viernes, 5 de julio de 2019

Firmar o no firmar



Vemos a diario peticiones de solidaridad con causas humanitarias, como puede ser la investigación contra el cáncer o una política social que beneficie a los enfermos dependientes, en apoyo a campañas contra el maltrato animal, en defensa de la fauna y la flora, en protesta contra la homofobia y la violencia de género, para exigir la mejora de los servicios sociales y la sanidad pública, para la ayuda humanitaria a países en conflicto bélico y un larguísimo etcétera de causas altruistas. La gran mayoría de esas peticiones proceden de Asociaciones y ONG que velan por el bienestar de nuestra sociedad en general y de un grupo social en particular. Todas son causas justas en las que nos sentimos involucrados, en mayor o menor grado.

En muchos de esos casos, se pide la solidaridad en forma de una firma que, junto a muchas más, darán peso a una petición ante un gobierno o las autoridades competentes. En otros casos, se pide la colaboración económica con tal o cual entidad sin ánimo de lucro.

Hay voces que afirman que tales ayudas deben salir de los gobiernos y no de los ciudadanos, que para eso ya pagamos nuestros impuestos, y que con nuestra aportación económica lo que hacemos es descargar a esos gobiernos de su responsabilidad ahorrándoles grandes sumas de dinero en donaciones. Es decir, hacemos nuestro su deber.

Ante estas afirmaciones, que tienen un punto de verdad, siempre he alegado que, si todos pensáramos igual y esperáramos a que los gobiernos se ocuparan de solucionar los problemas de miseria, hambruna e injusticias sociales en el mundo, la situación se haría todavía más insostenible, y que, por lo menos, con nuestra colaboración se logra paliar un poco esos gravísimos problemas. Si un hambriento te pide un mendrugo de pan, ¿cómo le vas a decir que ese no es tu problema, que se espabile y reclame al gobierno, que es quien le debe solucionar sus miserias? Aunque debamos exigir a las autoridades una mayor contribución, no podemos negarnos a poner nuestro granito de arena.

Sin entrar en concreciones que no son pertinentes, mi situación económica me ha permitido contribuir con donaciones a distintas ONG que me han ofrecido la confianza necesaria para actuar como mediadoras en distintas campañas nacionales e internacionales. Esa necesidad de ayuda, lejos de disminuir, parece haber aumentado, pues nuevos conflictos han visto la luz en este planeta durante las últimas décadas. La guerra en Siria y los exilios y desplazamientos en masa de pueblos y etnias que huyen de la misera y del genocidio no han hecho más que recrudecer la situación de penuria y desamparo.

Pero nuestras posibilidades son limitadas y no queda más remedio que seleccionar entre las distintas campañas de ayuda que existen y organizaciones que las impulsan. Y como las necesidades van en aumento, esas entidades sin ánimo de lucro se ven, a su vez, obligadas a recabar más y más dinero de sus colaboradores e intentar captar nuevos.

Son bastante frecuentes las llamadas telefónicas para captar nuevos socios o pidiendo un incremento en la aportación de quienes ya somos socios colaboradores. El aumento de la desgravación fiscal por donaciones a las ONG hizo posible que algunos pudiéramos incrementar en igual porcentaje nuestras aportaciones, un motivo que esgrimieron esas organizaciones para convencer al interpelado para que optara a aumentar su contribución. Todo ello me parece correcto y perfectamente comprensible. Hay que sacar dinero de donde sea. También entiendo que, muy de vez en cuando, se nos pida incrementar dicha aportación en la medida de nuestras posibilidades. Lo que ya no me parece bien es el “acoso” al que nos someten algunas organizaciones tras firmar una petición.

Si firmas una petición, creyendo que esos cientos de miles de firmas tendrán un poder de persuasión bien en una entidad nacional, como puede ser el Congreso de los Diputados, bien en una internacional, como la ONU, no me parece correcto que, al cabo de unos días o semanas, se pongan en contacto contigo para pedirte una aportación económica y que te hagas socio de la entidad que originó la petición. ¿No se trataba solo de recaudar cuantas más firmas mejor? Otra cosa sería que, además de la firma, se ofreciera la posibilidad de hacerse socio y colaborar con un donativo fijo en futuras campañas, pero no me parece bien utilizar una petición de firma como anzuelo. Entiendo la necesidad perentoria de reclutar benefactores para hacer frente a situaciones realmente graves y acuciantes, pero poniendo un poco de tacto y mesura.

