miércoles, 12 de julio de 2017

El casting, ese desconocido


Casting, como todos sabéis, es el término inglés utilizado para designar el reparto con el que contará una película, una obra de teatro y cualquier otro tipo de representación.

Un error en este proceso de selección puede llevar una obra al fracaso. Una película con un gran director, pero con actores mediocres puede ser relegada al último puesto en el ranking de éxitos. Es por ello que el responsable, o responsables, del casting deben ser muy cuidadosos y selectivos a la hora de elegir a sus protagonistas, los personajes en los que va a recaer el peso de la obra. 

Si hace tiempo escribí una entrada titulada “¿El tamaño importa?”, refiriéndome a la diferencia de estatura “ideal” en las parejas y lo que conlleva no cumplir con este canon estético impuesto por la sociedad, lo que me mueve a escribir ahora esta disquisición es la diferencia de edad en las parejas cinematográficas.

En este aspecto, parece como si los responsables del casting se dejaran llevar a veces por consideraciones distintas a las que rigen la lógica o bien se doblegaran a imperativos de otro orden.

De niño, ya me ha llamaba poderosamente la atención la evidente disparidad de edad entre el protagonista masculino y su pareja femenina, siendo aquel siempre mucho mayor de lo que debería ser en la realidad. 

Clark Gable, Cary Grant, John Wayne, Charlton Heston, Humphrey Bogart siempre tenían como pareja cinematográfica a mujeres mucho más jóvenes que ellos (en “Casablanca”, Bogart superaba en 27 años a Ingrid Bergman, y en “Charada”, Cary Grant era 25 años mayor que Audrey Hepburn).

Pero ello no es solo una anécdota del pasado. En épocas mucho más recientes se repite la misma situación. Clint Eastwood, Sean Connery, Richard Gere y Tom Cruise son también claros ejemplos de ello (en “Pretty Woman”, Richard Gere tenía 18 años más que Julia Roberts, y en “La trampa”, Sean Connery aventajaba en 39 años a Catherine Zeta Jones). 

Según he leído, hay actores (Tom Cruise es uno de ellos) que así lo exigen, quieren trabajar con actrices mucho más jóvenes que ellos. Será que el ego machista se lo pide.

Aun así, me resulta llamativo que esta situación siga dándose en la actualidad. De hecho, lo que me ha inspirado esta entrada no son los ejemplos del pasado ni los de famosos narcisistas del presente, sino una serie televisiva actual (se estrenó en septiembre de 2012 y finalizó en diciembre de 2014) en la que todo rigor histórico en cuanto a la edad de los protagonistas se refiere brilla por su ausencia. Se trata de la serie “Isabel”, protagonizada por Michelle Jenner, como Isabel la católica, y Rodolfo Sancho, como Fernando de Aragón. En la vida real este actor es 11 años mayor que la actriz, mientras que los Reyes Católicos se llevaban solo 2 años, siendo ella la mayor de los dos, pues Isabel contaba son 18 años y Fernando con 16 cuando contrajeron nupcias en 1469.

Quien haya visto esta serie habrá observado varias cosas: 1) que cuando, en la historia, ambos contrayentes se conocen, estos actores no parecen ni de lejos ser unos jóvenes adolescentes (aunque Michelle Jenner tenga un físico muy juvenil); 2) que Rodolfo Sancho demuestra claramente ser bastante mayor que su esposa en la ficción; y 3) que envejecen muy mal, algo propio de una mala caracterización y aderezo cosmético que, por mucho que se hayan esforzado los profesionales en la materia, no lograron hacer parecer realmente viejos a los protagonistas (y a los personajes secundarios). El recurso de la peluca blanca o canosa, las arrugas artificiosas y un maquillaje deficiente no hacen más que convertir al personaje en una caricatura de sí mismo. Me recuerda a los teatrillos ambulantes o a las compañías de poca monta y menos presupuesto, o esos casos en que al actor se le embadurnaba la cara con betún para hacer un papel de negro. Ello me resulta chocante cuando hoy día pueden lograrse efectos espectaculares, o cuanto menos muy logrados. Un ejemplo de ello es la película, protagonizada por Brad Pitt, “El extraño caso de Benjamin Button”, en la que se consiguió una apariencia de ancianidad del protagonista muy convincente.

