Antes de retirarme a mis
aposentos de verano, respirando el aire puro de la montaña o el yodado de la
playa, he querido dejar mi granito de arena en forma de esta nueva reflexión mundana
que he estado a punto de abortar por banal. Pero la reiteración del hecho a
criticar y la molestia que me provoca, me ha impulsado a seguir con mi plan
original. Y aquí está.
Empezaré
lanzando la siguiente pregunta retórica: ¿Por qué nos cuesta tanto ponernos en
la piel de los demás? ¿Por qué cuando estamos sentados al volante vemos a los
peatones como una molestia y cuando somos peatones vemos a los conductores como
a un enemigo?
Siempre
he intentado aplicarme la norma ética, atribuida a Confucio, que dice “no
quieras para los demás lo que no quieras para ti”. Si todo el mundo se la
aplicara a rajatabla, si fuéramos más tolerantes, la convivencia sería mucho
más fácil. Pero he observado que esa actitud prácticamente no existe.
Teniendo
en cuenta que de un tiempo a esta parte soy mucho más peatón que conductor,
considero esta crítica dirigida al ciudadano de a pie, en el sentido más
estricto de la palabra, más objetiva de lo que posiblemente habría sido hace
unos años.
Es
obvio que un vehículo siempre tiene las de ganar frente a un peatón y de ahí
que, tanto conductores como peatones, debamos ser muy cautelosos y respetuosos
a la hora de circular por zonas donde ambos coincidimos. Pero hay quien cree
que los conductores son los únicos que deben atenerse a unas normas de
circulación, cuando el peatón también está obligado a respetar unas reglas de
conducta. Y es precisamente el ─según mi apreciación─ cada vez más frecuente
comportamiento inadecuado por parte de muchos peatones lo que me ha llevado a utilizarlo
como patrón de mala conducta ciudadana. Hay muchos otros ejemplos, sin duda,
pero este me resulta particularmente peculiar.
Lo que
voy a referir puede parecer un caso anecdótico, pero creo que es un fiel
reflejo de la falta de empatía de mucha gente. No sé si este fenómeno se da
mucho más en las poblaciones pequeñas, como en la que vivo, donde los pasos de
peatones sin semáforo son mayoría absoluta o bien es algo generalizado. Quizá
se deba también a que el peatón ha ido adquiriendo un estatus de “aforado” o
intocable, otorgándosele una supremacía que antes no tenía. Cada vez hay más
calles peatonales o zonas compartidas con los vehículos, pero en las que el
peatón tiene preferencia de paso y disfrute. Pero ello ─algo que alabo─ no
tiene porqué ser óbice para que el viandante no tenga también un respeto hacia
quien va al volante. Hay que exigir educación y buena conducta a ambas partes, ya
que están condenadas a convivir.
La
sociedad es como una sala de proyección donde todos somos espectadores y en la
que hay unos más observadores y exigentes que otros. Los hay que ven la
película para pasar el rato sin más y los hay que se detienen en detalles que
pasan desapercibidos al resto. Para los primeros la película puede resultar
aceptable, buena o divertida, para los segundos mediocre, mala o incluso un
bodrio. ¿Es solo una cuestión de gustos o de saber valorar aspectos clave de
cómo se desarrolla la historia que pasa ante nuestros ojos?
Podemos
contemplar a nuestros semejantes en cualquier escenario y circunstancia y de su
comportamiento podemos sacar muchas conclusiones. Recuerdo que un amigo me dijo
una vez que por cómo una persona cuida o descuida su coche, se puede deducir
cómo es. Una persona sucia y desaliñada tendrá el coche hecho una piltrafa, una
desordenada lo tendrá hecho un revoltijo de trastos, una descuidada lo llevará
abollado o rayado por tiempo indefinido y una olvidadiza no se acordará de repostar
a su debido tiempo ni pasará las revisiones necesarias para asegurar su buen
funcionamiento. Obviamente también existe el ejemplo inverso. También podemos
adivinar el carácter de un conductor por cómo conduce e incluso por el tipo,
marca y modelo del coche que tiene. Todo ello puede ser una generalización o
simplificación, pero yo creo que algo de cierto encierran esas comparaciones.
