jueves, 11 de febrero de 2021

Diario de un paciente atribulado

 


Nuestra vida puede dar un giro radical en cuestión de segundos. En un instante podemos pasar de la mayor de las felicidades al peor de los infortunios. Incluso de estar vivo a estar muerto.

Si ya de niño pensaba en la muerte y en lo que había, o no había, “al otro lado”, de mayor, mi interés se ha centrado en cuántos años viviré, una pregunta que cada vez me he hecho con más frecuencia a medida que he ido cumpliendo años.

En más de una ocasión he experimentado un proceso psicosomático producto del estrés. Conociendo, pues, las malas pasadas que mi sistema nervioso me ha jugado, cualquier trastorno, por preocupante que pueda ser a simple vista, pienso que no tendrá ninguna trascendencia médica importante y que todo quedará en un susto. Hasta ahora siempre había sido así.

Pero en agosto de 2020, un año antipático donde los haya, me palpé un pequeño bulto en el pecho izquierdo. Un quiste sin importancia, pensé. Pero como más vale prevenir, en septiembre consulté con un dermatólogo para que me orientara, y este me derivó a un cirujano, quien determinó que debía extirparse y analizarse. Como la intervención quirúrgica no pudo llevarse a cabo hasta finales de noviembre y el resultado de la biopsia tardó en llegar más de lo previsto, no supe que lo extirpado era un carcinoma mamario hasta unos días antes de Navidad.

Siempre había pensado qué haría ante una noticia de este tipo. Solo puedo decir que me quedé helado, pero no amedrentado. Parecía como si aquello no fuera conmigo. ¿Qué debo hacer? ¿A quién tengo que acudir?, fue todo lo que pregunté. Estos casos los ve y trata un especialista en ginecología o en cirugía general, fue la respuesta.

Ni corto ni perezoso, antes incluso de comunicárselo a mi mujer, me las compuse para obtener, sin dilación, cita con un especialista en cirugía general en el Hospital Universitario General de Catalunya, nuestro centro hospitalario de referencia. Por fortuna, dentro de esta especialidad comprobé que existía una Unidad de la mama. Solicité telemáticamente día y hora de consulta, y la cita más temprana resultó ser el 12 de enero. Faltaban 22 días, una eternidad para quien desea resolver un problema grave a la mayor brevedad posible. Pero con las fiestas navideñas de por medio, no quedaba otra alternativa que esperar.

Mi mujer, al conocer el diagnóstico y la fecha de visita adjudicada y viendo la imposibilidad de adelantarla —cosa que intentamos—, puso su iniciativa natural en marcha. Al día siguiente ya me había conseguido una cita, para el 30 de diciembre, con la Dra. Ara, ginecóloga y cirujana del Hospital Universitario Dexeus, tras haber obtenido una muy favorable opinión de una clienta de la farmacia donde trabaja y que había sido paciente suya.

Al ver adelantado el proceso trece días, el alivio que sentí fue mayúsculo. Quien espera, desespera, dice la máxima. Yo no me desesperaría, me dije, simplemente esperaría acontecimientos. Y aquí empezaron las tribulaciones que me han llevado a escribir este diario.

 

Miércoles, 30 de diciembre de 2020: Primera cita

La cita es a las 15:30 horas. Llego al Hospital con media hora de antelación. Tras identificarme, paso a la sala de espera del Servicio de Ginecología, a la que no dejan acceder a mi mujer. Allí me encuentro, como era de suponer, con cinco mujeres. No observo por parte de ellas ninguna mirada interrogativa. Supongo que no es la primera vez que acude a ese Servicio un hombre. Me entretengo pensando en si creerán que estoy allí para un examen de fertilidad porque me he casado con una mujer mucho más joven y hay dudas sobre mi capacidad reproductiva.

Cuando me toca el turno, me someten a un interrogatorio para abrir mi historia clínica. Una de las preguntas es si existen antecedentes de cáncer de mama en mi familia, cosa que niego. Soy, pues, el primero de una estirpe. Este tipo de cáncer en hombres solo representa un uno por ciento de los cánceres de mama. Quizá una mutación me da dotado de esa “habilidad”. Deberé someterme a un estudio genético, pues tengo dos hijas a las que prevenir. Al terminar el interrogatorio y antes de entrar en materia, se le permita la entrada a mi mujer.

El informe anatomopatológico del pequeño tumor extraído en diciembre y que he entregado a la doctora revela que es muy agresivo y rápidamente expansivo. Esa es la mala noticia. La buena, o menos mala, es que existe un tratamiento muy eficaz y específico para este tipo de tumor a base de anticuerpos monoclonales. Ante ello, se presentan dos escenarios posibles: practicar primero una mastectomía seguida del tratamiento antitumoral o viceversa. La elección entre ambas opciones dependerá del grado de afectación mamaria y del aspecto de los ganglios. Si hay presencia de restos tumorales, evidencia de una extensión del tumor y/o afectación ganglionar, se aconseja proceder de inmediato con el tratamiento durante un año con el fin de contener su expansión y reducirlo al máximo. Una vez conseguido esto, se practicaría la mastectomía. De lo contrario, se invertiría el proceso.

La palpación de las mamas y de los ganglios no evidencia ninguna anomalía. A continuación, se me practica una ecografía mamaria y una mamografía bilateral, que tampoco ponen de manifiesto hallazgos anómalos. Los ganglios linfáticos axilares son normales y no se aprecian signos de alerta en ambas mamas. Pero aun partiendo de estos resultados positivos, hay que completar la exploración con una resonancia magnética, cuya mayor sensibilidad confirmará si queda algún resquicio de duda. Esta prueba radio-diagnóstica se programa para día 8 de enero y la siguiente visita con la especialista para el 12. A la vista de todos los resultados obtenidos, un comité oncológico determinará el procedimiento a seguir.

Para adelantar acontecimientos, deberé someterme, sin prisa pero sin pausa, a las habituales pruebas preoperatorias: análisis de sangre, placa de tórax y electrocardiograma.

Aunque no está todo dicho y decidido, mi estado de ánimo mejora ostensiblemente. Por lo menos sé dónde estoy y adonde voy, y el camino se me antoja seguro.

Son las 20:30 horas cuando estoy de vuelta en casa con las ideas más claras o, por lo menos, con la información necesaria y suficiente. Por el momento.