Del mismo modo que hace muchos años, me di de baja de El Círculo de Lectores, porque prefería acudir a una librería cada vez que quería comprarme un libro y no estar obligado a cumplir con una compra obligatoria bimensual por un determinado valor, también prefiero ser yo quien decida a qué ONG favorecer y cómo. Y si firmo una petición a favor de un derecho humano o animal, no me gusta que luego se pongan en contacto telefónico conmigo para captarme como socio benefactor, poniéndome en el compromiso de tener que justificar mi negativa. Decir que no a una buena causa es siempre violento, por mucho que uno colabore en otras.

Creo que las ONG deberían revisar su modelo de captación de socios, sin atosigar ni perseguir a posibles bienhechores, pues su forma de actuar puede provocar un efecto de rechazo. Si hasta ahora firmaba “alegremente” cualquier petición altruista, ahora me planteo si debo hacerlo o no, pues sé que tarde o temprano llegará una llamada telefónica pidiéndome una aportación económica o, si es de una asociación y organización con la que ya colaboro, proponiéndome un aumento de la misma.

Es una pena, pero ahora, cuando veo una petición de ese tipo, se me presenta la disyuntiva de si firmar o no firmar.


25 comentarios:

  1. Pues sí tienes toda la razón. Yo jamás he firmado una petición de ese tipo porque creo que hay que dejar algún dato, y desde luego en un lugar como son las redes, no dejaría yo ninguna información. Ya demasiadas llamadas hay de las ONG con las que se colabora para ver si se aumenta la cuota, como tú dices. Ya he aprendido a decir que no a cualquier llamada sea lo que sea, eso si cojo el tlfno, ya que si la llamada no viene con nombre, no atiendo, :)

    Un abrazo Josep y buen fin de semana.

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  2. Uno, que queriendo ser solidario, peca a veces de iluso. Ahora, cuando veo que para firmar una petición hay que rellenar previamente una serie de datos (aparte del nombre y apellidos y NIF (lo cual me parece lógico como identificación), como el email y el teléfono, ya no participo en la petición, aunque me sepa mal si esta es muy humanitaria.
    Un abrazo y que también pases un buen fin de semana.

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  3. Hace mucho que no firmo nada y ya no creo que lo haga, prefiero ayudar en las esferas caritativas más rurales y de mi ciudad, que sé que se valen de medios comunes y sencillos para pedir el apoyo. Ejemplo: una latita en pleno semáforo, o en el cajero del banco para pacientes de VIH o Cáncer de los Hospitales. Igual incluyo en mi presupuesto algo fijo para mi iglesia por aquello del mantenimiento del edificio y las publicaciones que alrededor del mundo se reparten, porque me consta, porque yo misma reparto sin cobrar un centavo.

    Pero a toda costa evito las asociaciones internacionales, donaciones en línea, por teléfono y las ONG porque a ese nivel ya no solo manejan fondos de personas naturales sino también jurídicas. Y vamos ... las jurídicas debieran aportan mucho más y con mayor razón si les exoneran de impuestos por hacerlo.

    Hace poco vi en NETFLIX el caso Alcácer donde el padre de una de las víctimas creó una fundación para brindar recursos y asesoría a las familias con abogados y peritos (porque según él la investigación del asesinato de su hija fue muy mala y no se hizo justicia) , pero al final admitió haberse embolsado la plata.

    Lo mismo la teletón, para mí murió ya. Pero claro, la sensación de querer ayudar es humana y sería inhumano no saciarla de alguna manera, por modesta que sea.

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    1. Siempre existe la picaresca y gente sin escrúpulos que se aprovecha de las miserias ajenas. En principio, las ONG de renombre no deberían desviar fondos hacia causas no humanitarias, pero siempre hay y han habido fraudes por culpa de unos cuantos. Yo suelo informarme antes de hacer una donación, porque la gan mayoría de estas Organizaciones No Gubernamentales pasan una auditoría. Aun así, son organizaciones muy burocratizadas, algo inevitable pues requieren de una estructura muy amplia, desde cooperantes y captadores de socios, a intermediarios que hacen llegar la ayuda humanitaria a su destino y, salvo el caso de voluntarios, todos tienen un salario, por pequeño que sea. Todo ese dinero que destinan a su organización se resta del monto total captado a través de las donaciones. Desde luego, ayudar al vecino o a un centro benéfico del barrio asegura que nada se queda por el camino, pero prestar ayuda a un campamento de refugiados en el otro extremo del mundo tiene que hacerse a través de organizaciones muy preparadas. Las entidades que se dedican a socorrer a los náufragos que escapan de su país en pateras y perecen ahogados por el camino es otro drama que hay que atajar y los barcos, ropa y alimentos cuestan mucho dinero y todos debemos aportar nuestro granito de arena para contribuir a esas ayudas. Yo siempre confío en que algo de lo que doy a esas organizaciones llega a su destino, aunque solo sea una parte. Más vale algo que nada. Pero siempre flota la duda de si nuestro dinero está bien utilizado. POr desgracia, tambiñen se dan casos de que gran parte de los medicamentos y alimentos los roban las mafias y los soldados del país de recepción. Otra muestra de la bajeza humana que habita en nuestro planeta.
      Comprendo, pues, tu incertidumbre y recelos. La cuestión está en hacer el bien.
      Un abrazo, Fany.