Últimamente,
como conductor ocasional, he sido objeto de la más absoluta descortesía y
menosprecio por parte de peatones indolentes y, añadiría, maleducados. Al
volante he observado con mucha frecuencia cómo los viandantes suelen cruzar el
paso de peatones sin semáforo a velocidad de tortuga, aunque haya una cola de
vehículos esperando a que lleguen a la otra orilla sanos y salvos, sin apresurarse
mínimamente, sin acelerar el paso ni un centímetro por segundo. Incluso parece
como si disfrutaran viendo la expectativa que están creando en los conductores
mientras estos abúlicos peatones van lamiendo su cucurucho de fresa y tiran del
niño remolón o del perrito perezoso sin inmutarse lo más mínimo. A veces se
forma una procesión de peatones que, en fila india, van desfilando por la zona
cebreada, de uno en uno, o de dos en dos, eternizándose la situación. Pero
cuando por fin el terreno está despejado y uno se dispone a arrancar, surge de
pronto un rezagado que no tiene reparo alguno en prolongar aun más la
retención.
Debo
ser una persona muy nerviosa e impaciente, pero me resulta imposible andar
despacio. En un centro comercial o yendo de paseo soy incapaz de deambular como
lo hacen algunos, con una parsimonia que me resulta incomprensible. Una cosa es
pasear y otra es andar como un tullido. Pero en un lugar donde cada uno puede
campar a sus anchas, sin incomodar a los demás, eso sí que solo es un apunte
anecdótico. Pero cruzando la calle, cuando hay quienes esperan para reanudar la
marcha, el anormalmente lento caminar del peatón, que retiene a docenas de
personas que tienen el mismo derecho a llegar a su destino lo antes posible, es
un acto de falta de urbanidad.
Y ojo
con mostrar tu impaciencia, porque esos tranquilos y felices viandantes se podrían
enfurecer, a pesar de que si son ellos los que se sientan al volante ya no se
acuerdan de su proceder cuando están al otro lado de la trinchera. Del mismo
modo que los antitabaco más intolerantes suelen ser exfumadores, los peatones
más flemáticos son muchas veces los conductores más inquietos e intransigentes,
y los conductores más impacientes seguramente serán luego los peatones más parsimoniosos.
Por no
hablar de los peatones suicidas e irresponsables ─muchos de ellos, por
increíble que parezca, gente mayor─, esos que se deciden a cruzar cuando el
vehículo ya está a punto de pisar la franja rayada, o los que aparecen
súbitamente de no se sabe dónde y te obligan a pegar un frenazo a menos que
quieras regalarle un pasaje gratis al otro mundo. Y encima te miran con cara de
odio, eso si no te increpan. Ante tales posibilidades, es obligado ir con una
cautela muchas veces exagerada, pues ahora no es extraño ver cómo muchos
conductores se paran tan pronto como asoma un viandante que puede tener la
intención de cruzar la calle, aunque todavía esté a unos metros de la calzada.
Y no es un sueño ni una exageración, es algo que vengo contemplando cada vez
con más frecuencia. Algo debe estar ocurriendo para que los habitualmente imprudentes
conductores se conviertan en cautelosos ciudadanos al volante. Y creo que,
paradójicamente, esa prudencia provoca en el peatón un exceso de confianza que
se traduce en una mayor negligencia y desdén ante el conductor.
Si
tuviera que criticar comportamientos insolidarios y peligrosos por parte de
automovilistas, motoristas, ciclistas, y ahora incluso usuarios de patinetes,
esta sería una entrada interminable. Por otra parte, ese mal comportamiento es,
por desgracia, público y notorio y suele tener graves consecuencias asimismo bien
conocidas. Por ello he querido centrar aquí la atención en el peatón, que
siendo todavía más frágil que los que van sobre dos ruedas, se erige muchas
veces en un ciudadano que solo tiene derechos y no obligaciones, y para el que
un paso de peatones o paso cebra es su zona de confort, su coto privado,
su zona de recreo.
