Se habla de “corporativismo”
cuando un grupo o sector profesional actúa, a
ultranza, en defensa de la solidaridad interna y de los intereses de sus
miembros.
Por fortuna, este
comportamiento corporativista ha ido menguando. Hemos visto casos en que la
mala praxis de un médico ha sido denunciada sin tapujos por sus colegas y por
el mismo Colegio Oficial de Médicos, algo no solo ético sino necesario, pues no
se puede permitir que la conducta inadecuada de un elemento ponga en entredicho
la profesionalidad y el buen hacer de un colectivo.
Pero donde algo hubo, algo
queda (como con la hermosura) y me atrevo a decir que todavía hay colectivos en
los que se practica el encubrimiento mutuo.
A mi juicio este
corporativismo sigue más vigente que nunca en la clase política, aunque con
unos tintes y manifestaciones especiales. Porque, salvo contadas excepciones,
la actitud mayoritaria es la de cerrar filas y defender a ultranza el mal
comportamiento del correligionario, a menos que quede meridianamente clara y
probada su culpabilidad. Entonces, la situación se invierte, defenestrando al
culpable para deshacerse de un lastre, un peso muerto, que daña la imagen del
partido. Todos se apresuran a desmarcarse del hecho juzgado y sentenciado, y
del apestado en que se ha convertido el garbanzo negro de la familia,
olvidándose de las antiguas correrías conjuntas.
Pero iré más allá de este
comportamiento de autodefensa y me referiré a la obediencia de partido, a la falta
de discrepancia dentro de un grupo político, a la prohibición generalizada de
practicar la objeción de conciencia, impidiendo con ello ejercer el dominio de
la razón, la libertad de pensamiento y de expresión.
Si bien es lógico que un
afiliado a un partido “comulgue” con la ideología y el programa político del
mismo y que la cúpula de dicho partido tenga un pensamiento homogéneo, un mismo
enfoque frente a los problemas sociales y una actitud común ante lo que
consideran el ejercicio de su deber, también es perfectamente normal que exista
alguna discrepancia, incluso significativa, en torno a un tema en concreto.
¿Todos los miembros de un partido conservador tienen que estar, por ejemplo, en
contra del aborto?
¿Y a qué se debe que todos los
miembros relevantes (los que se manifiestan en público) de un partido usen el
mismo lenguaje, las mismas consignas, palabras y ejemplos? ¿Acaso, en aras de
ese corporativismo u obediencia, se aprenden la lección de memoria sin pensar
en si lo que dicen se ajusta a la realidad? Pero ¿qué es realidad o verdad en
política?
Pero todavía iré más lejos,
adonde realmente quería llegar, pues todo lo anterior era para hacer boca, un
aperitivo. Y como suele ocurrir en los banquetes, el aperitivo es mucho más
abundante que el plato principal.
Y el plato principal al que
quería llegar es al seguidismo que practican muchos ciudadanos y ciudadanas.
Porque alguien haya votado a
un determinado partido, ¿tiene que secundar forzosamente todo lo que sus
portavoces dicten y acuerden? Por muy afín que sea a su ideario político, ¿acaso
no puede discrepar jamás y tener su propia opinión, aunque se desvíe de la del
“consorcio”? ¿Dónde está la objetividad, si es que existe? ¿Todos a una, como
Fuenteovejuna?
Usando un ejemplo deportivo,
¿por qué todos los seguidores de un equipo de futbol niegan unánimemente que
uno de sus jugadores estuviera fuera de juego cuando marcó un gol y lo siguen manteniendo incluso después de ver las imágenes
por televisión? ¿Y por qué el árbitro siempre favorece al equipo contrario
cuando el nuestro pierde, pero nunca al revés? Si en algo tan banal como es un
juego existen unas conductas tan parciales y gregarias, qué no sucederá cuando
se trata de asuntos más espinosos y controvertidos.
Haciendo un ejercicio de
ingenuidad, pienso que se puede estar perfectamente en desacuerdo con la
opinión de tus “correligionarios”. Pero parece que eso no es así en la realidad.
