martes, 5 de enero de 2021

Auge y declive de la Banca

 


La famosísima expresión de “año nuevo, vida nueva”, yo la cambiaría aquí por “año nuevo, temas viejos”, pues sigo en la misma línea: la crítica social. Y poco hay de nuevo bajo el sol en cuestiones sociales.

También debo aclarar que el título de esta entrada puede inducir a error y haceros creer que voy a tratar de la Banca desde un punto de vista estrictamente financiero. ¡Cómo podría hacer algo así un ignorante en esta materia como yo! Podría haberla titulado “!Qué tiempos aquellos!”, pero es una expresión muy vista y menos original. Pero eso sí, esta entrada va de ahorro y va de Banca.

De pequeño adquirí la costumbre de ahorrar, aunque solo fueran unas pocas pesetas que luego me gastaba en una entrada del cine, en cromos para alguna de mis colecciones, en coches de miniatura o en cualquier otra cosa que se me antojara.

Recuerdo que un día se presentó en casa un individuo en representación de la Caja de Ahorros Provincial de Barcelona (creo que ese era el nombre de la entidad por aquel entonces) con una hucha metálica —en lugar del típico cerdito de barro cocido que luego se rompe a martillazos—, para que me acostumbrara, ya de niño, a ahorrar un dinerillo. Lo que no puedo recordar es la dinámica del asunto: si la llave que abría el recipiente quedaba en mi posesión o se la llevaba ese tipo hasta que volviera transcurrido un tiempo. Supongo que se trataba de incitar al incipiente y jovencísimo ahorrador potencial a sobreponerse a la tentación de abrir la caja y aguantar el tiempo que fuera necesario antes de disfrutar de su contenido, guardado con tiempo y paciencia. El pequeño ahorrador de hoy será el gran ahorrador de mañana, debía ser su lema.

Ha llovido tanto desde entonces… Pero el caso es que el ahorro se acabó implantando en todos los hogares, en mayor o menor medida y en función de las posibilidades y necesidades de cada uno. Y el sistema de ahorro también ha ido cambiando.

¿Os acordáis de las libretas a plazo fijo? Uno metía una determinada cantidad de pesetas que no debía tocar durante un determinado plazo —habitualmente entre uno y cuatro años— que le daban unos buenos intereses y, al terminar dicho periodo, recuperaba la inversión inicial. Dinero contante y sonante. Eran otros tiempos, evidentemente, en los que la inflación era lo suficientemente elevada como para que los Bancos y Cajas de Ahorros pudieran dar un interés bastante alto, a la vez que las hipotecas se cobraban uno todavía mayor. Quienes éramos lo suficientemente afortunados como para tener un buen salario podíamos invertir nuestros ahorros en productos financieros muy atractivos y bien remunerados. Ahora, en cambio, con el precio del dinero tan bajo, casi tenemos que dar las gracias a las entidades bancarias para que nos lo guarden y, a ser posible, nos lo inviertan sin perder demasiado de su valor inicial. Pronto se instaurará el interés negativo y tendremos que pagar por ello. Y no hay escapatoria. Todos tenemos nuestro dinero depositado en una cuenta bancaria. Porque ¿quién puede no tenerla? ¿Cómo abonaríamos los recibos mensuales de agua, gas, luz, impuestos, etc. y cómo cobraríamos nuestro sueldo o nuestra pensión?

Pero todavía ha habido más cambios, aunque sean, aparentemente, minucias, cosas del pasado, sobre todo en comportamientos y costumbres que daban una imagen de las entidades bancarias mucho más amable, incluso familiar.

La cordialidad en el trato ha menguado, sino desaparecido. El contacto personal y amistoso que uno recibía del director de una oficina bancaria, se ha vuelto impersonal y distante. Los directores duran en su puesto mucho menos que antes. ¿Será para que no confraternicen con sus clientes o sientan remordimientos y vergüenza por haberles colado unas preferentes? ¿Será para que no les den un trato de favor?

Que los tiempos cambian no hay lugar a dudas y lo que era habitual antaño, ahora está en desuso e incluso resulta anticuado. Ellos (los representantes de la Banca) afirman rotundamente, que es inviable seguir con ciertas prácticas.

