viernes, 19 de octubre de 2018

El poder de las palabras



Un antropólogo lo diría con muchísima mayor propiedad que un humilde servidor, pero no hay lugar a dudas de que la capacidad para comunicarse mediante lo que conocemos como lenguaje ha contribuido enormemente al desarrollo y evolución social del Homo sapiens.

Esa comunicación, que se inició mediante signos y señales, llegó a su máxima eficiencia al convertirse en sonidos y grafismos, es decir en la expresión oral y escrita.

De estas dos formas de expresión, la oral suele dar una mayor información, pues va acompañada de otro tipo de lenguaje: el corporal. Una frase puede ser interpretada de distinta forma si no va acompañada de una determinada expresividad. Una cara seria y unos ademanes adustos dan a entender algo muy distinto que si la misma frase se expresa con una sonrisa acompañada de gestos amables. De ahí que en los nuevos sistemas de comunicación por las redes sociales se utilicen con tanta profusión los emoticonos o emojis. Una cara triste, seria o sonriente desvela de inmediato el estado de ánimo de quien escribe o el sentido del mensaje. Una frase escrita sin más, sobre todo si es muy breve, puede parecer fría y cortante, sobre todo si se desconoce el contexto. A falta de símbolos gráficos, el uso del “je, je” o del “ja, ja, ja” sirve para evitar equívocos. En el lenguaje verbal es la entonación, la expresividad facial y la expresión corporal los elementos que tienen esa misma función aclaratoria.

Mención aparte merece el hecho increíble de ver cómo un mensaje puede distorsionarse a medida que este atraviesa más de un intermediario hasta convertirse en algo muy distinto a cómo se originó, pudiéndose ello asemejar al juego de los disparates. La información que parte del primer emisor puede no parecerse en nada a la que llega al último receptor. Saber transmitir un mensaje es crucial para la correcta comprensión del mismo. Todas las partes implicadas tienen para ello que cumplir una función esencial, que consiste en saber interpretar correctamente lo que se lee u oye y transmitirlo sin tergiversaciones. Pero si el mensaje original ya adolece de claridad, difícilmente llegará al receptor en condiciones de ser entendido y apreciado como es debido.

En este sentido, hay quien, de forma voluntaria o involuntaria, hace un mal uso de las palabras. En literatura, por ejemplo, es este un hecho que simplemente muestra una impericia, a veces grave, del escritor. El mal uso de determinados vocablos o expresiones, sobre todo de forma continuada, puede dar al traste con toda una obra por muy interesante que resulte el tema. Ello suele ocurrir con mucha mayor frecuencia en escritores noveles (entre los que me cuento), que desean utilizar un lenguaje culto para no caer en la simpleza, evitando para ello verbos, adjetivos y términos corrientes, inclinándose por expresiones grandilocuentes o, mucho peor, a mi juicio, sinónimos incorrectos, como he podido constatar con cierta frecuencia. Así pues, se da una orden, no se expele una ordenanza; se pone interés en algo, no se expone interés; una persona se encuentra en buen estado físico, no en un correcto estado físico, por poner solo unos pocos ejemplos basados en hechos reales.  Aunque hay puristas que no lo recomiendan, para mí no es ningún pecado usar los verbos hacer, decir o entrar, sin necesidad de sustituirlos forzosamente por realizar, expresar o penetrar, respectivamente. Es hacer novillos, no realizar novillos; decir mentiras, no expresar mentiras; entrar en clase, no penetrar en clase. Esta es mi humilde opinión, pero como no soy lingüista ni corrector de estilo, aceptaré con mucho gusto cualquier rectificación al respecto.

Pero si en literatura el uso correcto de las palabras y expresiones es fundamental para que un texto no rechine y no vaya en detrimento de la calidad del mismo, en política ─ya ha salido la dichosa política─ hay que ir con muchísimo más cuidado por las consecuencias que un mal uso de aquellas puede tener sobre la audiencia. Así, el uso inadecuado de las palabras puede llegar a producir el efecto contrario al deseado. Si, además, ese mal uso no es fruto de la impericia verbal sino de la voluntad de manipular o contaminar la información por parte del emisor original o por parte de los trasmisores intermediarios a lo largo de la cadena de comunicación, el resultado puede ser desastroso e intolerable.

