Siempre he creído que para que una información sobre un acontecimiento esté completa, debe incluir, como mínimo, esas cuatro piezas clave: qué ha ocurrido, quién ha sido el causante o culpable, cómo ha tenido lugar y el porqué. Parecerá, a simple vista, una perogrullada, pero, por lo que vengo observando con frecuencia, no lo es tanto.
Ante un hecho grave o insólito, la primera, y a veces la única, información que se nos da es lo que ha ocurrido, el suceso, el qué: luego qué o quién lo ha provocado; y finalmente, aunque no siempre, cómo ha sucedido. Y digo no siempre porque cuántas veces hemos oído o leído “en circunstancias que todavía no se han aclarado”, algo que puede ser absolutamente normal. Un autocar se ha despeñado por un barranco con treinta pasajeros a bordo, pero se desconoce qué motivó el accidente. ¿Una indisposición del conductor? ¿Acaso el conductor se durmió? ¿Una distracción? ¿Un fallo mecánico? No pueden hacerse conjeturas precipitadas hasta que los expertos no hayan estudiado el caso buscando pruebas: señales de frenado, un fallo en los frenos, un reventón; quizá el historial médico del conductor nos diga si padecía problemas de salud o la autopsia del cadáver revele un ataque al corazón. Pero nunca podrá saberse si se durmió al volante a menos que haya algún superviviente que lo haya presenciado. Puede haber suposiciones, pero no pruebas irrefutables. El pobre hombre se sentaba al volante más horas de las permitidas, no descansaba lo suficiente y hacía siempre viajes nocturnos. Si tenía antecedentes de depresión, podría haberse suicidado, llevándose por delante a inocentes. Y así otras posibilidades. Así pues, el cómo no siempre puede aclararse por mucho que intentemos averiguarlo.
Pero la pregunta que me hago con más frecuencia, porque suele ser la que menos se hace la gente o la que no siempre aclaran los informantes es el porqué. A veces me da la impresión de que no se considera una pieza esencial en una investigación. ¿Importa por qué fulano de tal cometió ese crimen tan horrible? El caso es que lo cometió, se han reunido todas las pruebas (quién, cuándo, cómo, dónde) menos una: ¿por qué lo hizo? Para mí, esa es la clave para comprender lo ocurrido. Aparte de que conocer la motivación podría servir de atenuante, nos serviría para tener una idea de las causas que conducen a la criminalidad. Pero dejemos este tema para los criminólogos.
Hasta aquí podría decir que el por qué no siempre interesa o es muy complicado, si no imposible, averiguarlo. Pero ¿adónde quiero ir a parar con todas estas disquisiciones y diatribas que no parecen llevar a ninguna parte? Pues a que, al margen de que a veces resulte inviable conocer toda la verdad, no siempre obtenemos respuestas porque no las pedimos, bien por pasividad, bien porque no nos atrevemos a preguntar. Y es que, aunque el ser humano es curioso por naturaleza, parece que esta curiosidad no siempre funciona cuando más debería. Y aquí es donde quería llegar: hay muchos hechos cotidianos, que nos conciernen y mucho, tanto individual como colectivamente, que no los cuestionamos, los aceptamos, simplemente porque nos dicen que son así y no se pueden cambiar Y obviamos preguntarnos ¿por qué?
Sirva de ejemplo algunos hechos que se nos presentan como normales y que, aunque despiertan el interés, la curiosidad, e incluso la indignación de algunos, no parecen provocar suficientemente la necesidad de cuestionarlos públicamente ni, por supuesto, refutarlos:
1) ¿Por qué es legal el overbooking? ¿Cómo es posible que se permita a una empresa ofrecer más plazas de las disponibles? ¿Alguien puede imaginarse que un teatro o un cine venda más entradas que asientos tiene? ¿Por qué, entonces, sí puede hacerlo una compañía aérea o un hotel? ¿Por si se producen cancelaciones a última hora de las que no se puedan resarcir? Si alguien compra un billete de avión o realiza una reserva hotelera y luego la cancela, pierde el dinero, a menos que haya contratado un seguro para tener derecho al reintegro total o parcial. ¿Por qué una compañía aérea o un hotel no pueden correr ese mismo riesgo?
2) ¿Por qué existe el derecho a veto en la ONU? Cualquier resolución importante que afecte o imponga sanciones a un Estado poderoso queda en saco roto con solo que uno de los países con derecho a voto (Rusia, China, Francia, Reino Unido y EEUU) lo ejerza. ¿Es eso justo? ¿Por qué los restantes 178 países pertenecientes a esa Organización no se oponen a tal imparcialidad?
