sábado, 2 de marzo de 2019

Cuotas de igualdad



Me declaro feminista. Tengo dos hijas a las que mi mujer y yo educamos del mismo modo en que lo habríamos hecho de haber sido chicos. Les pudimos dar una formación universitaria y ejercen la profesión que eligieron por voluntad propia. Ambas ocupan puestos de responsabilidad y, que sepamos, nunca han sido discriminadas por razón de su sexo. Siempre he querido para ellas, como cualquier padre normal, lo mejor y que nada ni nadie se interpusiera en su vida por ser mujer. Abogo, pues, por la igualdad de la mujer. Pero no por ello me gustan las cuotas.

Hubo un tiempo que, para proteger al cine español se impusieron unas cuotas, como la de los taxis y las VTC. Debían proyectarse un número determinado de películas nacionales por x películas extranjeras. Algo parecido se intentó aplicar con el cine en catalán con respecto al doblado al castellano. Excepto en el caso de los aludidos vehículos de alquiler con conductor, el proteccionismo o impulso a un producto local no surtió demasiado éxito, por no decir ninguno. Lo que cuenta es la libre competencia, de ahí que nunca me han gustado las subvenciones para apoyar al cine español, al teatro, etc. Si la gente no va al cine o prefiere las películas extranjeras, será por algo y, en todo caso, hay que explorar si ese “algo” es necesariamente subsanable, como sería el caso de unos precios de las entradas o un IVA excesivos. En estos casos no estaríamos hablando de un favoritismo o proteccionismo injusto, sin apelar a la calidad, sino a eliminar barreras que dificultan el consumo de cultura.

Más recientemente se habla de cuotas en la participación femenina en determinados ámbitos sociales, como el mantener una paridad entre hombres y mujeres en, por ejemplo, la composición de un gobierno o en el quipo directivo de las empresas. Desde mi punto de vista, obligar a que el 50% de los miembros de un gobierno o de la plantilla ejecutiva de una empresa sean mujeres, para aparentar una actitud feminista, hace un flaco favor a estas, pues da la impresión que hay que “colocar” a una mujer, o las que haga falta, para quedar bien, sin tener en cuenta su valía.

En mi opinión, lo que hay que hacer es asegurar que las mujeres tienen los mismos derechos y oportunidades que los hombres, de modo que puedan tener acceso y ocupar los mismos puestos de responsabilidad que ellos, pero por mérito propio, no por cumplir con una cuota impuesta por una normativa. Las cuotas por imposición solo deben existir cuando no se respeta el principio de igualdad. Así pues, al igual que en cualquier enfermedad, hay que curarla atajando la causa y no solo tratando los síntomas, si se aplicara un feminismo real, eliminando los obstáculos machistas, la raíz del problema, no sería necesario imponer nada, todo fluiría con naturalidad.

Hay carreras universitarias mayoritariamente seguidas por mujeres, como Farmacia (por lo menos en mi época) y otras preferentemente por hombres, como ingeniería. Sería injusto que la menor proporción de licenciadas en Ingeniería fuera debido a una discriminación hacia las mujeres y que su mayor presencia en Farmacia se debiera a que se considerara esta una vocación especialmente “femenina”. Esta diferencia entre sexos también se observa a la hora de elegir una especialidad. Volviendo al ámbito farmacéutico (por ser el que mejor conozco), hay muchas más mujeres en el departamento de Galénica que en el área de Producción. ¿Son gustos o imposiciones sociales? Quizá (solo quizá) suceda como a la hora de elegir un juguete: que las niñas se inclinan por las muñecas y los niños por las pistolas. Si esta distinción fuera únicamente fruto de una imposición familiar, para seguir el modelo social imperante, debería corregirse dejando a los niños plena libertad de elección. Pero si realmente a un niño le gustan más (por el motivo que sea) las pistolas, ¿por qué tendríamos que obligarle a jugar con muñecas?, ¿solo para no parecer machistas?

Es la enseñanza igualitaria la que, a posteriori, decidirá la inclinación de los niños y las niñas hacia un determinado tipo de actividad y, posteriormente, a una determinada materia educativa y profesión. Si los hombres y mujeres de este país son iguales ante la ley, también tienen que serlo ante cualquier reto y oportunidad, si exceptuamos las actividades deportivas, en las que, por motivos obvios, de tipo anatómico y fisiológico, se mantienen las distintas modalidades separadas por sexos.