Por
supuesto que existen honrosas excepciones (yo soy una de ellas), pues hay
peatones que, al ver que te has detenido para dejarle pasar, te lo agradece con
un saludo con la mano. Yo siempre miro antes de cruzar y prefiero dejar pasar
al vehículo que ya está a punto de rebasar el paso de peatones para no
obligarle a frenar bruscamente. Y si, de todos modos, lo hace, se lo agradezco.
Como
peatón, respeto y admiro al automovilista prudente y educado, y como
automovilista detesto al peatón imprudente y maleducado. Con su falta de
empatía hacia los conductores vivirá tranquilo y feliz, pero el día que se
encuentre con la horma de su zapato, en cuanto a falta de consideración, dentro
de un vehículo, que no se queje y se acuerde del sabio Confucio, si es que sabe
quién es.
Peatón,
feliz peatón, no tientes a la suerte y vigila.
Un buen texto de reflexión con el que estoy de acuerdo, aunque no he tenido ninguna excepción de ese tipo, ni como conductora, ni como peatón, pues me pasa lo que a ti, respeto los pasos de cebra, y doy las gracias si se han parado de repente al llegar. Ahora con lo que no estoy de acuerdo es con lo que dice tu amigo, que según se tenga el coche, así dice de la persona. Yo tengo el coche siempre sucio porque está en la calle, y me da lo mismo como esté, y no por eso soy ninguno de los calificativos que apunta ese amigo, jajaja. Mira, pero si considero que el que tiene siempre el coche impoluto, es un maniático y se preocupa más del coche que de otras cosas más importantes, jajaja.
ResponderEliminarEncantada de leerte, y felices días de asueto respirando limpio.
Un abrazo Josep.
Jajaja, Ya he dicho que esos ejemplos pueden ser una generalización, aunque también he dicho, y lo creo, que algo de verdad encierran en muchos casos. Yo tuve una compañera de trabajo que nunca se acordaba de mirar el indicador del depósito de gasolina ni delevar el coche a la revisión y más de una vez se quedó tirada en la carretera. Con lo escrupuloso que soy para estas cosas, a mí jamás me ocurriría. Y en cuanto a la suciedad, yo también he llevado el coche sucio muchos días seguidos porque la lluvia no cesaba o porque vaticinaban que iba a llover o no encontraba el momento y lugar para llevarlo a lavar, y en cambio me ducho a diario, jajaja. También sé de gente que le da igual si el cohe está limpio o hecho una guarrada y que cuando entras en él no sabes dónde ponerte de tantos papeles que hay por el medio y huele a tabaco que apesta y ves quemaduras por todas partes. Creo que algo tendrá que ver con su forma de vivir y tratar las cosas, jeje. Como en todo en esta vida siempre hay excepciones. Básicamente, he querido dar a entender que del comportamiento de muchas personas se puede deducir cómo son. Quien escupe en la calle, quien se cola por la cara, quien te da un golpe y no se disculpa, quien te adelanta con el coche de forma temeraria y corre como un loco, todos ellos tienen, a mi juicio, un problema de conducta. Y esos peatones egoístas a los que he dedicado esta entrada no son una excepción.
EliminarA pesar de esa discrepancia que has mencionado, me congratulo de que te haya gustado esta reflexión y de que seas una persona educada, tanto en casa como en la calle, jajaja.
Un abrazo y también te deseo un feliz descanso veraniego.
Hola Josep, este texto aunque en concreto referido a los peatones/conductores, podría definir algo tan sencillo como es la pérdida de la urbanidad. Si entendemos por urbanidad según su definición en el diccionario como: "El comportamiento acorde con los buenos modales que demuestra buena educación y respeto hacia los demás", el mundo está roto, ja,ja,ja. De los modos, modales, y exquisitez entre algunos usuarios del transporte público, mejor ni hablamos :)
ResponderEliminarUn abrazo, y feliz conducción.