3) ¿Por qué el sistema español de pensiones no se cambia si su autofinanciación ya no puede mantenerse debido al desequilibrio entre la cantidad y calidad (cuantía) de las cotizaciones a la Seguridad Social y el número creciente de jubilados? Todo el mundo admite que el sistema no es soportable y parece asumir que es un mal inevitable. Peligran las pensiones. ¡Qué horror! Como si habláramos de una enfermedad incurable. ¿Por qué tenemos que contentarnos con esta explicación en lugar de preguntar el motivo por el que no se modifica el actual sistema si ya no funciona? ¿Por qué no se cubren las pensiones a partir de los presupuestos generales del Estado como se hace con el resto de las partidas presupuestarias?
4) ¿Por qué un delito tan grave como el de asesinato goza, al igual que si fuera un delito financiero, de prescripción? ¿Acaso el tiempo puede dejar impune un crimen de tal magnitud y dejar intocable a quien segó la vida de uno o más inocentes veinte años atrás? ¿Por qué la justicia tiene periodo de caducidad?
5) ¿Por qué hay partidos políticos que exigen a sus miembros electos (diputados y senadores) la disciplina de voto incluso (o debería decir: sobre todo) en temas de gran trascendencia pública? ¿Acaso pertenecer a una misma formación política homogeneiza la ética y la conciencia?
6) ¿Por qué el sistema de pensiones de los ex presidentes, ex ministros y ex parlamentarios (tanto a nivel estatal como autonómico) no es igual al del resto de los ciudadanos de a pie? ¿Por qué disfrutan de unas prebendas que no tienen el resto de los españoles?
7) ¿Por qué…
Podría alargar la lista con muchos otros porqués. Seguro que muchos de vosotros tenéis unos cuantos más. Pero la gran pregunta, a mi parecer, la madre de las preguntas es ¿por qué tenemos que seguir haciéndonos estas preguntas?
Espero que algún día no muy lejano, no haya lugar para ninguno de estos porqués. No solo seremos más sabios sino más justos y, posiblemente, más felices.
Qué buen post. Y lo malo es que no tengo respuesta, bueno sí, no se cambian esas cosas, especialmente lo de las pensiones o temas de política porque a unos cuantos no les interesa, mejor un pueblo pobre y sometido.
ResponderEliminarUn abrazo y muy interesante, para leer con calma.
Efectivamente, hay cosas inmutables porque detrás se esconden intereses inconfesables. Lo malo es que no se desvelen al público ni este exija que se descubran. Y es que hay mucho poder oculto detrás de las mentiras.
EliminarMuchas gracias, Gemma, por tu comentario.
Un abrazo.
Desde luego es una gran reflexión y estoy bastante de acuerdo en que hay muchos porques que no se dicen o no s equieren decir porque no convienen, y la verdad creo que sería muy importante darle su justo medida al ¿porque?.
ResponderEliminarPero es curioso a raíz de tu reflexión interesante me ha hecho recordar algo que muchas veces me a dicho mi madre muchas veces y ¿porque nos empeñamos en obtener un porque de las cosas si no todas tienen un porque y no todo es lógico?, y ahora leyéndote me doy cuenta de que mi madre quizás no tuviera razón, porque como tú bien dices, si obtuviéramos el porque de muchas cosas seríamos mas felices y posiblemente no le daríamos al coco tanto y no nos agobiaríamos y no tendríamos estrés de más.
En cuanto a los políticos y las pensiones estoy muy de acuerdo con Gemma, no conviene cambiar ciertas cosas por manejar mejor al pueblo. Un abrazo y muy interesante tú reflexión. TERE.
Como digo en el post, siempre he creído que hay que conocer el porqué de las cosas. El hombre primitivo ya se hacía esta pregunta. Si nos preguntamos acerca del origen del Universo, de la vida en la tierra, por qué estamos aquí, que tienen una respuesta discutible o bien dudosa por su dificultad, ¿cómo es que no nos preguntamos el porqué de cosas muchísimo más fáciles de comprender?
EliminarA mí también me han dicho en más de una ocasión que por qué dar tantas vueltas a un asunto si no voy a sacar nada en claro. Pero no puedo contentarme con encogerme de hombros ante algunos hechos que claman al cielo por injustos y ver que nadie hace nada por cambiarlos-
Muchas gracias, Tere, por tu comentario.
Un abrazo.
