martes, 13 de marzo de 2018

Machismo y paternidad



Con motivo del día internacional de la mujer, celebrado el pasado día 8 de marzo, muchísimos han sido los artículos y comentarios divulgados por las redes sociales en torno a las reivindicaciones feministas en general y al machismo en particular. Aunque con un poco de retraso, no he querido dejar pasar por alto esta circunstancia para tratar el tema del machismo en este blog.

He querido dejar al margen de esta entrada las formas más brutales de ejercer un dominio sobre el sexo mal llamado débil, como son el maltrato físico y psicológico, la violencia en forma de agresión sexual, violación y asesinato, la trata de blancas y la explotación sexual, porque llevan asociada una complejidad psicológica y social y no me siento lo suficientemente capacitado para analizar sus orígenes, que en la mayoría de casos son o bien trastornos psiquiátricos o bien disfunciones sociales como serían el maltrato paterno, la violencia en el seno familiar, la desestructuración y el desarraigo social, la drogadicción, y seguramente un largo etcétera. En esta entrada solo pretendo reflexionar sobre actitudes que, sin ser violentas, son una forma de menospreciar a la mujer, relegándola a un papel segundario, la forma más arraigada de machismo.

El machismo es tan viejo como el hombre, pues nació con él. A día de hoy, con los cambios que ha experimentado nuestra sociedad occidental debería haberse erradicado ya, como cualquier enfermedad para la que se le ha encontrado una cura. Pero el machismo, aunque haya reducido su virulencia o cambiado su forma de expresión respecto a la de la Edad Media, sigue vivo en una sociedad, como la nuestra, que presume de moderna. Tampoco me siento capacitado para hacer un análisis detallado de las causas de esta permanencia, pero estaremos de acuerdo en que tiene su raíz en la educación. Siendo así, la mala educación, con buena educación se corrige. Pero el foco de esa educación no debemos fijarlo exclusivamente en las escuelas, sino en el núcleo y entorno familiar.

El machista no nace, se hace. Y el ejemplo del que se alimenta es su correa de transmisión. El machismo se produce y se reproduce en casa, y el padre no es el único culpable de ello. Me atrevería a afirmar que en muchos casos el padre machista establece las normas y la madre es la encargada de asegurarse de que se cumplan, transmitiendo, de este modo, el machismo a su descendencia.

Cuando era niño era muy habitual oír eso de “fuera de aquí, los hombres no tienen nada que hacer en la cocina” de boca de una madre o abuela, y ver cómo las órdenes para ayudar en las tareas domésticas iban exclusivamente dirigidas a las chicas, nunca a los chicos. Era una época en la que los papeles estaban claramente definidos y separados por sexos, inculcándosele a cada uno una función determinada. La familia y la escuela iban, en este aspecto, de la mano.

Así pues, cuando se habla de machismo no deberíamos señalar únicamente a los hombres, sino también a muchas mujeres que, voluntaria o involuntariamente, le han hecho, y le siguen haciendo, el juego. Del mismo modo que no todos los hombres son machistas, no todas las mujeres son feministas, aunque pueda parecer absurdo. El machismo está tan arraigado que, incluso quienes son o se consideran feministas, actúan, a menudo, con una base machista sin saberlo o sin pensarlo racionalmente.

Como he dicho al principio, con motivo de las reivindicaciones feministas del pasado 8 de marzo, corrieron por las redes sociales multitud de mensajes en torno a las distintas formas de machismo. Uno me llamó poderosamente la atención. Era un vídeo, que quizá hayáis visto, en el que se exponía un acertijo a varias personas, hombres y mujeres jóvenes.

El acertijo decía así:
“Un padre y un hijo viajan en coche. Tienen un accidente grave. El padre muere y al hijo se lo llevan a un hospital, porque necesita una compleja operación de emergencia. Laman a una eminencia médica, pero cuando llega y ve al paciente dice: No puedo operarlo, es mi hijo. ¿Cómo se explica eso?”

Hay que decir que la muestra era extraordinariamente escasa y, por lo tanto, estadísticamente irrelevante, pero estoy seguro de que el resultado habría sido el mismo con una muestra muchísimo mayor. El caso es que nadie dio con la respuesta correcta: el médico era la madre del niño. Nadie pensó que la eminencia médica pudiera ser una mujer.