Recuerdo cuando por Sant Jordi, el día del libro y la rosa en Cataluña, cualquier cliente que impusiera una mínima cantidad en su libreta de ahorro (la nómina era más que suficiente) recibía un obsequio, generalmente un libro o un disco. Y por Navidad siempre caía algún detallito, por pequeño que fuera (a veces solo era un calendario de pared). A los clientes VIP, incluso se les obsequiaba con un reloj o un objeto de valor equivalente. Luego fue progresivamente perdiendo su valor económico hasta desaparecer por completo. Por no hablar de los puntos (los “puntos estrella” de La Caixa), que uno acumulaba a medida que iba utilizando la tarjeta de crédito, y que, al cabo del tiempo, se podían cambiar por artículos diversos, desde una tostadora a un televisor de 14”.

Todas estas “gratificaciones” han pasado a la historia, como lo están pasando las oficinas convencionales, que se están reconvirtiendo en las llamadas “Oficinas Store”, unas instalaciones mucho más diáfanas, sofisticadas y con menos personal al servicio del cliente. Las personas de cierta edad lo tienen cada vez más difícil para familiarizarse con las pantallas táctiles y las transacciones telemáticas.

Todo para minimizar los gastos y maximizar los beneficios y, en paralelo, diversificar su línea de negocio. Ahora ya no solo trabajan con nuestros ahorros —que, afirman, ha dejado de ser rentable—, ahora te venden seguros de vida, del hogar, del automóvil, smartphones, bicicletas, televisores e incluso vehículos de renting. Se han convertido en entidades de financiación. Y el ahorrador, entretanto, ve menguados sus intereses en los productos que ellos te han aconsejado como una inversión segura. Ya se sabe: la volatilidad, la fluctuación de los mercados, el precio del dinero, el IBEX, el BCE, etc., etc., etc.

Llegará un tiempo no muy lejano en que desaparecerán las oficinas bancarias físicas y todo será virtual. Y cuando esto ocurra, el conflicto de comunicación está garantizado. Nadie dará la cara. No podremos partirle la cara a nadie cuando nuestros ahorros se vayan al carajo.

Siempre he pensado —y creo haberlo dicho en repetidas ocasiones— que, si lo llego a saber, en lugar de Biología y Farmacia, me tenía que haber licenciado en Económicas y en Derecho. Lo primero para saber cómo salvaguardar los ahorros conseguidos a base de esfuerzo durante años de trabajo, y lo segundo para saber defenderme de los abusos de poder. Pero quién sabe si, aun así, me habría servido de algo. A fin de cuentas, no somos más que marionetas al servicio de los poderosos. Y el poder (y la Banca) siempre gana.

Banca: quién te ha visto y quién te ve.

¡Feliz año nuevo!

 

23 comentarios:

  1. Lo primero Feliz Año. Creo que la banca es un ejemplo claro de las nuevas tendencias del comercio, la dinámica low cost, el servicio online y también, y preocupantemente, la precarización laboral. Porque si los sueldos son bajos, estas personas tampoco pueden gastar y entonces entramos en una rueda diabólica de empobrecimiento general. Saludos.

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    1. Feliz año! Yo también creo que lo que ocurre con la Banca es puro reflejo del deterioro económico-social que está viviendo nuestra sociedad y de la política neoliberal que domina Europa.
      Saludos.

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  2. Hablando de cuando los intereses de la renta fija estaban altos, me has recordado a los clientes del plazo fijo colocado en la Caja a menos de la mitad de lo que ofrecía una Letra del Tesoro. Por encima del 14% pude llegar a colocarlas en la agencia de valores en la que trabajaba entonces. Por entonces no eran muy conocidas. Cuando iban a contárselo al director del plazo fijo les respondía que a saber qué inversión tan poco de fiar sería esa. Si sabían decirle que era papel del Estado y que iban llevarse su dinero, entonces era cuando les respondía que él también podía ofrecérselas. Unos le contestaban que si las tenía se lo podía haber dicho antes y me traían el dinero; otros me decían que estaban moralmente comprometidos con el susodicho, porque cuando se casaron les había dado una hipoteca para el piso (a un interés nada despreciable, por supuesto).
    Creo que ya queda poca gente de esa que cree deberle eterno agradecimiento a quien le concede un crédito.
    Buenos Reyes.
    Un abrazo.

