lunes, 30 de enero de 2017

Sigena y Salamanca


En realidad, el título de esta entrada debería ser “los bienes del Monasterio de Santa María de Sigena y los papeles de Salamanca”, pero, por razones de espacio, lo he resumido con el nombre de las dos localidades origen de un conflicto interterritorial azuzado por intereses políticos y abonados con la mala fe de unos y la ignorancia (en el sentido literal de la palabra) de otros.

Intentaré tratar este tema de la forma más objetiva y respetuosa posible, siempre desde mi punto de vista, pues el objeto de esta reflexión no es otro que demostrar cómo dos hechos que guardan cierta similitud pueden llegar a ser tratados de forma muy dispar, incluso contrapuesta, anteponiéndose el interés personal o partidista a la razón.

Como ya sabéis, el denominador común de ambos conflictos estriba en la recuperación de un patrimonio por su propietario original y en ambos casos la Generalitat de Catalunya le ha tocado jugar el papel del malo de la película, el de expoliador, término que, según la RAE, significa aquél que despoja de algo a alguien con violencia o iniquidad.

Si alguien, al llegar a este punto cree que voy a hacer un alegato catalanista está equivocado. Soy catalanista ─entendiéndose con ello que amo y defiendo los intereses sociales, económicos, culturales y lingüísticos de mi tierra, Catalunya, como lo haría cualquier otro ciudadano con su Comunidad─, no me seduce en la actualidad ningún partido político, aunque cojeo ligeramente hacia la izquierda, creo en la justicia y la igualdad ─aunque tenga motivos para dudar de su existencia en la tierra─ y abogo por la objetividad y la verdad como bases de esa pretendida justicia y de una convivencia pacífica.  Dicho esto, entraré sin más dilación en materia. 

Quien esté al tanto de la disputa entre Aragón y Catalunya ─aunque debería decir entre sus instituciones─, sobre las obras de arte del Monasterio de Santa María de Sigena, habrá oído cómo, en repetidas ocasiones, diversas autoridades aragonesas, incluyendo a su presidente, han calificado de expolio el haberse trasladado retablos y otras obras de arte de dicho Monasterio Oscense a Catalunya. 

El asunto es muy controvertido y según las fuentes consultadas los hechos ocurrieron de forma muy distinta. No entraré aquí a valorar hasta qué punto discrepan las versiones, pues son tales y tantas las contradicciones del cómo y del porqué, que incluso llegué a dudar de si dichas fuentes se referían al mismo hecho, lugar y época.

Tampoco entraré a juzgar (pues ni soy un entendido en leyes ni las informaciones obtenidas me ofrecen una garantía de absoluta imparcialidad) si tiene razón o no el gobierno de Aragón al denunciar e intentar invalidar la compra de aquellas obras. Lo que sí creo que está claro es que, por ambas partes, se ha sensibilizado a la opinión pública, como siempre ocurre en las disputas en las que intervienen intereses políticos, con argumentos distorsionados, cuando no exagerados. De hecho, cuando el Tribunal Constitucional dio la razón a Catalunya, tras 14 años de deliberación, añadía en su sentencia que no entraba en la legalidad de la venta ni en la calificación de los bienes. Por lo tanto, si se ajusta a derecho la recuperación de dichas obras por su propietario original, que se haga mediante las diligencias legales pertinentes, pero siempre basándose en la veracidad de los hechos, como debe ser en cualquier procedimiento judicial. Pero me solivianta constatar cómo se utiliza el término expoliar alegre e impunemente, ante la aquiescencia general, cuando la famosa frase del ex presidente de la Generalitat Catalana, Artur Mas, “España nos roba”, levantó ampollas a lo largo y ancho de la península. Y antes de terminar con esta primera parte, lanzo una pregunta a quien sepa más que yo al respecto: ¿Por qué Aragón no reclama al Museo del Prado las obras de arte de Sigena que en él se exponen, entre las que se encuentra el fragmento del retablo mayor del Monasterio, adquirido por subasta? 

Hago ahora un salto geográfico y temporal para situarme en el Archivo de la Guerra Civil Española de la capital salmantina, donde se conservaban los llamados “papeles de Salamanca” reclamados por la Generalitat de Catalunya.