Cuando se desveló la respuesta a quienes habían participado en este “juego”, estos quedaron francamente sorprendidos por no haber pensado en esa posibilidad. Yo mismo fallé en la solución, pues pensé que se trataba de un padre de otro hijo, que nada tenía que ver con el chico que viajaba con él, ya que el enunciado no decía “un padre y su hijo” sino “un padre y un hijo”. Si hubiera intuido que el tema giraba en torno al machismo, seguramente habría afinado en mi predicción. Francamente no lo sé, pero quiero pensar que sí.

El mensaje de la comentarista justificaba esta situación como algo normal dentro de nuestra sociedad y conocido como “parcialidad implícita”. Ello significa que algo que forma parte del acervo cultural acaba convirtiéndose en un proceso mental automático, de tal forma que nuestro subconsciente puede llegar a traicionarnos contradiciendo los valores en los que creemos, como es la igualdad de género.

He titulado esta entrada como “machismo y paternidad” no porque crea que ambas condiciones están forzosamente vinculadas sino porque considero que deberían ser los polos opuestos en una sociedad mínimamente avanzada. Los padres (y me refiero al sexo masculino) deberían ser los primeros en defender los derechos de sus hijas.

Si he educado a mis hijas en el respeto y la igualdad entre géneros, si les he procurado una formación académica para que puedan hacerse un lugar en esta sociedad, para que no sean dependientes de nadie más que de ellas mismas, ¿cómo no voy a enojarme al ver que una mujer, a igualdad de preparación y esfuerzo, cobra en torno a un 25% menos que sus compañeros masculinos? ¿Cómo no voy a enfurecerme al pensar que quizá no podrá optar a un ascenso o a ocupar un puesto directivo por el simple hecho de ser mujer? ¿Y cómo no voy a despreciar a quienes, haciendo uso de su superioridad, acosan sexualmente a sus colaboradoras, con promesas de un trato favorable si accede a sus pretensiones o a un despido en caso de rechazarlas?

Si un padre quiere lo mejor para sus hijos, tiene que desear lo mismo para sus hijas. Un padre no puede hacer distingos entre sexos. Yo solo tengo dos hijas y, como padre orgulloso de ellas, no toleraría que ningún hombre, en ninguna empresa ni en ninguna circunstancia, pudiera menospreciarlas o infravalorarlas por ser mujer. Paternidad y machismo deben ser conceptos irreconciliables. Los padres que, hoy en día, siguen relegando a sus hijas a un segundo plano a favor de sus hijos varones y aceptan la creencia de que no son tan buenas como ellos, no son dignos de llamarse padres.



Imagen obtenida de internet

23 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo con lo que dices. Mucho se ha avanzado, pero mucho queda todavía por recorrer. Tan perjudicial es para el avance la actitud de los hombres como la de las propias mujeres, pues la educación machista la están recibiendo ambos.
    Un abrazo.

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    1. Efectivamente, siendo este un tema cuyo principal origen está en la educación, mala cosa sería que ambos sexos siguieran recibiendo los mismos mensajes de siempre. A las chicas ya se las enseña a detectar y rechazar actitudes machistas en sus amigos y parejas, pero todavía queda mucho por hacer, sobre todo en la educación masculina.
      Un abrazo.

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  2. Totalmente de acuerdo.
    Yo vi el acertijo y sí pensé en una mujer, y me sorprendió y entristeció que dieran por hecho que una eminencia médica es un hombre.
    Yo tengo un hijo y una hija y los he educado en igualdad, y de momento lo he conseguido, a ver que pasa el día de mañana pero espero que mi hija no tenga que sufrir ningún tipo de discriminación laboral ni de ninguna índole.
    Un abrazo y feliz miércoles.

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    1. Lo malo, Gemma, es que muchas veces salen de casa bien formados, pero cuando llegan a la Universidad o al trabajo, se encuentran con actitudes machistas por parte de profesores y jefes. Espero que tarde o temprano, esas actitudes desaparezcan definitivamente.
      Un abrazo.