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  4. Empiezas dejándoles meter una cuña y al final se te meten en casa. Ya no puedes ni ser solidario en paz.
    Un abrazo.

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    1. Ese es el problema, que la actitud de algunas organizaciones, o de sus captadores, llegan a provocar un rechazo. A fin de cuentas, es otra forma de telemarketing.
      Un abrazo.

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  5. Se han puesto muy exigentes e intrusivos. Haces una reflexión más que acertada. Yo colaboro con dos ONG y ni una más. No por nada, porque peticiones de asuntos más que justos siguen llegando, y si no piden muchos datos igual sí que firmo, pero sí, a veces somos ilusos.

    Un abrazo y buen finde

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    1. Antes de dar hay que saber a quién se lo das y el uso que va a hacer de tu dinero. Otra cosa que no me agrada es que inviertan tanto dinero en revistas que te envían a casa para explicarte lo que hacen, pudiendo destinarlo a las causas por las que luchan. En más de una ocasión, les he dicho que no me envíen nada en papel, que para eso está el correo electrónico.
      De todos modos, hay que ponerse en la piel de los que trabajan para una ONG captando socios, pues es un trabajo ingrato y no es lo mismo que te atosiguen para que cambies de operador telefónico que para colaborar con una causa humanitaria. Hay que hallar un sistema que no acose y que sensibilice al personal. Las publicaciones en facebook son suficientemente esclarecedoras y sensibilizantes, pero no deberían utilizar trucos sino ser claras: o solo se pide una firma para hacer presión social y conseguir cambiar una ley, o además se pide colaborar con la asociación que sea con una cuota fija. No vale pedirte una simple firma y luego salir con el tema del dinero. Aun así, les disculpo más que a esos caza-clientes tan insistentes que te ofrecen el oro y el moro.
      Un abrazo y feliz finde.

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  6. Hola Josep, la única red que me merece confianza con respecto a las firmas es change.org, y nunca me han dado la tabarra después de firmar la petición. Respecto a cualquier ONG me parece que deben de hacer una labor de incitación suave, pero nunca algo que produzca presión a sus ciudadanos o malestar. Persuasión sería la palabra. A mí por ejemplo cuando me abordan por la calle, y a pesar de ser causas justas me parece una invasión a mi privacidad. Yo creo que ya somos mayorcitos para saber cómo, y donde aportamos nuestras colaboraciones sociales. Buen artículo, aunque esto nunca es novedad ;-)
    Buen fin de semana.

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    1. Tienes razón, Change.org nunca contacta con quien ha firmado una iniciativa, solo te pone posteriormente al día de cómo va o ha ido la petición, pero en este caso solo se trata de recopilar firmas en apoyo de una causa y no precisan de apoyo económico para ejercer su presión a quien corresponda.
      Aun así, yo solo firmo si la causa me parece muy justificada.
      Un abrazo.

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  7. Yo hace años que colaboro con una ONG mensualmente y con otra, de forma anual. Lo que no suelo hacer es firmar nada. Creo que las firmas son papel mojado, en el mejor de los casos y en el peor, se usan con fines torticeros. Salvo peticiones muy concretas para que alguna reivindicación se transforme en leyes, nunca firmo nada. Prefiero que mi ayuda sea más práctica a asociaciones que me merecen confianza.
    Un beso.