Al menos no en política. Hay quien considera que una crítica a “su partido”, es
un ataque personal. Y, siguiendo esta premisa de fidelidad a rajatabla, esos
mismos "jueces" interpretan que cuando uno valora positivamente unas
declaraciones o una iniciativa de un determinado dirigente, ello forzosamente
indica que pertenece o simpatiza con el partido que aquel representa. ¿Acaso en
política no puede existir la objetividad? ¿Os habéis fijado como en el Congreso
de Diputados o en cualquier Parlamento una intervención, por muy acertada y
digna de encomio que sea, solo es aplaudida por la bancada del partido del
orador? Si se expone algo justo y ecuánime, ¿por qué no es aplaudido por todos
los diputados, independientemente de su afiliación? Pues porque tal actitud se
interpretaría como darle la razón al enemigo, una traición imperdonable a su
partido. Quizá esa sea la tónica general o la regla no escrita. Yo mismo, por
mostrar mi desacuerdo en una red social con el partido del Gobierno, he sido
etiquetado en más de una ocasión de “podemita” y con ello no quiero decir que
sea algo insultante, faltaría más. Simplemente quiero significar con qué
facilidad se hacen conjeturas y se etiqueta a la gente por sus palabras.
Todavía hay quien clasifica a
la gente en dos grupos: buenos y malos; amigos y enemigos. Son los mismos que
practican el “estás conmigo o contra mí”. No hay un abanico de colores; para
ellos solo hay blanco y negro.
Al parecer, la inteligencia,
la sensatez y la ecuanimidad no siempre van de la mano. Para mí, cerrar filas
en torno a un único argumento y partido político, haciendo oídos sordos a
cualquier otra alternativa, es una forma de corporativismo muy negativa.
Incluso diría que es una sinrazón.
O quizá resulta que soy un anti-sistema sin saberlo.
Jajaja Josep Ma no sé si eres un antisistema o ya somos dos, porque veo las cosas como tú.
ResponderEliminarMe parece absurdo el corporativismo, de hecho me parece que es malo para todos y sigue muy vigente.
En el caso de los médicos se sigue protegiendo al colega que no ha tenido una buena actuación, más que nada por aquello de hoy por ti y mañana por mi y hay vidas en juego y profesionales que no actúan correctamente.
Los políticos, bufffffffffffffffffffffff. Desde hace años me cuestiono y mucho su papel, cada vez hay más personajillos mediocres y de pocas luces que ni siquiera tienen la decencia de ser honestos ni saben hacer su trabajo y en lugar de eso se dedican a enriquecerse de manera fraudulenta. Los espectáculos que dan aplaudiendo a la orden del macho alfa (o hembra) aunque estén diciendo estupideces, hace que se sienta vergüenza, me parece un espectáculo lamentable. A mi me parece más interesante escuchar de verdad lo que dice el otro y como dices y si está bien aplaudirlo, pero no, solo se hace por intereses partidistas. Aunque también es cierto que cada vez cuesta más escuchar frases sensatas. Una pena.
Un abrazo
Lo malo, Conxita, es que no podemos prescindir de la "clase" política. Nos representan y los votamos, y hemos de asumir las consecuencias. Pero si dejaran de lado sus rencillas partidistas y se concentraran en el bien común, que es para lo que les pagamos, otro gallo cantaría.
EliminarUn abrazo.
Una buena reflexión, Josep, y no puedo estar más de acuerdo contigo. Parece que si perteneces a un partido jamás puedes encontrar bien hecho lo que digan otros de otros partidos y tienes que comulgar siempre con lo que defienda el tuyo, aunque meta la pata hasta la ingle. No sé a qué se debe, porque el sentido crítico debería de ser valorado y no castigado.
ResponderEliminarRespecto a la disciplina de voto, otro tanto, aunque ahí lo entiendo algo mejor porque más de un partido se puede encontrar, de dejar votar libremente a los suyos, con que una propuesta importante de su ideario y que ha atraído a los votantes, al final acaba echada por tierra. Es la forma de no correr riesgos.
En fin, que las cosas son exactamente como explicas en tu post, no se puede negar :)
¡Un abrazo de miércoles!