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  3. Muy bueno tu reportaje sobre este tema. Estoy totalmente de acuerdo contigo, que el machismo ha empezado siempre en la familia, haciendo distinciones en deberes y obligaciones según el sexo, por los padres, mejor dicho, por la madre.
    Sobre el maltratado, creo que hay un problema desde que comienza la relación, la mujer, consiente una mala contestación, perdida de respeto, etc. y todo porque se siente enamora, asume ese trato desde la primera salida. Ahí mismo, tenía que poner los medios y darse a respetar, porque cuando la relación avanza, ya no hay remedio, pues está visto, que algunos hombres son unos salvajes.
    Todo ha cambiado mucho y está en vías de cambiar del todo afortunadamente, aunque después de una noticia que escuché en un programa de televisión y luego leí, el año pasado sobre una encuesta que habían hecho a los jóvenes de tierna edad sobre el tema, me dejó pasmada; decían estos jóvenes incluidas las féminas, que era normal que el chico llevara la voz cantante (por decirlo así, ya que no recuerdo exactamente las palabras), ¡increíble!.
    Fue un placer leerte Josep.
    Un abrazo.

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    1. Sí se ha avanzado, pero menos de lo que parece y de lo deseable. El machismo está tan arraigado, tanto en hombres (sobre todo en ellos) como en las mujeres, después de siglos de imposición como algo normal, que incluso los jóvenes actuales llevan estampado en su cerebro conceptos retrógrados como el que mencionas. Chicas jóvenes que no le dan importancia al control que sobre ellas ejerce su pareja o chicos que quitan importancia a un bofetón en un momento de enfado. Si en el seno de la familia no se da ejemplo, la educación en las escuelas debería reforzar mucho más la defensa de la igualdad entre sexos.
      Muchas gracias, Elda, por tu comentario.
      Un abrazo.

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  4. Gran artículo una vez más, Josep.
    Aprovecho para decirte de nuevo que tienes una capacidad especial para analizar un tema desde una perspectiva objetiva, respetuosa y sensata, algo que escasea bastante hoy en día en las redes sociales de cualquier tipo.
    Es sorprendente cómo esos valores están a veces tan soterrados en nuestra mentalidad, que cuando salen a luz una se asusta al comprobar lo contradictorios que son con respecto a nuestros ideales y valores, especialmente en materia de igualdad de género.
    Hacía tiempo había leído este acertijo y me horroricé al caer yo también en la trampa. Pero, no contenta con ello, hace poco volví a incurrir en el mismo error mientras daba una clase particular a una alumna, para más inri. El caso es que le pedí que me describiese una fotografía en la que aparecían un hombre y una mujer con trajes de oficina, sentados en un escritorio y charlando cordialmente. Nada en la fotografía hacía entender que el hombre fuese su jefe, pero la alumna en cuestión dio por hecho que esa era la posición de la figura masculina con respecto a la femenina. Y yo automáticamente estuve de acuerdo con su respuesta, pues no fue hasta unos minutos más tarde cuando me planteé que no había razón explícita para creer que así fuese. Menos mal que se lo hice saber a tiempo a la chiquilla.
    En fin, son actitudes y prejuicios que tenemos que vencer poco a poco.
    Un abrazo.

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    1. Tenemos tan asumidos ciertos roles en la sociedad que, aunque sepamos lo equivocados que estamos, la inercia nos hace caer una y otra vez en la trampa.
      También hay quienes usan la igualdad a su antojo e interés, como por ejemplo que una pareja comparta los gastos de, por ejemplo, una consumición o del cine a medias, pero en cambio en temas mucho más trascendentes debe ser el hombre quien tome las riendas y el control. A veces solo nos fijamos en lo superficial y no escarbamos al fondo de la cuestión. Pero tiempo al tiempo. Espero que mis nietos y nietas (de momento solo tengo una) vivan en una sociedad realmente igualitaria.
      Muchas gracias, Sofía, por tu amable comentario y por aportar tu experiencia personal.
      Un abrazo.

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  5. Has realizado un buen reportaje y has tratado el tema con mucha delicadeza. Es sabido que antes nos educaban con roles distintos en casa si eres hombre o mujer. Nosotras hemos sido dos hermanas y nos han educado como mujer para servir al hombre. Pero y he dado con una pareja que no es nada machista y hemos llevado la vida y los roles en paridad. Hemos tenido dos hijos varones y los hemos educado en que todo se comparte a pesar de darles la mejor educación y formación. Al día de hoy tienen su trabajo, su casa y su pareja y por lo que yo veo comparten todo los trabajos y los roles como debe de ser. Igualdad en todo. Un abrazo.

