jueves, 14 de octubre de 2021

Sanidad pública, Sanidad privada

 


Se ha hablado mucho, sobre todo al inicio de la pandemia, de nuestra Sanidad pública, calificándola como la mejor de Europa. No niego que tengamos los mejores especialistas en los grandes hospitales españoles, los cuales disponen de la más avanzada tecnología, pero ¿qué sucede en los centros de salud y en los hospitales comarcales?

Los que hemos optado, desde hace muchos años, a la sanidad privada, mediante una mutua médica, lo hemos hecho principalmente para evitar las largas listas de espera que deben sufrir los pacientes que acuden a la pública, y a otras ventajas como la menor masificación, un mejor trato y disponer, en caso de hospitalización, de una habitación individual, mucho más cómoda, tanto para el ingresado como para los acompañantes.

Pero no es oro todo lo que reluce y hace tiempo que vengo observando que los centros médicos privados también adolecen de bastantes de las incomodidades que uno pretendía evitar. El trato es muchas veces igual, el tiempo de espera para conceder una cita cada vez se alarga más, y la calidad de los profesionales es, a veces, muy deficiente.

Entonces, ¿para qué pagamos una cuota —que aumenta con la edad del abonado— si no recibimos la atención requerida?

Siempre he creído que en esta vida cualquier cosa, por mala o muy buena que sea, tiene su lado positivo y su lado negativo, respectivamente.

Y como no hay nada mejor que los ejemplos reales, os voy a contar mi experiencia personal reciente.

Muchos de vosotros —por lo menos los que me seguís— sabéis que me detectaron un cáncer de mama cuatro días antes de Navidad. Muchos fueron los que me recomendaron acudir al Instituto Catalán de Oncología (ICO), centro conocido también como Hospital Durán i Reynals, el hospital oncológico de referencia en Catalunya. La duda estaba echada. ¿Acudir a ese centro público o a uno privado que me cubriera la mutua? Estoy seguro de que, con la pandemia en plena efervescencia, si me hubiera inclinado por el ICO todavía estaría esperando turno, pues, según me informaron en ese hospital, para ser atendido debía primero acudir a mi médico del ambulatorio, el cual debía hacer un informe detallado, adjuntando todas las pruebas diagnósticas. Por esas fechas, los centros de salud eran entes virtuales a los que no podías acudir presencialmente y el contacto telefónico casi siempre resultaba infructuoso.

En paralelo, solicité visita en el Hospital Universitario General de Catalunya, por ser el centro al que solíamos acudir por proximidad y en el que he sido atendido en multitud de ocasiones. Quienes leísteis mi entrada del mes de febrero, que titulé Diario de un paciente atribulado, sabréis que la primera cita disponible era el 12 de enero, así que debía esperar tres semanas para ser atendido por un especialista. Gracias a la proactividad y diligencia de mi mujer, pude ser atendido el día 30 de diciembre en otro hospital del grupo Quirón, el Hospital Universitario Dexeus. Con este cambio me ahorré dos semanas de espera e incertidumbre.

Con esto quiero indicar que recurrir a la privada, la atención resulta mucho más rápida que con la pública, pero que incluso dentro de la atención médica privada hay diferencias significativas entre centros.

En otra ocasión, esta mucho más reciente —finales de julio, principios de agosto—, sufrí un cólico nefrítico, con constantes vómitos —algo que nunca había experimentado en mis anteriores episodios—, por lo que acudí al servicio de urgencias del mencionado Hospital Universitario General de Catalunya, nuevamente por su proximidad a nuestro domicilio. Debo decir que en la fase de triaje —visita previa para la clasificación de prioridades— fui atendido con bastante celeridad, pero cuando, tras entregar una muestra de orina, me recibió el médico de turno, este solo me confirmó que, efectivamente, tenía un cólico nefrítico. ¿Para eso había acudido a urgencias, para que me dijera lo que ya sabía? Lo único positivo de esa visita fue que me recetó un antiemético que detuvo los vómitos a la segunda toma. Cuando le sugerí si podían realizarme una ecografía, para ver dónde estaba alojado el cálculo, me dijo que no era posible, que para ello se debía esperar a que pasara el episodio agudo, cosa que luego supe que era falso. Simplemente quiso quitarse de encima un engorro diagnóstico que —debió pensar— elevaría el coste del servicio. El caso es que, al cuarto día de sufrimiento, fui al servicio de urgencias del Hospital Universitario Dexeus y allí me resolvieron sin demora el problema. Me hicieron un análisis de sangre y me inyectaron, por infusión, un antiespasmódico y relajante muscular y a continuación un potente analgésico, y entre infusión e infusión, me practicaron un TAC, que demostró que había una notable dilatación del uréter —el conducto que sale del riñón y desemboca en la vejiga urinaria—, lo que demostraba que lo había atravesado un cálculo, pero que no había rastro de él. Y no lo había porque el susodicho ya estaba en la vejiga y acabé por expulsarlo allí mismo.