Así pues, creo que no hay que imponer la presencia de mujeres en puestos que histórica y crónicamente han sido ocupados mayoritariamente por hombres por el solo hecho de serlo, del mismo modo que no hay que priorizar la incorporación de hombres en cualquier puesto de trabajo que puede ser perfectamente desempeñado por mujeres, por el mero hecho de serlo. A cualquier cargo debe poder acceder, en igualdad de condiciones, un hombre y una mujer, pero para ello debemos eliminar cualquier barrera entre sexos desde la escuela y en el seno de la familia. Si es injusto que una mujer no pueda ocupar un puesto directivo por no ser hombre, tampoco me parecería bien que ese puesto lo ocupara una mujer poco preparada solo por serlo. Cualquier cargo tiene que ser ocupado por quien haya demostrado una mejor preparación. Si se prepara igual a un hombre que a una mujer y si en la fase de selección de candidatos no se hacen distingos por razón de sexo, nos aseguraremos que en nuestras empresas y en nuestro gobierno se incorpore la gente mejor preparada, sean del sexo que sean. Habrá casos en que el sexo femenino sea el mayoritario, otros el minoritario, y en otros estarán a la par.

La realidad, sin embargo, demuestra que no es así, y no solo en España sino a nivel internacional. Solo hay que ver el escaso número de mujeres que ostentan altos cargos en las propias instituciones europeas, que deberían dar ejemplo de equidad. Aquí sí que tenemos un grave problema de sexismo, pues no cabe duda de que la solución no pasa por obligar a incluir mujeres en esos cargos sino por propiciar la igualdad sin prejuicios sexistas a la hora de elegir a sus miembros y representantes. Existen, desde luego, algunos casos de mujeres que han llegado a la cima del poder (Margaret Thatcher, años ha, y Angela Merkel, en la actualidad) y de quienes, siendo mujeres, ocupan puestos directivos en grandes empresas y en la banca privada. Muchas de ellas, si no todas, para llegar donde han llegado, han tenido que esforzarse mucho más que un hombre, demostrar una valía muy superior a la de su oponente masculino, o tener unos arrestos al estilo de La Dama de Hierro.

Igualdad entre hombres y mujeres sí, sin tapujos; imponer una cuota de presencia femenina como efecto cosmético no. Igualdad de oportunidades e igualdad de salario. Eso sí que hay que imponerlo. Eso sí que es igualdad social y justicia feminista.

32 comentarios:

  1. Hola Josep, pues como padre de una niña, y aunque no fuera así, también me declaro feminista sin ningún tipo de complejos. Creo que defender la igualdad real, social, y salarial es una obligación ciudadana. Respecto a las cuotas desde luego que en el cine, o en la política parecen no haber funcionado. Creo que el sentido común y el mérito es lo único relevante. Por ello, pienso que en un gobierno podría haber un 80 por ciento de ministras, y un 20 por ciento de ministros, o viceversa. Imponer una cuota exacta del 50 por ciento pude llevar a cometer injusticias tanto para las mujeres como para los hombres.
    Un texto valiente, moderado y de actualidad.
    Un gran abrazo Josep.

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    1. Creo también que más vale calidad que cantidad, aunque entiendo que, como digo en mi entrada, hay que empezar forzando una mayor incorporación de la mujer, tanto en el cine como en cualquier otro ámbito social, hasta que su presencia acabe siendo la normal en función de los méritos de cada cual. En el cine, se supone que aparecen tantas mujeres como dicta el guión; el problema quizá reside más en la edad de las actrices.
      Un abrazo, Miguel, y gracias por compartir tu punto de vista.

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  2. Estoy completamente de acuerdo contigo Josep! Para mí el feminismo es igualdad en todos los sentidos. Esto significa que a mí no me gustaría que me dieran un puesto de trabajo solo por cumplir una cuota, sino porque de verdad sirvo para ello, sea hombre o mujer. Quiero decir que la empresa debería elegir al mejor preparado o el que mejor encaje. Hice las pràcticas de la uni en una consultoria actuarial muy pequeñita que solo contrataba mujeres (éramos cinco) y tampoco lo veía bien. Al final es decisión de la propia jefa, contrata a quien le parezca, pero quizás está dejando escapar un gran empleado solo por no querer hombres. Y lo mismo a la inversa. La igualdad debería ser para todo.
    En realidad la intención es buena, por toda la historia que hay detrás. Sé que también hay empresas muy machistas donde si eres mujer te va a costar mucho ascender. Así que por eso digo que la intención es buena. Lo ideal sería, como dices, elegir al más adecuado independientemente del sexo. Insisto en que contratar por cumplir una cuota tampoco veo que funcione y a mí no me gustaría ser la que está ahí por una cuota.
    Muy buena reflexion :))

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    1. Aunque hay que impulsar una política feminista, esta no debería invertir la situación, pues ser feminista no quiere decir ir contra los hombres sino tener los mismos derechos.
      En las empresas en las que he trabajado, entrevisté a hombres y mujeres, como candidatos a ocupar un puesto de trabajo en mi depsrtamento. La gran mayoría de seleccionados fueron mujeres, pues siempre me basé en su CV, sus conocientos y su actitud y no en su sexo. También debo decir que en el mundo farmacéutico y en mi área en particular, han habido siempre muchos más candidatos del sexo femenino. En toda mi vida laboral he trabajado rodeado de mujeres y el único inconveniente con el que me he encontrado en bastantes ocasiones ha sido el de la relación entre ellas, jeje.
      Un abrazo, María.