Lo malo es que en política ese mal uso casi siempre tiene un objetivo malintencionado, incluso perverso, para predisponer a los partidarios del orador o charlatán de turno en contra de sus adversarios, tergiversando a propósito la realidad. Al igual que ocurre con los ejemplos que he citado en los escritos literarios, no es lo mismo decir que tal partido o tal otro ha exigido al Gobierno, que ha pedido; como no es igual afirmar que se ha censurado el comportamiento de alguien, que lo ha injuriado. Con estas fórmulas solo tratan de soliviantar a su público y conseguir su fidelidad en forma de votos, sin importarles si han obrado ateniéndose a la verdad. Porque el fin justifica los medios. Hay expresiones que, empleadas torticeramente, pierden su sentido e incluso su credibilidad: definir de golpe de estado una moción de censura, de terrorismo una manifestación o protesta multitudinaria, se sale de lo aceptable. Incluso el término democracia huele mal en boca de quienes lo emplean a su antojo y conveniencia. Si extrapoláramos estos calificativos desmesurados al ámbito de nuestra vida ordinaria, ello resultaría en afirmaciones grotescas. Un hijo que no atiende a los consejos y advertencias de sus padres podría ser acusado de rebelión; una acalorada discusión entre partidarios de equipos de futbol rivales, de incitación al odio; unas palabras obscenas, de herejía, como en plena edad media. Y así un largo etcétera.

Pero volvamos al léxico y al lenguaje en general. Deberíamos ir con cautela y tiento a la hora de emplear las palabras, utilizándolas con propiedad porque estas se pueden volver en nuestra contra. Tanto en el lenguaje escrito como en el oral pueden hacernos un gran o un flaco favor. En las palabras puede residir la clave del éxito o del fracaso, del reconocimiento o del desdén, de la verdad o de la mentira. Como dijo Mahatma Gandhi: “somos dueños de nuestros silencios y esclavos de nuestras palabras”.



32 comentarios:

  1. Buena reflexión amigo. A mí eso de penetrar de inmediato me suena a sexo, no veo cómo sustituya entrar. Tienes razón, creer que se escribe mejor por usar palabras más refinadas es absurdo, al menos para mí.
    Pero pienso que para las nuevas generaciones no es así, no le dan el valor que tienen las palabras y su lenguaje es muy pobre.
    Abrazos

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    1. Jajaja, sí, el verbo "penetrar" tiene una connotación sexual, aunque también lo usamos para indicar que alguien se introduce en un lugar con una cierta dificultad, o bien un objeto dentro de otro. La búsqueda de sinónimos "cultos" para huir de una supuesta sencillez o vulgaridad lleva a situaciones como esta.
      Un abrazo.

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  2. Tota la raó, Josep Ma. L'ús que es fa de frases o paraules com a "cop d'estat", "rebel·lió" i "nazi", només per posar tres exemples, surten normalment dels hereus dels que van donar suport al cop d'estat de l'any 1936 contra la república, que van donar suport a l'Alemanya nazi de Hitler, i que encara es resisteixen a renegar d'aquest passat.

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    1. Hola, Joan. La seva ineptitut i pobresa intel·lectual fa que adoptin postures i un vocabulari propi d'actituts feixistes. Diuen que qui té boca s'equivoca, però aquests casos són més aviat el resultat, no d'un error sinó d'una actitut preestablerta.
      Una abraçada.

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  3. Hola Josep, el lenguaje tiene tantos matices y riquezas que creo se podría abrir un blog (que los habrá) para poder jugar con las palabras y con los usos y perversiones que supongo quien más quien menos comete alguna vez. Dicho lo cual, estamos en una fase de la historia del lenguaje escrito muy singular, pues quizás nunca se haya escrito tanto y a la vez se haya hecho tan mal. Me refiero a que todo el mundo escribe a través de las redes sociales, teléfonos inteligentes (ja,ja,ja) y demás, pero emoticonos aparte, y por poner solo un ejemplo, ya casi nadie abre y cierra un sencillo interrogante aunque muy probablemente sea por el uso informal de estos dispositivos. Pero así se empieza y muy probablemente se acaben llevando estos usos a los centros educativos con sus correspondientes castigos en forma de malas calificaciones. Muy interesante como siempre tus textos. Un abrazo.

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    1. Tan importante es la palabra o expresión oral que ya lo dice el refrán: "por la boca muere el pez", jeje. Ciertamente, la manipulación de las masas se ha hecho siempre por parte de "grandes oradores" que han sabido utilizar las palabras y las ideas a su antojo, sin ceñirse a la verdad.
      En cuanto al deterioro gramatical por el uso y abuso de las nuevas tecnologías, es el resultado, a mi juicio, de aplicar la ley del mínimo esfuerzo. El empleo de la calculadora en clase (salvo si es una calculadora científica) ha hecho también que a algunos jóvenes les cueste hacer una simple mutiplicacion o división a pelo.
      Muchas gracias, Miguel, por dejar tu comentario.
      Un abrazo.

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  4. Saludos, amigo Josep.

    Como de costumbre, una reflexión con bastante buen juicio. Y para que veas que hablo con propiedad (no en balde, mi pasta me ha costado mi léxico, que aún sigo pagando a plazos), te diré que suscribo de "pe" a "pa" tu post. Y permiteme cerrar mi comentario con una genial frase de mi admirado Bukowski: "Un intelectual es el que dice una cosa simple de un modo complicado. Un artista es el que dice una cosa complicada de un modo simple". Genial.

    Un abrazo.

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    1. Saludos, Pedro.
      La frase, sin duda genial, de Bukowski ilustra a la perfección el poder e incluso la magia de las palabras. Bien usadas forman e informan, mal empleadas, vete tú a saber lo que pueden llegar a hacer. Nada bueno, desde luego.
      Un abrazo.

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  5. Pues me has dejado con muy poco que añadir. Estoy en total acuerdo contigo en cuanto al lenguaje oral, escrito y literario y en cuanto al uso del lenguaje en política para enturbiar, manipular y esparcir la basura para que parezca que todos están igual de manchados.
    Cada vez que oigo hablar a alguien del PP de corrupción achacándola a otros partidos, me pregunto hasta donde llega su desvergüenza que les permite aún nombrar lo que tanto les caracteriza.
    Prefiero no empezar a hablar del tema porque me enciendo.
    Más de un año llevan unos señores en prisión preventiva y Rato, condenado, quiere amparo de la Audiencia Nacional y campa por sus respetos por las calles de Madrid. Mal le va a un país en el que a muchos todo esto les parece bien.
    Un beso.

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    1. En política la palabra se ha convertido en un arma arrojadiza disparada sin ton ni son. Hay quien habla sin pensar, pero peor es hablar sabiendo que lo que se dice no se ajusta a la realidad. Es cuetión de ética.
      Veo, Rosa, que has sabido leer entre líneas, jeje.
      Un beso.

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  6. Con la excusa de que el lenguaje lo hacen los hablantes, jugamos con él como si fuera nuestro y decimos burradas porque —como lo consideramos nuestro— queremos cambiarlo a nuestro antojo. Y así le va, al pobre.
    Muy interesante entrada.
    Un abrazo.

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    1. Hemos llegado a un extremo que deberíamos confeccionar un diccionario de sinónimos, de modo que supiéramos a las claras qué ha querido decir el orador. Aunque solo con hacer un pequeño esfuerzo intelectual sabemos lo que hay detrás de las palabras. Es como adivinar que cuando en un anuncio de un piso se dice "aparamento acojedor especial para parejas jóvenes" significa que se trata de un habitáculo de menos de 20 metros cuadrados, jeje.
      Muchas gracias por tu comentario.
      Un abrazo.

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  7. Me encanta todo lo que has expuesto aquí; una mala interpretación puede causar un desastre o como poco una antipatía por cualquier persona que se va de la lengua en cualquier tema sin venir a cuento... :)), aunque eso ya es harina de otro costal.
    Poco tengo que decir porque lo has dicho todo tú, y además con la calidad que siempre le das a tus escritos.
    Me parece la cita de Mahatma Gandhi, de lo más inteligente, y se puede traducir coloquialmente, en boca cerrada no entran moscas...
    Muy interesante Josep. Un abrazo.

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    1. Los equívocos son para las comedias y las películas de humor. En la vida real hay que ir con cuidado con lo que se dice y cómo se dice. Lo malo son esos profesionalesd de la palabra que hacen un mal uso del lenguaje a propósito. Creo que si, en la literatura, el escritor aprende de sus errores y va puliendo su estilo con el tiempo, los que hablan en público deberían hacer lo mismo para saber hablar con propiedad. Pero la gran diferencia entre ambos es que el escritor desea mejorar y el político sabe perfectamente lo que hace mal y lo perpetúa.
      Un abrazo, Elda.