Aun recuerdo que, de niño, teníamos una asignatura llamada Aseo y Urbanidad. No estaría nada mal recuperarla, jeje. Se nos enseñaba a ceder el asiento a los mayores, a dejar salir antes de entrar, a ceder el paso a un mayor cuando la acera era muy estrecha, a pedir las cosas por favor y dar las gracias y un largo etcétera. Y en cuanto al aseo, a ser ordenado, pulcro, conservar los loibros en perfecto estado, a ir aseado. Diciendo esto me siento más viejo de lo que soy, pues parecen cosas de la prehistoria, pero deberían recuperarse las buenas formas en pro de la convivencia y el buen gusto.
EliminarUn abrazo.
En la ciudad donde vivo es más bien una "lucha de clases", quien camina, usa bicicletas y motocicletas son personas tienen pocos recursos y entonces sucede lo que comentas, en las líneas peatonales se van la mar de lentos, se avanzan sin importarles su vida porque puedes no alcanzar a frenar, se pasan en verde, no usan los puentes peatonales, pero todo es por lo mismo. A mí me enseñaron a conducir a la defensiva y por lo mismo siempre ando con cautela. Lo que sí, es que, alguna vez que he ido a Chihuahua, más preciso a Camargo quedé sorprendida de lo escasos que son los semáforos, hay una conducta vial establecida y sin necesidad de autoridades de vialidad es respetada. Un vehículo por calle, cede el paso, (esto entre conductores) y todos, sin excepción se detienen cuando ven a un peatón, cruce por la esquina o el centro y van a su aire, muy tranquilos.
ResponderEliminarYo viniendo de una ciudad acelerada y con tanta imprudencia de la gente, más por lo que he mencionado quedé sorprendida en aquel estado y siendo honesta me gustó, pareciera que el tiempo rinde más y pareciera que por la misma lentitud siempre llegan tarde y no, son muy puntuales.
Con lo que no estoy del todo de acuerdo es con la generalización que haces, mi auto no está impecable, pero huele bien y soy limpia, lo que sí, varias veces me quedé varada y sin saber por qué, hasta que se ocuparon otros de revisar niveles de combustible y llenarlo si es necesario, desde la última vez que me quedé sin gasolina hace unos años me quedó el calificativo de "pompi de princesa", por aquello de que, solo me monto y no reviso nada y hasta la fecha, soy la mar de distraída.
Feliz descanso, Josep, pasalo bien
Del mismo modo que para sacarse el carnet de conducir hay que aprender las normas de circulación, los peatones también deberían recibir clases de buen comportamiento vial. Recuerdo que en la escuela, allá por los años 60, venían a clase guardias urbanos (hoy se llaman policías municipales) a darnos charlas de cómo cruzar la calle y las precauciones que debíamos tener. Hoy, sobre todo en las grades ciudades, la calle se ha convertido en una selva, donde entre coches y peatones prevalece la ley del más fuerte.
EliminarAhora creo que los conductores ya no son tan agresivos ante un peatón. Cuando circulo por una zona turística, donde los extranjeros son mmuy abundantes, estos se sorprenden cuando detengo el coche tan pronto como observo que tienen intención de cruzar y aun así lo hacen con mucha cautela y siempre dando las gracias. Alguien les habrá dicho que en España somos unos locos al volante, jajaja. Creo que ahora esta mala fama se la llevan los italianos, jeje.
En cuanto a lo de mantener el coche limpio, se pueden hacer excepciones. Lógicamente no lavarás el coche a diario, como lo haces con tu cuerpo. Cuando ha llovido barro, yo he llevado el coche muy sucio durante días hasta que ha dejado de llover y he hallado un momento para llevarlo al túnel de lavado. Pero no concibo que alguien lo mantenga sumamente sucio durante semanas, por ejemplo. En cuanto a lo que comentas de haberte quedado varada por falta de gasolina, no me negarás que, tal como reconoces, eres muy distraída. También podríamso hacer la comparación inversa. ¿Qué opinarías de alguien que está continuamente pasando un paño por el coche para mantenerlo reluciente? Seguramente pensarías que es un obsesivo-compulsivo o un maniático, como el que se está lavando las manos cada 5 minutos. Y creo que no te equivocarías, jeje.
Un abrazo, Adel.
Suelo ser mucho más peatón que automovilista y estoy de acuerdo en casi todo lo que dices. El otro día precisamente describí en mi sección de refranes a las personas que quieren que se una al respeto que se les debe por su desamparo como peatones el debido a su condición de personas mayores, pero sin actuar ellas para nada en consecuencia. Si no te da tiempo a cruzar en verde yo te espero los cambios de luz que haga falta, pero no empieces por cruzar en rojo.
ResponderEliminarCon quien no coincido para nada es con tu amigo en el ejemplo del coche, porque creo que la forma en que cada uno lo trata coincide con la importancia que le da. Hay quien parece vivir para él, incluso valora a la gente por el coche que tiene y la periodicidad con que se lo cambia. Para mí el coche es muy poco importante y suelo lavarlo cuando tengo que ir a alguna boda, si veo que está muy marrano. Eso no quiere decir que no me duche por lo menos una vez al día. Como hago muy pocos kilómetros y no me compensa que signifique un apartado importante de mi economía, suelo comprar uno de segunda mano, de una marca y modelo normal, con pocos kilómetros y en buen estado, para que me dure 15 o 20 años. Eso sí, duerme en garaje y le hago todas las revisiones necesarias.
Un abrazo.
Yo he cruzado, en más de una ocasión, un paso de peatones cuando la luz está en ámbar siempre que me de tiempo a llegar a la otra acera sin que haya cambiado a rojo. Pero he visto a gente, y alguna de edad avanzada, que pasan ya en rojo y a paso lento, confiando que lod conductores se esperarán y a riesgo de sufrir un percance.
EliminarVeo que lo de la limpieza del coche ha tocado la moral a más de uno/a, jajaja. Como decía antes, creo que todo es cuestión de extremos. Llevar el coche sucio unso días no es necesariamente señal de guarrería. Yo tuve una compañera de trabajo que decía que para ella el coche solo era un artefacto que le servía para ir de un lugar a otro. Y tenía toda la razón, pero si quieres que te lleve, por lo menos cuídalo lo justo y necesario para que responda. Esa chica se quedaba parada sin gasolina cada dos por tres. Pero insisto que llevar el coche sucio no significa que su dueño sea sucio (a menso que lo lleve así durante meses) sino quizá, tal como apuntas, le resulte indiferente.
Pero sigo pensando en que hay comportamientos con el coche que tienen relación con la forma de ser de su propietario. Hay quien usa el coche como medio de ostentación, para aparentar lo que no se es. Debería hacerse un estudio al respecto. Yo tuve dos vecinos peculiares en este sentido. Uno era muy bajito (poco más de 150 cm) y siempre se compraba unos coches mastodónticos, cuatro por cuatro, que casi necesitaba una escalera para sentarse al volante. El otro era sumamente tímido, que casi le tenían que arrancar las palabras de la boca, pero que al volate era un fitipaldi, haciendo rechinar las ruedas al arrancar y conduciendo como un loco. No soy psicólogo pero creo que ambos tenían (y supongo que siguen teniendo, pues ya les he perdido de vista) un problema de autoestima, un complejo de inferioridad o algo así, y lo compensaban con el coche.
Yo debo reconocer que cuando elijo un coche, me fijo en la estética, la comodidad y el motor (sin exagerar), pero nunca elijo una marca para "fardar". Me gustan los coches pero no vivo para ellos. Es como cuando compro un televisor nuevo, busco uno que tenga una buena imagen, un buen sonido, el tamaño adecuado y unas buenas prestaciones, pero no lo compro en la NASA. Hay mucha gente que solo compra un artículo por lo que representa aunque cueste un pastón y luego no usa más que el 10% de sus posibilidades. Pero esto ya es otra historia, jajaja.
Un abrazo.
Mira que el tema da para hablar y hablar, y quejarse y quejarse. Te diré mi amigo que de este lado del Atlántico los peatones no han tomado el control de las calles como en tu comunidad. Será que es una ciudad algo grande o alguna otra cosa como el clasismo, pero acá son los automovilistas los que se creen dueños de las calles y avenidas. En los últimos años he optado por caminar en muchas ocasiones y he comprobado aún más la intransigencia de los automovilistas. Incluso yo debo reconocer que cuando voy frente al volante siento que tengo un derecho de paso. Algo que he corregido en los últimos meses.
ResponderEliminarUn abrazo Josep y feliz descanso.
A eso se le llama la ley del más fuerte. Lo peor de todo es que, al parecer, las multas de tráfico de poco sirven. Del mismo modo en que hay gente que lleva instalada en el coche una cámara para grabar las infracciones de los demás automovilistas (sobre todo por el tema del seguro y para demostrar quién tuvo la culpa del choque o atropellamiento), los peatones como los que comentas también deberían llevarla en la frente para denunciar a los infractores que van al volante, jeje.
EliminarUn abrazo.
Como dicen los compañeros el tema da para hablar mucho. Actualmente las ciudades pequeñas o grandes se están convirtiendo en selvas. Nadie tiene paciencia con nadie, ni los conductores que se impacientan y a veces pasan haciendo fintas a los peatones.
ResponderEliminarSiempre pienso que los conductores nerviosos olvidan que los peatones son muy frágiles y un error de cálculo puede ocasionar una desgracia pero la gente parece transformarse al volante, agresividad, impaciencia, falta de consideración y mala educación. Aunque como bien dices los peatones no se quedan al margen, los hay que se lanzan a los pasos de peatones y como me recordaban hace unos días había una sentencia sobre un atropello en la que el juez condenaba a las dos partes porque tan imprudente es el conductor como el que se lanza a cruzar sin mirar. Y ya no hablo de los múltiples artefactos que corren por nuestras ciudades, bicicletas, patinetes que van a la velocidad del rayo, patines, cochecitos con turistas que parecen de juguete y hasta he podido ver zigzagueando entre carriles a una persona en silla de ruedas. No sé me da a mí que algo se va a tener que hacer.
Besos
Es muy cierto que gente aparentemente tranquila, o que lo es en casa o en la oficina, se transforman en agresivos al volante. El coche debe ser un medio para exteriorizar lo que se reprime, no lo sé.
EliminarY ya no digamos en la carretera. Por muchos anuncios llamando a la precaución con imágenes realmente horribles, siguen habiendo locos al volante que no solo ponen en riesgo su vida (al fin y al cabo es suya) sino la de los demás. Y bueno, ya se puede repetir que no se use el móvil al volante, que no paro de ver a conductores hablando por él continuamente.
El surgimiento de esos nuevos medios de locomoción que mencionas solo ha hecho que empeorar la seguridad vial. Ahora ya ni tan solo estamos seguros andando por la acera. Los ciclistas van por donde se les antoja y los patinetes eléctricos van como una bala.
Los peatones tienen la obligación de respetar, al igual que los conductores, las señales de tráfico y sobre todo los semáforos. De hecho, un peatón también puede ser multado. Cierto es que con los carriles bici hay que ir con un cuidado extremo, pues todavía no estamos acostumbrados a ellos y muchas veces andamos por donde no debemos. Todos nos tendríamos que reciclar y refrescar las normas de circulación. Hay muchos conductores que, por ejemplo, no saben cómo hay que circular en una rotonda.
Un beso, Conxita.
Me gusta ser peatón, pero uso el coche casi a diario. No entiendo que no miren antes de cruzar, mirando su móvil, muchos peatones. Si ya es fácil que te salgan detrás de una furgoneta aparcada, y como lo prevés, vas muy despacio por si acaso, cuando te salen tan flamencos así, a las bravas, me molesta.
ResponderEliminarLa empatía no se practica, es evidente y así es difícil la convivencia. Un abrazo y felices vacaciones, que disfrutes mucho.
La virtud más importante de un conductor es la previsión, la anticipación. Siempre tenemos que pensar que detrás de una furgoneta o de un contenedor va a salir un peatón impulsivo que no tiene la precaución de hacerse a ver antes de cruzar. Gracias a ese "poder de adivinación" he evitado atropellar a más de un peatón inconsciente. Recuerdo cuando me decían "detrás de una pelota siempre hay un niño". Una medida de seguridad que pocos tienen en cuenta.
EliminarUn abrazo.
Para empezar sea dicha, debido a mi discapacidad no conduzco, pero si soy copiloto de coche y por supuesto veo muchas barbaridades tanto por parte de los conductores, que a veces me alteran y no me arrepiento, alguno se salta el semáforo indebidamente, y hasta alguno me he encontrado, (antes de ayer concreta mente) que se atreven a hacer carreras en pleno casco urbano sin importarles los peatones o los otros coches y el peligro que conllevan.
ResponderEliminarCreo que como todo en la vida, tiene que aprender tanto peatones como conductores a convivir unos con otros, pero para eso, falta mucho, porque no se respeta nada, y sobre todo quien lleva un vehículo muchas veces debe de ser consciente del peligro que conllevan ciertas aptitudes que pueden acarrear fatales consecuencias.
En cuanto a los peatones, me he encontrado con gente que cruza por en medio de la carretera, cuando tiene cerca un paso de cebra, y tienes que frenar, o peatones que van hablando con el móvil y aun cruzando por el paso debido se tiran una eternidad para cruzar porque están mas pendientes del dichoso móvil de que están cruzando por un paso de cebra, en fin hay de todo como en la vida, Josep, y en fin ya no me explayo con los monopatines, bicicletas y demás porque sería ya extenderse mucho.
Un abrazo y disfruta mucho ya sea en la montaña o en la playa.
Hola, Tere. A medida que una población crece, aumenta también el tráfico rodado y hay que ir extremando las precauciones. Pero hay gente que no se adapta a ese cambio y no es consciente de que su pueblo o ciudad ya no es aquel lugar tranquilo en el que se podía transitar sin problema. Me refiero sobre todo a mi población, que ha perdido el encanto de un pueblo y ha adquirido los vicios de una ciudad (ahora todo son zonas azules para aparcar y retenciones en todas las calles del centro). Hay peatones que todavía se comportan como si cruzaran un camino rural en lugar de la avenida principal. Pero eso no solo lo hace la gente mayor sino jóvenes que hay perdido el respeto a los coches, y con respeto me refiero al temor a ser atropellados. Por otro lado, hay conductores que circulan por las calles estrechas y tortuosas de la parte antigua como si fuera una autopista. Y a ese desbarajuste se le añade la escasez de policías municipales, que solo aparecen cuando dejas un minuto el coche en doble fila para comprar el pan.
EliminarUn abrazo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEn mi trabajo he visto varios casos de homicidio culposo tras accidentes de tránsito. En una ocasión,perdón lo gráfica, le aplastaron la cabeza a un joven de 21 años que se durmió borracho en la orilla de la carretera de Río Sereno, poblado característico de su clima templado y con mucha nebllina de noche. MIra que tomar la siesta a la 3:00 de la madrugada en la bajada de una colina, sobre la línea blanca límite de la carretera, ha hecho que el conductor llorara y llorara en cada audiencia hecha pidiendo perdón a los familiares por no verlo a tiempo.
ResponderEliminarEntonces no creo que la educación vial y la cortesía al manejar sea banal, me gustaron mucho sus comentarios. Ah en el caso del conductor que le mencioné, se fue libre pues fue absuelto. Y así he visto muchos otros casos de atropellos con lesiones personales porque el que manejaba la bicicleta no vio al niño que se le safó a la mamá de las manos y a los que han atropellado debajo del mismísimo puente elevado en plena autopista. Hay accidentes y hay madrazos que pareciera que nos buscáramos a propósito.
Borré el comentario anterior por errores. Saludos.