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    1. He intentado ser comedido y ecuánime, sin por ello evitar poner el dedo en la llaga. Decir que el machismo también reside en las mujeres podría ser objeto de enojo por parte de algunas feministas, pero tenemos que aceptar la realidad por triste que sea. El machismo nos lo han inculcado a hombres y mujeres a la vez. Lo que ocurre es que el hombre lo ha asumido con más "entusiasmo", si así puede calificarse, porque le ha favorecido, mientras que en la mujer se le ha "inoculado" una especie de resignación que ha acabado interiorizando y normalizando. Una vez el rol del padre y de la madre han quedado socialmente establecidos, ambos miembros juegan su papel de acuerdo a estas reglas heredadas desde la antigüedad y no ha sido hasta que la mujer-madre-esposa se ha rebelado, que no ha empezado a tambalear el sistema machista.
      Del mismo modo que las sufragistas se levantaron contra el sistema que les prohibía votar, la mujer, poco a poco, ha ido ganando terreno en otros muchos ámbitos, pero todavía queda mucho por hacer y, como decía, es labor de los padres (hombre y mujer) y de la escuela hacer cambiar el chip de los jóvenes desde muy niños.
      Me alegra que en vuestra familia esos valores se respeten, como se respetan en la mía.
      Un abrazo.

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  6. Hola Josep, en primer lugar felicidades por tener esa capacidad didáctica y por saber tocar temas tan delicados como el machismo con una sensibilidad muy especial. Y lo cierto es que a pesar de los avances en la sociedades actuales, nos encontramos con una escalada de violencia machista que ni los propios sociólogos parecen comprender en toda su intensidad. Y es que según algún informe que he leído en las clases más favorecidas, y con mayor nivel educativo también se vive un repunte en las agresiones o en los simples comentarios y comportamientos machistas. Por otro lado, reconozco que he caído en el experimento propuesto y he pensado que era un médico, lo que por otra parte me hace pensar en el perverso uso del lenguaje en otro ámbito. Por ejemplo, por qué algunas mujeres utilizan la expresión por ejemplo, soy abogado, en vez de soy abogada. En fin, creo que todos tenemos trabajo por delante por una sociedad más justa e igualitaria y en mi caso como padre de una niña lucharé por defender sus derechos y por darle una educación humanista en igualdad de trato.
    Un abrazo.

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    1. Pues sí, Miguel, aunque parezca un contrasentido, en las clases "altas" social, cultural y económicamente hablando, también se dan muestras de machismo. Como decía en mi entrada, no soy un entendido en la materia, pero diría que en estos estrados sociales existe un clasismo muy arraigado, un complejo de superioridad, que se tuerce en machismo al considerar a la mujer como un inferior, sobre todo en el trabajo. También se dan casos de jóvenes que practican la violencia machista pertenecientes a familias de clase alta. ¿Será un defecto educativo, el ejemplo que toman de su padre, una falta de armonía y cariño familiar? Francamente no lo sé. Lo que sí está claro es que el machismo está muy extendido, y no solo con sus manifestaciones violentas (que aun siendo muy graves, por fortuna no son mayoritarias) sino en cualquier ámbito de nuestra vida cotidiana. En contra, a veces y por temor a ser tachado de machista, caemos en situaciones casi ridículas, como lo de miembros y miemnbras, o portavoces y portavozas, jajaja. Y en el terreno profesional, como bien dices, no acabamos de afinar. Decimos doctora sin ningún problema y en cambio diremos mi abogado, aun siendo mujer. Por cierto, ¿el femenino de médico es médica?
      Un abrazo.

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  7. Interesante planteamiento el del machismo y la paternidad. Me impresionó el vídeo del eminente cirujano y su hijo. Yo tampoco acerté, y es que después de la educación que hemos tenido, nuestra dosis de machismo no nos la quita nadie.
    Un beso.

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    1. Esperemos que las generaciones venideras vayan desprendiéndose de esta capa machista que nos recubre a todos más o menos por igual. La educación lleva su tiempo. Hasta que no crezcan los párvulos actuales no se verá el resultado. Solo espero que no se tuerzan por el camino.
      Un beso.