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  8. Totalmente de acuerdo.
    Mi hijo si es linguista y tiene entre otras especialeidades corrector de estilo y me ha dicho que lo que dices está correcto, como el estado físico, jejejeje.
    A mí me da mucho miedo ser rimbombante y que mis expresiones queden raras.
    Un abrazo y feliz finde.

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    1. Ya lo dijo Machado: el camino se hace al andar. Escribiendo y leyendo mucho se aprende a escribir. Lo realmente importante es la autocrítica y conocer nuestras propias limitaciones, aunque esto es más fácil decirlo que hacerlo, pues no somos lo suficientemente objetivos con nuestros propios escritos.
      De todos modos, creo que si uno no pretende imitar a los escritores consagrados, logrará escribir mejor, pues la sencillez vale más que la petulancia. Utilizar términos rimbombantes sin ton ni son, solo para vestir un texto, hace un flaco favor al autor, pues se nota a la legua que intenta suplir su falta de estilo y conocimientos con la inclusión de términos que no encajan con naturalidad en el texto.
      Evidentemente, saber escribir no es solo saber ordenar las palabras una detrás de otra sin cometer faltas de ortografía ni atentar contra la sintaxis; hace falta tener un estilo propio y atractivo, y eso solo se logra (si se logra) con tiempo y una caña, jajaja.
      Un abrazo, Gemma.

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  9. Muy buena reflexión Josep Ma.

    Por desgracia estamos viendo muy poca responsabilidad también en el uso y mal uso del lenguaje así como mucha desfachatez y poca vergüenza. Es inaudito ver cómo se tergiversan hechos y se agitan odios y rencores para obtener votos. Me parece del todo irresponsable pero todo vale y no pasa nada, bueno sí para algunos. ¿Todos somos iguales?
    Besos

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    1. Muchas gracias, Conxita.
      Las palabras pueden ser odiosas o adorables según quien las dice y cómo se dicen. Ese es el poder de las palabras. Ante esa vorágine de acusaciones e insultos que adornan nuestra sociedad y la vida pública, especialmente la política, debemos hacer un esfuerzo para dicernir la verdad de la mentira, tarea que no siempre resulta fácil, pues todos somos hasta cierto punto influenciables.
      Evidentemente, no somos todos iguales. Aunque en la diversidad está la riqueza, en cuanto a derechos fundamentales sí deberíamos serlo.
      Besos.

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  10. Permíteme Josep Mª que me quede en la primera parte de tu exposición, la relativa a los aspectos artísticos de la comunicación, especialmente la escrita (creo que la comunicación realizada por los políticos deja mucho que desear). Y bien, con respecto a los "pobres proyectos de escritores" que de cuando en vez tratamos de dar salida a nuestra creatividad en estas páginas, quiero romper una lanza por todos nosotros. Creo que es necesario equivocarse, leer mucho y darnos cuenta poco a poco de nuestros errores. Un abrazo Josep Mª!

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    1. Como le digo a Gemma, se aprende a base de errores y todos, sin excepción, los hemos cometidos y los seguimos cometiendo. Lo verdaderamente importante es darse cuenta de ellos y hacer propósito de enmienda, jeje. Por otra parte, la lectura, acompañada de unos mínimos conocimientos de escritura, es la mejor fórmula para aprender.
      Un abrazo, amigo viajero.

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  11. ¡Hola! Una buena exposición sobre el lenguaje oral. Con tristeza, observo el detrimento de la expresión oral con nuevas tecnologías, en la que los más jóvenes utilizan signos, emoticonos, y muchas personas prefieren utilizar Whassap antes de expresarse oralmente.

    La verdad, cuando empecé a escribir hace unos quince años mi lenguaje era con un léxico más elaborado, hasta que preferí utilizar un lenguaje más asequible. Dejé de escribir hace tres años, ahora sólo leo. Un abrazo literario.