 

Viernes, 8 de enero de 2021: Las pruebas

A las 11:15 horas debo someterme a la resonancia magnética. Como me inyectarán un líquido de contraste tengo que estar en ayunas durante, por lo menos, cuatro horas. Decido, pues, aprovechar esta circunstancia para que me hagan antes el análisis de sangre, pues para ello no es preciso tener cita previa.

Cuál es mi sorpresa al ver lo abarrotada que está la sala de espera. Aunque todos los presentes llevan mascarilla y están en asientos alternos, el trasiego de personal es continuo. El turno para ser atendido lo indica una máquina según el motivo de la visita. El botón A es para análisis, el B para entrega de muestras y el C para recogida de resultados. Me sale el número A06.

Va pasando el tiempo, falta una media hora para la resonancia y mi número no sale en pantalla. El número A más avanzado es el A88 y pienso que después del A99 empezarán con el A01. Pero entre que los trámites van muy lentos y que van intercalando números con la letra B y C, me voy poniendo cada vez más nervioso. Finalmente me decido a exponer mi situación a una de las administrativas que acaba de despachar a un paciente y le muestro mi papelito. Esta me confirma que todavía me queda bastante, que será mejor que vaya a que me hagan la resonancia y vuelva a por un nuevo turno. Pero una compañera, que lo ha oído, replica que, si la resonancia es con contraste, no podrán hacerme los análisis. Viendo mi cara de desolación, añade, en un tono más bajo, que vaya a la máquina de nuevo y pulse el botón B y así me atenderán mucho antes.

En esta ocasión me ha salido el B33 y al cabo de unos pocos minutos me toca el turno. No pasan ni cinco minutos desde que he vuelto a sentarme con la petición aprobada y sellada cuando una voz me reclama. Paso a una sala minúscula en la que apenas cabemos la enfermera y yo y en un santiamén estoy camino del servicio de Diagnóstico por la Imagen. Y vuelta a empezar: número para entregar la petición médica y sentado de nuevo a la espera de que me hagan pasar a la sala donde me introducirán en ese tubo tan ruidoso y agobiante. Menos mal que no soy claustrofóbico.

Llegamos a casa a la una menos diez. Me siento algo mareado, pero no sé si es por el líquido de contraste inyectado o por la hipoglucemia.

 

Martes, 12 de enero de 2021. Segunda cita

He dormido mal, soñando con médicos y hospitales. Y es que me acosté intrigado. A eso de las ocho de la tarde del día anterior recibí una llamada de una enfermera proponiéndome retrasar la hora de visita con la Dra. Ara, pues esta debía hacer una consulta sobre el resultado de la resonancia antes de visitarme y no quería hacerme esperar. ¿Una consulta? ¿Qué tipo de consulta?, me dije. Eso es que han visto algo y quiere cerciorarse antes de darme el veredicto. Eso no pinta nada bien.

Uno de mis peores defectos ha sido practicar lo que algunos psicólogos llaman el síndrome de “el adivino”, es decir adelantar acontecimientos sin una base sólida. Si tu jefe reclama tu presencia de inmediato a su despacho piensas que es para echarte una bronca, aunque ignoras qué puedes haber hecho mal. Luego resulta que solo quería conocer urgentemente tu opinión sobre algo que le preocupa. Eso mismo me ocurrió con la información recibida de la enfermera.

En la sala de espera, a la que esta vez sí que han permitido entrar a mi mujer, estoy como una moto. Debe ser el nerviosismo propio de quien espera un veredicto. ¿Qué habrá revelado la resonancia?

Cuando pasamos al despacho de la Dra. Ara, esta tarda más de cinco minutos en aparecer. Nos ha invitado a entrar, pero ella no hace acto de presencia. ¿Estará consultando algo?

Cuando, por fin, se sienta ante nosotros nos comenta que el retraso en la cita se ha debido a que el informe de la resonancia no estaría listo a la hora concertada y no quería hacernos esperar. El adivino y la enfermera no han estado muy finos. Acto seguido nos da una buena noticia, dentro de lo que cabe: No hay indicios de manifiesta malignidad. Solo se observa, alrededor de la zona del tumor extirpado, un área inflamatoria, en la que bien podría existir alguna célula maligna residual. La otra mama está totalmente “limpia”.

Se fija el día de la intervención para el miércoles 27 de enero. Tres días antes deberán practicarme una PCR y el día anterior una inyección con un marcador radioactivo para detectar el ganglio centinela. Junto con la mastectomía me lo extirparán para posterior análisis. Si el ganglio no está afectado —las imágenes así lo sugieren, pero hay que comprobarlo microscópicamente—, solo bastará con el tratamiento con anticuerpos monoclonales durante un año como terapia preventiva. En caso afirmativo, este tratamiento se complementaría con una quimioterapia convencional, aunque menos agresiva. La cosa va complicándose.

 

Martes, 26 de enero: Más pruebas

He consultado la web del Hospital y compruebo que la PCR ha dado negativo. Un alivio más, pues de lo contrario, no habría podido entrar en quirófano.

A las nueve de la mañana, acudo al Servicio de Medicina Nuclear para someterme a la identificación del ganglio centinela. Esta prueba consiste en inyectar en la zona tumoral una sustancia radiactiva (Tecnecio) para determinar hacia qué ganglio drena, desde el cual las células tumorales, de haberlas, podrían viajar por el sistema linfático hasta otros órganos. La prueba ha durado unas dos horas, pues entre la punción y la gammagrafía debe transcurrir una hora y media, tiempo que mi mujer y yo aprovechamos para dar un paseo por los alrededores.

 

Miércoles, 27 de enero: La intervención

La cita es a las 07:30 h., pero llego con quince minutos de antelación. Tras los pesados trámites administrativos del ingreso hospitalario, me veo tendido en una camilla con el típico atuendo de quien va al quirófano: gorro, cubrepiés y esa horrible bata que te deja con el culo al aire. En cuestión de segundos me insertan una vía por donde me inyectarán la anestesia y la medicación correspondiente. Caras desconocidas me saludan y se presentan. A la única persona que reconozco es a mi cirujana, gracias a que ya la he visto con mascarilla durante nuestras citas, aunque sin gorro. 

A diferencia de anteriores intervenciones con anestesia general, en esta ocasión no noto ese plácido peso en los párpados a medida que el anestésico va surtiendo efecto. Paso del estado lúcido al inconsciente, como si me hubieran dado un martillazo en la cabeza y hubiera perdido el conocimiento de inmediato.