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    1. Muchas veces hay que hacer un acto de fe ante una determinada petición u organización. Nunca podemos a priotri saber qué harán con esa firma o con nuestro dinero. Debemos confiar en la ética de sus promotores.
      Hace muchos años, colaboraba con una ONG que funcionaba a base de niños apadrinados. Nosotros teníamos apadrinados a un niño y una niña, y cada año, por Navidad, nos enviaban unos dibujos hechos a mano. Me daba igual si nuestro dinero iba a esas dos criaturas en concreto o, como es lógico, al conjunto de niños de la zona. El caso es que se descubrió y se hizo público que la dirección de esa Organización había desviado algunos millones de euros a sus bolsillos. Me di inmediatamente de baja, aun doliéndome muchísimo, pues pensé que si hasta entonces les llegaba poco de los contribuyentes, ahora les llegaría mucho menos si todos seguían mi ejemplo. No me extrañaría que esa ONG hubiera "resucitado" con otro nombre, para limpiar el anterior, y espero que ahora actúe con total ética.
      Un beso.

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  8. Yo alguna causa si he firmado, de Change.org, pero cosas muy concretas, no firmo por firmar, aunque a veces he firmado pensando si realmente esas firmas llegan donde tienen que llegar y si luego son efectivas.
    Mi marido colabora con una ONG hace muchos años y yo ya me gustaría pero al no currar, no me es posible y si me gustaría pero me es imposible.
    Mi madre hace muchos años que colaboraba con la Fundación de Vicente Ferrer y mantuvo a una niña de la India durante muchos años.
    Y mi abuela paterna donaba todos los años dinero a las hermanitas de los pobres.
    Como verás no me es ajeno el tema.
    Un abrazo.

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    1. Si no se puede, no se puede. No hay vuelta de hoja. Pero si se colabora, hay que ser selectivo y elegir a ONG que nos inspiren confianza y la Fundación Vicente Ferrer es una de ellas.
      Un abrazo.

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  9. Hola Josep Ma he tenido alguna experiencia de acoso y derribo con alguna ONG con la que he colaborado haciendo donativos de forma puntual, llegaron a agobiarme para que me subscribiera y colaborara de forma habitual y eso no me gustó y así lo dije y después de un tiempo me dejaron tranquila pero ahora con esa organización me lo pienso a la hora de colaborar. No me gustaron nada las maneras.

    Me preocupan algunas de estas organizaciones tan grandes que se han convertido casi en empresas pero sí creo necesario poner nuestro granito de arena y ayudar en lo que se pueda.
    Besos

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    1. Esos no son modos de acercarse a un posible benefactor, pues, como decía en mi entrada, provoca el efecto rechazo, como los que llaman por teléfono para ofrecerte cambiar de compañía telefónica. Ni acosar en casa ni en la calle. En mi caso lo tengo claro, tanto en la calle como por teléfono. Les digo que ya soy socio de unas cuantas ONG (cosa que es cierta) y me dejan en paz, aunque algunos insisten para que aumente mi contribución. Entonces les digo que estoy jubilado y que ya hago suficiente no dándome de baja de ninguna. Entonces sí me dejan en paz, jeje.
      Cuando una ONG se convierte en un monstruo financiero hay que ir con mucho cuidado para evitar los desmanes, pues una cosa es la Organozaciñon y otra sus empleados, igual que una cosa es la Iglesia y otra sus sacerdotes. Mi hija menor trabajó durante un año a pie de calle captando socios para Oxfam-Intermon, y solo se acercaba a una persona o grupo de personas si le parecían receptivas. Además, coincidió con el escándalo protagonizado en Haití por unos representantes de esa ONG, que al parecer pagaban a niñas a cambio de sexo, o iban con prostitutas, ya no lo recuerdo. Mi hija y todo el grupo, que se pasaban horas y horas en la calle, tanto si hacía frío o calor, llovía o nevaba, tuvieron que soportar malas palabras y actitudes de desprecio por parte de muchos viandantes. La pobre lo pasó fatal, pues su vocación siempre ha sido el servicio social (actualmente trabaja de educadora social en una cada de acogida de MENAs)y creía firmemente en los valores de todas las ONG. Aun así, yo sigo colaborando con Oxfam-Intermon desde hace muchos años porque, a pesar de esos degenerados, la Organización, como tal, me sigue inspirando confianza. Y nunca me han llamado por teléfono, solo me envían alguna revista o email.
      Un beso.

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  10. Me parece increíble que un servicio social de tal importancia no reciba un salario y, además, digno.
    Pero siendo así, deberían ser tranpsarentes y hacer público lo que recaudan, para evitar un mal uso del dinero obtenido de los socios y voluntarios.
    Un abrazo.

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  11. A veces hay que desconfiar de algunas Ongs. Yo colaboro con dos conocidas Cruz Roja y Dya y no quiero colaborar con más porque nunca se sabe bien dónde va el dinero. Parte de dinero donado no va a las ayudas van a los sueldos de los dirigentes y llega poco a las ayudas. Un abrazo.

