sábado, 21 de enero de 2017

¿Diálogo, qué diálogo?


Según la Real Academia Española de la Lengua, el término “dialogo” se define, en su primera acepción, como “plática entre dos a más personas que alternativamente manifiestas sus ideas o afectos”. Pero existe otro término, el que aquí me interesa, que incluye la forma “diálogo de sordos” y que define como “conversación en la que los interlocutores no se prestan atención”. Y es que no hay peor sordo que el que no quiere oír.

Esta debe ser otra de mis “rarezas”: pretender que cuando se dialoga, se dialogue de verdad. No, no es un juego de palabras. En todo caso sería como el estribillo de aquella canción que dice que “la española cuando besa, es que besa de verdad”. Pues todos los españoles deberían aplicarse el cuento y que pudiéramos decir que el español cuando dialoga, dialoga de verdad. Y, como no podría ser de otro modo, quienes más deberían seguir este principio son los políticos, porque creo que ni siquiera conocen el significado del verbo dialogar o, por lo menos, no lo saben conjugar: yo dialogo, tu dialogas, él dialoga, nosotros...

¿No os habéis fijado que en un turno de réplica, tanto en un Parlamento Autonómico, en el Congreso de los Diputados, en el Senado o en la mismísima Asamblea de las Naciones Unidas, el político de turno está únicamente centrado en leer al pie de la letra lo que ya llevaba escrito de antemano cuando no sabía con exactitud ─aunque ya debía intuir por dónde irían los tiros─ qué argumentos en concreto utilizaría su oponente y qué deberá rebatir o responder? Lo lógico sería escucharlos, pensar en ellos y solo entones pasar al contraataque, a rebatirlos uno a uno, si es necesario y tiene argumentos para ello. En definitiva, se trata de conocer al detalle el tema de discusión y estar lo suficientemente preparado como para improvisar sobre la marcha sin la ayuda de un guion. Aunque se partan de posiciones diametralmente opuestas, siempre habrán aspectos que requieran de una discusión, matización, aclaración, o respuesta concreta. Pues no, los “actores” se limitan a repetir hasta la saciedad su discurso, obviando las respectivas interpelaciones y yendo cada uno a lo suyo. Aquí podríamos también hablar de “diálogo de besugos”. En otras palabras: ausencia total de diálogo.

Entonces ¿de qué sirve comparecer en una cámara, donde se debaten temas de interés capital, con la lección aprendida y sin ánimos de escuchar atentamente las otras posturas para, de este modo, participar en un diálogo productivo pensado solo en el bien general y no en los intereses particulares y partidistas? Para nada. Bueno, sí, para lucirse ante sus partidarios y andar a la greña con sus eternos rivales.

Solo en un plató de televisión, en un cara a cara, pueden los contendientes practicar algo parecido al diálogo, si bien se hace patente el discurso personal eludiendo, por ambas partes, contestar aquellas preguntas capciosas o comprometedoras. Porque una de las características más sobresalientes de un político es saber divagar ante ese tipo de preguntas tan incómodas, incluso hechas por el moderador o entrevistador, para que el protagonista “se moje”. Y si es un “buen político” siempre saldrá airoso. Por mucho que se le presione e insista, siempre se andará hábilmente por las ramas con tal de esquivar la respuesta que le puede comprometer.

Pero la falta de diálogo no es exclusiva de los políticos. Parece más bien un mal endémico de este país. Todos hemos visto la lamentable escena de tertulianos, generalmente periodistas, debatiendo alrededor de una mesa y ante una audiencia televisiva considerable, hablando todos a la vez y compitiendo para ver quién grita más, cruzándose palabras y lanzándose acusaciones e improperios, bien en defensa de sus argumentos, bien atacando los de la parte contraria. ¿Acaso es eso dialogar? Con este comportamiento solo se pretende acallar la voz del contrincante, evitando que se le pueda oír y, por lo tanto, que pueda expresar en voz alta su opinión. Pero no solo no practican el diálogo sino tampoco la autocrítica, porque para acabar de rematar ese sinsentido, todos, absolutamente todos, se quejan de que el oponente no les deja hablar. Si el moderador logra apaciguar los ánimos de los participantes y poner un poco de orden y cordura, en cuanto le devuelve la palabra a uno de ellos, de inmediato otro alza la voz para acallarla de nuevo. Pena y vergüenza ajena. 

Así pues, quizá esta falta de diálogo no sea otra cosa que falta de educación. Quizá es que en nuestro país todavía no hemos adquirido una cultura democrática o, peor aún, cojeamos en cultura general. Al igual que cuando yo era niño existía en la escuela (al menos en la mía)  una asignatura llamada “aseo y urbanidad” (que debería recuperase, sobre todo en lo referente a la segunda parte), debería introducirse ahora una que bien podría bautizarse “hablar y dialogar”. Quizá así nos iría mejor.