No pretendo que en una película en la que transcurre el tiempo a razón de décadas, se utilice el sistema empleado en “Boyhood” (Momentos de una vida), que se rodó a lo largo de 12 años con los mismos actores principales, y en la que el niño protagonista pasaba de tener 6 años a 18. Pero ¿tan difícil resulta elegir a los actores en función de su edad e irlos adaptando a lo largo de la historia? ¿Acaso no pueden cambiar los actores a medida que transcurren los años en la historia contada? Hay casos en los que se ha utilizado un niño, un adolescente, un adulto y un viejo, para representar las diferentes etapas de la vida de un mismo personaje. ¿Por qué no hacer las cosas bien? Una joven de 18 años puede representar el papel de un personaje en la franja de 13 a 25 años y un actor de 30 puede hacer lo propio en una franja comprendida entre los 20 y los 40. Pero una joven de 28 años, como tenía Michelle Jenner al término de la serie “Isabel”, no puede acabar representando, en las postrimerías de su vida, a una reina moribunda de 53 años, a menos que se utilice una técnica muy depurada.

Y si vamos al extremo contrario caemos en la ridiculez: películas, harto frecuentes, en las que encontramos a estudiantes de Instituto de 16-17 años, interpretados por actores y actrices que casi les doblan en edad, como si no hubiera actores y actrices adolescentes tan o más buenos que ellos. ¿Qué ocurre? ¿Hay escasez de actores muy jóvenes o de actores viejos? Me temo que ninguna de las dos cosas. Lo que hay es escasez de imaginación, de interés o de recursos.

Y aunque se sale del guion, pues no era el objeto de esta entrada, no puedo evitar mencionar a esos actores y actrices guaperas que solo triunfan por su físico y que de actores tienen lo que yo de virgen y mártir, o sea nada (por fortuna). Y en mi mente está ─lo lamento por sus fans─ Mario Casas, un actor al que no le discutiré su atractivo físico ─aunque no es mi tipo─ pero cuya vocalización dista muchísimo de ser la mínimamente exigible para un actor, incluso primerizo, al estar (mal) dotado de una voz “mono-tono” sin ninguna inflexión ni naturalidad. Ha mejorado un poco desde sus comienzos, lo reconozco, pero lleva ya bastantes años como actor protagonista sin merecerlo.

Si la elección de los actores y actrices para un papel sin reparar en la edad daría mucho que hablar, la de su selección por el físico daría mucho más. Pero, como se dice en las novelas, esta ya es otra historia.


16 comentarios:

  1. Independientemente de que se puedan cambiar los actores conforme el personaje va cumpliendo años, no tiene perdón hoy en día una mala caracterización.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues sí, porque es curioso que son capaces de lograr un buen atrezo (vestimenta y decorados) y en cambio suelen fallar en el aspecto físico de los personajes, que es en lo que uno repara con más facilidad y que, a veces, es clave para dar realismo a la obra.
      Un abrazo. Macondo.

      Eliminar
  2. Te doy toda la razón. Hoy en el comentario que me dejaste al post del lunes te comentaba que adoro Boyhood, supongo que es porque me encanta Richard Linklater y adoro a Ethan Hawke, me he tragado la saga de Antes del amanecer un millón de veces, jejeje, y además en Boyhood he revivido épocas con mis hijos, estrenos de cine, cumples, momentos...tengo un post que hice hace un par de años cuando se estrenó.

    Respecto a Isabel es increíble que hagan una mala caracterización con los medios que tenemos hoy día, y tienes razón, no parecen adolescentes para nada.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A mí Boyhood me dejó con muy buen sabor de boca y, efectivamente, al reflejar el paso de los años y las vicisitudes de los miembros de una familia, provoca que uno rememore ciertos momentos de la propia vida e incluso cierta nostalgia.
      En cuanto a la serie Isabel, dije que los protagonistas envejecen mal. Más bien hubiera tenido que decir que no envejecen (pasan décadas y prácticamente siguen físicamente inmutables) y que, cuando lo hacen, lo hacen mal. No entiendo que, con las técnicas actuales y e presupuesto que debió tener la serie (este dato lo desconozco), no hubieran hecho una trabajo mejor en la caracterización.
      Un abrazo, Gemma.

