Los niños tienden a negar lo innegable a ojos de sus
padres, tutores y profesores como un arma defensiva para evitar el castigo, ya
sea físico (como los de antaño) o de otro tipo. Son pillados infraganti y
aun así niegan lo que se supone que estaban haciendo y ─esto ya es más
elaborado─ culpan a otro, al inocente que solo miraba o poco tenía que ver en
el asunto.
Parecería que al crecer y (supuestamente) madurar, esa
práctica tendría que desaparecer y el niño, al convertirse en adulto, ya no
adoptaría ese comportamiento infantil y ridículo. Pues no, hay quien se lleva a
la tumba el vicio de mentir. Incluso los hay que se sirven de la mentira para
prosperar, tanto en el ámbito laboral como (sobre todo) el político. ¡Otra vez
los políticos!, diréis. Pues sí, qué queréis que os diga si estos son una
fuente interminable e inestimable de malas costumbres.
¿Cómo se puede negar algo cuando sabes que la acusación de
la que eres objeto es cierta y que con el tiempo acabará todo saliendo a la
luz? Solo sirve para ganar tiempo, despistar al personal y perder la poca
vergüenza que a uno le queda.
A algunos les resulta imposible decir la verdad, pues
siempre han estado montados en la falsedad, su modus vivendi, incluso
cuando se revelan claramente las evidencias de su implicación en los hechos
denunciados y su culpabilidad es más que notoria. Porque una cosa es la
presunción de inocencia, cuando solo hay indicios de un delito, y otra muy
distinta cuando se acumulan pruebas y más pruebas irrefutables de su
culpabilidad.
¿Son tontos? ¿Se creen más listos que los demás? ¿Adónde
creen que van a llegar sus mentiras? ¿Acaso no se dice que la mentira tiene las
patas muy cortas y que se atrapa antes a un mentiroso que a un cojo? Deben ser
cojos de mollera, blandos de moral o duros de cara. O todo a la vez.
A ver, cuando a uno le pillan en un renuncio, intentar
excusarse u ocultar datos comprometedores, es, hasta cierto punto,
comprensible. Pero ¿de qué sirve empecinarse en negarlo todo, cuando se sabe
que a la larga acabará aclarándose la verdad? ¿Acaso no han aprendido de otros
casos como el suyo?
Implicar a terceros, negar las pruebas en su contra,
defenderse vehementemente, haciéndose la víctima de un complot de grandes
dimensiones, el objeto de una caza injusta e inmoral no es más que lo que en el
argot familiar se conoce como marear la perdiz, alargar el proceso inútilmente.
Y yo añadiría, hacer el ridículo. Pero, claro, quién es el guapo que confiesa a
la primera de cambio. Solo los imbéciles. Y ellos, como son muy astutos, que no
inteligentes, sabrán salirse por la tangente. O en eso confían. Ejemplos no
faltan.
Siempre me ha llamado la atención que a un condenado se le
aplique un atenuante porque “ha colaborado con la justicia”, cuando es lo
correcto. En todo caso, no colaborar debería ser objeto de un agravante. Pues
igual debería ser con los mentirosos compulsivos sentados en el banquillo de
los acusados, que han estado engañando a todo el mundo a sabiendas.
Si en una Empresa privada, sería procedente despedir a un
empleado por haber falseado un documento o alterado el resultado de un informe
crucial, en política debería penalizarse al embustero que oculta su
culpabilidad y miente descaradamente cuando se le atrapa con las manos en la
masa.
Supongo que esos individuos actúan de tal forma porque hay
precedentes de culpables que se han ido de rositas después de haber enfangado
el sistema y a todos los que han estado a su alcance.
No pretendo señalar a nadie en concreto. Que cada uno saque
sus conclusiones y piense en quienes podrían estar en estas circunstancias. El
caso es que al margen de filias y fobias (que todos tenemos), creo que en
política desgraciadamente la mentira está enraizada, en mayor o menor grado, en
todo el arco parlamentario, ya sea a título personal o partidista. Mentir debe
ser algo innato e imposible de eliminar después de años de práctica. Debe ser
algo propio e inseparable de la naturaleza humana.