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  3. Yo siempre he estado en contra de las cuotas por los mismos motivos que tú expones, pero en una ocasión, alguien que defendía esta práctica casi me convenció de lo contrario. Parece ser que en algunos sectores el "obligar" a cumplir estas cuotas propició que accedieran a determinados cargos mujeres que demostraron su valía con creces pero que no habrían podido llegar allí sin esa cuota sugerida-impuesta. Según aquel comentarista, fue una manera de abrir la puerta para que esas mujeres demostraran su potencial.
    Opino como tú en que hay que combatir la causa y no paliar los síntomas. Es la única manera definitiva de acabar con una "enfermedad". Y para curar esta dolencia de nuestra sociedad hay que hacer una labor de educación en los hogares y en todos los demás ámbitos. Hay mucho lenguaje subliminal que cala en la psique de muchos, como que sean mujeres las que anuncian detergentes y hombres quienes conducen coches de alta gama cuando se los publicita.
    Yo estudié Farmacia y doy fe que allí éramos prioritariamente mujeres. Después, cuando me dediqué a la investigación, nunca me sentí discriminada, es más, en el laboratorio éramos más mujeres que hombres, aunque la dirección de los proyectos eran mayoritariamente masculina.
    Creo que para llegar a altos puestos directivos hay un impedimento difícilmente salvable para una mujer: la maternidad. El parón de unos pocos meses (muy pocos pero suficientes para descolgarse de la lucha feroz por ascender en ese escalafón de los puestos de dirección) hace que muchas mujeres sean relegadas por esta cuestión. Yo eso lo he visto en la empresa de mi marido, mujeres con una buena proyección profesional que apuntaban muy alto por capacidad más que sobrada, vieron detenida su carrera en cuanto decidieron ser madres (a veces se vieron superadas por otras mujeres que descartaron la maternidad). Es triste, pero es así.
    Buena reflexión, muy propia para la semana que se avecina con motivo del ocho de marzo (yo también publicaré algo al respecto).
    Un beso.

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    1. EVidentemente, y tal como apunntaba de paso en mi reflexión, a veces hay que imponer una norma para que acabe siendo una costumbre natural. ¿Cuántos conductores se pondrían el cinturón de seguridad si no le penalizaran por no hacerlo? Al final (salvo excepciones) todo el mundo lo hace ya por reflejo. Al margen de este ejemplo un tanto frívolo, entiendo que al principio se fuerce la incorporación de mujeres en puestos de trabajo en donde se obversa una casi esclusiva presencia masculina sin que ello tenga una justificación. Pero imponer un cupo, una vez la sociedad ha aprendido a no hacer distinciones injustas y aplicar la igualdad de oportunidades, no tiene sentido y, como también apuntaba, tiene una carga negativa para las propias mujeres.
      La gran discriminacion que sufre la mujer en el mundo laboral se debe, como bien dices, al "problema" de la maternidad (al margen del salarial), pero con la nueva ley sobre el permido por paternidad, esto debe dejar de ser un obstáculo. Durante el proceso de selección de personal, a más de una chica le han preguntado por su estado civil y si tenía planes para quedar embarazada. Esto, además de ser ilegal, es vergonzoso. En tales circunstancias, entiendo que hay que imponer normas para que se acabe con la discriminación por motivo de sexo. Al margen de ello, lo justo es que un puesto de trabajo lo ocupe quien demuetre estar mejor preparado, indistintamente de su condición y orientación sexual.
      Un beso.

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  4. Lo lógico es que haya igualdad en todos los trabajos en la vida. Demostrar una mujer la valía siempre ha sido inusual. Se le consideraba al hombre el mejor para un cargo directivo. Pero yo he conocido a jefes que sin una mujer a sus espaldas serían unos inútiles. El trabajo de una secretaria en una oficina es más dura que la del jefe. Ellas les preparan el camino y ellos solo tienen que dirigir. Ellas son las cabezas pensantes para todo, les facilitan el trabajo. Eso si ganan mucho menos que ellos. En casa es igual, la mujer es la que dirige la casa y el hombre es el que llega cansado y en muchos de los casos no ayudan nada y dan mucho más trabajo, pero a la hora de dominar ellos tienen más poder. Espero que todo vaya cambiando y que los hombres y mujeres se igualen. Es un tema que da mucho juego para opinar. y no todos estaremos de acuerdo. Cuanta rezón tiene tu escrito. Un abrazo.

