Llevamos mucho tiempo, demasiado, viendo esas imágenes espeluznantes que parecen sacadas del mismísimo infierno y que me hacen cuestionar, una vez más, la bondad del ser humano, a la vez que me sorprende hasta qué punto puede llegar su resistencia. Evidentemente, me estoy refiriendo a seres humanos distintos en cuanto a condición económica, política (o ideológica) y social. El primero es quien, desde arriba, somete al de abajo. El segundo es el que sufre las consecuencias de dicho sometimiento. Dos polos opuestos. Y obviamente me estoy refiriendo a la guerra en Siria y al brutal asedio de Alepo por parte de las tropas gubernamentales de Bashar al-Ásad y rusas, su aliado en este conflicto bélico que ya dura más de cinco años y se ha cobrado hasta ahora un cuarto de millón de muertos según algunas fuentes (Naciones Unidas) y casi medio millón para otros observadores.
Todas las guerras son crueles por definición y algunas, como ésta, están surtidas de actos genocidas, al actuar impunemente contra la población civil, impidiendo o dificultando su evacuación, privándole de alimentos y medicinas e incluso bombardeando los centros hospitalarios donde se atiende a los supervivientes, con la excusa de ser utilizados como refugio de los terroristas. En definitiva, una masacre orquestada con total impunidad, haciendo oídos sordos a la comunidad internacional.
No me siento capacitado para hacer una valoración de los intereses políticos y económicos que subyacen bajo las apariencias, pues es harto complicado discernir, por la ignorancia propia y la desinformación interesadamente recibida, las verdaderas razones que la han provocado pues en este tipo de conflictos generalmente sólo vemos la punta del iceberg. La realidad suele ser muy distinta a cómo nos la cuentan.
Lo que me ha movido a escribir esta entrada es algo más simple pero no por ello menos injusto: el deseo de ganar a toda costa, sin importar el coste humano.
Hay guerras justas, las menos, e injustas, las más. Dirimir entre lo que es justo e injusto también sería una tarea compleja ─y probablemente poco imparcial─ por los motivos antes mencionados. Pero para mí lo más injusto es que, aun sabiendo las enormes bajas que una guerra causará o está causando, se inicie o prosiga la contienda sólo por el orgullo, o debería decir la soberbia, de no dar el brazo a torcer, de ser el vencedor, de aplastar al insurgente que, a veces con razón, se alzó en armas. En el caso que aquí me ocupa, al-Ásad se ha erigido ─provisionalmente─ como el orgulloso ganador por haber recuperado el control de Alepo, una ciudad actualmente habitada por perros vagabundos y famélicos, escombros y miles de fantasmas que un día fueron personas que vivían felices o, por lo menos, dignamente.
Bashar al-Ásad ha ganado una ciudad prácticamente desierta y destruida hasta los cimientos sólo por la “gloria” de ser el triunfador. Los habitantes que lo han perdido todo, los inocentes que han pagado con sus vidas, son sólo un daño colateral, algo asumible por quienes no tienen ─y sabían que no tendrían─ entre ellos a sus padres, hermanos o hijos.
Hola.
ResponderEliminarLo de Alepo es sangrante, ya no queda nada, han dejado la ciudad plana y parece que les da igual. Miles de personas han dejado atrás una vida, unos recuerdos, sus muertos...no solo no tienen nada, es qu eya no tienen ni pasado.
Un abrazo y feliz noche.
Hola, Gemma.
EliminarAcabo de ver en las noticias de la mañana, que siguen los bombardeos en la ciudad y que al menos 50.000 personas están atrapadas. No sé cuántos meses o años más tendrán que pasar para que por fin se instale la cordura y se alcance un final pacífico ante tanta barbarie.
Pensar que hay niños que no conocen otra cosa, que han nacido en guerra y que no saben lo que es vivir en paz y de forma digna.
Un abrazo.
Es muy pero muy jodido el asunto Josep. Y sólo queda lamentarse.
ResponderEliminarAbrazo.
Sí, Gildardo, es muy jodido porque los que podrían acabar con ello no están dispuesto a negociar ni a ceder un ápice y la comunidad internacional solo puede limitarse a lamentarlo y condenarlo.
EliminarSupongo que ahora vendrá el momento de la tregua navideña, para que los pobres ciudadanos puedan celebrar las fiestas sin bombardeos y luego, al año nuevo, retomar las cosas sonde las habían dejado.
Muy lamentable.
Un abrazo.
El odio no tiene límites, la inteligencia del hombre parece no tener ninguna utilidad.
ResponderEliminarAbrazos.
Parafraseando a Churchill: sangre, sudor y lágrimas, eso es lo que cuestan las guerras para quienes las sufren de cerca. La inteligencia humana brilla por su ausencia y deja paso a la soberbia.
EliminarUn abrazo, Francisco.
Un reflexión dura pero cargada de razón la que nos expones, Josep.
ResponderEliminarEn esta guerra y en el caso concreto del asedio a Alepo he asistido impotente como espectadora implicada pues tengo un compañero en el grupo de investigación que es sirio y ha perdido este verano a varios familiares en los bombardeos de esa ciudad. Es desgarrador verlo y no saber qué decirle cuando se acaba de enterar que alguien allegado a él ha perdido la vida en un nuevo bombardeo.
al-Asad, con la excusa de Isis está bombardeando una ciudad donde precisamente esa facción no está, así se quita de encima la oposición que le impide gobernar como a él le da la gana. Indignante, y como siempre la población civil pagando las consecuencias.
Un abrazo.