Recuerdo muy poco de mi vuelta al estado consciente, solo que un joven camillero me transporta hacia la habitación. Veo que ante mis ojos van desfilando las luces del techo. Una vez en la cama, oigo a mi mujer que me da la bienvenida y me pregunta cómo me siento. Una vez a solas, me pone en antecedentes. La doctora le ha dicho que la operación ha ido muy bien y que en la zona operada solo vería una incisión longitudinal y que el ganglio centinela, el axilar, parecía sano a simple vista. No obstante, hasta el resultado de la anatomía patológica no conoceremos su verdadero estado.

Por la tarde, la doctora hace acto de presencia, alaba mi aparente buen estado físico y me ofrece la misma información. Le pregunto cuándo podré marcharme a casa y me responde que, si todo va bien, podré hacerlo al día siguiente, pues, aunque suelen mantener al paciente en observación unas cuarenta y ocho horas como mínimo, prefiere que abandone el hospital cuanto antes dado el número de pacientes con Covid-19 que están recibiendo derivados de hospitales públicos.

Lo único a destacar de ese primer día de hospitalización es la sed y el hambre. De lo primero ya era plenamente consciente, pues por experiencia sé que no se puede ingerir líquido alguno hasta transcurridas seis horas desde la intervención. Pero la cena consiste en un caldito insípido y una compota de mazana. Menos mal que mi mujer se ha aprovisionado de unos palitos de pan de los que doy buena cuenta.

 

Jueves, 28 de enero: El postoperatorio hospitalario

Del desayuno mejor no hablar, si es que unas escuálidas y quebradizas tostadas, una tarrina de mermelada de melocotón y un café con leche aguado puede calificarse de este modo. Dieta blanda, pone en una tarjetita. Un eufemismo como otro cualquiera.

Cuando, a eso de las nueve, la doctora examina la cicatriz y comprueba que el drenaje que me han implantado tiene buen aspecto, me pregunta si quiero irme a casa. Mi vehemencia al exclamar que sí no deja lugar a dudas. Antes de despedirse me informa que deberé volver a su consulta el jueves de la semana siguiente para que me quiten los puntos e informarme del resultado de la biopsia ganglionar.

Tras firmar el alta, me dan un dossier con el informe de cirugía y con las recomendaciones y el tratamiento a seguir en casa. A las once abandono el hospital y a las once y media llego al hogar dulce hogar.

 

Jueves, 4 de febrero: Tercera cita

El lunes al mediodía me llamó una enfermera para darme las citas de hoy con la enfermera que me quitará los puntos, con la doctora que me dará el veredicto y la pauta a seguir y con una fisioterapeuta que me indicará algunos ejercicios para reducir el edema de la zona operada.

Todas las noches desde mi regreso a casa he dormido mal por culpa de las molestias que he sentido en el pecho y el brazo izquierdo cada vez que intento cambiar de posición. A pesar de estar tomando un antiinflamatorio y un analgésico cada ocho horas, el dolor no ha desaparecido y tampoco la hinchazón.

La larga espera para ser atendido, se ha visto acentuada por un nerviosismo que no había sentido hasta ahora, como si tuviera que oír mi sentencia de muerte.

El primer paso por la enfermería revela un buen aspecto de la herida, tras la extracción de los puntos. La hinchazón y tumefacción que todavía persiste, acompañada de dolor al tacto, es normal e irá disminuyendo gradualmente.

Aparece por la enfermería la doctora Ara, me saluda, mira la cicatriz y desaparece. No observo en su semblante ningún signo de ser portadora de buenas noticias. Una vez más el síndrome del adivino hace acto de presencia. A mi mujer la han hecho pasar directamente a la consulta. Pienso que cuando yo entre, su expresión me dará pistas de si hay buenas o malas noticias. Pero vuelvo a equivocarme. Mi mujer está sola y, por lo tanto, no sabe nada. Cuando la doctora Ara aparece, por fin, sigue con su semblante inexpresivo. Pero lo primero que dice es que la biopsia del ganglio centinela ha dado negativo, es decir que no estaba afectado. Mi mujer es la primera en reaccionar apretándome la mano. Yo tardo unos segundos más en dar muestras de alivio.

Pero a pesar de esta buena noticia, que indica que se ha extirpado toda malignidad que podía existir y que esta no se ha extendido, el comité oncológico recomienda, por protocolo, someterme a quimioterapia y hormonoterapia. En otras palabras, deberé seguir un tratamiento con anticuerpos monoclonales combinado con una quimio estándar, aunque me asegura que esta será más “suave” de lo habitual y que apenas experimentaré efectos secundarios y en todo caso eso será hacia el final del tratamiento. De todo ello me informará con detalle el oncólogo que llevará mi caso y con el que me dan cita para el día 8 de enero.

Antes de abandonar el hospital, me visita una fisioterapeuta que me muestra una serie de ejercicios que debo practicar para desinflamar el tejido cicatricial.

Esta noche me acuesto exhausto, como si me hubieran dado una paliza. Y es que los nervios, o la bajada de adrenalina, no perdonan.

 

Lunes, 8 de febrero: Siguientes pasos

Tengo cita con el oncólogo, el Dr. García Mosquera, a las cuatro de la tarde. Tras revisar mi historial y someterme a un largo interrogatorio, toma una hoja de papel y me hace un croquis de lo que será el tratamiento a seguir. Y ahí vienen dos sorpresas, una cuantitativa y la otra cualitativa. La cuantitativa se refiere a la frecuencia de la terapia. Lo de una sesión cada tres semanas, como tenía entendido, se convierte en una sesión semanal durante trece semanas con Paclitaxel y Trastuzumab (el anticuerpo monoclonal) por vía endovenosa, A eso le seguirá, ahora sí, una sesión cada tres semanas, durante trece sesiones, con solo Trastuzumab por vía subcutánea. En total, un largo año de tratamiento. Pero ahí no acaba la cosa, pues a continuación deberé tomar Tamoxifeno durante cinco años, por vía oral.

La segunda sorpresa, la cualitativa, es todavía peor y hace referencia a los efectos secundarios esperables y, según el oncólogo, más que probables: pérdida del cabello, pérdida del apetito, cansancio, debilidad, alteraciones gastrointestinales y, a medida que avance el tratamiento, neuropatía periférica, consistente en hormigueo y pérdida de sensibilidad en los dedos de las extremidades. Casi nada. No sé si todo ello lo dice para que luego no le recrimine por no habérmelo advertido o para que me vaya mentalizando.