Como dijo Alexander Pope (1688-1744), poeta inglés: El
que dice una mentira (…) estará obligado a inventar veinte más para sostener la
certeza de esta primera. Eso explica la obstinación de los mentirosos en
mantenerse fieles a su patraña.
Si bien la mentira piadosa es justificable e incluso
beneficiosa en algunas circunstancias, la pertinaz, la indiscriminada, la
voluntaria, la que daña a terceros, atentando contra la salud moral de la sociedad,
es merecedora de un correctivo lo suficientemente ejemplar como para que
haga desistir a los embusteros y calumniadores de practicarla en su propio
interés.

Plenamente de acuerdo, y en la clase política, tendría que penalizarse y no promocionarse, la mentira. Es una lacra a erradicar.
ResponderEliminarUn abrazo.
A fin de cuentas, son ellos quienes deberían dar ejemplo de buena conducta, mientras que lo que hacen en realidad es enfangar con sus mentiras todo lo que tocan y hacen.
EliminarUn abrazo.
En una empresa te echan a la calle por menos, pero en política parece que la cara dura viene en el pack de bienvenida. Y lo peor no es solo el mentiroso, es que al final nos acostumbramos y hasta nos parece “normal”. ¡Pues no, señor! La mentira pertinaz es una lacra que pudre todo lo que toca, y como bien dices, da igual el color del partido: la falsedad no entiende de ideologías.
ResponderEliminarUn abrazo, Josep.
Por desgracia, cada vez en más habitual la expresión de "si todos son iguales" o "si todos hacen lo mismo", normalizando asi la inmoralidad.
EliminarLa mentira debería penalizarse en función del grado de perjuicio que ocasiona y no pasar por alto ninguna que proceda de quienes nos representan.
Un abrazo.
La mentira es de las armas más peligrosas que existen. Yo un día le vi la cara. Frente a mí se inventaban algo que sabíamos era falso. Ese día supe que la mentira es un ente que vive independiente, deseosa de invadir una mente humana. Mira, ya tenemos trama para un relato :)) :))
ResponderEliminarSAludos.
Yo también he sido testigo directo de una mentira en mi propia cara por parte de un conocido que contaba algo que yo sabía de buena tinta que era totalmente falso. Por desgracia, tuve que morderme la lengua porque no quise dejarlo mal delante de sus amiguetes. Pero ello me demostró de qué pasta estaba hecho.
EliminarUn saludo.
A mí la mentira que me gusta más es aquella que dicen los pillados in fraganti: no es lo que parece...
ResponderEliminarBueno, Genaro, esta es una de las mentiras más frecuentes y populares, pero por lo menos queda en la intimidad, je, je.
EliminarYo suelo decir en broma, aunque no del todo, que la verdad está sobrevalorada. Me refiero a esas declaraciones que empiezan: "Te voy a decir la verdad..." y que generalmente suelen ser declaraciones despiadadas y muchas veces innecesarias. Creo que hay mentiras que hacen menos daño que algunas verdades.
ResponderEliminarDicho lo anterior en defensa de algunas mentiras piadosas, estoy de acuerdo contigo en todo lo que dices. Mienten con un descaro que una ya no sabe si son idiotas o nos toman a todos por idiotas (en cuyo caso, siguen siendo idiotas). Y sí, piensan que a ellos no les van a pillar. A los demás les pillan porque son tontos y cometen errores. En fin, una panda de imbéciles sin más catadura ética que una piedra.
Un beso.
Ciertamente hay verdades que duelen y preferiríamos no saberlas y vivir felices en la ignorancia, je, je.
EliminarPero en los servidores públicos la verdad tiene que prevalecer siempre, cosa que no ocurre.