Por cierto, ya conseguí tu libro (he colgado una foto en G+). En breve me pondré con su lectura.
EliminarHola Paloma. Toda la gente de bien (que quiero pensar somos mayoría, aunque silenciosa) nos sentimos impotentes ante tanta injusticia y barbarie. Unas guerras se acaban y otras se inician en otro lugar y por otras causas, o a veces las mismas, porque nunca acabamos de aprender la lección. Alguien sacará provecho de tanto desatino.
EliminarYo también conozco a un farmacéutico sirio, que tenía familia, casa y negocio en Alepo y que lo ha perdido todo. Por fortuna, pudieron salir a tiempo, al inicio de la contienda, hacia Turquía y ahora están desperdigados por Europa. Su posición cultural, profesional (licenciados) y económica les ha permitido sobrevivir sin pasar penurias y están en trámites de conseguir la residencia. La mayoría, sin embargo, no han tenido esa suerte.
Un abrazo.
P.D.- Muchas gracias por haber comprado el libro y haberlo hecho público en Google+. Espero que lo disfrutes. Y también espero que tu ejemplo sea seguido por más lector/as, :)
Triste, muy triste y qué poco importan las vidas. Ayer mientras veía la barbaridad de esa ciudad arrasada me conmovió ver la imagen de una mujer con su pareja y dos chiquillos en un carro, intentando escapar de ese odio y de esa atrociadad y pensé en el horror de esas familias atrapadas en una guerra que no han provocado y la ineptitud del mundo para pararlo.
ResponderEliminarIndigno.
Un saludo
Hola Conxita. Por lo menos, aunque no podamos hacer nada por evitarlo, todavía podemos sentirnos humanos ya que no hemos llegado a la insensibilidad que provoca lo que podemos llegar a considerar nuestro pan de cada día. Jamás debemos acostumbrarnos a las muertes de inocentes, como el cirujano que acaba acostumbrándose a ver cuerpos abiertos en el quirófano.
EliminarSon muchos los conflictos armados y matanzas que se producen en el mundo en nombre de la religión, la xenofobia, y los totalitarismos fanáticos. Boko Haram, ISIS, etc, etc. campan a sus anchas sin que nadie -al memos hasta ahora- les haya podido parar los pies. Por no hablar de la hipocresía internacional, pues hay países que critican esos conflictos pero les venden armas y petróleo.
Un abrazo.
Es desgarrador este tema cómo se explica este odio pero lleva razón en tu reflexión final en el fondo es olo por llevarse la gloria y no otra cosa y el pueblo? uufff es tan doloroso que te quedas sin palabras y luego un silencio ante estos hechos casi criminal , el mundo occidental que hace ?, gracias por sensibilizar y denunciar excelente, un abrazote desde mi brillo del mar
ResponderEliminarHola Bea. El odio genera odio. Parece como si hubiéramos retrocedido a la edad media, cuando medio mundo estaba en guerra y no paraban de batallar los unos contra los otros. Sólo que ahora las guerras son más cortas (no duran 30 ó 100 años) pero más sangrientas, pues los medios de aniquilación son mucho más expeditivos y sofisticados. La maldad humana no tiene fin ni fronteras.
EliminarUn abrazo.
Está muy bien el recordatorio que has hecho de esta guerra tan indignante como son todas las guerras, para darnos cuenta de lo afortunados que somos en nuestro país y los que nos rodean. Parece mentira que en los tiempo avanzados que vivimos, todavía surjan conflictos de este calibre. Viendo esta fotografía y las imágenes que hemos podido ver, parecen las de la segunda guerra mundial por esa destrucción total.
ResponderEliminarEn fin, incomprensible y sentido... De momento no me queda más que desearte lo mejor para estas Fiestas y todos los días de tu vida, en compañía de todos tus seres querido.
Un gran abrazo Josep.
Hola Elda. De hecho vivimos rodeados de violencia. El terrorismo yihadista, por ejemplo, lo tenemos a la vuelta de la esquina. Esta guerra, sin embargo, es la máxima expresión de la intolerancia que no ceja en sus esfuerzos por abatir a los opositores cueste lo que cueste.
EliminarGracias por tu comentario y yo también te deseo que en tu hogar reine la paz y la felicidad.
Un fuerte abrazo.
Todas las guerras son injustas. y todo terrorismo es una atrocidad. Los que pierden son los de siempre , la gente que no ha podido huir del lugar y se sienten atrapados por los dos bandos. -da dolor ver tanto sufrimiento en vano y tanto dolor. Un abrazo
ResponderEliminarP.D. ayer recibí tu libro ya leí el primer relato.
En las guerras, al igual que en cualquier otra catástrofe, incluso natural, siempre pierden los más débiles. Los poderosos, que son siempre los culpables de las guerras, se mantienen a buen recaudo y dirigen las matanzas desde sus despachos y viven a lo grande sin pensar (y si lo piensan son aun más monstruos de lo que parecen) en que mientras ellos están en el cine, en el teatro, en un restaurante de lujo o en una gala, muchas personas, a veces a miles de kilómetros, se están muriendo de hambre, de frío o de las heridas causadas por sus bombas.
EliminarUN abrazo.
P.D.- Gracias por comprar el libro. Espero que lo disfrutes. Te he enviado un email.
Muy bien Josep ahora te acabo de nominar para hacer un tag sobre libros y lecturas. no estás obligado a hacerlo te paso el testigo en esta dirección:
ResponderEliminarhttps://mariacarmenpiriz.blogspot.com.es/2016/12/tag-encuesta-de-libros-y-lecturas.html
Un abrazo