A pesar de los pesares, insiste en que he tenido mucha suerte de que el tumor estuviera tan localizado y que haya quedado “limpio”, y que todo lo que van hacer conmigo es solo para prevenir cualquier recidiva en un futuro próximo ya que este tipo de tumor es muy agresivo. En otras palabras, para que cualquier célula tumoral que haya podido quedar perdida por ahí no se reproduzca y que las sanas no caigan en la tentación de ir por el mal camino.

Como el inicio de la quimioterapia no debe ser necesariamente inmediato, el especialista prefiere tomarse un tiempo para someterme a algunas pruebas adicionales de seguridad: ecocardiograma —para comprobar el estado de mi corazón, pues el tratamiento tiene una cierta cardiotoxicidad—, una nueva analítica basal —pues el nivel de glóbulos blancos se verá reducido y habrá que controlarlo— y una PET (tomografía por emisión de positrones) para descartar —eso no me lo dice, pero lo intuyo— la existencia de metástasis.

Al término de la visita, me da cita para el 24 de febrero, momento en que se fijará el calendario para poner en marcha el tratamiento. Ahora solo cabe cruzar los dedos para que este sea lo más efectivo y lo menos molesto posible.

En esta vida, hasta lo malo puede tener una parte positiva. Lo mejor de todo este proceso ha sido y es el interés, apoyo y cariño recibido de los familiares, amigos y conocidos que han tenido conocimiento de las tribulaciones de este paciente. A todos ellos mi más sincero agradecimiento.

Aquí termina este diario íntimo que dejo, como si de un relato de ficción se tratara, con un final abierto, pero que espero cerrar algún día.

 

47 comentarios:

  1. Menuda sorpresa nos has dado.
    Esperando tu pronta recuperación recibe un cariñoso abrazo.

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    1. Yo también me llevé una gran sorpresa. Siempre temí que un día me pasaría a mí y ese temor ha acabado haciéndose realidad.
      Muchas gracias por tus buenos deseos, que espero ver cumplidos.
      Un abrazo.

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  2. Un exhaustivo diario de un cáncer de mama en varón. Yo he visto tres en treinta años. y explicas perfectamente todo, pero todo, hasta los nervios y ahora el tratamiento.

    Que siga todo bien, es lo que te deseo, pero pinta estupendamente. Un abrazo y ánimos

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    1. Hasta en esto soy un tipo especial, je,je. Si no fuera por los nervios, lo habría llevado mucho mejor, pero son cosas que no se pueden controlar.
      Confío en que todo terminará bien.
      Muchas gracias y un abrazo.

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  3. Vaya diario más íntimo el que nos haces compartir, y qué bien expresado. Has transmitido estupendamente esa espera y ese agobio ante unos resultados y un futuro incierto, pero manteniendo la calma dentro de lo que cabe, algo que dice mucho de cómo eres. Te felicito por esa forma de encarar los problemas.
    Te informo que yo también padezco el síndrome del adivino y con los mismos resultados que tú. Ese tipo de síndrome me ataca en cualquier sitio y situación, especialmente cuando cojo un avión porque me dedico a mirar los gestos y expresiones del personal de vuelo cuando hay turbulencias o cuando el avión tarda en despegar (siempre creo que es por una avería y que el avión va a salir escacharrado). Afortunadamente me equivoco siempre, de lo contrario ya me debería de haber estrellado unas cinco o seis veces.
    Como yo soy algo agonías intento aplicarme el axioma (dicen que es de Séneca) "Quien se aflige antes de tiempo, se aflige más de lo necesario", pero me puede la ansiedad y no consigo seguirlo.
    Respecto a la cara de póker que ponen los médicos antes de dar un resultado o un diagnóstico yo también sé mucho de mi etapa en la sanidad privada, ningún compañero me lo ha confirmado pero estoy segura de que les dan clases en la facultad para que no dejen traslucir ningún signo de emoción.
    Y lo de aplicar una terapia "por si acaso" es otra manera de trabajar que ellos llevan a rajatabla, yo lo llamo el síndrome de curarse en salud (con toda la retranca posible), pero en este es mejor pecar por exceso que por defecto. Desde luego se nota que estás en buenas manos y que la deriva es muy, pero que muy buena. Mucho ánimo con el tratamiento y a dejarte mimar (aprovéchate).
    Un besote.

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    1. Estuve dudando largo y tendido si publicarlo o no. Pero, por un lado, no soy de los que ocultan sus enfermedades (el cáncer y la depresión suelen ser los secretos mejor guardados por muchos, como si fuera un estigma social) y por otro me ha servido de catarsis, explicando, a modo de diario, todo por lo que he pasado. Un diario, eso sí, resumido, para no agobiar demasiado al personal, je,je.
      Yo siempre he sido un adivino, pero en esta ocasión no llegué a sospechar que ese bultito pudiera ser un tumor maligno. Menos mal que mi predisposición natural a la prevención me hizo consultar a un médico. Claro que de haber sospechado lo que llevaba encima habría acudido directamente a un especialista en la materia. De todos modos, lo importante es no haber llegado demasiado tarde.
      Y por mucho que me incomode, yo también prefiero que los médicos pequen por exceso que por defecto, y creo que estoy en buenas manos. Y debo añadir que estoy bastante animado, dadas las circunstancias.
      Ayer le decía a mi mujer que, cuando salga de esta, tendré que volver a enfermar de otra cosa porque la pobre me cuida como a un bebé, ja,ja,ja.
      Un beso.

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  4. Hola Josep Mª,... me has desconcertado, en un principio creí que se trataba de uno de tus relatos/reflexión a los que nos tienes tan acostumbramos. Lamentablemente poco a poco comencé a ver que no se trataba de una de tus ficciones,... y es que ya sabes que la realidad siempre supera a la ficción. Por lo que nos cuentas veo que tienes todo encaminado y ahora te queda transitar por ese sufrido camino que te espera. Desde este rinconcito de España te deseo de verdad que te recuperes pronto y que esto se convierta pronto tan solo en un mal recuerdo.
    Un abrazo!

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    1. Como soy un cuenta cuentos, es lógico que esta historia pareciera inventada. Pero por desgracia es real y he querido compartirla con mis lectores, no para alardear de valiente ni para dar lástima, sino porque necesitaba explayarme y para ello qué mejor que utilizar mi habitual estilo narrativo, je,je.
      Efectivamente, todo está encaminado y, como decimos por aquí, hemos puesto el hilo en la aguja. Ahora solo falta ir cosiendo para remendar el descosido.
      Yo también espero que dentro de algún tiempo solo quede el recuerdo de un mal trago.
      Un abrazo.