      Eliminar
  3. Muy crítico en lo que se refiere al cine te encuentro en esta entrada, jajaja.
    Refiriéndome a la edad que dices al principio, seguramente ponían a los actores mayores porque eran los más importantes en la meca de cine en aquella época, por lo cual, a gusto de los espectadores al ver que eran conocidos.
    Ahora, lo que falta en el cine es que en una película haya más temas con la mujer mayor que el hombre... ¿por qué tiene que ser al revés siempre?.
    Bueno, tienes razón en lo expuesto, pero a mi me da lo mismo con tal de que la cinta me trasporte hasta sentirme parte de ella.
    Por cierto la serie de Isabel, me encantó, ya que yo no entro en esos detalles que mencionas, pero por supuesto considero que son importantes.
    Josep, no se te da nada mal esto de la crítica, :)))
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajaja. Bueno, Elda, en este cuaderno (por lo menos de un tiempo a esta parte) me explayo a gusto, lo critico todo (o casi todo), como si me hubiera vuelto un viejo cascarrabias, jeje.
      Entiendo que en la época dorada de Hollywood eligieran aquellos actores, que aun siendo ya maduritos, tenían una gran fama que aseguraba un éxito de audiencia, pero seguro que habían actrices de su misma (o parecida) edad que hubieran encajado mucho mejor en el papel de pareja sentimental en la pantalla. En "Lo que el viento se llevó", Clark Gable tenía 12 años más que Vivien Leigh. No es que fuera algo horrible esa diferencia de edad (la hay en casos reales) pero seguro que habían actrices excelentes con treinta y pico de años (Vivien Leigh tenía entonces 26 y Clark Gable 38).
      En cuanto a la Serie "Isabel" puedo decir que me ha gustado, pues siempre me han atraído las series históricas, pues siempre se aprenden cosas (si es que no están manipuladas) pero no voy a entrar a criticarla desde el punto de vista artístico, pues entonces caería en una contradicción respecto a mi opinión sobre los críticos que expuse en mi entrada anterior. Podría decir, por ejemplo, que Michelle Jenner sobreactúa exageradamente cuando se enfurece por cualquier motivo, parece una niña enrabietada y quiero dictar sentanciano una reina enfadada, pero esta es mi opinión y no quiero sentar cátedra traicionando mis principios, jeje.
      Un abrazo, Elda.

      Eliminar
    2. Ups,en las últimas líneas ha pasado algo extraño, se han mezclado fragmentos de frase.
      Quería decir que en esos momentos de enfado, Michelle Jenner parece más una niña enrabietada que una reina enojada o incluso irritada. Chilla más que grita. Pero que esta es mi opinión y no quiero sentar cátedra, pues no va con mi forma de actuar. He dicho, jeje

      Eliminar
  4. Creo que en esto de los casting hay otros factores que no se ajustan a motivos técnicos y profesionales, como por ejemplo quién produce la obra, a veces ese productor exige una determinada condición en algún actor o actriz (tú has puesto el ejemplo de Tom Cruise que además de actor también es productor de sus películas).
    Lo malo es que si se trata de personajes históricos la fisonomía está condicionada y no siempre se tiene en cuenta, a mí también me molesta mucho que un personaje gordo como Enrique VIII apareciera en la serie Los Tudor apolíneo y delgado, una estafa.
    Ya ni te cuento cuando llevan a la pantalla novelas. Ahora mismo me viene a la mente la adaptación televisiva de una serie de libros que a mí me gustaron mucho, "Sajones, vikingos y normandos", el protagonista es un guerrero sajón, enorme, su sola presencia da miedo por lo imponente de su figura; pues en la serie de TV (El último reino) me ponen a un actor delgadito, tirando a enclenque y bajito (con unos ojos azules preciosos y guapo, eso sí), no pude ver más de tres capítulos porque cada vez que le veía ése no era el personaje que yo leí.
    En el caso de las novelas no sé si es por imperativo de los productores o porque simplemente los que hacen el casting no se han leído los libros y no saben cómo son los personajes.
    Gracias por esta reflexión tan crítica.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estoy totalmente de acuerdo. Supongo que en muchos casos prevalece el interés comercial. Si queremos que la gente vaya a ver una película y que esta sea un éxito que compense con creces la inversión, ¿qué actores ponemos? ¿Cuál es el actor o actriz de moda? Da igual si encajan o no, si representan la edad que se supone que tienen los personajes y, en caso de ser una versión cinematográfica de una novela o de unos hechos históricos, si se asemejan, ni que sea de lejos, a los personajes de la novela o de la historia.
      Es muy frecuente y normal, que cuando lees una novela le pongas cara a sus protagonistas y que luego, cuando ves la película, sufras una gran decepción porque no se parecen en nada a lo imaginado. Lo malo es cuando el protagonista no se ajusta a lo que en la versión novelada se supone que es. En "Los puentes de Madison", por ejemplo, interpretada por Clint Eastwood y Meryl Streep, tuve una sorpresa desagradable al ver que el papel del protagonista masculino lo interpretaba un apergaminado Eastwood, cuando la imagen que me había formado de un maduro fotógrafo del National Geographic era muy distinta. Supongo que eso es algo muy subjetivo pero sí creo que es cierto que Clint Eastwood, al igual que Robert Redford, son como Juan Palomo, ellos dirigen, producen y se reservan el papel principal aunque sea el de un pimpollo adolescente.
      Gracias a ti, Paloma, por tu comentario.
      Un abrazo.