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    1. Yo creo que se ha perdido el hábito de escribir. Al menos, cuando yo era niño, e incluso adolescente, todavía existía la costumbre de escribir cartas a amigos y familiares. Ahora, conectados como estamos a través de las redes sociales y mediente WhatsApp, la escritura se ha deformado hasta lo indecible, pero es normal, pues la inmediatez de esos medios exige una brevedad y no permite florituras literarias, jeje.
      Creo que para escribir razonablemente bien es mejor optar por la naturalidad, y cada autor tiene la suya. No hay que forzar la máquina y fingir ser lo que no se es. Cada escritor tiene (o debería tener) su estilo propio, su seña de identidad, y eso solo se logra con perseverancia y práctica.
      Un abrazo.

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  12. Has hecho una buena reflexión sobre el lenguaje. Escribir y hablar correctamente es difícil y lo mejor es utilizar las palabras en su justa medida y utilizando el léxico que cada uno entiende. Nos podemos ayudar del un diccionario de sinónimos pero aún y todo podemos usar palabras que no van con lo que se escribe, es mejor usar lo sencillo si no se sabe expresar uno mejor. En cuanto a los políticos es mejor no opinar, porque le dan la vuelta a cada significado de la palabra a su favor para molestar al contrario. Yo cada vez escribo más sencillo y se que aprendo de mis errores. Un abrazo.

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    1. El empleo de un diccionario de sinónimos es fundamental cuando se quiere evitar repeticiones innecesarias a lo largo de un mismo párrafo. No siempre te viene a la cabeza el término que buscas y el diccionario es un instrumento esencial, pero siempre cuidando de elegir el término adecuado y correcto.
      Los políticos suelen utilizar una dialéctica manipuladora, cuando no empozoñada, con fines perversos. En un debate parlamentario o en un cara a cara, yo preferiría que los sustituyeran por robots, al menos estos emplearían los términos correctos incorporados en su software, aunque se les hubiera cargado un CD con el programa electoral del partido que representarían, jajaja.
      Un abrazo.

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  13. Te cuento yo estoy en USA desde hace muchos años,seguramente cuando escribo meto la pata bastante, amo el idioma y a veces me salen cosas cómicas traduciendo mi mente va del inglés al español Nunca nadie me ha dicho nada.Me ha encantado tu texto porque tiene mucho de lo que hago y digo .Gracias por compartir

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    1. Cuando se es bilingüe ocurre que, si uno no se anda con mucho cuidado, puede meter la pata y emplear un término incorrecto. Es cuestión de practicar mucho y revisar un texto antes de publicarlo.
      Gracias a tí por acercarte a leerme y dejar tu comentario.
      Un abrazo.

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  14. En el curso que hice de escritura creativa, los profesores nos insistieron mucho en el empleo de vocablos sencillos mejor que grandilocuentes, el huir de los adjetivos siempre que se pueda y que el verbo "decir" es el mejor para hacer hablar a un personaje (me refiero a cuando un personaje habla y se introduce algo como 'él dijo' 'fulanito dice', etc.) y no emplear pseudosinónimos como "expresar" "aducir" que lastran la lectura.
    En cuanto al lenguaje de los políticos... qué quieres que te diga, Josep Mª, es lamentable y los periodistas que trabajan para un bando u otro, esos son los peores, porque se saltan el código deontológico de su profesión en pos de los intereses de sus amos y al contar una noticia solo pretenden manipular. Tan harta estoy de los políticos y sus secuaces, los periodistas, que hace meses que no veo el inicio de un telediario, suelo conectar ese tipo de programas cuando ya están mediados y han dejado de hablar de política para contar otras cosas.
    Muy buena reflexión.
    Un besote.

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    1. Pues en el taller de escritura creativa al que yo asistí, la profesora no opinaba igual en cuanto al empleo de lo que llamaba "palabras baúl", esas a las que uno recurre para no romperse la cabeza buscando otras mucho más literarias. Concretamente, tuve una discusión con ella sobre el empleo del verbo decir en los diálogos. Está bien decir "afirmó" e ir alternando con algún otro sinónimo si el dialogo es muy largo y está plagado de "dijo", pero ella renegaba del verbo decir por simplón. Un día le mostré un relato corto de uno de sus escritores de relatos más admirado, Raymond Carver, y todo eran "dijo" por aquí, "dijo" por allá. Su justificación fue que en inglés sí se admitía como algo normal el uso de "said". Vaya, qué contrariedad, jajaja. Si tus profesores te recomendaron huir de los adjetivos, la mía detestaba el empleo de los adverbios terminados en "mente". Cada maestrillo tiene su librillo, jeje.
      En la política, ciertamente me olvidé de citar a esos otros elementos colaboradores necesarios de la desinformación y manipulación mediática: los periodistas. Evidentemente, los hay buenos, no tan buenos, y malos, pero todo polític tiene su camarilla que le facilita el camino hacia la tergiversación y propaga sus mentiras. Una verdadera lástima que profesionales de la información se vendan de ese modo, al margen de que haya quienes coincidan con la ideología de aquellos para los que hacen de portavoz.
      Un beso.