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  5. ¡Hola Josep!
    Conforme iba leyendo, mi corazón se ha acelerado. Deseo de todo corazón una pronta recuperación.
    Te mando fuerte abrazo.

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    1. Hola, Mamen.
      Te agradezco tus buenos deseos. Yo también espero recuperarme lo antes posible y volver a la normalidad física y mental, que seguramente coincidirá con la desaparición de la Covid-19, je,je.
      Un abrazo.

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  6. Mucha fuerza Josep.

    Desde luego el 2020 fue un año fatídico. Conozco bastante de cerca tu proceso pues una familiar mía fue también diagnosticada de cáncer mamario en junio del año pasado y ya le queda poco para concluir el proceso de "quimioporsiacaso" como yo le llamo je, je. También por un momento creí que se trataba de un relato o reflexión pero según iban pasando las letras ya me di cuenta de que era un diario real. Por poner un punto de vista de positivo tus preocupaciones no pasarán por lucir escotazo este verano ja, ja, ja. Algo bueno teníamos que tener los hombres.

    Lo dicho, mucho ánimo y aquí estaremos para acompañarte en el proceso que te queda.

    Un gran abrazo.

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    1. Parece como si el 2020 no haya querido marcharse sin acabar dando más guerra, al menos en lo que a mí concierne. El 2021 no es que haya empezado muy bien, pero a mí me ha aportado una buenas dosis de esperanza, pues he tenido la suerte de ponerme en buenas manos muy rápidamente. La jodida pandemia también se ha cebado com muchos enfermos, entre ellos los oncológicos, que han visto retrasado su diagnóstico y/o tratamiento. En eso también he tenido mucha suerte.
      Lo del escote lo tengo superado. Hay quien me dice que me haga un tatuaje donde antes tenía el pezón. Incluso la doctora me ha dicho que más de un "señor" lo ha hecho. Pero no soy de tatuajes, antes me pongo una pegatina, je,je.
      Muchas gracias, Miguel, y un abrazo.

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  7. Hola.
    Jo, siento leer esto, pero me alegra que dentro de lo malo sean buenas noticias. El tiempo pasa volando y aunque ahora lo ves largo y tedioso, cuando te des cuenta esto será solo una pesadilla.
    Un abrazo enorme y a recuperarte.

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    1. Hola, Gemma,
      Casi todas las cosas de esta vida tienen dos caras, la mala y la buena, o menos mala. A mí la moneda me ha caído esta vez del lado malo, pero luego rodando, rodando, se ha vuelto del revés. Siempre he dicho que el tiempo pasa volando para las cosas buenas, pero para las no tan buenas se hace largo. Espero equivocarme. Este diario debe tener una continuación algún día para cerrarlo con muy buenas noticias.
      Un abrazo.

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  8. Espero de todo corazón que te recuperes. En mi familia ya ha habido casos de este cáncer, aunque en mujeres, y todos han tenido un buen final.El tratamiento ha sido un poco difícil de llevar, pero como te digo al final ha terminado bien.Ya verás como este diario seguirá con narraciones mucho más positivas.
    Te deseo mucha fuerza y ya sabes que aquí estaremos siempre para acompañarte, darte ánimo y todo el apoyo que necesites.
    Un fuerte abrazo.

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    1. Resulta reconfortante saber de casos que han tenido un final feliz. En mi círculo de amistades también ha sido así y espero que yo pueda decir lo mismo.
      Muchas gracias, Rita, por los ánimos.
      Un fuerte abrazo.

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  9. ¡Hola, Josep! Cuando me comentaste por mail la verdad es que me quedé preocupado, cuando hablamos de cáncer son palabras mayores. Así que te agradezco muchísimo este diario en el que comentas todo el proceso y en el que, afortunadamente, parece que el pronóstico es bueno y que pese al incordio del largo tratamiento todo se quede en un susto de los grandes. Ojalá los plazos se acorten y no padezcas esos efectos secundarios.
    Por lo demás, tu talento narrativo ha conseguido que te hayamos acompañado, literalmente, en cada una de tus visitas médicas y en esas noches eternas de rumiaciones. Y esa bata de quirófano... Creo que no existe una situación en la que alguien se sienta tan indefenso como esa, ¡madre mía! Recientemente pasé por algo parecido, mucho menos importante por supuesto, pero cuando estaba en la cama del quirófano, con la bata, con las piernas levantadas y sujetas con agarres, con una sábana haciendo de pantalla frente a mi cara, mientras la cirujana trabajaba en mis partes pudendas comentando que el absceso era muy interesante... ¡Surrealismo puro! Te mando un fortísimo abrazo y toda mi fuerza para que todo esto pase lo más rápido posible.

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    1. ¡Hola, David! Ya solo cabe esperar que los efectos secundarios sean más escasos y soportables de lo que me han pronosticado. Ya lo he pasado lo suficientemente mal como para tener que pasar por ese suplicio. De todos modos, lo importante es el resultado final y si para que este sea feliz debo pagar un duro peaje, pues que así sea.
      Cuando uno pasa por el quirófano se siente muy vulnerable, por lo que la confianza ciega hacia tu cirujano es fundametal, y eso es lo que me ha pasado. Ahora debo confiar en el oncólogo que me ha impuesto el tratamiento que debe llevarme a buen puerto.
      Ya os contaré.
      Un fuerte abrazo.

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  10. Josep, me ha gustado leer este diario que lo explicas todo muy bien. Escribir sirve de relajo y plasmas lo que se siente es para tranquilizar. De momento todo va muy bien, espero que con el tratamiento que te van a realizar se acabe todo con un final feliz. Tu en lo que las ganas te dicten escribe, regalanos esos relatos que tu sabes bien contarnos. Un abrazo.

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    1. Los primeros días perdí las ganas de escribir, por eso publiqué en "Retales de una vida" un relato que tenía guardado desde tiempo atrás, pues no me sentía nada inspirado, pero, como bien dices, escribir es un modo de explayarse y de relajarse mentalmente.
      Yo también deseo que todo vaya bien y que lo que me espera sea más tolerable de lo que me han dicho.
      Un abrazo.

