martes, 25 de noviembre de 2025

Presuntamente presunto

 


Hemos llegado a un nivel extraordinariamente agresivo ─de momento solo verbalmente─ que las Cortes parecen más bien un cuadrilátero con púgiles que se saltan las normas más básicas de un luchador profesional. Increpaciones, puyas, abucheos, insultos, amenazas veladas, acusaciones sin base alguna, son el pan nuestro de cada día, dando una imagen de algunos políticos más propia de un chulo barriobajero. ¿Dónde ha ido a parar la educación y el buen hacer parlamentario?

Y en contraste con esa degeneración y bajeza moral de algunos parlamentarios, observo, incrédulo, cómo hemos adoptado un puritanismo, o buenismo, que no viene a cuento. Ya no solo han aparecido críticas por el uso de ciertos adjetivos ahora malsonantes, censurando los términos enano, gitano, maricón, por poner unos pocos ejemplos, que ciertamente se han utilizado muchas veces despectivamente, e incluso algunos cuentos infantiles que encierran, sin habernos percatado de ello, conductas machistas, sino que en el ámbito político se está empleando, a mi modo de ver de forma generalizada e innecesaria, el adjetivo “presunto”, supongo que para quedar bien ante el público y no ser tachado de injusto y de obrar de mala fe.

La presunción de inocencia, algo sagrado en nuestro derecho constitucional, se aplica cuando solo existen sospechas y pruebas circunstanciales que hay que esclarecer y mientras no se demuestre fehacientemente la culpabilidad del sospechoso. Pero por qué llamar presunto delincuente o presunto culpable cuando queda perfectamente demostrada la culpabilidad de alguien que ha cometido un delito y que incluso ha acabado confesando. Y no señalo a nadie.

Constantemente oímos que alguien ha cometido “presuntamente” un desfalco, una apropiación indebida de fondos, un abuso de poder, una agresión, incluso un asesinato. ¿Por qué a un maltratador que ha asesinado a su mujer, pareja o ex pareja, se le llama presunto asesino, y al violador confeso presunto violador? ¿Cómo deberíamos llamar al testigo que miente descaradamente en una comparecencia ante un juez, cuando, según la ley, está obligado a decir la verdad? ¿Presunto mentiroso?

Creo que nos hemos pasado dos pueblos, como se dice coloquialmente, en ambas circunstancias, tanto en sede parlamentaria, donde la honestidad brilla por su ausencia, siendo sustituida por la bronca más burda, como en los calificativos a utilizar para definir al delincuente que ha sido pillado con las manos en la masa.

Quien roba es un ladrón y quien viola un violador. Blanco y en botella. Dejémonos de parches. Y es que en esto de los calificativos también existe un partidismo evidente. Solo aquellos a los que les resulta desfavorable que se tache de delincuente a uno de los suyos, defenderá a ultranza la presunción de inocencia, a pesar de las múltiples pruebas en su contra. Y quien está en la oposición, sea del color que sea, no se atreve a ser duro llamándole por su nombre, para no ser acusados de partidistas aprovechados del mal ajeno y porque, supongo, también tienen en sus filas a alguien igual de culpable en algún que otro affaire.

Y, para terminar, declaro ser el presunto autor de esta entrada, presuntamente publicada en mi blog Cuaderno de bitácora, presuntamente de forma voluntaria, no obligada, presuntamente sentado ante mi ordenador, tecleando presuntamente su teclado, creyendo presuntamente en lo que aquí se ha escrito, presuntamente el día 25 de noviembre de 2025. Así pues, me ratifico en que soy presuntamente el culpable de todo ello. A ver quién es el guapo que puede demostrar todo lo contrario.


2 comentarios:

  1. ¡Ay, Josep Mª, presuntamente has escrito una entrada que me ha hecho reír a carcajadas mientras presuntamente sorbo mi tercer café matutino en este presunto 25 de noviembre de 2025! ¿O debería decir que presuntamente estoy riendo, porque quién sabe si en realidad no estoy llorando por el estado de nuestra presunta democracia? Mira que tienes razón: el Congreso parece más un ring de lucha libre mexicana, con máscaras y todo, donde los diputados se lanzan presuntos insultos como si fueran confeti en carnaval. "¡Presunto chulo barriobajero!", gritan, mientras se pegan presuntas zancadillas verbales. Y luego, para compensar, nos ponemos en modo puritano extremo, envolviendo todo en "presunto" como si fuera un jamón ibérico. ¿Presunto ladrón? ¡Por favor! Si lo pillan con las manos en la masa, es ladrón a secas, no "presunto".
    Un fuerte abrazo, Josep.

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  2. Cuánto más presuntamente impresentables, más presuntamente gilipollas.
    Un presunto abrazo.

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