viene en bandejas de plástico que son un veneno en sí mismas, no reciclan, no separan la basura...la gente a veces dramatiza sin saber y quieren ser antisistema sin tener ni idea.
    De lo de las vacunas ya ni opino porque de verdad que es de traca.
    Un abrazo y enhorabuena por el texto, está muy bien explicado todo.

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    1. Quién sabe si dentro de unos años (25, 50, 100 ó 1000) la experimentación con animales parecerá algo retrógrado, como ahora nos los parece el gramófono o el cinematófrafo de los hermanos Lumière. Pero entretanto tenemos que ceñirnos a los únicos métodos fiables que tenemos a nuestro alcance.
      Yo también soy de los que intentan consumir productos ecológicos y huevos del número cero, pero todos caemos, tarde en temprano, en alguna contradicción o nos olvidamos de este tema cuando vamos al supermercado. Y es que la coherencia absoluta es casi imposible, porque no siempre sabemos de dónde procede lo que comemos, qué tratamiento ha recibido en su preparación y qué se hace con los desperdicios y si estos son tóxicos. Y ser antisistema tampoco es factible al ciento por ciento. Uno puede estar en contra de la sociedad capitalista, que no para de consumir y contaminar, pero pagamos la factura de la luz a una eléctrica que se forra y en cuyo consejo de administración están políticos corruptos. Y lo mismo con la telefonía, el agua, el gas, el... casi todo. Para ser un auténtico antisistema tendríamos que vivir en una isla desierta y alimentarnos a lo Robinson Crusoe, pero entonces seguramente comeríamos animales, jeje.
      Creo que me he desviado un pelín del asunto central de esta entrada, pero ya ves que hay mucho de lo que hablar.
      Un abrazo, Gemma.

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  12. Comparto esa misma división de sentimientos, pues por un lado soy una apasionada de los animales (adoro a mi gata incluso con ese carácter odioso que tiene jaja), pero no soy ni vegetariana ni vegana, y dudo mucho que lo sea algún día.
    Reconozco que la realidad de los experimentos con animales me pone la piel de gallina, especialmente con las imágenes que se ven por Internet. No obstante, entiendo que es difícil dar con un método en el que no se sacrifique la vida de ningún animal, porque hacer dichos experimentos con seres humanos sería inviable.
    En fin, que has expresado muy bien cuál es mi opinión al respecto, especialmente por lo contradictorio de nuestras posturas.
    Un abrazo.

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    1. Quizá no sea totalmente comparable (dicen que las comparaciones son odiosas), pero si presenciaras algunas intervenciones quirúrgicas especialmente duras en humanos también se te pondría la piel de gallina o incluso te desmayarías (si es que eres especialmente sensible a las imágenes cruentas) y en cambio son estrictamente necesarias para salvar la vida de una persona. Pues para que esa intervención fuera posible en un humano y con bastantes garantías de éxito, antes se ha tenido que realizar en muchos animales.
      Podríamos hablar de la supremacía del hombre sobre el resto de especies animales (y vegetales) del planeta y de lo injusto de su utilización para nuestro beneficio, pero si no fuera por este sacrificio de animales "inocentes"no hubiéramos llegado a desterrar enfermedades endémicas gracias al desarrollo de vacunas, entre otras cosas. Yo lo calificaría como un mal necesario para una buena causa, pero cada uno es libre de pensar de forma distinta, aunque ahí están las pruebas.
      Muchas gracias, Sofia, por dejar constancia de tu opinión.
      Un abrazo.

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  13. Un sobrino me dijo..."tengo un amigo que es vegano".
    Le pregunté, porque sinceramente era la primera vez que me topé con ese término.. "¿qué es eso de ser vegano?"
    "Que no come nada en lo que haya mediado el sufrimiento animal"
    Pensé para mí... ese amigo tuyo se va a morir de hambre, porque tras todo alimento hay un animal que sufre,un humano, al fin y al cabo es una maldición divina: "ganarás el pan con el sudor de tu frente"

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    1. El veganismo "prohibe" el consumo de animales y de los productos de origen animal, como los huevos, la leche y los derivados lácteos, aunque poner un huevo no implica ningún tipo de sufrimiento para la gallina o el ave que sea. El ordeño de una vaca en el establo de un caserío tampoco tiene que conllevar un maltrato, pero se considera como un modo de explotación. Eso es especialmente cierto si hablamos de explotaciones lecheras que tienen a las vacas sometidas a la tiranía de una máquina que les succiona constantemente la leche sin que las pobres bestias puedan salir a pastar. Eso sí que para mi es una crueldad y aunque necesitemos una gran cantidad de leche para abastecer a millones de adultos y niños, pueden cambiarse las condiciones en que las mantienen. Lo mismo ocurre con los gallineros, con una elevada mortandad animal por el hacinamiento al que tienen sometidas a las gallinas ponedoras. O el modo en que se transportan los cerdos en camiones. Y así encontraríamos muchos ejemplos de maltrato en animales vivos.
      Hay mucho por hacer para "humanizar" el empleo de los animales para el consumo humano, porque es posible, aunque todavía no lo sea ignorar su uso para fines diagnósticos y curativos de enfermedades.
      Para mí, el hombre puede usar a los animales para su beneficio, pero debe hacerlo sin aplicarles un sufrimiento innecesario. De ahí que esté totalmente en contra de los espectáculos en los que el animal es el protagonista de un "juego" injusto y cruel (pelea de perros, de gallos, corridas de toros, etc.).
      Espero que poco a poco vayamos ganando terreno en este aspecto.
      Un abrazo, compañero.

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  14. Un tema que daría para hablar durante mucho rato! La verdad es que mi comentario se parecería muchísimo al de Gemma. Pienso como ella en todo lo que ha dicho. De hecho sus recetas veganas me van genial!
    Hay muchos matices en este tema y es comprensible que en algunos casos se necesiten las pruebas en animales, pero a veces no hace falta regodearse tanto. No puedo decir que sea vegetariana porque como pescado, aunque poco. Y carne hace mucho que nada. Pero me adapto, comeré si voy a algún sitio a comer y solo hay carne, quiero decir que me adapto. De hecho la semana que viene tengo una calçotada y barbacoa, así que algo tendré comer!!
    El tema es que, si eres animalista no tienes por qué ser vegano o vegetariano, porque los humanos son carnívoros. Lo que pasa es que no todo es blanco o negro. Entiendo que en algunos casos las pruebas en animales son inevitables, y que las personas coman carne para alimentarse, pero eso no quiere decir que esté de acuerdo con lo demás. Quiero decir que si la supervencia de las personas depende del uso animal vale, pero el sufrimiento gratuito no estoy de acuerdo.
    Nunca llevaría ropa de piel. De hecho voy a contar una anécdota! Hay una marca de botas que se llama UGG, y son muy bonitas, están hechas de lana de oveja. Yo quería unas, pero vi un vídeo de como maltraban a las ovejas y era bastante lamentable. Les hacían daño y sangre. Así que ya no las quiero. Es que no las necesito, puedo llevar otros zapatos.
    Obviamente no como foie, porque sí lo encuentro un exceso de crueldad y soy feliz con una patata en su lugar.
    Resumiendo, que hay casos inevitbles pero también hay muchos que se podrían reducir. Está claro que los extremos no son buenos!
    Muy buena entrada, da para un debate :))
    Un besitoooo!!!


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  15. Hola, María. Desde luego hay que diferenciar muy bien ambas cosas. Una cosa es el empleo de los animales con fines nutritivos (aquí entraríamos en la controversia anti-vegana sobre la necesidad de asegurarnos unos nutrientes que los vegetales no nos pueden aportar) y científicos, de cuyo resultado todos tenemos constancia a lo largo de los años en forma de vidas salvadas, y otra cosa muy distinta es su uso como materia prima para ropa, zapatos y bolsos, para lo cual existen multitud de alternativas. Y si nos vamos a la caza del elefante y del rinoceronte para la obtención del marfil para uso ornamental y del cuerno con pretendidos fines afrodisíacos, respectivamente, ya entramos en el campo de la salvajada y de la exterminación de ciertas especies para regocijo del hombre. O la caza de gorilas para cortarles las manos como trofeo. Y así muchos ejemplos de actos vandálicos, crueles y gratuitos contra los animales.
    Para mí, ser animalista no tiene porqué estar reñido con el consumo de carne o pescado, ni con la utilización de animales para la investigación, aunque comprendo que, a simple vista, puede parecer un contrasentido, como decía en esta entrada. Solo es cuestión de poner límites y, cómo no, buscar alternativas donde las haya. Pero mientras tanto, no nos queda otro remedio que "abusar" de los animales para nuestro beneficio y el de nuestros hijos.
    Muchas gracias por dejar tu comentario.
    Un beso.