Para entender esta otra disputa institucional, es menester recordar que cuando en 1939 se produjo la caída de Catalunya en manos del ejército franquista, sus autoridades militares incautaron toda la documentación que pudieron encontrar en las sedes de las instituciones, los partidos políticos, las organizaciones sindicales, las asociaciones culturales y los domicilios de particulares, como pruebas para perseguir y juzgar a los que habían apoyado al bando republicano. Todos esos documentos se enviaron a Salamanca, donde se encontraba el Cuartel General del Generalísimo, para ser evaluada.

Aquí también evitaré entrar en detalles de este contencioso, por lo prolijo que sería, y solo diré que se inició, en este caso, a instancias de la Generalitat de Catalunya cuando esta reclamó al Gobierno Central que se restituyeran estos documentos a sus verdaderos propietarios. No hace falta recordar que también este hecho levantó ampollas y que también tuvo de intervenir el Tribunal Constitucional quien finalmente falló a favor del demandante. Aun así se produjo una gran movilización y resistencia en contra de esa medida, hasta tal punto que el traslado de las primeras 500 cajas de documentos se realizó de madrugada y con un fuerte despliegue policial para evitar incidentes. Esta operación se repitió en varias ocasiones (tal era la cantidad de documentación incautada) mientras que las autoridades autonómicas y municipales locales presentaban múltiples recursos con el argumento de que representaba ─y cito textualmente─ una expoliación.

Y aquí es donde yo quería llegar después de este (espero que no muy largo) camino, a lanzar nuevas preguntas cuyas respuestas también dejo en el aire: Si la compra ─por muy torticera que fuera─ de unas obras de arte gravemente deterioradas, su posterior restauración y traslado de una Comunidad Autónoma a otra se considera expolio, ¿por qué la incautación de una propiedad de un particular o institución, contra su voluntad y sin compensación económica alguna, no y sí en cambio su justa devolución? ¿Por qué ese doble rasero? ¿A santo de qué ese agravio comparativo? ¿Por qué debemos recurrir siempre a la judicialización de disputas cuando debería primar el sentido común y el consenso? 

Llegado aquí me doy cuenta que soy muy repetitivo, quizá incluso cansino, pues no es la primera vez (y no puedo prometer que sea la última) que hago alusión a la necesidad del entendimiento, del diálogo, de la no politización de asuntos sociales y culturales, de la no incitación a la violencia verbal ni al odio interterritorial, a la necesidad de utilizar la razón y hacer un esfuerzo por comprender la postura del otro, de no tergiversar la verdad, de vivir, en suma, en paz y armonía, olvidando viejas rencillas y aparcando la soberbia y un mal entendido orgullo nacional.

Si hablamos con propiedad, no olvidemos que quien sí llevó a cabo un verdadero expolio fue el ejército nazi, apropiándose “con violencia e iniquidad” de obras de arte pertenecientes a los judíos residentes en los países ocupados, como preludio al holocausto. Seamos, pues, estrictos a la hora de utilizar ciertos términos que no se ajustan a la realidad.

Ilustración.- Izquierda: Monasterio de Sta. María de Sigena; Derecha: Fachada del Archivo de la Guerra Civil Española (Salamanca)



14 comentarios:

  1. Hola.
    Me vas a tomar por ignorante pero del primer caso, el del monasterio, no tenía ni idea. Estos temas son siempre complicadísimos, todos queremos lo nuestro pero nos cuesta devolver lo que tenemos, ufffff.
    Lo de los papeles sí que lo conocía pues mi comunidad autónoma está en el asunto, y la verdad es que yo tengo una versión distinta, bueno, unas cuantas, porque en este caso opté por leerlo en varios periódicos distintos para tener la información más imparcial posible. Son asuntos complicados, y cuando hay por medio una guerra, ideologías y muchos políticos(hay más de 10 partidos políticos) es un tema espinoso.
    Un abrazo y muy feliz semana.