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  8. Muy bueno Josep Mª estoy contigo que no se nace machista sino que son los aprendizajes que hacemos a lo largo de la vida los que determinan cómo nos posicionamos y que en muchos casos las propias mujeres hemos perpetuado estas conductas.
    A mis hijos los he educado en el respeto a la mujer y la igualdad de hombre y mujer porque así lo ven en casa y así lo siento, hombres y mujeres somos iguales desde nuestras diferencias.
    Me parece un insulto que aún algunos sigan discriminando a las mujeres y que en público se diga una cosa y en privado y de forma jocosa se diga otra.
    Hace un tiempo en una conferencia, en la presentación del debate el moderador, un doctor, presentó a la ponente como la guapa doctora dejando de lado que no era cierto y evidente para todos los asistentes porque la señora en cuestión había sucumbido a la tentación de la medicina estética y no había sido un buen trabajo, fue ofensivo ese tipo de presentación que jamás hubiera hecho con un ponente varón. Este tipo de comentarios se siguen dando y en todos los ambientes, al moderador más tarde en privado se le recomendó que no usara ese tipo de expresiones, no sé si lo recordará.
    Espero que poco a poco se vaya normalizando todo.
    Me gusta mucho el planteamiento de los temas que haces.
    Un abrazo

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    1. Resulta decepcionante ver cómo personas de elevado nivel cultural siguen mostrando esos despojos de machismo, muchas veces de forma instintiva. como en el ejemplo que has mencionado. A estas personas, por importantes que sean, hay que afearles su conducta para que, de una vez por todas, abandonen esa práctica.
      A otros niveles mucho más bajos, la incultura no les deja ver muchas veces lo denigrante que pueden llegar a ser ciertas calificaciones o comentarios o lo inapropiado de algunas actitudes. En nuestro país tenemos todavía bastante arraigada la costumbre de los piropos en la calle, cosa que quien los profiere considera normal e incluso masculino. Aunque me temo que en este capítulo especial nos hallaríamos ante opiniones muy dispares, incluso entre el sexo femenino, jeje.
      En definitiva, los hijos suelen tomar como modelo a sus padres y la educación y el ejemplo que estos les dan en casa es fundamental.
      Un abrazo, Conxita.

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  9. Bueno, Josep Mª, una vez más vuelves a poner el dedo en la llaga. Vayamos por partes.
    Yo siempre he dicho que tras un hombre machista, la mayoría de las veces, se encuentra una madre machista que le ha educado así, o que ha dejado que le eduquen así. Esa educación que tan necesaria es no debe darse solo en la escuela, sino principalmente en el hogar. Ahora hay muchos padres interesados en que sus hijos aprendan comportamientos en el colegio, a mí me parece mal. El colegio es el lugar donde se aprenden materias académicas y donde se continúan ciertas premisas de comportamiento que deben ser aprendidas en casa. Además, ese aprendizaje se adquiere con el ejemplo de los progenitores.
    Ese acertijo al que aludes yo también lo vi en la tele, y sin ánimo de presumir, yo lo adiviné, y como no me considero más inteligente que la media, creo que lo acertaron muchas más personas pero en ese vídeo solo salieron los que fallaron. Una manera más de manipular y condicionar una noticia, ni más ni menos.
    El problema de la brecha salarial entre hombres y mujeres yo lo veo más como un problema social que empresarial, porque la mayoría de esas diferencias se encuentran en los pluses y no en el salario base (eso sería un delito incluso con la actual ley de contratación). Y los pluses que suelen cobrar los hombres y no las mujeres suelen ser los de "asistencia", por la sencilla razón de que nosotras faltamos más al trabajo porque solemos ser las encargadas de ocuparnos de los "problemas domésticos", léase llevar a los niños al pediatra, cuidar a los padres enfermos, gestionar trámites de cualquier tipo (incluso, aunque parezca paradójico, llevar el coche al taller).
    Yo solo tengo una hija y puedo enorgullecerme de que es muy sensible a este problema, participa en asambleas, acude a manifestaciones y corrige en las comidas familiares cuando oye alguna expresión inadecuada por parte de los abuelos (estos se educaron de otra manera). Y si estoy orgullosa de ella es porque creo que su padre y yo algo hemos tenido que ver en esa forma de ver la vida y de combatir.
    Otra vez, Josep Mª, tengo que pedirte perdón por el discurso, pero "la culpa" es tuya, que tratas temas muy interesantes.
    Gracias, compañero, por analizar este tema de una manera tan buena.
    Un abrazo.