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    1. Es algo parecido a lo que ocurre cuando le dices a una aseguradora que te cambias de Compañía porque hay otra que te cobra menos por lo mismo. Entonces te bajan la cuota y te la igualan a la de esa competencia. O sea, que si no reclamas, te cobran lo que les da la gana y encima te van incrementando la cuota un 6% anual cuando los salarios están congelados y las pensiones suben una mierda.
      A mí, hace muchos años, la entonces Caixa de Terrassa, ahora BBVA, me concedió un crédito y cuando lo liquidé me pidieron que, como agradecimiento, suscribiera algo llamado Cédulas Hipotecarias, que daban un 10% anual. Luego el interes fue bajando paulatinamente hasta quedar, al cabo de los años, en un 2,5% (normal para la época), hasta que me llamaron para decirme que tenían que cancelarlo (igual problema que las preferentes) y que me lo cambiaban por acciones por un valor del 90% de lo invertido. O sea, que de entrada perdía el 10% de la inversión. Por fortuna, las acciones subieron bastante deprisa y pude recuperar todo el dinero. En La Caixa, en cambio, las acciones que me impusieron (porque no había otra) por lo mismo bajaron y bajaron, y ahora están al -58%, mientras que la entidad tiene unos beneficios anuales mutimillonarios.
      Un abrazo.

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  3. Excelente repaso de la relación caja de ahorros-ciudadano-cliente. Me faltó lo de canjear intereses por bicicletas o vajillas, que ignoro si sigue estando en uso.

    La Banca, amigo, siempre gana, como bien dices. Un brazo enorme, y feliz año nuevo, con ahorros en un calcetín ¿?, quién sabe :-)

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    1. Es lo que dice mi mujer: el dinero bajo una baldosa. Pero lo malo es que eso no es del todo posible, pues hay muchas cosas que hay que pagar a través de una cuenta bancaria. Porque ya no es posible en esta sociedad "moderna", pero a veces me entran ganas de irme a vivir al monte, en una cabaña sin agua, luz ni gas, ni IBI, ni na de na, je,je.
      Cuando era un crío, tenía una vecina muy mayor que cuando falleció, su sobrina y única heredera, al vaciar los armarios fue encontrando fajos de billetes escondidos entre las mantas y dentro de las fundas de la almohada, ja,ja,ja.
      Un abrazo.

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  4. Recuerdo que siendo niña también vino un empleado del banco y me trajo una hucha. Era como una caja de caudales con una ruedita que tenía unos números con los que se creaba una combinación que permitía abrir la caja. No recuerdo nada más y eso lo tengo neblinoso hasta cierto punto porque la hucha parece que la estoy viendo. Era gris y roja.
    Siempre he dicho que los bancos son usura legalizada. Hay operaciones que son escandalosas y que a nadie se le permitirían. Eso de que cuando quieres cancelar una hipoteca antes de tiempo y le vas a pagar al banco lo que debes, te cobre una penalización, es de locos. No me extrañaría que en breve nos cobraran por atravesar el umbral de la puerta y obligarles a tener un empleado para atendernos. Bueno, en cierta forma ya lo hacen.
    Un beso.

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    1. Veo que lo de la hucha metálica que algunos bancos repartían por las casas no es una experiencia única. Quizá sí que en lugar de una llave tenía una combinación, no lo sé. Pero parece más lógico y entretenido, je,je. El color ya no lo puedo recordar.
      Los bancos son realmente prestamistas, usureros legales. Y, últimamente, con los embargos por no poder hacer frente a la hipoteca, se han puesto una medalla del mérito a la rapiña. La moralidad no es su visión de negocio, sino enriquecerse a costa de los pequeños ahorradores. Y con las fusiones entre entidades bancarias la competencia va desapareciendo, a la vez que su poder va creciendo.
      Un beso.

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  5. Interesante tu reflexión, se la voy a mandar a un amigo que ha trabajo durante muchos años en la banca y me transmitía no solo eso, si no que de ser un administrativo y gestionar libretas de ahorro y demás productos que antaño conocíamos había pasado a vender muchos planes de pensiones y demás y decía que había notado mucho el cambio.
    Con respecto al trato directo, mi padre que por su trabajo tenia relación estrecha con las entidades bancarias era una de las cosas que mas le dolió cuando este dejo de existir.
    Y si yo también pienso que las oficinas de los bancos tal y como las conocemos dejarán de existir en un futuro y como tu bien afirmas, la gente mayor lo tiene muy complicado.
    Un abrazo y como siempre muy interesante.

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    1. Si un trabajador, alguien de dentro, nota los cambios, qué no notaremos los clientes, los de fuera, que somos los sufridores en casa, como en el programa de TVE Un, dos, tres.
      El trato se ha vuelto frío y distante. Para tratar algún tema importante, ahora tienes que solicitar cita previa (cosa que hasta cierto punto entiendo), pero si lo haces por teléfono no hay forma (al menos en mi oficina) de que te lo coja un ser humano, pues han puesto un contestador para que dejes tu mensaje, al cual no contestan. La última vez que estuve en persona, expuse esta queja al director y me dio su email y teléfono móvil. Da igual. Al teléfono no se pone o salta un mensaje, y al email responde cuando le parece bien. He estado tentado de presentar una reclamación a las altas instancias, pero ¿cuáles son esas instancias? ¿A quién dirigirme para que me hagan caso? En una entrada anterior ya traté el tema de la (in)comunicación con las grandes emrpresas. Un asco.
      Un abrazo.

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  6. Hola, Josep:
    Me has hecho recordar esa hucha metálica que la Caja de Ahorros de mi ciudad -Salamanca- nos entregaba a los niños para ahorrar. También recuerdo la hucha de la Caja Postal de Ahorros. Sí, se incitaba al ahorro por aquellos tiempos. Todo lo contrario de hoy en que casi a quien ahorra se le tilda de egoista pues al no consumir está contribuyendo a que ese negocio no venda y si no vende no pueda dar trabajo a sus empleados, etc.
    La evolución de la Banca ha sido y está siendo bestial. Lo que a mí me sorprende es la contradicción evidente: si se cierran oficinas, se pierde empleo; pero al tiempo los informativos nos bombardean con unas cifras de paro inasumibles, pues que no se cierren oficinas. Ah, ya, calro, pero y el beneficio. eso es lo esencial. Sí, pero se podría sobrevivir con algo menos y dar mas empleo, ¿no?
    En fin, lo dejo, porque me enfada todo esto del paro terrible y las colas inmensas en los comercios porque sólo hay una persona en la caja o atendiendo en el bar o...
    Feliz Año de nuevo, amigo. Espero que los RRMM se hayan portado.
    Un abrazo

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    1. Se nota que somos de la misma generación, cuando los bancos y las Cajas de Ahorros utilizaban ese método para incentivar el ahorro desde pequeños, je,je. Sí, amigo, estamos inmersos en una rueda que no puede dejar de girar. Hay que gastar y gastar. Pero para gastar primero hay que ahorrar. Si no hay dinero no hay gasto. Aunque, claro, con el pago a crédito todo resuelto. Con una targeta de crédito en la mano parece que uno no gasta, pero ya llegará el extracto al mes siguiente, je,je.
      Lo curioso, al menos para mí, es que la filosofía inicial de las Cajas de Ahorros no incluía el afán de lucro sino en invertir sus beneficios en obras sociales. Ahora todo son bancos. La Caixa ya es CaixaBank, un banco, y todo por una normativa europea o algo así. El caso es que trabajan y se enriquecen con nuestros ahorros y luego te dicen que no les salen los números y que por eso tienen que diversificar el negocio y dedicarse a cosas mucho más rentables como las pólizas de seguros de vida y de todo tipo. Y encima cada vez te cobran más comisiones por todo. Y, como decía en mi entrada, no tenemos escapatoria, a menos que dejemos en la libreta de ahorro lo justo para hacer frente a los recibos que nos cargan mensualmente y el resto, si lo hay, guardarlo debajo de una baldosa. Con ello nuestro dinero irá perdiendo valor, pero no tanto como depositándolo en fondos de inversión que se deprecian mucho más.
      Ahora se ha puesto de moda los bitcoins, que dicen que hay gente que se ha forrado con ellos. Pero yo ya soy gato viejo (o simplemente viejo) y no me pillarán con esas modernidades que, aunque ahora sean rentables, quién nos dice que en unos años no se irán al traste.
      Y eso de rentabilizar una entidad bancaria despidiendo a miles de empleados debería estar prohibido, pues mientras hayan beneficios no pueden jugar con el futuro de sus trabajadores. Es inmoral.
      Un abrazo.