Por lo tanto, dos centros privados, ambos pertenecientes al mismo grupo empresarial, con un trato y eficacia totalmente opuestos.

No sabría decir si todo es cuestión de suerte por parte del paciente o de disciplina por parte del profesional sanitario. Me da miedo pensar que nuestra salud dependa de si el médico que nos atiende está por la labor o no.

Volviendo a la sanidad pública, hace tan solo unos días, mi hija menor tuvo que acudir el servicio de urgencias del hospital de Martorell, un hospital de la comarca del Baix Llobregat, cercano a su domicilio. La fase preliminar del triaje fue bastante rápida, pero el tiempo de espera hasta ser atendida por un médico fue de varias horas. Mientras tanto, la sala de espera repleta de pacientes, uno de ellos sufriendo un dolor muy intenso y que llevaba esperando cuatro horas. Cuando por fin mi hija fue llamada a consulta, la médica que la atendió no supo diagnosticar su dolencia, se limitó a recetarle paracetamol y recomendarle que, si al día siguiente seguía con la misma sintomatología, acudiera a su centro de salud.

Creo que con estas experiencias podríamos afirmar que la medicina privada gana a la pública.

Pero, recurriendo al refrán que tanto me gusta y que dice que cada uno cuenta la feria según le va, me gustaría saber si estáis de acuerdo con lo aquí expuesto o si la “feria” a la que acudisteis mereció la pena y os han quedado ganas de repetir.

Así pues, ¿por cuál votáis, por la Sanidad pública o por la privada?


26 comentarios:

  1. Pues mira, Josep, yo tengo las dos, y te puedo decir que a la pública no voy casi nunca, precisamente por lo que comentas, las listas de espera, el trato al paciente, la masificación...La última vez que recurrí a ella me daban fecha para el médico de cabecera con 15 días de demora. Por eso tengo un seguro privado desde hace muchísimos años, y es al que voy. Aunque he observado que últimamente también hay que esperar más de la cuenta para ir a ciertas consultas, o para que te hagan algunas pruebas.Tampoco, en mi ciudad que es pequeñita, tienen los medios tan sofisticados de la pública, pero aún así recurro a ella casi siempre, salvo que la cosa sea de extrema gravedad y tenga que ir a urgencias corriendo, en ese caso la pública está mejor preparada.
    Como ejemplo práctico te diré que esta misma tarde tienen que hacerme una intervención ocular y he elegido la privada, tardan menos en citarte, no hay masificación y te opera el especialista que tu eliges. Ya te contaré como me ha ido
    Espero que de lo tuyo vayas mejorando.
    Un abrazo.

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    1. La tardanza en conceder una cita con el médico hace que mucha gente acuda a urgencias, colapsando este servicio innecesariamente, lo cual es un gran inconveniente. Las pocas veces que he tenido que acudir a mi ambulatorio, la sala de espera estaba a rebosar y siempre me han atendido con más de media hora de retraso, llegando en alguna ocasión a la hora, algo inaceptable.
      Hasta ahora, el uso de la sanidad privada me ha compensado el gasto que representa, aunque, como digo en mi entrada, últimamente también he observado que se está viciando.
      Espero que la intervención a la que te vas a someter sea todo un éxito.
      Un abrazo.

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  2. En Cantabria la sanidad pública es de gran calidad. No en vano tenemos un hospital de referencia como es el Marqués de Valdecilla. Yo tengo sanidad privada, gracias a Muface, y como dices es más rápido y cómodo, pero para casos serios y urgentes, nada como la pública. Dicho esto también hay que ser consciente de que desde la crisis, las privatizaciones, etc, ha perdido mucho y en algunas comunidades notablemente.
    Ahora que voy cumpliendo años y la salud tiende a complicarse, probablemente, me cambie a la sanidad pública.
    Un beso.

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    1. Mi hermana se hizo enfermera en el Marqués de Valdecilla y allí trabajó durante bastantes años. Las que estudiaban allí estaban en contacto con los enfermos desde el primer día, por lo que salían grandes profesionales.

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    2. Hola, Rosa. Desde luego, los grandes hospitales públicos disponen que los medios de diagnóstico más sofisticados y grandes profesionales. El problema más frecuente y alarmante son las listas de espera y la masificación. Cuando se necesita una atención rápida, o acudes a urgencias, con el inconveniente que menciono en mi respuesta a Rita, o bien vas a la privada.
      Evidentemente, nada es blanco o negro, pues hay toda una gama de colores, de modo que no todos los hospitales ni profesionales sanitarios son igual de buenos o de malos. De todo hay en la viña del Señor. Para mí, disponer de una mutua médica me da la tranquilidad de que puedo, en un momento dado, optar por el sistema que más me convenga.
      Yo solo optaria por la sanidad pública en exclusiva si tuviera la garantía de que me atenderían puntualmente o si la mutua privada me echara por tener demasiados achaques y devengarles un gasto excesivo para su gusto.
      Un beso.

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  3. Como tú bien dices, y estoy de acuerdo, todo tiene sus pros y sus contras. Yo, salvo casos muy puntuales, reconozco estar muy satisfecho con la atención dispensada en la Sanidad Pública, que es la que llevo usando desde siempre. Es cierto que los plazos no son los mismos que en la privada, ni las comodidades que te ofrece un sistema de pago (habitación individual en hospital, celeridad en el diagnóstico, posibilidad de elegir médico o especialista, etc.) pueden ser los mismos que algo supuestamente gratuito (digo lo de "supuestamente" porque, en el fondo, es algo que pagamos entre todos con nuestros impuestos, que no son pocos). Si alguna vez me siento mal atendido o abandonado por la sanidad pública, sólo tengo que ver cualquier película o documental norteamericano para darme cuenta de la suerte que tenemos. ¿Cuántas veces hemos visto la desesperación de personas y personajes de los EEUU al ser rechazados en los hospitales por no disponer de "seguro médico"? Allí, si no tienes dinero ni para pagarte una mísera radiografía, pues te quedas sin radiografía. Es más, es que ni siquiera te atienden. Es cierto que la actitud y predisposición de algunos profesionales de la medicina pública deja mucho que desear (yo tengo algún que otro episodio desagradable a mis espaldas, gente que el Juramento Hipocrático se lo pasan por salva sea la parte, carentes de la más mínima empatía y a la que el sufrimiento ajeno se la sopla), pero, afortunadamente, han sido pocos. También en la privada he vivido algún que otro episodio desagradable, con algún capullo que debería saber que la ironía y el sarcasmo sobran cuando estás ante un paciente que está sufriendo. Pero, en fin, en todas las profesiones hay buenos profesionales y malos profesionales.
    Yo, a día de hoy, tengo palabras de agradecimiento a la sanidad pública y a la mayoría de sus profesionales. Tenemos suerte de vivir en España, pues hasta de otros rincones de Europa vienen aquí a ser tratados.

    Un abrazo.

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    1. Afortunadamente, disfrutamos en España de una sanidad pública que, además, no hace distinciones. Aun así, es una sanidad maltratada por los distintos gobiernos que hemos tenido, con falta de profesionales y de medios. Eso se ha visto durante la pandemia.
      La situación en EEUU es dramática e impropia de un país avanzado. La educación y la sanidad son dos pilares fundamentales en nuestra sociedad.
      Como cuento en esta entrada, yo también me he sentido defraudado con el trato dispensado en la sanidad privada, pero tengo la ventaja de que si un médico o servicio no me ha tratado como debía, puedo cambiar a cualquier otro médico u hospital. Debo decir, además, que yo he rentabilizado con creces el uso de una mutua privada, la cual ha sufragado y sigue corriendo con todos los gastos derivados de mi proceso canceroso. El trato es inmejorable, las instalaciones muy cómodas y con bastante (no se puede tener todo en esta vida) puntualidad a la hora de ser recibido y tratado.
      Mi madre, que falleció de un cáncer, estuvo, en cambio, siempre en manos de la sanidad pública y solo tengo palabras de agradecimiento para el Hospital Clínico Provincial de Barcelona donde estuvo ingresada muchas veces y tratada hasta el fin de sus días. Así que en todas partes cuecen habas, pero aquí lo digo en sentido positivo.
      Un abrazo.

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  4. Yo no puedo comparar, porque siempre he recurrido a la medicina pública. Nunca he tenido un seguro privado, ni pienso tenerlo. Quizá últimamente han cambiado un poco las cosas en lo que a agilidad se refiere, pero en muchas ocasiones, cuando las enfermedades se ponen serias, muchos enfermos privados acaban en la Seguridad Social. Con menos comodidades, pero con más medios.
    Un abrazo.

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    1. Muchos médicos que trabajan en hospitales públicos también ejercen la medicina privada y tienen su consulta en algún hospital privado. Recuerdo, por ejemplo, que el pediatra de mi hija mayor era el jefe de Servicio del Hospital de La Vall d'Hebrón, uno de los más prestigiosos hospitales públicos de Cataluña. Pero tenía su consulta privada en nuestra población y no necesitábamos trasladarnos al quinto pinto para que nos atendiera.
      Las ventajas de la privada son básicamente de tipo práctico y muchos de sus hospitales también tienen actualmente los equipos más sofisticados y grandes profesionales. Elegir una u otra opción es, diría yo, más una cuestión económica, pues si pagamos nuestra Seguridad Social, por qué vamos a pagar un seguro privado. Yo lo hice fudamentalmente por razones de comodidad. Permíteme la frivolidad, pero es como ver las películas que se emiten por televisión y estar a la vez abonado a Netflix y a HBO, teniendo así una mayor gama de posibilidades. En este caso, también es una cuestión de dinero y de gustos, je,je.
      Un abrazo.

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  5. Todo tien sus pros y contras, por ejemplo, para un desfibrilador con marcapasaso, la pública. Sin duda. Para detección precoz, de lo que sea, y en generaal las puebas, la privada.

    Un abrazo y que sigas mejorando.

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    1. Efectivamente, las dos opciones tienen sus pros y sus contras. Para situaciones muy graves y complicadas, probablemnete yo también me inclinaría por la pública, aunque también hay centros privados especializados en determinadas enfermedades.
      Un abrazo y muchas gracias por tu deseo.

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  6. Hola Josep, yo no puedo comparar porque no tengo sanidad privada. Con la pública siempre me ha ido bien pues nunca he tenido nada que mereciera muchísima atención, solo los partos y una operación de besícula por laparoscopia cuando era joven, y fue genial, salí en veinticuatro horas. Actualmente la cosa va peor por las ciscunstancias, y porque creo que cuanto mayor es uno, menos caso hacen por lo que dice: a esta edad es normal, grrr, me pone enferma, jajaja, y eso que gracias a Dios o a la vida, de momento no voy con frecuencia... De todas las formas eso de pasar primero por el médico de familia, retrasa mucho las demás consultas de especialistas, eso si que es verdad.
    Un abrazo Josep, y espero que te encuentres mejor de todo.

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    1. Todo tiene su lado positivo y su lado negativo. En mi caso particular, estoy seguro que mi proceso patológico no habría sido atendido con la misma rapidez que acudiendo a la sanidad pública. Se ha comentado mucho en las noticias que, debido a la pandemia, se han retrasado muchos diagnósticos de cáncer y pospuesto su tratamiento. Así que debo estar agradecido a mi Mutua que, además, ha corrido con todos los gastos de la intervención y del tratamiento sin rechistar.
      Un abrazo, Elda, y gracias por el interés. Estoy mucho mejor.

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  7. Hola, Josep.

    Vengo observando desde hace ya muchos años que la sanidad pública solo funciona relativamente con los niños y las especialidades infantiles. Sin embargo, para los adultos es un verdadero desastre y esto viene desde casi su creación. Aún quedan hospitales públicos con habitaciones de tres camas. Creo que te conté el caso de un familiar que fue diagnosticada en junio de 2020 de un cáncer de mama. Pues bien la seguridad social le ofrecía una primera valoración para intervenir en enero. De locos. Su seguro privado la salvó de morir ya que a los tres días de verla ya estaba en la mesa de operaciones.

    Yo más que elegir entre la pública y la privada apostaría por dedicar mucho más presupuesto público en la sanidad pública.

    Un fuerte abrazo, Josep.

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    1. Yo creo que esa es la gran diferencia: la rapidez de reacción y atención. Hay casos que pueden esperar, pero otros requieren una atención inmediata. Ha habido casos muy sonados y dramáticos, en los que han citado por fin a un paciente para intervenirlo cuando ya había fallecido. Eso también es de locos. La calidad de la sanidad no solo se mide por la valía de sus profesionales, sino también por la eficiencia del sistema. Y si para mejorar este aspecto, se requiere invertir más, pues adelante.
      Un fuerte abrazo, Miguel.

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  8. Esta pregunta sólo puede hacerla quien puede pagar la privada, que al menos por acá es muy poca gente. En los términos en los que lo expones lo privado es más eficiente. Fíjate que acá la pública tiene muy mala fama, pero yo siento que mucho de ello corresponde sólo a gente que se deja llevar por lo que muchos dicen. Creo que recordarás que a mi madre le regresó el cáncer en 2019, y salvo algunos estudios para los que tendría que esperar más tiempo por ellos, todo su tratamiento lo lleva en un instituto público. Apenas ayer, ahí, le han dado un medicamento que vale un poco más de 4000 euros. Así que ella es de las que hablan sólo cosas buenas del Seguro Social.
    Espero sigas mejor mi buen amigo.

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    1. La Sanidad pública es gratuita, eso es lo mejor, pero debemos exigir que el paciente reciba el trato justo y necesario en función de su patología y de lo que aporta económicamente a la Seguridad Social. Cuando uno paga por un servicio, exige la mejor calidad del mismo. Hay mucha gente que ha tenido una excelente experiencia con la Sanidad pública (como debe ser), pero otros han sufrido una muy mala experiencia. Claro que con la privada también hallaríamos defensores y detractores. Y supongo que en cada país la Sanidad funciona mejor o peor que en otros.
      Para mí, la Sanidad privada es un recurso útil y necesario para cuando la pública está colapsada y los retrasos en atender al paciente son inaceptables.
      Un abrazo, Gildardo. Y sí, estoy mucho mejor. Muchas gracias.

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  9. Hola.
    Yo cuando he tenido percances de salud he acabado en la privada por ahorrarme listas de espera, pero confío plenamente enla sanidad pública, el problema esese, la espera.
    Muy feliz finde y espero que estés ya muy recuperado de tus dolencias.

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    1. Hola, Gemma.
      Efectivamente, el problema de la Sanidad pública no es la calidad del personal ni de los medios científicos y técnicos, sino en la demora, muchas veces exagerada, en el diagnóstico y en el tratamiento. Y una demora de ese tipo puede tener consecuencias fatales para el paciente.
      Yo me voy recuperando satisfactoriamente, gracias a Dios, y a los médicos que me atienden, je,je.
      Un abrazo.

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  10. La verdad es que en este tema no soy de gran ayuda. Suelo ir a la pública y salvo unas cuestiones, no tengo queja, por lo menos en lo que es los hospitales. Los centros de salud poblacionales ya son harina de otro costal. Poca gente, reducidos horarios de los profesionales y, en definitiva, poca credibilidad sobre la causa real de esa falta de personal. Incluso una vez diagnosticaron a mi hijo de un año por teléfono, perfecto según nos pudieron aconsejar y observar a través de la línea telefónica, menos mal que, en este caso, no nos fiamos y buscamos otra vía de observación menos cínica.
    Un abrazo, Josep, y espero que no tengas más problemas relacionados.
    Un abrazo!

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    1. Hola, Pepe. Los medios y el funcionamiento de los centros de salud locales dejan mucho que desear. Aglomeraciones, retrasos cada vez mayores en las citas, y una atención que considero muy deficiente, como si quisieran sacarse de encima al paciente a la mayor brevedad posible sin realizar una evaluación detallada, cuando el caso lo requiere. Muchos médicos de ambulatorio, ante un caso mínimamente complejo, se limitan a remitir al paciente al especialista, el cual también está colapsado y lo recibe al cabo de varias semanas. No debería jamás producirse un error de diagnóstico por culpa de una falta de recursos humanos o materiales.
      Por desgracia, conozco varios casos en los que el paciente acudió a un centro público congestionado y le diagnosticaron una patología leve cuando era muy grave y acabó falleciendo. No podemos permitir que la falta de tiempo y de personal conduzca a una mala praxis.
      En mi caso, salvo algún que otro efecto secundario del tratamiento, todo evoluciona según lo previsto. Muchas gracias.
      Un abrazo.

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  11. ¡Hola, Josep!

    Lo primero, quiero saber cómo estás y tu evolución cómo va. Y, lo segundo. Todo tiene sus ventajas e inconvenientes. Yo estoy en la sanidad privada y por ahora nigún problema.
    Besos.

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    1. Hola, Mamen. Como le dije hade poco a un amigo que se interesó por mi estado, te diré que de plancha y pintura estoy estupendamente, pero el motor está un poco averiado, je,je. En otras palabras, físicamente me siento muy bien pero la terapia me ha afectado levemente al corazon y a los huesos, aunque sin síntomas, algo que los respectivos especialistas aseguran que no es, de momento, alarmante, pero que me están controlando y que se supone será reversible cuando abandone el tratamiento.
      En este proceso solo puedo tener buenas palabras para la sanidad privada, que es a la que recurrí para agilizar al máximo el procedimiento a seguir, algo imprescindible en un cáncer. Pero como en todas partes cuecen habas, entiendo que haya quien esté a favor de la pública.
      Un beso y muchas gracias por el interés.

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  12. Pues yo también te voy a contar "mi situación".
    Para empezar, creo que conozco la sanidad privada bastante bien, no solo como usuaria, sino como trabajadora. Trabajé en una clínica privada doce años, primero en la Farmacia y después en el departamento de Facturación teniendo a mi cargo todo el personal administrativo. Por aquella época yo no tenía póliza privada y pensaba, aún lo pienso, que los hospitales públicos están mejor dotados tecnológicamente que los privados. También pensaba, aún lo pienso, que una dolencia grave es mejor que sea atendida en la sanidad pública.
    Pero de unos años a esta parte, la sanidad pública ha sufrido recortes y desmanes porque, por desgracia, su gestión, o las directrices para su gestión, dependen de los políticos y de las CCAA, aquí hemos pinchado en hueso. Según los territorios, los motivos han sido distintos, pero el resultado el mismo: la sanidad pública ha sido abandonada, no se le da presupuesto y no se dota de personal y aparataje suficiente.
    En el trabajo de mi marido, desde hace unos años, se incluía en el contrato una póliza privada para toda la familia. Yo, al principio, apenas la utilizaba (revisiones oftalmológicas y poco más), pero ahora dependo casi en exclusividad de ella. El deterioro que ya sufría nuestra sanidad pública ha recibido la puntilla con la pandemia. Prácticamente no acudo a ningún servicio sanitario público (tan solo para la vacuna de la Covid).
    Nunca he visto ni carencias, ni fallas en la atención que he recibido en la privada, el trato educado y exquisito (igual que en la pública) siempre ha estado ahí y las listas de espera, a mi modo de ver, son razonables. De hecho, esta pandemia yo la he pasado razonablemente tranquila en cuanto que sabía que si a mí, o a mi familia, nos ocurría una urgencia, tenía la asistencia asegurada (afortunadamente no lo pude comprobar durante el confinamiento estricto porque no hizo falta).
    Me alegro de que hayas superado ese cálculo renal.
    Un besote, y a mejorarse.

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  13. La pandemia ha provocado un incremento muy importante de aesgurados en mutuas privadas, pues en la sanidad pública, salvo la magnífica atención a los enfermos de Covid, el resto de patologías, muchas de ellas, tanto o más importantes, han quedado en un segundo plano. Ya he comentado que en mi caso tengo el convecimiento de que el disponer de un seguro privado me ha facilitado muchísimo las cosas, pudiendo ser atendido, diagnosticado, intervenido y tratado con celeridad y eficiencia.
    Es una verdadera lástima que la sanidad pública haya sido y siga siendo tan maltratada. La educación y la sanidad son dos pilares fundamentales en nuestro país, y ambos están siendo cercenados por unos políticos inconscientes e ignorantes.
    Un beso.

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  14. Yo te puedo hablar de la Sanidad Púbica que es la que conozco. Por mi experiencia y la de mi familia siempre nos han atendido bien y con poca demora. Hoy en día después de la pandemia se dice que todo se ha ralentizado pero, a mi mi hijo que ha tenido una urgencia con un calculo renal le atendieron en urgencias en dos horas. A mi que he necesitado un especialista en neumología me han atendido en menos de una semana. De momento no tengo quejas. Un abrazo.

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