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    1. Siempre se ha esgrimido y con razón, como la gran injusticia entre sexos, el no reconocer el papel de la mujer fuera y dentro de casa, cargando con una doble responsabilidad. Esto solo se corrije con una buena educación, enseñando a los niños a que deben compartir las tareas domésticas, haciéndoles ver que estas nos son excluivas de las mujeres. Por ahí se empieza y ahí las madres juegan un papel fundamental.
      En lo del jefe y la secretaria, como jefe que he sido durante muchos años, ahí discrepo un poco, pero, claro, yo he sido (y así me lo han reconocido mis empleados) un jefe atípico. He visto a muchos jefes utilizar a su secretaria como criada, preparándole y sinviéndole el café y haciendo otros encargos que no eran propios de una secretaria. Eso no es más que el reflejo del machismo que esos hombres traían de casa. Así pues, reivindicando mi faceta de "buen jefe", mis secretarias han sido un apoyo pero nunca les pasé ninguna labor ni responsabilidad que no estuviera reflejada en la descripción de su puesto de trabajo y yo he sido siempre el que más ha "dado el callo", jeje.
      Un abrazo.

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    2. Entonces has sido un bien jefe. Un abrazo.

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  5. Hola Josep Ma lo de las cuotas tienes razón que no parece una solución porque profesionalmente ya hemos demostrado que servimos tanto como los hombres y no debería ser un tema de cuotas y sí de capacidad pero como también dice Kirke, sin la obligación de esa cuota muchas mujeres muy válidas profesionalmente nunca llegarían a los puestos que merecen porque aún hay demasiadas empresas en las que importa más ser hombre que tener los conocimientos y la preparación necesaria y que en igualdad de condiciones se decantan por los varones, aún es así.

    Personalmente no me he sentido discriminada a nivel laboral, hombres y mujeres cobramos lo mismo pero también es cierto que la alta dirección sigue siendo un reducto de hombres y sin obligaciones nunca dejan entrar a ninguna mujer por muy preparada que esté. Y eso me da pie también a insistir en la injusticia que resulta para las mujeres tener que demostrar mucho más que los hombres.
    Aún queda mucho camino por hacer.
    Besos

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    1. Hola, Conxita. Sí que queda mucho camino por recorrer. Parece mentira que, acabando la segunda década del siglo XXI, todavía tengamos que estar reivindicando un trato justo para la mujer. Solo espero que esa obligación para que la mujer tenga una representación equitativa en la sociedad, se convierta pronto en algo automático y que nos olvidemos de cuotas o cupos, y que no importe tanto cuántos hombres y mujeres ocupan puestos de responsabilidad porque tengamos el convencimiento de que, sea quien sea, lo ocupará quien más lo merece, sin enchufismos, preferencias subjetivas ni prejuicios.
      Un beso.

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  6. Estoy totalmente de acuerdo contigo. Creo que el problema es sobre todo de educación y no solo en el colegio, sino también en casa, y no solo de los padres, sino también de las madres. Hay muchas mujeres que se quejan justamente del machismo imperante, pero luego educan injustamente de distinta manera a sus hijos que a sus hijas. La paridad me parece una estupidez que perjudicaría a los hombres en unas actividades y a las mujeres en otras. Creo que de promedio saldrían más perjudicadas las mujeres, porque actualmente —creo que así lo dicen las estadísticas— hay más universitarias que universitarios y los resultados académicos de ellas son mejores que las de ellos. También hay que luchar porque se equiparen los sueldos, pero creo que no se puede obligar a un empresario —que se está jugando su dinero— a elegir el número de trabajadores que debe tener de cada sexo en su empresa. Volvemos a la educación. El día en que no haya que fijarse en eso, se habrá ganado la partida. Mucho queda, desde luego, pero se va avanzando.
    Un abrazo.

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    1. Totalmente de acuerdo en que las madres, en els seno familiar, juegan un papel trascendental. Ya apunté en una de mis "polémicas" entradas que la mujer ha sido, quizá inconscientemente, la correa de transmisión del machismo, educando a sus hijas a hacer las tareas del hogar y echando de la cocina a sus hijos por no ser lugar para hombres. Esta puede ser una imagen un poco exagerada hoy en día y no se puede generalizar, pero hablo por experiencia propia. A los chicos siemrpe se les ha tratado de forma distinta, y mucho mas laxa, que a las chicas. Pero esto ya daría para otra entrada.
      También convengo contigo en que, tradicionalmnete, las chicas han sido mejores etudiantes que los chicos y más disciplinadas, lo cual debería redundar en más oportunidades para desempeñar los mismos o mejores trabajos que sus compañeros masculinos, y no es así. Y en cuanto a la diferencia salarial, por mucho que el empresario quiera ahorrar dinero en nóminas, es tremendamente injusto que, por cobrar menos y por ser mujer, a esta se la relegue a puestos que ningún hombre aceptaría. ¿Por qué no hay secretarios en lugar de secretarias? ¿Por qué hay muchas más mujeres de la limpieza que hombres de la limpieza? o ¿por qué en las fábricas, los que trabajan en las líneas de envasado son siempre mujeres? Hace solo unos días se ha hablado de que en la campaña de la fresa en Andalucía solo acuden mujeres, y de estas la mayoría son marroquíes. Así pues, en nuestro país, tan moderno y que respeta tanto los derechos de los ciudadanos, ser mujer todavía significa ocupar los peores y peor remunerados puestos de trabajo. Quizá sí que vamos avanzando pero a paso de caracol.
      Un abrazo.