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  11. Me parece muy loable este acto de sinceridad que has tenido para todos los que te seguimos y te apreciamos. Es cierto que hay gente que oculta sus enfermedades como si de una vergüenza se tratara. Suele pasar más con enfermedades como la ansiedad o la depresión que afectan a la mente y que han estado muy demonizadas en nuestra cultura, pero también con el cáncer. Nunca he entendido eso de "después de una larga enfermedad". Como si padecer cáncer fuera algo que hay que ocultar. En fin, hay cosas que difícilmente se entienden.
    Tú lo has asumido con calma, con miedo, con naturalidad, con prevención... como creo que se deben asumir estas cosas. Yo también soy adivina. cada vez que estoy esperando algún resultado, cualquier cosa me mosquea. Si tardan en llamarme, si me llaman rápido, si el médico estornuda, si tarda en leer algo... También tengo algo de hipocondriaca y desde muy joven tengo miedo al cáncer. Antes (hace treinta o más años) era una condena casi segura. Afortunadamente hoy eso ya no es así.
    Un beso y mucho ánimo y fortaleza.

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    1. Al principio solo se lo conté a los familiares y amigos más próximos y a todo aquél que se cruzaba conmigo y como acto de cortesía me preguntaba ¿qué tal estás? Me parecía que contestarles con el típico "muy bien", no siendo cierto, y que luego se enteraran por terceros de mi enfermedad, no era lo correcto, y entonces se lo contaba sin entrar en detalles. A los pobres, les pillaba por sorpresa y no sabían que decirme. Después, al vivir en un pueblo, aunque grande, las noticias vuelan (mi mujer es muy conocida, por ser oriunda y trabajar en una farmacia a la que acude medio pueblo) y empecé a recibir llamadas intersándose por mi salud. Aunque era de agradecer, había quien, sin querer, me hablaba como si me estuviera dando el pésame, anticipando un deselnace fatal y, lógicamente, me acabó estresando. Hasta que me pareció loable y a la vez (aunque parezca extraño) relajante contarlo abiertamente, y de ahí surgió la idea (casi la necesidad) de plasmarlo en esta especie de diario.
      Veo que somos muchos los adivinos que pueblan la tierra, ja,ja,ja. La personas nerviosas e impacientes suelen serlo y lo único que logramos con ello en anticipar problemas que no existen y pasarlo mal gratuitamente.
      No sé si es para darme ánimos, pero son muchas las personas entendidas en la materia (incluso la doctora que me atendió y operó) que afirman que la supervivencia en el cáncer de mama ha aumentado notablemente y que en el hombre tiene mucho mejor pronóstico (seguramnete porque suele detectarse más fácilmente). Pero el modo de abordarlo es exactamnete igual en ambos sexos, y todos y todas debemos pasar por lo mismo.
      Muchas gracias por los ánimos, Rosa.
      Un beso.

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  12. Cuando he empezado a leer pensaba que me iba a encontrar un giro de guión, será que no estoy acostumbrado a leer estas noticias en blogs. Te deseo una pronta recuperación y que la quimio sea lo menos dura posible, un abrazo.

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    1. Eso se debe a que mi estilo narrativo tiene un toque literario, ja,ja,ja.
      En este blog suelo explayarme contando y criticando problemas y actitudes sociales que detesto y dejo para mi otro blog, Retales de una vida, los relatos de ficción. Así que en esta ocasión, en lugar de contar lo que pienso de los demás, he dedicado esta entrada a contar mis penalidades, je,je.
      Muchas gracias, Raúl, por tus buenos deseos, que comparto plenamente, como es lógico.
      Un abrazo.

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  13. Vaya, Josep, pensaba que era uno de tus relatos, pero poco a poco me dí cuenta de que hablabas de ti. Espero que ese tratamiento sea lo más llevadero posible y no te afecte demasiado. Me alegro, que dentro de lo malo, todo haya salido tan bien.
    Un abrazo muy grande y una recuperación rápida.

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    1. Hola, Carmela. Bueno, en cierto modo se trata de un relato pero totalmente basado en hechos reales, je,je.
      Te agradezco el interés y tus buenos deseos.
      Un abrazo.

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  14. Ay Josep me he quedado fría como un tempano. Es muy cierto que la vida y las perspectivas pueden cambiar en un segundo. Eres muy valiente contando todos los por menores, y me alegro mucho que la operación haya salido bien y espero que el tratamiento te sea muy llevadero y vuelva a lucir el sol con intensidad alrededor tuyo, tu mujer e hijas.
    Yo también tengo el síndrome del adivino. Que suerte tienen esas personas que cuando le dan una mala noticia de este tipo, se dejan llevar con serenidad sin sufrir tanto de pensamiento.
    De más está decirte, que te deseo lo mejor.
    Un cálido abrazo.

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    1. Yo me quedé de piedra cuando me dieron el resultado de la biopsia. Pensé, vaya por Dios, esta vez me ha tocado a mí. Pero luego intenté darme ánimos y con los que recibí de mi entorno más próximo, especialmente el familiar, logré relativizarlo y pensar en positivo, cosa que nunca creí que pudiera lograr ante un hecho así. Sentirme en buenas manos e ir sorteando los obstáculos uno a uno me llevó a un estado de optimismo al que no quiero renunciar a pesar de saber que lo que me espera ahora va a ser bastante duro de soportar. Pero la vida sigue y quiero que la mía continúe por muchos años para poder ver crecer a mis nietos y seguir disfrutando de la familia y amigos.
      Un fuerte abrazo, Elda.

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  15. Literatura confesional haces en este amplio post, amigo Josep. La explicación que realizas de tu proceso es perfecta. La conocía pero aquí 'te he podido ver' mejor. Entiendo perfectamente tus dudas, tus erróneas dotes de adivino, tus temores... Pero creo que todo va en el buen camino, que cuando se cumplan esas semanas de tratamiento que vas a tener todo volverá a la tranquilidad. Decía Peret eso de "la vida nos sorpresas, sorpresas nos da la vida. ¡Ay, ay, ay!". Pero eso es vivir. Lo sabemos por lo visto en otros, por lo leído en libros, por lo contemplado en películas... El final que dejas abierto se augura feliz; es abierto por no completado aún, porque falta este tratamiento de pura prevención, pero todo apunta a que en breve podrás gritar eso de "¡¡Prueba superada!!"
    Un muy fuerte y sincero abrazo

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    1. En casa solíamos decir, ante un hecho inesperado y negativo, "tal dia farà un any" (tal día hará un año), dando a entender con ello que el tiempo pasa y que llegará un día en que todo será un recuerdo lejano. Espero que en este caso el tiempo pase tan rápido como suele pasar habitualmente, y que el año próximo, además de haber dejado atrás la pandemia, también pueda cantar victoria y decir que he sido una de esas personas afortunadas que han logrado vencer al cáncer.
      Un fuerte abrazo.