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    1. Hola. Paloma. Efectivamente, es en el seno del hogar donde los jóvenes deben aprender las reglas del buen comportamiento social y la escuela debe ser un lugar de aprendizaje académico pero también de refuerzo, de apoyo o control, pues mientras fulanito puede tener unos padres modélicos, menganito puede tener un cafre como padre cuya mano se le va de vez en cuando, de modo que el chaval es el gallito en clase y ya muestra con las chicas maneras de machista redomado. No es una tarea fácil desde luego, porque podríamos ahora entrar a valorar el comportamiento de algunos padres sobre le profesorado, esos que amenazan al profesor o profesora por haber recriminado una mala conducta a su hijo o hija.
      En cuanto la brecha salarial, desde luego que es un problema fundamentalmente social y diría yo que especialmente notorio en la empresa privada, donde se suele tener más manga ancha a la hora de hinchar la partida de "complemento personal" en la nómina de los hombres que de las mujeres, por no hablar de lo que cobra un actor en comparación con su partenaire femenina, o un presentador y una presentadora. Pero de este asunto concreto no puedo hablar más que por lo que las propias mujeres afectadas denuncian, pues yo, que he tenido siempre colaboradoras femeninas (este ha sido mi sino: estar siempre rodeado de mujeres en el trabajo y en casa, jajaja) no he hecho jamás distinciones y, siempre que ha estado en mi mano, les he ofrecido el mismo salario que si la persona seleccionada para el puesto hubiera sido un hombre, y solo he tenido en cuenta su formación y experiencia.
      Yo tengo dos hijas, la mayor es farmacéutica y ocupa un puesto directivo en una empresa del sector. Por fortuna nunca ha sufrido una discriminación por motivo de su sexo, pero quizá algo haya tenido que ver el hecho de que tanto la dirección general anterior como la actual está ocupada por una mujer, algo de por sí excepcional. Mi hija menor es educadora social, por lo que ya puedes deducir cuál es su mentalidad y opinión en torno a este tema, jeje.
      Muchas gracias por tomarte la molestia de exponer tu experiencia y opinión personal y soy perfectamente consciente de que con este tipo de entradas provoco una entusiasta reacción de mis lectores, jajaja.
      Un abrazo.

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  10. Me ha gustado leerte. De acuerdo que "el foco de esa educación no debemos fijarlo exclusivamente en las escuelas, sino en el núcleo y entorno familiar."

    Un abrazo.

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    1. Muchas gracias, María Pilar, por haber dejado tu comentario.
      Un abrazo.

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  11. Una estupenda reflexión con la que estoy del todo de acuerdo, querido Josep. Mi padre, que en paz descanse, tuvo cuatro hijas, solo chicas. Siempre le oí decir que mientras que él estuviera vivo ningún hombre se aprovecharía de sus hijas en forma alguna. A todas nos dio estudios universitarios y siempre se mostraba orgulloso de nuestros logros, nos valoraba y nos consideraba valiosas para la sociedad. Sin embargo, todas nosotras le considerábamos machista sin remedio y discutíamos con él ante ciertos comentarios quer hacía. ¿Cómo se concilian ambas actitudes? Pues siendo el fruto de una educación puramente machista, la de su época, y criando y queriendo a cuatro mujeres que éramos sus hijas y que tratamos de "reeducarle". Es un tema complejo, pero está claro que el machismo se combate desde la niñez, con ejemplo y con educación.

    Un abrazo, me ha encantado tu post :)

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    1. Hola, Julia. Es muy normal la existencia de contradicciones, pues, como bien dices, una vez la educación machista ha echado sus raíces, aunque el sentimiento en defensa de los valores y derechos de las propias hijas sea sincero, siempre queda un poso difícil de erradicar. Del mismo modo que la educación en el seno de la familia, lógicamente vaya en la dirección padres-hijos, me parece muy sano y valiente obrar en sentido contrario. Además, erais cuatro contra uno, jajaja.
      Muchas gracias, amiga, por dejar tu huella en este comentario.
      Un abrazo.

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  12. Supongo que la forma de conocer bien a las mujeres es tratándolas desde un nivel de igualdad absoluta, pero para ello deben haber logrado estar, por propio derecho, a la misma altura que los hombres.
    Como es lógico, en cuanto a gustos y deseos, hay un amplio abanico de posturas; mientras unos consideran la prostitución como una lacra social, los hay, incluso entre el gremio de las prostitutas, que reivindican su papel y su libertad para hacer con su cuerpo lo que quieran. Otra cosa muy distintas es la esclavitud sexual o la trata de mujeres obligadas a prostituirse contra su voluntad.
    Me ha gustado el término "feminazi". Espero que cuando las mujeres tomen el poder, no se tomen también la revancha y nos sometan a su voluntad, jeje.
    Muchas gracias, Julio David, por compartir tu opinión y el tema del machismo en tu país.
    Un abrazo.

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