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    1. Hola Gemma. De ignorante nada. Supongo que la cercanía del conflicto solo ha salpicado de desencuentros a las dos comunidades en litigio. Casi lo prefiero así y que los ríos de afrentas se queden en casa.
      En cuanto a lo de los papeles, ya contaba con lo que dices, yo también he leído diversas posturas, pero no he querido extenderme más porque, tal como decía, el mensaje era otro.
      Cada uno recibe y cree a pies juntillas lo que oye en casa y de boca de quienes le ofrecen confianza. Lo mismo me ha ocurrido a mí y eso es lo que he intentado transmitir.
      Cuando una pareja discute ¿quién tiene la razón? ¿Ella porque es tu amiga o él porque te cae más simpático? A veces, aun escuchando a las dos partes, uno no acaba de decidirse. Hay que vivir el conflicto en primera persona.
      En el tipo de conflictos a los que hago referencia aquí, la habilidad de los políticos puede llegar hasta el punto de que algo con varias gamas de color, sea para unos blanco nuclear y para otros negro azabache. Yo recomendaría a la gente hacer un gran esfuerzo: ponerse en el lugar del otro y pensar qué harías y dirías si la situación fuera la inversa. Pero ya sé que eso es pedir peras al olmo.
      Un abrazo.

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  2. La justicia y la igualdad... ¿qué es eso?. Creo que en ninguna parte del mundo se aplique, ya sea la derecha o la izquierda quien prime. Unos presumen de todas esas actitudes tan hermosas y luego se quedan en agua de borrajas cuando llegan al poder.
    Sobre ese asunto en el que te explicas de maravilla como en todo lo que escribes, no tengo ni idea, con lo cual en el penúltimo párrafo estoy de acuerdo contigo, en la necesidad de entendimiento por parte de todo el mundo, ya no solo del sector político.
    Una cosa voy a decir... creo que hay demasiados políticos chupando del bote, con la mitad de los que hay en cada partido sobrarían.
    Un placer y un abrazo Josep.

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    1. Hola Elda. A veces he llegado a creer que la verdad absoluta no existe. Existen muchas verdades y cada uno adopta la que mejor le conviene o le parece, que suele ser la que mejor le han sabido "vender". Somos carne de cañón en manos de los políticos, que nos usan a su antojo para hacer realidad aquello de "divide y vencerás". Y así nos va.
      ¿Acaso no dicen también que la justicia es ciega? Yo añadiría que a veces es además sorda. Y en cuanto a igualdad, aunque suene muy tétrico, solo la alcanzamos en el cementerio.
      Un abrazo.

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  3. Yo tengo, por azares de la vida, conocimiento de ambas cosas, pero muy superfluo. Vaya, que conocía las dos historias, pero no lo suficiente como para opinar sobre el bien y el mal, ni como pare responder a tus preguntas lanzadas al aire. Lo que sí que puedo decirte es que, como tú, creo que deberían primar el sentido común y la razón en este tipo de cosas, todo el mundo sabe -demandante y demandado- cuál es la verdad sobre el asunto. Verdad que, dicho sea de paso, seguramente acabe teniendo el color verde de los billetes.

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    1. Efectivamente, Holden, el mensaje que pretendía dar era ese: que solemos olvidarnos del sentido común cuando nos enzarzamos en peleas que solo se quieren ganar por orgullo. Somos humanos y muchas veces nos puede más la vanidad por ser el ganador en una contienda en la que lo que menos importa es el objeto de la disputa. Muchos actúan como las madres que, en el pasaje bíblico, se peleaban por una criatura que decían ambas ser suya. Lo malo es que en el mundo real no suelen haber Salomones que sepan cómo impartir justicia.
      Un abrazo.

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  4. Cuando salió en las noticias el tema de las obras de arte de Sigena me llamó la atención que se dijera que la Generalitat había "comprado" las obras y a la vez que eso era un "expolio", pues esos dos vocablos juntos no tienen sentido. Quizás para compensar Mas utiliza el vocablo "robar" con un doble rasero exasperante.
    Por desgracia la política lo invade todo, y los medios de comunicación afines a tal o cual partido acaban de embrollarlo mucho más. Creo que eso de justicia e igualdad son conceptos que ya muy pocos entienden, más o menos como el de "expolio".
    Por cierto, a "mi" Museo del Prado ni me lo toques, ¡eh! No des ideas ;)
    Un abrazo.