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  16. Contrariamente a ti, yo sí que tengo antecedentes familiares. Los más recientes, dos hermanas —una de ellas precisamente de mama— que lo han superado perfectamente. Afortunadamente hoy en día la palabra "cáncer" ha dejado de ser maldita. Más en tu caso, en el que está cogido a tiempo y lo tienen controlado.
    ¡Mucho ánimo!
    Un fuerte abrazo.

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    1. Pues sí, cada vez la supervivencia es mayor. Espero que algún día se descubra una vacuna preventiva y el cáncer acabe siendo algo del pasado, como la viruela o el sarrampión, o que pueda erradicarse la predisposición a desarrollarlo por manipulación genética. Mientras eso no suceda, los enfermos deberemos someternos a esos tratamientos tan agresivos y perturbadores. Pero lo verdaderamente importante es salir airoso.
      Un fuerte abrazo.

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  17. Hola, Josep :)

    Hace tiempo que no me acerco a tu blog, ni al de nadie, y he ido a elegir justamente este post. Lo siento porque esperaba un relato de ficción con el que deleitarme, pero me alegro porque me gusta saber de tí y porque, viendo el tema en perspectiva, son buenas noticias.

    Creo que ninguno estamos preparados para este tipo de experiencias y cuando llega el momento, si llega, son toda una prueba. En mi familia sí que hay antecedentes de cáncer de mama y me hago pruebas hace muchos años. En una ocasión incluso llegaron a pedirme la punción de un nódulo sospechoso y pensé: ya está, éste es el momento en que hago honor a mis antecedentes. Luego todo quedó en nada, pero esa "espada de Damocles" sigue sore mi cabeza. Ésa y la de un nevus gigante que tengo de nacimiento y que también tiene unas cuantas papeletas para malignzarse. Toca revisión anual, biopsia si el dermatólogo ve algo que no le gusta y más de un susto cuando mi hipocondria se pone rebelde...

    En fin, con todo esto solo quiero decirte que no estás solo, que aunque te haya pillado completamente de sorpresa, todos tenemos nuestros "puntos débiles" y hemos pasado por cosas similares. Lo importante es ponerse en buenas manos, cumplir los tratamientos y recomendaciones que nos den y mantener bien alto el ánimo, que nuestro sistema inmune lo agradecerá :)

    Gracias por contarnos algo tan personal, lo valoro un montón y te mando un abrazo enorme y toda la positividad del mundo. Verás como todo sale bien :))

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  18. Como decía más arriba, este Cuaderno no está dedicado a los relatos de ficción (eso lo dejo para Retales de una vida) sino a contar hechos y situaciones que me resultan, cuanto menos, llamativos. En este caso, lo he querido dedicar a desvelar lo que para otras personas sería un secreto muy bien guardado, personas celosas de su intimidad. Pero yo nunca he ocultado nada a menos que sea algo muy vergonzoso, je,je, y padecer un cáncer, aunque sea de mama, para mí no lo es.
    Yo también he pensado muchas veces que algún día me tocaría, sobre todo cuando sabes de casos de gente mucho más joven (Pau Danés, de Jarabe de Palo, o el escritor Carlos Ruiz Zafón, que fallecieron a los cincuenta y pocos años a causa de un cáncer de colon) que se han quedado por el camino. Por eso siempre he sido muy escrupuloso y he practicado la prevención, sometiéndome regularmente a controles. Pero no por ello me he librado de este tipo de proceso oncológico que es casi exclusivo de mujeres. El oncólogo me dijo que esto era como una lotería. Yo habría preferido que fuera la de Navidad o de la ONCE, je,je.
    Muchas gracias, Julia, por dejarme este mensaje de ánimo, lo cual, de momento, o he perdido.
    Un abrazo.

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  19. Amigo Josep, te escribo emocionado. Aunque no nos hemos visto nunca, tras tantos años de intercambio de correos, lecturas y comentarios en nuestros respectivos blogs, es como si nos conociésemos personalmente y quedásemos de vez en cuando para tomar café y ponernos al día de nuestras cosas. Por eso, cuando supe por ti de este trance, lo sentí del mismo modo en que un amigo se aflige al recibir malas noticias de alguien por quien siente un especial aprecio. Y hoy, al leer el proceso con tus propias palabras, he sentido la emoción del amigo que, a medida que va leyendo, espera, confía y desea que este relato tenga un final feliz.

    Decía antes que no nos conocemos personalmente, pero en estos años de intercambio de palabras y pensamientos entre nosotros, he descubierto a un buen tipo, de sonrisa franca y sincera en las fotos que me has hecho llegar, de afinidad personal en las palabras que nos hemos intercambiado, y de buenos y nobles sentimientos en los consejos y el interés mostrado cuando estuve convalenciente por mis problemas de salud. Por eso, aunque no nos hayamos visto nunca en persona, te considero un amigo, y a un amigo uno le desea siempre que le vayan bien las cosas.

    Y ahora que nadie nos oye -y si estuviéramos en mi blog, ni siquiera nos leerían- permiteme el exabrupto para liberar tensión: "¡Coño Destino!, con la de hijos de puta que andan sueltos por ahí, ¿por qué no dejas en paz a mi amigo Josep y te vas a darle a otro la tabarra?".

    Te mando un fuerte abrazo, Josep. Y mucho ánimo y fuerza. Aquí, un amigo. : )

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  20. Querido Pedro. Cuánto agradezco este emotivo comentario. Es muy cierto que nuestra relación, con el tiempo, ha ido mucho más allá que la de unos simples conocidos blogueros. Compartimos ideas, gustos y disgustos, je,je. Y esto crea un vínculo de amistad que, aunque lejana, poco tiene de virtual.
    No tengo palabras para compensar las tuyas. Simplemente, siguiendo con nuestra tónica humorística, te diré que espero que se cumpla la máxima que dice que mala hierba nunca muere, je,je. Esto es una lotería, toca a quien toca, y me ha tocado a mí. Pero a diferencia de la lotería de verdad, pienso devolver el botelo y librarme de este maldito premio. Dicen que la actitud positiva ayuda mucho a superar los malos trances. Y en eso no voy a ser menos. De momento, me siento con fuerzas para superar este obstáculo y el oráculo de los sabios me pronostican un final feliz. Espero que no se equivoquen. Ya os tendré informados, pero sin daros la lata, que con este entrada ya me he despachado a gusto, ja,ja,ja.
    Un fuerte abrazo, amigo.