Los políticos llevan su papel aprendido y se ajustan al guión sin desviarse lo más mínimo. Cuántas veces hemos visto que cuando es el turno de réplica, leen lo que ya llevaban escrito antes de escuchar el alegato del contrario. Parece que están ciegos y sordos. Van a lo suyo, cueste o que cueste.
EliminarHay casos en los que yo también comprendo que debe haber una postura común, de lo contrario no prosperaría una moción para poner en práctica una medida que formaba parte de su programa electoral. Hay casos en que la disciplina es necesaria por aquello de que la unión hace la fuerza. No me imagino, por ejemplo, soldados cuestionando la decisión del comandante o del general en el campo de batalla, jeje
Un abrazo, Julia.
JOSEP tienes toda la razón. Y es un grave problema con pocas posibilidades de solución. Tendríamos que evolucionar mucho. Un abrazo y gracias por tus palabras
ResponderEliminarJOSEP tienes toda la razón. Y es un grave problema con pocas posibilidades de solución. Tendríamos que evolucionar mucho. Un abrazo y gracias por tus palabras
ResponderEliminarOjalá el hombre evolucionara hasta lograr entenderse entre sí. Pero quizá la inteligencia humana todavía no ha llegado a ese estadio. Pero me temo que en lugar de evolucionar, el ser humano está en una fase de regresión. Si ni siquiera se ponen de acuerdo sobre la necesidad imperiosa de detener el cambio climático!
EliminarUn abrazo, Esperanza.
Nada que objetar a lo que dices, sino todo lo contrario.
ResponderEliminarEn cuanto a los políticos, qué vas a esperar de semejante ganadería.
Un abrazo.
Y es que algunos de esos "astados", meten el cuerno hasta el fondo y se empecinan en no sacarlo.
EliminarVer una sesión en el Congreso de Diputados parece, a veces, una faena de todos contra todos.
Un abrazo.
Hola Josep, no sabes cuanto estoy de acuerdo y cuanto me identifico con las ideas expuestas. Has puesto un ejemplo claro con el tema del aborto y del que nunca he entendido que sea una cuestión ideológica. Es decir, si eres de izquierdas se supone que tienes que estar de acuerdo con esta práctica y si eres de derechas pues en contra. Este sería solo un ejemplo de los clichés y el seguimiento de ellos que se hace en general. ¿Se puede ser religioso y de izquierdas sin ser un bicho raro?¿O de derechas y completamente ateo sin que te miren raro? Sinceramente, no parece existir la libertad de opinión y la gente tiende a seguir todo lo que sus partidos o los supuestos preceptos ideológicos, les son indicados. Un abrazo y gracias por la acertada reflexión.
ResponderEliminarEstos clichés monolíticos son precisamente los que impiden el entendimiento. A veces me da la impresión que hemos vuelto a la época en la que se tachaba de "rojo" a todo aquel que no comulgaba con le régimen franquista. No hay nada peor que clasificar a la gente con términos absolutistas, por no hablar de quienes ofenden a su contrincante con calificativos que recuerdan la época más oscura de nuestro país y de Europa.
EliminarUn abrazo, Miguel.
El corporativismo se puede definir o explicar también con esta frase: hoy por ti y mañana por mí.
ResponderEliminarEn cuanto a seguir a rajatabla el ideario de un partido político a mí tampoco me parece razonable. Cuando voto en las elecciones siempre tengo objeciones al partido que he elegido, pero creo que ninguno cumple, para nadie, todas sus expectativas y uno ha de elegir el que más se ajusta a lo que cree justo o cabal.
El etiquetar a las personas es una postura típica del que no quiere pensar, es mucho más cómodo clasificar por dos o tres características y no pararse a conocer al que es etiquetado. Como dice Miguel, si eres de derechas eres religioso, si eres de izquierdas eres ateo, etc, etc.
De todas formas siempre hay gente que se sale de la norma y no sigue esas pautas.
El defender a "los tuyos" a capa y espada puede ser un signo de lealtad pero esa lealtad no puede nublar el entendimiento y hay que saber separar la paja del grano. Y en esto también hay gente que no sigue esas pautas de adocenamiento; mi marido es madridista pero no tiene ningún problema en reconocer cuando un jugador de su equipo se ha portado mal. Yo siempre recurro a él para saber si una jugada ha sido un fuera de juego o no, me fío de su criterio más que del árbitro, jajaja.