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  15. Bonita reflexión, Josep Mª, con la que estoy de acuerdo.
    Creo que uno debe escribir como piensa y siente, así sale de forma natural.
    Pero, ya que estoy aquí, aprovecho para plantearos una duda. La RAE ha aceptado, entre otras palabras: -otubre- y -almóndiga- y yo pregunto: ¿afecta la supresión de la letra al número de días del mes? ¿las almóndigas son redonditas, como las albóndigas?
    En cuanto a los políticos no tengo dudas ¡que suerte! opino como vosotros.
    Me encantan tus reflexiones.
    Un abrazo

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    1. ¿Otubre y almóndiga? ¿Va en serio? Entonces también vale lo de cocreta, ¿no?, jajaja.
      Estoy contigo en lo que dices que hay que escribir como uno piensa y siente. Una cualidad del escritor tiene que ser la honradez literaria. Y en cuanto a los políticos, no hablemos de honradez, jeje.
      Muchas gracias, Ana, por tus palabras y por mantenerme al día de los "progresos" de la RAE, jajaja.
      Un abrazo.

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  16. El lenguaje tiene mucha más importancia de la que creemos. Y me parece que quien le quita hierro al asunto, no se da cuenta de que a través de las palabras se ejercen actos no solo de manipulación, sino también de violencia. No hay más que fijarse en la diferencia de discurso que se da en los telediarios dependiendo del partido político de la cadena en cuestión (a veces la diferencia es tan obvia y hay tanta tergiversación que me pongo de mal humor por el insulto a la inteligencia del espectador). También entra aquí el tema del lenguaje sexista, pues cosas como "ser una neneza" transmiten un mensaje mucho más perjudicial de lo que creemos.
    Otra cosa que me llama la atención es que se defienda la libertad de expresión con canciones, tweets o publicaciones en los que se desee la muerte de una persona... ¿Por qué entendemos que la violencia solo es física, cuando esta comienza siendo precisamente una idea que se transmite con palabras?
    Lo dicho, que el lenguaje tiene mucho más poder del que pensamos.
    Un abrazo.

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    1. Ya lo creo que el lenguaje tiene importancia. Como bien dices, solo hay que ver, o mejor dicho oír, el relato de una misma historia que se da en medios de comunicación distintos y adscritos a distintas ideologías. LLega un momento en que parece que la verdad no existe. Cierto es que hay cosas sujetas a interpretaciones diferentes, pero en cuestión de matices, no de concepto. Por no hablar del ocultamiento de la verdad mediante estúpidas falacias. ¿Cómo murió el disidente saudita, Khashoggi? ¿Resultado de una pelea? ¿Un desgraciado accidente? ¿O, como parece, torturado y descuartizado vivo? Veremos cuál será la versión oficial definitiva. Lo que más me indiga es que nos tomen por idiotas, ese insuto a la inteligencia de la creen que carecemos.
      Y, por supuesto, el lenguaje sexista camuflado de chanza aparentemente inocente es otro ejemplo a tener en cuenta. El tema de la libertad de expresión da para mucha controversia, lo reconozco. Se dice, muy acertadamente, que la libertad de uno termina donde empieza la del otro. Uno puede esxpresar públicamente su desacuerdo con quien sea y cómo sea siempre que no falte a la verdad o sea una obscenidad y un insulto gratuito. Las amenazas de muerte no pueden entrar en ese saco de la libertad de expresión y merecen ser perseguidas, pero tanto las que se producen desde un flanco como desde el flanco opuesto. No vale encausar a quien desea la muerte al Rey y no a quien se la desea a un político o a un periodista, por poner un ejemplo. Tomos somos iguales ante la Ley (eso dicen). Pero bien es cierto que a rio revuelto ganancia de pescadores. Y no olvidemos que la violencia egendra violencia, tanto verbal como física.
      Viva las palabras bien usadas, jeje.
      Un abrazo, Sofia.

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