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  7. Es una pena el cariz que está tomando todo. No sé si será que me estoy haciendo vieja, pero prefiero con mucho los tiempos de antes. Estaba todo más humanizado y podías hablar con personas, no con máquinas que no te dejan expresar nada que se salga de lo que tienen programado. Es decepcionante. ya estoy viendo que el futuro, más próximo de lo que querría, no me va a gustar nada de nada.
    Feliz Día de Reyes, Josep.
    Un abrazo

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    1. En estos casos de deshumanización yo también siento nostalgia de tiempos pasados. La introducción de máquinas siempre ha llevado aparejado una reducción de personal, La automatización de las industrias ha conllevado tener que prescindir de mucha mano de obra, pero cada vez estamos más abocados a sustituir el trabajo humano por procedimientos informáticos que no solo facilitan muchas operaciones sino que echan a la calle a miles de trabajadores. Debería existir un equilibrio entre productividad, progreso y humanidad, y creo que no vamos por ese camino. Se habla de que las empresas que incorporen robots, estos coticen a la Seguridad Social, de modo que las pensiones alcancen para todos los trabajadores que se jubilen. Pero ¿y los que han perdido su trabajo al ser sustituídos por máquinas "inteligentes"? Y encima la población mundial sigue creciendo.
      Un abrazo, Rita.

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  8. La segunda cuenta que tuve por mi cuenta, ya no por mi padre fue al iniciar mi internado, hace poco menos de un año. Fui segura de mí y sintiéndome una adulta y abrí una cuenta de ahorros(débito), deposité más del doble del mínimo, así me lo exigían en el hospital y el banco me quedaba cerca, aparte recordaba que mi padre tenía movimientos ahí. Nunca me dijeron que tenía que hacer diez movimientos mensuales para que no hubiera recargos, el hospital depositaba mus pagos ahí diario y algunos en efectivo, dependiendo a quien cubriera. En diciembre revisé mi saldo y era negativo, todo fue virtual por la pandemia pero tuve que pagar al banco una fuerte cantidad para poder liquidar mi cuenta de ahorros y aún así no pude cerrarla por la supuesta contingencia. Ellos me hicieron unos cargos, no sé que tanto tenía asegurado porque los metieron sin autorización y todo fue generando hasta perder mi deposito inicial y lis pagos por las extensas guardias que hice. Empecé de nuevo en otro banco que no me cobra nada ni me hace cargos fantasmas y fue en línea y para mí, mucho mejor, a veces quitan más el tiempo los ejecutivos y nada resuelven.

    Abrazo

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    1. Lo que cuentas no parece muy legal. Quizá hubieras debido consultar a la OCU o a alguna asociación en defensa del ciudadano sin ánimo de lucro. Pero ya se sabe que contra los bancos poco se puede hacer si no hay un grupo de afectados que se una para presentar una denuncia, por lo menos, en este caso, por falta de información al cliente. Has hecho bien en cambiar de entidad bancaria.
      Un abrazo.