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  16. Como siempre es muy interesante conocer tu punto de vista sobre los temas que nos traes; unas veces como relato, otras como reflexión. NO sin aportar antes, con esa forma tan cuidada en expresión y gramática, un conocimiento que muchos de nosotros no tenemos. Este tema me toca más de cerca al estar formada en biología. Tengo que subrayar que soy más afín a las plantas y tal vez, esta decisión la tomé cuando tenía que atravesar por el pasillo de zoología todos los días, viendo esos animales disecados en las vitrinas (mamíferos, reptiles, insectos y demás), exhibidos para el conocimiento; después tuve que presentar una colección de animalillos muertos (algunos los tenía que matar en formol) y todo para aprobar zoología. Estas experiencias me marcaron, como puedes imaginar, ni te cuento si hubiese subido a la escala de experimentar con ellos en laboratorio. No lo hubiera soportado. Por un lado, no estoy en contra del avance científico dios me libre, pero que existan asociaciones como esa AAALAC y ciertos compromisos éticos de los investigadores para trabajar con animales considerados de "laboratorio" es crucial. No habría avance en medicina; y por esa misma razón luchan muchas de las asociaciones de enfermedades que actualmente dan poca esperanza de vida. Hay que estar en la piel de esos familiares y esos enfermos para saber de que lado estás. Y totalmente de acuerdo, que el maltrato por simple diversión, esto es algo intolerable. Las granjas existen y también la forma de criar a esos animales, aquí hay también unos criterios para hacerlo de una forma u otra. Los que comemos de "todo" sería hipócrita por nuestra parte exigir que no se maten animales ¿acaso no nos gusta un trozo de jamón? o ¿unas chuletitas?. Sin perderme del tema que nos traes Josep Mª, nos remitimos a nuestros ancestros, omnívoros fueron, y omnívoros seguimos la mayoría, claro. Un abrazo compañero.

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    1. Jeje. Yo también tuve que presentar una colección de animalitos muertos para la asignatura de zoología, y no lo pasé muy bien "cazando" los especímenes que acabaron formando la colección. En una ocasión, un escarabajo rinoceronte resucitó, después de muchas horas de estar clavado con un alfiler en una caja de corcho. ¡Qué horror! Pero también tuve que hacer un herbario con 300 plantas, que a fin de cuentas también son seres vivos, aunque no noté que se quejaran cuando las arrancaba para formar parte de mi colección, jeje.
      Los conocimientos científicos se han ido adquiriendo, poco a poco, gracias al empleo de seres vivos con fines experimentales. Muchas veces estas prácticas estuvieron prohibidas por heréticas, como la práctica de necropsias en cadáveres para conocer cómo era el cuerpo humano.
      Con el tiempo todo ha pasado a la normalidad, aunque todavía hay prácticas, como la experimentación con animales, que siguen sin estar bien vistas, aunque ahora por motivos humanitarios. Del mismo modo que hay cosas que no haríamos en condiciones normales, pero que no dudaríamos en hacer en situaciones excepcionales, como para salvar nuestra vida, por ejemplo, en el terreno de los estudios con animales sucede igual. Lo ideal sería no necesitar de su "colaboración", pero entretanto no se hallen vías alterativas tanto o más efectivas, no nos queda más remedio que consentir estas prácticas por el bien común.
      Y en el empleo o explotación animal para el consumo, como mínimo deberíamos asegurar que las prácticas no implican un maltrato innecesario. ¿Quién sería capaz de despellejar un conejo estando este vivo? Recuerdo con desagrado haber presenciado, de muy joven, la matanza del cerdo y la impresión que me dejó fue tremenda, oyendo los gritos y los esfuerzos del pobre animal por liberarse, sujetado por cuatro personas, mientras uno le cortaba la yugular y recogía su sangre en un recipiente. E igual se hacía (o se hace) con algunas ovejas.
      Durante un tiempo me negué a comer carne de cerdo, pero luego pensé que la forma de sacrificarlos en lo mataderos no sería tan salvaje. Ojos que no ven...
      Un abrazo, Eme.

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