      Eliminar
  5. Pues hoy en día se puede elegir bien a los personajes por la edad, porque hay muchos y muy buenos, tanto jóvenes como mas maduros. Quizás a los actores de renombre les gusta trabajar con mujeres mucho más jóvenes que ellos. Hay series que no se ajustan a las edades de los protagonistas y no se parecen en nada. Pero bueno eso dependerá también de los que hacen el reparto y eligen los casting. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Mamen. He llegado a (mal) pensar que quizá, como algunas (o muchas) parejas cinematográficas acaban siéndolo en la vida real, hay actores que sobornan al productor, al director y al encargado del casting para que les adjudiquen una pareja joven y guapa con la que (quién sabe) tener un "affair" durante y después de la película, jeje
      Un abrazo.

      Eliminar
  6. Es un tema muy interesante el que nos has traído.
    Desde luego no puedo llegar a entender esas exigencias por parte de algunos actores de que sean mas jovenes que ellos como pareja si lo que importa es que la película que vas a interpretar se ajuste al guion lo mas posible, en fin no lo entiendo pero bueno supongo que son cosas de los actores y de los productores y demás ligados a la industria del cine.
    En cuanto a la serie Isabel, que quieres que te diga, para hacer una cosa así no la hagas pero bueno.
    Y en cuanto a Mario Casas a mi tampoco me gusta y me parece un actor, si que efectivamente tendrá muy buen físico pero como actor como que no vale mucho por no decir nada.
    En otro orden de cosas pienso que los castings debían de ser como los castings de la industria del cine americano, que los actores tiene que saber todos los registros, es decir, cantar, bailar e interpretar tanto drama como comedia.
    Un abrazo y gracias por traernos un tema tan interesante. TERE.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegro, Tere, que te haya parecido interesante la entrada. Siempre que publico una de mis "críticas" en este blog pienso que algún día me llevaré un chasco y me lloverán críticas a mí por opinar como lo hago, jeje.
      Y también me alegro que hayas mencionado a Mario Casas y que, además, coincidas conmigo. Las compañeras que te han precedido en los comentarios no han hecho mención de este punto de mi crítica, lo que no sé si interpretarlo como que es un dato al margen sin importancia (que lo es) o bien porque les encanta el mozo y no han querido abrir un debate sobre su calidad como actor, jajaja.
      Un abrazo.

      Eliminar
  7. Yo también he pensado muchas veces en este tema. Creo que aún puedo tolerarlo un poco más cuando se trata de personajes adultos, pero esa manía que tienen las series juveniles de poner a treintañeros como quinceañeros siempre me chirría muchísimo.
    Sin embargo, es verdad que, en lo personal, no me importa que "se adapten" las edades de los actores a la de los personajes que interpretan, siempre y cuando la caracterización esté bien lograda. Pero creo que el resultado es más creíble cuando hay que "envejecerlos". Aunque es verdad que a veces no se creen ni ellos que los personajes hayan envejecido físicamente, tal vez para el espectador resultaría hasta inconveniente un cambio de reparto continuo (al menos para una serie), por aquello de que al final se les acaba cogiendo cariño (u odio) a ciertos rostros en concreto.
    Un abrazo, Josep.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Sofía. Ciertamente, en una serie de cierta duración, uno se acaba acostumbrando a los actores que interpretan los papeles principales. Así, para muchos sería impensable cambiar a los tres protagonistas principales de la saga de Harry Potter, pero ¿te imaginas que dicha saga abarcara hasta la vejez de sus personajes y Emma Watson, por ejemplo, a sus 27 años, interpretara a una Hermione de 80?
      En mi opinión, si queremos dar realismo a una historia, esta debe contar con elementos creíbles, entre los cuales está la imagen de sus protagonistas. A medida que un actor o actriz envejece en la vida real, deben darle papeles acorde a su edad real, aunque se someta a algún retoque estético.
      Muchas gracias por compartir conmigo tu opinión.
      Un abrazo.

      Eliminar
  8. Ciertamente, Julio David, parece que las mujeres jóvenes sienten (aun hoy en día) una atracción hacia los hombres mayores que ellas. Argumentan que prefieren la madurez y sabiduría (o experiencia) que el supuesto infantilismo de un jovenzuelo de su edad. Supongo que no admitirían jamás las motivaciones económicas. Hasta aquí estoy dispuesto a aceptarlo de buen grado. En el ambiente cinematográfico, en cambio, ya no me parece tan bien cuando el emparejamiento de un actor maduro con una jovencísima actriz de debe a otro tipo de motivaciones machistas.
    Muchas gracias por pasarte y dejar tu granito de arena.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar