miércoles, 8 de julio de 2020

El Apocalipsis según un servidor



El Apocalipsis o libro de las revelaciones, atribuido a San Juan evangelista, fue realmente escrito a finales del siglo I o principios del siglo II d.C., cuando las persecuciones romanas a los cristianos se hicieron más cruentas. A mí no me cuadra la fecha, pues aunque San Juan fuera el discípulo más joven de Jesús, y este, según las escrituras, murió crucificado cuando contaba con treinta y tres años, dudo mucho que el joven Juan viviera tanto como para escribir ese libro con más de ochenta años en una época en la que la esperanza de vida era irrisoria —en la Edad Media (siglos V al XIV) era tan solo de 44 años en los hombres— comparada con la actual.

Pero dejémonos de escritos bíblicos y pasemos a la actualidad, pues a lo largo del siglo XX y en el todavía incipiente siglo XXI, han sido muchas las veces y voces que han augurado el fin del mundo.  Videntes, falsos profetas e iluminados han intentado —por fortuna sin éxito— predecir esa hecatombe que nos llevará al fin de los días.

Que nuestro planeta tiene fecha de caducidad creo que es algo inapelable. La cuestión es saber cuándo se producirá ese terrible y anunciado final. Porque ese término, si dejáramos a la Naturaleza obrar a su antojo, sería tan lejano que no podríamos calcular cuántas generaciones tienen todavía que pasar y pisar este planeta llamado Tierra para que vean su extinción. Pero si la mano —casi siempre torpe, cuando no maliciosa— del hombre actúa como lo está haciendo, este final está cada vez más cercano y quienes tienen la potestad de poner remedio a ese declive tienen la soberbia de no creerlo y/o el más absoluto de los egoísmos al no pensar en las generaciones venideras.

Todos nos hemos regocijado al ver cómo la Naturaleza se “limpiaba” parcialmente —en algunos casos significativamente— con el parón en las actividades industriales, empresariales e incluso sociales provocado por el confinamiento al que nos hemos visto abocados por culpa de la Covid-19. Pero todos sabíamos que solo era un respiro de muy corto recorrido, una ilusión pasajera y que, una vez volviéramos a la “nueva normalidad”, despertaríamos de ese sueño para darnos de bruces con la “maldita normalidad”. Pero incluso durante el estado de alarma, ha habido un nuevo tipo de contaminación humana: la de los guantes y mascarillas que los más desalmados han ido dejando abandonadas por doquier y que, cómo no, han acabado en el mar.

El hombre, en general, y los mandatarios —incluyendo a las empresas eléctricas y las grandes multinacionales contaminantes que los tienen dominados— en particular, representan a los cuatro jinetes del apocalipsis cabalgando sobre sus caballos, que en las escrituras tenían el siguiente significado:

-        El caballo rojo representa la guerra
-        El negro, la hambruna, la pobreza
-        El color bayo, la enfermedad
-     El blanco, tiene distintas interpretaciones. Yo me quedo con la de la muerte, simplemente porque encaja mejor con mi exposición.

Guerras, pobreza, enfermedades y muerte son los cuatro pilares sobre los que se sostiene nuestra sociedad. Cierto que siempre han existido, pero es un mal presagio que sigan presentes y que se estén cebando incluso en poblaciones donde hasta ahora no se habían implantado. La guerra es un mal endémico, algo inherente al ser humano, el hambre y la pobreza se estás extendiendo de forma alarmante e imparable, y aun cuando la medicina ha logrado sanar enfermedades hasta hace poco incurables, surgen nuevas formas y expresiones contra las que la ciencia tiene serias dificultades para ganarles la batalla.

Parece esta, sin duda, una exposición más que agorera, fatalista, pero creo que vamos avanzando, sin prisa, pero sin pausa, hacia el abismo si no se pone remedio, rápido y eficaz, para que esas cuatro patas —o plagas— que hacen tambalear la perdurabilidad de nuestra sociedad y de nuestro planeta desaparezcan o se minimicen al máximo. Y solo hay que ver cómo los que tienen la sartén por el mango no están por la labor.

Ante esta situación de pasotismo, negacionismo o perversidad, poco, o nada, pueden hacer las ONG más que poner parches insuficientes e inestables y manifestarse por las calles y por las redes sociales, llamando la atención de los ciudadanos, recaudando fondos, y recogiendo firmas de protesta y reivindicación que quedan en saco roto.

¿Qué podemos hacer nosotros, los ciudadanos de a pie, la gente de buena voluntad, mientras los polos se están descongelando, la Amazonia está siendo expoliada, la temperatura del planeta subiendo, la aridez y desertización avanzando, arrebatando árboles y vegetación a las tierras otrora fértiles, y la contaminación atmosférica, fluvial y marina aumentando irreversiblemente? ¿Protestar? ¿Rezar? Por desgracia, ninguna de las dos cosas sirve para nada, me temo. ¿Quién puede luchar contra los poderosos?, ¿quién se atreve contra la bestia que todo lo devora? Además, para echar más leña al fuego de la desesperanza, esos mandatarios que sí podrían hacer algo para, por lo menos, mitigar o detener los efectos sobre el clima (Xi Jinping, Putin, Bolsonaro, Trump, y un largo (¿?), corto (¿?) etcétera), reciben el espaldarazo de una mayoría de votantes, tanto o más egoístas e ignorantes que ellos.

29 comentarios:

  1. me alegra saber que no vivo en esas fechas en que haría años estaría reincorporado al cosmos.
    Vivimos en una sociedad en que solo se premia la obtención de resultados económicos.
    Con mandatarios negacionistas de todo aquello que le cambie sus planes de enriquecimiento.
    Para que seguir.
    Un abrazo.

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    1. La economía es el carro que tira de todos nosotros, pero que no le importa si deja alguno tirado por el camino y si los surcos que va dejando destroza el terreno que pisa.
      A mí me gustaría que esos mandatarios vivieran lo suficiente para que sufrieran las consecuencias de su negacionismo.
      Un abrazo.

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  2. Así están las cosas. Estamos siendo testigos de nuestra propia destrucción y poco podemos hacer porque a los que tienen la sartén por el mango lo les interesa hacerlo. ¿Qué les quedará a las generaciones futuras? ¿cómo se puede ser tan corto de miras, tan mísero, egoísta e irresponsable? Solo me alegro de una cosa, y es que yo ya no estaré aquí para ver lo que queda, o al menos eso espero.
    Un abrazo

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    1. Ver cómo se están destrozando un patrimonio de la humanidad como es la Naturaleza y no poder evitarlo produce una impotencia increíble. Toda persona bien nacida desea para sus hijos lo mejor. Si quienes pueden conservar el planeta para las generaciones futuras no lo hacen, el calificativo que se merecen está claro.
      Un abrazo.

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  3. Poco, pero algo podemos hacer. Comer menos carne y mas proteína vegetal, reciclar bien lo que usamos, incluyendo basuras varias, y no viajar en aviones. Contratar electricidad de energías renovables...y poquito mas más, creo. Iremos a dormir mejor.

    Un abrazo y feliz tarde

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    1. Efectivamente, podemos contribuir a no degradar más el planeta con estas medidas, pero la industria debe ser el motor, pues mientras se siga fabricando casi todo de plástico o con plástico, por ejemplo, poco podremos hacer. ¿Por qué no volver al vidrio como antes? Porque el plástico sale más barato. Eiminarán las cucharillas e incluso los vasos de plástico, pero ¿y los envases? ¿y los materiales interiores de los coches? ¿Y...?
      Un abrazo.

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  4. Yo voy a resumir sobre todo este relato tan estupendo y tan bien escrito con tu pluma maestra, en unas pocas palabras: hay muchos intereses creados, relacionados con todo el -mal- que ocurre en el mundo, con lo cual esto no terminará nunca (qué drástica).
    Y sobre el fin del mundo, todavía quedan muchas décadas para que termine el año 2000 como está predicho, con lo cual puede ocurrir en cualquier momento, :))).
    Y sobre los políticos del mundo, menuda pandilla, dan un ejemplo estupendo...
    Si dices lo de agorero y fatalista, imagina yo, jajaja. Bueno aunque esto no tenga ni pizca de gracia, habrá que tomárselo con humor. Como tú bien dices, ¿qué podemos hacer?.
    Un abrazo Josep.

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    1. La tecnología y la modernidad ha alcanzado tanta inercia que es prácticamnete imposible pararla. Nadie quiere prescindir de sus móviles, sus tabletas, etc. Casi todo está fabricado con materiales contaminantes y no reciclables. Los materiales de deshecho se envían a países del tercer mundo, pagándoles para que los amontonen en vertederos tóxicos. Pasamos la mierda (con perdón) al de al lado, que, como es pobre, la acepta a cambio de dinero. Pan para hoy y hambre para mañana.
      Y todos los políticos que lo permiten son cómplices.
      Un abrazo, Elda.

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  5. Recuerdo que durante el confinamiento había gente que creía de verdad que esto iba a ser un definitivo escarmiento. En cuando nos han abierto la puerta estamos igual o peor que siempre, y eso que todavía nos dura un poco el canguelo. La economía se impone.
    Un abrazo.

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    1. La economía ha obligado a que se abrieran esas puertas y es, hasta cierto punto, comprensible. O nos moríamos por el virus o de hambre, como quien dice. Pero ahora, en lugar de haber aprendido la lección, queremos resarcirnos del tiempo perdido durante el confinamiento para excedernos todavia más.
      El hombre no tiene cura, lo destroza todo.
      Un abrazo.

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  6. Cuando alguno de mis alumnos me decían que íbamos a acabar con la vida en la Tierra, yo siempre respondía "la vida continuará, aunque sea en forma de bacteria". No creo que el hombre sea capaz de acabar con la vida y mucho menos con la Tierra. Tan solo será capaz de terminar consigo mismo. Somos una perturbación más de las muchas que ha sufrido el Planeta y que ha sabido superar: la aparición del Oxígeno, el choque de meteoritos, los cambios climáticos...
    Hace años me indignaba la capacidad humana para estropearse tan tontamente su único lugar habitable en el universo. Hoy ya no me molesto en enfadarme. Como tú dices, políticos y grandes capitalistas lo provocan ayudados por los que les votan, consumen sin freno y echan sus residuos donde mejor les pilla. Donde no hay mata, no hay patata por mucho que yo me indigne.
    Por cierto ¿las paellas tienen mango? Las que se ven por aquí tienen asitas. 😜
    Un beso.

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    1. Muerto el perro, se acabó la rabia. Si el hombre desapareciera de la faz de la tierra, todo bicho viviente camparía a sus anchas.
      Ja,ja,ja. Lo de la paella es una "catalanada". Nosotros decimos "tenir la paella pel manec", que en castellano correcto es tener la sartén por el mango. Mis disculpas lingüísticas, :)
      Un beso.

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  7. Asusta pensar en manos de quienes estamos, amigo Josep. Por eso precisamente pienso poco en ello. Por una mera cuestión de supervivencia. Preguntas qué podemos hacer nosotros, la gente de a pie. Si generaciones y generaciones de activistas y gente concienciada que nos ha precedido no ha podido hacer nada, ¿qué podemos hacer nosotros? ¿Votar a quién, si son todos iguales? Unos hablan de hacer un mejor reparto de la riqueza, cuando lo que en realidad quieren es dejar de ser pobres para llevarse ellos y sólo ellos parte de esa riqueza; otros hablan de cuidar el planeta, mientras usan coches que contaminan, tienen aire acondicionado en casa, viajan en aviones y barcos hiper contaminantes, etc; y otros hablan de reciclaje, y cuando llegan al poder no son capaces de promulgar leyes que limiten las acciones de esas grandes empresas causantes de toda la porquería que se esconde bajo tierra, como si los vertederos hiciesen las veces de "alfombras de la Tierra" donde los mayordomos vagos barren la suciedad cuando el patrón no mira. Y esto votando a los supuestos "buenos". Imagínate ahora, que en buena parte del mundo mandan los otros. Si te soy sincero, para lo perniciosos que somos los seres humanos bastante hemos durado. Qué cansaíto está uno de casi todo, joé.

    Un abrazo, Josep.

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    1. Veo que tampoco eres de los que confían que el deterioro de este planeta vaya a detenerse algún día. Mientras la contaminación equivalga a dinero y su extinción a sacrificio insoportable por el sistema, todo seguirá igual, o peor.
      Un abrazo.

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  8. Buen día, Josep.

    De tu estupendo artículo me gustaría comentar algún aspecto sobre el negacionismo. Hemos llegado a tal nivel de paroxismo que incluso hay gente que niega que la covid-19 exista. Y hablamos de una pandemia con medio millón de muertos. También es cierto qué con mandatarios cómo los de Estados Unidos, México o Brasil tampoco podríamos esperar mucho más. El fin de la humanidad, al menos en nuestro planeta, tendrá su fecha concreta cuando las condiciones atmosféricas no permitan la vida. Pero creo que un ser tan terco como el humano ni siquiera llegará a plantearse un éxodo a otro planeta. Quizás nosotros mismos habremos acabado muchísimo antes con nuestra propia especie.

    Un fuerte abrazo.

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    1. Todavía no he llegado a descubrir si ese negacionismo es fruto de una gran ignorancia o una forma de ocultar la veleidad humana. Que hay muchos políticos ignorantes, no hay duda, estamos rodeados de ellos y los oímos manifestarse, como cuando Martínez-Almeida, interrogado por unos colegiales de corta edad, dijo que antes salvaría (o donaría dinero) Notre Dame que la Amazonia, porque es un símbolo europeo (o sea, que está más cerca). Los niños, más razonables que él, pusieron cara de estupefacción. Pues lo mismo hizo Bolsonaro cuando definió a la Covid-19 como un "resfriadinho" o "gripezinha". Y así podríamos poner muchos ejemplos. Manda huevos, como dijo Federico Trillo.
      Un abrazo.

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  9. Desde luego yo quería pensar que esto nos había enseñado a ser mas cuidadosos y limpios con lo que nos rodea pero visto lo visto, va a ser que no, nada ha cambiado y lo que me preocupa es que esto contribuye a que el proceso de extinción de la naturaleza y de todo lo que se refiere a nuestra supervivencia no solo lo hace posible un maldito virus si no la mala educación de mucha gente que no se da cuenta que tirando mascarillas y guantes no solo pones en peligro de contagio si no que además degradas el medio ambiente.
    Estoy segura, no he ido todavía y no se si lo voy a hacer, que las playas están tan sucias como el verano pasado, al menos en las de Alicante y por lo menos por parte de la gente joven que suele ser poco respetuosa con quienes disfrutamos de unas horas de baño y sol.
    Y de los políticos mejor ni hablar porque solo buscan sus intereses el de los demás no les importa, visto esta algunos mandatarios como han gestionado esta crisis, y no voy a poner ejemplos porque todos los conocemos.
    Un abrazo.

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    1. Solo hubo que ver cómo la naturaleza se repuso parcialmente de la contaminacion durante el confinamiento humano para darse cuenta (si es todavía hay quien no lo ha comprendido) del efecto pernicioso de la mano humana que todo lo ensucia. Nunca me he creído un profeta, pero ya vaticiné en este blog que cuando todo volviera a la normalidad, también volvería la contaminación. Porque no aprendemos ni a pedradas.
      Y los políticos son el exponente máximo de la inutilidad humana.
      Un abrazo.

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  10. Se nos hizo un gran regalo al tener un hogar donde habitar y es una verdadera lastima lo que estamos haciendo. La destrucción de la naturaleza trae consecuencias terribles. Pero el dinero manda y eso está por encima de todo, según los que están en las altas esferas. A veces me imagino la tierra sin seres humanos y estoy segura que sería un lugar mucho mejor. Vamos, como cuando fue creado el mundo. Animales y naturaleza conviviendo tan ricamente.

    Un fuerte abrazo!

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    1. Somos como esos okupas que destrozan el lugar que les cobija y lo dejan mucho peor de como lo encontraron. Vivimos en este planeta de prestado, o en alquiler, y lo pagamos destruyéndolo. El hombre siempre ha sido un destructor, pero ahora, con la tecnología y las ansias de poder económico ilimitadas, es como una apisonadora que no respeta nada.
      Un abrazo.

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  11. Pues yo, desde mi humilde posición y limitado poder, intento contaminar lo menos posible. Reciclo toooda la basura incluso a pesar de tener la cocina invadida con tanto cubo de residuos (que si la orgánica, que si el vidrio, que si los envases y el cartón, ah, y la basura "normal"). Pongo el lavavajillas y la lavadora sin prelavado y cuando me lavo los dientes no dejo el grifo abierto mientras me los cepillo, apago las luces de las habitaciones en las que no hay nadie... Vamos, que hago lo que se supone tiene que hacer alguien normal y con un mínimo de sentido común. Lo de los poderosos... pues lo único que yo puedo hacer es no votarlos pero como ni Trump, ni el chino, ni Bolsonaro se presentan a las elecciones españolas o europeas, pues poco puedo hacer.
    Intento no rayarme mucho con el tema porque acabaría de los nervios y deprimida hasta el llanto, de verdad te lo digo.
    Un besote.
    P.D. ¿No te crees que en épocas de los evangelistas la gente viviera tanto? Hombre de poca fe (nunca mejor dicho), ¿y Matusalén? ese vivió mogollón, cientos de años, y creo que Job también, aunque ese como era santo a lo mejor tenía prerrogativas.

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    1. Pues yo también sigo tus pasos, aunque lo de ir cerrando luces a mi paso es algo más bien heredado de mi padre, je,je,.
      En cuanto a las elecciones, como no vote a pacma, no recuerdo haber oído a ninguno de los principales partidos un proclamar claro programa en defensa de la naturaleza. Tiendo a pensar que los partidos de izquierda deben, en teoría, tener una mayor conciencia medioambiental. Pero del dicho al hecho...
      Y en cuanto a los personajes bíblicos, los autores inspirados por la voz divina tenían mucha manga ancha cronológicamente hablando, ja,ja,ja.

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  12. Lo más grave Josep Mª, es que parece que solo nos importa cuando nos afecta directamente. Cuando las hambrunas, las enfermedades, la pobreza afectaba solo al "tercer mundo" parecía que la cosa era asumible,... ahora que asombrados comprobamos en nuestras propias carnes que somos vulnerables, corremos asustados como pollos sin cabeza. Y lo peor es que no aprenderemos nunca.
    Un abrazo!

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    1. Muy cierto. Las imágenes de guerras y éxodos masivos nos impresionan, no cabe duda, pero la lejanía nos hace ajenos al drama. Muy distinto es cuando el azote de la enfermedad y la pobreza lo tenemos en la puerta o, mucho peor, en casa.
      Un abrazo.

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  13. El hombre es el único animal que no cuida de su "hogar". Los animales son respetuosos con su hábitat, pero no porque sean inteligentes, es puro instinto de supervivencia, cuidan lo que consideran suyo y que les provee de alimento y refugio. La ignorancia y el egoísmo humano no tiene límites. ¿Hay algo más irracional que acabar con las tierras, los bosques, los ríos y los mares, incluso con el aire, que nos sustentan?
    Un abrazo.

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  14. Los humanos podemos hacer mucho por la naturaleza. Reciclar lo que se puede, no comprar alimentos envasados en plásticos, no usar bolsas de plásticos en la medida que se puedan reutilizarlos. Pero la economía manda y todo nos lo meten por los ojos. V no aprendemos, veo a mi alrededor gente que tira de todo, ahora se ven guantes y mascarillas en cada esquina tiradas por el suelo y así vamos mal. Y yo soy la que va apagando las luces cuando no son necesarias. Un abrazo.

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    1. La fuerza de la costumbre hace que resulte difícil cambiar nuestro estilo de vida y quien tiene un vicio le cuesta abandonarlo. Aun hoy en día hay quien no tiene ningún reparo en tirar al suelo el envoltorio de un caramelo o la colilla del cigarrillo. No hay conciencia colectiva para preservar el medio ambiente. Al final se tendrá que imponer fuertes multas a quienes no respeten la naturaleza, pero tienen que empezar a dar ejemplo y a facilitar las cosas los fabricantes, que dejen de usar envases de plástico y se inclinen por el empleo de materiales reciclables.
      Un abrazo.

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  15. Pues bueno, bueno no es tan apocaliptica tu reflexión, conociéndote me imaginaba el hacatombe del siglo xx y uno. Yo, con el covic ya me basta, cualquier cosa me queda pequeña. Tocar la salud es ahora lo que más me preocupa, y sobre todo, de esta forma más inmediata. En mis años de veinte y treinta y tantos era una rebelde mediambiental (era monitora medioambiental) y mi piel se desvivía por los derechos de los seres vivos, el reciclaje, la conservación de las especies, de los indígenas (estuve con una tribu en Costa Rica) aquello fue una etapa. ahora intento en mi entorno conservar una armonía y unos ideales que no me tambaleen mi conciencia, así que par cuarenta años, más o menos de vida, espero no ver más pandemias como estas, porque entonces lo demás no será tan preocupante. Y en cuanto puedo me voy al campo y respiro por mi vida, me envuelvo en el silencio del firmamento y soy feliz. Todo esto viene al hilo de todo lo que has contado, como siempre con maestría, qué fluir tienes tan bueno que sacas de cada uno el pensamiento. Un abrazo compañero.

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    1. ¿Así que me tenías por un esagerao?, ja,ja,ja.
      No habrá un apocalipsis con trompetas ni caída de estrellas, rayos y centellas. Si la cosa no cambia en unas décadas (hay quien dice que ya hemos llegado al punto de no retorno antes de lo previsto), el planeta se irá extinguiendo poco a poco, el agua escaseará más, las superficies desérticas irán en aumento, la hambruna también crecerá. Y cuando los países ricos vean las barbas del vecino pelar ya no tendrán tiempo para poner las suyas a remojar. Hace uns días oí que unos estudiosos (cero que matemáticos) han previsto que la población del planeta descenderá notablemente dentro de unos 50 años. Si bien en algunos países aumentará, en otros descenderá (como por ejemploe en China, la India y otros muchos países industrializados). No entendí bien los motivos, pero de ser cierto es una buena noticia. Cuantos menos sean a contaminar mejor. Si la vida humana llegara a extinguirse, ya se encargarán loa animales supervivientes (empezando por los artrópodos, que parecen ser los más resistentes) a colonizar lo que quede por aprovechar, je,je.
      Un abrazo.

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