Todos hemos visto y oído en
multitud de ocasiones cómo, en las películas norteamericanas, a la persona
citada a declarar ante un jurado se le pregunta “¿Jura solemnemente decir la
verdad, toda la verdad y nada más que la verdad?”, a lo que el interpelado
responde “Sí, juro”, mientras mantiene una mano sobre la Biblia y la otra en
alto.
En
España esa fórmula es un poco más modesta, y el juez se limita a preguntar al
testigo si jura o promete decir la verdad, a lo que este responde “si, juro” o
“sí, prometo”.
Es
sobradamente conocido por todos que faltar a la verdad en un juicio por parte
de un testigo se conoce como perjurio, una falta grave que puede ser castigada
con pena de prisión.
Lamentablemente,
también es conocido que la honorabilidad es una cualidad del ser humano que se está
extinguiendo en nuestra sociedad y muestra de ello la tenemos casi a diario en
el comportamiento de muchos de nuestros políticos y algunos de los empresarios
más relevantes. Parece como si el poder y el honor estuvieran reñidos.
Llevamos
ya unos años viendo cómo en nuestro país se han abierto múltiples causas contra
la corrupción, el fraude y otros delitos mayores que han acabado en
juicio. Algunos de estos casos han alcanzado tal notoriedad que hemos podido
ver televisados, en directo y en diferido, los testimonios de los acusados y de
los testigos llamados a declarar por la acusación y la defensa.
Lógicamente,
si no se conoce la causa que se juzga o sus antecedentes, no podemos saber con
seguridad qué es verdad y qué es mentira de lo que se expone durante el juicio,
pero si el tema ha llegado a ser de dominio público y hemos podido seguir con
detalle los acontecimientos a medida que se han ido produciendo, estaremos en
mejores condiciones para juzgar el comportamiento de todos y cada uno de los implicados.
De
este modo, hemos podido comprobar recientemente cómo amigos del alma pasan, de
la noche a la mañana, a ser unos perfectos desconocidos, a pesar de las pruebas
audiovisuales que existen de su íntima y continua relación; cómo alguien a
quien se le han incautado pruebas incriminatorias en una operación comercial fraudulenta
ni siquiera conocía la existencia del grupo de empresas a las que favorecía;
cómo una esposa se declara totalmente ignorante de las lucrativas actividades
ilegales de su marido, un humilde servidor público, a pesar del injustificado tren
de vida que llevaban; cómo se acusa a alguien de una brutal agresión cuando el
supuesto agredido aparece en las imágenes captadas con el móvil de un testigo
ocular luciendo una imagen inmaculada, sin la más remota mancha de sangre ni
arruga en su impoluta vestimenta; cómo se niega haber dado órdenes para llevar
a cabo una actividad ilegal cuando existen grabaciones que así lo demuestran;
cómo un amigo o familiar de un presunto asesino fabrica una falsa coartada para
encubrir dicho crimen, la cual se acaba, con el tiempo, desmontando. Y así un
largo etcétera de mentiras y afirmaciones que, algunas de ellas, ofenden a la
inteligencia de quien las escucha.
Lo que
más me maravilla (te lo digo al revés para que me entiendas, como decíamos de
niños) es la desfachatez con que se miente, sin rubor ni dubitación alguna, con
la tranquilidad de quien se siente a salvo, es un necio o un soberbio.
De los perjurios que se cometen continuamente y de los que hemos sido
testigos involuntarios, que no pasivos, ¿cuántos han recibido su justo castigo?
Alguno habrá, pero me atrevería a decir que la mayoría de esos mentirosos parece
tener patente de corso y, una vez acabado el juicio, si te he visto no me
acuerdo.
Aunque
el saber popular afirma que antes se coge al mentiroso que al cojo, muchas
veces la mentira, aunque se descubra, tiene una fecha de caducidad muy corta y
se olvida demasiado pronto. Los mentirosos también deberían ser iguales ante la
Ley. Para el perjurio no debería existir impunidad.
Aquello de los principios, que decían nuestros antecesores, ha pasado a la historia; lo mismo que eso de que un apretón de manos no necesitaba de una firma que lo respaldara. Ahora el único obstáculo para quedarte dinero ajeno está en que te puedan pillar. Es más, a quien pudiéndose quedar con un dinero que no es suyo lo devuelve, se le mira como si fuera tonto.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me gustaría ver, por muy anacrónico que resultara, cómo las dos partes en un litigio se dan la mano, después de escupírselas, en señal de dar su palabra de honor y no faltar a la verdad, jeje.
EliminarAhora se ha puesto de manifiesto otra técnica: negarlo todo por principios. Una nueva moral que a muchos les funciona.
Un abrazo.
Hola Josep, tengo entendido que los acusados si que tienen derecho a mentir para defenderse de las acusaciones. Cosa que sera legal, (si estoy en lo cierto), pero para los legos en derecho nos supone cuanto menos extrañeza. En cuanto a los testigos que si que tienen obligación de decir la verdad es muy fuerte como se saltan a la torera este precepto y muchos jueces hacen como que pasaban por allí. En el mediático último juicio del Supremo a cuenta del referéndum en Cataluña, se demuestra que los testigos son unos troleros como ya lo eran cuando eran políticos. No todos, pero algunas declaraciones en ambos "bandos" provocaban directamente la risa. Un gran abrazo.
ResponderEliminarHola, Miguel. En efecto, el acusado incluso puede negarse a contestar a las pregunas del fiscal y del juez, no así los testigos de uno y otro bando, que están obligados por ley a responder, salvo que quieran ser sancionados incluso con penas de cárcel. Supongo que, por ello, algunos prefieren mentir que quedarse callados.
EliminarEl juicio sobre "el procés" no está exento de este tipo de prácticas, negando, por ambos lados, evidencias que hasta un niño vería. Lo que lo distingue de otros juicios, es la carga política que contiene. De todos modos, no es el único, pues en el juicio sobre la caja B del PP se produjeron cosas igual o más surrealistas como que nadie supiera quién era ese M. Rajoy, jajaja.
Un abrazo.
Sé que no es cierto (no puede serlo y no quiero que lo sea), pero hay veces en que todo lo que tiene que ver con la Justicia en este país parece un sainete, una comedia del más puro teatro del absurdo. Una se ríe por no llorar. Y quiero creer que hay jueces honrados (cómo añoro a Garzón; seguro que hay alguno más), que muchas veces se hace justicia, que no solo los ladronzuelos y los drogadictos terminan en la cárcel, pero cuánto me cuesta, en verdad, creerlo.
ResponderEliminarMagnífica reflexión y maravillosamente escrita.
Un beso.
Pues sí, Rosa, a mi también me parece que hay juicios que más bien parecen una obra del género bufo o una tragicomedia, pues no sabes si reír o llorar. Pero no nos queda más remedio que seguir esos sabios consejos qeu dicen que hay que dejar actuar a la Justicia. Y como es ciega, vete tú a saber a quién le da un sopapo en toda la cara.
EliminarUn beso.
Debería perseguirse. Y ser penado. Ese no recuerdo, no me consta, lo desconozco, es un no sé continuo que me produce vergüenza ajena.
ResponderEliminarNi pillados con las manso en la masa reconocen la complicidad o autoría. Una lacra. Una lacra
El no sabe, no contesta es tan habitual que incluso esta opción figura en todas las encuestas (NS/NC), jeje.
EliminarA veces me resulta increible que algunos tengan la desfachatez de negar lo obvio, sabiendo, además, que todo acabará saliendo a la luz. Han habido algunos que hasta me han llegado a dar pena cuando, tras el primer indicio de culpabilidad, se han mostrado derrotados y terriblemente acongojados por la gran injusticia que se cernía sobre ellos, pobres diablos, defendiendo a gritos su inocencia. Y luego, van apareniendo pruebas y más pruebas de su culpabilidad, hasta explotarles la verdad a la cara. Y aun así lo siguen negando. Una lacra, sí señor.
Un abrazo.
Que cierto, así hay tanto delincuente campando a sus anchas, lo mismo personajes públicos, que desconocidos, aunque estos últimos parece que se los persigue con más insistencia y la determinación es más firme. Ahora, en lo del perjurio, ya hay que tener templanza para mentir tan descaradamente.
ResponderEliminarLa verdad, que la justicia es para temerla más que a un nublado... nunca será justa cien por cien.
Josep, como siempre un placer leerte.
Un abrazo y buen finde.
Los platillos de la balanza que sujeta la Justicia muchas veces se inclinan hacia el lado equivocado. Somos humanos y, por tanto, erramos, pero parece que en lo que más pecamos es en mentir. Y la mentira, en un juicio, puede ser muy peligrosa, y quien la practica debería pagar por ello.
EliminarMuchas gracias, Elda, por tu presencia.
Un abrazo.
Así debería ser, Josep, que el perjurio no quedara jamás sin castigo. Para ilustrar tu justificada reflexión te diré que hace años tuve conocimento de que una persona, familiar de mis familiares, "trabajaba" como testigo para cierto abogado. Estaba a la cuarta pregunta, es decir sin un duro, y cuando podía se ganaba unos euros testificando lo que le indicaran en algunos juicios. No sé más detalles porque me contaron la historia de pasada, pero imagino que eran juicios de poca monta. Aún así no deja de aucinarme la falta de ética con la que hemos llegado a convivir en todos los ámbitos. Espero que nunca llegue a parecernos que es "normal" que esas cosas pasen :((
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Bueno, Julia, eso de mentir como actividad remunerada ya me parece el colmo. Y no se quién de los dos actores, el incitador de la mentida o el necesitado que acepta mentir por dinero, es más culpable.
EliminarEn todo caso, mentir a sabiendas de que se oculta o tergiversa la verdad, debería ser penado tal como contempla le ley. En la práctica, sin embargo, parece como si ello fuera un pecadillo sin demasiada importancia, pues se asume todo el mundo miente según en qué circunstancias.
Un abrazo.
Con la justicia que tenemos ahora no podemos extrañarnos de que se pasen por alto delitos que se hacen si tienen dinero por medio. A Veces por lo que oímos en prensa no son justos y demuestran que no se comportan como debe de ser la justicia. Personas que han estudiado y como se dejan engañar con las mentiras aún siendo público. Nunca he tenido que ir a ningún juicio y sólo lo conozco por las películas pero no debamos de dejarnos llevar si el caso no lo conocemos. Un abrazo.
ResponderEliminarComo dice Miguel Pina, el acusado puede mentir; hasta diría que es lógico que lo haga para reducir o evitar la pena que le puede caer por el delito cometido. Es, hasta cierto punto, esperable que al principio niegue hacer cometido un crimen, pero ya resulta increíble que siga haciéndolo cuando las pruebas claman al cielo. Que mienta un testigo para salvarle el pellejo al acusado, por ser su amigo, tiene un pase, pero es que también se da el caso contrario, que el testigo lo incrimine por venganza o por no verse salpicado, pues también tuvo algo o mucho que ver en el delito cometido.
EliminarUn abrazo.
No se que pasó con mi comentario, ha desaparecido como por arte de magia en la red, si me preguntan tendré que decir que lo desconozco, no me consta,... jajaja,... en todo caso decía que es una tristeza comprobar como la presunta honorabilidad salta en mil pedazos.
ResponderEliminarYn abrazo!
Tendrías que presentar pruebas de ello para creerte, de lo contrario eres sospechoso de mentir para justificar una falta de omisión, jajaja.
EliminarSi un juicio está lleno de mentiras, la justicia puede acabar sentenciando una culpabilidad que no es tal o, por lo menos, no tan grave como parece. Alguna vez he visto mentir descaradamente a personas que se declaran creyentes y practicantes, y que no tienen ningún reparo en faltar al octavo mandamiento (no cometerás falso testimonio ni mentirás). Lo que no sé es si después se irán rápidamente a confesar.
Un abrazo.
Uffff a mí esto me deja perpleja. Y a veces me siento tonta por ser "honrada".
ResponderEliminarTe daré un ejemplo. El otro día fui a comprar y llevaba un montón de cosas en el carrito, y había comprado una camiseta para mi hijo y la llevaba colgada del brazo poprque me daba medo mancharla en el carro.
A la hora de pagar fue muy caótico todo y pasé la camiseta sn querer, y no la pagamos. No llevaba alarma y no hubo ningun aviso de qu eel artículo no estaba sin pagar.
Pues al darme cuenta di la vuelta y fui a caja para pagarla. Y cuando me iba varias personas qu elo vieron dijeron que era tonta y tenía que haber aprovechado. ¿De verdad soy tonta? No me apetecía regalarle a mi hijo una camiseta robada, que además estaba en oferta y eran 6 €, vamos, que no es que fuera a hacerme rica con el ahorro.
Y lo del perjurio ya ni me sorprende. Sin ir más lejos una conocida con la qu eno tenía demasiada relación me llamó hace años para que testificara en un juicio a su favor. Era por su bajo comercial, al que yo jamás había ido, pretendía que la dueña pagara unos arreglos que al parecer no le correspondían y yo tenía qu eir a decir lo mal conservado qu eestaba el local al que, repito, nunca había ido. Obviamente dije que no.
Feliz sábado.
Esa anécdota demuestra que eres una persona honrada. La famosa frase de "pero si todos lo hacen", como justificación a una acción deshonesta, no me vale. A veces, sabiendo cómo actúa la mayoría de la gente, pensamos que somos tontos. A mi vez, te contaré una anécdota que le pasó a un amigo mío: en el cine, al terminar la sesión y encenderse las luces, cuando casi todo el mundo había abandonado la sala, vio algo reluciente en el suelo, que resultó ser un encendedor Dupont de oro. En lugar de quedárselo, lo entregó al acomodador (eso te dará idea de los años que hace de este suceso pues es raro vey hoy día acomodadores en los cines). Pues bien, mi amigo se quedó con la duda de si habóa obrado bien, pues pensó que lo más probable era que el Dupont había ido a pasar al bolsillo de ese empleado. Ahora bien, quién sabe si mi amigo hizo lo que hizo porque no era fumador, jajaja.
EliminarEn cuanto a tu segundo ejemplo, es duro sentirse presionado para mentir, especialmente si quien te lo pide es un amigo o conocido. Pero siempre he pensado que es mejor quedarse con la conciencia tranquila y no hacer lo que no te gustaría que te hicieran a tí.
Un abrazo y que pases también un feliz sábado.
Si la mentira en la vida no lleva a ningún sitio, porque te pillan pronto, y eso creo que a todos nos han dicho eso de que "Las mentiras tienen las patas cortas" y " se coge antes a un mentiroso que a un cojo", en un juicio es alucinante, como abusan de ella, pero siempre he pensado que lo utilizan como defensa, que no quiere decir que lo este justificando ni dando como valido por supuesto, la mentira en ningún ámbito de la vida es valida, pero si es cierto que en un juicio se abusa de ella, y es por esto que aunque se pueda utilizar como defensa, no debería estar permitida, ya que desde la justicia debe de darse ejemplo a la sociedad que no todo vale.
ResponderEliminarEspero haberme expresado con claridad.
Un abrazo.
Hay gente que tiene la mentira pegada en la frente. Es casi una seña de identidad. Son capaces de negar la puebra más palpable de su culpabilidad. Para salvar su pellejo niegan al que era hasta entonces su mejor amigo y colaborador, pasando a ser este, de la noche a la mañana, un desconocido con el que no tuvo trato alguno, cuando las revistas del corazón los han pillado en más de una ocasión en festejos, abrazándose como verdaderos compadres. Con gente así se puede afirmar aquello de que "con amigos como estos, para qué quiero enemigos". Lo primero es salvarse y para eso todo vale.
EliminarUn abrazo, Tere.
La falta de honorabilidad va en la persona, cierto que según la actividad que realice favorece que quien sea un delincuente delinca, pero quien es un mentiroso, quien no es noble (porque todo va junto) por lo general o es torpe y ganará batallas aunque no la guerra por su torpeza o tiene dinero y puede salvarse las espaldas con buenos abogados y entonces gana todo lo que se le ponga por delante. En cualquier caso hay que valer para eso.
ResponderEliminarSAludos.
Ya que citas a los abogados, aunque el cometido de un abogado defensor sea sacar a sus clientes del apuro y procurarles un juicio justo y la menor pena posible, o incluso la absolución, muchas veces me dan escalofríos al ver con qué desvergüenza y cinismo los defienden de hechos indecentes y probados, que uno llega a creer que son como ellos. Ahora mismo me viene a la mente el caso de "la manada". Yo sería incapaz de defender a indivíduos tan despreciables. Ha habido abogados que han desestimado defender según a qué acusado, pero el de estos violadores parece que disfruta defendiéndoles. Tengo entendido que VOX lo ha fichado. Ya me dirás tú. Eso lo dice todo.
EliminarUn abrazo.
Yo el otro día le decía a mi madre: si yo llego a estudiar una carrera como la de derecho 7 u 8 años y acabo defendiendo a alguien como la mujer que mató al niño Gabriel...
EliminarDe acuerdo con lo que dices.
Yo creo que algunos mienten tan descaradamente porque se saben en la impunidad, saben que habrá mucho alboroto por la mentira y mucho ruido, pero al final el mentiroso y sus beneficios saldrán adelante y ya está.
ResponderEliminarEs triste, pero es así. A mí me enciende cómo algunos tienen la desfachatez de negar la mayor, pero al mismo tiempo los comprendo, porque se saben a salvo y solo es cuestión de aguantar el tirón, luego a vivir que son dos días.
Lamentable.
Un besote.
Para ser un buen mentiroso hay que tener la cara más dura que el hormigón y, como bien dices, las espaldas bien cubiertas. La hemeroteca, depositaria de las verdades y las mentiras, el Olimpo de los mortales, demuestra hasta qué punto puede llegar la desvergüenza cuando alguien niega haber dicho lo que dijo y quedó grabado. Y una vez pasada la tormenta, viene la calma. Aquí paz y despuñes gloria.
EliminarLamentable y vergonzoso.
Un beso sincero, jeje.
Pareciera que la mentira y la trampa sólo son malas en esas películas que vemos, porque es verdad que lo que vemos en la vida real da coraje al comprobar que mucha gente miente con una mano en la cintura sabiendo que nada les pasará.
ResponderEliminarY en todos lados es lo mismo amigo.
Abrazos.
Se aprende a mentir de pequeños, y con los años vamos mejorando la técnica. Algunos parece que hasta hayan hecho un Máster.
EliminarComo decimos acá, en todas partes cuecen habas.
Un abrazo, Gildardo.
Bon dia,Josep Mª.
ResponderEliminarAcabo de leer dos de tus escritos, de los que tanto me gustan. No tengo tiempo para comentarlos como se merecen, pero quiero que sepas que estoy aquí, aunque permanezca algo a la sombra.
Estoy de acuerdo contigo.
Por favor no dejes de escribir en tu cuaderno de bitácora.
Un fuerte abrazo.
Bon dia, Ana,
EliminarNo te preocupes, me doy por satisfecho con que sacrifiques una parte de tu tiempo para venir a leerme. Te lo agradezco de veras.
Y sí, puedo prometer y prometo que seguiré escribiendo en Cuaderno de bitácora y en Retales de una vida, jajaja.
Un fuerte abrazo.