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  21. Querido Josep, he leído tu relato anterior y no esperaba encontrarme esto, uf, me has dejado de piedra madre mía.
    Espero y deseo que todo vaya bien, que los efectos adversos de la Quimio sean lo menos duros posible y sobre todo y por encima de todo que dentro de un año puedas celebrar que todo ha salido muy bien y has salido victorioso de este empinado camino que ahora te toca lidiar, pero estoy segura que si le pones dosis de positivismo y te esfuerzas en hacer ejercicio fisico, aunque sea pasear, porque según dicen estos casos es beneficioso, estoy completamente convencida de que saldrás victorioso de este trance.
    Un abrazo enorme y todo mi cariño.

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    1. Supongo que te ha resultado un cambio muy drástico pasar de un relato de humor a un diario de este tipo, saltar de la ficción a la dura realidad. Pero así son las cosas en esta vida. Como digo en la introducción, estamos expuestos a cambios inesperados y radicales de un momento a otro. Y eso me ha tocado a mí. Lo único que cabe hacer en estos casos es, como bien dices, vivirlo en positivo, creyendo que todo va a salir bien, pues según dicen el positivismo atrae energía positiva. En esto estamos, mi familia y yo, inmersos.
      Muchas gracias por tus buenos deseos, Tere.
      Un abrazo.

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  22. Hola, Josep Maria.
    No sabes como siento que tengas que pasar por todo esto.
    Como también que mi comentario pueda quedar escueto, y parco en palabras, pero a veces, como en este momento, no sé qué decir. Solo que espero que todo pase rápido y que vaya todo bien. Mucho ánimo y fuerza. Por favor, ves informándonos, me quedaré más tranquila si sé que todo va como debe.
    De nuevo, FUERZA, tú puedes con todo.
    Un beso, y un abrazo enorme.

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    1. Hola, Irene,
      Es normal no saber qué decir ante situaciones como esta. Yo tampoco supe cómo reaccionar cuando me dieron el diagnóstico. La sorpresa me enmudeció. Luego vino la remontada hasta el punto que necesitar contarlo. De ahí este diario.
      Si pudiera mover las manecillas del reloj o pasar las hojas del calendario, quisiera hacer transcurrir los doce meses que se me vienen encima en unos segundos y poder volver la vista atrás con la señal de la victoria. Pero no hay más remedio que pasar, día a día y semana a semana, por este trance que espero sea mucho menos difícil de lo que me lo han pintado.
      Muchas gracias, Irene, por tus palabras de ánimo.
      Un abrazo.

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  23. Hola, Josep, me llevo una sorpresa con esta entrada, primero pensaba que era de ficción pero después me he dado cuenta de que no. Espero y deseo que lo peor haya pasado y el final abierto sea para reminiscencias que solo contribuyan como algo anecdótico. Y muchos ánimos, como dices, la mente puede ir en tu contra, y si está tan acostumbrada a barruntar como la tuya aún más, así que ponla a trabajar en otras cosas para que se esté ocupada y puedas descansar.
    Un abrazo enorme y muchos ánimos.

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    1. Hola, Pepe.
      Ya me imagino que ha sido una sorpresa ir leyendo y darte cuenta de que lo que contaba era cierto, la dura realidad que a algunos nos da de lleno en la cara.
      Hasta ahora eso del cáncer era algo que les ocurría a otros, aunque siempre temí que algún día me eligiera a mí. Y así ha sido.
      De momento, y es algo que hasta a mí me ha asombrado, me lo estoy tomando bastante bien, probablemente porque el pronóstico es muy optimista, pero no voy a negar que hay momentos de todo. La música, la lectura, las series y la escritura son formas de ahuyentar los malos espíritus. Así que estoy en ello, je,je.
      Un abrazo.

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  24. Quizá sean mis "dotes de escritor" lo que me hace imaginar que esta historia tendrá un final feliz, je,je.
    Muchas gracias, Julio David, por tus palabras de apoyo.
    Un fuerte abrazo.

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  25. Hola Josep Ma que acto de sinceridad tan emotivo y humano, a través de tus letras he sentido esa incertidumbre y miedo ante un diagnostico y ese tiovivo emocional al que se enfrentan las personas ante una enfermedad. Algunos prefieren esconderlo y otros explicarlo, cada cual usa lo que le da más tranquilidad y se ha de respetar.
    Espero de corazón amigo que muy pronto nos digas que esta maldita enfermedad ya está superada.
    Muchos ánimos que los tienes, mucha fuerza que también la tienes y un abrazo enorme.

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  26. Hola, Conxita. Como creo que he dicho más arriba, nunca me imaginé cómo reaccionaría ante una stuaciòn como esta, pues he conocido casos en los que el enfermo ha intentado ocultar su estado, como si se avergonzara o temiera ser objeto de comentarios lastimeros por parte de su círculo de amistades. Otros, en cambio, comparten su experiencia y no les importa que se sepa que padecen un cáncer. Yo, desde el momento en que me lo comunicaron, me he sorprendido a mí mismo por la serenidad con la que me lo he tomado, quizá porque, en el fondo, pensaba que algún día me tocaría, no lo sé. El caso es que, una vez medido en el ajo, como vulgarmente se dice, necesité contarlo, como si de esta forma aliviara mi dolencia. También tengo que decir que cuesta menos cuando estás convencido de que superarás este trance.
    Muchas gracias, amiga.
    Un fuerte abrazo.

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  27. Mi querido amigo, me alegra que dentro de toda la odisea contada parece que vas por buen camino. Que no haya salido negativo es ganar una importante batalla. Esperemos que el tratamiento no sea tan pesado.
    Veo ciertos toques de humor en tu narración, eso me ha alegrado leerlo. También pienso que volcar todo al blog te habrá ayudado, creo que escribir lo que sentimos nos libera de alguna manera.
    Mis mejores deseos Josep.
    Un gran abrazo.

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    1. Hola, amigo. Pues acabo de regresar de la visita con el oncólogo y comienzo la quimioterapia el próximo día 3 de marzo. Yo también espero que los efectos secundarios no sean tan serios como me dijo. De hecho, hoy ha suavizado la situación, no sé si llevado por la misericordia, je,je. Aprovecharé las tres horas que durará cada sesión para leer y escuchar música, dos de mis aficiones favoritas.
      En cuanto al humor, tendría que estar postrado en la cama para perderlo. El humor es como la esperanza, no hay que perderlos.
      Un fuerte abrazo.

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