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  7. Boa tarde, Joseph!
    Conheci seu blog no quase extinto G+, e antes que se encerre a rede social da qual tanto gosto, tenho visitado blogs da comunidade "Eugênio em Filmes & Boa Companhia", onde conheci "El Baile de Norte" e outros... cheguei aqui!
    Estou gostando dos seus textos, assim sendo passei a segui-lo. Voltarei para navegar sem pressa, pois há muito para ler e pensar antes de emitir comentários.
    Um abraço brasileiro!

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    1. Hola, Sandra. Bienvenida a este blog. Me alegro que hayas llegado hasta aquí a través de otros blogs amigos. Espero que vuelvas tantas veces que lo desees y que te agraden mis publicaciones.
      Un abrazo.

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  8. Efectivamente es sexismo que un puesto lo coja una mujer por el simple hecho de cumplir una cuota cuando un hombre está más preparado (si es que se da el caso), es lo mismo justamente que lo que se quiere erradicar pero al contrario. El problema es complejo porque existe y hay que resolverlo. La lucha debe ser en distintos planos. Una la tienen las autoridades, otra la educación desde niños en las escuelas y familias y otra lucha es importantísima que es la de campo, es decir la que cada día llevamos las mujeres que nos encontramos que en nuestros puestos de trabajo nos menosprecian por no ser hombre, esto lo he vivido yo, esto prácticamente es una lucha cuerpo a cuerpo demostrando que tu valía es la misma independiente al sexo, no es fácil pero te da gratificaciones cuando ves que gracias a la profesionalidad acaban por respetarte.
    SAludos.

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    1. El sexismo funciona en ambos sentidos y auque pueda pensarse en un revanchismo contra el hombre por todas las injusticias sufridas por ser mujer, estaríamos cometiendo el mismo error. El feminismo real no tiene como objetivo atacar al hombre (pues muchos de nosotros también hemos sido, en cierto modo, rehenes de ese machismo a ultranza) sino conseguir exactamente los mismos derechos y oportunidades.
      Todos debemos incolucrarnos en esta lucha, pero sobre todo quienes tienen en sus manos las herramientas necesarias para acabar con esta situación tan injusta que sufren muchas mujeres.
      Un abrazo.

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  9. Nada que decir Josep porque estoy de acuerdo contigo, con lo cual para que repetir lo que tan bien has expuesto, solo decir que estoy en contra de las subvenciones a estos colectivos tan extremistas, pues ya es un feminismo que se sale de tono...
    Las mismas oportunidades para los dos sexos y punto, empezando en casa.
    Un abrazo y feliz domingo.

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    1. Yo solo estoy a favor de las subvenciones para buenas causas de interés humano, y que, por los motivos que sean, no reciben la ayuda suficiente de los particulares porque no son rentables. Asociaciones, comunidades y ONG que llevan a cabo acciones en beneficio de la sociedad, de los más desfavorecidos, de los animales y del planeta, por ejemplo. Hay otros muchos casos, por el contrario, que si no funciona algo es por falta de interés público. Entonces ¿para qué financiarlo? Es como si yo montara un negocio, a simple vista muy interesante, pero que no tiene aceptación por parte del público y pierdo dinero. ¿Por qué me va a ayudar el ayuntamiento o el Estado? Si mi idea no funciona, es mi responsabilidad hallar un modo para que funcione, y si no hay forma, no me queda más remedio que resignarme. Renovarse o morir. Esta es mi opinión, aunque seguro que hay excepciones que no he tenido en cuenta.
      Volviendo al tema de la desigualdad entre sexos, como digo en mi entrada, hay que buscar la solución en la causa, en el origen, en lugar de poner parches para quedar bien ante la sociedad.
      Un abrazo, Elda.

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  10. Trabajo en un ámbito, el de la administración, en el que quizás las mujeres se han abierto el futuro con menos dificultades. Ni la diferencia de sueldos ni de trabajos por sexo existen aparentemente,sin embargo he de reconocer que la maternidad impone sus tiempos y que esta puede llegar a suponer un obstáculo también en este ámbito laboral. Desde luego he tenido y tengo la oportunidad de trabajar con profesionales (y fijaros que digo profesionales sin distinción) fantásticos y, lamentablemente, también lo he hecho ... bueno, ya os imagináis,... que no se merecen ese calificativo, pero creo que algo hay que hacer, y no se si las cuotas son el mejor método, para lograr esa efectiva igualdad laboral. Por mi parte creo que mucho parte del problema reside en el "postureo político", esa obsesión por parecer más que por ser. Un abarzo!