Nacemos con el por qué en la boca; en cuanto el ser humano sabe hablar, comienza con la pregunta. Será que nos conformamos sin respuestas por eso de que tantas veces nos han dicho en casa y hemos dicho hartos ya de tanta pregunta: PORQUE SÍ, o, PORQUE LO DIGO YO, jajaja.
ResponderEliminarBueno, y ahora en serio, te diré que es una entrada la que nos dejas, fantástica, con esa cantidad de por qués que nunca llevan respuestas nada más que las que nos imaginamos nosotros mismos.
Muy de acuerdo con tus reflexiones.
Genial Josep, siempre un placer leerte.
Un abrazo.
Pues no vas errada, Elda. Algo hay de cierto en esa presunción, pero extrapolada a la edad adulta y ahora no son los padres los que hacen valer su derecho a decir PORQUE SÍ o PORQUE LO DIGO YO, sino que son las autoridades y politicastros que están al mando de esta sociedad y son quienes fijan las normas.
EliminarSi cuando éramos niños, temíamos (la gran mayoría) a la autoridad paterna, hoy, ta creciditos, tememos al poder establecido.
Muchas gracias por pasarte a leer estas elucubraciones de viejo cascarrabias y por dejar tu comentario.
Un abrazo.
Me ha encantado esta reflexión, Josep Mª. Creo que esa pregunta siempre ha sido de vital trascendencia para la humanidad, pues considero que sin ella no habríamos investigado ni seguido con la evolución natural de las cosas. Pero como suele suceder, en ocasiones de esa pregunta surgen monstruos, como nuestra sociedad actual, un resultado que envuelve a la ecuación materna de la que ha salido, de un carácter peligroso, porque replantearla entraña el despertar de la curiosidad. Y por desgracia vivimos en un tiempo en el que se intenta apagar esa llama, para convertir al ciudadano de a pie en un perro faldero que no haga preguntas y viva, viva, viva, en un permanente letargo... jajajaj, uy, mejor lo dejo aquí. ¿Por que...? Un abrazo!
ResponderEliminarJajaja. Veo que esta reflexión te ha tocado la fibra sensible.
EliminarHace unas semanas, un compañero bloguero, Oscar Ryan, tocaba, en uno de sus post, el tema de la inactividad ante ciertos asuntos, dejando su resolución siempre para mañana. Entre otras cosas, le decía que no era solo el resultado de una actitud acomodaticia, del pasotismo, sino también de que muchas veces no actuamos porque sabemos de antemano o servirá de nada. Sé que resulta una postura derrotista. Si nadie hace nada porque presume que será inútil, nunca cambiaremos esta sociedad que nos engulle en la aceptación de los hechos sin cuestionarlos y en la inactividad. La pescadilla que se muerde la cola. La cuestión está en ¿quién es el valiente que se alza en contra de los poderes fácticos? Quien se atreve a levantar la voz es tachado de revolucionario, extremista y, en el mejor de los casos, anti-sistema. ¿Por qué? :)
Un abrazo.
Y el por qué es la pregunta más interesante, y creo que la que más nos interesa a los que escribimos. Por qué hacen lo que hacen las personas y los personajes???
ResponderEliminarAdemás muchos porqués dan pena, nos avergüenza que la gente sepa la verdad sobre lo que hicimos.
Y al parecer mi amigo, esos porqués que señalas se quedarán sin resolver.
Abrazos.
Si, muchas veces no nos atrevemos a preguntar el motivo de algo porque tememos descubrir una verdad vergonzosa. La mejor forma de evitar que se descubra esa verdad es impidiendo que nos pregunten por qué hicimos esto o aquello.
EliminarLo sé, amigo, estas preguntas quedarán sin respuesta hasta el fin de los días (al menos de los míos).
Lo que más me solivianta es ver cómo mentes (aparentemente) lúcidas y brillantes nos presentan ciertos hechos como irrefutables, sabiendo que no lo son, y no se les cae la cara a pedazos de pura vergüenza.
Más abrazos.
Muy interesante, a veces parece que no nos atrevemos a preguntar, otras por dejadez porque ya nos está bien, otras porque parece que queramos creer, lo cierto es que muchas veces nos conformamos y no acabamos buscando esos por qués, y la curiosidad es lo que nos lleva al conocimiento, ese querer saber nos hace descubrir, nunca deberíamos perder a ese investigador que llevamos dentro de niños y ser mucho más curiosos y hacer como ellos, preguntar tanto como sea necesario, hasta que sepamos la respuesta, es lo que hacen los peques que con frecuencia son más sabios que muchos adultos.