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    1. Yo prefiero pecar de confiado, aunque bien es cierto que no todo el dinero que se recauda va a parar a manos de los necesitados, pero es que todo el personal que trabaja en las ONG también merecen cobrar por su esfuerzo. Sería injustia que para favorecer a unos se tratara como esclavos a otros. Lo que sí es imprescindible es conocer las cuentas de esas organizaciones.
      Un abrazo.

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  12. Mi ONG preferida ha sido siempre ayudar al prójimo que he tenido ocasión de conocer personalmente, a través de mi trabajo como docente, primero en colegios públicos y años más tarde, en institutos. Nunca me conformé con trabajar las horas que me correspondían, sino que ampliaba mucho más ese tiempo. llegaba puntualmente unos minutos antes y terminaba mi jornada otras tres horas más de las que me pagaban, por decirlo más coloquialmente, un día si y otro alguna hora más. No llegué a conformarme con aquello de que los padres no podían hacer frente a los gastos de material de sus hijos, por lo que voluntariamente me encargaba de comprarles de mi bolsillo todo aquello de lo que algunos carecían porque nunca me pareció ético conformarme con aquellas desigualdades sociales. También llegué a realizar libros a base de fotocopias y creando yo los ejercicios y textos. Podría enumerar muchísimas cosas más, tan extrañas o insólitas como las que acabo de mencionar, pero no se trata de contar mi vida y milagros... Por supuesto la mayoría de padres o compañeros no veían con buenos ojos mi actitud fuera de lo establecido, por lo que me trataban de loca, por no decir cosas peores... Al final tuve que pelearme con inspectores de enseñanza, directores de colegios o de institutos, etc. Y no me expedientaron porque ahí estaban mis obras humanitarias para demostrar que no era una delincuente, pero si una persona antisistema por naturaleza.
    Por otro lado mis fines de semana, los empleaba como voluntaria de instuciones privadas relacionadas con personas sin recursos y con problemas de salud mental y otros centros de acogida de menores con síndromes y enfermedades incurables... También colaboraba con gente alternativa que tenía tiendas solidarias y les echaba una mano como trabajadora voluntaria, etc. En fin, siempre me ha gustado colaborar con las necesidades ajenas, pero sabiendo de primera mano qué clase de vida llevan, etc. y nunca pagando cuotas, etc. Luego con los años y mis achaques físicos, ya he tenido que retirarme por completo y si ayudo es a la gente más próxima y con la que mantengo contacto.
    Naturalmente, Josep, soy muy respetuosa con las decisiones y confianzas de los demás hacia este tipo de instituciones, de modo que me parece genial que cada uno actúe como le dicte su conciencia.

    Un abrazo.

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    1. Lo que cuentas, Estrella, podría llamarse solidaridad de proximidad y, desde luego, es la más fiable a la vez que sacrificada. Como muy bien dices, es la forma de saber con exactitud adonde va a parar tu ayuda, porque incluso ves las caras de los afortunados que disfrutan de tu altruismo.
      Muchas veces he pensado que el tipo de ayuda que yo y otros muchos hacemos, mediante donaciones a instituciones y ONG es la forma más fácil y cómoda. Parece que con nuestros donativos tranquilicemos nuestra conciencia. Lo más meritorio es, desde luego, lo que tú haces, al igual que esos voluntarios que, arriegando su vida y su libertad, se echan al mar a rescatar a los supervivientes de los naufragios de pateras. Pero, aun así, dessde el confort de nuestra casa se puede hacer el bien y confiar en que nuestra aportación sirva para salvar vidas, dar refugio a quienes no lo tienen o de comer a los hambrientos.
      Un abrazo.

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  13. Siempre hacen eso, por poco que sea, aunque sea un mensaje desde el movil y siempre te llaman al cabo de un tiempo. Entiendo que si se hace de forma anónima es para que no te llamen pero también entiendo que de todas las llamadas que hacen ellos seguro que alguien vuelve a donar algo, y por ese único nuevo donante yo lo doy por bueno.
    SAludos.

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    1. Aunque reconozco que llegan a hacerse pesados, también pienso que si no lo hicieran así muy poca gente contribuiría a esas causas humanitarias por voluntad propia. Normalmente actuamos por reacción a un estímulo externo, ya sea una tele-maratón o una llamada telefónica.
      Un abrazo.

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  14. Como bien has mencionado, un poco de tacto y mesura
    👏

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    1. Muy cierto, pero a veces resulta difícil hallar el equilibrio.
      Saludos.

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