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    1. Imponer cuotas de cara a la galería es, en mi opinión, un acto de hipocresía y un error.
      Y ya que mencionas tu experiencia profesional, yo tengo otro ejemplo sobre cuotas que, sin tener nada que ver con el sexo de los empleados, demuestra que ese sistema de la paridad no es justo y puede, incluos, perjudicar a la empressa o entidad que lo aplica. Trabajé en una multinacional que acabó fusionándose con otra. Era una fusión "entre iguales" y se impuso un sistema de paridad para seleccionar a los jefes y directivos de la "nueva empresa", de modo que debía exitir la mitad de mandos de una y de la otra empresa de origen. A simple vista parecía justo, pero quedaron fuera de la nueva organizacién profesionales más cualificados que los que acabaron ocupando un determinado puesto, y solo para que se cumpliera esa cuota del 50%. Lo correcto y útil hubiera sido hacer esa selección en base a la cualificación y experiencia profesional de cada uno. Curiosamente, la injusticia mayor, en mi opinión, se produjo en un cargo, el de la dirección de Recursos Humanos, cuyos dos candidatos eran mujeres. El puesto lo conservó una perfecta inútil que, con el tiempo, acabó despedida.
      Un abrazo.

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  11. La reflexión es compleja. El tema de las cuotas no me gusta nada. Debería tener el puesto de trabajo quien mejor preparado esté, pero igual sí que cierta obligatoriedad deba estar presente. En las universidades hay más mujeres cursando estudios que hombres, pero en los cargos directivos siguen siendo minoría. La presión por los tiempos de maternidad pesa y mucho, así que igualar los permisos paternales podría hacer que los empresarios contraten en edad fértil por igual. Queda mucho por evolucionar. Como anécdota un ejemplo absurdo, en enfermería el presidente de colegios profesionales de toda España es un hombre, y ya me dirás si enfermería no es básicamente un mundo femenino. En fin, que hayq ue seguir luchando.

    Un abrazo y por un domingo plácido

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    1. Por supuesto, los casos de injusticia más flagrante está en los cargos directivos. El vértice de la pirámide del organigrama casi siempre está ocupado por hombres, aunque esto va cambiando poco a poco.
      Lo de la maternidad es otro caso de descriminación hacia la mujer, pues las empresas consideran una carga tener que soportar una baja por maternidad que debe ser cubierta temporalmente por otro trabajador. Si ahora los hombres también pueden gozar de un permiso por paternidad, ambos sexos estarán en igualdad de condiciones. Quién sabe, quizá eso beneficie a los mayores de 50 años, pues no existirá el peligro de maternidad y paternidad, jeje. Bromas aparte, hay que seguir luchando por la igualdad de derechos y de obligaciones.
      Un abrazo.

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  12. A mí tampoco me han gustado nunca las cuotas, en ninguno de los campos que mencionas. Son imposiciones que se prestan a la discriminación cuando es precisamente lo que persiguen evitar. No voy a repetir los argumentos que tú has dado o los que han dado, muy sensatamente y con conocimiento de causa, otros compañeros. Estamos de acuerdo en que la igualdad de oportunidades real para todos y la preparación para desempeñar un cargo, deberían ser las únicas razones válidas para seleccionar al candiato/a.

    También se ha hablado del tema de la maternidad y es obvio que resulta un hándicap para la mujer. ¿Es injusto? Pues a la par podríamos considerar que los hombres que apuestan fuerte por su carrera, también dejan de lado una vida familiar de más calidad. En esto, como en tantas cosas donde la competencia es mucha, hay que hacer concesiones o simplemente aceptar que, probablemente, no se puede tener todo.

    Resumiendo: queda mucho por hacer, es obvio, pero no creo que las cuotas sean la solución. Por cierto, ahora se aplican incluso a los concursos, aunque en ese tema no me parece tan mal.

    Un placer leer siempre tus sensatas y bien razonadas reflexiones, Josep.

    ¡Un abrazo grande!

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    1. Hola, Julia. Son muchos los años (por no decir siglos) de retraso e injusticia como para arreglarlo todo de un plumazo, pero lo que sí debemos esperar es que se apliquen las medidas para que esa diferenciación entre sexos no se dé cuando una mujer accede al ámbito laboral. Si estas medidas funcionan, no se darán tantos casos (siempre habrán excepciones a la regla) de discriminación. Ignoro cuánto más tiempo tendrá que transcurrir (¿años? ¿décadas?), pero, tarde o temprano, se logrará.
      Muchas gracias por dejar tus comentarios.
      Un abrazo.