ResponderEliminarY las preguntas que planteas, ya me gustaría saber las respuestas.
Un beso
El día que el hombre pierda la curiosidad, los deseos por saber, se habrá extinguido intelectualmente y dejará de evolucionar. Las ganas por saber de un niño parece como si, en muchas personas, se fuera disipando, hasta llegar a un punto en que ya todo les da igual. Esa indiferencia es la que aprovechan los que ostentan el poder para poder influir sobre sus decisiones y conducta.
EliminarY en cuanto a esas preguntas que planteo, chocamos reiteradamente contra un muro impenetrable que no nos deja llegar hasta la verdad.
Muchas gracias, Conxita, por compartir aquí tus reflexiones sobre este tema-
Un beso.
Nadie más que los niños para hacer esas preguntas tan sinceras. Ellos van investigando son sus preguntas lo que les interesa y nada mejor dicho que contestarles con una buena respuestas. Lo de las pensiones quizás de momento o tiene respuesta ya que ellos se lo guisan y se lo comen. Les gusta mas tenernos sometidos. Un abrazo
ResponderEliminarNo deberíamos perder la capacidad que tienen los niños para preguntar incansablemente el porqué de las cosas. Parece que al llegar a la edad adulta tengamos miedo a preguntar y preferimos vivir en la ignorancia. Pero hay cosas que nos atañen muy directamente que nunca deberíamos dejar de preguntarnos el porqué. Quizá, de este modo, estas cosas cambiarían para mejor.
EliminarUn abrazo, Mamen.
Has expuesto unos "porqués" de lo más cabreantes y yo también me los he planteado a menudo. Cuando estoy especialmente enfadada pienso que quienes legislan se benefician en alguna medida de tanta falta de lógica. Supongo que no conviene que algunas cosas cambien.
ResponderEliminarDe todas formas me subleva la resignación que nos impide preguntar esos porqués.
Genial reflexión, Josep Mª, como es habitual.
Un abrazo.
Ha sido precisamente ese "cabreo" el que me ha hecho escribir esta reflexión.
EliminarMe "cabrea", por ejemplo, ver cómo sesudos economistas explican el motivo por el cual el futuro de las pensiones se va al garete y lo dan por bueno. Y todos los interlocutores asienten en señal de resignada aprobación, con ese "que le vamos a hacer", sin cuestionar el hecho de que si una fórmula no funciona se puede hallar otra que sí y que, además, se aplica para otros menesteres.
Muchas gracias, Paloma, por tu apoyo moral, jeje
Un abrazo.
Totalmente de acuerdo contigo, Josep. No sé por qué no nos preguntamos los por qués de cosas que nos parecen tan injustas con más frecuencia y, sobre todo, por qué no hacemos algo. Algunos de los temas que están en tu lista también estaban en la mía. Yo siempre tiendo a pensar que será que yo no sé lo bastante y que alguna razón habrá para esto o lo otro que tan mal me parece, pero comprendo que es una postura cómoda...
ResponderEliminarPor añadir algún punto a tu lista me pregunto por qué hay tan poca diferencia de precio a veces entre las versiones en papel o en ebook de una obra. Me parece del todo absurdo, pero así es...
Estupenda (aunque cabreante) reflexión jajajjaa.
¡Un abrazo!
Es cierto, Julia, que cuando alguien, a quien consideramos más ilustrado, hace ciertas aseveraciones que nos resultan cuanto menos extrañas, lo primero que hacemos es dudar de nuestra capacidad de comprensión o lo achacamos a una falta de conocimientos. Pero no siempre el que más alardea de sapiencia lleva la razón. La forma en que nos engañan es lo que se conoce por falacia: adornan las mentiras con medias verdades.
EliminarYa decía yo que tendríais más porqués en vuestros bolsillos, jeje
¿Por qué siempre hay paella los jueves en los restaurantes? sería otra pregunta a la que nadie (ni los propietarios de los restaurantes) me ha sabido responder, jajaja.
Un abrazo.
En realidad tienes razón cuando dices que parecen inmutables, circunstancias que damos por buenas a pesar de que todos nos damos cuenta de lo absurdas que pueden resultar. ¿Cómo se soluciona?,... la verdad es que parece muy difícil provocar un cambio,por lo menos a corto plazo. En todo caso ahí queda tu reflexión. Saludos!
ResponderEliminarPues las cosas tendrán que cambiar y mucho, aunque sea a largo plazo. Espero que las nuevas generaciones sean más valientes. Claro que siempre aparecerán nuevas mentiras para tener a la población aquietada.
EliminarUn saludo.