Yo también he oído en más de una ocasión a alguien, incluso en público, decir: "y esto que acabo de contar es totalmente cierto". Supongo que es una afirmación retórica para indicar que es algo que parece imposible, porque, si no, ¿acaso significa que en otras ocasiones quien así ha hablado no ha dicho la verdad? Y es que a algunos les encanta mentir para sacar rédito de sus embustes, pero cuando son descubiertos son incapaces de replegarse y reconocer que han mentido. Parece una ley de supervivencia.,
Un beso.
La verdad que no tengo nada que decir al respecto, porque pienso exactamente lo que tú que encima lo expresas de maravilla.
ResponderEliminarNo hay mejor mentirosos que los políticos, y tontos pero tontos los seguidores que no lo ven y que además de tontos son sordos y ciegos.
Me ha gustado mucho que nombres a los políticos en esta actitud que desgraciadamente es tan común.
Un abrazo Josep.
Hay mentirosos compulsivos, que viven sentados en la mentira, algo más propio de una anomalía mental, y mentirosos que se burlan de los demás adrede y con el único fin de sacar provecho y obtener así un beneficio político o social. Es una verdadera lástima que alguien prospere en la vida y ascienda en el escalafón gracias a sus mentiras. Para esto estamos los ciudadanos de bien, para desenmascararlos, aunque resulte muy difícil, porque se las saben todas.
EliminarUn abrazo, Elda.
Lo malo de todo esto, Josep, y me alegra mucho leerte de nuevo, es que no entiendo como mienten y piensan que los demás nos creemos sus mentiras cuando realmente no es así, bueno algún ingenuo no te niego que pueda haber o que la ideología en este caso hablando de política les ciegue tanto que no sepan ya distinguir entre una mentira y una verdad.
ResponderEliminarHa habido una frase que me ha llamado mucho la atención de tu reflexión y es aquella en la cual dices haciendo referencia a los imbéciles, no son inteligentes son astutos" o algo así, y la verdad no puedo estar mas de acuerdo con esa afirmación, porque es muy cierto, quien usa la mentira estoy cada vez más convencida no tiene inteligencia, y estoy convencida de que creen tenerla pero lo cierto y verdad es que carecen de ella y te aseguro que conozco algún caso muy muy cercano.
Un abrazo.
Hola, Tere. Encantado de leerte por aquí y te lo agradezco, pues sé que estás muy liada.
EliminarRealmente es algo inaudito que gente con un perfil aparentemente elevado (instruidos, no unos catetos) sean capaces de mentir tan descaradamente a sabiendas de que lo que dicen es falso. De ahí que diga que no son inteligentes, pues alguien con una mínima inteligencia sería icapaz de algo así, sabiendo que tarde o temprano se les descubrirá la mentira. Pero mientras eso no sucede, van inventando falsedades cada vez mayores, convirtiendo la mentira inicial en una gran bola de nieve que se les acaba (o eso espero) explotando en la cara, por muy dura que la tengan.
Un abrazo.
Lo peor de la mentira es la desconfianza que ya se queda y es tan difícil de recuperar. Básicamente esto es lo que sucede, como dices, en política o también en cualquier relación personal. Abrazos!!
ResponderEliminarHola, María. Efectivamente, cuando compruebas que alguien te miente deliberada y repetidamente, dejas de confiar en él. Y la desconfianza, ya sea hacia un amigo, a un profesional o, como el caso que trato aquí, a un político que se supone nos representa, es algo muy triste e indignante.
EliminarUn abrazo.
Si metieran presos a todos los mentirosos, las cárceles no darían abasto jaja Interesante reflexión, Josep, y no te miento jeje Va un abrazo honesto, te lo juro como que me llamo Pedro jaja
ResponderEliminarY si a mí me dieran un euro por cada mentiroso que anda libre, sería multimillonario, ja, ja, ja.
EliminarOtro abrazo honesto de vuelta, je, je.