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  13. Hola Josep Mª el ser madre tiene su handicap. Por una lado asumes (viene impuesto por educación) la crianza y educación de los hijos e hijas, y por otro, ya te limita para cargos de dirección. No debería ser así, claro. La madre también es machista en la educación, no quiero generalizar, pero estas generaciones lo siguen haciendo. Con respecto a la cuota, creo que ha sido darle una oportunidad a esas mujeres, no lo veo mal del todo, de otra forma a lo mejor no hubieran podido alcanzar ese puesto, ese cargo ¿injusto? llevamos mucho tiempo (al menos aquí en España) con este machismo imperativo. Los países del norte, Suecia, Noruega, nos lleva terreno ganado al respecto, creo que allí la mujer tiene más oportunidades ¿educación? por supuesto, ahí está la clave. Muy interesante, como siempre, todas tus reflexiones. Un abrazo

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    1. De un modo u otro, a la mujer se le impuso (y asimiló) la responsabilidad de transmitir a sus hijos el trato machista que, a su vez, recibió de sus padres y abuelos. Me refiero, sobre todo, a las mujeres de mediados del siglo XX que, durante el franquismo, bebieron desde pequeñas de la fuente de una educación sexista que segregaba a los hombres de las mujeres. El hombre era el cabeza de familia y el que debía traer el dinero a casa, mientras la mujer debía dedicarse a las tareas del hogar. Cuando la mujer llegó al mundo laboral por méritos propios, se halló con una discriminación que le impedía desarrollarse como profesional y en la Universidad escaseaban las mujeres, por no hablar de ciertas carreras prácticamente vetadas para ellas, por la oposición o animadversión del propio profesorado. Una época realmente oscura.
      Cuando la mujer se reveló ante ese sistema se iniciaron los movimientos feministas, que todavía hoy siguen en la lucha, prueba de que el camino de la igualdad no es nada fácil. A lo largo de ese camino de lucha por la igualdad, sí que deben existir medidas "coercitivas" para romper esa inquebrantable oposición de la sociedad machista hacia las mujeres. Una vez eso se halla resuelto y todo el mundo entienda que no se puede seguir practicando esa discriminación de género, esas medidas dejarán de tener sentido y deberán abolirse.
      Un abrazo.

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  14. Creo que esta vez no estoy totalmente de acuerdo contigo. Es cierto que la igualdad de derechos debería darse por descontada y que debe practicarse desde la cuna y que las cuotas son algo que no "debería" ser. No debería si los derechos estuvieran conseguidos, pwero por desgracia no es así. Las cuotas vienen a compensar una desigualdad de la que se parte. Si pariendo de una desigualdad, empezamos a tratar dar trabajo por igual a hombres y mujeres, la desigualdad se mantiene, para compensarla vienen las cuotas y cuando la igualdad se haya conseguido con todos los otros métodos que indicas, entonces será el momento de terminar con las cuotas. Eso no quiere decir que coloquemos a una mujer que sea una inútil (aunque hay tantos hombres inútiles trabajando que tampoco sería nada ofensivo; parece que colocar a una mujer no apta es una aberración, pero lo mismo con un hombre parece mala suerte). Hay que colocar a gente apta y válida, pero eso se da tanto entre hombres como entre mujeres. Intentar que haya tantos hombres como mujeres trabajando no me parece nada negativo.
    Habría, no obstante, mucho de qué hablar. Y conste que durante mucho tiempo yo pensé como tú. ¿Y sabes quien me hizo ver lo contrario? Pues mi marido.
    Un beso.

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    1. Por cierto, en esa foto del gobierno Sánchez, hay dos o tres mujeres que son lo mejor del Gobierno.

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    2. Pues yo creo, Rosa, que sí estamos de acuerdo, lo que puede haber ocurrido es que no haya hecho más hincapié en un detalle que creo es importante. Fíjate en mi frase del principio, cuando afirmo que: "Las cuotas por imposición solo deben existir cuando no se respeta el principio de igualdad". Con ello pretendía dejar claro lo que tú afirmas sobre que las cuotas vienen a compensar la desigualdad. Existen muchas normas legales y de convivencia ciudadana que han acabado imponiéndose a la fuerza ante la renuencia de muchos por aplicarlas. Se empieza aconsejando y se acaba obligando, incluso penalizando. Si todos tuviéramos un comportamiento ejemplar, en el ámito que fuere, no haría falta obligar a nadie a hacer lo que, por justicia o sentido común, debe hacerse.
      Podemos, eso sí, discrepar en si ya hemos alcanzado una situación de mucha mayor igualdad de la de hace unos años. Es obvio que no, pues siguen existiendo multitud de situaciones en las que la mujer no tiene las mismas oportunidades para ocupar un puesto de relevancia. Pero la imposición de una determinada presencia femenina, solo por cumplir un objetivo, un programa electoral, o maquillar una situación, a mi entender, puede redundar en un efecto contrario al actual: que se otorgue un puesto a una mujer menos capacitada que su "contrincante" masculino. Entonces estaríamos invirtiendo la injusticia. Hay muchísimas mujeres muy bien preparadas y que tienen que poder acceder a un puesto de responsabilidad por sus méritos y no por ser mujer y cumplir una cuota impuesta.
      Por lo que dices en la posdata, hay y han habido en el Gobierno ministras tanto o más cualificadas que muchos de sus compañeros, desde luego. Yo solo me preguntaría si el hecho de haber sido mayoría, aunque por poco, fue debido a sus méritos o porque el Presidente del Gobierno quiso dar una imagen de igualdad.
      Repito, como creo haber dejado claro en mi reflexión, que el problema viene de "abajo" y es en la educación primaria donde debe empezar la lucha por obtener una situación justa, en la que todos tengamos una igualdad de oportunidades y no debamos imponer cupos.
      Un beso.