Estupenda reflexión la tuya, como ya nos tienes acostumbrados, Josep Mª.
Un abrazo.
La defensa a ultranza de "los tuyos" no siquiera la entiendo cuando se trata de la familia. Un padre o una madre no puede defender a su hijo maltratador, violador o asesino, por mucho que le quiera. Claro que eso es entrar en una plano muy personal y puede ser que la pasión nuble el entendimiento o se quiera negar la evidencia por amor. Pero en el plano político, quien defiende a quien ha cometido algo inmoral o pone en su boca calumnias, se convierte en cómplice de ese comportamiento y de esa falta de moral.
EliminarMuchas gracias, Paloma, por dejar tu comentario.
Un abrazo.
P.D.- Y felicita a tu marido por su ecuanimidad deportiva.
Es una excelente reflexión y es muy grave que el razonamiento este nublando a la políticos.
ResponderEliminarPero ya no eso, si lo que rodea a todo esto, que lo que yo decía ayer o antes de ayer (con esto de las fiestas una ya no sabe jejej) en mi muro de Facebook, que lo que no puede ser es que alguien deje de dirigirte la palabra o te borre porque sus opiniones políticas sean muy distintas a las tuyas, y si hasta ahí llegamos mal vamos, porque ya no es que estén fallando los mas elementales fundamentos políticos, si no que también fallan el respeto por el otro, y desde luego eso no se puede permitir, pues solo faltaba eso, en fin que hemos llegado un punto en que se a perdido todo hasta los valores, y la deriva que están tomando los acontecimientos como a ti no me gustan nada, y tú tranquilo, que si alguien te tacha de algo, tú a seguir pensando o opinando como quieras, los demás respetamos y quien no lo haga haya él. Un abrazo. TERE.
Como decía hace unos días un psiquiatra por televisión, delante de una situación violenta o estresante, nuestro cerebro parece dividirse en dos: la parte pasional y la reflexiva. Cuando uno se deja vencer por la primera, vamos mal. Muchos deberían contar, o hasta diez sino hace mil, antes de decir o hacer algo de forma impulsiva.
EliminarComo decía Paloma, es mucho más fácil dejarse llevar por el "instinto" que por la reflexión. Es más fácil etiquetar a alguien por una opinión aislada que intentar conocer a fondo su ideario.
Un abrazo, Tere.
Lo de las etiquetas parece inevitable porque nos ahora pensar ¡con lo que eso duele!
ResponderEliminarY en cuanto a la disciplina de partido, pues creo que no es más que una consecuencia de que somos seres sociales, gregarios, que acudimos al grupo para protegernos, no quiero decir que seamos ovejas, pobrecitas, pero ya lo decían en Delfos... "conócete a tí mismo", y yo añado "y trata de perdonarte" porque no somos más que unos pobres humanos...
Nacimos humanos y, por lo tanto, imperfectos, aunque ocupemos la cima en la escala evolutiva. A veces pienso que la "inteligencia" que hemos adquirido ha servido más para separarnos que para unirnos, sobre todo cuando un elemento, supuestamente inteligente, se alza ante los demás gracias a su astucia y poder sobre las masas. Muchos gobernantes a lo largo de la historia han seguido al pie de la letra la máxima "divide y vencerás".
EliminarUn abrazo.
Ni te imaginas como te comprendo, soy biólogo y he trabajado mucho con ingenieros forestales y desgraciadamente he comprobado en mis carnes ese corporativismo absurdo y fuera de lugar. EN la política creo que, como tu dices, está tristemente generalizado. Un abrazo!
ResponderEliminarAsí que biólogo, jeje. Cuando me licencié en biología, allá por 1974 (vamos, la prehistoria), el biólogo que daba relegado a la enseñanza y poco más. Si no eras médico o farmacéutico no podías dedicarte a la microbiología (mi especialidad por aquel entonces). Años más tarde, cuando me licencié en farmacia, comprobé la animadversión de la clase médica por temor a lo que consideraban un intrusismo profesional. Así que...
EliminarUn abrazo,
Pues tendremos que formar un partido anti-partidos, jeje
ResponderEliminarUn abrazo.