16 comentarios:

  1. ¡Muy buena entrada! Comparto tu opinión sobre este tema. No sabemos dialogar, ni argumentar frente a quien opina diferente.Podemos resumirlo en falta de educación y mediocridad intelectual.

    Un abrazo.

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    1. Una de las normas básicas de la educación es saber escuchar, respetar la opinión ajena, saberla procesar y responder adecuada y civilizadamente. Todavía hay mucho que hacer para llegar a este punto. Pero me temo que el sistema educativo (empezando por los padres) no está por la labor.
      Muchas gracias, Fanny, por compartir tu parecer.
      Un abrazo.

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  2. Es una buenísima reflexión acerca de eso que como bien dices carecen, los políticos y los periodistas, no son capaces ni los unos ni los otros, creo que dialogar es mantener una charla respetando a quien tienes delante, su opinión ante todo, pero creo que hace mucho tiempo que eso no se ve ni por asomo. Y como tú bien dices es falta de educación y cultura, si hubiera esta estoy completamente de acuerdo contigo en que tanto unos como otros sabrían dialogar, estoy segura.
    Tambien es cierto que si la gente le gusta ver programas como "Salvame etc, entonces apaga y vamonos, el remate ya.
    Por otro lado tú reflexión me a hecho recordar un programa que yo veía en mi tiempos de jovencitas, y que seguro que tú al ser mayor que yo recuerdas, "LA CLAVE" de Jose Luís Balbín lo recuerdas? ese era un programa que daba gusto porque había autentico debate y era muy sano, o había un programa en le Canal 9, la televisión autonómica valenciana, de Sanchez Drágo donde también había auténticos debates en los cuales reinaba el dialogo entre los contertulios, en fin la televisión autonómica desapareció y con ella Sanchez Drágo y su programa, en fin es una pena que no hayan programas como aquellos, la gente aprendería a dialogar y de paso aprendería cultura. un abrazo. y como siempre interesantísimo. TERe

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    1. Ya lo creo que me acuerdo, Teresa. "La clave" y Balbín eran un ejemplo de lo que debe ser un programa de debate. Pero los tiempos han cambiado y, como dices, ahora "vende" más la confrontación y cuanto más agresiva sea, más audiencia. En "Crónicas marcianas", programa presentado (y creo que dirigido) por Javier Sardá, ya nació este estilo. Desde entonces, ese presentador perdió todo mi respeto, pues tengo constancia que incitaba deliberadamente a los invitados a que se pelearan. Y qué decir de Mercedes Milá, una excelente periodista que, desde que se hizo cargo de Gran Hermano, derivó hacia la vulgaridad, utilizando ella misma expresiones soeces, pretendiendo con ello romper moldes, creando un nuevo estilo irreverente (que pretende escandalizar) y provocador. Si quienes deberían ser el paradigma de la educación y cortesía, se muestran tan irrespetuosos, apaga y vámonos. Pero es lo que demanda la audiencia...
      Muchas gracias, Tere, por tu comentario.
      Un abrazo.

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  3. ¿Qué más se puede decir? Totalmente de acuerdo contigo, Josep. No sabemos dialogar, ni intercambiar ideas ni opiniones, ni enriquecernos con los puntos de vista diferentes a los nuestros. Sólo sabemos discutir, y mediante la discusión imponer nuestras ideas y nuestro punto de vista anulando al contrario. Y, desde luego, tal y como apuntas, mal ejemplo recibimos de ese espejo que todos tenemos en casa llamado televisión, y que llamo "espejo" por ser un fiel reflejo de lo que realmente somos como sociedad. Me irrita ver a gente supuestamente culta e inteligente solapar sus voces con las de su oponente en cada debate o tertulia, sea esta política, social o deportiva. De hecho, como decía el viejo Groucho: "Cada año que pasa encuentro a la televisión más educativa. Cada vez que alguien la enciende me retiro a otra habitación y me leo un libro".

    Un abrazo.

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    1. Por desgracia, vemos que cultura e inteligencia no van de la mano de la educación. Y lo más increíble es que profesionales del periodismo, que deben tener una buena formación en comunicación, no saben o no quieren ponerla en práctica.
      Yo entiendo que somos humanos y que a veces uno puede encenderse ante una gran majadería o impertinencia del interlocutor, pero ahí reside la calidad humana y profesional, en saber hacer uso de lo que se conoce como gestión emocional. Quizá todo sea culpa de la sangre caliente de los latinos. Por lo menos, todavía no hemos sido testigos de peleas, a puñetazo limpio, como han ocurrido en el parlamento de otros países. Pero todo llegará...
      Ah, Groucho el sabio. Nada más cierto. Yo no soy de los que dicen que todo lo pasado fue mejor, pero creo que la televisión ha perdido en calidad y algunas cadenas (como Tele 5) han apostado por la telebasura. De "caja tonta" debería pasar a llamarse "caja idiota".
      Un abrazo, Pedro.

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  4. Tienes toda la razón. Lo malo de instaurar una asignatura así es que esos niños o jóvenes, cuando estén en casa van a ver a su madre viendo ciertos programas de sobremesa donde se gana un buen dinero por chillarse y gritarse, y si hay insultos, mejor, y claro, poderoso caballero es don dinero, así que para qué van a estudiar.
    Un abrazo y me ha gustado mucho, pienso igual.

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    1. Tienes razón, Marigem. La educación en la escuela tiene que reforzarse en el seno familiar. Los niños aprenden más de lo que ven en casa que de lo que les dicen en clase. Si no, no se entendería el bajo (a mi juicio) nivel cultural y la mala educación de muchos jóvenes de hoy en día, que habiendo cursado la ESO y el bachillerato, me comportan como auténticos "garrulos".
      Un abrazo.

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  5. Excelente propuesta, una materia sobre diálogo y sobre todo que enseñe a no responder con divagues una pregunta o una opinión concreta.

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    1. Muchas gracias, Mirna, por venir a este rincón y comentar. Por desgracia, los políticos, esas señorías que deberían dar ejemplo de transparencia, suelen ser los más opacos a la hora de dar explicaciones.
      Saludos.

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  6. Totalmente de acuerdo con tus palabras, y es que los políticos no escuchan, se limitan a ponerse enfrente del otro y esperar a que cuente su historia , para hablar ellos de la suya. Se nota mucho y queda mal. ¿No os ha pasado nunca que estás contano algo y cuando acabas la persona de enfrente te contesta con otra cosa que no tiene nada que ver? A mí si me ha pasado, y he optado por dejar de contar mis cosas a esas personas.
    En fin para dialogar hacen falta dos.
    Un besillo.

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    1. Es que los políticos van a lo suyo, a hacer su papel y quedar bien ante sus electores. Se mueven a partir de un programa que deben seguir al pie de la letra. Por lo tanto, les importa un comino lo que digan los demás, porque los demás están equivocados y ellos no.
      Y lo de hablar a la pared, me ha ocurrido en bastantes ocasiones y no lo soporto. Incluso me ha ocurrido al contestar una pregunta (evidentemente hecha por compromiso) y cuando le están contestando, ye das cuenta que no presta atención a lo que estás diciendo. Esta es una versión todavía más censurable pues te hacen hablar por hablar.
      Gracias por tu opinión.
      Un beso.

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  7. Cierto, pero ese mal como bien dices no solo es de los políticos y ellos son los primeros que debieran predicar con el ejemplo en el diálogo y en otras muchas cosas, falta mucho escuchar al otro, preocuparse por escuchar lo que el otro te está diciendo, eso no sé si es solo educación o interés por el otro.
    Como dice Maria para el diálogo hacen falta dos y dos que estén interesados en escucharse.
    Muy interesante tu reflexión.
    Besos

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    1. Yo creo, Conxita, que hay una mezcla de ambas cosas: falta de interés y de educación. Porque una persona educada muestra interés por lo que otra le expone y contesta adecuadamente. Y si no sabe la respuesta, con un no lo sé, lo siento, es suficiente, y no inventar lo primero que le viene a la cabeza, que es lo que hacen muchos políticos. No escuchar y mentir son dos conductas muy habituales entre nuestros políticos. Aunque, como bien dices, no es algo exclusivo de ellos. Por desgracia, debería añadir.
      Muchas gracias por tu comentario.
      Besos.

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  8. Hola Josep!, he estado leyendo tu entrada y los comentarios que ha generado. En realidad no puedo estar mas de acuerdo con vuestras opiniones, es más, la política es solo un pobre ejemplo de lo sorda que se puede volver una sociedad, y el caso es que muchas veces las nuevas tecnologías, en vez de ayudar, amplifican todavía más esta tendencia. Basta pasarse por cualquier red social o chat para darse cuenta que la gente suelta su speech (muchas veces fuera del lugar) no para confrontar sus ideas o dar su punto de vista, sino para dejar claro que la suya es la única y verdadera opinión válida. En fin, paciencia y esperemos que la educación y el sentido común hagan su trabajo. Buen fin de semana!

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  9. Hola, amigo. Pues efectivamente, lo que se puede leer en las redes sociales son monólogos que, aunque permiten ser contestados, solo sirven para fomentar aun más la conflictividad social. Y, lo peor de toso, es que muchas veces se dedican a divulgar mentiras. La veracidad de la información que corre por la red es otro tema preocupante. !Cuántas veces me he "tragado" falacias e incluso, con buena intención, las que llegado a compartir! Siempre que sea posible, hay que contrastar la información que nos llega por determinados canales. Pero, aun así, estamos muchas veces a merced de periodistas desaprensivos, sin ética profesional, que tergiversan la información deliberadamente. ¿Acaso existe algún periódico realmente independiente en este país?
    Muchas gracias por tu aportación personal.
    Un abrazo y que tengas también un buen fin de semana.

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