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  15. Hola, Julio David. Bienvenido a este foro y te agradezco por adelantado tu pormenorizada exposición. Sin duda es un tema para el debate e incluso para la polémica. Aprovechando el día de la mujer, el pasado 8 de marzo, han corrido, como cada año por estas fechas, ríos de tinta sobre este tema y un punto elemental es, precisamente, la definición de feminismo.
    Feminismo, para mí y creo para la mayor parte de las mujeres, no es la supremacía del sexo femenino, no es invertir los papeles que la sociedad ha otorgado hasta ahora a ambos sexos. Si fuera así, sería tan injusto como lo es el machismo, El término “feminismo”, que ha sido acuñado para contraponerlo al del “machismo” dominante, desaparecerá, creo yo, cuando se logre la igualdad de género y pasará, o debería pasar, a llamarse “igualitarismo”.
    Esa igualdad de la que hablo, no se refiere a los aspectos biológicos ni psicológicos, pues, como dices, el hombre y la mujer tienen rasgos diferenciales que nadie puede negar. Por eso cito las distintas modalidades existentes en atletismo según el sexo, y también la tendencia “normal” hacia determinados juegos.
    La igualdad a la que me refiero, y a la que aspiran las feministas, es la de oportunidades y la de trato. No es justo que una mujer tenga un salario entre un 15% y 25% inferior al de un hombre, desempeñando exactamente las mismas funciones, como no lo es que se le vete la incorporación en determinados círculos y posiciones de mando. Hace ya muchos años que la presencia de una mujer en la Universidad no está vetada. Ya nadie se ríe de una mujer estudiando entre hombres. Pero todavía se la discrimina. Déjame contarte una anécdota no muy lejana en el tiempo: El director general de una gran empresa en la que yo trabajaba por aquel entonces reunió al equipo directivo para notificarnos que se iba a cubrir la vacante de dirección de Recursos Humanos, y nos preguntó si tendríamos inconveniente en que dicho puesto lo ocupara una mujer. Y en el deporte también reciben un trato discriminatorio. En más de una ocasión una mujer que arbitraba un partido de futbol masculino ha tenido que oír desde la grada cómo le gritaban cosas como “vete a casa a fregar y a hacer la comida”. Ese es el machismo puro y duro que todavía milita en nuestra sociedad moderna.
    Esa inferioridad de trato se traduce también en las agresiones y maltratos que recibe, en la cantidad de mujeres violadas y asesinadas. Y en algún que otro dictamen judicial que considera un atenuante el hecho de que la mujer en cuestión iba sola, con una falda excesivamente corta, y que no se resistió lo suficiente. Esto no ocurre en la España medieval sino en la del siglo XXI.
    Yo creo, Julio David, que los hombres debemos aceptar a las mujeres como iguales en cuanto a oportunidades de formación y desarrollo personal, Luego que sean ellas las que decidan a qué quieren dedicarse según sus gustos y habilidades personales. En Suecia, he conocido casos en los que, como la mujer tenía un salario superior, era el marido quien se quedaba en casa haciendo las labores del hogar.
    Yo no creo que las mujeres se vuelvan masculinas por ocupar un puesto de mando, más bien creo que las mujeres que llegan, hoy en día, a ocupar puestos de alta responsabilidad han tenido que luchar más duro que sus contrincantes masculinos y ha tenido que acabar emulándolos. Ya sabes: si no puedes con tu enemigo, únete a él, jeje.
    Y, para terminar, y a pesar de algunas opiniones dominantes a favor (la izquierda española así lo reivindica) sigo estando en desacuerdo con la imposición de una “paridad” que no tenga en cuenta los méritos profesionales y que obligue a poner en un puesto a una mujer solo por el hecho de serlo. Eso sería, como he dicho al principio, invertir la situación de injusticia. Hay que cambiar las cosas desde la base. Si llegáramos a una situación tal que, a igualdad de formación y méritos, se siguiera optando por los hombres, sin ninguna justificación, entonces sí que estaría de acuerdo en optar por una regulación al respecto.
    Un abrazo, compañero.

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  16. Es un buen ejemplo para que Julio David entienda a esta sociedad, quizás en su país impera más el hombre y el machismo. Espero que en Chile no maltraten y violen a las mujeres. Sinó que tengan las mismas oportunidades en estudiar y formarse para ser mejores personas y obtener buenos puestos de trabajo con mejores salarios. Un abrazo.

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