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    1. Los políticos (y los que no lo son, también) deberían aprender el significado de ciertos verbos y usar menos los habituales eufemismos y las falacias para adornar o metamorfosear lo que se esconde en realidad detrás de sus palabras. Quizá es que, con tanto lío, los pobres ya no saben distinguir entre robar, estafar, prevaricar, sobornar, etc., etc.
      Y en cuanto al Museo del Prado, no te lo voy a tocar -faltaría más- porque, entre otras cosas, aunque esté en Madrid, es de todos, jajaja.
      Y hablando de museos, ya me gustaría a mí saber cuántas obras se exhiben en ellos de origen "dudoso" o incierto. Ahora solo faltaría que los egipcios reclamaran el British Museum la devolución de sus momias y demás tesoros hallados en las excavaciones realizadas por arqueólogos británicos.
      Un abrazo.

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  5. Estoy con Kirke comprar y expolio no casan muy bien, otra cosa es todo el embrollo que montan los políticos para acabar enfrentando a unos y a otros y que se pierda el sentido común y eso es algo que hace ya bastante que se ha perdido en ciertos temas.
    Un beso

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    1. Comprar sí que puede ir ligado a estafar, cuando algo se compra a un precio de ganga engañando al vendedor, haciéndole creer que lo que vende no tiene apenas valor. Pero expoliar tiene un significado suficientemente claro e indiscutible que no debería tergiversarse son ánimos de soliviantar a la gente. Pero ¿acaso no es eso, tergiversar o exagerar las cosas, lo que hacen constantemente para ganar adeptos a su causa? Es lamentable pero así es la política que conocemos.
      Otro beso.

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  6. Hola Josep, conocía la historia por las noticias y por mi madre que tiene otra versión ,pero te agradezco lo que has relatado te da una visión mas amplia de las cosas , de todas formas estoy contigo que las cosas se llamen por su nombre sin ofender a nadie !!, pero es un tema difícil de opinar , creo que me ha parecido enriquecedor tu exposición , desconocía parte de la historia lo que si tenía claro que fue en la época de la guerra civil y seguro fue asi como lo cuentas ya que todos los dictadores se aprovechan para expoliar todo !, un abrazo desde mi brillo del mar

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  7. Hola Beatriz. He intentado contestarte a través de la opción "Responder" pero parece que hoy no se deja (?), así que lo hago como si de un nuevo comentario se tratara :)
    Yo creo que si preguntáramos a toda España su opinión sobre un determinado asunto que confronta a dos partes, veríamos cómo siempre hay dos bandos opuestos, los que se creen la versión de una parte y los que se creen la de la otra. Y todo porque, generalmente, no se cuenta toda la verdad y no hay una verdadera intención de ser objetivos. Actuamos en temas serios como lo hacemos con el fútbol: lo que para unos es un penalti, para otros no, y no hay nada que discutir. Cada uno barre para su casa. No sé si algún día llegaremos a alcanzar una madurez tal que sepamos dialogar y buscar un consenso en lugar de tirarnos los trastos a la cabeza.
    Muchas gracias por dejar tu comentario.
    Un abrazo.

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  8. Cuando se paga precio bajo a sabiendas que el valor de la obras es mayor es engañar. Otra cosa es que políticamente se use para expoliar. No se nada de esas obras no he leído ni oído nada. Lo de los archivos de Salamanca si que he leído algo y creo que se debería mejor a llegar a un entendimiento y devolver a cada uno lo suyo. Un abrazo

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    1. Hasta en esto no nos pondríamos de acuerdo los humanos: ¿cuál es el precio justo de algo? Normalmente, quien vende exagera el valor y quien compra lo menosprecia. Para esto están los tasadores y, aún así, quizá tampoco sean del todo objetivos. Depende de qué les beneficia más.
      Y en cuanto al derecho de propiedad de algo, estaríamos en lo mismo. Si supiéramos el origen de muchas obras de arte expuestas en los más famosos museos del mundo y cómo se obtuvieron, dejaríamos de creer en lo que es justo y lo que no.
      Muchas gracias, Mª del Carmen, por participar en este pequeño debate moral.
      Un abrazo.

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