Muchas veces los accidentes se producen por la imprudencia de ambas partes, conductor y peatón. Hay viandantes y ciclistas que circulan de noche por la carretera sin hacerse ver y conductores que no prestan la debida atención. En la ciudad ocurre lo mismo: peatones qeu cruzan la calle sin respetar la luz roja o sin mirar y vehículos que también se saltan un semáforo en rojo o van a una velocidad excesiva y no tienen tiempo de frenar o esquivar al transeúnte. Hay que respetar las normas y ser prudente, de un lado y del otro.
EliminarUn abrazo.
Si, Josep, nos cuesta ponernos en la piel del otro porque nos falta comprenderle, no solo identificarnos sino que además tenemos que adentrarnos en todo el proceso que internamente ha sufrido, sentirlo como si nos hubiera pasado a nosotros mismos. Suele pasar que con comprender la situación del otro pensamos que ya nos hemos puesto en su piel, pero nos falta dar otro paso más y es el de comprender cómo se ha sentido esa persona y la impresión que ha sufrido.
ResponderEliminarEl motivo de ver a los peatones como una molestia al estar sentados al volante y cuando somos nosotros los peatones vemos como un enemigo cualquier conductor, sencillamente sucede algo parecido a lo que he comentado antes, que carecemos de una empatía completa, únicamente comprendemos superficialmente y prejuzgamos injustamente. No somos capaces de comprender todo el proceso completo por el que el supuesto "enemigo" está pasando o ha pasado. Así se producen altercados, falta de educación y violencia gratuita.
El exceso de individualismo social de hoy en día conlleva a esa errónea actitud egoísta hacia los demás, cuando debiéramos comprender que todos necesitamos de los demás, aunque no estemos por esa labor y luego así nos vayan las consecuencias.
Valió la pena que no dejases en el cajón antes de irte de vacaciones, plantearnos esta nueva reflexión mundana, me ha resultado interesante.
Un abrazo.
Ese individualismo que mencionas es algo que parece propio del individuo que no ha sido formado para pensar en los demás o que, por cualquier motivo intrínseco a su personalidad, es incapaz de hacerlo. Los problemas personales son los que cuentan y no importa lo que les ocurra a los demás. En el ejemplo del peatón, este solo piensa en sí mismo, "ahora estoy pasando yo y que los demás se esperen lo que haga falta; si tienen prisa, ese es su problema", y cuando están al volante se olvidan de ello y ven al peatón como un estorbo.
EliminarMuchas gracias, Estrella, por tu aportación.
Un abrazo.
El peatón se cree dueño del asfalto y hace lo que le parece saltando los semáforos y pasando sin mirar y tiene que ser el conductor el que frene porque sino se mete en un jaleo.
ResponderEliminarEn cuanto al coche yo opino que es un máquina para que me facilite los desplazamientos, en mi caso no suelo usarlo mucho ya que en mi ciudad como en muchas el problema viene a la hora de aparcar.
Cuanto a ser peatón yo suelo respetar y pasar por donde me corresponde. Lo que a veces me sorprende es que gente mayor con cierta dificultad para caminar se cree con el derecho a pasar sin respetar las señales.
Un tema para analizar con calma .
Un abrazo Josep
Puri
Para una buena "salud" ciudadana, deberíamos seguir los mismos preceptos que nos enseñaron en la escuela sobre el respeto al prójimo. Pero como ello no sería factible ni práctico, pues si tuviéramos, por ejemplo, que ceder el paso a las personas de mayor edad, no podríamos cruzar nunca, jeje. De ahí que existan los semáforos y las señales de tráfico, tanto verticales como horizontales. El problema aparece cuando no somos capaces de respetar estas noemas de circulación, y tanto conductores como peatones se creen los amos de las calles. Esa irresponsabilidad por parte de peatones que cruzan sin apenas mirar, o por donde no les corresponde, creo que se debe a dos causas: la edad avanzada de muchos de ellos los convierte en personas inconscientes del peligro que corren (como los niños), o a que creen que el peatón tiene supremacía sobre los vehículos, otra forma de irresponsabilidad.
EliminarUn abrazo, Puri.