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  9. Coincido plenamente con tu crítica, amigo Josep. De hecho, como recordarás, yo mismo escribí mi personal sátira en relación al sistema bancario, que incluí en mi primer libro de relatos, allá por 2015. En aquel relato, que titulé "COMISIONES", llegué a elucubrar con una hipotética "Comisión por desgaste de moqueta" y hasta con una "Comisión por deseos sodomitas" al intentar mandar a tomar por c*** al empleado de la entidad. Por desgracia, lo que una vez escribí como una exageración cada vez está más cercano a la realidad. :(

    Recibe un fuerte abrazo, amigo Josep. Y por lo que más quieras, ni se te ocurra decir públicamente qué te echaron los Reyes, no vayas a recibir una carta de la Agencia Tributaria instándote a que declares esos regalos en tu próxima declaración como "bienes en especie". ¿Parece broma, verdad? Tiempo al tiempo. ; )

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    1. Ahora que lo mencionas, sí que me acuerdo de tu sátira, je,je. Y en muchos casos la realidad supera a la ficción. Las entidades bancarias parece que viven en un submundo difícil de penetrar y combatir.
      ÚLtimamnete he tenido unas cuantas fricciones con mi sucursal bancaria, aunque la sangre, por fortuna, no ha llegado al río. Mi mujer y yo llevamos siendo clientes de La Caixa desde que abrimos una libreta conjunta antes de casarnos y solo con amenazarles con un traslado de todos nuestros ahorros a otra entidad (no somos millonarios pero sí tenemos un paquete importante de inversiones), se lo piensan dos veces antes de seguir con sus fechorías, como las comisiones exageradas en concepto de "custodia de valores", un eufemismo para decir que vigilan tus inversiones, cuando en realidad no hacen nada para que no se hundan "por causas ajenas a la entidad". Son unos hipócritas.
      Y con Hacieda hemos topado, amigo Pedro. De esos cuanto más lejos mejor, pero nos sigue como si fueran nuestra sombra. Si por lo menos pudiera alejarlos con la ayuda de una ristra de ajos, un crucifijo y agua bendita... :))
      Un fuerte abrazo.

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  10. Puedo entender algunos cambios necesarios especialmente los de la banca electrónica Josep Mª, especialmente los relativos a la banca electrónica. Por ejemplo, tú que has viajado mucho, seguro que habrás podido disfrutar de sus ventajas,... lamentablemente no tenemos medida y esa informatización se ha convertido en salvaje,... y a poco que nos descuidemos, seremos los analfabetos digitales del futuro,... y eso si que da miedo...

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    1. La irrupción de la tecnología en nuestras vidas ha aportado muchas cosas buenas, nos ha facilitado el trabajo y muchas operaciones que antes resutaban tediosas, pero también tiene su lado negativo: prescindir de muchos puestos de trabajo y alejarnos del contacto personal. En las transacciones bancarias por internet, el cliente es quien lo hace todo, ahorrándoles trabajo y personal, pero siguen cobrando comisiones solo por el hecho de haber puesto a nuestra disposición las herramientas necesarias para ello.
      Un abrazo.

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  11. Hay secretos que nunca desvelaremos ni que pasen cien años, amigo.
    Un abrazo.

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  12. Tema complejo el que tratas, amigo. Mi marido trabaja para uno de los bancos más importantes del país, y aunque lo hace como informático, cada día me entero de alguna "cosilla" que se cuece en esos ambientes y me quedo pasmada.
    Lo queramos o no, la Banca, con mayúscula, es uno de los poderes fácticos y si se hunde ella, nos vamos todos detrás, es lo que hay. Así que ellos, junto con otros poderes fácticos, tienen la sartén por el mango y son los que dan los sartenazos.
    Los intereses que dan los bancos ahora son de chiste. Además, cuando te avisan para anunciarte que "ha salido un nuevo producto que le puede interesar con el DOBLE de interés", te dan ganas de picar por ese "doble interés", y luego te das cuenta de que el doble de un misérrimo 0,1 es otro misérrimo O,2. Es decir, el doble de una porquería es otra porquería.
    En fin, acabaremos guardando el dinero debajo del colchón aunque eso tampoco es muy seguro dada la delincuencia generalizada.
    Un besote.

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    1. Nos han metido a todos en un pozo del que no podremos salir jamás, así que estamos condenados a aguantar los abusos de los poderes fácticos en general y de la Banca en particular. Aquí no funciona para nada lo de que "el cliente siempre tiene la razón", porque, como bien dices, ellos son los que tienen la sartén por el mango. Y nosotros a tragar, impotentes.
      Un beso.

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